Una historia interesante 22

Fastidiar a alguien sin saber quién es puede traer como consecuencia que termines al borde de la muerte. Continuación directa del capítulo anterior, recomiendo su lectura para entenderlo.

Baje al piso inferior por el ascensor ya que igual no estaba tan apurado como otros, pero si quería evitar tener ganas de mear estando en el coche camino a casa (eso habría sido peor). Llegue al baño caminado tranquilamente entre tiendas y mirando un poco lo que se exhibía, e incluso entre a unas cuantas (en serio, no tenía tantas ganas de mear) y cuando llegue a la entrada del baño ellos dos, Marta y Tomas me esperaban. Yo al verlos no pude evitar una carcajada.

-¿Tanto me tarde caminando? –pregunté aún riendo un poco.

-Ya estábamos nerviosos –me gruño Marta molesta.- Tommy entró incluso a buscarte y no te vio por ningún lado. Pensé en ir a buscarte a otro lado, pero él me dijo que tu llegarías.

-Vaya… eso es lealtad hermanito –le dije yo con picardía y chocamos puños. – ¿Saben? Existen estos aparatos llamados teléfonos móviles que sirven para situaciones de este tipo –les recordé yo con sarcasmo. Ellos me miraron feo pero no dijeron nada.- Estuve mirando por los alrededores Marta. Tranquila… tú niño ya está aquí –le dije con sonra.- Pero bueno, ahora si tengo ganas de ir. ¿Me esperan unos minutos? –pregunte yo de nuevo, con sarcasmo. Ella se encogió de hombros y él hizo un gesto con los ojos. Yo simplemente me fui por el pequeño pasillo hacia la entra del baño de caballeros.

Cuando mi hermano cruzo la puerta de la izquierda para entrar al baño, mamá y yo lo observamos con desaprobación. Él hacia lo que quería con todos nosotros y lo peor es que se lo permitíamos. Yo preferí seguir jugando en mi móvil para hacer más llevadera la espera.

-Señora… -escuche una voz de hombre a nuestras espaldas y cuando me di cuenta, cinco tipos estaban rodeándonos muy disimuladamente,- haga silencio si no quiere que su hijo pequeño muera.

Al escuchar eso, mamá intento gritar pero el cañón del arma de fuego que en ese momento apuntaba a mi nuca la hizo replantearse esa idea. Mi móvil fue retirado de mis manos con rapidez y fue a parar al bolsillo de uno de ellos.

-Sígannos y le prometo que nadie saldrá herido –dijo el mismo tipo que había hablado antes.

Y antes de darnos cuenta, ambos estábamos caminando rápidamente por los pasillos atestados de personas que no se enteraron de nada. Mi mamá temblando ligeramente y yo deseando con todas mis fuerza que mi hermano llegara rápido a salvarnos.

Luego del shock inicial, el miedo se apoderaba de mí. Sentía una opresión en el pecho y me costaba respirar…

-“ Algo no está bien…”

Claro, ellos pueden que estén resentidos por la espera, pero de ahí a irse sin avisar hay una distancia grande. Claro que… podrían irse a la librería de al lado, pero Marta dejaría a Tommy en la puerta de esta para avisarme.

-“ Esto no es normal…”

¡Claro que no! Marta no se iría, Tommy mucho menos. ¿Qué demonios?

Fui a la librería y no los vi por ningún lado. Luego a la tienda de al lado y tampoco los vi.

-“¿Se fueron por propia decisión o fueron obligados?”

Busque mi móvil y llame a Marta. No responde. Llame a Tommy. Tampoco responde.

- “Se quienes son ellos y algo como esto no es algo que harían”.

Me regreso al punto de encuentro; la entrada al pasillo que lleva a los baños. Nada… no están ahí. Tampoco creo que sea un juego de esconderse de mí y aparecer gritando “buuuu ¿te asustaste?” como cuando era un niño y jugaba con ella, en aquellos días en que solo éramos ella y yo.

Saco mi móvil de nuevo, pero no voy a perder mi tiempo llamando. Existen otras funciones a parte de llamar y en este momento usare una de ellas.

Nos hicieron entrar a un ascensor y no dejaron que mas nadie entrara en el. ¿Qué es? ¿Robo? ¿Secuestro? Mamá tomó mi mano. Estaba fría y temblaba muchísimo. Su móvil comenzó a sonar. Seguramente era Andrés llamándola. Eso quiere decir que ya se dio cuenta que no estábamos.

-Le aseguro señora que si intenta contestar esa llamada, su hijo pagara las consecuencias –le amenazo el tipo que hasta ahora era el único en hablar.

-Yo… yo… tran-quilo… no hare nada –balbuceo ella asustada.- Por favor… no nos hagan nada –pidió con miedo en la voz.

-“Calma mamá, Andrés nos va a salvar” –intente decirle, pero las palabras no salieron de mi boca. Yo también tenía miedo, pero no podía demostrarlo o ella se pondría peor.

Su móvil dejo de sonar y unos segundos después, el mío, dentro del bolsillo de uno de ellos, fue el siguiente. La canción que usaba para Andrés resonó todo lo que quedaba de trayecto hasta el sótano.

-Déjalo que suene –le ordeno el tipo detrás de mamá al otro que saco el móvil de su bolsillo.- Nuestro objetivo es otro ¿para qué quieres esa baratija?

-¿Baratija? –le replico el tipo con mi móvil en la mano.- Se nota que no conoces de tecnología. Este bicho es de última generación. Ganare muchos puntos regalándoselo a mi hijo –añadió con una sonrisa de suficiencia, de lograr un objetivo casi imposible para otros. El otro tipo solo se encogió de hombros.

-“¡¡¡¡ES MÍO!!!!” –trate de decir, pero las palabras no lograban salir de mi boca. ¿Por qué tengo tanto miedo? Mi hermano seguramente no sentiría nada de miedo en una situación así. Pero yo… yo no soy él.

Solo soy un cobarde…

Bien… hecho todo lo que debía, voy caminando tranquilamente por pasillos llenos de tiendas. Hay un par de cosas que me interesan comprar antes de irnos a casa y creo que es la mejor oportunidad para hacerlo.

-Bien… si Marta y Tommy se fueron sin avisarme, ese es su problema. Ya hablare con ellos más tarde –me digo a mi mismo en voz alta debido a la rabia que podría sentir, mientras entro a una tienda. Voy bastante irritado y el tipo que tengo detrás de mi me escucha quejarme.- Si, seguramente se fueron porque yo les jugué una broma… que inmaduros por Dios –comentó yo negando con la cabeza acercándome al mostrador. Una chica de no más de veinticinco años me pregunta que deseo.- Eso –señalo un par de auriculares estilo diadema detrás de ella,- se lo voy a regalar a mi hermano como compensación –le explico sin ninguna razón en particular.- Y también quiero uno de esos –le señalo un par de lentes de sol, para mujer, bastante bonitos.- Esos se verán muy bien en mi mamá –le comento con una sonrisa. Ella me ve con ojos encantadores.

-Serán… -intenta decirme, pero yo la interrumpo.

-¡Espere! Deme uno de esos también por favor –ahora señalo un grabador de voz - ¿viene con baterías? –ella negó con la cabeza,- entonces deme las que necesito para su uso. Un amigo mío agradecerá que le lleve uno de esos y es bueno aprovechar la ocasión. Ya que estoy aquí…- ella tomo todo lo necesario y ya iba a decirme el precio de todo eso cuando la interrumpí:- Tranquila, eso es irrelevante –le comento con una sonrisa cómplice.- Tome –le hago entrega de la tarjeta. Ella hizo los trámites necesarios para la venta de todos los objetos y me los dio en sus bolsas con una sonrisa.- Gracias –un tipo detrás de mi esperando su turno para pagar se coloco en el mostrador con un protector para móvil.

Salí de la tienda y camine por los pasillos hasta llegar a unas escaleras de emergencia. Eran menos transitadas y eso era bueno ya que no me gustaba mucho la gente. La verdad no me gustan muchas cosas… pero eso era irrelevante en ese momento. Ahora lo que debo hacer es buscar a mi hermano y a mi mamá.

-¿Por qué demonios tarda tanto? –pregunto uno de los tipos con impaciencia.

-Lo está siguiendo por todos lados –le respondió otro mirando el móvil.- Acaba de salir de una tienda en donde compró regalos para estos dos –añadió con un gesto desagradable hacia mamá y hacia mí. Nosotros seguíamos sentados en el asiento trasero de un auto.- Debe ser fantástico tener tanto dinero que puedes gastarlo en cosas caras cuando te salga de las bolas –escupió a nuestros pies con indignación.

Cuando nos llevaron hacia el auto, vi que era el mismo que se puso impaciente cuando nosotros llegamos al centro comercial. A unos metros de distancia, el auto de mi hermano está estacionado con dos tipos apoyados en frente. Uno de ellos era el tipo que me quito mi móvil cuando bajamos. Estaba revisando mis cosas dentro del aparato y eso me hizo sentir molesto. ¿Pero que podría hacer yo? Ellos tenían armas. Cuando me obligo a colocar la contraseña, apunto a mi mamá con el arma para “motivarme” según me dijo.

-Está a dos pisos sobre nosotros –informo el del móvil.- Aun los está buscando. N nos mantendrá informados de todos sus movimientos.

-Dile a N que se acerque con cautela y le informe la situación –le ordeno el otro. Ese parecía ser el que mandaba.

-Lo ha perdido de vista –informo el otro palideciendo un poco.- Salió de la tienda y lo vio entrar por una puerta que lleva a unas escaleras de emergencia.

Eso pareció encender las alarmas de todos. Rápidamente quien yo creo era el jefe, se acerco a nosotros y nos dijo:

-Esperemos que tú otro hijo no quiera ser un héroe o las cosas se pondrán feas para ustedes dos –susurro con mucha amenaza en la voz.

-Ya lo encontró –informo el otro sin dejar de mirar el móvil.- Al parecer está revisando lo que compro lejos de la mirada de curiosos.

-Excelente. Dile a N que hable con él y diga los términos de todo. Es hora de movernos.

-Si, efectivamente los regalos funcionarán bien. Una buena noticia si de verdad quería que funcionaran mis disculpas. Si se fueron de escapada por lo que hice es porque son bastante inmaduros –dije en tono reflexivo para mí mismo, pero aun así en voz alta, en las escaleras, al terminar de revisar las compras.

-Ejem… disculpa amigo… -me dijo un tipo que bajaba por donde yo estaba hace unos segundos.

Seguramente era un tarado que debía estar perdido y tomando las decisiones equivocadas.

-Sí, dígame… -le dije con una sonrisa luego de guardar las cosas compradas y solo tener la grabadora de voz en la mano.

-Tenemos que hablar –me dijo en tono serio.

-¿Se encuentra perdido o algo así? –le pregunte con confusión en mi voz.- Suele pasar algunas veces ¿sabe? la gente hace cosas que no debería y no se da cuenta hasta que es muy tarde –la sonrisa de mi rostro casi se transforma en una mueca de maldad, pero eso pude evitarlo para no revelar nada.

-No se trata de eso –respondió él con seriedad pero algo receloso.

-Oh si… si se trata de eso –insistí yo con esa sonrisa en los labios. Una sonrisa que helaba la sangre. El palideció un poco.

-Espera… -intento decir él tratando de correr hacia arriba. Yo lo tome por una mano y lo hale hacia mí con fuerza.

-Muy tarde… cabrón infeliz –fue lo último que le dije antes de que las cosas comenzaran a suceder.  Y una sonrisa llena de maldad estaba en mi rostro y él temblaba de miedo.- Ahora mismo me darás la información que necesito para rescatar a mi familia.

-Tenemos que hacer algo –dijo mamá de pronto moviéndose en su asiento.- Estos tipos… no sabemos qué quieren… ¡podrían matarnos! –el miedo se reflejaba en su rostro.

-Mamá –murmure yo con desesperación – estoy seguro que Andrés hará algo.

-¡Pero ellos son más! –murmuro histérica.- Podrían matarlo.

-Mi hermano no morirá por algo así… ¡tú lo sabes mamá! Él… sabe cosas… ¡cosas! Puede defenderse y a nosotros –las palabras caían rápidamente. No quería que el miedo me enmudeciera de nuevo.

-¡Ustedes dos! ¡Cierren la puta boca! –rugió el tipo con el arma en la mano.

Mamá y yo nos sobresaltamos.

-Cierren la puta boca o si no… -me apunto con el arma en el pecho. Mamá gimió asustada.

-Por favor… ¿sí? Tranquilo… -intento apaciguarlo abrazándome con mucha fuerza mientras una de sus manos estaba extendida tratando de protegerme.

-Cállate puta… ¡cállate o te jugo que los mato a ambos! –nos grito algo fuera de sí.

-¡No le digas así! –grite yo con rabia

-¡¡Tomas!! –grito ella tapando mi boca.

-Cállate niño o serás el primero en morir –amenazó él con el cañón del arma en mi frente.

-¿Qué desea que hagamos con él, señor Andrés? –fue la pregunta que me hizo.

-Curarlo o al menos no dejar que muera –fue mi respuesta.

El tipo estaba inconsciente en el suelo mientras una persona lo atendía. En su rostro, moretones y golpes de mi parte y aunque no se vieran, su cuerpo también estaba lleno de ellos. Tome la grabadora de voz, la mire unos momentos y acto seguido la guarde en mi bolsillo apagada. La información que necesitaba ya estaba guardada en ella.

-Nosotros podemos ayudarle, después de todo es nuestro trabajo –me insistió él. Vestía como el típico agente de las películas. Todo de negro excepto una camisa blanca y una corbata roja.

-No hace falta –le replique yo.- Me encargare del asunto personalmente –tome las otras compras que estaban en el suelo- y les informare en unos minutos. Quiero absoluta prudencia –le ordene en un tono que no admitía replicas.- Esos imbéciles se atrevieron a poner en peligro a mi madre y a mi hermano y eso no voy a tolerarlo. Te voy a llamar en quince minutos y luego te daré instrucciones.

-Entendido señor. Ya hablamos con seguridad del centro comercial. –dijo él tomando un radio de onda corta.- ¿Cuál es la situación? –hablo al aparato. Se escucho un poco de interferencia antes de que le respondieran.

- Todo despejado… esperamos órdenes

-Mantengan su posición. El cliente quiere encargarse personalmente.

-Despejen el estacionamiento y dejen que yo me encargue del resto –ordene yo.- Habrá una masacre y no quiero testigos de nada. ¿Tenemos acceso a las luces del lugar? –pregunte.

- Positivo –respondió otra voz por el aparato.

-Quiero que las apaguen en siete minutos exactos y las enciendan un minuto después ¿entendido? –di la orden mirando mi reloj.

- Entendido señor –fue la respuesta de la segunda voz.

Yo baje las escaleras pensando un poco en lo que iba a ocurrir a continuación. Tenía un móvil en la mano que no era el mío e iba escribiendo en el.

-Llegaran en unos minutos –informo el tipo del móvil al sujeto del arma. –Al parecer está desesperado y asustado –ambos riendo con burla.

¿Desesperado? ¿Asustado?

No… imposible. Andrés no podía sentir nada de eso…

Mamá y yo nos observamos al mismo tiempo entendiendo y tragamos saliva. Esa era una señal de Andrés para decirnos que todo saldría bien. Entonces hicimos lo que alguien en esta situación. Nos abrazamos con fuerza esperando.

-Ay… míralos… tan desesperados y asustados como el otro –dijo el jefe con sadismo en la voz.- ¿A qué pensaban que el otro iba a venir y rescatarlos? –pregunto en un tono infantil.- Pues, no… viene hacia acá todo temeroso. Me pregunto si lo veremos llorar –ambos rieron crueles.- Dime puta… ¿tu hijo mayor es un hombre o un llorón? –mamá no le dijo nada.- ¡Responde! –grito él con ira.- Ven acá –con un brazo tomó a mamá y la saco del auto –tu quédate ahí –me amenazo con el arma.- Dime… ¿tu hijo llora? Me gustaría verlo llorar. Antes se veía muy altanero cuando nosotros veníamos entrando.

Mamá solo podía gemir con miedo. Sabiendo que Andrés venia, ella evitaba que la situación empeorara. Pero al parecer ese tipo deseaba que ella hablara.

-¡Habla puta! –le ordeno poniéndola de pie forzadamente.- ¡Habla! -y como ella no dijo nada, él le dio una fuerte bofetada.

El golpe resonó en todo el lugar junto a las risas de los otros tipos.

-¿Sabes…? –una voz llego desde la entrada/salida de las escaleras de emergencia.- Golpear a una mujer enfrente de sus hijos y además llamarla puta en repetidas ocaciones es una completa falta de respeto.

¡¡¡Andrés estaba ahí!!!

Los tipos se pusieron en guardia para evitar cualquier cosa, pero en ese momento las luces se apagaron dejando el lugar en una enorme oscuridad.

Lo último que pude ver fue al tipo sosteniendo a mamá y apuntándole en la sien.

-¡La voy a matar! –grito el tipo.- ¡Te juro que si te acercas la voy a…!

-No, no lo harás –la voz de mi hermano llegaba muy cerca, como si estuviera a mi lado.

Escuche un grito masculino, un alarido de dolor, lo que parecía un hueso romperse y un cuerpo cayendo pesadamente en el suelo. No lograba ver nada, pero sabía que Andrés estaba a mi lado.

-Tommy, ven acá… -me dijo tomándome por el abdomen. La luz seguía sin regresar, pero parecía que él conocía el camino. Llegamos al sitio de nuestro auto en el preciso momento en que las luces se encendían de nuevo. El abrió la puerta del piloto y a empujones nos metió dentro. Mamá estaba al borde de un colapso- Quédense aquí. Toma –me dio una caja y su móvil.- No quiero que escuches nada de lo que va a suceder a continuación –dentro de la caja unos auriculares nuevos,- dale esto a mamá, no quiero que vea nada de lo que ocurre –unos lentes de sol de mujer bastante grandes fueron le fueron colocados a mamá.- Tápale los oídos y no importa lo que ocurra, no salgan por nada del mundo.

-Pero… aquí… habían dos tipos –intente decirle al tiempo que tomaba los lentes y se los colocaba a mamá.

-Corrieron a ayudar al que acabo de abatir, tal cual era el plan, despejando mi camino. Mi prioridad era ponerlos a salvo – tomo su móvil y me lo tendió.- Entiendo que te quitaron el tuyo. Coloca cualquier canción que quieras y escúchala para calmar los nervios- cerró la puerta y esta dio un sonido raro. Del otro lado, mi hermano señaló mis oídos y los auriculares. Yo me apresure a colocármelos y a tapar los odios de mamá. Ella estaba consciente, pero el miedo que aun sentía no la dejaba reaccionar.

Yo me acerque a donde estaban todos reunidos en torno al herido.

-Bien… han traumado a una mujer inocente y a su hijo menor y también han perturbado la paz que tanto me gusta. Eso merece un castigo –les informe al tiempo que tomaba un par de guantes de cuero negro de uno de los bolsillos de mi pantalón.- Entenderán que eso no puede ser perdonado ¿verdad? –me puse los guantes sin dejar de mirarlos. Ellos me apuntaban con sus armas, excepto el tipo inconsciente en el piso.- El estará bien, deberían preocuparse más por ustedes mismos –y de nuevo esa sonrisa mía, la que refleja todo lo podrido de mi alma, se asomo mi rostro.

-Te vamos a matar –me dijo uno de ellos a modo de amenaza. Yo no le hice mucho caso.

-Hoy fue un día de mierda –comencé a relatar yo. Ellos me miraron confusos.- Primero me toco ir de compras en la mañana ¡un día domingo!, luego veo una pésima adaptación de una gran novela ligera (luego hecha manga) ¡y ahora un montón de imbéciles se atreven a joder a mi familia! Eso sobrepasa por mucho lo que puedo tolerar en un solo día. Al menos tendré el placer de drenar toda la ira y frustración en ustedes. Así que… ¿Quién quiere ser el primero en morir? –les pregunte suavemente pero con amenaza en la voz. Me terminé de colocar los guantes- ¿Cómo fue que él lo llamo? Ah sí… Modo Genocidio… pero no… en español no suena bien… mejor que sea en ingles –y la sonrisa de psicópata de mi rostro se acentuó al decir las palabras.

-Genocide Mode –la voz sonaba fría y distante, casi como si quien lo dijo fue un mostro y no un ser humano.

Fue lo último que ellos escucharon antes de que comenzara la masacre.

¿Cómo describir lo que ocurría?

No había forma. ¡Mi hermano estaba dándoles una paliza a todos ellos! ¡Eso no era una pelea! ¡Era una masacre en toda regla!

Observe como trataban de huir, pero era en vano. No se le escapaba ni uno de ellos. Incluso hubo un momento en el que uno de ellos logro llegar al auto donde mamá y yo estábamos resguardados, intento con desesperación abrir la puerta, quizá para usarnos de nuevo como rehenes. Yo me moría del susto y no me podía mover y entonces…

Cuando intentar abrir la puerta no funcionó, él disparó.

Si, él disparó. Pero el cristal resistió el impacto sin dañarse un poco si quiera.

Antes de que se diera cuenta de lo que pasó, mi hermano lo tomó por la camisa con fuerza y lo arrojo al piso, acto seguido, le dio una serie de golpes en el costado y el abdomen con mucha velocidad. Comenzó a sangrar pero eso no impidió que Andrés le golpeara con más fuerza aún.

Dejo de golpearlo y se levanto mirándome un segundo, sus ojos reflejaban ira y rabia, estaban inyectados en sangre y daba miedo verlos. Miro a su izquierda y dio un salto sobre el techo del auto llegando al otro lado y tomando a otro tipo que intentaba huir. Le dio el mismo tratamiento que al anterior y este sí que grito con fuerza. Lo dejo tirado medio inconsciente en un charco de sangre y fue por otro. Ellos no sabían qué hacer, tenían a mi hermano moviéndose tan rápido que los confundía y no podían hacer mucho.

Uno de ellos tomo un bate de baseball de madera de su auto y antes de que intentara golpearlo, mi hermano se lo quito y lo golpeo en la espalda con su propia arma. El impacto fue tal que la madera no resistió y se se partió en dos. El tipo grito con mucha fuerza (claro, yo no podía escuchar, pero lo intuía por lo que veía) y se desplomo en el suelo sangrando.

Uno a uno, todos fueron vencidos y terminaron inconscientes en el suelo.

¡Era un salvaje! Ya estaba enterado de que algo así paso una vez, hace muchos años, y por eso mamá le temía un poco, pero hasta ahora lo vi con mis propios ojos y la verdad solo podía desear algo.

¡Ahora más que nunca deseo ser como mi hermano!

Yo… quería aprender eso. No ser un cobarde consentido y defenderme.

- Tomas… - dijo una voz en mis oídos. Yo di un respingo por lo inesperado de la situación. Tenía los nervios a flor de piel- Calma… soy Angel. Me estoy comunicando por el móvil de Andrés. No, no estás loco. Esto es una llamada directa que no necesita ser atendía. Solo cae y ya, tenemos la tecnología para eso. –fue bueno que explicara eso, pues yo no recordaba responder a ninguna llamada.- Tu hermano se está encargando de todo, así que hazle caso y todo saldrá bien. Ya va en camino personal médico que atendera a la tía Marta porque me imagino que ella debe estar entre desmayada y consiente. Ahora bien… te voy a explicar un par de cosas y el porqué tu hermano está haciendo lo que hace –su voz estaba serena, pero aun así yo estaba nervioso.- Lo que tienes que entender es que tu hermano en este momento no está en sus cinco sentidos. El estrés tiene diversos resultados en él y créeme, todo lo estresa –soltó una risita.- Pero mientras sea capaz de drenarlos, todo está bien. Pero te advierto, no trates de salir del coche, aunque igual no podrías ya que solo nosotros podemos desbloquear el modo de seguridad que tiene en este momento. Dentro del auto estarán bien la tía Marta y tú. Esta blindado y extremadamente protegido, ni aunque explote una bomba cerca suyo ese auto se va a mover.

-Sí, lo acabo de ver –respondí yo.-Uno de ellos disparó y no le hizo el menor daño al cristal.

- Muy bien –me dijo en un tono algo infantil, como si yo fuese un niño pequeño a quien le decían que dos más dos es cuatro.- Cuando esos tipos estén masacrados en el suelo, tu hermano avisara a unas personas que llegaran al lugar. Ellos se encargaran del resto, pero por favor, espera a que tu hermano se tranquilice antes de tratar de acercarte a él o de verdad podría hacerte daño. Tu hermano te hará una seña con la mano, la mano cornuta, esa que se usa en un concierto de rock ¿sabes cuál es?

-Si… lo sé…

- Exacto… muy bien –seguía hablando en ese tono infantil. Joder, que tengo casi dieciocho años.- Cuando te haga esa señal, sabrás que todo está bien y podrás salir del auto. Cuídate por favor. Yo me despido y…

-¡Espera! Yo… no te vayas ¿sí? –le pedí yo sin saber muy bien porque. Angel y yo no nos llevábamos nada bien, pero joder… escucharlo me calmaba bastante. Él solo suspiro al otro lado de la línea.

- Tomas… sabes tan bien como yo que no somos amigos y no me corresponde estar contigo en momentos como este –me dijo tajante.- Solo quería infórmate para calmar la situación un poco. Me preocupa la tía Marta. Ya dicho lo que debía, me retiro. Tengo asuntos que atender. Adiós.

Y antes de que yo pudiera decir algo más, él cortó la llamada.

-Vaya… definitivamente Angel conocía mejor a mi hermano que yo.

Ese pensamiento me dejo un sentimiento de tristeza en el pecho.

-¿Te encuentras bien? –le pregunte a Tomas. Mamá ya estaba siendo atendida por el personal capacitado para ello.

-Yo… yo… -él balbuceaba temblando aun.

-Calma… -intente decirle, pero no sirvió de nada.

Se inclino en el suelo de pronto y comenzó a vomitar.

-Eso fue desagradable… -comente con asco.

-Señor… tenemos detenidos a todos los responsables ¿Qué hacemos con ellos? –me pregunto el tipo trajeado con la corbata roja.

-Llévelos a las instalaciones y pongan a su disposición todos los cuidados médicos –respondí.- Todo corre por mi cuenta. Sus honorarios serán transferidos a la brevedad posible.

-Entendido. En cuando a los honorarios, el señor Angel ya se encargo de ello –dijo él y se retiro dando órdenes a diestra y siniestra.

-Vaya con el adivino ese… -dije yo con sonra mientras Tomas seguía jadeando inclinado en el suelo.- Después le regreso su dinero, si no lo olvido.

-Señor… su madre está despertando –me informo una mujer vestida de traje pero con guantes quirúrgicos en ambas manos.

-Déjenla aquí en el auto. Yo me encargo del resto.

-Entendido señor.

Espere a que todos se fuesen y decidí hablar con ellos dos. El estacionamiento, hace unos minutos atestado de personas, estaba completamente vacío excepto por nosotros tres. En pocos minutos, llegarían las personas dueños de los autos a retirarse. Les dijeron, a modo de disculpa, que el estacionamiento estaba presentando un ligero problema con la electricidad y debían esperar ya que era peligroso entrar ahí con cables en el suelo.

-¿Estás bien? –le pregunte a Marta.

-Si… algo aturdida. Esa cosa que me inyectaron me tiene en el limbo –me explico ella.- ¿Tú como estas?

-Eso no tiene importancia –casi sin darme cuenta, estaba acariciando una mano con la otra. Los guantes tienen una función, pero también un límite. Sentía algo de dolor en los nudillos.- Tommy –dije mirando por el espejo retrovisor,- sobre lo que has visto.

-No importa… Angel ya me explico –me respondió él.- Me llamo mientras tu… hacías lo que hacías… -añadió al ver que Marta y yo mirábamos sin entender.

-Ya veo… -dije yo en voz baja sin mirarlos. Sopesando lo que quería decirles -¿Saben? Tienen la opción de olvidar lo que hoy ocurrió… si lo desean.

-¿Cómo es eso? –pregunto Tomas sin entender.- Yo no quiero olvidar nada.

-Yo tampoco –replico Marta incorporándose en el asiento.- Quiero saber todo lo que le ocurre a mis hijos –añadió con convicción.

-Solo era una opción –dije yo encendiendo el auto.- Si no lo desean, es su decisión. Ahora, vámonos a casa. Fue un día muy largo y deben descansar–una sonrisa condescendiente asomaba mi rostro.

En un lugar conocido solo por la gente correcta, el tipo de la corbata roja observaba, por medio de un cristal, una habitación en donde siete tipos acostados e inconscientes, todos ellos con vendajes y cubiertos por sabanas blancas de hospital. A su lado, una mujer le informaba la situación.

-… y ya se les fue suministrado el tratamiento –concluyo de explicarle.- Deberían despertar en pocas horas. Aunque les dolerá todo, estarán bien.

-Pobres infelices –replico él alejándose del cristal.- Mira que meterse con un tipo tan peligroso como ese… -añadió con desdén.- Tenemos ordenes. Hay que mantenerlos vivos.

-¿El cliente especifico la razón? –preguntó la mujer anotando algo en su tableta electrónica.

-Ninguna. Dijo que ya nos informara luego. Su prioridad era rescatar a esos dos civiles –respondió el hombre.- Ahora toca mucho papeleo… -se quejo mientras ambos iban por un pasillo.

-Al menos no tuvimos pérdidas de recursos –comento la mujer.- Él mismo se encargo de todo.

-No te creas que fue un favor hacia nosotros –replico el hombre.- Fue más bien algo propio de su naturaleza. Diría que incluso nos llamo solo para hacer la limpieza del lugar –añadió el hombre con algo de desagrado en la voz. La mujer lo observo sin decir nada.- Debo informar de todo esto al señor Orlando… será una larga noche – le dijo entrando por una puerta.

-Hermano… -dijo Tommy dudando,- ¿Podrías… podrías enseñarme a pelear como la haces tú? –Marta lo miro escandalizada ante tal petición.

-¡Tomas! No creo que… -intentó decirle ella. Yo la calle con un gesto de mi mano.

-No creo que pueda –Marta, mal interpretando mi respuesta, me miro aliviada.- Pero… se de alguien que podría hacerlo. Pero para ello debes ser mayor de edad y saber que de verdad quieres aprender. No es nada fácil llegar a luchar de esa forma y en mi caso, tengo algunas cosas que juegan a mi favor. La ira por ejemplo, la uso como combustible, pero todos aquí sabemos que la cantidad de ira que yo soy capaz de sentir no es normal –suspire un poco y continúe.- Por ahora, no creo que Marta te deje ir, pero cuanto tengas la mayoría de edad y ella no sea capaz, legalmente hablando, de retenerte, ven y dime de nuevo que deseas aprender a pelear.

-¡Andrés! –gritó Marta.- No puedes…

-Por ahora –le interrumpí yo,- pero él ya casi es mayor de edad. No puedes retenernos para siempre Marta –añadí con frialdad. -Él, al igual que yo, se irá un día de casa. Es lo normal. Acéptalo. Tu vida será más fácil si lo haces –añadí sin piedad en la voz.

Ella me miro con mala cara, pero no dijo nada más, pues sabía que yo decía la verdad.

-Por ahora, solo puedo darte esto –de la guantera del auto saque una pequeña caja de cartón. Dentro, encontré lo que buscaba. Una tarjeta de presentación con algunos datos.- Busca a esta persona, se llama Alberto. Él podrá ayudarte a estar en forma si deseas aprender algunos movimientos básicos y luego estarás mejor preparado para lo que vendrá en el futuro.

Él la tomo con rapidez antes de que Marta hiciera el intento de quitársela. Hizo amago de sacar su móvil, pero recordó que no lo tenía en el bolsillo.

-¡¡Mi móvil!! ¡Uno de ellos me lo quito! –gritó recordándolo.

-Lo sé, me lo dijeron –dije al tiempo que buscaba en mi bolsillo derecho.- Toma. No lo pierdas de nuevo… después de todo fue un regalo mío, especialmente para ti ¿vale?

-Yo… gracias –respondió él con algunas lagrimas. Seguramente pensaba que nunca más lo vería de nuevo.- Espero que ese tipo no me haya revisado mucho mis cosas…

-Bueno, solo iba a encontrar porno –bromeo Marta riendo un poco, como para enfriar un poco los ánimos. Yo hice lo mismo.

-¡Mama! –gruño Tommy abochornado. El rubor llego a su rostro.

A pesar de todo, ambos estaban más calmados y eso era lo importante. Está bien, no tengo la capacidad de sentir un mínimo de sentimientos por nadie, pero ellos eran mi familia consanguínea. Mi madre y mi hermanito menor. Por más que no sintiese nada por ellos, era mi deber protegerlos si la situación lo ameritaba y yo cumpliría con eso hasta las últimas consecuencias.

-¡TOMA! –grite con rabia y le arroje las llaves del Tanque a la cama. En mi otra mano tenía una serie de documentos- ¡Desmantela esa mierda de auto! No creo que Orlando se moleste por eso –él estaba leyendo un libro cómodamente acostado.

-¿Cómo estás? –pregunto Angel tomando las llaves y levantando la mirada. Cerró el libro y se sentó en un borde de la cama. Me miraba muy atentamente.

-Me siento liviano. Fue mucho mejor que cuando lo hago contigo. Supongo que es porque a pesar de todo, contigo me suprimo un poco para no matarte.

-¿Alguno de ellos murió? –pregunto él bastante indiferente. Supongo que su único interés era el de estar informado, pero por esta vez no se preocupaba por la vida de otros.

-Deberías saberlo ¿no? –dije yo con sonra.

-No he mantenido el contacto con nadie de la central –explico él.- Solo me comunique para decirles que sus honorarios ya estaban transferidos. Lo demás, te toca hacerlo a ti.

-Ya hablare con ellos luego.

-¿Qué planeas hacerles? –pregunto él con una sonrisa que denotaba ansias y curiosidad.

-Tú tienes tu forma de hacer aliados, yo tengo la mía –respondí yo antes de irme a la habitación de al lado.

-Aun no llega. Quizá no venga hoy o quizá venga en la madrugada –me dijo él antes de tocar la puerta de la habitación de Víctor.

-Aun no es tan tarde… ¿hay algo para cenar?

-Sí, luego de lavar los coches, hice algo rápido para los tres –me informo él levantándose de la cama.

-Que bien… me muero de hambre –admití sin darle importancia.- Espera… -dije antes de irme, -¿lavar los coches? ¿Qué no deberías estar estudiando para los exámenes de esta semana?

-No soy un imbécil que deje sus asuntos para la ultima hora –replico él algo ofendido.- Hace semanas que ya tengo todo eso en mi memoria.

-¿Si eres tan inteligente como dices, por que fuiste ayer a estudiar con tus amigos? –le pregunte para provocarlo. El tono cizañero era muy evidente. Algo de burla también se asomaba.

-Porque es algo realmente útil si se sabe aprovechar –respondió él acostándose de nuevo y abriendo el libro.- Sabes… la forma del narrador no fiable de El asesinato de Roger Ackroyd es interesante –añadió mirando el libro en su mano.

-Lo sé –respondí yo,- he hecho uso de eso en algunas ocasiones.

Fue lo último que le dije antes de irme a mi habitación. Una sonrisa se dibujaba en mi rostro.