Una historia interesante 20

Recordar puede ser bueno para muchos, sin embargo, a veces no es bueno recordarlo todo. Una disculpa por la tan larga espera.

-Si hay algo que debes entender, es que nosotros los hombres somos extremadamente pervertidos –le dijo él sonriendo con superioridad.- El deseo sexual puede nacer a cualquier edad. Seas niño, adolescente, adulto o anciano, siempre se encuentra algo que despierte el morbo.

-Las mujeres también lo somos –comentó ella.

-Claro que lo son –respondió él riendo,- pero en las mujeres existen niveles de intolerancia que no están en los hombres.

-Explícate –exigió ella.

-Mi querida amiga… eres lo suficientemente inteligente para entender lo que estoy diciendo –respondió él en tono dulce. Pero como ella no comentó nada, continuó.- Es fácil: las acciones de las féminas dependen mucho de la opinión de los otros. Las mujeres siempre serán condenadas si o si por la sociedad. En cambio los hombres no tenemos ese pequeño inconveniente…

-Eso es tan… -intentó decir ella.

-¿… cierto? –preguntó él interrumpiéndola.

-¡Machista! –chilló ella. Él no pudo evitar reír.- Iba a decir machista…

-Pero sabes que digo la verdad… -se defendió él sin dejar de reír.- Desde los inicios de la sociedad, la mujer es condenada –añadió con seriedad.- Una tontería si quieres mi opinión, pero eso es tema para otro momento. Dejemos la batalla de los géneros y enfoquémonos en lo que quiero contarte.

Pero aun así, él no dejaba de reír con suficiencia.

-Lo que debes entender es que los hombres somos unos pervertidos desde siempre -repitió él riendo.- ¡Desde siempre! -añadió enfático.

-¿Me vas a contar o seguirás riendo? -le preguntó ella impaciente mientras él aun reía.

-Solo es una aclaratoria para que no te sobresaltes y te sorprendas durante la historia que voy a contarte -aclaró él sin dejar de reír.- Bien, comencemos –respiró profundo y continuó.- Imagina a un niño con muchísimos complejos, bajo de estatura, con una depresión causada por problemas personales (que aquí no vienen al caso) y que le generaba una enorme ansiedad que intentaba ocultar con comida, lo cual hizo que aumentara escandalosamente de peso, y atrayendo hacia él una cantidad nada saludable de burlas y recriminaciones por parte de las personas que estaban a su alrededor. Aun así, deseaba poder experimentar aquello que se decía era fabuloso y especial: el sexo.

-Vaya… suena a una bomba de tiempo. Un chico así es un blanco fácil para cierto tipo de personas –razonó ella algo pensativa.

-Claro… un blanco muy fácil ¿verdad? –concedió él sonriendo con algo de malicia.

.......................(O)....................

-¿Y si me duele? La última vez me dolió por días -preguntó el chico asustado ante la idea del hombre que estaba desnudo junto a él, en la cama.

-Esta vez seré más suave, lo prometo -aseguró el hombre con impaciencia.- Quiero hacerte lo que tanto deseas muchacho: saber lo que se siente un güevo en el culito.

-Sí, lo sé pero... tengo miedo -dijo Ángel algo asustado mordiéndose el labio inferior.

-Te voy a tratar bien –casi rogó él otro. - Lo prometo.

El hombre se acostó todo lo largo en la pequeña cama de Ángel. Su pene se observaba erecto, largo y grueso, como el mástil de un barco. Tomó al chico por las axilas y lo sentó en su abdomen mirando su espalda.

-Chúpalo un poco para lubricarlo anda -le pidió el hombre con lujuria en los ojos.- Hazlo como tanta veces antes. Me encantan tus mamadas -añadió con deseo.

Desde hace casi un año Angel y él comenzaron esta especie de relación prohibida. Él era amigo de toda la vida de la madre de Angel y aunque sabía muy bien que no debería hacer esto, se dejó llevar por lo que deseaba su cuerpo. Ese pequeño inocentón, un adolescente bajito, inteligente y algo subido de peso, pero aun así hermoso de alguna forma, con esos anteojos de montura cuadrada, era su manzana prohibida y él cayó en la tentación. Hasta ahora lo único que hacían eran besos, caricias y mamadas. Una vez intento penetrarlo, pero el dolor de Angel fue tan grande que incluso ambos se asustaron, pensando en que tal vez lo desgarro por dentro. Luego de revisarlo y constatar que no había daño (pasando el susto inicial) intentó un par de veces ese día y los meses venideros, pero Angel no se dejaba por miedo, así que tuvo que conformarse con mamadas y eyacularle en medio de las nalgas deseando poder meter su verga dentro del chico culminando lo que ambos deseaban.

Sintió como la boca de Angelito succionaba el glande como queriendo sacarle todo desde ahí, para luego bajar por el tronco y llegar a la mitad llenándolo todo de abundante saliva. Ya que el joven estaba inclinado, el hombre tenía una vista del culo que pronto penetraría, así que se llevo la mano derecha a su boca y escupió un poco para posteriormente meter un dedo ensalivado en el virgen y rugoso ano. Angel dio un respingo de sorpresa y apretó ese dedo como deseando que no se fuera. Él hombre comenzó a meterlo lentamente y sacarlo mientras el otro chupaba con fuerza su güevo.

-Esto ya está listo -le dijo cuando su dedo entraba y salía sin ningún problema. -Ven acá -le dijo tomándolo de los hombros y rotándolo sobre su abdomen. Quería verle la cara mientras lo penetraba.

-Con cuidado por favor -pidió Ángel.

-Eso depende de ti. Tú controlaras todo -le dijo él hombre en voz baja.- Yo no me moveré hasta que tu estés completamente sentado en mi.

Entonces puso en contacto el glande con los pliegues anales y presionó poco a poco hasta que el agujero se abrió dando paso a la punta del glande. Respiró profundamente por la abertura y se quedo unos segundos esperando, él hombre estaba soportando la tentación de penetrarlo ahí mismo hasta el fondo, pues si ya estaban en ese camino, no quería dañar el momento. Algo le decía que en breve, estaría hondo en ese culito, así que también respiro profundo y aguantó la tentación.

Poco a poco, deteniéndose ocasionalmente y haciendo muecas de dolor y placer al mismo tiempo, Angel pudo finalmente sentarse en el abdomen del hombre. Algo que ambos celebraron con un gemido.

.......................(O)...................

-¿Y luego qué? -preguntó ella ya que Angel se quedó en silencio.

-Bueno, poco a poco fui bajando hasta que efectivamente estaba sentado en su abdomen -respondió Angel con una media sonrisa.- Y, aunque te sorprenda, no me dolió casi nada. Creo que entre mi deseo de ser penetrado y el hecho de colocar mucha saliva ayudo con eso -añadió soltando una risita.

-¿Qué edad tenías? -no pudo evitar preguntarle ella.- Casi se podría decir que te presionó.

-Y lo hizo -aceptó él,- pero yo lo deseaba muchísimo y además, era algo así como un plan.

-No te entiendo –dijo ella confundida.

-Bueno, al negarme muchas veces solo aumente su deseo por mi y cuando por fin logramos hacerlo, hacerlo bien –añadió con énfasis-, él estaba eufórico y muy excitado -explicó Angel. Rio un poco antes de continuar- ¿Te cuento algo curioso que sucedió ese día?

-¿Qué? -pregunto ella muy curiosa.

-Ese día no pudo completar la cosa... no pudo llenarme como deseaba -y comenzó a reír.- Mi mamá casi nos atrapa -ella abrió los ojos sorprendida.- Llego mientras él levantaba sus caderas y me hacia rebotar en su vientre. No tienes idea de cómo tuvimos que movernos de rápido para aparentar normalidad. Si yo no hubiese escuchado la puerta abrirse, seguramente nos encuentran en el acto.

-Mierda Angel... qué cosas te han pasado -ella reía por lo bajo ante semejante historia.

- "Y eso que no te lo he contado todo" -pensó él. Omitió responderle la edad a propósito y cambió de tema muy sutilmente. Aunque sabía que tarde o temprano ella preguntaría eso de nuevo.- Bueno… muy bien, te voy a seguir contando –ella lo miraba impaciente.

.......................(O)...................

Todo comenzó unos meses antes de ese día. Miradas inquietas, de doble sentido, con deseo. El hombre dudaba, a veces lo miraba confundido, pero un día se decidió a dar el paso, superar el miedo inicial que lo embargaba. Al ser mayor, no estaba bien visto que se involucrara de esa forma con quien era apenas un adolescente, pero su voluntad fue mermada por el deseo. Y un buen día, cuando estaban solos en la casa, pues Miriam estaba junto a David, Laura y la abuela en el súper (Angel no pudo ir porque debía estudiar para un examen), fue a visitarlos.

Angel, molesto por la interrupción, fue a recibirlo de no muy buenas maneras y cuando él, Angel, le dijo que Miriam no estaba, el hombre vio su oportunidad. Con la excusa de esperarla, logró entrar a la casa y entablo una corta pero animada conversación con Angel. Utilizó un tema favorito en Angel: los dibujos animados, y partiendo de ahí, logro conversar mucho tiempo mientras buscaba la forma de acercarse. Ya fuera porque la suerte estaba de su lado, o porque Angel entendió sus intenciones (era un chico muy inteligente para su edad), en un momento de la conversación, el niño se sentó a su lado muy junto en el sofá de la sala. Y lo demás vino por si mismo…

Cuando se quiso dar cuenta, Angel estaba en su propia cama, aun con la ropa, besándose con ese hombre mucho mayor que él. Luego de eso, se desnudaron y Angel vio su miembro, mucho más grande que el suyo, y se quedo sorprendido al verlo. Totalmente erecto, caliente al tacto y muy duro, Angel trato de metérselo en la boca (sabia que debía hacer eso ya que para ese momento había visto algunas películas para adulto a escondidas) y el hombre le guió en lo que debía hacerle con esa boca, ya que hacia su primera mamada. Ese día trato de penetrarlo, pero cuando lo intento, el grito del pequeño fue tal que ambos se asustaron un poco y desistieron de la idea. Se conformo con eyacularle en medio de los glúteos.

Y así fue por los meses siguientes.

Cuando tenían oportunidad, sus encuentros eran solo mamadas entre ambos y tocamientos íntimos. El hombre trato un par de veces de convencerlo, pero Angel era reacio y terco en su negativa. Hasta que al final, luego de unos meses, por fin cedió a la insistencia del hombre.

Logró, luego de mucha saliva y dilatación previa, penetrar al niño. Algo que deseaba enormemente. Al final de esa tarde, Angel estaba sentado en su cintura totalmente penetrado por él y eso fue algo que le dio más ímpetu. Las ganas de penetrarlo con fuerza apenas las soporto, pues no quería dañarlo y perder la oportunidad, de igual forma ya vendría otros días para eso. Ese día, casi son descubiertos, pero lograron salvarse por un pelo.

En los meses siguientes, Angel no tuvo tanta suerte. Como ya estaba dilatado, y deseoso de güevo, el hombre le hizo cosas que volvieron loco al chico. Su culito recibió en todas la posiciones conocidas todas las atenciones que el hombre podía darle y fue llenado de leche hasta dos veces en un mismo día.

.......................(O)...................

-Siento que estás muy orgulloso de eso –dijo Daniela ceñuda.

-Te sorprende ¿verdad?

-Mucho. Normalmente es el adulto quien incita y seduce al chico confundido.

-En este caso nos seducimos mutuamente, créeme –comento Angel con una sonrisa de nostalgia. En ese momento llegaban a su destino. La persona que los esperaba estaba sentada en un banco de piedra leyendo de un cuaderno.

-Mira, Andrea está ahí esperando -dijo Daniela de pronto señalando.

- “Ya la vi idiota” –pensó Angel exasperado.

Angel condujo la distancia que los separaba de Andrea rápidamente. Estacionó y quitó el seguro de la puerta trasera para que Andrea entrara en el auto.

-Hola Angel -saludó Andrea al sentarse y cerrar la puerta,- gracias por venir a buscarme. Hola Dani, espero estés bien -saludo a su amiga con una sonrisa. Ambos, Daniela y Angel, le regresaron el saludo, pero ninguno de los dos siguió hablando del tema en cuestión. Solo intercambiaron una mirada cómplice y rieron un poco. -¿Que pasó, de que ríen? -Andrea estaba algo confundida.

-Estábamos hablando del inicio de algo ¿Verdad Dani? -preguntó Angel mirándola por un segundo.

-Eh... si, de eso... -respondió ella sin entender las intenciones de Angel, pues el mismo le hizo prometer que no diría nada de lo que le iba a contar.

-¿Cual inicio? -preguntó Andrea. Daniela vio a Angel algo inquieta

-De nuestra amistad, la de Dani y mía -respondió Angel sonriendo.- ¿Nunca te han contado esa historia? -añadió mirándola por el espejo retrovisor interno. Daniela sonrió algo apenada.

-No, la verdad no -respondió Andrea.- Aunque tengo entendido que fue un accidente muy comentado. Yo no estaba en la facultad por aquella época así que no sé nada -se quejó ella.

-Fractura del tabique nasal –repuso Angel.- Oh si, muy doloroso y como bien dijiste, accidentado.

-Bueno, que sea Angel quien te cuente, pues yo estuve desmayada casi todo el tiempo –explicó Daniela

-A ver… yo la golpee, en la nariz… con mucha fuerza –explico Angel.- Estábamos Carlos, Alejandro, Eduardo y yo entrando por la puerta superior del auditorio para una clase de Anatomía y bueno, se hizo el típico atasco mañanero ya que el grupo de tercer año quería salir mientras que al mismo tiempo el grupo de primer año quería entrar. Un desastre.

“De pronto nos encontramos atrapados en un mar de gente que no se podía mover y no dejaba que nosotros nos moviéramos. Cuál es mi sorpresa que de pronto Andrés llama a mi móvil y cuando trato de tomarlo del bolsillo ¡sorpresa! Las llaves y los auriculares conociéndose íntimamente en un abrazo muy intricado –Daniela se rio un poquito- y el iPod bloqueando el acceso a mi móvil ¡en un descuido garrafal puse todo eso en el mismo bolsillo! ¿Qué hace una persona normal en esa situación? Pues, da un tirón con mucha fuerza tratando de sacarlo todo al mismo tiempo, con un reducido espacio ya que estoy rodeado de mucha gente, y ¡zas! Logro sacarlo todo, pero con más fuerza de la debida.

“Fue con tanta fuerza que mi mano, sosteniendo el iPod, se fue hacia atrás con tanta velocidad que impactó con la persona detrás de mí, que no era más que esta nena –señalo a Daniela mientras ella asentía y reía. Andrea se cubrió la boca con las manos.- Cayó inconsciente a mi lado y pude sostenerla en el aire con un rápido movimiento. El chico que estaba al lado de ella gritaba, pero yo no lo escuchaba. Mi preocupación era el daño de la chica cuya nariz sangraba profundamente debido a mi golpe. ¿Qué hice entonces? Pues a empujones quite de en medio a la gente que me rodeaba, mis amigos incluidos, y corrí a una enorme velocidad hacia el hospital cargando inconsciente a esta pobre muchacha victima de mi puño –añadió en un tono de dramatismo.- Pisándome los talones estaban mis amigos y el amigo de ella, pero eso no me importaba lo más mínimo. Mi única preocupación era ella ¡sangraba profusamente!

“El caso es que llegue a la entrada de hospital, esa que queda justo cruzando una calle de nuestra escuela –aclaró.- Y para cuando fui consciente de mi mismo, ya estábamos en la emergencia del hospital. Una enfermera se apresuro a ir en mi dirección y, con mi ayuda, coloco a Dani en una camilla. Los otros miraban todo algo asustados, Aníbal estaba entre furioso y nervioso.

-¿No intento golpearte? –preguntó Andrea. Daniela también estaba atenta a la respuesta a esa pregunta. Angel negó con la cabeza sin dejar de mira el camino.

-Quizá deseaba hacerlo, pero él estaba completamente seguro de que todo fue un accidente –respondió tranquilamente.- Además –Angel las miro una fracción de segundo –si él hubiese hecho algo así, bueno, yo iba a defenderme.

-Así como pasó con Santiago, mi hermano –comento Daniela.

-Exacto –repuso Angel.

-¡¿Golpeaste al hermano de Dani?! –preguntó Andrea con los ojos abiertos por la sorpresa.

-Técnicamente, él trato de hacerlo. Yo solo lo reduje bloqueando sus movimientos –respondió Angel sin ápice de vergüenza en la voz.- Aníbal, como es lógico, llamo a su familia –hizo un gesto con los labios señalando a Daniela –y obviamente ellos llegaron alterados, nerviosos, asustados y furiosos a partes iguales. En un momento dado, mientras Aníbal contaba lo sucedido, Santiago, su hermano, se me abalanzo encima y yo no tuve otro remedio más que esquivarlo y luego hacerle una llave de lucha para que se calmara. Una muy curiosa por cierto –dijo soltando una risita.- Al final yo estaba a sus espaldas y él tenía sus brazos cruzados en su pecho siendo halados desde atrás por mi y su espalda presionada con una de mis rodillas.

-Angel… no te burles… el pobre estaba fuera de sus cabales –le dijo Daniela en tono recriminatorio.- Aunque debo decir que, según me conto Edgar, te resulto bastante fácil hacerlo y la cara de Santiago era todo un poema. Jamás en la vida alguien había tenido el atrevimiento de hacerle algo así a mi hermano –añadió ella en tono condescendiente. Angel solo se encogió de hombros.

-¿Y cómo resultó todo al final? –pregunto Andrea con curiosidad.

-Digamos que entre el señor Néstor, el patriarca de la familia, y Edgar, el otro hermano de la damisela en peligro, tranquilizaron a Santiago y solo así fue que pude liberarlo –explico Angel.- Yo soy buena gente, pero no imbécil. No dejo que me jodan así de fácil.

-Si… claro, el súper macho –comento Daniela con sarcasmo.- Yo continuare la historia Andrea –respiró profundo y comenzó.- Lo último que recuerdo es estar hablando tranquilamente con Aníbal y de pronto, nada más…

-Luego de eso, Dani despertó y solo sentía dolor cuando respiraba –interrumpió Angel riendo un poco. Daniela no le hizo caso y continúo.

-… ya después de eso, recuerdo despertar con un dolor punzante en la cara, en una cama, junto a un monto de gente rodeándome. Mi familia, Aníbal y otros tres que no conocía de nada, pero sabía que estudiaban en la facultad ya que sus rostros me sonaban.

“Mi madre me abraza con fuerza y eso hace que el dolor se acentué mucho mas. Grito de sorpresa y dolor y eso la escandalizo mucho mas y se puso algo histérica –comentó ella con pena en la voz.- Mi padre trato de calmar a mamá, pero ella ni caso. Gemía y lloraba como si yo hubiese estado al borde de la muerte o algo así. Las madres son exageradas en casos de ese estilo –los otros dos asintieron dándole la razón.

-Y que lo digas… mi madre es sobreprotectora con mis hermanos y yo –comento Andrea.

-La mía igual –dijo Angel.

-En fin, el médico se acerca y me explica la situación –siguió contando Daniela.- Como, al parecer, recibí un golpe que me dejo desmayada durante casi dos horas. Comenzó a revisarme la vista mientras me explicaba que tendrían que operarme ya que mi nariz estaba destrozada y en ese momento yo comencé asustarme de verdad “¿Cómo demonios paso eso?” pensé mientras el muy idiota me decía que sería una recuperación dolorosa y lenta. ¿Qué clase de médico le dice a su paciente que le dolerá cuando se cure del todo? –preguntó con amargura, pero no esperó respuesta.- Luego que el médico idiota ese se retirara, mi padre me informa (de nuevo) que tendrían que hacerme una cirugía plástica y yo en ese momento pensé que... –se interrumpió cuando Angel frenó bruscamente.

-¡Oye idiota, ve por dónde vas! –Angel grito bajando la ventanilla.- Eh, perdón –se disculpo algo apenado,- pero es que ese tipo casi hace que lo golpee. No deseaba interrumpir lo que contabas Dani –le dijo mirándola significativamente aprovechando que Andrea miraba por la ventana en ese momento buscando a quien supuestamente Angel casi golpea…

-Como decía, pensé que… -esta vez, ella misma se interrumpió al darse cuenta lo que estaba a punto de decir -mi papá debía estar muy nervioso por lo que sucedería –añadió antes de meter la pata.- Él no podía pagar una operación y…

-¿No podía? ¿Por qué no? –pregunto Andrea. Dada la impresión que Daniela buscaba las palabras correctas a esa pregunta, unas que no la comprometieran.

- “Que mujer tan idiota eres Dani… mira que casi revelar un secreto muy bien guardado. Luego de que te interrumpo para que no hables más de la cuenta, vas y te metes en la situación de nuevo. Ni modo, tendré que salvar tu culo de nuevo. Zorra indiscreta” –pensó Angel con muchas ganas de reírse y dejar que Daniela se las arreglara sola, pero como al parecer ella era incapaz de hacerlo, él decidió ayudarla un poco y respondió por ella.- ¡Andrea por favor! –le dijo en tono de reproche- es obvio que su padre no debía cubrir un gasto como ese. Después de todo fui yo quien literalmente le destrozo la nariz a la pobre chica –Daniela le dio un gracias silencioso.

-Entiendo –dijo Andrea apenada por no llegar a esa conclusión y dejarse llevar por su curiosidad.

-Ese mismo día, al atardecer me dieron el alta médica con un montón de recomendaciones –explico Daniela.- Fue horrible el dolor que sentía. Joder si hasta me toco tomarme un par de pastillas para soportar un poco. Lo peor del caso es que –añadió lamentándose –al día siguiente no podía quedarme en casa y descansar. Si te pierdes un día de clases es un desastre y pues, ya al día anterior no fui por el accidente.

-Te entiendo muy bien –dijo Andrea.- Como saben, yo llegue tres semanas luego de comenzar las clases y la verdad no sabía por dónde comenzar para estar al día. Poco faltaba para el primer examen importante de Anatomía.

-Si… nos regañaron por faltar a la primera hora de práctica –conto Angel algo molesto.

-Curioso que nuestros profesores no tengan ni un poco de piedad con sus propios estudiantes –comento Andrea con amargura.

-Al menos salió algo de eso –dijo Daniela sonriendo con complicidad.- Tengo una hermosa nariz cortesía del mejor cirujano plástico del país –y, ya sea inconscientemente o no, se puso de perfil para que Andrea contemplara bien.

-Eso espero joder ¡ese tipo no me salió nada barato! –se quejó Angel.

-¿Y cómo te sentiste luego de eso? –pregunto Andrea refiriéndose a la operación.

-Puedo decir que respiro mucho mejor y me veo fantástica –otra vez esa sonrisa cómplice. Ambas mujeres rieron y Angel solo las observo con cara de mal humor.

-Bueno niñas, mientras ustedes saborean los beneficios de una cirugía plástica, yo les informo que ya estamos a punto de llegar –les interrumpió Angel. Cruzó una esquina de un solo sentido vehicular y llego a la tercera casa.

-¿Han venido otras veces? –pregunto Andrea cuando Angel se estaciono en frente de la enorme reja que protegía la propiedad.

- “Que pregunta tan idiota. Por supuesto que hemos venido antes, ¿Cómo crees que llegue sin seguir ninguna indicación? ¡¿MAGIA?!”- el pensamiento vino sin él poder evitarlo, pero eso no era lo que iba a decir.- Una vez ¿Recuerdas Dani? –respondió Angel al tiempo que tomaban sus pertenencias del auto.

-Ah sí, hace unos meses vinimos a estudiar –respondió ella.- Normalmente lo hacemos en una casa diferente. La primera vez fuimos a casa de Aníbal, luego a la de Eduardo, después a la de Alejandro y la última vez fue en mi casa. A la única cas que aun no vamos es a la de… -dejo inconclusa la frase pero observó a Angel significativamente.

-Un día de estos los llevo a todos y hacemos la mejor fiesta del mundo –le prometió Angel.

-¿Y a ti te permitieron la entrada a la casa de Dani? –le pregunto Andrea mientras se bajaban del coche. El sol les dio a los tres en el rostro así que se cubrieron con una mano extendida a modo de visera.

-Probablemente llueva en dos o tres días –sentencio Angel sin hacerle mucho caso. La miro unos segundos antes de responderle- Pues si Andrea, la familia de Dani, o más bien, el señor Néstor y Edgar no quieren mi cabeza decapitada en un cesto.

-Y eso mis queridos amigos es todo un logro –comento Daniela sacando su móvil.- A ver si Carlos nos abre –miró a su alrededor.- No veo el auto de Aníbal.

-Bueno, son las ocho de la mañana –repuso Angel,- no debe estar muy lejos.

-Pero él se viene directo de casa de su abuelo: ya debería estar aquí. Tú en cambio debiste buscarme a mí y luego buscar a Andrea y aun así llegaste primero –dijo Daniela esperando que Carlos le respondiera. Alejó el móvil de su oreja y miro a la casa con mala cara.- ¿Por qué no responde?

-Quizá es porque ya está viniendo –respondió Angel señalando a un lugar en la acera.

Carlos y Eduardo venían por el camino que recién ellos recorrieron, pero por la acera. En sus manos traían bolsas y un par de periódicos. Los esperaron a que llegaran para saludarse.

-Mi papá me pidió ir a kiosco de la esquina por esto –explico Carlos luego de todos saludarse y señalando ambos periódicos.- No pensé que llegarían justo ahora.

-Y como el señor fue tan amable de dejarme dormir acá, me pareció bien acompañarlo –dijo Eduardo con sendas bolsas en ambas manos.- Esto es algo que compré yo en la panadería de aquí cerca para compartir –explico con una sonrisa. -La familia de Carlos es numerosa, por eso esta cantidad tan alta –añadió riendo con nerviosismo, pero se notaba que necesitaba ayuda.

-Si quieres… -se ofreció Angel.

-Por supuesto, toma –le respondió Eduardo aliviado y le extendió el brazo con una de las bolsas.- Que alivio.

-De mi no quisiste aceptar ayuda –le recriminó Carlos.

-Me daba algo de pena pedirte ayuda ya que esto también es para ti como muestra de agradecimiento –dijo Eduardo.

-Eres un idiota ¿lo sabías verdad? –gruñó Carlos. Eduardo solo se encogió de hombros.

-Me lo han dicho mucha veces a lo largo de mi vida.

-Oye, ¿también pensaste en nosotros? –pregunto Angel mirando dentro de la bolsa que Eduardo le tendió.

-Eso que haces es de mala educación, ¿sabes? –comentó Andrea.

-Da igual… se trata de ustedes, no de un evento con clase y etiqueta –dijo Angel sin dejar de mirar dentro pero sin ocultar una sonrisa a sus amigos.

-¡Oye! –grito Daniela. El resto solo se rio.

-¿Entramos ya? –preguntó Carlos abriendo la reja.

Subieron por un par de escalones de piedra y llegaron a un camino de piedra de unos tres metros que los llevaría directamente a la puerta de la entrada. A ambos lados del camino de piedra, un césped en buen estado recorriendo casi hasta ambas paredes laterales. Al lado derecho, dos autos estacionados, aunque se podía ver la parte trasera de un tercero, y a la izquierda un camino, también de piedra que debía llevar a la parte trasera de la casa. En frente, una puerta de madera con sendas columnas enchapadas totalmente de piedra sosteniendo un techo en arco abovedado, de un blanco brillante. Se veían, además, dos ventanas grandes que seguramente debían iluminar muy bien el vestíbulo de la casa. Superior a todo eso, otras dos ventanas grandes que debían ser de habitaciones.

-Muy bonita ¿verdad? –le susurro Daniela a Andrea. Ella estaba sin palabras, se imaginaba algo suntuoso, pero no esperaba algo así.

-La diseño mi abuelo –explico Carlos abriendo la puerta de madera.- Él y mi abuela fueron de los primeros en vivir por esta zona. Se podría decir que la fundaron –terminó de abrir la puerta.- Bienvenidos a la humilde morada de la familia Villaruel –dijo extendiendo ambos brazos con los periódicos en la mano.

-La última vez que nosotros estuvimos aquí, hiciste exactamente lo mismo –recordó Angel.- Bastante teatral debo decir –observó.

-Bueno, no siempre tengo visitas –Carlos se encogió de hombros sonriendo con alegría.

¿Qué se podía decir de este hogar?

Pues que era eso; un hogar.

Al entrar, lo primero que se observaba era que, efectivamente, los ventanales daban a la estancia una cantidad grande de luz natural. En la pared de la izquierda, un sofá de tres plazas apoyado totalmente en ella, superior a este, una serie de retratos de quien, Angel sabia, era la familia de Carlos. La primera vez que lo vio se llevo la mejor de las impresiones y se imagino que esta familia en particular debía ser muy unida (luego eso logro confirmarlo). Cinco retratos enmarcados rodeando a un sexto, también enmarcado, en donde se veía a una pareja (los padres de Carlos). En la pared de la derecha, una escalera recta que llevaba al piso superior y enfrente de ella una vitrina de madera con puertas de crista en donde otras fotos familiares y mas pequeñas se observaban por todos lados. Paralelo al sofá de la pared de la izquierda, otros dos sofás individuales y una mesita de café entre ellos, daban a entender que ahí se visitaba mucho. En la pared de enfrente, en el extremo derecho, una pasillo se abría a otro extremo de la casa y un arco superior adornada la entrada. En el extremo izquierdo, empotrado superiormente una TV bastante grande y debajo de ella, algo curioso en una casa moderna: una chimenea. Se veían perfectamente los leños carbonizados en ella así que se podía entender que funcionaba y se usaba constantemente. Sobre ella, una elegante repisa de mármol, con una par de retratos, marcaba el límite de ladrillo de la chimenea con la pared lisa en donde estaba empotrada la TV. El piso estaba hecho de parquet que relucía a la luz del sol que entraba por las ventanas.

-Eso es inusual –comento Andrea en voz baja mirando la chimenea.

-Te voy a presentar a mi familia –le dijo Carlos con una sonrisa. Se acerco a la pared izquierda. Señaló a quien debía ser su padre.- Este es mi papá, Lucas. Mi mamá Alma –señalo a la mujer a su lado,- mi hermano mayor, el primogénito, Erick –señaló al retrato del joven a lado del retrato de los padres, -mi otro hermano mayor, el segundo, Enzo (él está algo loco) –añadió riendo mientras señalaba al joven cuyo retrato estaba encima de Erick. –Ella es mi otra hermana mayor Nadia, la tercera –señalo a la muchacha al lado de Enzo,- este soy yo… -su retrato estaba a la misma altura del de Erick y debajo del de Nadia.

-Si claro, ella nunca se habría imaginado que ese eras tú –dijo Eduardo con sarcasmo.

-… y esta pequeña de aquí –dijo con ternura en la voz –es la consentida del hogar, la hija menor, Tina –y señaló el retrato de la única niña de la familia que estaba debajo de el retrato de los padres. -Te presento a la familia Villaruel, pero solo los conocerás en fotos porque hoy todos están dispersos. En casa solo estábamos, antes de que ustedes llegaran, mi papá y yo… ah y este tipo –añadió señalando a Eduardo.

-Oye, todos son idénticos –observó Andrea mirando la foto.

-Mucho. Enzo y Carlos parecen gemelos –afirmó Eduardo.

-Aunque en actitud, son totalmente diferentes –comento Angel. Los demás asintieron. -Enzo tiene un tornillo flojo… o varios.

-Están en su casa –dijo Carlos señalando los sofás, -yo mientras le llevare esto a papá –se fue por las escaleras.

-Su papá está en su habitación esperando –explico Eduardo.

Todos se sentaron. Daniela, Eduardo y Andrea en el grande y Angel en uno individual. En ese momento, el móvil de Daniela comenzó a emitir una canción. Ella lo saco de su bolsillo rápidamente.

-Es Aníbal –informo a los demás.- Probablemente esta perdido –comento con sonra.- Lo pondré en alta voz –lo hizo.- Habla idiota–le dijo a modo de saludo.

-¿Esa es forma de darme los buenos días?

-¿Estas cerca? –le preguntó Angel.- Solo faltan Alejandro y tú.

- Ah ya veo… así que todos me escuchan –sonaba divertido.- Por tu esposo no te preocupes, me lo encontré de camino y aquí está conmigo.

-Dile que es un idiota impuntual al igual que tú –dijo Eduardo

- Jodete… no todos podemos quedarnos a dormir en la casa a la cual vamos a ir –le respondió Alejandro. Al parecer, Aníbal hizo lo mismo que Daniela.- Aníbal, aunque no lo admita, está perdido y yo no tengo ni idea de cómo llegar. No recuerdo muy bien el camino.

-¡Oye! –se quejo este

-Admítelo… todos en esta sala, hasta el amigo imaginario de Eduardo, sabemos que estás perdido –dijo Andrea. Este la miró con reproche.

-¿Quieres que te envié a Angel para que te guie? –le pregunto en tono burlón Daniela.

-Que se joda –replico Angel. –Yo estoy muy cómodo sentado aquí –añadió y se ajusto mas al sofá.- Pero si puedo dictarle algunas indicaciones, ya saben, como explicarle a un niño muy pequeño que dos más dos es cuatro –añadió con burla.

-¿Carlos está ahí con ustedes? Él si me ayudaría sin burlarse tanto –se quejó Aníbal.

-Fue a entregarle el periódico a su papá –explicó Daniela,- así que nos tomaremos un segundo para fastidiarte antes de que llegue.

-Habla por ti. Tenemos mucho que hacer y no me gustan los retrasos que puedan fastidiar mis planes –replicó Angel mirándola con seriedad. Ella lo miro con una ceja levantada pero no comento nada.- Aníbal ¿exactamente donde estas? –añadió mirando al móvil.

- A mi derecha tengo una iglesia y a mi izquierda una plaza pequeña –respondió él. Angel cerró los ojos un segundo y visualizó el lugar como si él mismo estuviera en el auto.

Sabía exactamente en donde se encontraba. La plaza era un lugar muy concurrido por ancianos y la iglesia era al mismo tiempo una escuela primaria y secundaria.

-Bien, lo que tienes que hacer es seguir unos metros hasta que encuentras una calle de un solo sentido –comenzó a explicarle abriendo los ojos.- Ten cuidado porque a unos metros de donde estas y antes de llegar a esa calle, hay un paso escolar. Esa iglesia es un colegio.

- Hoy es sábado, las escuelas están cerradas –le recordó Aníbal.

-Pues, viniendo para acá noté que hay algún evento deportivo en esa escuela, así que debo imaginarme que habrán niños y padres cerca –le dijo Angel como quien regaña a un niño.

-¿Evento escolar? Pero si yo no vi nada –dijo Andrea.

-Yo tampoco –afirmó Daniela.

-Ustedes estaban tan inmersas en su conversación que no notaron nada del camino –les reprocho Angel.- Pero alguien que conduce un auto debe ser extremadamente detallista –añadió encogiendo sus hombros.

-Eso no incluye a Aníbal –observo Eduardo.

- Muy cierto –concedió Alejandro al otro lado del móvil.- Efectivamente hay un montón de gente saliendo en estos momentos y gracias a que Angel le avisó, Aníbal aun no atropella a nadie.

-¿Sabes que podría sacarte de auto verdad? – amenazó Aníbal.

-Da igual… de aquí podría irme caminando – replicoAlejandro

-No creo, están a un kilometro y medio de distancia –le dijo Angel.- Ahora, Aníbal, ¿ves un camino de un solo sentido que se dirige a la derecha?

-¿Cómo sabes la distancia tan detalladamente? –le pregunto Eduardo sorprendido. Daniela y Andrea lo miraban con igual sorpresa. Angel sin embargo, siguió explicándole al perdido de Aníbal y no respondió.

-Si lo ves, sigue por ahí hasta llegar a una bifurcación. Veras como el camino de la izquierda esta menos inclinado en comparación al de la derecha. Sigue ese, el menos inclinado. Luego veras casas a ambos lados del camino junto a comercios de toda clase. Después, un edificio grande: ese es un centro comercial.

-¿No es ese el centro comercial que esta a unas dos cuadras de aquí? –quiso saber Daniela.

-Exacto, ese mismo –le respondió Angel.- Bien, cuando llegues a ese centro comercial, veras, a la derecha, un pequeño kiosco azul marino, y el principio de una calle de doble sentido. Entras por ahí y sigues derecho hasta llegar a la casa de Carlos. Si no recuerdan como es la fachada de la casa, busquen mi auto y lo verán estacionado en frente –terminó de explicar Angel.

- Lo tenemos, muchas gracias. Estaremos allá en unos minutos entonces –dijo Alejandro. La llamada se colgó y Daniela tomó su móvil.

-¿Cómo sabias en donde estaba? ¿Cómo sabias como llegar aquí? Y ¿Cómo sabias la distancia exacta? –comenzó Eduardo el interrogatorio.

-Antes de mudarse conmigo y Andrés, Víctor vivió por esta zona toda su vida, junto a sus padres –respondió Angel.- Muchas veces él me mostró todo lo que estaba por aquí y solíamos ir y venir por toda la zona. Recuerdo que en esa plaza en una de muchas ocasiones, buscamos un banco de piedra y ahí nos sentamos a desayunar y hablamos por horas mirando a todas las familias que pasaban por ahí –no pudo evitar sonreír, pues ese recuerdo de era muy grato.

-Ahhh, ahora sí está claro. Muy conforme con su respuesta señor Villanueva –dijo Eduardo con modales pomposos.

-Espero que estén pasando un buen rato –dijo Carlos bajando por las escaleras. -¿Saben algo de los otros dos?

-Ya están viniendo –respondió Daniela.

-Sí, gracias al GPS con patas que tenemos aquí –dijo Eduardo señalando a Angel. – ¡Les explico cómo llegar facilísimo! –añadió al ver que Carlos no entendía.- Tenias que verlo. Tú eres una enciclopedia andante y él es un GPS andante. Si llego a perderme algún día en una isla, pues, espero hacerlo con ustedes –Carlos y Angel, al mismo tiempo, levantaron una ceja.

-Solo di un par de indicaciones… no exageres –dijo Angel.- Y créeme que no desearías estar perdido en una isla… conmigo –le comento sin dar más explicaciones.

-¿Podrías darme “un par de indicaciones” para llegar a mi casa? –le pidió Eduardo fingiendo preocupación. –A veces olvido donde vivo.

-Idiota… eso es porque eres un completo idiota –replico Daniela.

-Eso es algo que me han dicho toda mi vida –repitió Eduardo.

-El caso es –intervino Angel,- que ya están en camino. Aníbal se encontró con Alejandro y ambos vienen ya. No deberían tardar mucho.

-Pues, me alegro. Ya casi son las nueve y no quiero que nos retrasemos –dijo Carlos aliviado.- Por cierto, -su tono de voz se hizo más bajo- mi papá vendrá en un rato a saludarlos. No lo hace ahora porque está leyendo el periódico y eso es tan sagrado para él como una cruz para un cristiano, así que les manda a decir que lo disculpen.

-¿Podrías llevar esto a la cocina? –le pregunto Eduardo de pronto viendo las, momentáneamente, olvidadas bolsas.

-¡Coño! ¡el helado podría derretirse! ¿Cómo es que olvidamos esto? –Carlos se apresuro a tomarlas y llevarlas por el pasillo del fondo, ese con la entrada en forma de arco.

-¿Helado? –peguntó Angel sin disimular su interés.

-Si Angel, helado… pero eso será para después –dijo Eduardo.

-¡Rayos! –se lamento Angel en tono infantil. -Pero… solo por curiosidad, ¿Qué sabor?

-Ya lo veras niño glotón, ya lo veras… -comento Eduardo.

- Chocolate –leyó en los labios de Carlos antes de perderse de vista por el arco. Angel casi se levanta del sofá y le quita la bolsa de malas maneras.

Mientras todos reían por lo cómico de la situación, les llego el sonido de un claxon. Alejandro y Aníbal llegaron. Daniela se levanto y se asomo por una de las ventanas.

-Si, efectivamente son ellos –confirmó.-Ese auto lo reconozco en cualquier lado.

-¿Ya llegaron? –pregunto Carlos quien llegaba en ese momento por el pasillo.- Que bueno, no tendremos más retrasos.

-Estamos a buena hora Carlos –dijo Eduardo.- Todos sabemos lo impuntual que puede ser Aníbal y por eso decidimos hacerlo lo más temprano posible, para que, cuando el llegase, el tiempo no fuese en nuestra contra.

-Muy cierto –concedió Andrea. Se levanto y se puso al lado de Daniela.

Carlos fue a recibirlos y al entrar hizo el mismo gesto teatral (como lo llamo Angel) de extender ambos brazos y decir “Bienvenidos a la humilde morada de la familia Villaruel”. Aníbal y Alejandro solo rieron un poco.

-¿Qué eso no fue lo mismo que hiciste la última vez que estuvimos aquí? –recordó Aníbal.

-Lo mismo dije yo… pero parece que a él le fascina hacer eso –comento Angel estrechando la mano de Alejandro y luego la de Aníbal. -¿Qué tal el viaje?

-Con tus indicaciones, todo resulto bien al final –respondió Alejandro saludando a Andrea con un beso en la mejilla.-Algo me dice que aun estaríamos perdidos por ahí si Aníbal seguía a sus anchas.

-Bueno, ya hemos llegado todos –dijo Carlos para zanjar el asunto.- Ahora, por favor vengan conmigo –añadió en ese mismo tono teatral de antes. No podía evitar sonreír de oreja a oreja.

-¿Te gusta tener visitas cierto? –pregunto Eduardo mientras todos caminaban por el pasillo. Llegaron a una puerta de madera que estaba a la izquierda de este y Carlos la abrió.

La estancia era, en términos generales, una oficina en casa. Una mesa de madera rectangular con seis sillas a lo largo y una en cada extremo ocupaba el espacio centrar. Encima de ella se encontraban las cosas de estudio de Carlos y Eduardo. En una pared, una biblioteca a rebosar de libros de todos los tamaños. En la pared del fondo, una ventana grande que, al igual que la de la sala, llenaban el espacio de mucha luz natural y debajo de esta ventana un escritorio, con un monitor y al lado de este un PC, otra silla de ruedas se encontraba ahí. En la pared contraria a la biblioteca, arriba, un montón de marcos que resguardaban lo que parecían ser títulos y diplomas, y abajo, una mesa de madera con una TV que hacía las veces de monitor de PC.

-Fue adecuada solo para nosotros –explico cuando entraron.- Oh, sí, me toco reservarla –y comenzó a reír.

-¿Bromeas no? –pregunto Andrea. Los demás negaron con la cabeza.

-No, en esta casa hay mucho formalismo –respondió Daniela riendo un poco.- La última vez que estuvimos aquí, Erick nos contó como siempre se reserva este espacio para toda clases de cosas. Es algo así como el más concurrido.

-Todos usamos esto. Ya sea para trabajar, como mis papás o Erick, o ya sea para estudiar e incluso jugar. Mi hermano Enzo invita a varios amigos todo un fin de semana y no salen de aquí. Hacen torneos de videojuegos –le explico Carlos a Andrea.- Es bastante acogedor y se trabaja muy bien en el. Aquí –señalo la biblioteca- hay todos los libros que podrías imaginar.

-Todo esto está muy bien diseñado –comento Angel.- Tan es así, que hasta hablé con el señor Lucas para que me dijera quien le hizo esta estancia. Me interesaría mucho tener algo así en casa –añadió sentándose en una de las sillas y colocando sus bolsos, el de la laptop y el de los libros, sobre la mesa. Los demás lo imitaron.

-Bien, comencemos… -dijo Carlos.- Si alguien quiere desayunar, que aproveche. Tendrá cinco minutos. Ya después de eso, estaremos aquí hasta la hora del almuerzo y no vamos a parar –añadió con una seriedad que no era propia de él. Se tomaba muy en serio sus estudios.

-9:00 de la mañana, tendremos tres horas y creo que es más que suficiente para repasar todo el temario del parcial del lunes –dijo Alejandro mientras encendía su laptop.

Tres horas después, la mesa estaba llena de hojas con apuntes, libros para consultar, computadores y demás mientras ellos hablaban y hablaban sobre aquello que pensaban podrían preguntar. Realizaban prácticas entre ellos preguntándose desde lo más fácil hasta lo más difícil. Cuando alguien se equivocaba, era corregido al instante y si existía alguna duda, se revisaban alguno de los libros para disiparlas. En un momento dado, Carlos conecto su laptop a la TV y pudieron ver las fotos de los cadáveres de la sala de disección que ellos habían tomado.

-Dulce tecnología, que bonita es –había comentado Eduardo cuando apareció la foto de un abdomen con las viseras viéndose claramente.

Llegó la hora del almuerzo y decidieron pedir pizzas.

-Hay una pizzería que entrega a domicilio –les explico Carlos,- se encuentra en el centro comercial que esta por aquí cerca –con su laptop, entró a internet y todos pudieron ver el menú que se ofrecía.

-A ver, me da igual la que pidan. Yo… veré que postres venden –Angel se acercó a la pantalla y señalo un enlace que decía “postres”.- Aquí, da click aquí.

-Eso no hace falta idiota… yo compre helado para todos –le recordó Eduardo.

-Mientras más postres, mejor –replico Angel.

-¿No dijiste que eso era para la familia de Carlos? –replico Daniela.

-Dios que mala memoria –comento Eduardo con los ojos en blanco.-Bueno, algunas cosas. Otras son para nosotros ¡¿Por qué creen que eran dos bolsas?! –exclamo Eduardo exasperado.- Si, cierto, la familia de Carlos es numerosa, pero tampoco es que sea un ejército.

-Bueno, bien… nada de postres entonces –dijo Angel resignado y se sentó de nuevo.

Media hora después, Carlos y Alejandro iban a buscar las pizzas a la entrada de la casa. Todos fueron al final del pasillo y se sentaron alrededor de una mesa circular en la cocina. Carlos saco platos y vasos de la alacena y comieron tranquilamente, bromeando y burlándose unos de otros. Tal como dijo Eduardo, comieron del helado luego de terminarse las pizzas. Cuando terminaron, Carlos, Alejandro y Angel fregaban lo que ensuciaron al comer. Daniela, en broma, les dijo que eran “el espécimen de hombre perfecto” y les tomó una foto como prueba.

-Espero que esa foto no termine en internet –le advirtió Angel mientras clocaba un plato limpio a secar.

-Muy tarde cariño, eso ya se hizo –le replico ella riendo.- Lo verán en mi Facebook en segundos…

-Loca… desgraciada… –le insulto Angel bromeando .-“Zorra hija de puta… odio que me tomen fotos” . –aunque eso ultimo no se lo dijo ya que no sería bien visto.

-¿Qué? Ustedes son los hombres perfectos…

Luego de eso, regresaron a la oficina y continuaron sus estudios. Al igual que en la mañana, revisaron y revisaron apuntes y mas apuntes de todo tipo. Dibujos, esquemas, resúmenes, cuadros y fotos formaban todo su material de estudio y lo usaban de acuerdo al momento. A media tarde, el señor Lucas se presentó a saludar. Andrea, quien era la única que no lo conocía (al menos en persona) se sorprendió aun más por el parecido con Carlos. Básicamente, era una versión de Carlos más madura en cuando a la edad.

-Niños, espero tenga una tarde muy productiva –les dijo dedicándole a todos una sonrisa amable desde la puerta.- Carlos, ven acá por favor –su hijo se levantó y fue hasta donde él. Le dijo un par de cosas que ellos no escucharon y luego se despidió de todos.

-Saldrá un rato y regresa más tarde –explico Carlos antes de que alguien le preguntara algo.- Dice que tenemos la casa para nosotros, pero nos pide que nos portemos bien y no desordenemos mucho.

-No creo que salgamos de aquí en el resto de la tarde –comento Daniela.

Esas palabras fueron más ciertas de lo que ella misma pensaba.

-Yo… ya no puedo más… - dijo Aníbal unas horas después. Se recostó más en la silla y respiro muy profundo. Se quito las gafas, las limpió con una manga de su camisa y se las puso de nuevo. Miró su reloj y añadió: -Ya son las seis de la tarde y la verdad estoy agotado –se masajeo el cuello con cansancio.

-Y yo –concedió Alejandro.- Un día muy largo.

-Bueno, pienso que ya vimos todo lo que podíamos –comentó Carlos.- ¿Andrea, tienes alguna duda? –preguntó mirándola.

-Gracias a ustedes, ninguna –respondió ella sonriendo con cansancio.- Este repaso intensivo de hoy me ayudó más que estas últimas semanas de clases –frotó sus ojos con cansancio.- Muchísimas gracias a todos –comenzó a tomar y ordenar sus cosas.

-Entonces… se podría decir que pasaste un buen día con tus mascotas ¿verdad? –preguntó Andrés en la cena.

-Un buen entrenador tiene que pasar tiempo de calidad con los animales que desea domesticar y controlar –observó Víctor.

-¿Tú también le vas a seguir el juego? –gruñó Angel.

-Raba por Dios… es divertido y lo sabes.

-Claro que lo sé, pero es raro que tú digas esas cosas –comento Angel.- Aquí el que tiene menos respeto por la gente es este tipo de aquí –señaló a Andrés con un gesto de sus labios.

-Solo me gustaría entender la razón de contarle a Daniela como perdiste tu virginidad –dijo Andrés. Víctor también tenía la misma duda.

-A veces mis queridos hermanos hay que contar intimidades para que te cuenten intimidades –explicó Angel.- Claro que, yo le digo lo que me conviene decirle y ella me cuenta lo que yo deseo saber. No iba a contarlo todo, solo una versión un poco tergiversada.

-Claro, claro. Pero le mentiste en su cara y sin remordimientos –comento Andrés.- No era un plan tuyo para nada el que ese tipo te deseara conforme tu negaras las cosas. Tenías tanto miedo. Ese fue tu punto de descubrimiento Angel… lo sabes –añadió mirándolo significativamente.- Recuerdo que me contaste esa historia muy bien. Descarado mentiroso… -le añadió sonriendo con malicia.

-Lo sé -reconoció Angel.- Pero ella no debía saber esa parte.

-¿Le mentiste para darle a entender que siempre todo estaba bajo control Raba? –pregunto Víctor sabiendo la respuesta. Esa clase de cosas no le extrañaba de Angel.- Como ya dijiste… le diste une versión tergiversada de todo –comento negando con la cabeza medio riendo.

-Por supuesto –reconoció Angel.

-Luego toco contar como “accidentalmente” golpeaste a Daniela y como después de eso su amistad comenzó. –dijo Andrés.- ¿Nunca se preguntaron la razón de esa llamada que hice en el momento justo? –pregunto.

-Esos idiotas son poco observadores y como de todas formas la atención estaba en la recuperación de Daniela, nadie notó que eso no fue ninguna llamada –respondió Angel con una media sonrisa cómplice.

-Idiotas todos –dijo Víctor sin ocultar la burla en la voz.-Aunque convenientemente nuestro hermano aquí presente pudo mostrar al padre de Daniela que poseía mucho dinero… que coincidencia ¿verdad? –añadió con sarcasmo.

-Un plan muy bien hecho debo decir, pero no me extrañó el resultado ya que fuiste tú quien lo diseñó –Andrés miraba a Angel con una mezcla de orgullo y complicidad.- Pero… -intercambió una mirada con Víctor- es interesante ver como este tipo –señalo a Angel con un gesto- se engaña él mismo. Angel… tienes debilidad por los desposeídos… no lo niegues –añadió con una sonrisa burlona.

-Muy cierto… al final tanto Alejandro como Daniela te estarán muy agradecidos –afirmó Víctor.

-Exageran… -replico Angel.

-No, no lo hacemos. Todos aquí lo sabemos –tercio Andrés.- Tú eres tan caritativo y bueno con quien lo necesita. Por fuera estás jugando con todos, pero en el fondo, estas ayudando a todos. Si no fuese así ¿Por qué entonces gastamos millones en esa fundación? Te da una enorme gratificación ayudar a las personas y lo peor del caso (o quizá lo mejor) es que lo haces sin esperar nada a cambio, aunque a veces digas lo contrario –lo confronto Andrés.

-Me harás sonrojar Andrés… -Angel sintió una enorme vergüenza.- Daniela es necesaria gracias a un par de planes a futuro. Alejandro… solo es alguien a quien deseo de un modo más intimo. Sí, ambos me caen bien, pero eso es solo un medio para un fin –añadió sin ápice de remordimiento en la voz.

-Si así piensas… ya veremos qué haces al final Raba –Víctor dio un trago a su limonada.

-Bueno, creo que es hora de dormir. Al menos yo, tendré un domingo ocupado –la queja era evidente en el tono de voz de Andrés.- Primero las compras y luego la salida con mi mamá y hermano. El mejor día de mi vida –añadió con sarcasmo. Se levantó de la silla y coloco sus trastes en el fregadero.

-¡No te quejes tanto! ¡Hay mucha gente en el mundo que desearía tener lo que tú tienes! –le gritó Angel cuando iba de salida.

-¡Esos que se vayan a la mierda! –le respondió Andrés antes de llegar a las escaleras.

Acostado y a punto de dormir, Angel no pudo evitar recordar. Recordar algo de hace años, no tantos, pero aun así el recuerdo parecía muy lejano.

Hace diez años…

Hace exactamente diez años que fue su primera vez con un hombre, o al menos la primera vez que logró al fin entregarse por completo, pues, como bien le comentó a Daniela, él ya había experimentado cosas leves con ese hombre amigo de su familia.

Pero, el sueño le alcanzaba y era mejor dormir y descansar. No había mucha energía para comenzar a recordar más cosas.