Una historia interesante 18

Siempre es bueno estar seguro de no tener enemigos, pues estos pueden acercarse muy lentamente e incluso, amparados por la ley.

-Recuérdame para qué coño haces tantos… -se quejó Andrés con aburrimiento.

-Ya te lo he dicho: a mis amigos les gustan mucho y les llevaré para compartir –le explicó Ángel por quinta vez.

El olor era delicioso para el olfato. Rueda de atún con vegetales salteados sería su almuerzo. Su tía los dejó con el punto justo de sazón para cenar en la noche y luego hacerlo en la mañana para el almuerzo, pero como siempre que se hacía algo especial, Ángel quería llevar para compartirlo con sus compañeros de clases.

-Un desperdicio… no alimentes a cucarachas con algo tan bueno como esto –comentó Andrés. Ángel solo le lanzo una mirada desaprobatoria. –Un poco insultante para la comida… -se apoyó en el friegaplatos y miró un punto al vacío.

-¿Te molesta? –le preguntó Ángel sin dejar de mirar el atún.

-No, no me molesta… -respondió Andrés aspirando profundamente el aroma.- Es solo que huele muy bien y es irritante que sea para alimentar cucarachas –se notaba el desprecio en su voz.

-No veo nada de malo en eso –respondió Ángel dando vuelta a una de las ruedas.- Pásame ese recipiente de plástico. El de la tapa coño –le dijo al ver que Andrés tomaba el recipiente tan distraídamente que no se dio cuenta que era el equivocado. Lo miro ceñudo por el regaño, pero igual se lo dio. –No sé de qué te quejas, el tuyo ya está guardado y listo para llevar.

-Qué vergüenza… yo ayudando a alimentar cucarachas… me voy a suicidar… -amenazó Andrés sin ser muy convincente.

-Eso sería mucho trabajo para ti –le replicó Víctor desde la mesa comiendo pan con mermelada de piña y limonada.-No tiene nada de malo que Raba tenga tan buen corazón…

-Exacto. Yo lo certifico –respondió Ángel sin dejar de mirar el atún en la sartén –Ambas cosas –añadió.

-Podría hacerlo… no den nada por hecho par de idiotas –se defendió Andrés.

-Bueno, esto ya está en su punto –Ángel bajo la llama y sacó una a una las ruedas guardándolas cuidadosamente en el recipiente.- Por cierto niños… hay poca comida.

-Ay no… que mierda… -se quejaron Andrés y Víctor sabiendo lo que Ángel quería decir –Tendríamos más si tú no alimentaras cucarachas –le reprochó.

-Solo queda cereal para cuatro días… -aviso Ángel ignorando ese último comentario.

-Me suicidare en tres días, no necesito más –aseguró Andrés.

-… y mermelada –comentó alto para que Víctor lo escuchará- para tres. Además de otras cosas que nos faltan…

-¡¿Y nutella?! Dime cuanta nutella queda Raba –le preguntó Víctor exageradamente.- Seguramente queda poca y por eso estas apurado en ir a comprar comida.

-No. Me queda mucha… yo a veces voy y compro para que no se acabe pronto. No como ustedes par de flojos…

-Una mierda… -se quejó Andrés aburrido.

-La comida no la traen mágicamente los elfos ni los gnomos… toca comprarla y traerla.

-¿No podríamos usar el servicio a domicilio? –preguntó Andrés.- Es tan bueno…  fácil de usar… y además evita tener que moverme. Me encanta no moverme –añadió con seriedad.

-¿Y confiar mi comida a un extraño? –preguntó Ángel cerrando el recipiente. Colocó la sartén y la espátula en el fregadero.- Ni loco… eso lo hago yo personalmente.

-Pues bien… listo. Decidido. Tú lo harás Raba.

Ángel puso los ojos en blanco.

-No sean vagos por Dios… el sábado hacemos compras y listo. No debería llevarnos más de tres horas. Le diré a mi tía que haga una lista completa, la que me dio es algo parcial, y el sábado a comprar. Los tres… que para eso somos independientes –añadió con autoridad.

-La independencia apesta. Debería regresar con mi mamá: ella hacia la compra sin ayuda de nadie –Andrés hizo una mueca de lástima increíblemente realista.

-Habla por ti… mis padres están en Europa… ¿Cómo coño me hacen las compras desde allá?

-Bueno… podrías irte conmigo a la casa materna, Martha hace la compra, tomamos lo que podamos y nos regresamos acá –planificó Andrés con bastante seriedad. Ninguno de los dos dudaba en absoluto que Andrés pudiera hacer algo así.

-No es el fin del mundo –comentó Ángel guardando su almuerzo y el otro recipiente con el atún para sus amigos en su bolso del almuerzo.

-Vete a la mierda… -le espetó Andrés.

-A donde me voy es a clases. Así que…

-Casi lo mismo –murmuró Andrés.

-…vámonos -replico Ángel tomando su morral, el bolso del almuerzo y el bolso del proyector.

-¿Te ayudo? –se ofreció Andrés tomando el bolso del almuerzo. El menos pesado.

-Gracias, ese estaba bastante pesado, casi no podía llevarlo –le dijo Ángel con sarcasmo.- Nos vemos Vito.

-Adiós. Hasta la noche Vito …–se despidió Andrés apropósito.- Te estoy ayudando ¿no? –añadió mientras salían de la cocina.– Deberías ser más agradecido.

-Solo yo le digo así… -remarcó Ángel.

-Adiós… feliz recorrido. Cuídense –se despidió Víctor riendo mientras terminaba de desayunar. -¡No te pongas celoso Raba! –les gritó riendo cundo ya casi llegaban a la sala.

Llegaron al auto unos segundos después. Andrés entró por la puerta del piloto mientras Ángel colocaba con cuidado sus cosas en el asiento trasero y luego entro por la puerta del copiloto sentándose tranquilamente. Un par de minutos después, ya estaban en camino. El trayecto era rápido ya que, por ser miércoles, estaban más temprano camino a la escuela.

-Solo quería molestarte un rato –dijo Andrés riendo.

-Lo sé… eres idiota y fastidioso… -le respondió Ángel.- Pero aun así me caes medio bien –y sonrió.

-Gracias… supongo

El recorrido fue relativamente rápido ya que a pesar de tener muchos autos alrededor, la movilidad era óptima para no llegar tarde.

-Tengo algo de sueño –comentó Andrés luego de un rato,- quizá hasta me regrese luego de dejarte y me quede durmiendo todo el día. Hoy no tengo nada interesante que hacer.

-¿Eso quiere decir que…? –le intentó preguntar Ángel sorprendido.

-Sí. Eso que estas pensando –le interrumpió Andrés.

-Pero… ¡¿Por qué no me dijiste nada?! –exclamo Ángel.

-No lo sé… -Andrés se encogió de hombros- pero no le des tanta importancia.

-¡Claro que la tiene! Estas aquí solo para llevarme –Ángel estaba apenado y sorprendido a partes iguales.

-No realmente… podría ir a clases, pero, eso es opcional. Hoy no hay nada importante y la verdad… -se interrumpió ya que sonó su móvil. Él lo ignoró. -… la verdad me interesa más ir a dormir.

-¿No vas a responder? –preguntó Ángel. Lo tomo y añadió:- si no te molesta, lo hago por ti y explico que estas conduciendo.

-Tranquilo. Cuando llegue a ese semáforo de ahí, contesto –dijo Andrés, pero Ángel no le prestaba atención.

Notó algo: la persona que llamaba a Andrés tenía por nombre de contacto “La Zorra”. Ángel lo observó por un segundo antes de reír con ganas. Sin embargo, dos segundos después se fijo en el número.

-Un minuto… este número es de… -abrió mucho los ojos sorprendido.- ¡Andrés! –exclamó y rió con más fuerza aun.- ¡Hijo de puta…! -Andrés le quitó el móvil y contestó.

-Hola mamá –saludo tranquilamente. Ángel trato de resistir la carcajada que deseaba salir con toda su alma de su estómago. –Claro… si… aja… entiendo… bueno… trataré de ir. Adiós –y colgó con la misma tranquilidad con la que atendió la llamada. Ángel pudo reír con tranquilidad y no reprimió nada. Cinco minutos después, cuando ya estaban llegando, aun continuaba riendo.- Te vas a mear –le comentó Andrés ácidamente.

-Es… que… eso… tú… te… superas… siempre… -casi no podía hablar. Solo jadeaba con fuerza.- Eres una rata… siempre sorprendiéndome –respiró profundamente.- ¿Qué quería tú mamá?

-Nada interesante: preguntarme si podíamos vernos este fin de semana para salir por ahí. Ella, mi hermano y yo.

Estaban llegando a la vía que los llevaría a la escuela de Ángel. Subió el trecho que les quedaba con rapidez antes de llegar al camino de entrada del estacionamiento. Detrás de ellos también se detuvo un coche.

-¿Irás? –pregunto Ángel al tiempo que tomaba los tres bolsos del asiento trasero.

-No se… tal vez… me da pereza… -respondió Andrés lacónico. El coche de atrás sonó el claxon apurándolos. Ambos miraron el auto con mala cara. No tenían tanto tiempo el auto ahí, como para semejante apuro por parte de la persona que conducía ese auto.

-Tú sabrás –le replicó Ángel.- Yo mientras tanto, me iré a clases: comienza en media hora –dijo mirando su reloj. –Hey… ese auto… lo conozco; es de una estudiante de aquí que está en mi grupo de clases, pero no somos amigos ni nada. Solo nos saludamos y listo. Seguro que cuando me vea, ya no seguirá… -se interrumpió por el claxon que tocaba insistentemente.- Ah… con que esas tenemos… creo que alguien necesita aprender el significado de la palabra paciencia –añadió con un gesto maligno.

-Bueno… hazlo por los dos… esa zorra no tiene porque fastidiar tan temprano–le dijo Andrés con una sonrisa cómplice.

-Lo sé, lo sé… tranquilo… -le respondió Ángel. Tomo su iPod y sus auriculares. Puso música alta y se bajo del coche.- Adiós… nos vemos… -se despidió de Andrés chocando los puños. Andrés le regreso el saludo sabiendo que Ángel estaba a punto de hacer alguna clase de maldad y eso hacía que el viaje valiera la pena. Se fue riendo con ganas y en su cara se leía “dime luego que hiciste y como te fue”

En un sitio muy alejado de ahí, tres hombres adultos discutían acaloradamente. Uno de ellos, incluso, estaba rojo de ira.

-¡Maldita sea! –gritó Ramírez con ira golpeando la mesa.

-Si no te calmas, no podrás entender lo que quiero decirte –le espetó su jefe.

De unos 70 años, el comisario, o como lo llamaban sus subordinados de cariño “El Jefe”, un hombre de bigotes blancos y espesos y un corte de cabello al estilo militar. Se notaba el carácter y la experiencia policial en cada una de sus facciones. Nada se le escapaba y no dudaba en darse a respetar en ninguna circunstancia.

-¡Cálmate Ramírez! –le ordenó con muchísima autoridad. Ramírez le hiso caso.

-¡Pero jefe! Esto no puede ser… ¡él es el asesino! ¡lo sé! –grito Ramírez.

-Pues, estas equivocado. Si lo que dice Rojas es cierto, se ha jodido tu teoría completamente –dijo El Jefe.- Rojas, ¿podrías repetirlo por favor? –Rojas carraspeo la garganta. El Jefe le intimidaba un poco.

-Según la información que hemos encontrado, el sospechoso, Ángel Villanueva, estaba en Brasil cuando Fabiana fue liberada –explico Rojas.- Según el reporte, él viajo una semana después de su secuestro, si, pero en el momento en que fue liberada él se encontraba en Sao Paulo. Tenemos muchísimos testimonios. Al parecer se encontraba en un congreso sobre “Emergencias Medicas Rulares”.

-Pero según los testimonios, precisamente el día en que ella fue liberada, él se ausento y no fue a las actividades programadas –objeto Ramírez.-Eso es muy sospechoso –Rojas suspiró con paciencia.

-Claro que es sospechoso pero te pregunto ¿Sabes cuanta distancia hay entre los dos eventos? Miles de kilómetros –replicó Rojas.- Y según el testimonio de Fabiana, a ella la visitaban todos los días que duró su cautiverio. Explícame como hizo para ir y venir puntualmente como si ambas cosas sucedieran a metros de distancia.

Ramírez no comento nada.

-¿Cómo es que esta información llego tan tarde? –preguntó El Jefe.- Tienen meses trabajando en el caso. Quiero saber quien fue tan negligente para no traer esta información a tiempo –su tono de voz asustaba un poco.

-Yo –admitió Ramírez.- Fue mi culpa –le costaba decir aquello.- Hace dos meses me llego esta información luego de cobrar algunos favores a ciertos conocidos en algunas líneas aéreas, pero la deje en mi escritorio para revisarla luego. Dos días después, me llego otra información aun más relevante y no le hice mucho caso a esta.

-Quiero que me expliques la razón de que sea Rojas quien me lo dice y no tú –la orden salió muy calmada, pero cargada de autoridad. Estaba bastante molesto por semejante descuido.

-Ayer cuando regresamos luego de visitarlo, revisamos todo de nuevo y yo recordé esta información –explicó Ramírez.- Se la di a Rojas para revisarla y él me informo esta mañana a las cinco en punto.

-¡Eres un imbécil! –le espetó El Jefe.- Este tipo tiene la coartada perfecta y no podemos hacer nada –Rojas y Ramírez se miraron un segundo. El Jefe no dejó de notar ese detalle.- Si tienen algo que decirme, díganlo ahora antes de que pierda la poca paciencia que tengo –ordenó furioso.

-Hemos estado pensando que tal vez sean dos… -admitió Rojas.- Tiene lógica que la liberaran cuando él no estaba aquí. Quizá lo planeo para tener la coartada perfecta.

-Esa teoría se las dije hace seis meses y tú Ramírez, en esta misma oficina, bien entrada la noche, me dijiste que era imposible. Me juraste que eso no tenía sentido –recordó El Jefe.- Luego de eso, su caso se apoyo en la teoría de que fue él solo ya que tenía móvil, recursos y tiempo.

-Ahí tenemos otro problema –dijo Rojas.- Según la información, él no solo viajo a Sao Paulo. Ha usado su pasaporte muchísimo –y saco una lista de fechas y destinos de un sobre amarillo.- Mire esto –se lo dio a El Jefe.- El día que secuestraron a Jesús, el se encontraba en Italia con su familia. Ahora mire aquí –le señalo otra fecha.- Por estas fechas secuestraron a María Gabriela mientras él se encontraba tranquilamente en Orlando de vacaciones con su familia. Si bien regresaba periódicamente, solo lo hacía para verificar los progresos de su casa. En aquella época estaban construyéndola y solo venia a verificarlo todo. Se quedaba una semana y luego se iba otras dos a algún lugar del mundo junto a su amigo, el que vive con él –reviso una hoja- Víctor, ese mismo. El día que secuestraron a Ricardo, él estaba en Paris, solo.

-¿Algún testigo de eso? –pregunto El Jefe sin dejar de mirar minuciosamente la hoja.

-Si –respondió Ramírez, a continuación saco otra hoja del sobre.- Tenemos fotografías de las cámaras del hotel donde se quedo durante las dos semanas. Además, -agregó sacando una pequeña memoria- también tenemos evidencia en video de las veces que salió y entró del edificio. Una semana después de estar allá, conoció a una pareja de hombres y pasó el resto del tiempo con ellos –añadió con desagrado. A ninguno de los tres les costaba saber la razón de esa compañía.

-Ambos son unos incompetentes. Sobre todo tu Ramírez –le gruñó El Jefe con furia.- Esta información hubiera sido fundamental antes de armar un caso contra la persona equivocada. Les advertí que debían investigarlo a fondo, pero ahora resulta que no es el culpable.

-Bueno señor… -intentó decir Ramírez.

-¡Cállate! –le interrumpió El Jefe.- Escúchenme bien –temblaba un poco al hablar.- Este niño tiene contactos, contactos muy influyentes que podrían destruirnos a todos nosotros. Yo deseaba que encontraran algo con muchísimo peso para encarcelarlo sin ninguna duda pertinente. Teníamos reportes de su tipo de personalidad: arrogante y altanera, y pensamos que podía ser ya que cumplía con el perfil. Móvil, recursos, personalidad y tiempo. Pero ahora resulta que nos equivocamos –sonreía forzadamente.

-Toda persona con dinero tiene ese tipo de personalidad –comentó Ramírez.

-Él no. El dinero no lo cambió –le replicó Rojas.- Ya era así antes de tener dinero. Existen algunos expedientes de su liceo. Fue el mejor estudiante de su promoción, se graduó con las más altas notas y muchos honores, pero sus cinco años estuvieron plagados de algunos incidentes. La mayoría de ellos como víctima de abusos de estudiantes más fuertes que él. Y luego… algo cambio. De sopetón se transformo en alguien frío. No le importaba el sufrimiento físico que le hacían sentir y les respondía a todos con palabras bastante hirientes. Incluso a un par de sus profesores.

-¿Qué sabemos de eso? –preguntó El Jefe.

-Casi todo –respondió Rojas.- Resulta que se encontró con alguien por medio del internet y la cosa no resulto bien. Los peligros del internet ponen en riesgo hasta a personas como él. Lo que sea que le haya pasado, lo cambio para siempre. Dejo de ser tímido y retraído para volverse cruel y frío. Por eso pensamos que era el culpable. Creímos que a raíz de ese incidente, el desarrollo un rencor aun mayor hacia las personas que le hicieron daño cuando era niño –añadió Rojas.

El Jefe solo suspiró profundamente.

-Tienen cuarenta y ocho horas para encontrarme algo. Lo que sea –les ordenó.- Si no encuentran nada, busquen a otro sospechoso o serán sancionado –les advirtió.- Si este tipo no es quien creemos y lo encerramos por equivocación, la pagaremos muy caro. No quiero enfrentarme a Javier Lennok de nuevo y perder –murmuró más para sí mismo que para los otros. Los miro a ambos y les grito -¡¿Qué coño hacen aquí todavía?! ¡Vayan a trabajar ahora!

Los otros dos recogieron los papeles en el escritorio de El Jefe rápidamente y se fueron. Él, sin embargo rotó en su silla y miró por la ventana pensativo.

-Si Lennok sabe que estamos investigando a uno de sus clientes, y resulta que es inocente, comenzará una guerra que no podre ganar –comentó para sí mismo con amargura. –Solo espero que estos dos encuentren algo concluyente o mi cabeza rodara –saco un puro de uno de los bolsillos de la camisa, un mechero de otro. Lo encendió y dio una larga y profunda calada.

Al otro lado del piso, Ramírez y Rojas hablaban muy preocupados.

-Compañero… nuestro pellejo está en riesgo –dijo Ramírez con mucha preocupación en la voz.

-Tendremos que ser muy creativos –comentó Rojas.- Oye –miró a los lados para verificar que nadie lo escuchaba - ¿Quién es ese tal Javier Lennok? –pregunto nerviosamente.

-El mejor abogado de este país… –respondió Ramírez nerviosamente- y el peor enemigo de nuestro jefe –añadió en voz baja.- Pero aquí dentro no se habla de eso. Ya te lo contaré a la hora del almuerzo. Por ahora, debemos trabajar.

Un par de horas después de este suceso, una joven de no más de veinte años entraba por la puerta de un edifico de tres pisos.

-Buenos días –saludaba en la recepción mirando todo su alrededor. -Vengo a retirar un auto.

-Buenos días –le respondió la mujer ahí sentada.- Dígame la matricula del auto y verificaré si está listo –la muchacha se la dio y ella procedió a revisar.- Si efectivamente, ya está listo. Ahora debe entregarme el recibo de pago y un documento que demuestre que usted está autorizada a retirarlo.- Laura la miró sorprendida.

-No me dijeron que necesitaba eso –explicó algo nerviosa.- Solo me dijeron que viniera a retirarlo –la mujer del mostrador la miró con desconfianza.

-Dígame el nombre del titular del auto –le ordenó sin dejar de mirarla.

-Ángel Villanueva –respondió Laura algo nerviosa.

-Espere un momento –le dijo la mujer marcando un número.- Señor Mateo aquí esta una muchacha buscando el auto del señor Ángel… no, no me ha dicho. Espere un momento –separó el auricular de su oreja y le pregunto:- ¿usted como se llama?

-Laura…

-Espere un momento –y comenzó a hablar de nuevo por el teléfono. Colgó unos segundos después y le dijo:- esperé aquí un momento, en unos minutos vendrán a buscarla.

-¿Cómo… quien…? ¿Por qué? –preguntó Laura algo asustada.

-Calma. Ya vendrán a buscarla. Espere en esas sillas –le señalo unas sillas apoyadas en la pared y siguió trabajando ignorándola por completo.

Laura se sentó algo preocupada. Había aprovechado el no tener clases ese día para buscar el auto y luego ir al trabajo de mamá y llevarla a casa. Pero no pensó que sería difícil que le entregaran el auto. Pensó que sería cosa de ir y listo. Ahora sentía que esperaba a alguien de autoridad que podría no darle el auto por no poseer la documentación requerida. ¿Por qué Ángel no le dijo nada de eso? Él solo dijo “Que Laura vaya a buscarlo”, sin dar más detalles. ¿Será que no aviso que ella vendría a buscarlo? ¿Lo llamarían para verificarlo? Seguramente estaba en clases y no le gustaba nada que lo interrumpiera a menos que fuese una emergencia. ¿Y si lo llamaban y luego él se molestaba con ella? ¿Quién iba a buscarla? Miraba nerviosamente a la recepcionista, pero ella parecía inmersa en su trabajo y la ignoraba completamente.

Unos minutos después, un hombre de estatura mediana y bastante rollizo entraba por una puerta al lado de la recepción con una carpeta en la mano. La miraba sonriente.

- Al menos no parece que sea alguien para detenerme o algo así –pensó aliviada

-Buenos días –la saludo amablemente.- Mi nombre es Mateo. Soy el amigo de tu hermano. Anoche él me dijo que vendrías a buscar el auto y te autorizó para retirarlo. Mis disculpas por no informar a mi secretaria. Ella tiene la orden directa de no entregar autos a cualquiera que venga por ellos –la secretaria lo miró esperando una reprimenda pero lo que obtuvo fue un halago.- ¿Vienes conmigo por favor? –y le extendió la mano para ayudarla a levantarse.

Ella se levantó y lo siguió aliviada. Definitivamente, hizo una tormenta en un vaso de agua. Entraron juntos por la puerta derecha y caminaron un largo pasillo. A su izquierda, una pared bastante solida. A su derecha, una pared hecha con cristal mostraba a todo el personal trabajando.

-El dueño de este lugar pensó que era una idea excelente hacer este tipo de estructura –le explico Mateo.- Este pasillo es a prueba de accidentes. Comunica todo el complejo por diferentes puertas y además, lleva directamente a la salida. Como veras es lo suficientemente amplio para salir rápidamente de aquí. Ese cristal no podría romperse ni con una bomba atómica –añadió riendo.- Al trabajar con autos en mal estado, uno no sabe qué clase de percances puedan ocurrir.

-Pensé que usted era el dueño –comento Laura mirando como transportaban un enorme motor.- Mi hermano dijo que era amigo del jefe.

-Exacto. Soy el jefe, pero no el dueño –comentó Mateo.- El dueño de todo esto es alguien que no puede encargarse ya que tiene otras obligaciones. Sin embargo, confía lo suficiente en mí como para dejar que yo ocupe su lugar y me encargue de todo.

Siguieron caminando un poco con sus pasos haciendo algo de eco, hasta que llegaron a una puerta. Mateo abrió la puerta y se hizo a un lado para que ella entrara primero.

-Esta –explicó cuando entraron ambos- es una habitación que se usa para almacenar los autos que ya están completamente reparados. Una vez que se prueban para comprobar su adecuada reparación. También fue diseñada por el dueño –añadió.- Él pensó que sería un riesgo que los autos reparados estuvieran en el mismo sito de la maquinaria que se usa para aquellos que aun necesitan reparaciones.

La habitación era amplia y muy iluminada. Muchos autos, más de los que se podrían contar a primera vista están estacionados muy ordenadamente. Mateo la guió entre algunos autos (algunos de lujo y otros más modestos) hasta que llegaron al que debía llevarse.

-Es curioso –comentó Laura.

-¿Qué? –preguntó Mateo.

-He visto muchos talleres de reparación, pero es la primera vez que veo un lugar de esos tan limpio y ordenado –dijo ella.- Normalmente el piso, para empezar, está lleno de porquería y los empleados muchas veces sin equipo de protección ni ropa adecuada. Y como algo normal, casi una tradición, ver a un par de perros llenos de aceite para motor. Es curioso que aquí pase algo tan inusual –Mateo soltó una risita.

-Este taller es único en su tipo –dijo con orgullo.- A los empleados se les dan uniformes que deben llevar colocados obligatoriamente. Cada empleado tiene sus propias herramientas y está prohibido que las presten entre ellos o se las lleven de acá. Al finalizar el día, todas quedan en una sustancia especial que las limpia correctamente. En cuanto al lugar, tenemos cuartos de descanso y duchas para que las usen al finalizar la jornada. Eso está en el segundo piso. Toma –le entrego las llaves del auto y la carpeta.- Ahí están los documentos de propiedad junto con el presupuesto, la factura y el informe que la oficina de transito nos dio luego del accidente. De ambos autos –añadió.

-¿Y el otro auto ya fue reparado?

-Claro. Tu hermano me dio instrucciones precisas para que reparara primero aquel auto antes que el suyo, pero yo dispuse de un equipo que se encargada de ambos autos casi al mismo tiempo –explico.- Yo mismo ayude un par de veces –añadió con alegría.

-¿De dónde… conoces a mi hermano? –Laura no pudo evitar hacer esa pregunta.

-Ángel… salvo mi vida… y mi destino –respondió Mateo con un brillo en los ojos. -Pero eso no es importante ahora. El auto ya está listo y tu deberías ir a clases –la apremio.

-Hoy no tengo clases –le respondió ella ceñuda.- Muchas gracias por todo –se subió al auto y encendió el motor. No era experta en coches, pero solo por el sonido supo que el auto estaba en perfectas condiciones.

-Ya autoricé la salida del coche, así que los de vigilancia no te darán problemas. Ten un buen día –se despidió Mateo.

Ella comenzó a moverse. El sitio incluso tenía una separación entre coches para que se movieran libremente. En esencia era un estacionamiento en toda regla. Condujo por una vía recta hasta llegar a una rampa de acceso en donde llegaban todas las vías de separación. Subió rápidamente hasta llegar a una caceta de vigilante. El tipo que estaba ahí, al verla, activo un mecanismo para que la pesada malla de acero que cerraba el acceso subiera sin ningún problema.

-Aquí tienen una enorme seguridad –comentó mientras llegaba al camino en la calle.- Me imagino que con tantos autos y tan costosos, no deben escatimar en gastos para mantener seguros esos autos. Me pregunto quién será el dueño de todo esto –añadió mientras tomaba una curva.

Condujo con cuidado por esas vías donde muchos imbéciles conducían imprudentemente. Cuando Ángel le enseño a conducir, una de las primeras reglas era fijarse en el camino y los autos que rodeaban su entorno, pero, lo más importante, ver a los motorizados y peatones, pues esos eran los más peligrosos. Unos conduciendo motos con mucha imprudencia y los otros que podían aparecer de pronto con la esperanza de cruzar una calle sin que los atropellen.

-Muchas personas al cruzar la calle no entienden que la velocidad y densidad de un auto en movimiento es bastante alta –le dijo él.

-Eh… ¿Qué? –le pregunto ella sin entender.

-Te lo pondré muy fácil: 80 kilos de carne y hueso no podrán ganarle a más de una tonelada de metal que viene con una velocidad constante y que al impactar, lo hace con varias toneladas de presión –le explicó riendo.-Eso… puede matar a cualquiera. Cuando estudies física, lo entenderás hermanita. Por ahora enfócate en saber que tienes un auto detrás y dos motos a ambos lados.

-¿Y por que 80 kilos de carne? Hay gente más gorda –le comentó ella sin quitar la vista de enfrente.

-Bueno, use un peso estándar. Pero creo que entendiste lo que quise decir ¿no? –le preguntó.- Cuidado con ese auto –le advirtió refiriéndose a un auto que se detuvo de pronto.- Fíjate en el semáforo siempre.

-Ángel… hay que fijarse en todo ¡David no es tan cuidadoso! El conduce tan despreocupadamente.

-Y es por eso que ha chocado más veces de las que puedo contar con todos los dedos de mi cuerpo –gruño Ángel.- Tú eres diferente y debes aprender a hacerlo bien.

-Claro, porque las reparaciones no las paga él. O paga mamá o pagas tú –le recordó ella.

-Tengo la esperanza de que algún día mejore –le replico él. Ella lo miro con ironía.- Vista al frente –y la tomo de la nuca para voltear su cabeza.- Tienes a dos peatones cruzando la calle y un autobús que va a estacionar incorrectamente.

Y con ese último pensamiento, condujo a una velocidad moderada por la ciudad. Llegaría en unos veinte minutos al trabajo de mamá. El hecho de que incluso el olor del auto fuera a limpio, la relajaba un poco al conducir.

Llego, efectivamente, veinte minutos después al edificio donde su mamá trabajaba.

-Que pasillo tan largo –se quejo a modo de saludo.-Hola mamá.

-Oh… llegaste –Miriam se levantó de la silla para abrazarla. Su oficina tenía lo de siempre: un escritorio, varios archiveros y la computadora que usaba para trabajar. Todo el ambiente era de madera pulida.

-Bueno, fue rápido. Ese auto esta de lo mejor –dijo Laura.

-¡Quiero verlo! –exclamo Miriam. Ambas salieron de la oficina.

-Está estacionado mamá –dijo Laura siguiéndola.

Ambas caminaron por el largo pasillo lleno de gente en traje y corbata, al llegar al vestíbulo, fueron directamente a una gran puerta de cristal para salir al estacionamiento que estaba al lado del complejo.

-¿Esta en el sitio normal no? –pregunto Miriam caminando con agilidad y rapidez a pesar de los tacones que tenía en los pies.

-Si mamá.

Llegaron al auto y Miriam no pudo contener su sorpresa y alegría por tener el auto de regreso. Lo observo maravillada por todos lados. Nadie diría que hace unas semanas ese auto estaba casi destruido.

-¡Esta bellísimo!

-Toma –Laura abrió la puerta del copiloto y le entrego la carpeta.- Aquí está todo lo que me pediste. Facturas, presupuesto, informe de transito. ¿Sabes? Antes de salir de ahí, le di una ojeada a eso. ¿Estás segura de que cobraras todo eso? El precio fue… muy alto –le advirtió.

Miriam observo rápidamente las hojas y fue directamente a las facturas de ambos automóviles. La cara le cambio de pronto.

-¡Mierda! ¿Todo eso? –exclamó al ver el precio con los ojos abiertos como platos. –Miguel nunca dejara de pagarme en su vida –aseguro con seriedad.-Yo me encargare de la parte de David. Es injusto que Ángel haya pagado esta cantidad de dinero por algo que él no hizo.

-Bueno, espero que hables en serio mamá…

-¿Qué quieres decir?

-Tú cuando te molestas con David haces lo correcto con él, pero cuando te calmas, todo regresa a la normalidad –le recrimino Laura. Era necesario decirle eso a su mamá.- Hace seis meses estuviste molesta con él por llevarse el auto y hasta le prohibiste que lo manejara… por una semana. Luego todo regreso a la normalidad. Ángel tiene razón al decir que te falta carácter –añadió.

-Lo sé… mi hijo siempre tiene razón… pero es que… sus métodos son tan… violentos…

-Pero sus intenciones son las mejores –le recordó Laura.- A ver… se fue de la casa por muchas razones, las dos principales fueron David y mi privacidad. ¿Y qué haces tú entonces? La habitación que debería ser mía está ocupada por el gordo y la que me dejaron a mí en su lugar está ocupada por Miguel. ¿Eso te parece justo? –le reprocho Laura.

-No. Mis hijos deberían ser lo más importantes y lo son…

-Pues… eso no lo demuestras… -gruñó Laura. Algunas lágrimas se asomaron en los ojos de Miriam.

-Tranquila. Miguel me dijo que se mudaría en breve –le aseguro Miriam.

-Eso es mentira y lo sabes… David, Miguel y la mujer de Miguel están esperando a que nazca el niño para que tú cambies de opinión y no los tires a la calle ¿Por qué crees que te da largas?

-¿Quién te dijo eso? –pregunto Miriam sorprendida.

-¿Recuerdas el fin de semana del accidente? –preguntó Laura. Miriam asintió.- Bueno, cuando llevaste a Alfonzo de salida con su papá, ellos estaban hablando sobre eso. La mujer de Miguel le dijo que en “su” habitación no había espacio para la cuna. Hablo de mover la mesa que Ángel tiene ahí y que era para sus libros y sacarla del cuarto para tener más espacio. Miguel le respondió que eso no era necesario. Sus palabras textuales fueron “no te preocupes, con la cama es suficiente. Ahí cabemos los tres tranquilamente. Solo debemos mover ese baúl que está debajo y no estorba tanto”. El muy idiota pretende sacar el baúl para guardar debajo de la cama un par de cajas de plástico con la ropa del niño

-No puede ser… él me dijo otra cosa –afirmo Miriam.- ¿Qué dijo David?

-Estuvo muy de acuerdo con todo. Dijo incluso que trataría de convencerte de mover el baúl de Ángel. ¿No te ha dicho nada aun?

-Sí. Hace dos días me hablo de eso. Dijo que ya que Ángel se mudo, tener algo ahí suyo era innecesario –conto Miriam.- Dios… ¿Qué clase de hijo tengo que prefiere a sus primos antes que a su hermano?

-Bueno… serian dos hijos –contradijo Laura.- Yo quiero mucho a Ángel pero debo admitir que él se lleva mejor con sus amigos. A nosotros algunas veces nos ha dejado de lado –dijo con tristeza en la voz.

-No hables así de tu hermano. El hace lo que piensa correcto Laura: tú misma lo has dicho.

-Lo sé, pero… no es justo –replico Laura con los ojos brillosos.-Uno se muda y con el otro a penas y me llevo bien. Solo me queda Alfonzo y hasta el a veces solo piensa en otras cosas…

-David está a punto de llegar –dijo Miriam de pronto para cambiar el tema.- Tengo que hablar con él y en la casa no se puede. Vamos a mi oficina.

-Algo debe estar realmente mal cuando debes citar a tu hijo a tu trabajo ya que en tu propia casa no puedes hablar con libertad –le reprocho Laura. Miriam no respondió a eso y solo siguió caminando.

Llegaron a la oficina en el preciso momento en que Ángel terminaba su ultima clase de la mañana y se iba junto a sus compañeros a almorzar.

-Bueno estudiantes, esta será nuestra última clase por el año. Ya el lunes presentaran un parcial y el miércoles el otro. Comenzaran en dos semanas con otro profesor de práctica. Debo decir que son de mis mejores grupos. Aquí tenemos mucho talento, desde estudiantes aplicados y genios, algunos alumnos regulares y otros que deberían estudiar un poco más o cambiarse de carrera. Lo digo a modo de sugerencia –no hablaba mirando a nadie en particular, pero todos sabían que se refería a un par de estudiantes que no rendían muy bien. Continuo:

»Me despido deseándoles mucho éxito la próxima semana y lamentando no ser yo quien les pregunte en su examen práctico. Pero, no se confíen –soltó una risita,- yo podría preguntarles el próximo examen. Buenas tardes a todos –y tomo la carpeta lista para irse.

-Espere un momento profesora –le dijo una de las compañeras.- ¿Le gustaría tomarse una foto de despedida?

- Ay no que mierda… siempre es lo mismo al culminar la unidad… una puta foto… y para más inri, debemos aparecer todos… como si nos lleváramos tan bien… zorra hipócrita –pensó con profundo desprecio.

-Bueno… por mí no hay problemas ¿Quién tomara la foto?

-Yo –se ofreció Ángel rápidamente. Él prefería tomar siempre las fotos para no aparecer en ellas, algo de lo que Eduardo se reía siempre.

-Eso… no me extraña -comento Eduardo mientras le entregaba su móvil.- Que sea buena ¿vale?

-¿Cuándo hice una mala foto idiota? –le pregunto Ángel mientras tomaba el móvil de Daniela y el de Paola, que así se llamaba la compañera que lo dijo en primer lugar.- Ahora… todos sonrían –les dijo – Claro… sus mejores sonrisas hipócritas… imbéciles –pensó con desprecio y tomo las tres fotos.

Luego entrego cada móvil a su respectivo dueño.

-Una lástima que no quieras salir aquí, te verías muy bien –le comento Daniela.

-Tengo mis reservas con las fotos Dani –repuso Ángel tomando sus cosas.- Algún día quizá te lo cuente, pero por ahora iré a guardar esto y a buscar mi almuerzo. ¿Alguno va a calentar? –pregunto al grupo. Carlos, Aníbal y Eduardo levantaron la mano.

-Bien, lo de siempre, aquellos que van a comprar almuerzo, vayan por mesas y aquellos que van a calentar vayan hacerlo –dijo Alejandro.- ¡Luego nos encontramos todos en la gran comida! ¡Me muero de hambre!

Ya estaban todos sentados en sus mesas comiendo tranquilamente con mucha gente alrededor haciendo lo mismo. Todo el grupo miraba a Andrea detenidamente. Carlos y Eduardo incluso dejaron de masticar solo para no perder ningún detalle.

-Eh… muchachos… me asustan –les dijo ella con los cubiertos en la mano.

-Es que queremos ver tu reacción –le dijo Daniela.

Andrea cortó un trozo y se lo llevo a la boca. Mastico lentamente y su mirada fue de sorpresa.

-¡OH POR DIOS! –gritó llamando la atención de algunos a su alrededor.- ¡esto esta buenísimo! –y corto otro trozo rápidamente. Todos la miraban sonriendo durante unos segundos y luego continuaron comiendo.

-Es tu primera vez ¿verdad? –pregunto Aníbal. Ella asintió. –Disfrútalo –y él mismo tomo un trozo de atún. Mastico con placer.

Ya que hizo tres ruedas grandes, Ángel las cortó a la mitad y las repartió equitativamente a cada uno. Además de sus propios almuerzos, tenían la rueda de atún al lado y de cuando en cuando comían de ahí.

-¿Esto lo haces tú? –le pregunto Andrea casi terminando su mitad.

-Yo solo las cociné. El gusto y sazón es de mi tía –respondió Ángel.- A mi no me quedan tan bien sazonados. Si me quedan bien, pero no tanto. Ella tiene muchísima más experiencia que yo en estas cosas.

-Bueno… es la mejor mitad de rueda de atún que he comido en mi vida –aseguro Andrea terminando su mitad.

-Y no has visto nada –le aseguro Alejandro.- ¿Recuerdan esa ensalada de espárragos frescos qué nos trajo hace tiempo? –todos menos Andrea asintieron.

-Eso estuvo de lo mejor –aseguró Eduardo.

Terminaron todos de almorzar y aun así les quedaba poco más de hora y media para la siguiente clase. Algunos querían ir directamente a repasar, oros querían reposar y solo Ángel tenía ganas de caminar.

-Hay que subir a ver las notas –insistía a sus compañeros pero ninguno quiso ir con él.

-Sube tú, le tomas una foto y luego nos la muestras –le dijo Aníbal sin intención de levantarse. Todos asintieron apoyándolo.

-Mi teléfono celular no tiene una buena cámara. No podrán ver nada.

-Toma el mío –le dijo Alejandro sacando su móvil del bolsillo y entregándoselo.-El patrón de desbloqueo es una estrella de cinco puntas ¿ves? –le explicó mostrándole.- Aun que lo desbloquee aquí, para cuando llegues al piso seis ya estará bloqueado de nuevo. Este tiene una cámara decente y se verá bien la foto –añadió sonriendo.

-Todos son unos desgraciados… -les recriminó Ángel levantándose. Pero no estaba molesto. Fue más bien de esas cosas que se dicen entre los amigos que por muy malas que suenen, son simples bromas y juegos.

-Ladilla Pública no merece que subamos a ver las notas –se quejó Eduardo.

-Hay dos ascensores –le recordó Ángel alejándose.

-¡Y ambos se caen a pedazos! –le replicó Eduardo.

Caminó tranquilamente pasando al lados de otros estudiantes que estaban hablando entre ellos, otros sentados por ahí almorzando y muchos más revisando apuntes. La verdad, estos tres exámenes de la semana próxima tenia nervioso a más de uno por ahí. El ascensor llego haciendo un ruidito algo raro, prueba de los muchos años que tenía de construido. Un espacio rectangular y con una luz tenue se encontraba en su interior. Agradeció ser el único en subir ya que le fastidiaba bastante escuchar las quejas de otros estudiantes al usar un aparato tan viejo y un poco riesgoso.

-Eso pasa por no dejar que las cosas se actualicen –se quejó en voz alta, pues nadie podía escucharlo.- Si dejarán de ser tan imbéciles los encargados de este lugar, este tipo de cosas no pasarían dentro de esta escuela. -Se refería al hecho de que, las instalaciones al ser un patrimonio reconocido, no podía ser cambiado ni reestructurado bajo ninguna circunstancias. –Supongo que es mejor que se caiga a pedazos y que suceda algún accidente antes de ir en contra de tonterías como esa. Patrimonio del mundo… ¡y una mierda! –gruñó algo molesto. Llego al piso siete, salió del ascensor y se dispuso a ir a las esclareas para bajar un piso y llegar a las oficinas de la cátedra de salud pública. Pero, al llegar a la punta de la escalera un gemido bajo llamo su atención. Se rio para sus adentros.

Existía un rumor, no confirmado, sobre algunos estudiantes que usaban lugares específicos de ambas escuelas para hacer actividades que normalmente se harían en un lugar más privado, como una habitación o en algunos casos, un baño. Ángel conocía cuatro lugares en donde se decía que se realizaban dichas actividades extracurriculares: los baños (el más obvio de todos), el piso más profundo del estacionamiento, una esquina muy apartado del último piso de la escuela nueva y justamente el piso ocho de la escuela vieja. Lugar donde en ese preciso momento dos personas estaban divirtiéndose muy íntimamente.

Dudó en subir durante un segundo. Sabía que no podía ser ninguno de sus compañeros más cercanos ya que todos estaban abajo descansando del almuerzo. La verdad no le interesaba saber de la vida privada de gente desconocida. Los consideraba menos que escoria y no pensaba que valdría la pena involucrar su tiempo en saber quiénes eran los dos que estaban arriba. Eso pensaba hasta que la curiosidad y una corazonada pudieron más que él.

Se apoyo en la pared completamente y subió peldaño por peldaño cuidadosamente sin despegarse de ella. En cinco segundos ya estaba en la pared que separaba el pasillo con las escaleras. Se acercó cuidadosamente al marco de la puerta y solo mostró media cara para evitar ser visto. En el hueco que dividía el pasillo (a la izquierda las puertas de los ascensores y a la derecha lo que deberían ser aulas) estaban dos estudiantes de pie. El tipo entre las piernas abiertas de la mujer embistiéndola fuertemente y ella con los ojos cerrados por el justo que sentía, lo cual fue una ventaja para Ángel ya que si los tuviera abiertos, lo vería con facilidad.

Una sonrisa asomó su rostro. Definitivamente su corazonada fue correcta. Ahí se encontraban dos personas que no deberían estar haciendo algo como eso, no por ser algo prohibido o estar en un lugar incorrecto, si no por el hecho de que ambos tenían parejas. Ella tenía novio dentro de la escuela (alguien conocido de Ángel) y él tenía novia ya que a veces hablaba ruidosamente sobre ella. Sacó lentamente el móvil de Alejandro del bolsillo de su pantalón y colocó el patrón de desbloqueo sin mirar siquiera. A continuación vio un segundo la pantalla de inicio buscando la aplicación de video. Al encontrarla, presionó la pantalla y, apuntando bien, comenzó a grabar. Era mejor hacerlo con el móvil de Alejandro ya que este tenía mejor definición de video que su propio móvil. En su cabeza recordaba unas palabras de Víctor dichas hace mucho tiempo:

- “Raba, tu móvil es una mierda… mereces algo de última generación”

Aquellos dos estaban tan concentrados que no se dieron cuenta que Ángel grabo no menos de cinco minutos el acto sexual que ambos cometían.

- Si no fuese tan imbécil este tipo, yo mismo aprovecho su aguante de macho –pensó Ángel sonriendo y deteniendo el video. Ya había grabado lo suficiente.

Guardo el móvil en su bolsillo y rápidamente bajo las escaleras. A juzgar por el jadeo, se dio cuenta que se detuvo en el momento justo: el tipo parecía estar terminando. Bajo rápidamente hasta llegar al piso seis donde, al entrar por la puerta cruzando la pared que lo separaba de las escaleras, fue a la derecha y entró por la primera puerta hacia la oficina de la secretaria de la cátedra quien estaba terminando de almorzar.

-Buenos tardes –saludó amablemente Ángel.- Quisiera saber cuándo publican las notas de la última unidad.

-En dos días –le respondió la secretaria con calma.- Ya se les informaran a sus delegados para que les avisen a ustedes.

-Muy bien dijo Ángel sonriendo.- Muchas gracias. Que tenga una feliz tarde.

-Gracias. Igual para usted –le respondió la mujer amablemente.

-Y bueno, como te prometí, la fastidie bastante durante el día. Pero déjame contarlo desde un principio –dijo Ángel. Era la hora de la cena y Víctor, Andrés y él estaban sentados haciendo lo propio.

» ¿Recuerdan el diseño de la entrada del estacionamiento? –Ambos negaron. Ángel los miró frustrado.- Imbéciles… nunca recuerdan nada. Bueno, tiene una forma de embudo y solo es una calle de doble canal. Pues bien, yo camine por ahí lentamente solo para fastidiarla. Tenía los auriculares puestos y la música bien alta para tener la excusa perfecta de descuido. Su amiga se bajo a reclamar y yo me hice un poco el tonto, pero en ningún momento me quite. Ella entendió que yo me quitaría así que se subió de nuevo. Yo no lo hice –re rio un poco.- Pues bien, llegue al auditorio para la clase y encontré a algunos de mis amigos sentados, pero no en el mismo sitio que de costumbre. Estaban en la segunda fila y eso me extraño. Mirando un poco me fije que un tipo estaba en la primera fila y coloco bolsos a su lado para asegurar los puestos de sus conocidos. Curiosamente, es amigo de las otras dos zorras anteriores –se zampo un enorme bocado. Mastico, trago y continuo.- Pues bien, hablamos un poco, nos reímos muy alto y el idiota de la primera fila se molesto un poco y nos mando a callar. Eduardo se disculpo prometiendo que no lo haríamos de nuevo y el tipo solo respondió “más te vale”. En ese momento, Alejandro le dijo un par de cosas defendiendo a Eduardo. Yo observaba todo deseando una pelea solo para divertirme. Luego, llego el profesor (así que no habría pelea, para mi mala suerte) y la clase comenzó. Sorpresa: al profesor no le funcionaba su equipo así que yo le preste el mío y…

-¿Usaste la aplicación de duplicado? –interrumpió Víctor.

-De eso hablamos luego –respondió Ángel.- Pues bien, el profesor comenzó la clase (de AND y ARN, muy interesante la verdad) y como siempre, el profesor Guillermo explicaba rápido, además de divagar en algunos momentos y hacia preguntas de la nada que solo podrían responder los que llevaban el hijo de sus explicaciones –tomo un largo trago a su jugo.- Pues bien, la zorra intento responder, y digo intento responder ya que yo la “interrumpía” respondiendo más rápido y alto que ella. Termino esa clase y dio comienzo a la prueba de Anatomía y todo fue chévere. Algunos de grupo se quejaron de ser muy extensa las respuestas, pero eso siempre pasa. Fuimos a disección para lo último de la mañana y la puta de la profesora se retraso bastante –Víctor y Andrés pusieron caras de comprensión y desagrado.

-Algunos profesores llegan tarde y luego joden a los estudiantes –comentó Andrés.- Hijos de puta todos ellos…

-Si bueno… - Ángel continuo contando.- Hicimos la disertación y tal y bueno, nos fuimos a almorzar. Almorzamos abajo en el cafetín de la escuela vieja porque nos dio pereza ir al último piso de la escuela nueva. Al terminar, yo me fui al piso seis de la escuela vieja a ver algunas notas publicadas ahí y vi algo interesante –su gesto cambió por completo. En su rostro se veía una sonrisa maligna y de suficiencia. Se llevó otra cucharada de comida a la boca y trago apenas sin masticar. -Vi a dos personas teniendo sexo muy tranquilamente en el último piso.

-Pero que imbéciles –se burló Víctor.- Ahí cualquiera podría verlos…

-De hecho no Vito –contradijo Ángel.- El último piso de la escuela vieja es bastante desértico. Casi nadie va ahí. Solo tiene un par de salones que nadie usa. Ellos estaban en una división del pasillo, casi escondidos. Me habían comentado que en ese sitio se iba a hacer eso, pero no lo creí hasta ahora –comentó riendo.- Lo grabé en video. Esto se lo voy a enviar a Demian cuanto antes. Le interesará saber quiénes era esos dos.

-No nos digas que fue… -dijo Víctor.

-No. No fue él. Pero fue su novia y uno de los amigos que conforman su grupo.

-Diego morirá de furia –comentó Andrés.- Primero el robo de su tarjeta y ahora esto.

-Necesito que me ayudes a enviar el video, pero que no sepa que fui yo –le dijo Ángel a Víctor.- Pero aun no. Quiero hacerlo en el momento más conveniente.

-Eso ya está hecho. Tu solo dame el video y yo haré lo necesario –aseguró Víctor. -¿Aun piensas hacer aquello que tienes planeado en su contra?

-Por supuesto. Ahora con esto, las cosas me resultaran más fáciles. Este video me ayudará muchísimo –respondo Ángel sonriendo. Saco su móvil y les mostró el video.- Como pudieron notarlo, esto fue tomado con otro dispositivo. Lo hice gracias a Alejandro.

-El llorón sirvió para algo –comentó Andrés sin dejar de mirar.

-Algo así. Logré introducirlo en la laptop y de ahí pasarlo a mi móvil, luego lo borre de su móvil y como si nada hubiera pasado –explico Ángel.

-Pero esto dura cinco minutos –comentó Víctor mirándolo.

-Esos dos estaban tan concentrados que no se dieron cuenta –dijo Ángel.

-Qué bueno que no lo notaron. El sigilo es algo importante –dijo Andrés. Ángel cambio de postura. Se puso más erguido, entrecerró los ojos amenazantemente y respondió con una voz que no parecía la suya. Era susurrante, amenazante y cargada de orgullo.

-¡Yo… soy una guerrero entrenado en artes milenarias, capaz de entrar y salir de cualquier lugar sin ser detectado, siendo tan cuidadoso como una sombra…! ¡Grabar a dos personas sin que lo notaran es algo fácil, hasta aburrido diría yo! –dijo rápidamente sin dejar de verlos de esa forma. Respiro profundo y continuó comiendo tranquilamente. Sus ojos mostraban un brillo especial.

-Sí y nosotros también… -replicó Andrés sin tanto dramatismo. Sus ojos también mostraban un brillo, pero este era más amenazante, casi maligno.

-Si… si… algún día los mataremos a todos –bromeó Víctor y los tres rieron.

-Y luego dicen que el genocida soy yo –comentó Andrés negando con la cabeza.

-Lo eres –le replicaron Víctor y Ángel al mismo tiempo.

-Entonces… ¿se podría decir que a esa zorra la fastidiaste todo el día? –pregunto Andrés cambiando de tema.

-Oh si… y eso solo fue parte de la mañana -continuó explicando Ángel tranquilamente. Víctor y Andrés rieron bastante.-Luego, en la clase de la tarde ya estaba aburrido y la dejé tranquila. Bueno, en la clase práctica le hice más o menos lo mismo pero esta vez esperaba que explicara algo de su disertación –explicó.- Fue más divertido todavía. Imaginen explicar algo lo mejor posible y que otra persona no lo entienda. Es algo frustrante y eso fue lo que le hice sentir –añadió con regocijo. Más risas entre ellos.- Fingí que no había leído el tema e hice algunas preguntas muy directas del tema, pero enfocándome en cosas que sabia ella no había estudiado.

-¡Se lo merece por perra! -exclamó Víctor y tomó un poco de su jugo.

-Si bueno… es una idiota –dijo Andrés con desprecio.

-Ah por cierto… ya no iremos de compras el sábado. Me reuniré con los compañeros a estudiar intensamente para la semana que viene –les informo Ángel de pronto.- Vamos el domingo –Andrés y Víctor se encogieron de hombros.

-Genial, tengo una excusa perfecta para no verme con mi mamá –dijo Andrés.

-Y bueno… ese fue mi día. Pasaron más cosas, pero lo resumí ya que si lo contaba todo, tú –señaló a Andrés- te aburrirías y tú –señalo a Víctor- no habrías escuchado ni la mitad.

-Qué bueno que nos entiendes…

-Gracias por eso Raba.

Terminaron de cenar y Andrés lavó los trastes de la cena. Luego cada uno se fue a su habitación para hacer sus deberes. Ángel iría a repasar algunas cosas, Víctor terminaría unos proyectos informáticos que debía entregar en una semana y Andrés… ese se fue a jugar videojuegos tranquilamente sin importarle una mierda el informe que debía entregar en dos días.

Cuando llego a su habitación, Ángel tomo el paquete encima de su cama que su tía le puso ahí durante el día. Lo vio al llegar junto con Andrés, pero no le dio mucha importancia. La cena era más importante y además, tenía una ligera sospecha de quien se lo pudo haber enviado y el contenido del mismo.

“Esto llego hoy por correo. Ahí dice que es para ti Angelito” decía una nota encima de la caja.

Tomo el paquete y lo abrió. Dentro estaban algunas carpetas llenas de papeles. Tomó una de ellas al azar y comenzó a leer. El contenido escrito del papel era lo que esperaba: un expediente suyo hecho por la policía.

Cuando ambos oficiales vinieron a visitarlo y a interrogarlo, Ángel llamo a cierta persona para que buscase cualquier investigación que podrían estar haciendo en su contra. Debía admitir que fue bastante rápido.

-Bueno… uso de influencias supongo… -murmuró.- Aunque sí que gaste mucho dinero en esto… que cara esta la gente corrupta últimamente. Los sobornos aumentaron muchísimo –se quejo riendo mientras miraba el expediente policial. –Según esto, el tal Ramírez me tiene en su lista negra. Vaya… hasta saben el nombre de toda mi familia consanguínea más cercana… humm… hicieron bien su tarea estos dos idiotas –llegó a cierto punto del escrito y rio.- Esto tienen que verlo mis compañeros de casa… -comentó tomando su móvil.- “¿Podrían venir un momento por favor? Andrés cariño… sé que si estás jugando online no puedes pausar, pero de verdad necesito que vengas… es urgente” –les escribió un mensaje conjunto a sus vecinos de habitación.

-Oye… respeta imbécil… ¿Cómo que cariño? –le dijo Andrés al entrar a su cuarto. Víctor ya estaba ahí sentado en la cama- Te voy a dar una paliza un día de estos ¿sabes?

-¿De nuevo? No gracias… -replicó Ángel.

-¿Qué querías mostrarnos? –preguntó Víctor.

-Esto… -y les puso enfrente el expediente.- Lean el primer párrafo luego de todo mi árbol genealógico –Víctor y Andrés leyeron rápidamente. Ambos entendieron el contenido y al llegar a una palabra se detuvieron y lo observaron.

-Compañeros sentimentales… -comentó Andrés.

-Que policía tan imbécil… que vivamos contigo no quiere decir que te follemos –dijo Víctor molesto. Pero no estaba molesto con Ángel, si no con quien hizo el escrito.

Ángel no pudo contener la risa por más tiempo.

-Ah… pero mira como se ríe… -dijo Andrés.- Le gusta que digan eso –Andrés no estaba nada molesto.

-Lo curioso es que sepan que te gusta que te follen. Eso quiere decir que te vigilan –razonó Víctor.- Ten cuidado por favor.

-No solo que lo vigilan. Lo han investigado a profundidad –comentó Andrés mirando el expediente.- Han hecho bien su tarea Ángel… debes cuidarte –le advirtió.- Por un lado un secuestrador y por el otro un par de policías que al parecer están desesperados porque seas el culpable. Algo me dice –añadió seriamente- que buscarán la mínima cosa para joderte y llevarte a prisión. Qué bueno que en las mañanas somos nosotros quienes te llevamos, así si ocurriera un accidente, tú no te verías involucrado al no estar detrás del volante.

-Exacto. A partir de ahora estaremos más pendientes de ti –le prometió Víctor. -Pero están mal informados o… simplemente se han enfocado en investigarte solo a ti –razonó.- Yo tengo novia y este –señalo a Andrés con un gesto –ha fornicado con muchas putas. Tendremos que cuidar a nuestro amigo pervertido, Andrés…

-Tú también has fornicado con unas cuantas putas –le recordó Andrés. –Estoy seguro que más putas que yo…

-Lo sé. Pero ahora tengo novia y le soy muy fiel –replicó Víctor riendo.

-Oigan… tengo 22 años casi 23…

-¿Y? aun así debemos cuidarnos entre nosotros. Me daría mucha pereza buscar otra persona con quien llevarme bien. He invertido mucho tiempo en ti Ángel –dijo Andrés. A su modo, Andrés le decía que era especial.

Ángel los observó sorprendido. Solo quería reírse del hecho de que pensaran algo así de ellos y solo encontró una reacción de sobreprotección por parte de sus amigos… no, sus hermanos. Eso eran Andrés y Víctor: sus hermanos.

-Yo… bueno… gracias… -rio nerviosamente- gracias, de verdad.

-No te preocupes –dijo Andrés.- Para eso estamos por acá… pero si me disculpas, deje la partida a medias. Estaba en una campaña con un grupo y los dejé en el aire. Ya les diré alguna excusa barata como que el internet se fue por unos minutos. Conociendo la mierda de internet que tenemos en este país, seguro me creen. Feliz noche a ambos –se despidió y salió del cuarto.

Ángel ordeno todos los papeles y los metió dentro de la caja de nuevo. Ya los leería detenidamente después. Por ahora decidió revisar algunas cosas en su laptop antes de dormir unas horas.

-Bueno… yo ya me voy a terminar lo mío también Raba –le dijo Víctor levantándose.

-Creo que si –respondió Ángel mirando una carpeta en sus documentos de la laptop. Abrió mucho los ojos mirando algo.- Vito… espera un momento por favor. Mierda… mira esto –y le mostro la pantalla.

Se veían algunas cosas que no eran suya.

-¿Tenias activado la aplicación de duplicado? –preguntó Víctor mirando la pantalla.

“La aplicación de duplicado” era un programa creado por Víctor cuya función era, valga la redundancia, duplicar el contenido de alguna memoria externa que se conectara al computador o, en este caso, a la laptop. Funcionaba de una manera discreta ya que no se mostraba ninguna pestaña de aviso ni confirmación para realizar su función. Compartía el contenido sin que nadie se diera cuenta. Ya que Ángel conecto dos memorias externas, tenía muchos documentos ahí que no eran suyos. Pero uno llamo su atención.

-Mira el nombre –le dijo Ángel.

“Parcial Unidad III”

-¿Podrías abrirlo por favor? –pregunto Ángel evitando mirar. Víctor se sentó en la cama y coloco la laptop en sus rodillas.

-Veamos…

Abrió el documento y vio su contenido.

-Si Raba… el examen que tendrán la próxima semana… ¿quieres verlo?

-No. Bórralo por favor –pidió Ángel.- Solo quería tener algunas clases para leer lo que vendrá, no pensé en tener semejante información. No voy a aprobar haciendo trampa. Aprobaré con mis conocimientos.

-Normalmente los documentos borrados van a la papelería de reciclaje y si de ahí se eliminan, deja el espacio disponible dentro del computador, sin embargo los datos digitales, de los cuales están hechos el documento, quedan guardados en otro sitio –explicó Víctor tecleando rápidamente.- Algo muy útil si se quiere extraer información borrada “definitivamente” –seguía tecleando rápidamente colocando códigos que solo él conocía. Ángel solo escuchaba, pues aun su mirada era hacia otro lado- Me estoy cerciorando que esos datos no queden guardados. Si eres investigado por la policía estoy seguro de que en un futuro revisen tus cosas. No quisiéramos malos entendidos ¿verdad? –dijo sonriendo y terminando de teclear. -Hecho… borrado –informó.

-¿Completamente?

-Completamente. No está dentro de tu laptop y será como si nunca existió.

-Gracias Vito. Es bueno tener a una hacker en la familia –bromeó Ángel.

-Eres bastante honesto… la tentación ni siquiera llego a tocarte. Bien hecho –le regresó la laptop y se levantó de nuevo.- Ahora si me voy. Feliz noche Raba.

-Adiós… feliz noche.

Al mismo tiempo de esta conversación, dos oficiales de policía estaban atrapados entre un montón de papeles, comentando el tema que dejaron pendiente en la mañana.

-Dijiste que me contarías todo en el almuerzo y no pudimos hablar –se quejo Rojas.- Soy todo oído ahora.

-Te voy a contar esto, pero no es algo que deba repetirse –le advirtió Ramírez.- Así que no debes  comentarlo con nadie. Es un tema tabú en esta oficina.

»Javier Lennok y el Jefe estudiaron juntos en la universidad –comenzó Ramírez.- Si bien estudiaron la misma carrera de Derecho, uno decidió meter a criminales a la cárcel sin misericordia ni piedad, y él otro creía en el sistema y pensaba en la rehabilitación de los criminales como la mejor solución. Entenderás quien comenzó cual labor ¿no? –pregunto Ramírez sabiendo que el otro se equivocaría.

-No es tan difícil… el Jefe no tiene piedad y ese tal Javier suena a alguien quien cuida a los que mejor le paguen –Ramírez sonrió forzadamente con esa respuesta.

-Equivocado compañero

-¿Cómo? ¿Por qué? –pregunto Rojas sin entender.

-El Jefe se hizo abogado defensor y Javier Lennok fiscal del Estado. Y durante los siguientes diez años luego de graduarse, ambos hicieron su trabajo impecablemente.

-Espera… espera… ¿qué? –pregunto Rojas visiblemente sorprendido.

-Así mismo. Uno se hizo fiscal y el otro abogado defensor. Nuestro jefe intento salvar a miles durante esos diez años, sin embargo, las cosas no salían siempre como deseaba –conto Ramírez.- Muchos de los criminales que liberaba, recaían en sus crímenes tiempo después. Eso le puso la fama del “abogado inocente” algo bastante ofensivo dado las circunstancias. Por otro lado tenemos a Lennok quien despóticamente enviaba criminales a prisión a diestra y siniestra, muchas veces siendo estas personas inocentes. Él aplico lo de “para enfrentarse a la violencia, se debía usar la violencia” –Ramírez respiro profundamente.

»Hace aproximadamente veinte años, Lennok renunció a su puesto como Fiscal General de la República. Así… de pronto –Rojas lo observó sorprendido.- Se hizo un escándalo dentro del gremio de abogados. Lennok nunca explicó sus razones, pero unos meses después se corrió el rumor de que trabajaba con un empresario muy reconocido. Orlando Medina ¿lo conoces?

-Claro… quien no sepa quién es, es porque vivió en una cueva los últimos años –respondió Rojas.

-Si antes se armo un escándalo por su renuncia, pues el escándalo que se hizo por eso fue más grande todavía –explico Ramírez.- Teniendo una vida ya realizada en tiempo record como Fiscal General, viene y renuncia para trabajar bajo las ordenes de un civil.

-Bien… ¿eso que tiene que ver con el jefe? –pregunto Rojas.

-Se enfrentaron en un último juicio: ese que hizo que Lennok renunciara –respondió Ramírez.- Ahí estaban, dos abogados, los mejores que se podrían encontrar, uno contra el otro. Alegato sobre alegato se enfrentaron durante meses decidiendo el destino de una persona acusada de múltiples asesinatos. Lennok siempre tan implacable, el Jefe dándolo todo y más.

-¿Y qué paso?

-Fue declarado culpable –susurró Ramírez como si no quisiera que nadie los escuchara, pero sabiendo que estaban solos.- Al final, le dieron la pena máxima y el Jefe no pudo hacer nada. Bien dicen que el mejor abogado es aquel que sabe hablar y convencer y eso se vio en este caso en particular.

-¿Y cómo pudo afectar tanto el caso a Lennok como para renunciar? –preguntó Rojas sin entender.

-Era inocente –respondió Ramírez en voz baja.- Meses después dos asesinatos con el mismo patrón se cometieron y el caso se reabrió. Al principio se pensó en un imitador, pero luego se encontró que era el verdadero asesino. Pero ya era demasiado tarde –añadió Ramírez.- Uno de los familiares de las victimas pago una suma de dinero considerable para que asesinaran a quien se pensaba era el culpable. Ahí dentro, en la prisión, el Jefe no pudo protegerlo.

-Vaya… eso es… increíble ¡increíble!

-Se piensa que el remordimiento de Lennok fue lo que lo indujo a renunciar –comentó Ramírez.- Pero el cambio en el Jefe fue más profundo. Se decepcionó completamente del sistema y renuncio a sus ideales de justicia. Renuncio a su cargo como abogado y se hizo policía. En un par de años ascendió rápidamente y los papeles se cambiaron. Ahora era uno quien los salvaba y el otro quien los condenaba –Ramírez se rascó la nuca incomodo.- Ahora cada uno siguió el sendero del otro. Siempre he pensado que son las dos caras de la misma moneda

-Pero… hay algo que no me dices –dijo Rojas.

-¿Qué?

-¿Cómo fue su vida en la universidad? De ahí es que viene todo ¿no?

-Hasta ahí no me lo sé. Los detalles de su tiempo en la universidad no los conozco. Dudo mucho que nadie de acá, a excepción del Jefe, los sepa.

-Y ahora resulta que nuestro sospechoso es su cliente… eso es un gran inconveniente.

-Por eso nos presiona. Quiere tener evidencia contundente para no perder contra Lennok –dijo Ramírez. -Así que debemos hacer un excelente trabajo con esto que tenemos –añadió tomando algunos papeles y revisándolo, dando así por terminada esa conversación.

Y durante la siguiente hora ambos revisaron, por milésima vez, todos los expedientes que tenían en frente. Investigaciones minuciosas del pasado y presente del sospecho, incluyendo sus primeros días de nacido.

-¿Has notado que es un poco raro que casi se muere al nacer? –preguntó Rojas.- Nació con siete meses y medio y según esto fue un parto muy difícil y doloroso para la mamá.

-¿Y qué le vez de raro a eso? –pregunto Ramírez sin comprender.

-Porque ninguno de sus hermanos pasó por lo mismo –respondió Rojas.- Todos fueron embarazos normales y partos sin inconvenientes. Solo él fue prematuro.

-Quizá el universo quería que el bastardo muriera pero él se aferro a la vida con su propia voluntad –bromeo Ramírez.- Es una lástima que el médico obstetra de su mama haya muerto hace unos años. Sería muy útil la información de primera mano que podría suministrar. Muy sospechoso si quieres mi opinión: todos a su alrededor mueren –añadió.

-Un accidente de auto lo tienen muchos en este país –le recordó Rojas.

-Solo digo que es sospechoso –apaciguo Ramírez.- Pero no creo que entender su nacimiento nos de alguna pista de algo. Continuemos… -y tomó otro expediente.

-Yo estoy agotado colega –anunció Rojas cubriendo su cara.- Exhausto

-Si no terminamos esto y entregamos algo para dentro de 48 horas, será nuestro fin –le recordó Ramírez. Rojas lo observo durante un segundo y luego abrió mucho los ojos.

-¡Claro! ¡Tengo una idea! Sería replantear todo lo que sabemos, pero podría funcionar –le dijo emocionado a Ramírez.

-A ver, cuéntame –ordeno Ramírez mirándolo.

-Ya sé lo que debemos hacer con todo esto. Deja y te explico mi plan para convencer al Jefe y que no nos degollé a ambos –dijo Rojas.- Lo que debemos hacer en primer lugar es…

Y explico su plan rápidamente pero de una forma clara. Al concluir de hablar, Ramírez lo observo sorprendió y embocinado.

-Tú vas a llegar muy lejos compañero… -le aseguro Ramírez.- Los novatos como tu muchas veces tienen las respuestas más frescas y hasta obvias que algunos veteranos como yo no podemos pensar. Me gusta tu plan. Mañana hablaremos con el Jefe y esperemos que no nos mate por el cambio tan drástico que quieres hacer.

Ambos hombres respiraron con cansancio y comenzaron a recoger todos los papeles que tenían desperdigados por ahí.

Ángel miro el reloj para ver la hora: 09:50 PM.

-Mierda… ya esta tarde. A dormir un poco antes de repasar toda esta cosa. Puto seminario de mañana –se quejo estirándose en la silla y apagando la PC y la laptop y levantándose yendo a la cama.- Hoy fue un día un poco largo y bastante divertido. Quizá en un futuro, Alexandra sea mi bufón personal en la facultad ya que Diego pronto quedara fuera del camino.

Y con ese último pensamiento en la cabeza, se arropo hasta el cuello y se durmió un par de minutos después.

Bueno, aqui otro capitulo. Espero lo hayan disfrutado. Los invito, como siempre a comentar y opinar. Hasta la proxima.