Una historia rara con mama

Un accidente automovilístico provoca la mas erótica fantasía con mi madre

Hijos de familias amigas que se conocieron prácticamente desde la cuna mis padres siempre se llevaron muy bien; también que aun siendo unos niños que apenas entraban a la pubertad terminaron convirtiéndose en una pareja sexualmente muy activa, tan activa terminaron concibiéndome.

De un carácter bastan te alivianado conmigo, pero a ojo de mis abuelos mis padres rayaban en la irresponsabilidad sobre todo porque al primer descuido ya estaban como enajenados satisfaciendo sus necesidades y como era de esperarse aunque yo todavía no tenía conciencia para mí era común encontrármelos hasta en la sala con escandalosos gimoteos y palabras altisonantes follando como desesperados y a mi madre cabalgaba sobre de mi padre, sorprendiéndome como el miembro de mi padre se perdía en las nalgas de mi progenitora, en tanto sus senos a pesar de considerable tamaño, de sus vigorosos movimientos apenas y rebotaban de un lado para otro hasta que al no soportar más que mis abuelos se metieran en sus vidas; apenas cumplieron la mayoría de edad decidieron mudarse a otra ciudad para independizarse de la familia.

Gracias a que su trabajo se lo permitía con Victoria mi madre –Era representante médico- siempre me lleve mejor, solíamos pasar más tiempo juntos –Me llevaba al colegio y al salir pasábamos el resto del día juntos-. Siempre me pareció una excelente chica de carácter alegre y afable; físicamente es de tez morena clara, ojos grandes y grises que resaltan aún más su bello rostro y dueña ella de una silueta de esas que suelen llamarle reloj de arena, con una cintura tan estrecha que hacia resaltar más sus generosos atributos –Sus senos eran grandes, redondos y rígidos; un trasero firme, alto y respingón, así como un par de piernas largas y esbeltas-. Mi madre siempre fue una mujer muy hermosa, con un aire pícaro y atrevido –Muy natural en ella-, una de esas bellezas que hasta en fachas siempre se veía muy atractiva y lo sabía; por lo que cuando comencé a crecer y llegue a la edad de la punzada como mi madre jamás tuvo prudencia alguna para mostrarse ante mí bastante liguera de ropas como era de esperarse al encontrarme ante una hembra tan sexy siempre me hacía pasar por verdaderos predicamentos, provocándome tremendas erecciones ante las cuales un tanto divertida y hasta a veces provocándome todavía con algún sutil roce solía dibujar sólo una pícara sonrisa en su rostro.

Por cierto, mi nombre es Alberto –Como mi padre- tengo 23 años y lo que aquí contare surgió de una manera rara y un tan extraña, siendo aún mucho más joven que solo voy a decir que sucedió algunos ayeres.

Todo comenzó con ese viaje familiar –Hasta mis 4 abuelos iban- en plenas vacaciones de verano y que a mí padre –Ingeniero Civil de profesión- le pareció buena idea aprovechar el viaje camino a la playa para visitar a un cliente que lo invitaba a su casa en la playa para platicar de una remodelación completa a su propiedad y de ahí que en vez de salir muy temprano mi padre termino convenciéndonos de que saliéramos esa misma noche; tomamos carretera y mientras que viajábamos recuerdo bien que una luz intensa se acercaba a nosotros; después de eso sólo recuerdo que no tardamos en llegar a la propiedad de su cliente; una antigua y enorme casona -Tenía una alberca grande, canchas de tenis, una gran sala de estar y varias habitaciones con sólo un baño-, muy bien ubicada pero por estar algo abandonada daba una extraña sensación de soledad, de tristeza, como si sus paredes emitieran una vibra extraña.

No sé; me es un poco difícil definir con precisión sobre todo porque siempre fui bastante miedoso –Ni de chiste miraba una película de terror- y a pesar de saber que en ese tipo de construcciones viejas era normal que los ruidos se maximizan por estar semivacía e invitados por el dueño a pasar la noche en su casa; me la pase prácticamente en vela escuchando sugestionado una especie de murmullos tétricos que provenían de las paredes e imágenes como de rostros que llegaban directamente a mi cerebro y que en diversas ocasiones casi me obligaban a suplicarle de rodillas a mis padres que me dejara pasar la noche con ellos; pero como cada vez que por el pasillo me asomaba a su cuarto me daba cuenta por una luz que se asomaba por una rendija de la puerta y de sus escandalosos gemidos que estaban cogiendo fue sin poder interrumpirlos que casi de madrugada termino ganándome el sueño, levantándome hasta pasado del mediodía; mis padres no estaban. y al encontrarme cerca de la alberca con Don Rogelio el dueño de la propiedad lo saludaba y amablemente me decía.

  • ¡mmmmh! Veo que no pasaste una buena noche.
  • ¡Uno siempre extraña su cama por muy viejita que este!
  • ¡A mí me pasa lo mismo! Pero si buscas a tus padres ¡Bueno…tú madre salido de compras y tú padre se regreso a la ciudad a ver a unos inversionistas!

Platicando que mi padre lo había convencido de solo escuchar una propuesta; proveniente de la cochera observamos aparecer a mi madre, con unas bolsas en mano, a simple vista a mi parecer algo más atrevida que lo común -En un diminuto ó mas bien diría un microscópico vestido completamente entallado a sus curveadas caderas, en su parte baja apenas cubría su alto y respingado trasero pero que hacía lucir aun más sus largas y torneadas piernas, mientras en la parte superior con un tremendo escote por el frente y atrás hasta donde la cintura cambia de nombre, dejaba al descubierto su aterciopelada espalda desnuda y por el frente apenas y cubriéndole sus abultados pezones que se marcaban bellamente en la delgada tela que los cubría, dejaba al descubierto gran parte de sus sedoso senos que levantaban erguidos-; acercándose con un aire de sensualidad a nosotros; le daba un suave beso en la comisura de sus labios a Don Rogelio con un aire pícaro y atrevido e inmediatamente me pedía que la acompañaba a dejar sus compras a su habitación y entrelazando de las manos nos salíamos a pasear, a dar una  vuelta por el malecón; posando ella misma mis manos en su altivo, en su respingado trasero, sin que pasara desapercibido hasta para mí; como con un dejo de sensualidad contoneaba aun más sus curveadas caderas; como si sabiéndose atractiva y deseada; lo hiciera aún más apropósito.

Hasta ahí me pareció algo normal y todavía un poco más que ante el microscópico tamaño, ante sus sensuales movimientos de hermoso cuerpo deslizara un poco más mi mano sobre su rico trasero para impedir que se le terminara subiendo y así como si fuera algo normal entre nosotros acariciándole su suculento trasero; nos paseamos por largo rato por la playa, comimos algo en el camino y porque todavía le apetecía sentir la brisa del mar en su rostro mientras el sol se ocultaba nos subimos a un montículo en unas rocas donde como era lo más normal la tomaba ella delante de mi de su breve cintura para sostenerla mientras que ella diciéndome que así se sentía más segura tomando mis manos deslizaba una de ellas rozando cerca de sus generosos senos y la otra sobre su micro vestidito a la altura de su pubis; sintiendo como cada vez que se estrellaba una ola y la brisa nos mojaba como ella moviendo sus caderas atrapaba entre sus altivos glúteos finalmente mi flácido miembro, el cual ante sus delicados roces, creciendo no tardo en reaccionar creciendo duro como una roca y porque lejos de incomodarse parecía estar disfrutando del lascivo momento fue perdiendo ya la cordura, la realidad de quien era esa mujer y no teniendo necesidad mas que de estirar un poco mis dedos que un poco tembloroso penetre mi mano bajo de su micro vestidito, percatándome al rozar con mi dedo su entrepierna que no traía nada debajo y sin ningún impedimento con la yema de mi dedo comencé a explorar su húmeda intimidad que cada vez más mojaba mis dedos y provocando ante el excitante y malsano momento que palpitando me viniera en mis pantalones en un potente orgasmo.

Como si nada hubiera ocurrido después de eso me daba un suave pero húmedo beso en los labios inmediatamente sin importarle que mi mano continuara acariciando su redondo trasero apoyando amorosa su cabeza en mi hombro nos marchábamos como si nada a la casa de Don Rogelio –Ya había llegado mi padre- y al despedirme de mis padres en la puerta de su cuarto al tiempo que me daba un beso en la mejilla, como no queriendo la cosa ella rozaba con su mano mi flácido miembro, perdiéndose de mi vista al cerrar su cuarto.

Sintiéndome bastante confundido con lo que estaba sucediendo porque a pesar de llevarnos tan bien lo que estaba sucediendo no era algo normal entre padres e hijos y sabiendo que esa noche tratarían asuntos de negocios, ya no quise salir de mi cuarto y comencé a sentir pensativo como al paso del tiempo que comencé a quedarme adormilado, como si un pesado cansancio me invadía por dentro, que hasta me imposibilitaba de moverme ó emitir el más pequeño ruido dejándome imposibilitado de ver más allá de mis narices pero podía percibir como una extraña bruma iba llenado la habitación y nuevamente como vivas imágenes directamente en mi cerebro comencé a tener un sueño extraño donde conforme la bruma iba desapareciendo me veía en otra parte de la propiedad -Para ser más exactos en la bodega-, que toda polvorienta ya había visto llena de cachivaches pero que ahora se encontraba completamente aseada e iluminada con candilejas, así como un grupo de personas cubiertas hasta la cabeza por unas túnicas negras y unas mascaras doradas en sus rostros; alrededor de un templete de cubierto por terciopelo rojo y a donde cubiertos de la misma manera pero en unas túnicas blancas aparecían 3 personas quienes al descubrirse de sus capuchas me daba cuenta que se trataban de mis padres y un hombre joven pero sin rostro quien al hacerle una seña con su mano a mi padre este la despojaba de su túnica blanca, dejando ante la lujuriosa mirada de los presentes su exquisito cuerpo desnudo y mi madre que parecía estar bajo los efectos como de un narcótico, pero con una extraña lasciva expresión en su rostro como levitando se deslizaba entre la muchedumbre permitiendo que sus manos, como su fueran marejadas de erotismos acariciaran cada rincón de su suculento cuerpo haciéndola en varias ocasiones sacudirse involuntariamente de lujuria hasta que a otro movimiento de su mano volviendo a levitar se acercaba ante él joven sin rostro a quien mi padre le quitaba su túnica blanca -como unas de esas historietas de hentai-, observando cómo sin ningún tipo de estímulo comenzaba a crecer una enormidad su miembro; como una serpiente buscando su nido por si sólo se incrustaba en la húmeda vagina de mi madre quien al sentir como ese miembro se habría paso penetrándola hasta lo más profundo de su ser esbozando en su rostro el más lascivo rictus de lujuria dejaba escapar el más desgarrador y lujurioso gemido de sus carnosos labios; sin que esto fuera impedimento para que ella misma comenzara un rítmico vaivén; permitiendo con desgarradores gemidos de placer que él joven hombre sin rostro se la cogiera en las mas ardientes y lujuriosas posiciones hasta que sudando, gimiendo y jadeando mi madre caía al suelo en un potente, un prolongado orgasmo y sin darle tiempo a que descansara un poco; observando como tomándola por su cintura le levantaba el trasero de inmediatamente penetrándola por su ano; en tanto mi madre como si durante todo este tiempo supiera mi ubicación exacta al voltear a verme con una lujuriosa pero con una rara expresión en su bello rostro de sus ojos grises destellaba una intensa luz que me cegaba por completo.

Al recuperar la vista de nuevo me daba cuenta que ya había amanecido por lo que sintiendo la imperiosa necesidad de poner en orden mis pensamientos sólo me iba a recorrer la propiedad para después a tomar un poco el sol en un camastro en la alberca donde al poco tiempo aparecían mis padres, luciendo mi madre un diminuto bikini de dos piezas que apenas y le cubría lo que tenia que taparle, se daba una vuelta para mostrármelo y se sentaba en el camastro a mi lado diciéndome.

  • ¿Qué tal me veo? Es lindo ¿No? Así sirve que le pongo un poco de color a mi piel ¡Pero contéstame, no te me quedes nada más viendo!
  • ¿Qué quieres que te diga? Tú te ves preciosa aun en fachas y en bikini…¡hmmm! Si no fueras mi madre te violaba aquí mismo.
  • ¡Y si tu no fueras mi hijo…! Te juro que ya no sería violación porque me dejaría.

Observando como untándose bronceador en la parte del frente de su suculento cuerpo se recostaba en el camastro, provocándome una tremenda erección cuando con la firme intención de hacer topless se quitaba la parte superior dejando ante mi vista sus aterciopelados y firmes senos; mientras que por mi parte para evitar que se percatara de lo que me sucedía y se me pasara mi súbita erección me metía a la alberca a nadar un poco y un tanto divertida, creo que sabiendo que era lo que me pasaba, mi madre abandonaba su camastro dándose un chapuzón, saliendo del agua a menos de un metro de donde me encontraba –En la parte baja de la alberca-, con los ojos cerrados, la piel húmeda pero enrojecida del bronceó, sus grandes pezones visiblemente endurecidos por el contacto de el agua fría, sus divinos senos, grandes y firmes al tiempo que acomodándose su mojada cabellera en uno de sus hombros y ante el agua que le llegaba a la altura  de su breve cintura se podía admirar bajo el agua sus despampanantes caderas, sus firmes y bien torneados muslos que provocaba que completamente petrificado que tragara saliva en seco al tiempo que entreabriendo sus grises ojos como en cámara lente con una complaciente mirada me decía.

  • ¡mmmmh! El agua esta bien rica ¿Por qué me deja solita, jovencito?
  • ¿Cuál solita? Si estoy contigo- Le respondía.

Con la mirada agachada como desando evitar que leyera en mi rostro lo que en verdad me estaba sucediendo, que a pesar de ser mi madre, no podía evitar admirarla con morbo, con deseo su monumental, su apetecible cuerpo; mientras que ella sabiendo a la perfección que estaba en la edad de la punzada, dibujando en su rostro una tierna mirada se acercaba un poco mas a mí rozando la punta de sus pezones en mi cuerpo que provocaba que me estremeciera de pies a cabeza y me decía.

¡Yo no me refiero a eso! Si no más bien a que casi no nos comunicamos ¡No sabes la cantidad de veces que llego a casa abrumada del trabajo y lo que más deseo es que me recibas con un abrazo! Pero nada de eso sucede, recuerda cariño que ahora sólo nos tenemos tú y yo.

Al tiempo que, ante la semidesnudez de su cuerpo, tan cerca de mí y luchando dentro de mi para evitar delatar mi tremenda erección, ante un roce de su apetecible cuerpo que casi me arranca un gemido de placer, pero que me provocaba temblar de nerviosismo al no poder responderle en ese momento como lo deseaba -muy a pesar de lo sucedido el día anterior-; deseaba apretar con lujuria al menos uno de sus tremendos senos ó tomarla por su altivo trasero y atraerla hacia mi para hacerle sentir mi tremenda erección y con la cabeza hecha un mar de confusiones por todo lo que estaba sucediendo, porque …¿Por qué decía sólo nos tenemos a nosotros? Si estaba también mi padre, pero…al voltear a verlo ya no estaba fue sintiéndome sumamente confundido que volvía a escuchar a mi madre que decía.

  • ¿Qué pasa hijo? Estas como en otro planeta ¿A ver que te dije?
  • ¡Que deberíamos ser más unidos! Que te debo poner más atención.
  • ¡Bueno y ahora ya sabes! Quiero que me abraces más seguido, que me digas que quieres mucho como cuando eras más chiquito ¿Entendiste? Es más, quiero que duermas conmigo, sentir el calor de tu cuerpo.
  • ¡Si mama! Sera como tú digas te lo prometo.

Me atraía hacia ella dibujando una amorosa y tierna mirada en su rostro, pero haciéndome sentir completamente sus grandes senos encajándose en mi cuerpo y sin importarle mi tremenda erección contra su pubis; como si nada sucediera se giraba dándome la espalda, pidiéndome visiblemente melosa y cansada que le masajeara los hombros y provocando al hundir mis dedos en su aterciopelada piel que emitiera un gemido de dolor y placer de sus carnosos labios provocando que mi duro miembro a mas no poder palpitara de excitación y al detener por segundos mis masajes protestando me decía con voz melosa.

  • ¡No, no te detengas! Pero acércate más cariño ¡Ni que te fuera a morder!

Para inmediatamente después sin darme tiempo a nada y reculando un poco, como buscando atrapar con su trasero mi duro miembro retrocedía un poco emitiendo un suave y delicado gemido al hacer contacto nuestros cuerpos y mis manos que ya no masajeaban sino más bien acariciaban su aterciopelada piel; recorrían su delicado cuello, sus hombros, por el contorno de sus brazos hasta llegar a su avispada cintura y sumido en un estado como hipnótico emprendía en camino ascendente deteniendo mis dedos al llegar cerca, muy cerca del contorno de sus firmes senos; mientras que mi madre emitiendo frases de cuanto disfrutaba mis furtivas caricias

  • ¡Así, asii, mmmmh! Que rico, continúa así cariñoooh.

Percatándome como con delicados movimientos comenzaba a mover sus despampanantes caderas como si estuviéramos follando hasta que entre sus respingados glúteos sintió que estaba apunto de estallar y sin darme tiempo a nada divertida se separaba de mi dándose la media vuelta para darse me un delicado beso en los labios y viajando sus ojos grises en mi cuerpo hasta el tremendo bulto en mi bañador nadando se alejaba de mí diciéndome.

  • ¡Si me alcanzas! Dejo que me metas la verga.

Mientras que por mi parte perdido en el embrujo de su apetecible cuerpo; en esa llama de lujuria que expedía de sus ojos fue sin poder contenerme más apenas la alcanzaba a atrapar de su pie de inmediato se lanzaba sobre mi boca fundiéndonos en un beso violento, pleno, absoluto; nuestras lenguas se trenzaban, se acariciaban atrapadas en el torbellino de nuestra respiración, pude sentir como me robaba hasta la última gota del aliento mientras que nuestras manos en caricias eran fuertes, casi salvajes; sintiendo como gimiendo y  rugiendo se afianzaba a mi cintura, surcaba mi espalda con sus uñas y yo apretaba sus nalgas con tal fuerza como nunca lo había hecho con nadie, como si quisiéramos ansiosamente estar fundidos en uno solo. Y mi boca no deseando otra cosa que explorar cada rincón de su cuerpo desde su cuello se deslizaba hasta sus duros y firmes senos, a sus morenos pezones hinchados; como si quisiera devorarlos, apretarlos tanto que cupieran enteras en mi boca, pero como eso era imposible comencé a besar sus dulces pezones, a lamer y chuparlos; mientras que mi madre hundiendo sus dedos en mi cabellera me atraía con suavidad a sus senos pidiéndome entre gemidos que le mordiera fuerte los pezones; percatándome como al aplicarle un poco de fuerza dejaba escapar de sus carnosos labios un desgarrador gemido de dolor y placer volviendo a sentir como esa bruma extraña iba apareciendo imposibilitándome la vista y al irse desvaneciendo poco a poco ahora nos encontrábamos en un panteón teniendo de rodillas a mi madre sobre una lápida, cogiéndomela por su exquisito trasero con intensidad, exigiéndome ella a pesar de los tremendos apretujones que me daba su ano que me la cogiera con mayor intensidad hasta que gimiendo y jadeando a más no poder me venia en un potente orgasmo hasta lo mas profundo de sus intestinos y finalmente al sentir una nueva luz que cegaba, al sentir después como todo se volvía visible me despertaba percatándome que me encontraba todo magullado en la cama de un hospital y a mi lado a mi madre quien llenándome de efusivos besos y abrazos sollozante me decía.

  • ¡Mi bebito lindo, mi amor! Ya despertaste mi bebito hermoso ¡Te prohíbo que te vuelvas a dormir! Doctor venga pronto mi hijo ya despertó

Mientras me revisaban los doctores y sin saber que pensar o sentir ya en ese momento, pero sabiendo que todo había sido un sueño, el más hermoso y erótico sueño con mi madre me enteraba que jamás llegamos a la casa de Don Rogelio, que habíamos tenido un accidente automovilístico -Mi padre y abuelos estaban muy graves-; mi madre que viajaba recostada conmigo en los asientos trasero no sufrió el más mínimo rasguño, dicen que la cubrí con mi cuerpo y a mí… bueno lo mío solo fue raspones y una que otra cortada sin importancia.