Una historia interesante 15
Un joven pervertido con dos hombres aun mas pervertidos... imaginen el resultado
-Estoy aburrido –comentó Eduardo rompiendo el silencio
-Pero si estamos revisando apuntes ¿Cómo puedes estar aburrido?- preguntó Carlos.
Como hacían siempre que tenían exámenes cerca, luego de la hora del almuerzo su grupo se reunía en cualquier sitio dentro de la escuela para estudiar, repasar apuntes y aclarar dudas entre ellos. Esta vez, sin embargo y desde hacía ya un tiempo, dos personas más estaban con ellos como miembros del grupo.
-Lo sé, pero es que es tan aburrido esto -dijo Eduardo bostezando y visiblemente cansado.- No me haré médico para estudiar datos epidemiológicos. Pretendo ser cardiólogo.
-Lo sé Eduardo, pero si no estudiamos esto, no podremos aprobar y luego hay que repetir -dijo Daniela sin levantar la vista de sus apuntes- ¿Acaso quieres ver esta materia de nuevo?
-¡Jamás! -respondió él asustado- prefiero morir
-Pues entonces suicídate -le dijo Ángel irónicamente.- Esta mierda la veremos todos los años y según nos ha dicho Arturo empeora.
-Bueno, la de segundo año es mejor -respondió Arturo con esa voz gruesa y varonil que tanto le gustaba a Ángel.- Pero luego empeora. La de tercer año es horrible
-¿Y tu como sabes eso? -preguntó Andrea
-Me lo han dicho amigos que están en otros años -hizo una mueca de incomodidad.- Amigos que si han aprobado -añadió en voz baja
-No te preocupes Arturo -le animó Carlos poniendo una mano en su hombro.- Este año podrás aprobar todo ya verás -y le dio una sonrisa de animo
-Espero -dijo Arturo tragando saliva
La situación con Arturo era complicada. Tras un par de años dentro de la facultad, no había logrado avanzar mucho. De las cinco materias solo pudo aprobar dos. Ya estaba en su tercer intento y tenía la decisión de retirarse si no lograba aprobar de nuevo. Algo que Ángel pensaba tonto y patético, pues siempre ha creído que se debe tener voluntad para lograr las metas.
-Que si, ya verás. ¡Ánimo! - le dijo Carlos con esa cara dulce que tanto le caracterizaba
-Ya verás que si podrás. Solo es cuestión de enfocarse y trabajar duro -le dijo Ángel en un tono condescendiente.
-Claro, si antes no morimos de aburrimiento -se quejó Eduardo se nuevo. - Carlos ¿A cuántos viejitos le dimos las encuesta?
-A unos 76 creo -respondió Carlos intentando recordar. - Un poco más ¿Por qué?
-Porque solo tengo cincuenta encuestas aquí -respondió Eduardo más desanimado que antes.- Odio esta materia, en serio
-¡Ya basta por Dios! -estalló Aníbal visiblemente molesto.- Ya esto es bastante pesado, fastidioso y estresante de hacer como para también escuchar tus malditas quejas Eduardo -este solo se quedo mirándolo un poco sorprendido, pues Aníbal no era de la clase de persona que diría algo así.
Todos interrumpieron lo que hacían y miraron a uno y otro. Algunos sorprendidos por la forma de actuar de Aníbal, alguien tan calmado.
-Yo... disculpa... esto... -balbuceó Aníbal rojo por la vergüenza al notar que todos lo miraban.
-No importa. Supongo que es bueno sacar la frustración de vez en cuando -respondió Eduardo - y vaya que tú tienes mucha frustración si debes trabajar con el idiota ese.
-No tienen idea -comentó Alejandro.- Es peor de lo que pudieran imaginar. Quiere mandar en todo, no escucha ideas y cuando logramos decirlas se opone en todo y luego quiere cambiarlo. ¡Ya quiero que termine esta mierda!
-Y yo -continuó Aníbal.- Eduardo, perdón, en serio -añadió hablando sinceramente. Todos regresaron a sus asuntos.
La razón de la molestia de Aníbal y Alejandro era el hecho de trabajar con Diego. Desde un principio su grupo estaba presentando problemas que casi siempre eran por las tonterías de Diego. Incluso Andrea, quien en un principio estaba con ellos, decidió retirarse por la rabia que estaba empezando a sentir.
-Lo siento chicos -dijo una muy apenada Andrea.- Creo que tengo un poco se culpa en eso
-No tienes nada de que disculparte. No eres culpable de que Malfoy sea un imbécil
-¿Quién? -preguntó Andrea sin comprender
-Así le decimos de "cariño" a Diego - le explicó Carlos. Ella asintió entendiendo
-Y no. No es tu culpa -dijo Aníbal aun rojo de vergüenza
-Ángel ¿De qué hablan? -preguntó Arturo en voz baja ya que lo tenía al lado.
-¿Recuerdas que en un principio solo éramos tú y yo? -le preguntó para que recordara. Arturo asintió.- Pues, Malfoy intento que Aníbal o Alejandro se retiraran de su grupo alegando que eran muchas personas y que mi grupo era muy poco, pues tomamos la decisión de que lo mejor sería que Andrea se viniera con nosotros. ¿Recuerdas que te lo comenté una vez y te pedí permiso?
-Claro. Recuerdo que hablaste con el profesor -respondió Arturo.- Pero no entiendo. No te lo tomes a mal, Andrea, pero ¿Por qué hicieron eso por ti si ni siquiera eran tan amigos?
-Para no separarnos Aníbal y yo -respondió Alejandro
-Era más sencillo que Alejandro y yo estuviéramos juntos para así tolerar un poco a Diego -dijo Aníbal.- O eso pensábamos -añadió con amargura.
-Pues, vino él e intento por todos los medios que incluyéramos a uno de sus amigotes, pero como se supone que éramos muchos, el profesor no lo dejo. Desde entonces es la persona más desagradable que puedan imaginar.
-¿Más? ¿Acaso eso es posible? - preguntó Daniela -Bueno, yo debería saberlo. Lo conozco desde hace años y sé muy bien cómo se comporta.
-¿Qué? -preguntaron Andrea y Arturo al mismo tiempo
-Cierto. Ustedes son nuevos por aquí -dijo Eduardo con un todo de secretismo. - No saben muchas cosas
-Pues sí, mi familia y la suya se conocen desde hace años. Hacen negocios y eso -dijo Daniela quitándole importancia al asunto y sin entrar en muchos detalles. Aníbal la observó durante unos segundos como queriendo decir algo, pero se calló.
-No lo puedo creer, en serio -dijo Andrea sorprendida.- ¿Y como era de niño?
-Caprichoso e imbécil como lo es de adulto -respondió Aníbal con desprecio
-Ah claro, tu también debiste conocerlo -razonó Arturo.- Pobre de ustedes. Yo no soportaría a un tipo así. Si trata de fastidiarme, le parto la boca con un puñetazo. Así de fácil
-Aquí dentro no se puede pelear. Pueden sancionarte e incluso expulsarte -le comentó Carlos.- Hay tolerancia cero en esos casos. Además -añadió -, su padre es un medico y profesor de aquí muy reconocido.
-Es por eso que le apodamos Malfoy -comentó Eduardo
-Bueno, da igual. Que no nos fastidie -dijo Arturo haciendo un gesto con el puño derecho
-Tienes que hacer lo que hizo Ángel: demostrarle que no le temes no dejándote joder y luego insultarlo -dijo Eduardo riendo. Arturo y Andrea miraron a Ángel sorprendidos.
-¿Te gusta contar esa historia verdad?- le pregunto Ángel con los ojos en blanco.
-Por supuesto. Encantado -respondió Eduardo aun riendo y procedió a contar el incidente de la sala de disección. Al finalizar, Andrea y Arturo miraban a Ángel sorprendidos
-¡Pero si tu eres la persona más calmada del mundo! - exclamó Andrea sorprendida. Arturo reía con verdaderas ganas.
-Bueno, hay veces en que a uno lo sacan de quicio -se defendió Ángel.
-Yo... bueno... escuché algo -dijo Carlos incómodo, como si le costara decir lo que quería hablar. Respiro profundamente y continuo.- Al parecer él no quedó en una posición muy buena al presentar la prueba de admisión. Su papá movió algunas influencias y por eso está aquí -no miraba a nadie en particular. Los demás lo miraban sorprendidos. Excepto dos de ellos que sabían esa información.
-Yo ya lo sospechaba -comentó Alejandro.- Como saben, soy el delegado y como a veces tengo que ir a reuniones en las cátedras o en la dirección de la escuela, tengo acceso a todo tipo de información.
-¿Tienes acceso a las pruebas? -preguntó Eduardo.- No me mal interpreten -añadió al ver las miradas de los otros- yo estoy muy bien preparado para los exámenes. Solo fue una duda que surgió de pronto -se puso muy serio.- Si un delegado tiene acceso a las pruebas, la seguridad en esta facultad es pésima.
-No, no hay acceso a las pruebas -respondió Alejandro igual de serio.- De eso se encarga cada cátedra. Ellas solo pasan las notas para que las secretarias de Control de Estudios lo agreguen a la data y listo. Además, nuestra información es más del tipo protocolar, planear fechas de exámenes, discusiones sobre el proceder de los profesores en sus clases, esas cosas. Bueno -continuó- el caso es que escuche por accidente -hizo énfasis- que hablaban de un doctor cuyo hijo entro aquí ayudado por el papá. Pero no se ilusionen -añadió al pensar lo que todos creyeron,- no lo criticaban. De hecho más palabras textuales fueron "me encanta que este aquí, es un buen chico" o algo así.
-Es así. Con las autoridades administrativas él es un ángel -dijo Daniela
-¿Un ángel como yo? -preguntó Ángel poniendo carita tierna
-No. El es un falso, tú si eres sincero -le respondió Daniela sonriendo
-" Ten cuidado con lo que crees zorra "- pensó Ángel, pero en lugar de eso, dijo-: tú sí que me entiendes linda.
-Bueno, el caso es -dijo Alejandro levantando la voz- que él tiene un ego y un puesto aquí que no merece y que probablemente se lo quito a alguien más que de verdad si merece estar aquí.
-Disculpa que te diga esto Alejandro, pero estas un poco equivocado- dijo Ángel. Los otros lo miraron sorprendidos.- No piensen mal. Lo detesto. Me parece una persona desagradable, miserable y repelente, pero la verdad es la verdad: es bastante inteligente como para llevar uno de los promedios más altos aquí.
-El de Carlos es más alto -le recordó Eduardo. Ángel lo miro y respondió:
-No le quito merito a Carlos. De este grupo es el más aplicado e inteligente -Carlos se ruborizó ligeramente.- Lo que quiero decir es que al menos Malfoy no está desperdiciando su puesto aquí. Es reprochable la forma como entró, pero díganme: ¿No harían ustedes lo mismo si tuvieran la oportunidad? ¿No usarían influencias en caso de necesitarlas? -y los miró a todos detenidamente.
Algunos corrieron la mirada, como si el contacto visual les lastimaran los ojos (Andrea, Eduardo, Arturo, Aníbal y Alejandro) mientras que otros solo negaron con la cabeza (Daniela y Carlos). Esos dos últimos decían la verdad. " Lo sabía. Montón de hipócritas. Critican algo solo por el hecho de que otro lo hizo, pero que en el fondo ustedes mismos lo harían ¿verdad miserables? ".
-¿Y tú? -preguntó Eduardo para cambiar de tema.
-No. Prefiero tener las cosas que deseo trabajando por ellas -respondió sin titubear.- Es muchísimo más gratificante tener lo que deseo valiéndome solo de mi esfuerzo -su tono era lo suficientemente sincero para convencerlos. Era una verdad a medias…
-¿De verdad? -preguntó Alejandro.-Tú de entre todos los que estamos aquí no deberías hablar así.
-¿Por qué? -preguntó Ángel sospechando la dirección que llevaría la respuesta a esa pregunta, por eso se adelantó:- mi dinero ¿Es eso verdad? -Alejandro lo miró algo apenado- Mi dinero no me define, tú lo sabes.
Los demás solo observaban. Daba la impresión de que todos esperaban una revelación llevada de la perdida de la paciencia de uno y una disculpa por parte del otro. Ángel no les daría ese gusto, pues precisamente en ese momento su móvil sonó. Víctor lo estaba llamando.
-Bueno -dijo al ver quién lo llamaba- aprovecharé esta llamada para ir al baño porque me estoy meando. Ya regreso -y se levantó.
Mientras esperaba el ascensor, respondió. Pero no lo hizo en español. Justo en el momento en que se abrieron las puertas se escucho un leve eco en otro idioma. Todos miraron con extrañeza. Fue Eduardo el que habló primero:
-¿Qué era eso? ¿Chino?
-Japonés, estoy seguro -respondió Carlos.- Una vez me dijo que lo hablaba, pero pensé que bromeaba. Sorprendente -añadió dando una mirada de sorpresa- si entonces no bromeó, habla cinco idiomas además del nuestro -todos lo miraban.
-¿A si? ¿Cuáles? -pregunto Andrea con la curiosidad a flor de piel.
-Inglés, francés, portugués, italiano y japonés -respondió Carlos.- Todo un poliglota nuestro amigo.
-Eso no me extraña. Recuerden que su amigo estudia idiomas -comentó Daniela.
-No es por eso -contradijo Carlos.- Él me dijo una vez que viajó muchas veces por el mundo -miró hacia el ascensor levemente como con temor de que Ángel entrara por ahí y los escuchara hablando de él
-Con tanto dinero... no me extraña -comentó Aníbal. Los otros lo observaron. El solo replicó:- no me miren así, todos sabemos que es algo extraño que siendo tan joven posea tanto dinero.
-A ver -dijo Andrea- no creo que sea tanto como para que…
-Tú no sabes porque no tienes mucho tiempo con nosotros -respondió Eduardo negando.- ¿Recuerdas en Diciembre pasado cuando estaban recolectando dinero para comprar juguetes y llevarlos al hospital de niños? -Andrea asintió.- Bueno, uno de esos días, se nos acercaron a nosotros, Carlos, Ángel y yo y, obviamente, nos pidieron una colaboración. Bueno, Carlos y yo dimos dinero, pero Ángel... Ángel dio diez billetes, de la más alta denominación, sin ningún problema. Solo dos tipos de personas podrían hacer algo así: alguien a quien no le interesa el dinero o alguien a quien le sobra el dinero y pues, él es de ambos tipos.
-Yo he ido a su casa en dos ocasiones -comentó Alejandro, sin dar mayores detalles- y quiero decirles que esa casa es enorme. Esa casa solo podría comprarla alguien con mucho dinero.
-Bueno, sus padres... -dijo Arturo
-No. Nada de eso -interrumpió Alejandro.- Él no vive con sus padres. En aquel momento solo vivía con Andrés. Y Ángel me admitió que esa casa era de ellos tres.
-¿Ángel, Andrés y Víctor? -preguntó Andrea. Algunos asintieron -Escuchen, yo me siento un muy incómoda hablando así de él. Es un buen chico y eso no hay que negarlo. Tendrá sus razones para no contarnos.
-Pero sigue siendo muy misterioso. No lo puedes negar -replicó Arturo.- Se puede pensar que sus padres le dan todo, pero ya que admite que todo es propio ¿Qué hay de sus padres? ¿No tiene o qué?
-Claro que tiene -dijo Daniela.- Habla mucho de su mamá y sus hermanos, pero no habla de su papá. Una vez yo le pregunte por él y me dijo que no se llevaban bien y que evitaba todo contacto entre ellos -añadió.
-Eso mismo me dijo a mi -admitió Carlos.- Andrea tiene razón, no está bien hablar así de él -añadió mirando al ascensor de nuevo.
-Sigue siendo muy misterioso -se empeño Eduardo.- ¿Será que está involucrado en algún negocio ilegal y por eso tiene mucho dinero?
-Bueno, hay algo...-comenzó Arturo.- ¿Saben que no es la primera vez que el está en esta facultad? -todos asintieron menos Andrea
-¿De verdad? -preguntó sorprendida
-Sí. Él entró junto conmigo hace como cinco años, pero se retiró poco tiempo después y nunca supe la razón.
-Nosotros si -dijo Carlos.- Su abuela. Su abuela empeoró de su enfermedad y el decidió retirar sus estudios para ayudar a su mamá a cuidarla. Eso nos los dijo cuando yo le pregunte el porqué se retiró.
-Entiendo... -dijo Arturo con cara de pena- No sabía, en serio.
-¿Ven? Eso lo hace un gran chico -dijo Daniela.- Yo pienso también que deberíamos dejar de hablar así de él. Que nos diga cómo es que tiene mucho dinero cuando se sienta listo.
-Cierto. No debemos juzgar el hecho de que quiera tener secretos- dijo Carlos.- Todos los tenemos ¿No? Es nuestro derecho -todos intercambiaron miradas.
-Eso no responde el hecho de que es algo raro que tenga tanto dinero -dijo Eduardo.- Me encantaría averiguar cómo podemos saber esa información y...
-Bueno, la solución es fácil ¿No? -dijo una voz a sus espaldas. Todos miraron hacia las escaleras y vieron asustados que Ángel estaba parado ahí.- Podrían preguntarme directamente y yo les responderé con la verdad sin molestarme.
Todos estaban pendientes del ascensor, pero ninguno pensó en que Ángel podría subir por las escaleras ya que siempre se quejaba de estas y prefería el ascensor siempre para subir. Él seguía observándolos desde las escaleras sin moverse y sin muestras de estar molesto, su semblante mostraba esa calma que lo caracterizaba. Ellos sin embargo mostraban caras de incomodidad y algo de vergüenza.
-Ángel... nosotros... mira, perdón si... -balbuceó Carlos, pues era el único que podía medio articular palabras.
-Calma ¿Si? No estoy molesto -dijo Ángel sin alterarse.- Es lo más normal del mundo hablar de las personas que no conocemos muy bien. Sentir curiosidad de aspectos de las personas es natural en los humanos. Hacer conjeturas sobre algo que desconocemos es típico de los curiosos. Solo algo me molesta: la cobardía de no preguntarme. A ver... Carlos.
-¡¿Qué?!
-No te asustes coño, que no muerdo -dijo Ángel medio riendo.- Tu una vez me preguntaste sobre mi familia y yo te conté, así mismo me contaste sobre la tuya ¿Verdad?
-Eh sí, claro, tu mamá y tus hermanos -respondió él más calmado.- Me dijiste que tu mamá era muy terca y tu hermano es bastante fastidioso y rebelde, el bebe una ternura y tu hermana una chica alegre e inocente... si, si lo recuerdo.
-Exacto -admitió Ángel.- Todo eso te conté. Daniela -ella lo miró- una vez, cuando nos conocimos y estábamos en el hospital esperando a tus papas, hablamos del mundo y sobre los muchos viajes que hemos hecho ¿Lo recuerdas?
-Si claro. Me contaste de cierta vez que te enfermaste en Australia por una araña... Y yo te dije que cuando era niña me asuste tanto la primera vez que entre a un avión que vomite casi todo el viaje –Eduardo trato de reír pero se calló al ver la expresión de Carlos. No era el momento para chistes.
-Correcto. Hablamos porque preguntamos... ¿Entienden lo que les quiero decir? -los miró a todos.- Ninguno, hasta ahora, me ha preguntado cómo es que tengo dinero ¿Verdad? -añadió caminado hacia ellos y tomando su morral. Se dirigió al ascensor y presionó el botón para llamarlo. -Muchachos por favor, es de mala educación hablar de los demás por la espalda. ¿No es más fácil preguntar? Por cierto, la clase empieza en diez minutos, deberíamos ir yendo al auditórium ¿No creen? -añadió cuando llegó el ascensor y entró en el. Todos tomaron sus cosas y entraron apresurados llenando todo el espacio. De pronto, cuando el ascensor bajaba, añadió: - por cierto, Australia... no vayan nunca, hasta el aire es venenoso y su inglés es rarísimo -y empezó a reírse, todos lo imitaron. Que bromeara de esa forma era prueba de que no estaba molesto. Cuando llegaron al primer piso casi todos salieron para ir a clases. Arturo se quedó dentro, se despidió y dijo:
-Andrea, Ángel, esta noche les envió por correo parte de lo que tengo hecho de esa seudo-tesis. Así la revisan y me dan su opinión ¿vale? –ellos solo asintieron y caminaron junto al grupo para entrar a clases.
Casi dos horas después, y luego de finalizar la clase teórica de Histología, todos salían fatigados y malhumorados. De camino al laboratorio para su clase práctica, Ángel y Carlos se desviaron para ir a comprar algo de comer. Llegaron y vieron que la fila para comprar solo tenía a dos personas.
-Genial, esto será rápido –comento Ángel
-¿De verdad no estás molesto? –preguntó Carlos en voz baja. Aun seguía apenado
-En serio. Pocas cosas me molestan –respondió Ángel muy sincero.- Tengo mucha paciencia – ¡Mentiroso! - Dijo una vocecita en su mente. Él sin embargo, la ignoró.
-Yo… te pido disculpas…
-No debes preocuparte por eso. Era lo más normal del mundo que algo así sucediera. Supongo que en parte es mi culpa. Vengo aquí y hago amigos y no les cuento mucho de mi vida…
-No… así no es. Tienes derecho a tener secretos Ángel. Todos los tenemos.
- La única diferencia es que yo me sé todos sus secretos y ustedes apenas y saben de mi - pensó Ángel aguantando la risa, pues debía parecer sereno. Así todos se sentirían peor. A veces alterarse solo empeora las cosas… la calma, por otro lado, viene con muchas ventajas.
Mientras pensaba en eso, llego su turno en la fila.
-Hola –saludo.- ¿Me da un chocolate en barra, un ponqué y medio litro de jugo de naranja? –pidió al tipo encargado de recibir el dinero
-¿Algo más? –le preguntó el otro sin mirarlo
-Nada más –respondió con cierto tono irónico.- Pagaré con debito Cristian… con mi tarjeta –hizo énfasis en las últimas dos palabras. El otro detuvo la operación y levanto la mirada, suspiro profundamente y le dijo:
-¿Cada vez que me pagues con debito me dirás lo mismo?
-Tengo que decirlo. La última vez que intente comprar con una tarjeta que no era mía, no me dejaste hacerlo Cristian. A pesar de conocerme –añadió dándole la tarjeta.- Ese día el cajero del hospital estaba malo y yo no tenía nada, absolutamente nada de efectivo.
-Ángel… la semana anterior a ese incidente, me paso que recibí una tarjeta que no era de su dueño y resulto que fue robada –explicó susurrando Cristian mirando a los lados para saber que solo lo escuchaban Ángel y Carlos.- Casi me despiden por eso. Y para que sepas, lo hizo un estudiante a quien conozco bien, pero no te diré quien es.
-Eso no lo sabía –respondió Ángel algo apenado por su actitud de hace unos minutos
-¿Ahora si me entiendes? –preguntó Cristian mientras hacia el tramite. Le dio el aparato para marcar la clave.- Me prohibieron terminantemente aceptar alguna tarjeta, debito o crédito si quien la portaba no era su dueño
-Entiendo… -dijo Ángel luego de colocar la clave y regresando el aparato.- Te pido disculpas por mi actitud de los últimos días Cristian
-Acepto tus disculpas Ángel. Carlos ¿querías algo?
-Si… por favor dame un jugo de manzana. Solo eso, yo no meriendo tanto como Ángel. No quiero tener una Diabetes antes de los 30…
-¡Hey! Que yo no tendré Diabetes… -respondió Ángel y se zampó medio chocolate de un mordisco. Carlos y Cristian lo observaron significativamente.
-Tenemos clases… vamos –dijo Carlos como quien habla con un niño a quien tratas de enseñarle algo y aun no aprende.
-Hasta luego chicos –se despidió Cristian.
-Adiós –respondieron.
Cuando llegaron, ya todos estaban en sus microscopios dibujando los cortes histológicos que les tocaban ese día. El profesor los miró con cara de preguntar “¿Dónde demonios estaban?”, pero prefirió decirles que se integraran al trabajo.
-¿Por qué tardaron tanto? –preguntó Eduardo
-No exageres… no fue tanto tiempo –rezongó Ángel masticando lo que le quedaba de chocolate.- El ascensor tardo un poco en llegar
-¡Solo son dos pisos!-exclamó Alejandro
-Me da pereza… las escaleras pueden ser muy peligrosas…
-¿Y tú por qué no hiciste nada?- le preguntó Eduardo a Carlos
-¿Nada sobre qué? –preguntó este
-Obligarlo a subir por las escaleras, por ejemplo –Respondió Aníbal sin dejar de ver el microscopio
-El día en que yo logre obligar a Ángel hacer algo, seré el supremo emperador del mundo- todos rieron pues sabían lo terco que podía ser Ángel a veces.
-Tomen, estas son las instrucciones para hacer los dibujos de hoy –informó Daniela dándole una hoja a Carlos
-¿Solo cinco? ¡Genial! –exclamo él antes de pasarle la hoja a Ángel
Y durante la próxima hora y media, se dedicaron a recorrer el laboratorio mirando por aquí y por allá los microscopios, de cuando en cuando alguno se acercaba al profesor para preguntar alguna inquietud y despejar alguna duda y este les explicaba de muy buen humor todo lo que debían hacer. De vez en cuando alguno de su grupo de amigos se acercaba a Ángel para preguntar y volver a preguntar si no estaba molesto y este les respondía con un “no” bastante cansado ya.
Al finalizar la tarde y recogiendo sus pertenencias, todavía quedaban algunos rezagados terminando sus dibujos y con caras de fastidio, cansancio y un poco de desesperación.
-Tengo hambre… -dijo Ángel cuando salían del laboratorio y luego de despedirse del profesor
-¿De nuevo? -preguntó Carlos.- ¡pero si merendaste no hace menos de dos horas!
-¿Y? tengo un metabolismo muy rápido –se defendió
-Yo lo que no entiendo es cómo eres capaz de comer tanto y no engordar –preguntó Andrea que salía de la nada pues ella estaba en otro laboratorio-¿ya se van a casa?
-Estamos esperando a Alejandro y Dani, ellos aun no terminan –le respondió Eduardo.
-La clase de hoy fue fácil. Solo hicimos repaso y ya. En pocos días son estos exámenes –comentó Andrea sacando un cronograma de clases de su morral
-Oh vaya, eres tan organizada como estos dos –comentó Eduardo con pereza señalando a Carlos y Ángel.
-Claro, es lo más recomendable ¿no? –dijo Andrea
-Exacto –respondió Carlos echando un vistazo a lo que tenía escrito Andrea- ¡Oye esa fecha no la tengo! – y sacó su propio calendario para arreglarlo
-Bueno, mientras los organizados ven sus fechas y corrigen sus faltas yo dormiré un rato –comento Eduardo bostezando y apoyándose en la pared.- Aquellos dos salen, como mínimo, en media hora –añadió antes de cerrar los ojos
Y como predijo Eduardo, media hora después Alejandro y Daniela salían apresurados del laboratorio y se unían al grupo.
-Mierda… que pesado. Odio dibujar –se quejo Alejandro.- Que bueno que aun están aquí chicos. Ángel ¿Cuándo falta para que llegue Víctor?
- Infeliz… no debería llevarte “esa casa es enorme, solo podría comprarla alguien con mucho dinero” “en aquel momento solo vivía con Andrés” ¿Quién demonios te dio el derecho de contar eso sobre mí? –pensó Ángel, pero, como venía haciendo durante ese día, se calmó y sol respondió:- Víctor me mando un mensaje y me dijo que llegaría algo tarde, dentro de una hora más o menos –añadió mirando su reloj. Alejandro, Eduardo, Carlos y Andrea lo miraron desanimados. Daniela y Aníbal se iban juntos en el auto de ella así que no les afectaba la última noticia.
-¿Tan tarde? -preguntó Eduardo con pereza y fastidio.- Bueno, yo podría llamar a mi hermano y el nos llevaría sin problemas
-Y yo a mi papá –agrego Carlos
-Bueno, si ustedes están apurados, no los culpo y no me molestará que hagan eso –dijo Ángel medio victimario
-No es eso… es que luego se hace tarde y la ciudad es peligrosa –trato de explicarse Andrea. Los demás asintieron.
-Lo sé… por eso no me molesta que lo hagan. Tienen que cuidarse ¿no? Ya mañana los llevo como siempre –comento Ángel sonriendo amablemente. De pronto un aroma conocido llego a su nariz… - “mierda, ahí viene este imbécil” –pensó. Dos segundos después, Diego salía del laboratorio.
-¿Qué pasa? ¿Los pobres no saben cómo irse? –preguntó burlonamente y bien alto para que lo escucharan todos
-¡No es tu problema! –Le respondió Daniela de mala gana.- Y no les digas así idiota…
-Recuerda quien eres Danielita y la situación de tu familia –respondió Diego sonriendo con superioridad.- De este patético grupo solo valen la pena algunos y solo por el hecho de tener dinero –miró a Daniela, Aníbal, Carlos y Ángel – aunque sean unos idiotas –y los miró con un profundo desprecio.
-Carlos, ¿Cuál regla es la que me prohíbe golpearlo? –susurró Eduardo mientras Diego se iba riendo por las escaleras y detrás suyo iban algunos amigos también riendo.
- “Pobre infeliz… no tiene idea de lo que tengo planeado hacerle” –pensó Ángel mirando irse a Diego y sonriendo internamente.- “Pero ya llegara el momento Dieguito…”
-Idiota… -dijo Andrea
-Bah… no le hagan caso –dijo Ángel.- Lo que quiero saber en este momento es que harán para llegar a sus casas.
-Bueno, mientras este idiota hablaba, mi hermano respondió el mensaje –respondió Eduardo mirando su móvil.- Me dijo que llega en veinte minutos, ya que esta cerca de aquí porque estaba en casa de un amigo. También dice que no hay problema en llevarlos muchachos.
-Excelente… mi papá me dijo que no podría venir ya que está al otro lado de la ciudad –comentó Carlos también mirando su móvil.- Así que llegaría incluso más tarde que Víctor.
Casi media hora después, el hermano de Eduardo llegaba a la entrada del estacionamiento y se los llevaba. Ángel solo observaba y se despedía con la mano al lado de Daniela y Aníbal.
-Bueno, iré a buscar el auto Dani –avisó Aníbal yendo a las escaleras para bajar al tercer piso del estacionamiento.
-Aquí te espero –respondió ella mirando que se fuera. Cuando se sintió segura de que nadie escuchaba, dijo muy bajo:- Ángel… le gustas a Andrea
-¿Cómo un posible novio? –pregunto él sin dejar de mirar al frente.
-Exacto.
-Mierda… eso no es bueno ¿Cómo lo sabes?
-Hoy estábamos en el baño y me preguntó algunas cosas sobre ti y discretamente preguntó si tienes novia –explicó Daniela sin dejar de mirar la rampa de subida del piso inferior.
-¿Le dijiste… que soy homosexual? –pregunto Ángel en voz baja. Daniela era la única que sabía eso, a excepción, de Alejandro. Aunque Alejandro ignoraba que Ángel estaba al tanto de su descubrimiento.
-No… jamás rompería tu confianza. Eres tu quien debe decirlo cuando te sientas preparado Ángel.
-No es que no esté preparado Dani, es solo que soy muy reservado con mi vida privada. Si bien no ocultó eso, tampoco ando publicándolo por ahí.
-Lo sé y lo entiendo. Solo te aconsejo que hables con ella. Se veía muy interesada.
-Ojalá solo sea tu imaginación, no quisiera romperle el corazón… -se interrumpió al escuchar el auto de Daniela subiendo la rampa.- Bueno, supongo que adiós. Ya nos veremos mañana muchachos –se despido de ambos luego de que Daniela entrara al auto.
-Adiós –respondieron ellos dos.
-“ Lo que necesitaba… una zorra a quién le gusto. Esto tengo que solucionarlo rápido antes de que se transforme en un problema. Que fastidio ” –pensó al tomar su teléfono móvil. Hizo una llamada y esperó.- Ya pueden venir a buscarme –dijo a quién le respondió
- Llegamos en diez minutos –le respondió una voz muy conocida. Ángel colgó la llamada.
El auto que se detuvo en la entrada del estacionamiento era, para alguien poco detallista, muy similar al que casi siempre era usado por Víctor o Andrés para buscarlo. Pero solo eso: similar. Ángel podía reconocerlo a la distancia, pues ya lo había usado en muchísimas ocasiones. Se despidió del vigilante de turno y se acerco rápidamente al vehículo. Entro por una de las puertas traseras y, cerrando rápidamente, saludo a quién estaba ahí.
-Hola Angelito… -le respondió Mateo con mucho cariño
-Hola jefe… -le saludó Alberto sonriendo desde el asiento del conductor.- ¿Dónde están tus mascotas?
-¿Sabes que así también les dice Andrés? –le comento Ángel mientras tomaba su morral y lo colocaba en el asiento del copiloto. No quería que nada le estorbara ahí atrás.- Esos idiotas están cada uno camino a sus casas. Les dije que Víctor llegaría tarde hoy y ellos decidieron irse por otros medios –explicó Ángel distraídamente tocando la entrepierna de Mateo por encima del pantalón.
Empezó a sobar lentamente y Mateo no tardó nada en ponerse duro. Le quitó la correa y bajo su pantalón y ropa interior para liberar su pene y comenzar a mamar. Mateo solo colocó sus brazos a lo largo del asiento y suspiro con fuerza. Le encantaban las mamadas de Ángel pues era todo un experto. Succionaba y lo tragaba entero sin ningún esfuerzo.
-¿No puedes esperarte verdad? –le preguntó Alberto. Ángel no dejó de chupar, solo subió su mano derecha y le mostró el dedo medio.- Ya verás cuando lleguemos a casa lo que voy hacerte mocoso de mierda –Ángel solo lo miró y sonreía sin sacarse nada de la boca. Él siguió conduciendo sin dejar de ver en el espejo retrovisor.
Unos diez minutos después, Ángel se cansó de esa posición algo incómoda y se incorporó para quitarse los zapatos y su pantalón.
-¡Ángel! No me digas que vas a… -exclamó Mateo algo sorprendido, pues no le extrañaba nada que Ángel hiciera algo así. Pero no pudo continuar. Ángel se sentó en su verga y se penetro el mismo rápido y profundo. Ambos dieron un profundo respiro.- Estas loco ¿lo sabías?
-Lo sé… -respondió Ángel y empezó a subir y bajar por el largo y grueso tronco desde la cabeza hasta la base.- Tu solo calla y disfruta
-En estas condiciones no se puede conducir -se quejó Alberto negando con la cabeza.
-¡Pero si te encanta! –Le replico Ángel sin dejar de subir y bajar.- Estoy seguro que lo tienes duro ¿verdad? –le pregunto sin dejar de mirarlo.- Duro, porque sabes que es peligroso hacerlo de este modo. Duro, porque te encanta el sexo. Duro, porque te gusta verme gozar. Duro, porque te fascina verme ensartado a una verga. Duro, porque sabes… sabes que tú serás el próximo en ensartarme y me darás fuerte y sin contemplaciones porque no necesitare juegos previos… vendrás y me penetraras hasta el fondo. Oh Dios… que bueno –blasfemó con placer al ensartarse profundo y quedarse ahí unos segundos, flexionó ambas piernas hasta colocar sus pies en las rodillas me Mateo. Ahora si se sentía ensartado a plenitud. Apoyó su cabeza en el hombro de Mateo y este lo besó metiendo su lengua justo como su verga se metía en su culo
-Por supuesto –respondió Alberto cuando Ángel era capaz de escucharlo.- Por eso digo que no se puede conducir en estas condiciones. Solo pienso en el momento en que este metiéndotelo bien adentro y con fuerza ¿y si tenemos un accidente por mi falta de concentración y morimos los tres?
-Esa será una muerte dulce y placentera –respondió Mateo tomando a Ángel por ambos tobillos para que se apoyara mejor. Empezó a embestirlo suavemente- Él ensartado a mí, yo dándole por el culo y tú con la última visión de su culo abierto y perforado. Sería perfecto –y los tres comenzaron a reírse.
-Claro tu apóyalo pendejo… -rezongó Alberto.- Llegamos en media hora –informó.
Siguió conduciendo por la ciudad aunque no a la velocidad que deseaba, pues estaban en hora pico y el tráfico se movía lento ¡si la gente de afuera supiera lo que pasaba en ese auto! Pero no… todo el mundo solo pensaba en llegar a sus hogares y no estaban para nada pendiente de lo que ocurría en sus narices. Llego a un semáforo que recién marcaba el rojo y se detuvo. Se quito el cinturón de seguridad. Estiro su cuerpo musculoso entre ambos asientos y con su mano tomo el pene de Ángel, que estaba como una roca, y lo masturbo suavemente. Si esos dos querían jugar, él también participaría.
-Mierda, así coño… -gimió Ángel. Alberto, sabiendo que no tenía mucho tiempo, aumentó la velocidad solo para excitarlo más, pues sabía que aunque no acabaría tan rápido, le estaba dando mucho placer. Estaba en plena paja cuando el auto detrás de ellos toco el claxon con fuerza. La luz verde ya estaba encendida en el semáforo pero Alberto no le dio mucha importancia.
-Jodete cabrón, estoy ocupado –dijo sin dejar de masturbar a Ángel. El claxon aun se escuchaba con fuerza y rabia.
-Alberto querido, entorpeces el tráfico… si quieres llegar rápido para ensartarme tendrás que avanzar –le dijo Ángel con maldad y perversión.
-Mocoso infeliz… - dejó de masturbarlo y pusó sus manos en el volante. Pero a partir de ese momento en su mente solo estaba el llegar rápido a casa. Casi veinte minutos después estaban entrando al sótano del edificio donde Alberto vivía para estacionar el auto. Saludo al guardia de turno en la entrada y siguió sin esperar respuesta pues no quería que viera a un joven de ventipocos años ensartado a un tipo de casi cuarenta. Estacionó el auto en su sitio de siempre y les dijo:- si el señorito se levanta de la verga que lo atraviesa, nos podremos ir a casa
-Eso fue muy vago… no me iré medio desnudo ¿o sí? –le pregunto Ángel levantándose y vistiéndose.- Y de señorito nada, este culo ha probado bastante güevo desde hace muchos años… mi castidad es historia muy antigua
-Si por mí fuera, te llevaría ensartado en mi güevo hasta casa, pero podría venir algún vecino y se armaría un escándalo –respondió Alberto apagando el coche.
Definitivamente, el ambiente en el coche era de tensión sexual. Mientras Ángel y Mateo se colocaban la ropa no dejaban de pensar en concluir lo que habían comenzado apenas Ángel se subió al coche y Alberto no dejaba de mirar e imaginar lo que le haría al llegar a casa. Todos respiraban pesadamente y deseaban llegar rápido. Cuando terminaron de arreglarse, salieron del coche. Ángel y Alberto por el mismo lado.
-¡Ven aquí! –Lo aplasto con sus músculos contra el coche y le restregó la verga por el culo recién abierto.- Ve como me tienes –la tenía dura, palpitante...- te follaría aquí mismo si pudiera –le susurro al oído.-Pero por desgracia hay… -se interrumpió al escuchar un coche que entraba.- Vamos al ascensor ¡ahora!
Caminaron rápidamente la distancia entre el coche y el ascensor, pero al llegar a este se dieron cuenta, para desgracia de Alberto, que estaba en el último piso. Tardaría un poco en llegar y le daría tiempo a quienes estaban llegando de subir en el. Alberto maldijo por lo bajo. En un momento tenia al lado a quienes entraron con el coche. Un hombre y dos mujeres, una mayor y la otra joven
-Buenas tardes señor Alberto –le saludo la mujer mayor
-Buenos tardes doña Lucrecia –respondió el cordialmente
-Buenas tardes –saludaron Ángel y Mateo. Los otros regresaron el saludo
-Veo que trae compañía –observo doña Lucrecia
- “Que observadora señora. ¿Sabe que más? Uno de ellos me estuvo follando no hace menos de diez minutos, ¿le muestro mi culo para que lo vea y comente algo?” –pensó Ángel irritado. Conocía a las viejas chismosas y todas sus tácticas para sacar información
-Si… amigos del gimnasio. Él es Ángel y él Mateo –señalo a ambos.
-Mucho gusto –dijo Mateo
-Mucho gusto –repitió Ángel justo cuando el ascensor llegaba. Alberto se apresuro a entrar asegurándose que Ángel lo siguiera. Todos los demás entraron tranquilamente. Era obvio que la vieja esperaba algo de caballerosidad y la dejaran entrar primero.
Mientras subían, Ángel se dio cuenta de la razón de Alberto. ¡Le frotaba la verga ahí, delante de todos! Y vaya que tenía una erección de caballo. Ángel sentía cada musculo marcado del cuerpo de Alberto, sus pectorales, rectos del abdomen, incluso sus oblicuos y su verga en línea recta. El ascensor subió relativamente rápido y al llegar al piso, los tres bajaron rápido dando las buenas tardes.
-Vieja de mierda –se quejó Alberto sacando sus llaves del bolsillo de su pantalón.- desde aquí la escuchó quejarse porque no la dejamos subir de primera
-Ese tipo… ¿es su hijo? –preguntó Ángel con curiosidad
-Sí y la otra mujer su esposa –Alberto abrió por fin la puerta.- Pero no hablemos de esos, no quiero hablar de cómo ese idiota no tiene pantalones ni de cómo la zorra de su mujer me come con la mirada cada vez que nos vemos –entraron al departamento
-La vieja es de esas típicas chismosas ¿verdad? –preguntó Mateo quitándose la camisa
-Por supuesto. Sabe casi todo lo que pasa por aquí… -respondió Alberto imitando a Mateo y dejando ver su enorme cuerpo.- Ven acá mocoso, de estas no te salva nadie –tomo a Ángel de la cintura y lo presiono contra sí. Metió su mano por dentro de su pantalón y ropa interior y con su dedo rozo el ano recién perforado de Ángel.- Esto es lo que quiero. Lo voy a romper todo ya verás –añadió metiendo un dedo. Ángel solo gimió y tembló ligeramente.
-Bueno… si no dejas que me quite la ropa eso te será muy difícil –comentó Ángel riendo y gimiendo al mismo tiempo.- Además, creo que ahí cabe otro dedo –Alberto entendió la indirecta y metió otro rápidamente.- Así mismo... –empezó a meter y sacar ambos dedos. Ángel se quitó la camisa como pudo
-Me siento algo ignorado –se quejó Mateo completamente desnudo. Se acercó a Ángel y le bajo los pantalones. Se agacho y empezó a mamar.
-Esta será una tarde muy divertida –comentó Ángel lleno de placer
Mateo dejo de chupar y, ya que aun Alberto sostenía a Ángel, le quito los zapatos y el resto de su ropa. Tener la visión de un joven tan bueno como Ángel ahí enfrente suyo siendo penetrado y gozando tanto, hizo que la verga de Mateo se agitara aun mas. Ya sin los pantalones, Ángel puedo abrir más sus piernas y darle mejor acceso a los dedos de Alberto quien aprovecho para entrar y salir más rápido. Ángel apoyo la cabeza en el cuerpo de Alberto y se dejo hacer. Mateo chupaba y succionaba con fuerza mientras Alberto usaba sus dedos largos para meterlos profundo en su culo.
-Ven aquí –dijo Mateo
Se separo de Ángel y se sentó en el sofá con las piernas separadas. Su verga estaba levantada, dura. Ángel tomo el brazo de Alberto quien aun no lo separaba de si para alejarlo de su cuerpo y poder doblarse. Alberto saco sus dedos de dentro de Ángel y lo dejo doblarse para chupar y tragarse la verga de Mateo. Pero claro que no lo dejarían fuera de acción. Dobló sus rodillas y puso su cara en medio de las nalgas de Ángel, esas nalgas grandes y apetecibles. Se notaba que Ángel trabajaba bastante para tener glúteos de esa forma. Masculinos y llamativos al mismo tiempo eran dos pedazos de carne que ocultaban uno de los mejores culos que había visto nunca. Separo ambos glúteos para buscar lo que deseaba: su ano. Y ahí estaba, lleno de pliegues y totalmente elástico. Costaba creer que hace poco lo estaban abriendo a punta de verga. Siempre que Alberto penetraba ese ano, conseguía un agujero suficientemente fuerte para apretar pero al mismo tiempo elástico para penetrarlo a plenitud y sin problemas.
-¿Cómo logras tenerlo así de perfecto? –preguntó Alberto metiendo dos dedos. Ángel se sacó la verga de Mateo y le respondió:
-Es un esfínter, diseñado para presionar y expulsar, pero si se entrena y te relajas, puedes hacer que se abra sin problemas para recibir –y se metió de nuevo la verga de Mateo en la boca
-Yo creo que ha estado recibiendo tanto güevo que ya está acostumbrado-comentó Mateo riendo. Ángel y Alberto hicieron lo mismo
-Eso también… -admitió Ángel con una risita sin dejar de pasar la lengua por el tronco de Mateo
Alberto saco su dedo y deslizo su lengua por el hoyo. Ángel solo pudo soltar un gemido bastante fuerte que se noto aun con la garganta llena de verga. Subía a bajaba con su lengua por toda la superficie. El aroma era una mescla de culo de hombre y verga, pues seguramente Mateo debió dejar algo de pre seminal por la zona cuando lo estaba penetrando. Ese pensamiento hizo que Alberto se excitara aun más y metiera toda su lengua hasta donde llegara dentro del culo de Ángel. Debía dilatar más aun para que ese ano resistiera lo que pronto le daría Alberto. Ángel lo estaba provocando desde hace rato y Alberto le daría lo que merecía. Alternaba la lengua con algunos dedos para llenar bien de saliva la zona y llenarlo lo más posible para penetrarlo mejor.
Unos minutos después se puso de rodillas y coloco la cabeza de su verga en la entrada del culo. Pero no lo penetro, todavía. Deslizo la cabeza entre sus nalgas para llenarlo del pre seminal que salía de su cabeza. En la última bajada, llego hasta la entrada y presiono. El ano de Ángel se trago completamente el glande sin ningún problema. Escucho perfectamente el gemido ahogado de Ángel y siguió metiéndolo lentamente.
Mateo observaba perfectamente la cara de placer de Ángel al ser penetrado por semejante trozo de carne. Podía ver como cerraba sus ojos con placer y respiraba profundamente. Mateo lo tomo con ambas manos para acercarse a él y besarlo profundamente. Mientras se besaban, vio como habría los ojos con sorpresa y gritaba dentro de su boca: Alberto lo penetro profundo y rápido. Pero no habría problema, Ángel disfrutaba de eso.
-Supongo que me lo merezco –susurro Ángel a Mateo.- Yo estuve provocando esto desde hace rato.
-Claro que si mocoso –respondió Alberto tomándolo de la cintura y embistiéndolo con fuerza. Rápido y profundo.
Mateo se separo de él y se coloco de nuevo para que le mamara su verga tal y como a ambos le gustaba. Ángel lo observaba a los ojos mientras tragaba. Dios… como le encantaba eso. Que te vean a los ojos mientras tragan tu verga era de lo mejor del mundo. Ver a Ángel siendo ensartado por una enrome bestia negra como lo era Alberto pudo con Mateo. Ni siquiera se molesto en decirle nada pues sabía que se tragaría su leche de todos modos. Solo pudo gemir con fuerza y resoplar pellizcándose un pezón. Empezó a contraerse y a botar leche directamente en la boca de Ángel quien no desperdicio ni una gota. Se quedo un rato algo desfallecido y respirando profundamente. Su verga cayo flácida de la boca de Ángel a su vientre. Pero la fiesta aun no terminaba. Alberto se salió de Ángel solo para terminar de desnudarse y sentarse en el sofá. Ahora era su turno para que el niño se sentara en él, ensartándose en el proceso, y le sacara la leche.
Mateo observo fascinado como la enorme verga del negro desaparecía en ese culito blanco que tanto les encantaba a ambos. Ensartado hasta las bolas, Ángel se quedo quieto un momento disfrutando un momento de la sensación de llenura que solo podía sentirse al estar uno penetrado. Mateo pensó que esperarían un rato para que se acostumbrara, pero Alberto tenía otros planes. Tomo las piernas de Ángel por detrás de las rodillas y lo levanto dejando que la gravedad hiciera que Ángel se quedara penetrado. Comenzó a embestirlo con una fuerza descomunal. El pobre de Ángel (si es que se le podía decir así) solo gemía y gritaba aguantando las embestidas del negro sin poder hacer mucho.
-Coño… déjame… Alber… ¡Alberto! Déjame… -pedía Ángel sin poder terminar la frase. Movía su mano derecha para hacer algo, pero cada vez que la quitaba del sofá las embestidas de Alberto hacían que perdiera el equilibrio y no quería caerse. –Déjame más… deja que… -trataba de decir Ángel pero no lo dejaban. Literalmente lo estaba empalando vivo y no podía hablar mucho. Mateo sin embargo entendió lo que Ángel quería. Se acerco a ellos y observo más de cerca como la verga de caballo de Alberto penetraba y abría ese culito y los músculos de Ángel en tensión y sudados. Tomo la verga de Ángel y la masturbo con fuerza. Ángel suspiro de gusto.- Esoooo así… así… gracias –suspiro aliviado con mucho placer y se dejo dar placer por esos hombres que tanto quería. No aguanto mucho tiempo más. Entre las embestidas furiosas de Alberto y el ritmo de la paja de Mateo, Ángel acabo llenando desde la mano de Mateo hasta su propio pecho y abdomen de semen. Alberto sin embargo estaba muy lejos de terminar. Siguió empalando a Ángel durante bastante tiempo, tanto así que ya estaba con su verga erecta de nuevo para cuando Alberto acabo dentro de él embistiéndolo con fuerza. Casi parecía que quería atravesarlo vivo. Mateo tomo de nuevo la verga de Ángel para que acabara de nuevo pero este lo detuvo con la mano.
-Aun no –le dijo estando todavía sentado sobre Alberto disfrutando el momento.- Ay… duele un poco ¡salvaje! –y se levanto escurriendo semen por sus muslos hasta sus piernas
-Eso te pasa por andar provocando –Alberto se levanto del sofá y fue a la cocina por agua para todos
-¿Ya estás listo Mateo? –le preguntó Ángel mirando la erección que tenía
-Claro –respondió Mateo
-Entonces vamos al cuarto. Necesitaré una cama para lo que quiero hacer
Caminaron el angosto pasillo y entraron a la habitación de Alberto. Ángel encendió la luz y se acostó de lado en la cama. Mateo hizo lo mismo a sus espaldas. Subió la pierna izquierda de Ángel mostrando su culo aun rebosante del semen de Alberto. Puso su verga en la entrada y presionó, la penetración fue rápida y profunda pues su verga resbalo con facilidad. No se anduvo con rodeos. Comenzó con fuerza y energía desde el principio con penetraciones rápidas y profundas si miramientos. Sabía que Ángel adoraba esa clase de cosas.
-Mírate –le susurro al oído –llevando güevo de nuevo ¿no te basta con todo lo que te hemos dado ya verdad? –y mordió su odio sin dejar de penetrarlo.
-No… quiero más… durante casi toda mi vida viví limitado y con carencias… -le respondió con placer en la voz.- Quiero todo lo que la vida pueda darme. ¡Todo!
-Y yo te lo daré todo –respondió Mateo abrazándolo con fuerza y embistiendo con energía. Ambos se movían en la cama por la fuerza de la cogida.
A la distancia, Ángel escucho sonar su móvil, pero estaba algo atrapado por el abrazo de Mateo. Afortunadamente, Alberto le trajo el aparato.
-Te llaman y es…
-Víctor, lo sé –respondió Ángel.- Ese es su tono de llamada –estiro su brazo para tomarlo.- Mateo detente un momento por favor –Mateo lo penetro hasta las bolas y se quedó quieto ahí metido. -¿Qué pasa Vito?
-¿Vienes a cenar Raba o llegaras tan satisfecho de carne que no podrás comer más? –bromeó Víctor.
-¿Qué hora se supone qué es? –le preguntó Ángel.
- Casi las nueve de la noche Raba
-Mierda… tenemos ya casi dos horas en esto –se sorprendió Ángel más para sí mismo, pero Víctor lo escuchó
-¿Qué, mucho güevo esta noche? –bromeó y Ángel escuchó que ambos, Víctor y Andrés reían
-Algo así Vito –respondió Ángel en el preciso momento en que Mateo sacaba su verga para meterla de nuevo muy lentamente.- ¡Deja eso coño! –Mateo no le hizo caso
- Bueno… ya que estas tan “lleno” esta noche con esos dos, supongo que no llegaras a cenar –habló Víctor
- Dile que no llegue muy tarde que luego nos preocupamos –escuchó que gritaba Andrés
- Cierto… ¿a qué hora tienes planeado llegar? –quiso saber Víctor
-Diez… –pensó mejor- y media –añadió sabiendo que aun quedaba un rato de diversión.
- Bueno, que te cuiden esos dos. Y cuidado con los excesos Raba que luego andas quejándote porque no puedes sentarte –dijo Víctor. - Mándales un saludo si no tienes la boca muy ocupada - bromeó.- Te estaremos esperando. Si decides quedarte con ellos, por favor llama y avisa ¿vale?
-Vale Vito. Nos vemos en casa –y colgó la llamada. Mateo seguía penetrándolo lentamente.- Idiota –le dijo Ángel, colocando su móvil en la mesita al lado de la cama. Mateo empezó a embestirlo con fuerza de nuevo.
-Pero si te gusta esto mocoso –le recordó Alberto subiéndose en la cama y poniendo su verga en la boca del chico. –Calladito y mamando –añadió riendo. Ángel se apresuro a obedecerlo. Alberto se inclino un poco y tomo con su mano el pene de Ángel que estaba duro en esos momentos.
A un par de kilómetros de distancia, dos jóvenes cenaban aun riendo por la conversación que acababan de tener.
-¿Crees que estaba… penetrado mientras hablaba conmigo? –pregunto Víctor
-Por supuesto –respondió Andrés tranquilamente
-No sé como lo hace Raba… siendo follado por dos tipos al mismo tiempo
-Eso lo dices porque no sabes… -Andrés dejó el comentario en el aire
-Al contrario: si se, o al menos él me ha dado a entender algunas cosas. Yo no dejó que me lo cuente, es algo incomodo para mí –explicó Víctor
-No es nada del otro mundo Víctor, en serio, pero supongo que no todos tenemos las mismas opiniones ¿verdad?
-Exacto. Aun así, estoy feliz por él. Si así se divierte, es su problema –admitió Víctor
-Digo lo mismo –asintió Andrés levantando el vaso de jugo como quien cierra un negocio importante.- Brindo por nuestro hermanito pervertido –Víctor le regreso el brindis y ambos rieron.
Mientras Andrés y Víctor cenaban y reían tranquilos, Ángel aun estaba medio atrapado por Mateo, pero con la diferencia de que Alberto estaba metiendo dos dedos en el culo de Ángel junto a la verga que lo abría.
-¿Te gusta así verdad? –le pregunto Alberto. Ángel solo se limito a asentir ya que no podía hablar.- Mira como resbalan gracias a mi leche.
-En breve resbalaran con la de ambos –informó Mateo embistiendo con fuerza y profundidad gimiendo y gruñendo. Lo ensarto hasta las bolas mientras eyaculaba dentro de él.
Pero para Ángel no hubo descanso. Alberto le saco la verga de la boca, lo halo de las piernas desenchufándolo de Mateo, apoyo sus piernas en su cuerpo llegando sus rodillas a sus propios hombros. Ángel estaba más abierto que nunca y su ano estaba rojo, dilatado y con mucho semen en la entrada. Alberto apoyo la cabeza de su verga en la entrada y la metió con fuerza todo lo larga que era hasta el fondo. Ángel soltó un enorme grito pues no esperaba una penetración así de brusca, pero se le paso en unos segundos. Ya estaba gimiendo de placer para cuando Alberto comenzó a embestir con fuerza.
-Dios… como entra… joder, la siento casi en mi corazón ¡ay! –gimoteó Ángel
-Y con la leche de este y la mía entra con mejor velocidad –informo Alberto montándose encima suyo y besándolo.- Hoy te llevo a tu casa bien lleno y contento Angelito –le dijo sin detener sus embestidas en ningún momento. Ángel se sentía medio atrapado por ese cuerpo de músculos marcados y duros y esa verga larga que llegaba a lo más profundo de su cuerpo.- Este culo abre bastante bien… me pregunto cuántos güevos han entrado por acá
-Si te lo digo… te juro… que… no me lo… crees –respondió Ángel quien apenas podía hablar y escucharse por encima de los golpes de cadera que le daba Alberto.
-Viendo de ti, cualquier numero seria cierto –comento Mateo viendo el espectáculo desde el otro borde de la cama.- Llénalo bien Alberto ¡duro! –y dio un puñetazo al colchón. Podía ver el contraste de pieles, la negra de Alberto sobre la blanca, algo morena de Ángel. Un enorme cuerpo sobre otro que, siendo musculoso, se veía pequeño en comparación.
-Eso no tienes que decirlo –respondió el embistiendo con mas fuerzas
-Mierda… me harás… acabar –informó Ángel
-Tú acaba tranquilo que yo seguiré aquí, rompiendo tu culito justo como te prometí –y lo besó de nuevo
-Espera… ¡ay…! así vamos… has que acabe sin tocarme –le retó Ángel. El otro respondió con acción. El roce de su verga con el cuerpo de Alberto, la situación de verse y sentirse follado por semejante semental en el sexo hicieron que acabara con fuerza sin tocarse pues sus manos estaban presionando la espalda del negro que lo rompía por dentro con tanto placer. Cayó algo desfallecido por la intensidad de todo. Alberto aceleró el ritmo en su ano y comenzó a jadear con fuerza. Penetro profundamente y grito fuertemente mientras lo llenaba de nuevo. Cada embestida, en lo profundo, era una descarga de leche muy caliente. Alberto se apoyó en sus brazos para no caer encima de Ángel y ahogarlo, pero estuvo un largo rato aun dentro suyo con su verga aun morcillóna.
-Esto… definitivamente debe repetirse –sentencio Ángel mordiéndose el labio inferior
-Es lo mismo que dices cada vez que nosotros tres estamos juntos –replicó Mateo.- No hace falta que lo repitas tanto… ¡ay! –Ángel le lanzó la almohada y se la estampó en la cara
-Me iré a bañar –comentó Ángel levantándose
-No, nada de eso –lo contradijo Alberto tomándolo de la cintura.- Te llevaré a tu casa lleno y empapado de nosotros.
-Cerdo… -le dijo Ángel
-No importa –respondió Mateo y se fue a buscar la ropa de todos a la sala. Regreso al cabo de unos segundos con su camisa puesta.- Saben, deberíamos intercambiar estos, solo por diversión –y mostro la ropa interior de los tres riendo.- ¿Cuál quieres? –le preguntó Ángel
-La mía, gracias
-No –contradijo Alberto.- Colócale ambas y luego tu y yo nos compartimos la suya –dijo entrando al juego
-Cerdos… -repitió Ángel
-Pensaba que no te gustaba repetir las cosas Angelito –Mateo le colocó su ropa interior y luego la de Alberto al ser esta mas grande. Ángel estaba medio inmovilizado por Alberto y no pudo hacer mucho (y la verdad no quería. Eso que hacían era morboso).- Listo… ahora el pantalón, la camisa, las medias y los zapatos. El niño no puede andar desnudo por ahí -y lo vistió.
-Tengo curiosidad por saber quién se queda con la mía –dijo Ángel cuando Alberto lo soltó para vestirse.
-No te diremos… -respondió Alberto poniéndose el pantalón sin ropa interior
-Para nada… -rectificó Mateo haciendo lo mismo. Aun sostenía la prenda de Ángel en sus manos. La llevo a su nariz y aspiro profundamente.- Justo como el culo que nos acabamos de follar.
-A ver… yo también quiero –dijo Alberto e hizo lo mismo que Mateo.- Si, justo como mi mocoso pervertido.
-Imbéciles… -Ángel estaba teniendo una medio erección al sentir la ropa que no era suya. La textura y tamaño diferente, además del olor, y con todo eso, el hecho de estar con el culo lleno de leche manchando ambas prendas, hacían que Ángel imaginara cosas pervertidas sobre ambos. Él nunca cambiaria…
Se terminaron de vestir y fueron a la cocina por algo de comer. Comieron unos quince minutos hasta que ya era la hora de irse. Salieron del departamento y bajaron al estacionamiento por el auto de Alberto. El trayecto a la casa de Ángel fue corto debido a la hora ya que no había mucho tráfico a las diez de la noche en la ciudad. Llegaron rápido al portón de entrada y saludaron al vigilante de turno. Ángel se identifico para que los dejaran entrar.
-Bueno, fue un placer –se despidió Ángel.- O mejor dicho: fueron dos placeres –se bajó del coche y fue a la entrada de su casa. Alberto esperó a que entrara para irse el mismo con Mateo.
-¿Sabes? La noche es joven –comento Alberto suspirando.- Ángel podría aguantar toda la noche que tu y yo lo follemos, pero ya que tiene un horario, nos toca aceptarlo y hacer lo que dice. Pero ya se fue ¿verdad?
-¿Qué tienes en mente? –pregunto Mateo
-Tu esposa… ¿estará despierta a esta hora? ¿Podrías prestármela un rato? –preguntó Alberto con picardía
-Claro… toda tuya –respondió Mateo riendo.- Lo mas irónico es que ella es… racista. Pero no es como que pueda hacer algo ¿verdad?
-Te prometo no lastimarla mucho –prometió Alberto
-Haz lo que debas hacer. Pero déjame ver, como siempre lo haces
-Es tu esposa, lo menos que puedo hacer es dejarte ver
Ambos rieron mirándose a los ojos con maldad. Ambos sabían lo que les esperaba, así que Alberto aumento la velocidad. Mateo vivía a las afueras de la ciudad y tardarían un par de horas en llegar.
Mientras Alberto y Mateo planeaban cosas, Ángel entraba en su casa y caminaba en dirección a su habitación. Cojeaba un poco al caminar.
-Veo que hoy te reventaron –comentó Andrés mirando de reojo cuando Ángel paso, pues estaba, como siempre, frente a su PC jugando.- ¿Todo bien?
-De maravilla –respondió. Llego al final del pasillo pero no entró directamente en su cuarto. Abrió suavemente la puerta del cuarto de Víctor y toco esperando la respuesta para pasar.
-Pasa Raba –le dijo Víctor desde el interior. Notó que Ángel cojeaba un poco y se rio.- ¿Te dieron duro verdad?
-Bastante. Pero eso no interesa en este momento –respondió Ángel cerrando la puerta.- ¿Hiciste lo que ibas hacer? –la sonrisa de Víctor le respondió. Ángel también sonrió.- Excelente ¿Cómo te fue?
-Míralo por ti mismo –respondió Víctor y le dio su tableta electrónica. En ella se reproducía un video
-Tenemos que decirle a Andrés –comento Ángel mientras miraba.- Le interesara saber esto.
-Lo sé. Pero aun no por favor ¿vale? –Pidió Víctor.- Necesito un par de meses para arreglar esto
-Odio ocultarle cosas Vito –Ángel sonaba preocupado y se podría decir que estaba rogando.- Andrés necesita saber esto. Hace unos días casi meto la pata y le digo más de lo que debía.
-Lo sé y por eso te pido que tengas cuidado. Le informaremos, pero en su debido momento.
-Adrian… me pones en una situación difícil –discutió Ángel usando el segundo nombre de Víctor.- No me gusta ocultarle cosas a Andrés –sonaba bastante preocupado
-Te pido que no le digas. Ya le informaremos luego por favor. Deja que yo me encargue de esto, solo
-Se que podrás hacerlo solo, pero no me siento cómodo dejando que lo hagas. Podría ayudarte, lo sabes ¿verdad?
-Ya lo has hecho bastante. Además, tú ya estas ocupado con tus asuntos y hasta donde sé, ya es el tiempo para que realices aquella cosa ¿verdad?
-Eso está retrasado ya casi un año –se quejó Ángel.- Odio esperar las cosas coño…
-¿Ves? Estás muy ocupado. Déjame esto a mí y si veo que necesito ayuda, serás el primero en saberlo y Andrés el segundo –Víctor sonaba preocupado y algo decepcionado al mismo tiempo pues la perspectiva futura no era nada alentadora para ninguno. Pero no podía involucrar a Ángel, aun. Él ya estaba bastante ocupado.
-Bueno, está bien… por ahora me iré a bañar. Estoy lleno de… bueno, tú sabes… -Ángel suspiró profundamente y Víctor hizo una mueca de asco. Eso los hizo reír- Luego me iré e dormir. Nos vemos mañana Vito.
-Buenas noches Raba
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Estar atado desnudo, de pies y manos a una silla metálica y con la boca amordazada no era nada cómodo y Mauricio Mosquera lo estaba viviendo en carne propia. Lo último que recordaba era que estaba en su oficina trabajando, un compañero le trajo una taza de café y de pronto todo se puso oscuro. No recordaba nada más. Luego, cuando despertó estaba atado en esa silla y según el reloj digital de la pared, eso fue hace más de dos horas. ¿Dónde demonios estaba? Lo único que podía vislumbrar a través de la oscuridad era que estaba en una habitación llena de cosas, pero no podía ver que eran realmente. Estaba visiblemente nervioso. En esta ciudad los secuestros son comunes, pero aun no hablaban con él ni lo comunicaban con su familia. Sin previo aviso, escuchó como se abría una puerta que en principio pensó era la pared, pues no notó los escalones que estaban ahí.
La puerta se abrió y entró por ella un hombre vestido de negro. Escucho un click y las luces encendieron. Ahora si podía ver bien lo que lo rodeaba y eso lo puso más nervioso. Muchas herramientas, la mayoría de tortura estaban ordenadas en un estante, una jaula de poco más de un metro de altura estaba en medio de la habitación, en el techo argollas de metal como la que se usaban en la edad media para colgar a la gente. Una habitación muy perturbadora.
-Veo que ya despertaste –dijo el tipo con un maletín en la mano. Mauricio no pudo responder nada por la mordaza.- Disculpa eso, normalmente no uso eso, pero ya que no quería gritos por esta vez, decidí usarlas. –se acerco a Mauricio y le quieto la mordaza
-¿QUIÉN ERES? ¿DÓNDE ESTOY?
-Que aburrido… siempre las misma preguntas –respondió el encapuchado sentándose enfrente de Mauricio.- A ver Mauricio, tengo el rosto oculto ¿verdad? Eso quiere decir que no quiero que sepas quien soy. Si aun no te digo donde estamos es porque no quiero que lo sepas
-¡es un error! ¡Yo no tengo nada! –gritó Mauricio asustado
-Lo sé… sé que no tienes nada y nunca tuviste nada –respondió el encapuchado abriendo su maleta
-Por favor… déjame ir –pidió Mauricio
-¿Tan rápido y ya estas rogando? –Se burló el tipo encapuchado.- Pensé que era más fuerte que eso… más hombre. Me decepcionas Mauricio… claro que te dejaré ir, pero cuando estés muerto
-¿Qué? -preguntó Mauricio respirando fuertemente.- No… espera por favor… tiene que ser un error…
-Que no imbécil. No es un error. Eres a quien busco y voy a matar. Pero debo hacerlo rápido ya que no puedo estar por aquí mucho tiempo
El enmascarado saco una jeringa y, luego de buscar la vena en el brazo de Mauricio, inyecto una sustancia transparente en su cuerpo
-Esto es un amplificador –explicó.- Cada sensación táctil se multiplicara. El mínimo toque generara un dolor agónico –miro su reloj en la muñeca izquierda y esperó un minuto.- Bien, ya debería estar haciendo efecto. A ver… -y tocó con la punta de su dedo el antebrazo de Mauricio
-¡AY! ¡BASTA! –gritó Mauricio con una mueca de enorme dolor
-Te lo dije. El mínimo roce generara un dolor agónico –le dijo el otro con maldad y sin consideración.- Tú sabes que los nervios pueden ser muy sensibles… después de todo era uno de tus temas favoritos en el colegio. Una vez y hasta diste una exposición sobre eso. Una exposición solo superada por un niño a quien golpeaste junto a tus amigos por esa razón…
-Espera… ¿qué? No me digas que tú… tú eres…
-SHHH… -lo calló el enmascarado poniendo su dedo en la boca de Mauricio. Este solo se tenso por el dolor… -ups, lo siento, en mi defensa eso no fue premeditado. Fue un descuido, perdona. Pero si te digo que no digas mi nombre. Dicho por tu inmunda boca suena a insulto y eso no lo voy a tolerar
-Pero… ¿Cómo… como puedes hacer esto…? -preguntó Mauricio.- Tú y yo fuimos amigos…
-Mentira… nunca fuimos amigos y eso me quedó muy claro muchas veces. Tú y tus amigos se divertían torturándome Mauricio… les encantaba eso…
-Éramos unos niños por Dios…
-Curioso, ese argumento ya me lo habían dicho. Alguien más antes que tú en estas mismas condiciones…
-No me digas que…
-Si… he matado a alguno de nuestros viejos compañeros de clases –respondió el otro tranquilamente.- Quiero que sepas –se levantó y fue a la vitrina a buscar un estuche con algunas herramientas –que conmigo no tendrán la absolución, conmigo tendrán la condenación. Solo eso: castigo –se acercó a Mauricio y le mostro un montón de objetos con bordes filosos.- Cada una de estas cosas serán puestas en tu cuerpo como castigo por tus pecados pasados Mauricio. Tú mueres hoy. No te dejo más tiempo porque tengo muchos asuntos que tratar en mi vida personal –y tomó la primera barra de borde filoso y le perforó la mano derecha. Mauricio solo grito como si lo desollaran vivo.- Así es, siente el dolor físico Mauricio, así como yo lo sentí en su momento y piensa que, si ustedes no hubieran sido mis verdugos, yo no sería es suyo en estos momentos…
-Por favor… no lo hagas… -pidió Mauricio algo agónico. El dolor que sentía en su cuerpo definitivamente no era normal
Pero como ya le habían dicho, no le tendrían piedad. El enmascarado tomo otra barra de metal de borde filosa y le perforo la otra mano.
A una habitación de distancia, el otro tipo miraba encantado como Mauricio era torturado sin misericordia, pensando en que este sería el comienzo del final. Solo quedaba el premio mayor: ese que debía ser capturado y torturado usando los peores métodos que tenían. Una sonrisa de satisfacción se formo en su cara al pensar en las posibilidades…
Bueno, un poco largo, pero creo que valió la pena. Espero lo hayan disfrutado.
Saludos
Adriangel22