Una historia zoofy (2)

Continuación de la primera parte de UNA HISTORIA ZOOFY, en la que os cuento más vivencias de mi experiencia con mi mascota "JOSU". Muy excitante cada lance!

"UNA HISTORIA ZOOFY" (II)

El primer relato de esta historia, se quedó en la consumación del primer "acto de sexo" con "Yosu", mi perro mascota familiar, una experiencia fantástica después de una cuidadosa preparación. En esta segunda parte de mi historia voy a narrar las increíbles vivencias de sexo que mantuve con mi perro amante, que llegó a convertirse en mi macho dominador por algún tiempo.

Después del glorioso día del desvirgue de "Yosu" y también del mío, pues yo, aunque bastante curtida con hombres, también era la primera vez que follaba con un perro macho, vinieron muchas tardes inolvidables. La "polla" dura y candente de mi amante, siempre disponible y lista para aplacar el hervor de mi sexo era mi medicina. En pocos días me relajé y recobré la alegría de vivir; me invadía un sentimiento optimista que me invitaba a volver al fragor de mi anterior vida social. El secreto del amorío carnal que había en mi vida, me daba cierta seguridad al tener una experiencia tan sensual que no estaba al alcance del común de la gente. Me sentía diferente y más completa. Este nuevo estado de ánimo presentía que me iba a ayudar mucho para reencontrarme con el macho humano.

Mi amante iba adquiriendo oficio y a los pocos días de "coger" conmigo, ya sabía encontrar el camino con cierta facilidad. A partir de ese esperado primer coito, "Yosu" empezó a mostrar una intensa pulsión lasciva, diríase que vivía para follarme. También a mi me había contagiado su actitud, de manera que estuvimos centrados exclusivamente en "lo nuestro", olvidándonos felizmente del mundo que nos rodeaba, como en una especie de luna de miel. Las generosas eyaculaciones de "Yosu" me inundaban toda la cavidad genital, y a pesar de los cuidadosos lavados que me practicaba, me notaba todo el día la presencia de restos de su esperma dentro de mi. (Era impensable de donde podía salir tanta leche, a pesar de que tenía unos lindos y enormes huevos). Esta sensación me producía un estado de ebullición en la recámara sexual, era la huella que me recordaba la existencia de un macho posesivo, que esperaba tenerme cada día. Esto me vaciaba la mente de deseos con los varones de mi especie, pues cualquier tentación fantasiosa era acaparada por "Yosu". Todos los días, "follábamos" intensamente, mi amante canino respondía y yo le ponía a prueba hasta agotar nuestras energías sexuales.

La primera cópula siempre era sensacional, "Yosu" me recibía con bruscos achuchones rechazando el comer, el beber, el paseo por el exterior y cualquier otra atención. Su principal objetivo era montarme y vaciarse conmigo. Su "modus operandi" era el peculiar del animal, instintivo, directo, imparable....! Nada más llegar al chalet, mi macho me recibía ansioso, apenas le dedicaba unas caricias como saludo, me olía la entrepierna y sin más preparación ya él se encabritaba en su posición favorita, levantando las dos patas delanteras, forcejeando para abatirme al suelo.

-Aaagh, aagh. . .!-Respiraba agitadamente.

-Quieto,"Yosu"!! ¿Qué le pasa a mi chico? Ya quieres follarme?-

El bueno de "Yosu" se había envalentonado y se mostraba como un niño mal educado que quería tener cumplido su deseo al momento; se adornaba de una especie de chulería de saberme suya, sin competencias de otros machos. En mis planes estaba enseñarle a mi perro amante un mínimo de comportamiento social respecto al acceso sexual conmigo, ya que de lo contrario, me arriesgaba a verme en situaciones embarazosas ante terceras personas. ¿Podría él entender que había momentos y situaciones en que no se podía copular?. Aunque era muy satisfactorio ver que las acciones sexuales de "Yosu" conmigo era muy deseadas y plenamente consentidas por él, era necesario que aprendiera a dejarse llevar por mi iniciativa y no acosarme sin recibir antes mi señal de permiso. De momento, me dejaba llevar por un placentero sentimiento de masoquismo, pensando que poco a poco podría cambiar los papeles y pasar de dominada a dominadora e imponer mi método. Entretanto, estábamos inmersos en un desordenado estado de adicción.

-No! noooo!! "Yosu", mi vida, ahora no!- le rogaba con dulzura mientras me mantenía erguida, tomándole las dos patas con ambas manos.

-Aaagh, aaagh, aaagh!–Resoplaba mi macho, respirando fatigosamente y con rápidos movimientos de cola.

Así, un día tras otro ante su bruta insistencia y sus muestras de deseo inaplazable, yo sucumbía sin más resistencia. Me sentaba en la cama, me desnudaba ante su mirada impaciente y una vez me tenía en carne viva, como único preludio, aplicaba su hocico a mi concha, todavía sin lubricar, me enloquecía de gusto con sus sabias lamidas, haciendo fluir mis líquidos al instante.

-Uuuuff. . .!! Me vuelves loca!! Qué bien me lo haces. . .!!- Lloriqueaba yo agradecida.

Ya sabía él muy bien que con esta maniobra me rendía incondicionalmente y aflojaba mi hendidura para entrar más fácil !. "Yosu" estimulado por la fragancia de mis genitales, y entusiasmado por mi reacción de placer y el embargo de mi primer orgasmo, no tardaba en asomar la punta encarnada de su pene, a la vez que adoptaba la posición para montarme empujándome hacía atrás para acceder a mi "coño" en la mejor postura. Yo lo cuadraba bien delante de mi y sin necesidad de guiarlo, con solo lancearme tres o cuatro veces sobre mi vulva, con la punta de su "pija" sensible y ardiente, detectaba el orificio ansiado y empujaba con pasión hasta meter casi todo su miembro dentro de mi. Una vez ensartada su rígida verga dentro de mi vagina, elevaba mis piernas y con ellas rodeaba su espalda sujetándolo a mi para potenciar la perforación lo más a tope posible. Lo más excitante para mi era el ritmo frenético de sus embestidas. Era tal la fuerza que imprimía a su mete y saca que a veces se le salía todo el "vergón", teniendo que volver a empezar y recuperar la penetración , ello con gran placer para mi, ya que al entrar y salir rozaba el portal de mi vagina, haciéndome ver las estrellas. No tenía la precisión y el ajuste del macho humano pero compensaba con su entrega generosa, viril y salvaje. Realmente, era una auténtica máquina de "follar". Durante algunas semanas estuvimos copulando en la postura del misionero, me entraba por delante, con las patas delanteras sujetas una a cada lado de mi cuerpo para evitar arañazos, pues los primeros días me puso el cuello y los hombros perdidos y no era yo partidaria de ponerle calcetines, ni usar artificios. ¡ Sexo natural cien por cien !.

En algunas ocasiones, después de la primera copulación y de eyacular abundantemente "Yosu", se tomaba un respiro haciéndose el remolón, mientras yo le dejaba recuperarse durante un rato, hasta que tenía que llamarle a mi lado, acariciarle la funda y pajearle brevemente el trozo de pene visible, lo cual le ponía la tranca otra vez en condiciones. Realmente las condiciones sexuales de un perro no están fisiológicamente conformadas como las del humano. El hombre creo que es uno de los seres más lascivos de la escala zoológica y el perro, como otras muchas especies está programado para una actividad menos frecuente y repetitiva, pues depende del periódico estado de celo de sus hembras, unas dos veces al año, así como de la disponibilidad próxima de una compañera. Además, el exagerado volumen de su donación de esperma en cada eyaculación tenía que ser necesariamente de mayor desgaste. Yo, con un par de "kickies" todos los días, disfrutaba de dos o tres orgasmos sensacionales y consideraba que "Yosu" se quedaba también satisfecho hasta el día siguiente. Por tanto, no me planteaba tener encuentros de tres o cuatro actos sexuales completos como podía ocurrir con algún hombre, no todos, eh?

Con esta forma de proceder fuimos consiguiendo casar nuestra vida sexual cada vez con más eficacia, "Yosu" alargaba algo más el acto, sus orgasmos se demoraban, se movía con más precisión para no desacoplarse, su presión para introducirme el bulbo en la vagina era cada vez más apremiante; a duras penas podía frenarle con mi mano, estaba segura que a no tardar le permitiría penetrarme con todo su aparato. Por mi parte, fui incrementando el nivel de mis momentos de éxtasis, pero a más gusto más deseo. Al poco tiempo, solo quería más y más el falo de mi macho, el hormigueo de mi vagina era intermitente durante el día. Puesto que habíamos superado la fase de aprendizaje y nos manejábamos ya con bastante seguridad y perfección en el acoplamiento, era el momento de escalar hacía el máximo umbral del goce, por lo que decidí abandonar cualquier reserva y dejar que "Yosu" entrara en mi con todo lo suyo, que la entrega del uno al otro fuera total.

Un viernes muy particular (hacía exactamente un mes de nuestro estreno), determiné llevar a cabo mi plan y como al día siguiente no tenía que ir al trabajo, pensé que lo mejor sería quedarme toda la noche y dormir en el chalet con mi querida mascota. Sólo había el inconveniente de que un jardinero venía cada sábado a media mañana para trabajar el pequeño jardín en el exterior de la casa. Pero se trataba de un hombre muy tranquilo y discreto que no era de esperar nos molestase para nada. En más de una ocasión había considerado los pros y los contras de dejarme meter todo el aparato de "Yosu", incluido el bulbo y quedarme abotonada con él. Realmente lo especial de tener sexo con un perro es poder experimentar la sensación de tener dentro esa bola que tienen en la base del pene, que vendría a ser como la cabeza del miembro humano y también su parte más sensible, pero mucho más gorda y excesiva cuando duplicaba su tamaño dentro de la vagina. Como la tendencia del macho es la penetración infinita dentro de la hembra, no hacía falta ningún tipo de estímulo; seguramente se encontraría con la novedad de que el freno de mano había desaparecido y que podía aumentar, sin limitaciones, su recorrido hacía mis entrañas.

Procuré ambientar la ocasión, con un poco de fiesta especial. En llegando al chalet, dispensé a "Yosu" una sesión extra de monerías y juegueteos, quería presentarme como la hembra rebelde que no se da fácil a la hora de montarla. Me quedé tan sólo con una breve tanga y el sujetador para animarle la vista e inicié un juego de escondite, provocando ser perseguida por él a través de toda la casa; "Yosu" enardecido me alcanzaba siempre abalanzándose sobre mi bruscamente. La última jugarreta fue huir hasta el baño y encerrarme dentro; el pobre quedó fuera desesperado y empezó a aullar y a patear la puerta con rabia e insistencia, hasta que consiguió que le abriera y ya a su alcance me lanzó un zarpazo a la tanguita que me marcó el vientre. Entonces, viendo que mi macho se ponía serio, comprendí que había llegado la hora de pasar al banquete. Le enganché una de sus garras con el hilo de la tanga y dejé que me despojara de ella, lo cual hizo de un decidido tirón que me la bajo hasta las rodillas, permanecí derecha con las piernas juntas, otra vez jaló de la prenda y me la dejó en los tobillos, yo levante la pierna y él retiró con la boca el trofeo de mi desnudez, dejándolo caer al suelo. Me dirigí a la camita de nuestros pecados, me quité el sujetador, tumbada a lo largo, boca para arriba y tomando a "Yosu" por la cabeza le ofrecí el aperitivo de mis pechos.

-Vamos, "Yosu", que te estás olvidando de mis "lolas" !! Solo piensas en mi "concha" !- Le recriminé tiernamente.

Me entendió a la primera, claro, y me obsequió con un fantástico lameteo que con su larga y ancha lengua abarcaba casi toda la redondez de mis tetas, incluidos los pezones, que se me habían puesto enhiestos como dos tornillos.

-¡¡ Sigue, mi amor, sigue abajo, devorando tu "conchita" !!

-¡¡ Hoy va a ser un lindo día, para nosotros, "Yosu"!! Sabes que hace un mes fue la primera vez que "follamos"? Por eso, hoy vas a tener un regalo.

El inocente animal parece que intuía algo porque se mostraba festivo y voluntarioso. Cuando su lengua alcanzó mi vulva ya estaba mi "coño" más que caldoso; fue hurgar entre los labios, frotarme el clítoris y al momento me vine de forma desordenada, exhalando un fuerte suspiro. "Yosu" siguió degustando mis jugos, hasta que me devolvió al estado de calentura y desenfreno. Abruptamente, me coloqué en posición y abrí mis piernas para que él, que ya estaba con medio pene fuera de su forro, se acoplara. e introdujera su roja verga en mi vagina ansiosa y agitada . Antes de penetrarme me roció abundantemente el monte de venus y el interior de los muslos, pues la punta de su "pija" era un pequeño surtidor de liquido preseminal en busca del hueco cálido y suave de mi entrepierna.

-¡¡Así, asiiii. . . . mi amor!! Méteme tu "pijorra" hasta el fondo!! ¡¡Hazme tuya, ya!! – le suplicaba ansiosa.

A los primeros intentos encontró mi tierna cavidad, me envainó todo el trozo que tenia fuera y atacó con furor y maestría el movimiento de vaivén rítmico, alucinante, que por frotación con las paredes de mi vagina le iba excitando más y más, agrandándole el "toletón" hasta quedar todo fuera de su peluda capucha. Al verse libre del control de mi mano, noté que sus embestidas eran mas profundas, el bulbo golpeaba sobre mi vulva una y otra vez tratando de forzar la entrada a mi estrechez. (Imaginar que yo no había tenido ningún parto y mi capacidad de dilatación aunque me había tragado enormes "pollas", todavía era limitada). El macho porfiaba, ya que al no tener la contención y el efecto masturbante de mi mano, tenía que abrirse camino como fuera para culminar su copulación. Con su instintivo sentido de la perforación logró llevarme a un estado de excitación tal, que la entrada de mi vagina empezó a ceder paulatinamente y al poco sentí como el cebollón de "Yosu" me separaba los labios y atravesaba penosamente el pórtico de mi vagina como si me fuera a desgarrar o a partir en dos. Todo ese mazo de carne ardiente dentro de mi, me producía un dolor obstructivo nada placentero.

-¡¡ Aaaaaay, auuuugh !! ¡Me haces mucho daño, "Yosu", no te voy a dejar entrar esta bola más!- Musitaba yo entre quejidos.

Él, continuó impávido con su movimiento de bombeo, ciego y obcecado, babeando sobre mi hombro a causa de su intenso placer. Súbitamente, el sentimiento doloroso fue convirtiéndose en una sensación de gusto maravillosa; el voluminoso bulbo que había en mi interior debía tener un grosor casi tres veces más grande que el pene erecto de un hombre, pero había adaptado su tamaño a mi alojamiento y jugaba ya dentro de mi "coño", apretado, rellenando por completo mi cavidad genital con una holgura suave y deliciosamente agradable. Otro espectacular orgasmo me hizo temblar, dando gemidos de placer, desmelenada y fuera de mi.

-Aaaaaay, aaaaaay, uuuuuuuff !!- Exclamaba yo entre suspiros guturales.

De repente, "Yosu" fué imprimiendo a su movimiento un ritmo más lento, hasta quedarse parado, mientras el bulbo empotrado en el tracto inicial de mi vagina empezó a agitarse en fuertes palpitaciones que se reflejaban sobre mi inflamado clítoris, al tiempo que el conjunto del pene de mi macho había recrecido dentro de mi y presionaba sobre las paredes de mi vagina. Qué pena, esto es lo que me había estado perdiendo!. Estos pálpitos del bulbo eran algo nuevo, diferente, indescriptible, . . . me hacían tocar el cielo. Valía la pena las molestias de la penetración, pues el premio era fantástico, ya que ningún macho humano puede ofrecerte esta experiencia tan peculiar. "Yosu empezó a respirar pesadamente, su pecho se movía convulsivamente, sentí como un potente chorro de semen, muy caliente, golpeaba las paredes de mi útero y me llenaba de esperma el poco hueco que el miembro viril del perro había dejado libre. Estaba eyaculando !. Otra vez el éxtasis de un orgasmo descomunal. Nos habíamos venido los dos a la vez. "Yosu" se quedó quieto, bajé las piernas para relajarnos y al sentirse libre intentó sacar toda su "tranca" pero el volumen de su bola era tal que no había forma de salir de mi sin producirme un desgarro doloroso. Estaba abotonada a "Yosu" por primera vez !!. Menos mal que lo sabía y con un poco de paciencia distraje al animal para que se enfriara y que su "pija" se hiciera pequeña para extraerla sin problemas. Esto me llevó mas de un cuarto de hora y por fin al notar un poco de distensión le permití dar un tirón y ¡¡Ssschgleck!! con un chasquido líquido salió todo su aparato todavía gordo y congestionado y detrás una riada de semen, que me rebañó los muslos y las nalgas, ya que era más diluido y abundante que el de hombre.

Acabé exhausta, con los genitales escocidos por la inflamación y sin ganas de tener más sexo . Al levantarme para ir al baño, hasta sentía molestias para andar. Esa noche, después de ver un rato la TV, pronto me dormí placenteramente, como nunca, con "Yosu" a mi lado en mi cama, durmiendo también profundamente mientras en sueños emitía débiles aullidos de felicidad.

En próximo relato os contaré más cosas que ocurrieron y el desenlace de esta historia.

Himera.