Una historia distinta del nuevo hombre
Historia de ficcion de un pasado biblico...
UNA HISTORIA DISTINTA DEL NUEVO HOMBRE
Adán hacía días que ha partido en busca de nuevas tribus. Gente nueva para conocer. Ha llegado a una aldea, con y se ha encontrado allí con seres parecidos a el o que el los ve similares a el. Tienen un tamaño que por lo menos le llevan a Adán como dos cabezas de diferencia, en alto. Un poco más robustos, aunque esto no es tan notable. Lo que es seguro es que se alimentan bien. La época de calor ha llegado y se puede disfrutar de andar fuera de las cuevas.
En tanto en la caverna donde vive con su familia han quedado Caín que en ese momento preciso tiene a Eva ensartada en su gorda pija, mientras Abel le da de mamar a la suya que es larga y surcada por venas notables. La mujer golosa, disfruta. Abre con sus delgadas manos, su conchita caliente. Gime con tremenda voracidad y lujuria. No extraña para nada a su hombre feliz de que los hijos entiendan a la madre.
En tanto Adán en la nueva comarca asido conducido gentilmente a una de las tiendas mas elegantes de aquella villa iluminada por la luz de la luna, allá en lo alto. Dentro de la tienda Adán recorre con sus manos el miembro viril del jefe de aquella tribu. Al jefe parece gustarle las caricias del extraño visitante porque su fierro ha crecido de manera descomunal y está tan duro que se siente fuerte y poderoso.
Eva, Abel y Caín están rendidos ante el fuego de la pasión. Calientes, ardientes, en la caverna los cuerpos sudorosos se revuelcan sin cesar. Abel chupa las doradas tetas de Eva, Caín juega con sus dedos en el culo de Eva que se hamaca de un lado a otro sacudiéndose salvaje y enloquecida.
En tanto Adán besa la pija de su anfitrión. A una señal se han acercado otros seres con sus instrumentos de tamaño portentoso bamboleándose, casi erectas, se las ofrecen a Adán que maravillado las toca. Las acaricia, las lame con su lengua incendiada de placer. Abre su boca y mete lo que puede de cada una de ellas. Las besa. Los hombres se miran entre si excitados.
Abel besa el culito de Eva. Lo inunda de saliva y traga el néctar de miel. Caín se deja ir llenando de semen la cuevita apretada, de la mujer que es su madre y que se retuerce como un animal al sentir chorreando ese caliente líquido entre sus piernas.
El jefe de la tribu recorre con sus labios la espalda ancha y fuerte. Acaricia los omoplatos y pellizca sutil, las tetillas sedosas de Adán. Llega al vientre fibroso. Lo acaricia y con sus gruesas manos alcanza la víbora del visitante que está a pleno.
En tanto con su bello animal se abre paso por el hondo canal, Adán no olvida los otros juguetes, mientras siente que lo perforan. El hiero es grande, gime un poco, pero le gusta sentir ese pedazo en su culo. Sigue mordisqueando los otros aparatos, haciendo que los dueños chillen y se retuerzan de gusto. Grita, suda, pero empuja para que el reptil del jefe se meta lo mas profundo que pueda en el.
Caín sale de la cueva chorreando leche. Abel acomoda entonces su pija justo donde quiere Eva. Entra la cabeza grande y luego va metiendo de a poco todo el largo del venoso miembro. Eva siente que su anillo se ensancha y ella se siente completa.
El jefe tomaba a Adán por los hombros y lo atraía hacia el hundiéndole su enorme vara, perforándolo, dejando la mitad del miembro afuera del canal de Adán que se contorsionaba como una muñequita de trapo.
Eva ensartada por el culo con una de sus manos apretaba los grandes huevos de Abel y con la otra mano revivía la tranca de Caín que besaba con pasión los senos redondos y perfectos. Abel empezó a lanzar chorros de esperma dentro del culito de la mujer que daba alaridos de gozo.
Adán recibía chispazos de líquido que le eran ofrendado por el jefe de la comarca.
Los otros seres de la tribu le regaban el cuerpo también con una lluvia de leche caliente. Adán recogía todo lo que podía con manos, boca y demás orificios gozando a pleno de aquella estadía que duro unos cuantos días mas.
Caín había levantado otra vez su nerviosa pija. Abel jugando se acercó a ella y hundió su boca, tragando el aparato sabroso. Eva se inclinó nuevamente hacia el objeto deseado. Abel comía los huevos de su hermano, los lamía y besaba con profunda calentura. Eva acariciaba las nalgas de Abel. Rozaba el agujero que se iba abriendo de a poco. Abel gemía y se derretía por sentarse en esa vara dura. Así fue acercándose y sentándose en la venosa verga. Caín entró al fondo de Abel. Mordió los hombros del muchacho. Eva mordía las tetillas de Abel. Pasaba la lengua por el pecho y el vientre, del chico que gemía sumido en inmenso placer. La mujer alcanzó la verga semi dormida de Abel y se puso a acariciarla con su lengua. Unos cuantos minutos y la pija se alzó nuevamente briosa y enloquecida. Así como estaban Eva se sentó en la verga y los tres eran un montón de cuerpos abrigados al calor del sexo y la pasión ilimitada. Los hombres largaron sus escupitajos en las cavidades salvajes que los cogían sin remordimientos ni falsas morales. Quedaron ensartados un rato, luego se fueron echando en el piso de la caverna, buscando resuello y un poco de descanso.
Adán arrodillado prodigaba besos a enormes porongas de dos hombres de la tribu que habían llevado al extranjero a su tienda. Luego uno de ellos se coloca detrás y lo empalma sin remedio. Adán dejaba su culo ensartado y chupaba la pija del otro hombre hasta vaciarlo, en tanto el otro se vaciaba dentro del túnel sediento de Adán. Luego Adán pasaría por todas las tiendas gozando de aquella tribu de amigos. Prometiéndose volver, y a su vez invitándolos para que ellos se acercaran al valle de las cavernas. Un día de tantos Adán partió a otras tierras.-