Una infidelidad en el trabajo.

Una relación profesional que desemboca en una dulce infidelidad.

Debido a mi trabajo en una gran empresa, conozco a mucha gente y me relaciono con gente de otras empresas, y es ahí donde en una de esas empresas entró a trabajar una mujer como encargada, y me la presentaron cuando fui a esa zona en particular, rubia, 1,74 mas o menos, ojos marrones, muy buen culo, pero claro, yo iba a ser su cliente y ella mi contratada, no podía, o mejor dicho no debía pensar nada raro con ella, pero lo pensaba, me la imaginaba comiéndome la polla, o suplicando que se la metiera, en eso estaba cuando se me presentó:

Hola, soy Bea. Me dijo con una voz seductora.

Hola soy Jorge. Le conteste yo.

Nos dimos dos besos y pude oler, casi saborear ese perfume que llevaba que al momento me di cuenta que llenaba la habitación. En ese momento nos miramos a los ojos y me perdí en ellos.

Pasaron los días y semanas, ocasionalmente nos veíamos o nos hablábamos por teléfono, todo puramente profesional, nada personal, hasta que llegó un viernes que empezamos a hablarnos por mensajes y tonteaba yo con ella, diciéndole frases con doble sentido y ella notaba que no rechazaba ese tipo de conversación, al fin y al cabo tenía que ir con mucho cuidado, yo estoy casado, y ella con pareja (que me enteré ese mismo día) y ambos éramos conocidos en la empresa en la que estamos. Así siguió el resto de la mañana, incluso hablándonos por teléfono. Cuando nos dimos cuenta era la hora de comer y nos íbamos cada uno a nuestra casa; pero ese fin de semana no paraba de pensar en esas conversaciones y en poder volver a hablar con ella lo antes posible.

El lunes siguiente nada más empezar la mañana, volvimos a hablarnos por mensajes y empezamos con las frases de doble sentido diciendo pero sin decirlo claro que algo había, que era mutuo y que nos estábamos excitando por la conversación, poco a poco empezó a subir de tono la conversación, y en poco tiempo ya estábamos mojados y acaloradísimos confesándonos lo mucho que nos atraíamos y lo que nos haríamos si estuviésemos delante, y confesándole yo a ella que me había masturbado ese mismo fin de semana pensando en ella.

Al final esa tarde me tuve que ir con un buen calentón a mi casa y desfogarme sólo, pero había conseguido una cosa importante, que viniera al día siguiente a verme a mi despacho, y estaba nervisosisimo.

Al dia siguiente no pasaban las horas, ella vendría sobre la hora de comer, y el reloj en vez de ir hacia delante parecía ir hacia atrás, hasta que se acercó la hora y yo la esperaba impaciente, tanto que salí de mi despacho y me la encontré por el pasillo con otra persona, intentando lo más que pude disimular mi nerviosismo los salude y la invite a pasar a mi despacho, y cuando cerré la puerta, con llave, por si acaso, sólo tuvo que decirme un timido: “Hola como estas” y se abalanzó hacia mi boca metiendo su lengua y jugando con la mía, yo empecé a tocarle el culo, y ella a tocar mi más que dura polla.

La quería desnudar ahí mismo, pero se me encendió la bombilla y le dije que nos íbamos que había visto un hotel cerca del trabajo, y como era la hora de comer podríamos salir ya.

Ya en el coche le tocaba por encima de las bragas y estaba mojadísima y ella me miraba excitada, respirando entrecortadamente, cuando llegamos lo más formales que pudimos fuimos a recepción y pagamos una habitación, y ya en el ascensor volvimos a besarnos y acariciarnos.

En la habitación, al principio fue bastante rápido, nos empezamos a besar otra vez y ella se iba quitando la ropa quedándose totalmente desnuda y yo pude admirar ese cuerpo que me traía loco, y sobretodo un coñito brillante, mojadisimo y que me atraía su olor, tanto que no me resistí a besar sus pezones y bajar directamente a lamer ese coñito sabroso, estuve poco tiempo así, hasta que me hizo levantarme y desnudándome ella a mi del todo se volvió a tumbar y me dijo con los brazos que me tumbara encima de ella y la penetrara; no me hice de rogar y ni harto ni perezoso, me tire encima de ella y se la fui metiendo no de golpe pero casi, escuchando gemidos por su parte.

Empece a bombearla una y otra vez y ella me besaba y gemía, estábamos excitadísimos y aunque había aire acondicionado en la habitación, sudábamos bastante.

-Túmbate aquí. Me dijo y yo le hice caso. –Ahora te voy a follar yo a ti que me traes loca.

Se puso encima de mí y primero hacia movimientos de restregarse con mi polla metida dentro, pero luego se puso en cuclillas y empezó con un sube y baja riquísimo, que a mí me hacía derretirme. Al principio dominaba ella y yo me dejaba, que buena era la situación…

-Quiero que te corras antes que yo.

-Pues eso es difícil cariño, yo tardo mucho.

-Pero lo conseguiré, ya verás. Entonces la cogí de las caderas y le hice saltar más intensamente, a la vez que movía yo mis caderas para hacer los golpes más fuertes y ella gemía más.

En un momento se salió de mi y empezó a besarme los pezones, y a bajar hasta comerse mi polla, y que bien la chupaba, pasaba su lengua por mi erecto mástil, pero también por los testículos, lo hacía como saboreando, pero yo no podía ni quería quedarme ahí sólo así que le dije.

-Dame tu coñito que quiero hacer un sesenta y nueve.

Puso su coño en mi cara y mientras le metía dos dedos pasaba mi lengua por ese coño que parecía una fuente y le lamía el clítoris y ella gemía muchísimo, nos estábamos dando un placer descomunal.

Después de un rato en esa postura decidí que se pusiera encima de mí otra vez y ahí empezó a saltar con fuerza y yo a moverme también, y a apretarle ese culo delicioso mientras le chupaba los pezones y luego le mordía el cuello. No pasó mucho tiempo hasta que empezó a subir su tono de los gemidos y note como se corría y los espasmos que tenía, y cuando se calmó un poco siguió moviéndose para que me corriera yo, pero a mi aun me faltaba, asi que se salió, la puse a cuatro patas en la cama y se la metí, ella seguía disfrutando, y yo en esa postura, mientras me la follaba, le tiraba del pelo, para que se notara dominada, y le daba palmadas en el culo delicioso, y entonces notaba como iba a correrme y se lo dije:

-Bea, me voy a correeeer.

-¿Donde quieres correrte?

-En tu boca, quiero correrme en tu boca, date la vuelta…

Se dio la vuelta y puso su boca alrededor del glande y yo a pajearme mientras la tenía dentro de su boca…

-Coño, Bea, aaaahhhh…

Empecé a correrme en su boquita y ella se sorprendió tanto que parte se fue dentro y parte se salió y le dio en la cara y otra parte caía en las sabanas.

Luego de correrme y tragarse mi leche, se puso de rodillas en la cama y me besó.

-¿Nos duchamos?

-Vale.

Fuimos a la ducha y ahí mientras escurría el agua muy caliente por nuestros cuerpos, nos enjabonábamos mutuamente mientras le pasaba mi polla rozándola por su clítoris, y ahí fue cuando me dijo:

-Nunca había comido una polla… y menos tragarme la leche.

Me quedé sorprendido por esa confesión porque parecía una autentica maestra.

En la ducha no pasó nada más que caricias y besos, y luego en la cama otra vez caricias y besos.

Vi la hora y se me iba a hacer tarde, y regresamos a mi despacho, ahí fue donde nos besamos y despedimos prometiendo repetirlo lo antes que pudiéramos.