Una Historia Mas

"Dio un par de lametones más y sujetándola de sus caderas la acostó boca arriba. Beso sus muslos, su pelvis y solo se detenía para mirar la cara de la chica que se tornaba roja"

-¿disculpa que dijiste?-

-te dije que últimamente estas distraída- le regalo una sonrisa comprensiva –deberíamos olvidarnos por un fin de semana y escaparnos a la playa- se acercó y la tomo de su cintura.

-¿y los niños?- sabía que aquello no había sido una razón suficiente para evitar el paseo pero los besos que estaba recibiendo en su cuello fueron más veloces. Mordió sus labios reprochándose a sí misma. Odiaba estar tan sensible, era del todo su culpa ¿no? – Al, no sé si sea buena idea- cuando miro la cara de Alfonso confundido repaso en su mente que le había dicho “Al” –mi amor, es solo que tengo mucho trabajo- dijo con el siseo más amoroso que pudo, dándole una estocada final de doblar el cuello de su camisa. Ella solo lo llamaba Al cuando algo le molestaba –mañana llevo los niños al colegio-

-¿es ese caso Lafayette?- comento como si no escucho lo último.

-es complicado – le respondió escapándose de sus manos para continuar en la tarea que estaba, lavar los platos después de la cena. Aquella noche, sus vecinos los Fuente habían ido a cenar. La noche había pasado sin mayor novedad; hablaron de sus hijos, de la economía y alguno que otro chiste sobre el matrimonio del señor Fuente. Recordó que esos chistes solían hacerle gracia. Esa noche no fue el caso. –estamos llegando a un acuerdo pero siempre pasa algo-

-te vi hasta tarde en el estudio…-

-iré a la cama contigo ahora- se secó las manos y se giró para encararlo. Hubo un pequeño silencio, no del todo incómodo. Alfonso miro a la madre de sus hijos, a la que seguía amando como hacía ya mucho. Y la madre de sus hijos a su vez se acercó para darle un beso en sus labios.

-estupendo- susurro aun cerca de sus labios para luego separarse y salir de la cocina, con una sonrisa de niño que había conseguido lo que quería, nada podría habérsela borrado en ese momento.

La madre sus hijos sacudió su cabeza con una sonrisa tonta en sus rostro, recostada en el mostrador de la cocina, abrazándose con sus propios brazos pues aquella noche el frio comenzaba a llegar. Alfonso no había sido su primer novio, más lo tenía presente como su primer amor, La había conquistado sus pequeños “berrinches” y lo que para ella era un don, saber cuándo necesitaba una copa de vino.

Observo de reojo la pantalla de su móvil brillar y se acercó para apagarlo, tenía una palabra que cumplir.


-buenos días, señora Margot- la saludo abriendo la puerta del coche, una de las ayudantes en el escuela de sus hijos.

-por favor llámeme Mar- otra de las la otra puerta trasera se abrió y comenzó a desabrochar la sillita de su hijo menor. El pequeño no dejaba de moverse emocionado. Mar lo miraba con ternura, era la viva imagen de Alfonso con su cabello rubio, terminaron colocándole el mismo nombre. Aún era muy pequeño pero ya podía ir la guardería, Margot se alivió muchísimo cuando logro inscribirlo ahí pues su hijo mayor ya iba a esa escuela -¿estás listo Adri? – este en cambio era más parecido a ella, con su cabello claro pero no llegando a ser rubio y un poco más callado. Se acercó para darle un beso a su madre y se fue con las ayudantes, no sin antes girarse para despedirse de su madre agitando una mano.

Mar, se quedó hasta que los vio desaparecer en por la puerta principal y encendió el coche. Esa mañana el tráfico estaba como todos los días; horrible. Pero Mar ya había aceptado esa realidad a sus treinta años. Tomo un sorbo de su café latte y volvió a colocarlo en el porta manos, activo el inalámbrico de su móvil y llamo a la oficina.

-buenos días María, refréscame la memoria de que nos toca hoy – hablo antes de que su asistente pudiera saludarla.

-buenos días abogada- Mar sonrió, era algo que le agradaba de su asistente. Había estado los años necesarios en la universidad y le gustaba que le hablaran por su título, ni licenciada ni Dra. – Tiene una reunión con la gente de Lafayette- María guardo silencio unos minutos escuchando unas bocinas del otro lado de la línea –y el señor Marco dijo que por favor pasara por su oficina-

-gracias María- colgó la llamada, reviso su correo en cada tanto que podía y luego lanzo el móvil al asiento del copiloto junto a su bolso. Coloco algo de música aunque de fondo podía escuchar de tanto en tanto, las bocinas y uno que otro improperio entre conductores, así se le pasaron los quince minutos hasta llegar al estacionamiento de su lugar de trabajo. Se acercó para tomar su móvil y la pantalla se encendió mostrándole que había recibido un mensaje. Lo miro fijamente, resoplo y tomándolo con una mano pulso el botón de block para meterlo el bolsillo de su blazer.

Entro al elevador que estaba en el estacionamiento y este la llevo directamente al conjunto de oficinas. Saludo a la recepcionista y se detuvo para hablar un poco con la más nueva adquisición del bufete, el señor Park. El hombre la sonrió cordialmente casi cerrando por completo sus ojos, en ese típico rasgo asiático. Continuo hasta la oficina de Marco, toco la puerta ante todo y escucho de fondo la invitación a pasar.

-¡Margot!- la saludo efusivamente aquel hombre que no solo era su jefe, también era su amigo  y estaba plenamente convencido de que su nombre era tan hermoso como para dejarlo en un diminutivo–cada día más preciosa, me arrepiento de no haber sido más rápido que Al-

Rodo sus ojos y se acercó para abrazarlo – ¿Cómo esta Josefine? – el hombre le insto a sentarse en una silla frente a su escritorio con un movimiento de su mano.

-como siempre- rodeo el escritorio y se sentó reclinándose en su silla  – hermosa y dispuesta ser más hermosa pero no hablar de hijos-se encogió de hombros. Mar rio un poco y sacudió su cabeza –Sé que se ha complicado el asunto Lafayette- cambio el tema poniéndose serio.

-¿has hablado con Alfonso?- el hombre con traje frente a ella negó con la cabeza y la miro un tanto confundido – lo siento, es solo que cree que esto me está absorbiendo y quiere irse de vacaciones- junto sus manos y le sonrió.

-sabes que puedes tomarte unos libres días cuando quieras, no hay nada más importante que la familia- Mar solo lo miro apacible.

-lo pensare- le respondió –entonces ¿Por qué te preocupa el caso Lafayette?

-he escuchado algunos rumores que vienen de Paris- mar levanto una ceja –al parecer esas chicas son problemáticas- hizo una pausa y se rasco la barba meditabundo.

-¿problemáticas?-

–olvídalo, tampoco creo que nos afecte- en otras circunstancias, la castaña clara habría sucumbido la curiosidad pero ya tenía demasiadas cosas en mente, eso ya es otra historia. Se levantó de la silla, acerco para despedirse de su amigo con dos besos y salió de su oficina con su rumbo a la suya. No hubo nada que resaltar en el día hasta la hora del almuerzo, tal vez la reunión con los representantes del caso Lafayette. Eso había terminado en gritos telefónicos. Representantes de ambas partes habían recibido la llamada de las aludidas y aquello había sido un griterío, terminando una vez más en que no había acuerdo.

Mar se levantó de su silla y se pasó ambas manos por rostro, acciono el comunicador avisándole a María que saldría. Hizo el mismo proceso que en la mañana bajando por el elevador,  se montó en su coche y esta vez apago la radio, Condujo alejándose de aquel bullicio, llegando a una zona residencial. Detuvo su coche frente a una casa de dos pisos, blanca con rejas negras. Respiro profundamente apretando las manos alrededor del volante, se sacó el cinturón de seguridad y busco su móvil, lo apago y lo metió en su bolso.

Se bajó y como muchas otras veces, busco en su bolso sacando unas llaves, abrió la reja negra principal y entro en aquella casa. Sabía que no había nadie en ella, por lo menos en planta baja. Entro sin más dirigiéndose a las escaleras, las subió despacio sabiendo lo que venía. Cuando entro en el cuarto principal lo primero que vio fue una chica durmiendo profundamente en una cama. Alrededor de ella había libros desperdigados, como si tuvo una gran noche de estudio. Mar se dedicó a recogerlos y ponerlos en una mesita de noche, era una esas personas compulsivamente ordenadas. Escucho a la chica quejarse un poco en sueños, como si la estuvieran regañando y sonrió de medio lado. Se sacó su blazer y lo coloco en una silla de escritorio, lanzando también el proceso su bolso.

Margot se acercó a la chica durmiente, pasando las yemas de los dedos por sus piernas, pues no llevaba nada, solo una tanga y una camiseta muy corta que dejaba ver su ombligo. Se recreó en sus piernas, de un color canela. Siguió subiendo por sus muslos hasta llegar a su cadera y la chica se quejó nuevamente en sueños. Se mordió su labio inferior y se subió a la cama colocándose en la misma posición tras ella, descostado.

-podrías responder los mensajes- se escuchó una voz soñolienta, ya había despertado. Mar no hizo caso y subió un poco su camiseta, acerco sus labios besando la espalda que había quedado descubierta. Los besos continuaron hasta su cintura, la chica intento tocarla pero aparto sus manos. Volvió a subir, esta vez recogió su cabello oscuro con las manos para besar la parte trasera de su cuello, la escucho suspirar a penas. Resolvió sacarle la camiseta, le estorbaba demasiado. Acaricio sus senos ya expuestos a gusto, dio un par de besos a sus hombros, besos que siguieron bajando por su espalda hasta llegar a su tanga, está también la estorbo y la chica levanto sus piernas para ayudar a sacársela. Ya estaba totalmente desnuda para a ella.

Beso su trasero con devoción, haciendo suspirar a la chica de piel canela. Separo sus piernas, sosteniendo una en el aire.

-traviesa a dónde vas- escucho otra vez esa voz soñolienta que se ahogó cuando su lengua paso desde su perineo hasta su ano. Dio un par de lametones más y sujetándola de sus caderas la acostó boca arriba. Beso sus muslos, su pelvis y solo se detenía para mirar la cara de la chica que se tornaba roja. Se dejó de preámbulos, abrió lo que pudo sus piernas, ataco con su lengua el clítoris expuesto y la chica se vino pasando sus manos por su abdomen inquieto.

Mar se arrastró sobre ella, besando cada espacio de piel que podía. Cuando llego al par de labios carnosos inicio una batalla por ver quien tenía el control. Se restregaban impacientes y manos inquietas desabotonaban la camisa de la castaña clara, esta ser irguió para ayudar en la tarea. La chica de piel morena aprovecho, en un movimiento limpio ahora ella quien estaba arriba.

La sonrió mostrando un blanco resplandeciente la mujer de debajo de ella hizo un ademan de devolverle la sonrisa pero solo quedo en una mueca. El sonido de la alarma de un móvil las había sacado del momento.

-debo irme- mar la movió con facilidad hacia un lado, se levantó abotonando su camisa. Miro de reojo como la chica se levantaba casi desnuda y salía de la habitación. Cuando estuvo lista bajo al segundo piso de la casa dirigiéndose a la cocina, recostada de en una de sus esquinas encontró a la chica con una tasa de café en sus manos –nos veremos después- levanto la tasa en un gesto de despedida.

Una vez fuera, Mar respiro profundamente y se giró para darle una última vista a la casa. Saco un par de gafas de oscuras, se acomodó un poco más su camisa, siempre sentía que aquello se le notaba, en su ropa en su piel por más cuidadosa que fuera. Continuo con su rutina, regreso al trabajo y cuando el reloj marcaba las 5:30 se apresuró para llegar a casa. Cuando abrió la puerta principal respiro con alivio, al darse cuenta que no había nadie subió hacia su habitación y comenzó a desnudarse en su vestier. Doblo su ropa cuidadosamente y la coloco sobre un pequeño mueble.

Entro en la ducha dejando el agua correr sobre su cuerpo, peinando su cabello mojado hacia atrás. ¿Hacia cuanto se había creado una rutina? Calcular el tiempo justo antes de que llegara su esposo con los niños para ducharse y meter la ropa a lavar ¿ya no sentía un peso en su conciencia? Estiro su mano fuera de la ducha para alcanzar una toalla, se secó rápidamente, busco ropa más cómoda y tomo la que había dejado doblada para bajar. Coloco la maquina en lavado rápido y reviso su teléfono. Resoplo al ver un aviso de mensaje en su pantalla principal, resolvió darle block. Cuando metió el aparto en uno de sus bolsillo y se disponía a salir, choco con Alfonso quien venía entrando.

-lo siento amor- se disculpó cuando vio la cara de sorpresa de su esposa.

-no los escuche llegar- rio despreocupada y lo abrazo cerrando sus ojos muy fuerte, él no lo noto.

-¡ninja!- salto el pequeño Al que venía tras su padre, se abrazó a la pierna de Margot. Esta miro al gran Alfonso algo confundida, nunca le había escuchado eso a su hijo.

-tuvimos tiempo en el tráfico y le mostré un par de cosas- se encogió de hombros y la castaña clara le dio un pequeño besos en los labios, el no pudo evitar sonreír.

Mar se agacho para sostener a su hijo en brazos, este se abrazó a ella. Salieron de cuarto de lavandería y su esposo empezó a comentarle como había estado su día. Se quedaron en la cocina y pudo ver a través de la otra entrada a su hijo mayor ensimismado en su móvil, sacudió la cabeza, le parecía que de a poco le robaba el alma. Por su parte Al le ayudo hacer la cena, era algo que hacía de vez en cuando y era una forma divertida de recordar cuando no era muy dado a las artes culinarias.

Estaba tan animada que se atrevió abrir una botella de vino tinto y servir un par de copas en la sala. Ya los niños se habían ido a dormir, al había sido el encargado esa noche de acompañarlos. Cuando bajo por las escaleras y la vio cruzada de piernas esperándolo, le sonrió y se acercó para darle un beso en su frente.

-mañana debo irme temprano- la castaña clara se limitó a sonreírle, sonrisa que se fue desvaneciendo a medida que subía la escaleras. Resoplo resignada y se levantó para dejar el vino correr por el lavado. En ese momento la vibración de su móvil la detuvo. Ella sabía quién era. Escucho unos pasos rápidos por las escaleras.

-¿vienes?- escucho a su esposo preguntarle desde la escaleras. Sintió otra vibración del móvil.

-adelante algunas cosas- al ya se le cerraban los ojos así que solo le respondió con un escueto “está bien”. Cuando estuvo segura que se había alejado lo suficiente reviso el móvil y respondió los mensajes. Se acercó al lavado, boto una de las copas en ella y se dirigió a su estudio tomándose la otra. Se sentó frente a su portátil, espero que encendiera. Apago su móvil, tomo de su copa al tiempo que iniciaba sesión y recibió la video llamada. La pantalla estuvo unos segundos en negro y hasta que dio paso a la imagen, de la sonrisa de la joven de piel canela.