Una invitación placentera
Mi mujer y yo fuimos invitados por un matrimonio, compañeros suyos del trabajo. Pero nunca pensé que se tratara de un Todo Incluido....
Me llamo Javi y mi mujer Susi. Estamos en los cuarenta, pero ni nuestro físico, ni nuestra apetencia sexual a menguado de cuando estabamos en los veinte.
Un día fuimos invitados por una pareja de amigos del trabajo de Susi, un matrimonio con el que mi mujer se llevaba bastante bien, pero que yo no conocía aún. Al llegar a su casa fuimos presentados como procede. Era algo más jovenes que nosotros, treinta y pocos, y se les veía muy bien cuidados en cuanto a su aspecto. Pasamos a la zona de jardín que estaba situada en la parte de atrás de la casa, junto a una piscina de un tamaño bastante respetable. Tomamos asiento los cuatro y comenzamos un charla muy amena, en donde casi toda la temática giraba en torno al trabajo común de ellos tres y sus anécdotas.
Llegó la hora de bañarse y ahí fue justamente cuando comenzó todo. Olga, que así se llamaba nuestra amiga, se despojó del vestido para quedarse en biquini. Aquella visión fue tremenda. Era un cuerpo de infarto, pues si ya había observado que ella era guapa y alta, al descubrir sus atributos pude ver unos pechos de un tamaño muy considerable y en absoluto obedecían la ley de la gravedad, mostrandose erguidos sin ayuda de ningún tipo de operación de cirujía. A aquello le acompañaba un cuerpo perfectamente contorneado, con unas curvas que daba gusto seguir con la vista para finalizar en un despampanate culo, de esos redondos y apretados, con aspecto de estar erguido esperando recibir un cachete.
Estuvimos un buen rato en remojo, mientras la charla continuó muy animada con relatos de otro tipo totalmente ajenos al trabajo, en esta ocasión. De cualquier forma mi mente estaba un poco ausente de la conversación ya que se encontraba totalmente ocupada en evitar que mis ojos permanecieran demasiado tiempo fijos en los pechos de aquella diosa que tenía en frente. Quiero pensar que nadie se percató de mis frecuentes miradas a dicho lugar y, más aun, de la ligera erección que sufría.
Llegó la hora del almuerzo, cuando sirvieron una serie de suculentos platos que fueron muy celebrados por todos. En el transcurso de la comida, Olga estaba frente a mí en la mesa y mis ojos pasaban del plato a sus tetas, cosa que me pareció que en esta ocasión no le pasó desapercibido a ella, pero no hizo ningún comentario al respecto, aunque si me pareció que su sonrisa se tornó en más de una ocasión un poco picarona, hasta que todo esto me fue confirmado con un ligero guiño que daba a entender mucho, o eso quise yo pensar.
Al termino de la comida todos ayudamos a retirar los platos, llevandolos a la cocina, en donde de una forma nada accidental Olga y yo nos rozamos en más de una ocasión, llegando incluso a hacerlo su culo contra mi paquete, que iba tomando de nuevo tamaño con estos juegos tan sensuales. Tomamos un cafe a modo de postre, mientras fumabamos y charlabamos animadamente, con la diferencia de que ahora mis miradas hacia Olga eran correspondidas por esta. Retiramos, al igual que antes, las tazas y demas utensilios usados durante el café, para pasar a unas tumbonas que estaban situadas en un lateral de la piscina y que estaban esperandonos para nuestro reposo.
Tras unos minutos tumbados, Olga preguntó a quién le apetecía tomar una copa, a la vez que se incorporaba de forma muy sensual. Se dirigió a la casa a preparar los diferentes pedidos y yo decidí acompañarla para echarle una mano. Cuando llegué a la casa ella ya se encontraba preparando los vasos y vertiendo el hielo sobre ellos.
Decidí jugármela, con lo que al llegar le posé una mano en su cadera desnuda de forma muy sugerente, a la vez que le preguntaba si la podía ayudar. Me miró sin decir nada, aunque aquello era un claro mensaje. Pasé mis brazos alrededor de su cuerpo quedando mi polla, ya bastate dura, en contacto con su culo de forma que la notaba explicitamente. Di unos suaves besos por su cuello, consiguiendo que su cabeza se echase ligeramente hacia atrás demostrando asi que estos eran muy bien recibidos por su parte.
Giró la cabeza y con ella todo su cuerpo, quedando ambos frente a frente, cambiando por ello mi agarre, que pasó a sujetarse en sus cachetes. Ella rodeó mi cuello con ambos brazos y comenzamos a besarnos con gran pasión, mientras ya mis manos recorrian su culo, sus caderas y por fin, sus tetas. Era con lo que había estado soñando todo el día, poseer aquel par de tetas. Sin pensarlo, corrí las cortinillas del biquini, dejando al descubierto aquellas maravillas de la creación. Me lancé hacia ellas con mi boca, necesitaba chuparlas, con desesperación a la vez que las apretaba con mis manos. Jugué con sus pezones que en seguida se tornaron agresivos y duros como piedras.
Metí una de mis manos por dentro de su biquini, acariciando su culo a pelo, demostrandome que la apariencia que tenía era tal y como yo la esperaba. Ella por fin se arrancó a tomar un poco de iniciativa y comenzó a acariciar mi polla, siguiendola con su mano a lo largo de su longitud por encima del bañador.
Yo no podía parar, ni quería hacerlo, por lo que mi mano paso del culo al coño, sin dejar de comerme sus tetas en ningún momento, encontrandome su sexo depilado, con escaso pelo, solo una pequeña tira prolongación de la raja del coño, y totalmente mojado por los fluidos que había ido segregando por su excitación.
Jugué un poco con su clítoris, y recorrí de arriba a abajo varias veces su raja consiguiendo asi lubricar mi dedo, para que cuando en una de las ocasiones bajó, meterlo dentro de su coño, consiguiendo arrancar los primeros gemidos de Olga.
Me puse de rodillas arrastrando en mi movimiento de bajada su parte inferior del biquini, mostrandome así su bonito coño. Pasé mi lengua por el, a la vez que ella abría ligeramente las piernas para así facilitarme el trabajo, mostrandome sus interioridades. Lamí, chupé e introduje mi lengua en su coño, mientras ella atrapaba mi cabeza contra él para que no abandonase la tarea.
De pronto me retiró la cabeza y me pidió que parase, pues aquello se estaba poniendo muy serio y estaban nuestros respectivos consortes allí. Yo le quité importancia pues desde la cocina se veía la piscina, y podíamos ver cuando alguno de ellos viniera hacia nosotros y así parar antes de que fueramos cazados.
A la vez que le argumentaba todo estó la giré orientandola hacia la ventana desde donde se veían nuestras parejas, pero mi intención no era en ningún modo que las observara, si no que la dispuso de tal manera que su culo quedaba todo para mí. Le abrí algo más las piernas y sin pensarlo introduje mi polla en su coño, consiguiendo un gemido mezcla de placer y dolor, al sentir mi polla dentro de ella. La sujeté por las tetas mientras la penetraba una y otra vez de forma enérgica, arrancandole en muy poco tiempo su primer orgasmo, que me hizo sentir pues me clavó las uñas de una de sus manos en mi culo. Me detuve durante unos instantes hasta que se recuperó. Pero no fue más que una pequeña tregua, yo no tenía intención de dejar de follar a aquella diosa en tanto en cuanto pudiera. La giré poniendola frente a mi. Elevé una de sus piernas pasando uno de mis brazos por debajo de su rodilla. Dirigí mi polla hasta su coño, encargandose ella misma con una de sus manos de hacer que penetrara por donde debía hacerlo.
La estuve follando en esta postura durante unos minutos, consiguiendo algun orgasmo más por parte de ella, clavandome las uñas en esta ocasión en la espalda, y proporcionandome unos arañazos que no se como podría despues justificar ante mi mujer. Hasta que ya no podía aguantar más. Le avisé de ello y con una agilidad felina se deshizo de mi para arrodillarse ante mi, tormar mi polla con sus manos y meterla en su boca, comenzando una mamada que diera fin al placer que yo quería sentir y que no tardó en llegar. Sentí un orgasmo como nunca antes, con fuertes escalofrios y convulsiones, llenando su boca de leche, que no tardó en comenzar a rebosar por las comisuras de su boca, pero sin para de chuparla ni por un instante, hasta que la detuve yo, pues no podía aguantar más. La sacó de su boca pero continuó acariciandola suavemente, prolongando así un poco más la sensación de placer que estaba sintiendo, para nuevamente meterla en su boca y chuparla despacio y suave. Fué maravilloso, si follar a aquella diosa era increible, la forma de chuparla me dejó totalmente maravillado.
Se incorporó, recogiendo su biquini y poniendoselo. Se limpió la cara con sus manos, para despues lavarse estas y continuar preparando las copas. La abracé por detras mientras al oido le dije que habría que repetirlo en alguna ocasión, pero con más tranquilidad. Giró la cabeza para besar mis labios confirmando así que estaba dispuesta a repetir en cuanto hubiera ocasión.