Una Historia Real

De como inicié a mi primita en el sexo.

Una Historia Real

Esto empezó cuando yo tenía 20 años, jamás he sido muy bien dotado físicamente y mi suerte con las mujeres siempre fue bastante mala, aún así siempre he sido muy lujurioso pero también bastante tímido, así que a esa edad no tenía enamorada y toda mi experiencia sexual la había adquirido en los distintos prostíbulos de la ciudad, lo que con el tiempo llegó a provocarme cierto hastío, fue, entonces, que descubrí mi actual afición; me empezaron a gustar las mujeres realmente muy jóvenes lo que era un verdadero problema por los riesgos legales que este gusto implica, así y todo decidí que a la primera oportunidad debía cogerme una chiquilla.

Esta oportunidad se presentó durante una fiesta familiar y con una bella primita de la cual no daré el nombre, solo diré que en ese entonces contaba con 18 tiernos años pero lucía como de catorce, bueno el asunto empezó así:

Yo me encontraba en mi dormitorio leyendo cuando de pronto mi prima entró enojada porque sus hermanos la estaban molestando, le pedí que cerrara la puerta, con seguro, y se sentara en la cama junto a mí, le presté un pequeño juego de video y seguí leyendo, ella se acomodó recostándose en mi cuerpo y ese contacto me produjo una fuerte erección, con disimulo pasé mi brazo derecho alrededor de su cintura para luego deslizar mi mano hacia abajo hasta llegar a su pubis el cual masajeé suavemente con mis dedos sin aparente reacción de su parte alentado por esto y toda vez que ella tenía sus muslos algo separados, los deslicé hasta sentir el inicio de su rajita y continué hacia abajo, acariciándola en toda su longitud cada vez presionando mas hasta que vi en su rostro una expresión de extrañeza en especial cuando presione ligeramente el área de su pequeño clítoris, ella se removió inquieta:

¿Cosquillas?

Si

¿Te gustan?

Aja

¿Puedo acariciarte mas?

Si quieres

Entonces abre más tus piernas

Así lo hizo y yo pasé mi mano por debajo de su faldita no sin acariciar toda la extensión de sus muslos suaves y firmes a la vez, hasta llegar a su entrepierna la que acaricié con mas fuerza si bien aún por encima de su calzoncito; acariciaba y acariciaba mientras ella no sabía que hacer con sus muslos ora los abría ora los apretaba y a mi mano,

No los aprietes – le dije – mientras más separados estén, más ricas serán las cosquillas.

Así los mantuvo bien abiertos, y yo seguí masajeando su rajita que ya empezaba a sentirse húmeda aún a través de su calzón; de un momento a otro pasé mis dedos por debajo del mismo y pude por fin tocar su concha la que efectivamente estaba húmeda y caliente; separé los labios y deslizé mis dedos hacia su clítoris el cual estaba turgente y lo acaricie hasta que con un estremecimiento ella cerró sus muslos sobre mi mano y entre jadeos tuvo su primer orgasmo.

La dejé recuperarse unos minutos antes de empezar de nuevo, ella me miró y dijo

¿Que me hiciste?

¿Te hice una pajita, te gustó?

Aja

¿Quieres más?

¡Sí!

De acuerdo pero tienes que prometerme tres cosas:

Uno: No le vas a contar a nadie

Dos: Vas a hacer todo lo que yo te diga

Tres: Vas a dejarme hacerte todo lo que yo quiera, ¿De acuerdo?

¡De acuerdo! Accedió la inocente.

Entonces déjame acomodarte, dije levantándome de la cama y permitiendo que se recostara por completo; levanté su falda dejando al descubierto unas piernas bastante bien formadas para su edad y pude apreciar su calzoncito floreado, húmedo, volví a tocar su sexo, lo que provocó hondos suspiros de su parte, luego deslicé su delicada prenda íntima hacia abajo a lo que ella respondió intentando detenerme, yo le recordé su promesa y ella desistió de su intento, yo termine de desnudar su bajo vientre y pude, por fin, no solo tocar sino ver su conchita, cubierta apenas por un fino vello color castaño claro, abultada, húmeda y enrojecida, por mis caricias, vi también los labios de su vulva entreabiertos y el clítoris erecto y estremecido; no pude mas y acercado mi rostro a su sexo lo besé, ella al sentir el contacto de mis labios lanzó una contenida exclamación de sorpresa y placer, seguí besando y lamiendo su virginal concha luego traté de introducir mi lengua en su estrecha vagina lo que provocó incontenibles movimientos de sus caderas; luego levantando y separando sus muslos lo mas que pude deje al descubierto su ano pequeño y rosadito y también lo toqué con mi lengua, ella dio un pequeño salto y preguntó:

-¿Qué me estas haciendo?

-Te beso tu potito

-Cochino

-Si, pero te gusta

Ella no contestó pero se acomodó mejor y yo seguí lamiendo su delicioso ojete, luego puse mi dedo índice sobre él y lo introduje lentamente y con movimientos circulares, ella al sentir esta primera penetración, invasión en realidad, se quedó quieta por unos segundos lo que aproveché para empezar a lamer su concha de nuevo y seguí lamiendo su concha y agitando mi dedo dentro de su ano hasta que volvió a venirse en forma incontenible presa de las nuevas y deliciosas sensaciones proporcionadas por mi. Cuando cesaron sus estremecimientos retiré mi dedo de su recto y con un trapo húmedo limpie lo mejor que pude toda el área volviendo a colocarle su calzoncito y arreglando su vestido cuando se recupero de este nuevo orgasmo le pedí que se sentara y tomando su manita la apreté sobre mi bragueta:

  • ¿Sabes lo que tengo aquí?

No

¿Es mi verga, quieres verla?

Ella solo se encogió de hombros y yo extraje mi pene de su confinamiento y tomado su mano lo hice apretarlo y frotarlo hasta lograr una plena erección

Dale un beso

Así lo hizo el contacto de sus virginales labios con mi pene me puso al borde de la eyaculación pero pude contenerme y pidiéndole que abriera su boquita introduje mi verga en esta y le pedí que me la chupara

Como si fuera un chupete – le dije

Puse mis manos en su nuca y sin que ella dejara de chuparla hice movimientos de vaivén dentro de su boca hasta que de pronto eyaculé con tal intensidad que se atragantó un poco con mi semen, ella quiso escupir el resto

No – dije – trágalo no te va a hacer daño

Ella trago el resto de mi semen sin hacer un gesto

¿Lo ves? ¿Te gustó?

Ella solo sonrió – Es saladito – dijo, la hice chupar un rato mas hasta que me sentí aliviado, de pronto comprendí que en cualquier momento podrían sorprendernos, le arreglé el vestido luego quité el seguro de la puerta y la entreabrí, muy a tiempo por que no habían pasado mas que unos minutos cuando su mamá asomo su cabeza para decir que ya se iban.

A partir de entonces nuestros encuentros eran muy esporádicos pero yo no perdía oportunidad para manosearla si bien no había vuelto a presentarse una oportunidad como la primera yo esperaba con ansia el momento preciso. Este momento llegó a los dos años poco después de su cumpleaños.

Mis padres habían salido de la ciudad y yo me encontraba solo, estaba mirando por la ventana a la calle cuando la vi doblar la esquina, rápido como el pensamiento fui a mi dormitorio corrí las cortinas, encendí la luz, me quite el pijama, me despojé de mi ropa interior, me puse nuevamente el pijama y esperé pacientemente hasta que ella llamó a la puerta, abrí y la dejé entrar, estaba preciosa había crecido por todos lados sus senos, que dos años atrás apenas apuntaban y no les presté atención, ahora se erguían desafiantes, sus caderas eran amplias y sus nalgas se veían redondas y firmes, la saludé:

Hola – dije abrazándola, ella contestó

No fuiste para mi santo- yo conteste dando un beso a su mejilla y deslizando mis manos hasta sus nalgas para acariciarlas y apretarlas

Ella se separo sin romper el abrazo – Nos van a ver – dijo alarmada la llevé hasta el dormitorio y la hice entrar.

No – contesté – estamos solitos – a la vez que pasaba mis dedos por la separación entre sus nalgas, ella guardó silencio y yo seguí con mis caricias a su trasero bajando mis manos casi rozando la parte inferior de su concha, entretanto le decía:

Tus senos han crecido, son de verdad o estas usando rellenos

¡No! Son de verdad dijo sonrojándose

¿Puedo verlos? Pregunté mientras ponía una mano sobre su seno izquierdo para apretarlo y sentir como el pezón empezaba a endurecer.

Ella llevaba un vestido enterizo y abrochado por detrás con cintas en los hombros y en la cintura, le di vuelta y desaté las cintas de los hombros y la de la cintura, después desabotoné el vestido y deje que cayera hasta sus pies luego desabroché su sostén y puse al descubierto dos tetas bellísimas, blancas, de pezones rosados y que no necesitaban el sostén para permanecer erguidas

Que lindas tetas tienes – ella sonrió ligeramente ante este halago y echo un poco para atrás sus hombros yo me acerque por detrás y poniendo mis manos en su cintura acaricié hacia arriba hasta llegar a ellas para apretarlas, acariciarlas y tomar sus pezoncitos entre mis dedos para hacerlos girar entre ellos y pellizcarlos ligeramente, luego me puse frente a ella e inclinando mi cabeza me di a besarlos con ardor, ella jadeaba sin decir palabra y cuando sintió mis labios y mi lengua en sus pezones soltó una fuerte exclamación y dobló sus rodillas, yo la tomé en mis brazos y la llevé a la cama, allí, al borde de la cama me quedé mirando su arrebato, cuando terminó tenía los ojos entrecerrados y me puse a observarla; realmente estaba desarrollada sin darle tiempo para recuperarse deslizé su fino calzoncito hasta quitárselo y pude observar su sexo ahora cubierto por un no muy tupido vellón castaño, los labios se destacaban a través de él separé sus muslos lo más que pude y me di a observar la perfección de sus formas, lo rotundo de sus caderas, lo abultado de su pubis, los carnosos labios de su concha, el rosado agujerito de su ano, mientras aproveché para desnudarme al recuperarse abrió sus ojos y me vió desnudo y con mi pene en completa erección, tal vez adivinando mis intenciones ella juntó sus muslos, yo me acoste a su lado, la abrazé fuertemente y le dije:

Déjame ver tu conchita

¿Que me vas a hacer?

¿Quiero besarte ahí, te gusta verdad?

¿Entonces puedo?

Aja, y separó sus piernas apenas un poco

Yo rápidamente coloque mi cabeza entre sus muslos y con mis dedos separe los labios de su rajita aún virgen y lamí y chupe hasta que el vaivén de sus caderas me indicó la llegada de un nuevo orgasmo, en ese momento coloque un dedo en la entrada de su vagina y la froté y presionando con cuidado introduje la punta en el satinado recinto, toda vez que mis labios y mi lengua además de sus propios jugos habían provisto una buena lubricación no encontré mucha dificultad en agitar mi dedo dentro de su virginal vagina ella al sentir por primera vez tal invasión a sus partes más íntimas y sensibles respondió con mas estremecimientos, así viendo su orgasmo cada vez más próximo me di a chupar su clítoris y a agitar otro dedo que había conseguido introducir en su culo, esto fue demasiado para ella y se vino estremeciéndose de tal manera que pensé que la cama se iba a desarmar. Cuando la tormenta pasó y la vi más tranquila volví a acostarme a su lado y tomando su mano la coloque sobre mi pene endurecido, ella sonrió adivinando mi muda invitación y se puso a acariciarlo, apretarlo y frotarlo de tal manera que de lo duro que se puso parecía que iba a estallar, de pronto inclinó su cabeza y empezó a chuparlo como la primera vez.

Quiero ponerlo dentro de ti

¿Pero por donde?

Yo sonreí y puse mi mano sobre su concha y con un dedo hurgué ligeramente en su vagina.

Ella mirando mi pene y calibrando la situación preguntó

  • ¿Me va a doler?

Tal vez un poquito, pero después te va a gustar. ¿Me dejas?

Si – dijo no muy convencida

Sin darle tiempo a meditar el alcance de su respuesta la puse boca arriba, coloque un cojín debajo de sus nalgas y me puse entre sus piernas abiertas, di un ultimo beso a su tierna vulva y colocando la punta de mí cada vez más endurecida verga en la entrada de su tierna vagina presione logrando alojar la cabeza, ella gimió, yo teniendo ya cerca la victoria empujé fuertemente y pude entrar la mitad de mi verga dentro de ella, al sentir la brutal penetración soltó un contenido grito de dolor:

Rodea mi cintura con tus piernas

Lo hizo y este movimiento permitió que sus partes se relajaran un tanto y pude por fin, con un ultimo y enérgico movimiento de mis caderas, penetrarla completamente, su vello púbico enredado con el mío, al sentir vencidas las ultimas defensas de su virginidad ella dejo escapar un grito de angustia física, ese grito me excitó tanto que no pude contenerme y eyaculé dentro de ella un chorro larguísimo producto de toda mi lujuria contenida, quedé sobre ella gozando con cada contracción de su vagina hasta que estas cesaron indicando que las paredes habían dado lo suficiente de sí como para que ella se sintiera algo aliviada; aún sobre ella levante mi cabeza y mirando sus ojos abierto quise adivinar como se sentía, ella tenía una expresión compungida y algo molesta

¡Me dolió!

¿Mucho?

¡¡Sí!! – y sus ojos se llenaron de lágrimas

Te duele ahora – y agité un poco mi pene dentro de ella

¡No! – dijo conteniendo una sonrisa, es obvio que quería aparentar enojo sin conseguirlo

Entonces ahora te va a gustar

Y comencé a moverme dentro de ella, esta vez sin pausa, con movimientos de embolo, dentro y afuera, sentía el Chap Chap que acompasaba el movimiento, de pronto ella empezó a acompañarme yendo al encuentro de mis caderas con las suyas pasó sus brazos alrededor de mi espalda y en el paroxismo de su placer cogió mis nalgas para juntar más, si cabe, nuestros vientres y nos vinimos mientras yo me agitaba sobre ella en el clímax de la lujuria y ella gritaba y se estremecía.

Quedé sobre ella sintiendo y gozando con cada una de sus contracciones y agitándome de vez en cuando a fin de prolongar su placer hasta que con un hondo suspiro quedó como aturdida muy a pesar mío retiré mi pene lentamente y quise observar que daños había causado mi verga en tan tierna concha así que abrí sus piernas y pude ver su vulva enrojecida y al separar los labios un pequeño reguero de sangre amenazó deslizarse hasta las sábanas lo que impedí con mi lengua; seguí lamiendo hasta que no quedo rastro de su virginal fluido, hice con mi lengua un recorrido hacia abajo y me dediqué a hurgar con ella el agujerito de su ano, para más comodidad levante sus piernas exponiendo más su precioso ojete y dejando descansar mi lengua introduje mi dedo índice lo más que pude luego force la entrada de mi dedo medio y con los dos me di a masturbar su ano lentamente, ella despertando y notando su culito invadido por mis pervertidos dedos se removio inquieta y dijo que ya tenía que irse

No, mi amor, aún falta – dije colocándome frente a ella y apuntando con mi verga hacia su boca le pedí que la volviera a chupar paro esta vez le dije que la mojara muy bien

¿Para qué? – pregunto

Para poder metértela por aquí – dije separando mis dedos dentro de su ano

¡¡No!! – dijo – por ahí no va a entrar!

Si – dije yo – solo piensa que por ahí han salido cosas más gruesas

Ella guardó silencio u continuó chupando mi verga hasta que, temiendo venirme, la detuve y boca arriba como estaba me volví a colocar entre sus muslos y apoyando mi verga en su tierno ojetito empuje con fuerza y apenas pude alojar el glande, ella gimió y yo dije

Cuanto yo te diga quiero que pujes fuerte

Aja – contesto confundida

¡¡Ahora!!

Ella pujó y esto hizo que su esfínter se relajara, cuando lo note volví a empujar y esta vez si pude penetrarla completamente contra natura ella soltó un corto grito mas de sorpresa que dolor y yo sin más trámite empecé a agitar mi verga dentro de su ano ¡Delicioso¡ su ojete era tan apretado que por un momento me fue difícil moverlo dentro pero mientras su distendido esfínter daba de sí la cosa se puso mas fácil y pude mover mi verga sacándola y metiéndola por completo de y en tan complaciente agujerito luego de un rato le dedique algo de atención a su conchita separando los labio, metiendo mis dedos y acariciando y pellizcando su clítoris todo esto provoco en ella un paroxismo de lujuria incontenible y diciendo

¡Mas, mas! ¡Ya viene, viene, viiieeeneeee! Y se vino, agitándose con tanta fuerza que por un momento temí ser desalojado de tan cálido recinto, yo no aguanté mas y también eyaculé encajando mi pene lo mas profundo que pude dentro de su recto. Así quedamos yo sobre ella con mi verga aún alojada en su ojete y ella jadeando y tratando de recuperarse de aquellas sensaciones que a partir de ese día pasaban a formar parte de su vida y de su carácter; se movió debajo de mí, yo me incorporé y nos miramos tiernamente, besé sus labios muchas veces introduciendo mi lengua entre ellos para tocar la suya, ella casi por instinto correspondió a las caricias lo que me excitó mucho, ella no dejó de notarlo y empujándome ligeramente me dijo que esta vez si tenía que irse, yo no quería pero no era posible retenerla por mas tiempo así que fuimos al baño donde le di una deliciosa lección de aseo íntimo y luego de ayudarla a vestirse la vi marchar, convertida en mujer.

Durante mi vida he podido seducir y en ocasiones violar de hecho a muchas jovencitas (de 18), ya les contaré, pero esta que les he narrado es una mis más excitantes aventuras.

Hasta la próxima.