Una inversion riesgosa de amor XX

Pero repentinamente, una cosa se le hizo familiar. La espalda de una mujer, la misma postura, el mismo cabello que el de Lynn.

Capítulo 20

Chris se detuvo frente a un bar local y salió de su coche. Después de jurar que no pasaría otra noche sola en casa, planeó encontrarse con algunos amigos. Ella había estado allí una vez, quizás dos veces, pero todavía tenía problemas para encontrar el lugar. Cuando ella entró, escaneó el área para encontrar al grupo. Finalmente, Erica se levantó y le saludó con la mano. El resto de las mujeres siguieron su ejemplo. Chris había conocido a varias de las mujeres ya un par de años, a las otros sólo meses.

  • ¡Tanto tiempo sin verte, extraña! -gritó Rebeca por encima del ruido. Chris sacó una silla y se sentó.

  • ¡Oh, ya me conoces, mi cabeza está siempre en los libros! - Ella no le había contado a ninguno de ellos acerca de la farsa en la que ella estaba participando, no tenía la confianza suficiente con cualquiera de ellas para considerar si quiera contárselo.

  • Si quieres una copa, tendrás que ir al bar. Esperamos toda la vida para que alguien tomara nuestra orden. - comentó Linda. Chris asintió y se puso de pie.

  • ¿Alguien más quiere algo? – Después de tomar órdenes, ella camino a través del lugar ya lleno de gente y gritó su pedido a la bartender.

  • Oye, ¿no te he visto en el “Rainbow Room”? - preguntó la mujer detrás del bar mientras limpiaba el mostrador. El rostro de Chris se puso rojo al girarse a ver a sus amigas en la mesa para asegurarse de que ellas no estaban mirando en su dirección. La mujer se disculpó.

  • Lo siento. ¿Jugando a ser hetero hoy? – No recibiendo una respuesta, la mujer continuó.

  • Yo también tengo que hacerme pasar por hetero aquí también, de lo contrario no conseguiría las propinas que consigo. - Chris asintió nerviosamente, luego tomó las bebidas que habían puesto en el mostrador.

  • Bueno, aquí tienes. - La bartender le tendió la última botella.

  • Oh, y dile a tu amiga Erica que dije hola. - Chris la miró con curiosidad y regresó a la mesa con sus tragos. Colocando los vasos sobre la mesa, Chris miró a Erica.

  • La camarera dijo “Hola". – Erica se dio vuelta, captó los ojos de la mujer, sonrió tímidamente y luego rápidamente se volvió hacia sus amigas.

  • ¿Cómo la conoces? -preguntó Kelli. Bajando la mirada, Erica pasó un dedo por el borde de su copa, luego se encogió de hombros.

  • ¿Qué? - Kelli insistió.

  • ¿Cuál es el gran secreto? - Erica se inclinó hacia ella.

  • Lo creas o no, me acosté con ella una vez. - Chris trató de ocultar el shock que estaba sintiendo. Casi al unísono, las mujeres preguntaron:

  • ¿En serio? –

  • ¡Dios, chicas! ¡No actúen tan sorprendidas! - Exclamó Erica.

  • ¡Fue solo una vez! –

  • Entonces... ¿por qué... cómo sucedió? - Rebeca preguntó. Su pregunta fue seguida por la de Lara.

  • ¿Y cómo fue? –

  • No sé cómo sucedió... el lugar correcto en el momento equivocado... o lugar equivocado en el momento adecuado... - Erica sonrió y se inclinó más cerca.

  • Pero fue increíble. –

  • No puedo creerlo. - dijo Amy, disgustada, mientras se dejaba caer de nuevo en su silla.

  • ¿Con una mujer? - Lara puso los ojos en blanco. –

  • ¡Oh, vamos, Amy, estamos en el siglo XXI! ¡Todo vale! –

  • Sí. – estuvo de acuerdo Rebeca.

  • No hemos tenido mucha suerte con los hombres. - Las mujeres asintieron y se rieron.

  • Sólo tengo una pregunta. - dijo Kelli, intrigada por el tema.

  • Si fue así de increíble, ¿por qué sólo ocurrió una vez? - Erica miró a sus amigas, de pronto se levantó.

  • ¿Sabes qué? - Erica puso su mano en el hombro de Chris.

  • Gracias chicos. - Justo cuando Erica empezó a caminar hacia el bar, Kelli gritó:

  • ¡Pregúntale si tiene una amiga! - El grupo se río y Erica sacó la lengua. Chris miró a Erica mientras se sentaba en el bar, susurró en la oreja de la bartender, y tocó seductoramente su mano.

Ella se sorprendió de cómo sus amigos reaccionaron. Una pregunta tras otra pasaba por la mente de Chris. ¿Era esto algún tipo de señal? ¿Por qué había sido tan fácil para Erica? ¿Y por qué no podía ser tan fácil para ella? Tal vez porque Chris sabía que, si se acostaba con Lynn, tendría que ser el comienzo de una relación. No podía dormir con Lynn a menos que supiera con seguridad que estaba enamorada de ella. Rompería el corazón de Lynn si resultara ser sólo una noche. ¿A quién quería engañar? Les haría daño a ambas. Chris se sentó en silencio y escuchó al grupo de mujeres charlar. Ninguno de los temas, en su mayoría chismes, le interesaba. Pero repentinamente, una cosa se le hizo familiar. La espalda de una mujer, la misma postura, el mismo cabello que el de Lynn.

¿Podría ser? Observó atentamente durante varios minutos, esperando que la mujer se acercara o se girara. Pero el corazón de Chris cayó cuando se dio cuenta de que no era Lynn. La situación entera le trajo su humor abajo. Chris se puso de pie y empezó a excusarse para irse.

  • Me voy. –

  • ¡Oh, vamos, Chris! ¡No seas una amargada! - Interrumpió Kelli.

  • Lo sé, lo sé. - dijo Chris.

  • ¿Qué podría ser mejor que el buen momento que estamos pasando? – Rebeca la cuestiono.

  • ¿O debería decir quién? – Chris sonrió sarcásticamente. La pregunta le recordó a Lynn y su tiempo juntas. Y todas las otras preguntas sobre su relación que parecían consumir su energía.

Ella hizo lo único que podía hacer, culpar a sus estudios.

  • Todo es trabajo y no hay tiempo para jugar... - comenzó Lara-. Chris levantó la mano para detenerla en mitad de la frase.

  • Yo juego mucho, chicas, ¡es sólo que no estoy al tanto de los detalles! -Bromeó.

  • Ohhh - Las mujeres corearon, luego se despidieron.

Chris regresó a casa tranquila. El silencio casi ensordecedor, encendió la televisión y se instaló en el sofá. Si lo intentaba con toda dificultad, todavía podía oler a Lynn en la manta con la que cubrió su cuerpo.

La semana estaba llegando a su fin, junto con la farsa de Matt. El pensamiento la entristeció y la asustó. Si no tomaba una decisión sobre sus sentimientos hacia Lynn en los próximos dos días, tenía miedo de nunca volverla a ver.

Ella necesitaba hablar con alguien. Alguien que realmente la conociera y la entendiera. El primer pensamiento de Chris fue Scott. No sólo era un amante ocasional sino también un buen amigo. Se conocían desde hacía años. Ambos habían crecido como hijos de militares. Tanto él como sus padres habían pensado siempre que se casarían. Pero Chris, por más que lo intentara, no podía amarlo de la manera que el merecía. Y, aun así, seguían siendo amigos, y a veces más que eso. Tomo la decisión de llamar a Scott en la mañana, cerró los ojos y encontró la calma para dormir.