Una historia interesante 19

Una pequeña vista al pasado, pues, si queremos entender el presente, es bueno conocer una pequeña parte del pasado. Espero lo disfruten.

Viernes 4:50 PM

-¿Saben? Fui yo quien vino por voluntad propia –les recordó Ángel con fastidio.- Solo quería decirles algo que recordé y que, cuando ustedes fueron de visita a mi casa, lo pase por alto.

-Y estamos muy agradecidos por eso joven –respondió Ramírez.

-¿Entonces por qué siento que estoy en un interrogatorio? –preguntó Ángel. Ambos policías intercambiaron una mirada durante un segundo.

Al medio día, y estando camino a su casa, Ángel recordó de improvisto un suceso de su infancia en donde algunos de los involucrados eran aquellos quienes estaban desaparecidos. Pensando en que seria bueno decirle eso a los policías, hizo un cambio de ruta y se dirigió a la dirección que marcaba la tarjeta que le dejaron el día que fueron a su casa (aunque eso fue lo que dijo, él sabía la dirección gracias a que le llego todo lo relacionado con el caso en esa enorme caja que estaba resguardada en el fondo de un cajón en su cuarto). Pues, al llegar y dar hablar con Rojas y Ramírez, se encontró, casi sin darse cuenta, en un cuarto de interrogatorio (con mesa, libreta de anotaciones sobre ella, una lámpara y espejo de doble vista, lo típico en esos casos) y con aquellos dos preguntando a diestra y siniestra sobre cosas que no tenían nada que ver con lo que el vino a decirles.

-Esto no es un interrogatorio –aclaró Rojas.

-¿Ah no? ¿Entonces explíquenme el por qué todavía estoy aquí, luego de dos horas, encerrado en una habitación diseñada para interrogatorios con ustedes dos haciendo muchas preguntas? –replicó Ángel molesto.

-No han sido muchas… -intento responder Ramírez.

-Ya me han hecho cincuenta y siete preguntas –interrumpió Ángel.- Las primeras diez se relacionaron con el suceso que vine a contarles, ya después de eso todo se hizo más… personal. Si eso no es un interrogatorio, ustedes explíquenme qué demonios es –añadió bastante molesto. Intento levantarse, pero Ramírez, por quinta vez, le hizo un ademan con la mano para que no lo hiciera.

Pero esta vez lo ignoró completamente.

-Ustedes me disculparan, pero yo soy una persona ocupada –dijo Ángel y terminó de levantarse.- No veo la necesidad de todo esto. No creo que sea relevante ni de su incumbencia lo que yo haya hecho anoche –miró a Ramírez fríamente.

-¡Quédate sentado! –le ordenó Ramírez de mala manera.

-¡No me da la gana! –replicó Ángel retándolo con la mirada.- Tú –ambos policías notaron que tuteo a Ramírez –no eres nadie para prohibirme lo que debo o no debo hacer. No te atrevas a darme ordenes –añadió señalándolo con el índice derecho.

-¡Esto se puede considerar desacato a la autoridad muchacho! –le replicó Ramírez.- Podría dejarte detenido un par de horas solo por hablarme así.

-Hágalo y le aseguro que mi abogado se lo va a comer vivo –le amenazó Ángel con firmeza en la voz.- Hasta ahora he tenido mucha paciencia con usted. Incluso tomé tiempo que no poseo para venir y hablar sobre algo que recordé y ustedes me tratan como un detenido. ¿Acaso estoy detenido?

-No. Por favor quédate tranquilo –apaciguó Rojas extendiendo sus brazos y  sus manos como para evitar algún enfrentamiento.- Solo queríamos saber que tanta información podrías suministrarnos

-¿Tratándome como a un delincuente? –replicó Ángel sin dejar de mirar a Ramírez con fiereza.

Antes de que cualquiera pudiera decir algo, tocaron a la puerta con insistencia. Los tres miraron al mismo tiempo y por ella entró El Jefe.

-Ustedes dos, vengan un momento –les ordenó con autoridad. Rojas y Ramírez obedecieron al momento. Cuando ambos salieron, les ordenó:- déjenlo ir.

-Pero Jefe… -intentó decir Ramírez.

-¡DÉJENLO IR! –les grito a ambos. Algunos curiosos levantaron la cabeza y miraron hacia ellos.- ¡¿QUÉ?! ¡¿No tienen trabajo que hacer?! –les gruñó El Jefe y todos regresaron asustados a sus cosas.-Él no está detenido. Es un testigo que vino por voluntad propia a brindar declaración y tú –miró a Ramírez- lo estas tratando como un sospechoso quien fue detenido. Creo que ya nos dio bastante información, por el momento. Lo mejor será dejarlo ir, por ahora. No tenemos nada con que detenerlo, nosotros, y él, lo sabemos. Déjenlo ir –les repitió.

Ramírez y Rojas se miraron de nuevo y, resignados, entraron de nuevo a la habitación.

-¿Les hizo falta un regaño para hacer lo que debían? –preguntó con sarcasmo cuando entraron ambos policías.- No hace falta que lo digan, creo que todo el departamento lo escucho claramente y ya que dejaron la puerta medio abierta, yo logré escucharlo sin problemas –dijo Ángel burlonamente. Se carraspeo la garganta y continuó:- creo que a pesar del incidente, mi punto ha quedado claro: busquen a Raúl, pues quizá el tenga algo que ver en todo esto y probablemente sea mi culpa. Esa es la razón de yo tomar tiempo extra para venir –respiró profundamente con cansancio.- Quizá si sea cierto que lo que ocurre es mi culpa, pero no como ustedes puedan llegar a creer. Tal vez Javier si cumplió su amenaza y por eso las cosas están ocurriendo de esta manera –añadió con un poco de tristeza.

-Gracias por la información que nos has suministrado –le dijo Rojas.- Fuera del incidente que acaba de ocurrir, creo que todo está bien ¿verdad compañero? –miró a Ramírez de reojo.

-Claro –respondió este con los dientes apretados.

-¿Puedo irme tranquilamente entonces? –preguntó Ángel a Ramírez.

-Puede irse –respondió Rojas y ya que Ramírez solo miraba al chico sin ganas de responder.

-Feliz tarde a ambos –se despidió Ángel antes de salir de la habitación. Caminó rápidamente hacia la salida entre gente que ruidosa y sintiendo que algunos lo miraban. Llegó al estacionamiento y se encamino rápidamente hacia su auto. Ya dentro y encendiéndolo, explotó furioso- ¡Todo lo que está ocurriendo es culpa de Víctor! ¡Demonios Víctor! –gritó bien alto antes de encaminarse a casa.

-Fue un error dejarlo ir –se quejó Ramírez observando la puerta por donde Ángel recién había salido.

-¿Y qué tenías planeado? ¿Hacerle preguntas hasta que se contradijera solo y tener algo para detenerlo? –le recriminó Rojas sabiendo que ese era el plan del otro.

-Por supuesto. Siempre caen de esa forma –respondió Ramírez.- Pero este tipo es diferente –respiró profundamente.- Ahora resulta que “repentinamente” recordó algo relacionado y que, visto de una forma general, hace ver que es otro quien está actuando.

-Y casualmente, ese otro está desaparecido –comentó Rojas.- Muy sospechoso. Puede que nos haya mentido, pero si lo que dice realmente sucedió, entonces eso confirma que tú y yo hemos seguido la pista equivocada y que debemos usar el plan del que te hable hace dos días –le recordó Rojas.

-¿Ese plan no se lo has dicho a nadie verdad? –preguntó Ramírez de pronto. Rojas negó con la cabeza.- Entonces ¿debemos suponer que es coincidencia que el sospechoso venga dos días después y nos dé, sin saberlo, la suficiente información para llevar el plan a cabo? Un plan que se supone solo sabemos tres personas y dos de ellas están aquí mismo –gruñó Ramírez.- Es muy conveniente.

-O estamos frente a alguien muy inteligente que sabe lo que pensamos y conoce lo que va a ocurrir o en el peor de los casos, tenemos una fuga de información –comentó El Jefe entrando por la puerta. -¿Alguno de ustedes habló con alguien de tu plan Rojas? –ambos negaron con la cabeza.- Cuando me contaron su plan, pensé que sería una barbaridad, pero ya que no teníamos nada y el sospechoso aparentemente es inocente, tomé esa idea ya que no tenemos mucho. Pero ahora esto que acaba de suceder… muy sospechoso la verdad. ¿Tenemos forma de corroborar su historia? –añadió mirándolos fijamente.

-Claro –se apresuró a responder Ramírez.- Aquí –señaló la libreta de anotaciones –tenemos la información de mucha gente relacionada. Algunos de los padres de las víctimas y otros de los antiguos compañeros.

-Sera fácil verificar lo que él nos contó –aseguró Rojas.

-Háganlo. Necesitamos ver si esta información es real o no –y dicho eso, El Jefe se retiró a su oficina

Mientras ellos dos se miraban con algo de preocupación, Ángel recorría las calles con algo de velocidad. Necesitaba llegar rápidamente a casa para continuar con sus responsabilidades estudiantiles.

-Todo esto es tu maldita culpa Víctor… -se quejó de nuevo con rabia en la voz y comenzó a recordar lo ocurrido el día anterior.

Jueves 3:48 PM

-¿Seguro? –preguntó Ángel hablando por su móvil. Se encontraba en su escuela a la hora de salida. Solo se encontraba con Eduardo quien esperaba a que su hermano lo buscara. Los demás se habían ido hacia un rato ya.

- Seguro Raba… lo siento la verdad, pero es necesario hacer esto –se excusó Víctor.- ¿Puedes llamar a alguien más?

-Si claro, pero coño, no avises tan tarde –replicó Ángel.-Entiendo que si quieras estar con ella, es tu decisión, pero que no afecte lo que tenemos planeado.

- Raba, perdón ¿sí? –dijo Víctor algo apenado y con impaciencia. Daba la impresión que quería terminar con la conversación. Al otro lado de la línea, Ángel escuchaba más de una respiración.

-No me digas que estas conduciendo el auto –dijo Ángel. Si era así, quería decir que el móvil de Víctor estaba en alta voz y si tenía un acompañante, este estaba escuchándolo todo.

- Si Raba, estoy camino a casa de mi novia… con mi novia –admitió Víctor.

-Entiendo –dijo Ángel de malas maneras.- ¿Llegarás hoy a casa?

- No se… tal vez no… -Ángel escucho una risita de mujer. No pudo evitar poner los ojos en blanco.

-Entiendo… -repitió Ángel.- Ten en cuenta que tienes una casa –añadió significativamente.- Nos vemos luego entonces. Adiós Vito.

- Adiós Raba –y ambos colgaron la llamada.

-Lo que yo no entiendo amor, es porque debes buscarlo ¿acaso él no puede hacerlo solo? –le pregunto ella cuando Víctor colgó la llamada.

-No puede. Ya que no tiene un puesto de estacionamiento asignado, debe ir y venir sin llevar él un auto –respondió Víctor sin dejar de mirar el camino.

-¿Y el otro tipo que vive con ustedes no puede hacerlo? –replicó ella con insistencia.

-Claro. Nosotros nos turnamos y hoy debía hacerlo yo –explico Víctor.

-Pienso que está abusando de ti –le dijo ella cariñosamente.- No estás obligado a nada.

-Es mi hermano –le respondió Víctor y solo se encogió de hombros.

-Bueno, ya no hablemos de eso –dijo ella.- Ya le pediste permiso y podemos estar juntos –Víctor la miró por un segundo.

-No creo que eso fuera pedirle permiso. Simplemente le notifiqué que no iría por él –replicó Víctor.

-Bueno, calma amor –ella lo miraba tiernamente.- Perdón. Mi error. Pero ya no hablemos de eso ¿sí? En un rato llegaremos a casa y podremos pasar el rato nosotros solos. Mi compañera de habitación se fue a casa de sus padres y regresa el domingo –le informó ella en tono insinuante. Víctor la miro sonriendo.

Jueves 3:50 PM

-Entonces, llamaré un taxi y espero para ir a casa –comento Ángel.

-Si quieres le pido a mi hermano que te lleve ¿Quieres? –propusó Eduardo con preocupación.

-No… no importa –respondió Ángel suspirando.- Se que tu hermano y tu tienen diferencias y es probable que me diga que no, y eso hará que te sientas mal. Así que mejor evitamos ese momento incómodo para ambos y –se encogió de hombros- esperemos aquí a ver quien llega primero: el taxi o tu hermano.

-Yo digo que el taxi… mi hermano puede ser muy impuntual a veces –explicó Eduardo.- Es desagradable la verdad.

-Tranquilo, entiendo de hermanos conflictivos… yo mismo tengo uno –comento Ángel con una sonrisa forzada. Aun estaba algo molesto por lo que hizo Víctor. Entendía que quisiera estar con su novia, pero no a costa de romper un acuerdo ya existente desde hace meses. Sin embargo, no estaba dispuesto a mostrar sus sentimientos delante de Eduardo. Lo mejor era mostrar calma los próximos minutos en lo que llegaba el taxi.

Jueves 9:00 PM

-Entonces… ¿Ya terminó tú berrinche? – preguntó Andrés con sarcasmo.- ¿Puedo seguir con mi cena tranquilamente? –añadió riendo.

-Imbécil… -le respondió Ángel y se zampó un trago de jugo. Andrés comenzó a reír.

-No deberías estar así. Entiendo que tengamos un acuerdo, pero tú más que nadie deberías entender que el cuerpo tiene necesidades –dijo Andrés con ironía.

-Hermanos antes que necesidades –se quejó Ángel. Andrés se encogió de hombros.

Viernes 4:00 AM

-Llegar a esta hora a casa es preocupante Vito –dijo Ángel.

Se encontraban en la habitación de Víctor. Ángel sentado tranquilamente en la cama mirando al techo y Víctor quitándose la ropa para tomar una ducha.

-No, la verdad no –Víctor solo se encogió de hombros.-Di lo que quieres decir Raba. Tarde o temprano lo harás y es mejor temprano –añadió con impaciencia.

-No tranquilo. Ve y dúchate. Aquí te espero –respondió Ángel sin dejar de mirar el techo y antes de que Víctor entrase al baño, añadió:- apestas a fluidos vaginales… tu boca, mejillas, nariz, manos y… –olisqueó el ambiente como un sabueso- ¿el abdomen? ¿Qué clases de cosas hiciste con ella por Dios? -Víctor solo sonrió y entró al baño sin responder. -¡espero que al menos hayas usado condón!- le gritó antes de que cerrara la puerta. Reapareció veinte minutos después con el cabello mojado y la toalla a la cintura.- La verdad es que estas muy bueno ¿Sabes? –le dijo mirándolo completamente desde el cabello mojado hasta los pies.

-Ángel… -el tono de Víctor era claramente de advertencia.

-Tranquilo, yo solo bromeo –se defendió Ángel.- Sabes que nunca rompería un acuerdo con mi hermano –añadió en tono punzante. Víctor puso los ojos en blanco.

-Lo siento ¿vale? -replicó Víctor con paciencia.- Entiendo que estés molesto…

-No, pero si yo no estoy molesto –interrumpió Ángel.

-No, para nada –el tono de sarcasmo de Víctor era evidente.- Solo fue algo que paso, no lo planeé, créeme.

-Claro, no lo planeaste. De haberlo planeado, seguramente no lo cumples ¿verdad? –comentó Ángel mirando al suelo desde el escritorio con un tono de ironía muy marcado. De nuevo, Víctor puso los ojos en blanco. -¿y cómo te fue con… tú novia?

-Bien –respondió sencillamente Víctor.

-¿Solo eso? –preguntó Ángel con una mueca. -Es curioso que digas “bien” teniendo en cuenta que estas llegando a estas horas.

-Mi mamá está en Europa Raba –le recordó Víctor.

-Y la mía está a unos cuantos kilómetros durmiendo tranquilamente –repusó Ángel.

-Eso no viene al caso –replico Víctor.

-Bueno, comenzaste hablando de tu mamá, yo también debía hablar de la mía ¿no? –dijo Ángel con una sonrisa muy forzada.

-Eres lo suficientemente inteligente para saber el porqué nombre a mi mamá –dijo Víctor.- ¡Termina de decir lo que vas a decir! –gruñó con impaciencia.

-¡¿Cómo te atreves a faltar con un acuerdo?! –estalló Ángel al fin.- ¡Si debías verte con la zo… -Víctor lo miró con advertencia-, con tu… novia –rectificó- podías avisarme con mucho más tiempo! ¡Eso no se hace Víctor! -Ángel se sentó en la silla enfrente del escritorio algo agitado.

-Yo no soy como tú Ángel –Víctor se sentó en la cama tranquilamente,- no tengo la necesidad de planear hasta el mínimo movimiento en mi vida. Prefiero improvisar sobre la marcha ¿lo olvidas? –añadió sonriendo.- Bueno –chocó ambas manos –dicho lo dicho, te invito a que te vayas de mi habitación y me dejes dormir las próximas dos horas. Mi noche fue agitada –añadió sonriendo. Ángel se levantó y se fue hacia la puerta. Antes de salir le dijo:

-Feliz sueño Vito.

-Feliz estudio Raba –le respondió Víctor y se acostó tranquilamente dejando la luz encendida. –¡Oye Raba! –Ángel entro de nuevo -¿podrías apagar la luz? Ya estoy muy cómodo –pidió. Ángel lo miro por unos segundos con ganas de matarlo.

-Claro Vito, claro que si –respondió Ángel suspirando y apagando la luz con el interruptor junto a la cama. –Bien que pudiste hacerlo tú ¿sabes?

-Gracias Raba –respondió Víctor mientras el otro salía de la habitación.

-Púdrete infeliz –escuchó Víctor que Ángel le respondía y no pudo evitar reír de nuevo.

-Esos berrinches de niño… debería perderlos algún día –se dijo a sí mismo en voz baja antes de dormirse.

Viernes 11:00 AM

El bullicio es normal cuando hay mucha gente en un espacio reducido, estés donde estés, esta situación se hace real. Así ocurría en ese momento en una sala llena de cadáveres y jóvenes estudiándolos.

-¡No seas idiota! –gritó Alejandro.

-Me dice así de nuevo y te juro que te voy a golpear imbécil –le respondió Diego.

Ambos, Alejandro y Diego, se miraban con fiereza, rodeados de sus respectivos amigos, cada uno esperando a ver si de verdad se golpearían ahí mismo. No se veía ningún profesor cerca así que ante la falta de alguna autoridad, las cosas se podrían salir de control.

-¡Me voy a quedar aquí porque me da la gana! –dijo Diego levantando la voz.

-Ya nos ordenaron retirarnos para que el grupo que tiene el examen el lunes pueda estudiar tranquilamente ¡coño obedece! –ordenó Alejandro de malas maneras.

-¿Y quién demonios te crees que eres para darme órdenes? –preguntó Diego.- ¡Tú no eres nadie! –apretó ambos puños.

-Chicos, chicos… por favor calma –dijo Paola colocándose entre ambos.

-Paola, quita de en medio –ordenó Diego.- Esto es entre este y yo –y la apartó de un manotazo.

-¡Oye! ¡Así no se debe tratar a una mujer! –gritó Eduardo indignado con intenciones de acercarse a Diego.

- No, debió golpearla a la muy zorra –pensó Ángel con muchas ganas de reír, pero aguantando. – Una buena patada en el culo y seguro que deja de estorbar. ¡Coño quiero ver sangre!

-Tranquilo Eduardo, por favor –apaciguó Paola.

-Mira… –dijo Alejandro cargándose de paciencia,- esta mañana el profesor Guillermo nos informó que, ya que la semana que viene esta tan cargada de evaluaciones, no tendremos seminario el martes en la mañana -explicó.- Entiende que podemos usar ese tiempo para estudiar en los cadáveres nosotros mismos sin ningún problema. Entiéndelo por favor –añadió con rabia.

-No te creo –replicó Diego.

-Si tuvieras la decencia de venir a las clases, quizás te enterarías de las cosas que nos informan Diego –comentó Daniela.

-¡Tú cállate! –le respondió Diego.

-¿Sabes? Esto me recuerda a una pelea del recreo entre dos niños –susurró Carlos a Aníbal, Andrea y Ángel. Tomo su morral de la mesa y les dijo:- Yo me voy, no pretendo ver este acto tan patético –añadió mirando a Diego con desprecio- que solo me demuestra lo miserable que eres –todos miraron a Carlos sorprendidos por su reacción. –Si te quieres quedar, es tu problema. Muchachos, vámonos por favor –pidió a sus amigos.- Alejandro, deja que otros peleen sus propias batallas, tú ya tienes suficientes problemas. Me recuerdas a Ángel haciendo tuyos los problemas de otros –y se fue hacia la puerta. Parte del grupo (Andrea, Daniela, Eduardo y Aníbal) lo siguió.

-¿Qué demonios acaba de pasar? –preguntó Alejandro aun sorprendido.

Pero Ángel no respondió. Ese comentario de Carlos “Esto me recuerda a una pelea del recreo entre dos niños” hizo que recordara algo. Intentó no demostrar nada ya que no era ni el lugar ni el momento, pero comenzaba a sentir su corazón latiendo más rápido e incluso un zumbido en sus oídos. Temblaba ligeramente y por eso se apoyó en una de las mesas.

-Creo que Carlos ha crecido estos últimos meses –comentó Ángel sonriendo y tomando su morral. Por mucho que le costara, necesitaba fingir unos segundos más- El chico tiene toda la razón, vámonos Alejandro –puso una mano en su hombro derecho y este se sorprendió de lo frio que estaba al tacto, presionó con algo de fuerza y Alejandro entendió lo que Ángel intento decirle.- Tú –señalo a Diego con la mirada, pues si lo hacía con el dedo verían que temblaba- eres un idiota, un egoísta, un ególatra y un imbécil. Se me ocurren otros calificativos, pero no vales la pena -Diego lo miro con odio, pero no hizo nada.- Feliz fin de semana a todos –se despidió sonriendo con sarcasmo. Una vez que salieron de la sala de disección y estaban sentado es al final del pasillo, cambiándose Alejandro le preguntó:

-¿Te encuentras bien? –su voz era de preocupación.- Estás pálido y frio.

-Yo… si… algo así –balbuceó Ángel respirando profundamente.- Solo… solo recordé algo que pasó mucho tiempo atrás y no es agradable.

-¿Puedo… puedo saber qué es? –preguntó Alejandro.

-¿Recuerdas que te conté algunas cosas de mi niñez? –le recordó Ángel. Alejandro asintió.- Bueno, algo de eso hay. Creo que la escena de antes con el idiota de Diego me hizo recordar un evento de hace mucho tiempo. Luego te lo cuento ¿vale? –añadió antes de que Alejandro preguntara algo más.- Lo que debemos hacer es ir a donde están todos para felicitar a Carlos –soltó una risita algo forzada, pero funcionó para distraer la curiosidad de Alejandro.

Media hora después se encontraban sentados en dos mesas unidas comentando lo ocurrido y felicitando a Carlos. Él escuchaba con incomodidad y vergüenza.

-Solo faltó que lo golpearas y todo sería perfecto –le dijo Eduardo.- Pero no se puede tener todo en la vida ¿verdad? –añadió negando con la cabeza. Carlos intentó decirle algo, pero Eduardo lo interrumpió antes de hablar.-Lo sé… aquí no se puede pelear –Carlos asintió.

-Jamás voy a romper una regla –aseguró Carlos.

-Es increíble que uno se encuentre a gente así en la vida –gruñó Aníbal molesto. –Ese infeliz no desea ser una buena persona ¿Cómo pretende ser medico con una actitud como esa? ¿Qué clase de medico será ese? ¿Ah?

-Uno mediocre que no sabe el significado de la palabra empatía –respondió Daniela.

-Eh muchachos, yo me voy a casa –dijo Ángel quien no escuchaba nada de lo que decían.- Ya que no estaremos en disección, pienso que lo mejor es ir a descansar un poco antes de estos días que vienen ¿no creen?

-Opino lo mismo –dijo Carlos.- Ya hemos estudiado bastante y no creo que debamos presionar más de la cuenta, al menos esta vez. Mañana nos vemos en mi casa ¿no? –todos los demás asintieron.- Entonces, lo mejor será dormir un poco antes de lo que nos espera mañana.

Entonces, luego de eso, cada uno de ellos tomó camino a sus casas. Daniela y Aníbal, juntos como siempre y a los demás, Ángel se encargo de llevarlos. Le tomó algo de tiempo ya que las distancias entre casa y casa eran largas.

-Qué bueno que Arturo te permitió usar su puesto –comentó Alejandro casi al llegar a su casa. Él era el último. –Pero aun no me has contado que fue eso que recordaste –añadió con preocupación.

-Te voy a contar, pero por favor, necesito que seas discreto ¿vale? –dijo Ángel.

-Tienes mi palabra –prometió Alejandro.

UNOS AÑOS ANTES

-“La higiene es muy importante mi niño” –siempre le decían su mamá y abuela .-“Tienes que lavarte las manos antes y después de comer y cepillarte los dientes luego de comer”

Y siguiendo esa premisa, se encontraba terminando de cepillarse los dientes en el baño del colegio. El almuerzo fue tranquilo. Como siempre se sentó en un rincón algo apartado para evitar estar cerca de alguno de sus compañeros. A pesar de tener unos meses ahí y saber cómo era su vida dentro de ese colegio, algunas veces tenía la esperanza de que alguno compartiera tiempo con él al menos durante el almuerzo. No podría estar más equivocado. Desde que comenzó su último grado en ese colegio y al enterarse que era un becado, ninguno de ellos le dirigía la palabra y eso le llenaba de tristeza. Se sentía solo.

Se estaba secando las manos cuando la puerta del baño se abrió. Por el aroma (pues, desde que tenía memoria su sentido del olfato estaba bastante desarrollado, siempre supuso que será una forma de equilibrar su seudo-ceguera), sabía quiénes eran. Intentó terminar rápidamente e irse de ahí lo más rápido posible. Cinco niños estaban detrás de él antes de lo que pudo notar. Suspiró profundamente esperando lo que sabía iba a pasar.

-Oh pero miren a quien tenemos aquí –dijo el más alto de ellos.

-Yo… yo me voy… -dijo Ángel tomando su morral del suelo y, abrasándolo, intentó ir a la puerta.

Dos de ellos le cerraron el paso.

-No, de eso nada Angelita –replicó otro de ellos.

-Jesús… no me llames así –dijo Ángel con rabia. Jesús se acerco a él y se puso frente a frente.

-¿Y si no lo hago qué? –preguntó con altanería. -¿Qué puede hacer un llorón enano como tú?

-Déjame tranquilo –dijo Ángel sin dejar intimidarse. –Por favor, quiero salir. Ya terminé aquí lo que estaba haciendo –los dos que no lo dejaban salir, Ricardito y Raúl, no se movieron. Ángel intentó pasar sobre ellos, pero Jesús lo tomó el hombro por la espalda y lo atrajo hacia él.

-No me has respondido niña… ¿Qué me harás? –le preguntó burlonamente. Ángel los observó a todos con algo de miedo. La verdad, él no podría hacer mucho incluso en contra de Ricardito y eso que era el más pequeño del grupo.

-Nada… no haría nada –respondió Ángel en voz baja mirando al suelo. Los otros comenzaron a reír. Intento irse de nuevo, pero de nuevo no se lo permitieron.

-Quiero ver tus cosas. Dámelas –ordenó Javier tomando a la fuerza el morral de Ángel.

-No… espera –Ángel se aferró con fuerza a su morral.- No tengo nada que tú quieras.

-Lo sabemos. No nos interesa la basura que puedas tener ahí –explico Jesús.- El problema es que necesitamos entregar la tarea que es para hoy.

-Lamentablemente no pudimos hacerla ya que anoche estábamos en casa de Javier –comentó Ricardito.- Jugando videojuegos.

-Claro que, como tú eres pobre, seguramente no sabes qué es eso ¿verdad? –dijo Rodrigo que hasta ahora no había hablado.

-Rodrigo tiene razón: los pobres no saben de muchas cosas –repuso Javier quitándole el morral a Ángel.- Pero lo bueno es que, como tú eres uno, no tienes distracciones como nosotros. Ya sabes; ventajas de tener padres adinerados.

-Así que pensé que sería bueno que compartieras los deberes hechos con nosotros –dijo Rodrigo. A pesar de hablar menos que los otros, era considerado algo así como un líder.

-Pero… ¡eso es trampa! Me tomó dos días hacerlos –objetó Ángel tratando de quitarle su morral a Javier,- ustedes no pueden… -se interrumpió gracias al empujón de Jesús. Cayó al suelo y sus anteojos cayeron a otro lado. A pesar de su falta de visión, puedo notar como sus cosas fueron tiradas al suelo.- ¡Oye no! Espera… yo tengo mis cosas ordenadas ¡no pueden hacer eso! –pero Javier ya tenía en la mano el cuaderno de Ángel. Jesús lo golpeó un par de veces estando indefenso en el suelo. -¡Por favor ya basta! –pidió Ángel llorando. Todas sus cosas estaban desperdigadas y a él le costaba tomarlas.- Tenemos clases ¿sí? Vamos –pidió desesperado. Logró agarrar sus anteojos.

-Nada de eso –dijo Javier.

-Javier por favor, déjame ir –rogó Ángel asustado. Logró levantarse. Temblaba ligeramente. Ahora que tenía sus anteojos puesto, podía tomar mejor sus cosas.-Por favor Ricardito déjame salir – Ricardito resopló.

-Lo siento, pero así solo me llaman mis amigos y tú no lo eres idiota –le respondió Ricardito empujándolo. –Te esperas a que copiemos tus respuestas y luego te vas.

Unos diez minutos después ya Javier le regresaba su cuaderno. Sonreía burlonamente y le agradecía con ironía.

-Muchachos, por favor, deberíamos dejarlo tranquilo –dijo Raúl cuando Ángel tenía todas sus cosas ordenadas.

-Y tú ¿qué? –replicó Javier caminando hasta él.- ¿Lo vas a defender? –se acercó bastante a su cara. Al ser más alto, Javier intimidaba mucho.- ¿Quieres ser su amiguito? ¡Dime! ¡Anda Raúl, dime!

-No… yo solo… -balbuceó Raúl.

-¡Cállate! ¿Sabes que te digo? –le espeto Javier.- Si ese idiota –señaló a Ángel- no estuviera aquí, tú serias nuestro payaso de circo. Nos divertiríamos contigo como lo hacemos con él.

-Yo… mira… perdón… -intentó decir Raúl.

-Deberías evitar decir cosas –le advirtió Jesús- o serás tu quien nos divierta Raúl.

-Permitimos que seas nuestro amigo, así que harás lo que nosotros hacemos –dijo Ricardito. Raúl solo miraba al suelo con algo de miedo.

Como pudo, Ángel salió del baño aprovechando el descuido. Aunque no contaba con que en la puerta, estaban dos chicas haciendo guardia.

-Eres un llorón ¿lo sabías? –le dijo una de ellas.

-También es débil y pobre, no lo olvides Gaby –le dijo la otra riendo.

-¿Saben? –dijo él con tristeza,- yo pensaba que ustedes podrían ser mis amigos, pero si lo único que toman en cuenta es el estatus social y el hecho de tener o no dinero, entonces, la verdad, no valen la pena –y les dio la espalda. Ambas niñas lo miraron sin decir nada.

Se fue caminando con lágrimas en los ojos y abrazando su morral con fuerza a pesar de temblar.

Viernes 4:20 PM

-Luego de eso, fui a otro baño a lavarme la cara y las lágrimas. Después, entré a la siguiente clase como si nada –terminó de contar Ángel. Rojas y Ramírez lo observaron detenidamente.- Yo siempre fingía que nada pasaba –añadió en voz baja. Ramírez carraspeó su garganta

-¿Y eso como te hizo sentir? –preguntó

Si bien se lo contó a Alejandro y este lo escuchó horrorizado, Ángel decidió, luego de dejar a este en su casa, ir a contarles eso a los policías, pues, pensó que tal vez eso sería de ayuda en la investigación sobre los incidentes recientemente ocurridos.

-¿Qué clase de pregunta es esa? –replicó Ángel sorprendido.- Claro que me hizo sentir mal. Situaciones como esas se repetían constantemente. ¿Cómo iba a sentirme? ¿En el paraíso? –preguntó con sarcasmo.

-Tranquilo –intentó apaciguar Rojas,- eso no es lo que él quiso decir.

-Entendemos que no se llevaban nada bien ¿no crees que es sospechoso? Para mí lo es… -dijo Ramírez.

-Explíquese –pidió Ángel. Aunque sospechaba lo que le diría.

-Un niño es maltratado en su infancia, eso crea un rencor dentro de su cabeza. Un rencor que no puede evitar sentir. Un resentimiento. Años después, las personas que le hicieron la vida difícil por un año…

-Dos años… fueron dos años –interrumpió Ángel.

-Mi error… dos años entonces… -Ramírez lo miró con rabia por interrumpirlo- entonces, esas personas están desaparecidas y sabemos que fueron secuestradas por la misma persona ya que una de las victimas fue liberada. Además, resulta que la persona a quien fastidiaron, es ahora un tipo con muchos recursos… es sospechoso ¿no crees?

-¿Te refieres a la misma persona que está aquí declarando por voluntad propia? –puntualizó Ángel. Eso dejo sin palabras a Ramírez.

-¿Por qué dos años? –preguntó Rojas.- ¿Por qué aguantaste tanto tiempo?

-Tenía una beca en un buen colegio y si mis calificaciones eran buenas, tendría esa misma beca para el liceo asociado a la escuela –explicó Ángel.- Además, debido a mi… inocencia (no quisiera decir ignorancia) pensé que tal vez ellos cambiarían su forma de tratarme. Creí erróneamente que al año siguiente serían mis amigos. No podría estar más equivocado –añadió apesadumbrado.-Todo empeoró. Mire,- dijo mirando a Ramírez- yo entiendo que quizá mi reacción del otro día hacia las posibles muertes de mis antiguos compañeros de clases no fue la mejor y –respiró profundamente- probablemente usted piense que esa es una razón para sospechar de mi. Eso está bien, dadas las circunstancias. Sin embargo, debe entender que yo mismo he tratado de olvidar todo eso, a pesar de que me ha costado lo mío. Como deberían saber, tengo buena memoria. Se le denomina memoria eidética y vaya que es buena. Así que venir a mi casa y hacerme recordar todo eso fue algo que en su momento me tomo por sorpresa e hizo que mi actitud no fuese la mejor. Nunca fue fácil fingir y fue mucho más difícil tratar de olvidar. Eso se los puedo asegurar.

Viernes 8:30 PM

-Claro que es culpa tuya desgraciado… -seguía quejándose en la cena.- Ya lo dijo Newton en su tercera ley… acción y reacción… sino hubiera estado molesto por lo de anoche, tal vez lo de Diego no me habría afectado a este punto, no habría recordado nada ni mucho menos ido con estos policías imbéciles… un día de estos Vito… un día de estos… -refunfuñó con rabia.

-Tú di lo que quieras, pero no soy responsable –replicó Víctor. Si bien él y Andrés estaban riendo por lo último dicho (pues la forma de quejarse de Ángel era cómica), durante el relato de Ángel se mantuvieron serios en todo momento pues, el tema era algo difícil de tratar dado su significado.

-Creo que recuerdo ese día –dijo Andrés de pronto,- o más específicamente las consecuencias… ¿No fue por eso que luego me dijiste que te enseñara sobre videojuegos?

-Si –respondió Ángel en voz baja mirando su plato de comida.

-Fue horrible –le comentó Andrés a Víctor.

-Me imagino, experiencias como esas… no son fáciles de soportar –respondió Víctor mirando al vacío, con voz distante, como la que se usa cuando se recuerda algo. Andrés negó con la cabeza.

-No me refiero a eso… ¡era pésimo jugando! ¡Ningún juego se le daba bien! –replicó.

-¡Oye! –chilló Ángel.

-Es la verdad Raba… eres pésimo en muchos videojuegos –admitió Víctor. Andrés asintió dándole la razón.

-Yo soy bueno en muchos –se defendió Ángel.

-Si claro… -dijeron Andrés y Víctor al mismo tiempo, ambos con sarcasmo.

-Oh bueno… no tengo la culpa que yo no los haya tenido desde antes de caminar como los señoritos –dijo Ángel aun con mas sarcasmo en la voz.

-Pero ya tienes bastante, debiste mejorar con el tiempo –puntualizó Andrés.

-Idiota… no le doy tanta importancia a eso. Me gustan unos pocos y además, con los estudios no tengo mucho tiempo para jugar eso.

-Las groserías no te van a justificar. No tienes idea de lo que significa un videojuego –replicó Andrés.-Es el simple hecho de estar ahí, sentirte ahí, parte del ambiente. Tener un personaje diseñado a tu gusto, a tu conveniencia, a tu deseo. Decidir si harás esto o aquello –hablaba con tal pasión que casi se podría decir que en verdad la sentía.- Luchar con enemigos y tener la gratificación del trabajo duro, del triunfo… un video juego es más que códigos y matemáticas, es más que dibujitos y ya… hay experiencias, aprendizajes. Yo opino que se aprende mucho más de un video juego que de la escuela, pues cuando encuentro un término o ubicación que no entiendo lo investigo y eso me lleva a nuevos y mejores conocimientos. Tú más que nadie deberías entenderlo Ángel… solo te pasa eso con los libros, pero a mí me pasa con ambas cosas: libros y videojuegos –añadió con un brillo en los ojos.

-En respuesta: te gusta sentirte Dios –dijo Ángel.

-Sí y no, y creo que saben la razón…

-Ninguno de nosotros cree en Dios como lo describen las religiones… -dijeron los tres en perfecta sincronía.

-En fin… -dijo Andrés levantándose,- yo me iré a jugar un rato. Quiero ser Dios –soltó una risita.- Feliz noches a ambos.

Los otros dos le respondieron lo mismo.

Bueno, hasta aquí lo dejo. Espero que lo disfruten mucho aquellos que son fieles lectores de esta historia. Espero poder subir el próximo lo antes posible o cuando me lo permita mi estudio (cof… cof… universidad). No quisiera cometer el error del año pasado de solo publicar tres ¡TRES! capítulos.

Un saludo

Adriangel22