Una Historia Mas 2

"-pellízcalos- y la morena los jalo suavemente –pellízcalos fuerte- y esta vez lo hizo, escapándoselo un quejido de los labios"

Margot la detallo; llevaba su cabello recogido en una cola de caballo, un tanto floja, sentada en su cama mostrando sus piernas torneadas. Llevaba una gran camisa blanca que le llegaba hasta los muslos, parecía de hombre esto le llamo atención ¿había estado con un chico antes de llamar? Tomo de su copa y no pregunto nada, se limitó a ordenarle.

-ábrela- la chica de piel canela sabía perfectamente que hacer, desabotono unos tres botones, dejando ver parte de sus pechos pero no tanto como quien ordenaba quería –toda- con una sonrisa socarrona termino por sacársela por completo, ahora solo llevaba unas bragas de encaje. Se quedaron en silencio un par de segundos, ella sin esperar comenzó a pasar sus dedos por su piernas, luego por sus muslos y cuando sintió la necesidad se acomodó entre en las almohadas separando sus piernas. Ahora sus dedos pasaban por los contornos de su sexo, a veces tocando sus labios mayores. Primero con una mano luego con ambas.

-¿no me vas acompañar hoy?- la castaña clara seguía imperturbable sentada de cruzada de piernas, tomando de la copa de vino, vestida completamente. Ella sabía que se refería a esto último.

-sácatelo todo, te quiero desnuda- la chica levanto una ceja, nunca había llegado tan mandona pero la dejaría hacer. Tal y como pidió se sacó las bragas deslizándola por sus piernas, lanzadoras alguna parte de la habitación. –ábrete bien quiero ver todo- volvió a recostarse entre las almohadas, separando muy bien sus piernas continuo con las caricias, ahora una de sus manos paseaba por su abdomen -¿sabes lo que es el humping?-se relamió los labios viéndola tan expuesta.

La chica sonrió y se arrodillo en la cama, empezó a remover las almohadas, buscaba la más grande. Al encontrarla se tumbó entre las demás de nuevo acostándose de lado, metiendo la almohada entre sus piernas. Inicio un lento vaivén frotándose contra ellas. La castaña la miraba expectante bebiendo de lo que quedaba de su copa de vino.

La chica llevo una de sus manos a sus senos, acariciándolos por el contorno, levantándolos. Se llevó un par de sus dedos a la boca los succiono, los bajo a sus senos y comenzó hacer círculos directamente sus pezones. Ya en este punto la castaña había dejado la copa a un lado para verla bien.

-pellízcalos- y la morena los jalo suavemente –pellízcalos fuerte- y esta vez lo hizo, escapándoselo un quejido de los labios. Aumento la velocidad de sus caderas, apretó sus senos. En un movimiento resolvió cambiar de posición. Volvió a colocarse de rodillas sobre la cama, con la almohada entre sus piernas. Su cabello castaño oscuro caía por sus hombros pues el moño se había desecho, dándole un toque salvaje – estas para cogerte- dijo casi entre dientes, sintiendo como su sexo se mojaba. Dio un par de saltitos, sin detener el frenético vaivén, la morena se soltó a sí misma una nalgada.

Y la ola de placer llego, Mientras gemía se agarró fuertemente de la almohada, movió con furia su cadera un par de veces más, deteniéndose luego de mojarla. Margot miraba su abdomen descontrolado por la respiración, la miro bajarse de la almohada para dejarse caer en la cama. La chica de piel canela la miro y ella cerro la su laptop de golpe, debía ir junto a Al ya era bastante tarde.


Cuando Margot se acostó al lado de su esposo, esa misma noche después de la video llamada, no lograba conciliar el sueño. Estaba demasiado inquieta, su respiración se escuchaba como si hubo llegado de la carrera más larga de su vida. Escuchándose a sí misma llevo su mano a su pecho, trato de controlarse, no quería despertar a Al. Se removió un poco alejándose de él, a poco centímetros de caer en la cama. Fue con ese movimiento que se dio cuenta lo empapada que estaba su ropa interior, debía levantarse y darse una ducha.

-trabajaste mucho de nuevo- escucho la voz pegajosa de Al, cuando ya casi tenía un pie fuera de la cama. Lo regreso despacio a su posición inicial. Movió su cabeza para verlo, más bien para ver su silueta oscura. La luna no parecía hacerles compañía esta noche.

Alfonso se colocó de costado hacia ella, acerco su mano y la metió bajo su camisón, haciendo un par de mimos a su abdomen. Tal vez se encontraba en alguna fase del sueño, no se percató de como su esposa se había tensado. Al contrario, sintió la necesidad de sentirla más, bajo su mano hasta su vientre continuando con las caricias.

Mar suspiro, sus piernas se abrieron por si solas y las maldijo por su traición. Pero la fuerte mano que en ese momento la tocaba como ya lo había hecho tantas veces, no continúo su camino. Su esposo se colocó sobre ella, sosteniéndose con sus manos a cada lado. Entre sus cuerpos y la tela de la ropa, sintió el calor de una erección que comenzaba a alzarse. No quería ser brusca, muy despacio coloco las manos en su pecho alejándolo.

-debemos despertar temprano- hubo un pequeño silencio. Al la beso tiernamente en los labios y se dejó caer a su lado, no dijo nada y solo paso una mano a su alrededor, atrayéndola a él para que descansara en su pecho. Se quedó en silencio esperando y escuchando su respiración, cuando estuvo segura que ya estaba en lugar muy lejos, soñando con tiempos mejores, exhalo una bocanada de aire.


-¿Rosas o cítricos?- le mostraba su amiga un par de frascos de perfume, que había sacado de un cajón de su escritorio.

-sangre y semen- le contesto Mar pasando a su lado para sentarse.

-alguien esta atrevida hoy- ambas rieron con cinismo. El día había comenzado sin novedades para Margot, llevo a sus hijos a la escuela se despidió de ellos, fue a su trabajo y cuando el reloj le marcaba la hora del almuerzo, no tenía ningún mensaje en su móvil para su sorpresa, aquello le extraño sobre manera. Pensó en tal vez invitar al señor Park a una buena cafetería que estaba no muy lejos de las oficinas. El hombre era muy amable y con temas interesantes a tratar. En el último momento la melodía de su móvil sonó, se movió veloz para tomarlo y para sorpresa, se trataba de su amiga.

-¿tienes prisa? ¿Marco se volvió responsable de repente?- las castaña clara rio con más ganas

-nunca superaste eso ¿verdad Ingrid?-

-por favor, tiene lo que se merece su esposa/adorno caro- Íngrid frunció el ceño viendo como su amiga seguía riendo. Eso no había respondido la pregunta –Roberto es mil veces mejor- hizo gran énfasis en el nombre de su esposo.

  • si Marco volviera rendido a tus brazos ¿lo engañarías?- se dio cuenta que esa pregunta había salido sin pensar, pero su amiga no noto nada raro en ella, tenían de costumbre esas conversaciones indiscretas.

-ni pensarlo…- no pudo decir nada más, en ese momento fueron interrumpidas por el sonido de la puerta abriéndose, dando paso al bullicio de la universidad. Su ayudante quien abrió la puerta con un pie, Traía el almuerzo en unos envases plásticos en ambas manos. Amablemente le pidió que se sentara con ellas, la ayudante se excusó diciendo que debía estudiar para exámenes finales que tendría esa noche. Era una pasante. Ingrid le acompaño hasta la puerta, luego de que saliera se acercó a la ventana junto a la puerta y bajo las persianas. Faltaban solo minutos para que saliera la estampida de chicos de las aulas. Volvió a su escritorio, tomo su silla para colocarse a un lado de la castaña clara, abrieron los envases y comenzaron a comer.

-¿y el sexo?- pregunto Íngrid y fue su turno para reír, en ese momento la castaña se ahogó un poco pues había tomado un gran bocado –vamos dame los detalles jugosos-

-es bastante seguido- se encogió de hombros y sonrió, en parte porque los años no disipaban la falta de tacto de su amiga para preguntar ciertas cosas, la otra parte por lo fácil que se le estaba haciendo últimamente mentir. La conversación siguió con temas menos interesantes, uno que otro chisme de universidad –aunque Ingrid aceptaba que no era ético luego de reírse- uno que otro restaurante nuevo en la ciudad, sobre el trabajo de Mar, la noticia de un niño desaparecido.

-¿y desapareció así?  ¿Sin más?- no sabía más, su amiga negó con la cabeza y con las manos, era algo que había visto en el periódico.

-en fin- comenzó cambiando el tema, cerrando el pequeño envase que ahora estaba vacío –necesito un favor- Margot la miro entrecerrando los ojos, en el fondo sabía que la invitación de su amiga no solo era porque le hacía falta su presencia –tu eres una buena abogada y estoy necesitando alguien que cubra un espacio vacío en unos próximos conversatorios que haremos-

-no soy profesora, lo sabes de sobra- ladeo la cabeza sin dejar de mirarla –no tengo paciencia- Ingrid se levantó de su silla de escritorio, con un movimiento de manos le indico que hiciera lo mismo.

-solo sería una charla- su amiga comentaba intentando convencerla. Al tiempo que abría la puerta de la oficina para que salieran. Afuera había muchos alumnos, unos desperdigados, otros en pequeños grupos. Pero una chica en particular llamo la atención de la castaña clara, una chica de piel canela, se encontraba animada hablando con otra que parecía de su misma edad. La siguió con la mirada un poco más pero un chasquido de dedos la interrumpió.

-¿estás ahí Mar?- le pregunto Íngrid, con una media sonrisa mientras seguía chasqueando sus dedos –no creo que Alfonso encuentre divertido que estés viendo alumnos guapos- la abogada rio para pasar del asunto –entonces ¿lo pensaras?-

-lo pensare- respondió a secas, se despidió con un abrazo.


Cuando se montó en su coche, Mar se quedó inmóvil, con la mano puesta en la llave para darle la vuelta. La chica morena no quería salir de su cabeza.

-“¿por eso no me escribió hoy? “- sacudió su cabeza y le dio la vuelta a la llave, haciendo rugir el motor ¿y que importaba si no le escriba? ¿Acaso no le molestaba gran parte de su tiempo? Salió del estacionamiento y condujo de regreso a su trabajo. Cuando se encontró con el primer semáforo en rojo volvió a revisar su teléfono, seguía sin ningún mensaje.

Se mordió el labio pues por primera vez, se sentía tentada a buscarla ella. Verla de una forma diferente la había descolocado. Sabía que cursaba en la universidad, mas no en cual, jamás lo había preguntado ¡no sabía ni qué carrera era! se limitaba en preguntas. No sabía que usaba gafas, era la primera vez que la veía con ellas. De montura negra igual que el cárdigan que llevaba, con una blusa blanca debajo y unos jeans ajustados. Y aquellas gafas, en definitiva no dejaba de darle vuelta, no opacaban sus ojos avellana tan expresivos, solo le parecía una persona diferente.

-“¿y esa chica junto a ella quien era?”- una amiga probablemente, compañera de clases, no era de su incumbencia pero ¿y si era algo más? No se formuló más preguntas, el sonido insolente del claxon del coche detrás del suyo la hizo saltar en su asiento. Maldijo cerrando sus ojos, últimamente todo mundo la tomaba por sorpresa, empezaba a preocuparse de que su capacidad de razonamiento se volviera lenta “vivía en la luna”.  Sintió la necesidad de sacar la cabeza por la ventanilla y gritarle los improperios que le venían a la mente, se contuvo pisando el acelerador.


Llego al bufete y se encontró con el señor Park, este la saludo educadamente como otras veces. Le pregunto si sabía de un buen lugar para salir en el almuerzo pues todos los días la miraba salir a la misma ahora. Mar aprovecho para invitarlo e ir otra ocasión al cafetín que había pensado horas antes, se despidieron con un apretón de manos y continuo su camino.

Entro a su oficina y se reclino en la silla respirando profundamente. Con un movimiento de sus pies, la silla giro sobre su propio eje, haciéndola quedar frente a la ventana tras ella. Contemplo unos segundos el tráfico allí abajo, al que tendría que enfrentarse horas después. Con otro movimiento de sus pies, silla volvió a su lugar. Pulso el intercomunicador para preguntarle a María por alguna novedad.

-el señor Marco pasó a invitarla a cenar, pero usted ya se había ido-  mar meneo la cabeza, ahora le debía también un almuerzo a su amigo y jefe.

-¿alguna llamada del caso Lafayette?- incluso antes de que María dijera algo, ya le había llegado una imagen mental de ella negando con la cabeza, estaba igual de que cansada que ella. Se despido y apago el comunicador. Tenía una carpeta abierta sobre su escritorio con el nombre “Gómez” sobre su escritorio pero la cerro, y tomando la que decía “Lafayette” que estaba sobre otras a un lado. La abrió y miro una foto que estaba adjunta con clic, la tomo entre sus manos.

-bueno yo también me pelearía ese hotel…- soltó la foto sobre los papeles y llevo sus manos a sus sienes, las masajeo, sus pensamientos estaban muy dispersos. Recordó la video llamada de la noche anterior; la forma en la que la chica apretaba sus senos, como llevaba sus dedos la boca.

Poco a poco se fue reclinando en su silla de cuero, abrió un poco su camisa y acaricio son sus uñas el inicio de sus pechos. Dio una mirada a la puerta para asegurarse que tenía el seguro, lo último que quería era dar un espectáculo en su trabajo, por no poder controlarse. Su mano se aventuró dentro de su bra y cuando tuvo su pezón entre sus dedos lo halo un poco, suspiro necesitaba un alivio. Su otra mano se metió entre su pantalón, llegando a su vulva acariciándola. Sus dedos fueron a clítoris, presionándolo por los lados, bajaban más y presionaban su entrada, repitió esto un par de veces, su respiración fue volviéndose pesada y se ahogó cuando su dedo entro lentamente en ella.

-Daniela…-suspiro cuando entre y volvió a salir su dedo. Estaba por acomodarse cuando la melodía de su móvil sonó. Resoplo con desgano, con más desgano a un saco la mano de su pantalón. Tomo el aparato con su mano “más limpia” con la que había estado mimando sus senos. Miro la pantalla, era su esposo. Cerro los ojos con fuerza y contesto, era muy extraño que el la llamara mientras trabajaba.

-¿mi amor estas bien?- mar trago pesado, tratando de calmar su respiración.

-sí, si es que el elevador se dañó- respiro fuerte –las escaleras y yo no nos llevamos- rio y Al rio con ella

-deberíamos volver a trotar los fines de semana, sería bueno para los chicos- mar convino en el que tal vez tenía razón –lo siento amor, quería saber si podías ir tu por ellos al a escuela- lo escucho carraspear –estamos algo ocupados aquí- ella acepto y despidió, volvió a encender el comunicador para decirle a maría que se iría temprano ese día. Estaba por salir de su oficina, ya tenía la mano sobre el pomo y metió su mano libre en su blazer, saco el móvil para enviar un mensaje a su amiga Ingrid, había aceptado dar la charla. Salió disparada del bufete, ya hacia algunos minutos que era la hora de salida de los pequeños. Y como no, mar se encontró con su archí enemigo el tráfico.

Cuando llego a la escuela estaban los dos pequeños detrás de las rejas, con un pequeño grupito de niños “los rezagados” cuyos padres siempre llegaban tarde a buscarlos. La castaña clara se bajó de su coche y se disculpó por la tardanza con las profesoras quienes se sonrieron con amabilidad. El pequeño Alfonso parecía de lo más divertido, mientras que Adri tenía una cara más seria. Al perecer su móvil se había quedado sin batería.

Monto al pequeño en su silla y le puso el cinturón. Su hijo mayor se montó por el otro lado arrastrando su bolso sin decir una palabra. Mar lo pensó un poco y se le ocurrió que podía arreglarlo, como toda madre sabía cuál era el dulce favorito de sus hijos -al llegar hacemos unos alfajores…- la boca de Adri se curvo en una sonrisa y pequeño en la silla grito emocionado, moviéndose a penas por le cinturón que lo tenía apresado.


La cocina había quedado echa una zona de guerra, pero a Margot aquello no le importaba. Puede que entre tanto trabajo, olvidara lo divertido que era pasar una tarde con sus hijos. Habían hecho alfajores de dulce de leche lo suficiente para un mes. El pequeño Al aún se encontraba jugando con un poco de masa, dándole formas abstractas, Adri era más metódico y había usado los moldes, pequeños palillos para escribir sobre ellos o darles cara.

La castaña había echo unos en forma de corazón, le pareció un lindo detalle para Alfonso, seguramente el pobre hombre llegaría muerto del cansancio. También le había dado tiempo de hacer la cena, empezó a servirla aunque los niños no se habían bañado, hoy quería saltarse un poco las reglas. Aunque sin duda al pequeño al le hacía falta un buen rato en la bañera, tenía su cabello lleno de masa.

Ya tenía los platos servidos, solo esperaban Al. Debía pesar en cualquier momento por la puerta principal. Pero no lo hizo. En cambio, sonó la melodía del móvil de la castaña. Por un minuto pensó que era la llamada que había esperado todo el día. Para su sorpresa era su esposo.

-¿por qué no has llegado?- pregunto en un tono de preocupación, se había alegado lo suficiente para que los niños no escucharan pero lo suficiente para vigilarlos en la mesa.

-me asignaron un vuelo de última hora- se escuchaba todo el movimiento de personas que había a su alrededor, ambos se quedaron en silencio

-pensé que nos tomaríamos este fin de semana- ella recordaba perfectamente que se había negado, en ese momento no le interesaba. Miro a los niños rápidamente, el pequeño al había echo una mescolanza en su platito. Ella llevo su mano a su frente y suspiro.

-volveré en unos días- otra vez hubo silencio en entre las líneas, ninguno de los dos quería discutir en verdad, solo escuchaba el pitido del carrito que llevaba el equipaje –te amo-.

Colgó la llamada sin decir nada, había sentido un pequeño nudo en su garganta pero ya estaba hecho. Se acercó a su hijo más pequeño, le limpio la cara dulcemente y le dio un beso en su frente, se sentó a cenar con ellos. Les conto que su padre había tenido que volar, no le dieron importancia sabían que ese era su trabajo. La noche transcurrió con normalidad, acostó a los niños y se dedicó a limpiar todo. Cuando termino guardo los alfajores en pequeños recipientes, miro los de forma de corazón con molestia, los termino tirando la basura.

Se dejó caer en el sofá de la sala con un quejido, estaba exhausta y debía bañarse para luego sentarse a trabajar. Paso sus manos por su rostro cuando escucho la melodía de su teléfono.

-mierda ahora que- gruño y se levantó para buscar el pequeño aparato, no recordaba donde lo había dejado. Fue hasta el comedor, lo había dejado sobre un adorno. Cuando encendió la pantalla y miro el número sintió una corriente por su espalda, afortunadamente para ella no había tenido que escribirle.