Una invitación a comer....

ambos sentían la química del deseo y sabian lo que sucedería en aquella comida.

No se conocían desde hace mucho pero la química había surgido entre ellos desde el primer instante .Era algo mas que sexual ,se entendían a las mil maravillas, tenían muchas cosas en común y ambos disfrutaban en compañía del otro.

Esa mañana, el se había empeñado en invitarla a comer en su  casa, ya que vivía muy cerca de donde trabajaban, y aun que ella en principio se sintió reacia a aceptar la invitación, conocedora de lo que con ella se insinuaba de trasfondo ,con un par de insistencias mas, aceptó.

La casa era luminosa y estaba impoluta. Todo muy ordenado. Grande y sin recargar. La impresión fue agradable y se sorprendió al verla tan cuidada ya que no es común en un hombre sólo máxime cuando apenas dispone de tiempo para poder mantenerla ordenada.

El pidió permiso para ponerse más cómodo, quitándose el traje de oficina, y a los pocos minutos apareció ante ella con un viejo vaquero y una más vieja camiseta. Ella aprovechó mientras el desaparecía, para ojear alrededor y quitarse la chaqueta.

Ambos se miraron por unos segundos, recorriéndose mutuamente con la mirada.

Ella llevaba una falda de satén azul entallada que realzaba su cadera y marcaba sin recato su trasero. Una blusa de seda igualmente azul y unas sandalias de tacón alto.

La comida resultó ser estupenda y sencilla: una ensalada de tomate perfectamente aliñada y carne a la parrilla en su punto con guarnición de patatas y pimientos. El se empeñó en no dejarla hacer nada y agasajarla con atenciones y un buen vino. La conversación fue amena, fluida, y el ambiente era agradable.

Ambos se sentían muy cómodos.

-"tomaremos el café en el salón" dijo el.

Y allí estaban los dos, apenas a 50 centímetros el uno del otro, con las tazas en la mano.

De fondo una pieza de música clásica y en la mesa, esperando, dos tazas de café y una copa de coñac.

Según pasaba el tiempo era más difícil mantener la mirada en el otro, mantener los sentidos, mantenerse en calma.

Ella lo intenta. Quiere aparentar naturalidad, pero las palabras no salen de su garganta.

Y en ese mismo instante en que ambos se silencian, mirándose a los ojos, es cuando ella, tímidamente susurra:

-"BÉSAME, ANDA"

El no se sorprende, lleva toda la velada deseando escuchar esa petición..Nunca daría un paso sin que ella lo de primero, esas son las reglas del juego y las respeta.

Se limita a sonreír, sin apartar su mirada de la de ella, y dulcemente acerca su boca a la suya.

El beso comienza dulce, suave, seco..........para pasar después a ser una mezcla de sabores personales y café.

La respiración se torna agitada, el beso, hambriento. Y la distancia entre ellos, parece ahora kilométrica cuando  ambos notan la presencia del otro.

-".DESEO HACERTE EL AMOR UNA Y OTRA VEZ HASTA DEJARTE RENDIDA Y FELIZ"

El sonrojo cubre las mejillas de la muchacha.......pero el deleite de aquella confesión acrecienta a un mas su deseo de ser poseída por el

Ahora esta entre sus brazos Y es  una sensación deliciosa.

Las manos comienzan a recorrer el cuerpo de la muchacha por encima de la blusa, mientras ella se agarra a el, con sensación de vértigo.

Las lenguas, húmedas, juegan dentro y fuera de sus bocas, y los gemidos van en aumento, primero tímidos y mas tardes impúdicos y descontrolados.

Manos expertas desabrochan la blusa, rozándole el pecho que en la excitación, sube y baja frenéticamente.

Unos labios húmedos, hinchados, calientes, rozan el cuello y bajan por el hasta sus pechos, queriendo alcanzar los pezones ahora duros  y desafiantes.

Sentir los labios cálidos de el en ellos la lleva hasta el delirio.

Las manos de el sujetan con fuerza el pecho y a su vez, con el pulgar, se recrea con sus pezones, ella suspira arqueándose hacia el en espera de que desee complacer la necesidad que siente de ser devorada entera por ese hombre.

La excitación se puede sentir en toda la estancia.

Dulcemente ella aparta un poco a su amante, para poder despojarle de su camiseta...necesita pasar sus manos por el pecho de el y sentir su olor.

Los cuerpos ahora desnudos, ávidos de contacto, se rozan en constante explosión  de deseo.

Las manos parecen tener vida propia; las de el las mantiene ocupadas acariciando el pecho e introduciendo la otra bajo la suave falda, con delicadeza, sin prisa

Ella se deja hacer, disfrutando de cada caricia. Mientras, acaricia el torso desnudo de el y comprueba lo hinchado de su bulto por encima del vaquero.

Con destreza el va despojándole de las prendas, dejando al descubierto un cuerpo precioso ávido de deseo y con igual desenvoltura se despoja de las suyas.

Ambos cuerpos están al desnudo uno con otro, sintiéndose la piel.

Ella se reclina cuan larga en el sofá, deseando sentir la dureza de su amante, abriéndose entera para el, invitándole a penetrarla.

El, presto, acude a satisfacerla y con una dulce embestida se introduce en ella.

Todo es un juego de vaién entre caderas .un dialogo de gemidos un juego de miradas ardientes.

A punto de estallar ella arquea todo el cuerpo y sujeta la cintura de el entre sus piernas, obligándolo a penetrarla profundamente mientras recibe un maravilloso orgasmo.

Cuando el hombre comprueba que su amante se va relajando, comienza su frenético bailar de pelvis dentro de ella; nota las sacudidas en su interior, y cómo va descargándose en el.

Sin duda ha sido una experiencia maravillosa que ambos querrán repetir.