Una historia de Jaime (Un flechazo en la barra) 1
¿Una infidelidad dentro de una infidelidad?
Hola a todos, mientras escribo la segunda parte de "un poco de sexting", os propongo una de las primeras historias que escribí. La pongo tal cual, espero que seais clementes conmigo porque era muy principiante, (como si ahora fuera un experto, jajajjaaaa). En esta pagina no ha sido aun publicada. Espero que os guste y distraiga hasta que llegue Sexting II. Esta historia esta basada en una persona real que conocí hace tiempo.
UN FLECHAZO EN LA BARRA.
Fue una noche que andaba solo por un pub de ambiente liberal de la capital. Por su profesión conocía a mucha gente de la noche madrileña. Uno de sus amigos y ex compañero, trabajaba ocasionalmente en este pub, no sé si era como camarero o relaciones públicas. Le facilitaba información privilegiada. Antes de acudir, lo llamaba y él le decía si había “ambiente” o no, esa noche.
Esa noche se pasó directamente por allí a ver qué tal, y su amigo le comento que la cosa estaba un poco flojita. Varias parejas pero solo una había aparecido por la zona de tríos. Ahora uno de los chicos estaba con ellos.
Jaime estaba decidiendo si irse o pedirse algo cuando una pareja entró al local.
Apenas se fijó en el hombre, más bien delgado y bajito, bien parecido. Vestido aparentemente informal, pero con clase.
Pero la chica sí que acaparo toda su atención.
Alta, le sacaba más de una cabeza al chico. Era corpulenta, con muy buenas curvas. Lo que se dice una chica jamona. Dos tetas exuberantes que parecían querer salirse de su blusa, un culo generoso que apenas tapaba su minifalda, piernas largas y con unos muslos muy potentes que se mostraban casi al completo. Caderas anchas que excitaban la imaginación, pensando en que si lo que había entre sus piernas era igual de grande que todo lo demás, debía ser todo un espectáculo.
A Jaime se le antojo guapa, aunque el rostro era más agradable a la vista que bello. Más bien cuadrado, de líneas rectas, dándole un aire como germánico. Esa sensación se reforzaba por una melena larga, pajiza y clara, que le caía por los hombros.
Los ojos también muy claros, le miraron con interés. Jaime observo que a pesar de su aspecto macizo, su mirada delataba a sus ojos de experto, a una chica insegura del terreno que pisaba.
Su marido andaba decidido y sonriente pero ella observaba todo y a todos con prevención, como si temiera un encuentro más que desearlo.
Los cinco minutos que estuvieron a su lado en la barra mientras pedían una copa, se le pasaron en un suspiro, sintiendo además un estremecimiento cuando ella le refregó su cadera por el muslo al pasar junto a él, debido a lo estrecho del lugar.
- Perdona. Dijo sin mirarlo a la cara.
- No importa contesto Jaime.
No pudo evitar seguirla con la mirada mientras caminaba hacia el interior del local. Caminaba un poco desgarbada, lo que no hizo sino confirmar a Jaime, que se trataba de una chica normal, que pisaba nieve virgen aun. No era la típica pareja tan fogueada que parecían profesionales, que tan habitual era encontrarse en estos locales.
- ¿Los conoces?
Pregunto a su amigo.
- Solo los he visto una vez aquí, y fue la semana pasada. Por cierto, también el día del trio. Lo mismo tienes suerte.
- ¿Estuvieron con alguien?
- Creo que con un chico pero no estoy seguro si al final follaron o no.
Sea como fuere, la decisión estaba ya tomada. Él no se movía de allí hasta que no volviera a ver a la chica.
Se dirigió a la sala donde esperaban los hombres solos y se sentó a esperar. Si buscaban chicos no tardarían en salir.
Transcurrió media hora lenta, muy lenta y Jaime empezó a comerse la cabeza. Sin no salían es que estaban con el resto de parejas. A lo mejor su colega se había equivocado. O a lo mejor ese día no buscaban un trio.
La imagen de esa chica, tan potente como interesante, no se le iba de la cabeza. Cuanto más tiempo sin actuar, más fácil que desaparecieran sus opciones. Había creído ver un destello de interés en la mirada de la chica, así que decidió jugársela a una carta. Jaime hace de la simpleza su bandera y la verdad es que siempre me sorprendo de lo bien que le va habitualmente.
Aunque estaba prohibido entrar a la zona de parejas si no eras invitado, él traspaso la cortina y dio solo un par de pasos dentro de la sala. Lo suficiente para entablar contacto visual con ellos.
Estaban cerca del resto de parejas, pero sentados solos. Eso animo a Jaime, que les dirigió una sonrisa de las suyas cuando por fin le miraron.
No hizo ningún gesto más. Era suficiente. Les hacía saber solo con una sonrisa que les gustaban y que quería establecer relación. Cualquier otra cosa más hubiese supuesto que se rebajaba o suplicaba, sensación que él no quería transmitir. Solo deseaba que lo vieran como alguien audaz que sabía lo que quería e iba a por ello.
Salió a la sala antes de que alguien le pudiese llamar la atención. La suerte estaba echada.
Cuando pasaron otros diez minutos ya creyó que tenía que pensar en un plan alternativo. Tenía claro que esperaría que salieran para poder dirigirse a ellos. Pero ¿Cómo los abordaría? ¿Qué les diría? Si ellos no respondían a sus señales estaba claro que no verían con buenos ojos que se les acercara.
Una sensación de felicidad le embargo cuando no obstante, se descorrió la cortina y el hombre apareció buscándole con la mirada.
- Hola ¿Te apetece charlar un rato?
- Claro que sí.
- Pues entra y te sientas con nosotros.
Jaime lo siguió al interior y vio que la chica se había movido a otra zona más tranquila, buscando la intimidad respecto a las otras parejas, que de seguro ya habían intentado acercarse a ellos.
- Bueno yo soy Miguel y esta es Mar.
- Hola soy Jaime.
Él se sentó junto a ella y comenzaron una conversación de circunstancias. Miguel llevaba la voz cantante y ella hablaba poco. Pero le observaba con interés, aparentemente más allá de la charla intrascendente. Cuando pasado un rato Jaime considero que Miguel le daba el visto bueno, decidió dar un paso más y proponer a Mar que bailara un poco con él. Al hacerlo, apoyo su mano en su muslo y sintió como ella se estremecía. Mar no dijo nada, solo se levantó y se dejó llevar a la pista de baile.
UNA PAREJA DISTINTA.
Nada más ver a aquel chico en la barra, Mar empezó a experimentar cosas diferentes a lo que había sentido en las noches que anteriormente habían acudido a un club liberal. Ella y Miguel formaban una pareja estable, 15 años de matrimonio y dos hijos. Se habían conocido muy jóvenes y era el único novio que Mar había tenido. Cuando intimaron más, ella le conto a Jaime como había sido su iniciación a los tríos.
Tras los primeros diez años y una vida sexual activa y feliz, el deseo comenzó a decaer. La vida de Mar se reducía a su casa y al cuidado de los críos, sin ninguna otra actividad que le diera emoción a la relación. Bien es cierto que ella era más bien tímida y además tendía a encerrarse en sí misma, evitando los espacios desconocidos. No era dada a salir de su círculo de seguridad y no tenía amigas ni aficiones más allá de las tareas en el hogar. El buen empleo de Miguel le permitía no tener que buscar trabajo.
Los hijos rompieron esta rutina, pero pasada la “novedad” era cuestión de tiempo que la relación se enfriase. Miguel no era muy innovador en temas sexuales y pronto el tedio comenzó a extenderse de la rutina diaria a las relaciones íntimas.
Pero también había otro motivo. Miguel es un cornudo en potencia que no tardo en descubrir su condición y deseos más íntimos. Cuando las relaciones “normales” dejaron de ser todo lo placenteras que debieran, empezó a desarrollar el morbo de suponer a su chica en brazos de otro. De todas las fantasías sexuales, esta le ponía sobremanera, hasta el punto de obsesionarse con cumplirla. Pero Miguel es un tío listo y sabía que si se lo proponía directamente a su mujer, la cosa podía acabar muy mal. Tenía que ir poco a poco. Así que primero introdujo el morbo de fantasear con diversas situaciones, incluida la de la infidelidad.
Como eran solo fantasías y además añadían un aliciente al sexo, Mar se subió al carro. Descubrió que también era excitante para ella suponer que estaba con otros hombres, ya que solo había conocido al que era su marido. Y lo mejor es que no tenía que esconderse, Miguel le pedía que lo escenificara en voz alta mientras follaban.
Mar, que no era tampoco nada tonta, pronto se dio cuenta de por dónde iban los tiros. Observo que aunque fantaseaban e incluso representaban varios roles, Miguel solo se excitaba de verdad cuando hablaban de infidelidad femenina. Con el tiempo, este era el tema que acababa siempre predominando.
Así que tampoco se sorprendió cuando él le propuso dar un paso más e introducirse en el mundo liberal, “solo para ver y ponerse calientes”.
Se dejó convencer en parte porque se daba cuenta que su matrimonio peligraba. Si no resolvían bien el tema del sexo, todo lo demás podía caer. Veía a Miguel muy decidido y la posibilidad de volver a la situación anterior los dejaba en un callejón sin salida. Ella ni se imaginaba divorciada y teniendo que buscarse la vida.
Por otro lado, esta propuesta le abría una oportunidad de salir de una rutina que ya le pesaba demasiado. Se sorprendía a si misma fantaseando y descubriendo nuevas emociones que daban paso al placer de nuevo. Tarde o temprano, acabaría buscando estos sentimientos y placeres en otro hombre. Así que ¿Por qué no hacerlo con el consentimiento de Miguel y de paso manteniendo su matrimonio?
Su marido le dijo que irían despacio y solo a ver. Poquito a poco para estar seguros los dos.
Su periplo por varios locales liberales duro unas semanas, a razón de una visita semanal. Aquí quedo claro que al final lo que buscaban eran hombres y no contacto con otras parejas. Ambos lo convinieron así tras el primer día. Todo esto se lo conto Mar a Jaime cuando más adelante intimaron, así como que él había sido el tercer hombre con el que estuvieron.
El primero, guapo y atlético, fue un error. No pasaron de las caricias y los magreos. Era un gilipollas integral y lo acabaron largando antes de llegar a más.
Otro día eligieron mejor. Un hombre agradable y respetuoso. Con el consumaron el primer trio, aunque mar tampoco salió del todo satisfecha. El hombre solo tenía en mente el pensamiento de follarsela y aunque fue cortes, a la chica le resulto algo sórdido. Solo veía en ella un coño con patas. Miguel alcanzo su sueño y aunque no fue nada del otro mundo, vio abierta la puerta definitivamente para nuevas experiencias. A mar le costó correrse, aunque lo consiguió.
Pero no hubo complicidad, ni sentimientos, y todo se le antojo muy mecánico. Algo decepcionada, al menos aprovecho la experiencia para cuando estaba sola, masturbarse reconstruyéndola, con otras caras y otro desarrollo diferente. Se había follado a otro tío y eso la ponía. Solo tenía que cambiar los detalles de la realidad, que le estropeaban la experiencia tal y como ella la deseaba, por otros de su imaginación.
La buena noticia es que tampoco le había resultado desagradable. Iban prosperando, era el mensaje que Miguel le decía. Tarde o temprano, darían con el chico adecuado, había que seguir probando, no pasaba nada.
Y ahí estaba esa noche, cruzando su mirada con la de Jaime, en la barra de aquel pub.
BAILANDO EN LA OSCURIDAD.
Le gusto su forma de mirarla. Una mirada de deseo, pero también de sorpresa, como la de un niño que de repente encuentra un regalo escondido. Cuando se dirigieron a la sala, supo que sus ojos la seguían, posiblemente fijándose en el culazo que marcaba su minifalda.
Dentro del local, dedicaron la primera media hora a reconocer el terreno y preparar su estrategia. No había ninguna pareja que les cayera en gracia (tampoco era eso lo que buscaban) y tuvieron que marcar las distancias cortésmente. Un primer vistazo rápido a la sala de espera de los chicos, mientras entraban, no les había dado ningún posible candidato que les gustara. Dudaron si esperar un rato más a ver si llegaba alguien nuevo, o si trataban de ver más de cerca a los que ya había.
¿Y el chico de la barra? ¿Estaría también buscando un trio? Parecía tener confianza con el camarero. A lo mejor era algún empleado del local. A Mar le gustaba.
¿Y si salían a buscarlo?
En ese momento se asomó él. Lo suficiente para localizarlos con la mirada y sonreír dirigiéndose a ellos. Luego se volvió.
Miguel consulto a Mar y en un momento aquel chico ya estaba dentro con ellos.
Les pareció un hombre grande y muy musculado. Muy alto y con envergadura.
Se sentó junto a Mar y ella noto que la recorría un estremecimiento cuando un muslo ancho y duro como una piedra se pegó al suyo.
Siempre le habían gustado los chicos más grandes que ella. Mar era alta y corpulenta, muy jamona. Miguel había sido su único hombre y ella había disfrutado del sexo con él. Cuando se enamoró, no le importó que físicamente no respondiera a su ideal. Le bastaba con su relación sentimental y que fuera un chico bien parecido. Pero especialmente en los últimos años, ya dejaba suelta su imaginación y en ella siempre aparecían hombres más corpulentos, capaces de sostenerla en brazos y manejarla a su antojo.
Aquel muchacho respondía de sobra a lo que ella deseaba. Pronto se imaginó entre sus brazos, pasándole la mano por sus muslos, sus hombros, sosteniendo su peso mientras él se tumbaba sobre ella.
Cuando Mar se obligó a bajar a la tierra, ellos terminaban una charla de circunstancias, intrascendente, en la que ella apenas había participado. Con asombro observo que se sentía mojada y que el contacto físico con Jaime, le seguía provocando estremecimientos.
Cuando el pidió permiso para sacarla a bailar, solo tuvo que intercambiar una mirada con su marido para aceptar.
El cerró su manaza sobre la suya y tiro de ella hasta la pista. Cuando la apretó contra él, un espasmo circuló por toda su columna erizándole el vello. A pesar de su altura, Jaime le sacaba casi una cabeza. Todo era musculo duro contra el que se apretaban sus muslos, vientre y tetas.
Ella sintió como se mojaba aún más cuando el comenzó a besarle el cuello mientras bailaban. Su boca era húmeda y le dejaba rastros de saliva desde el hombro hasta la oreja.
Jaime apretó su cintura contra él y Mar sintió como algo todavía más duro creía contra su entrepierna. Pudo notar su erección perfectamente, empujando contra su pubis. La sangre batía sus sienes mientras un calor tremendo hizo que empezara a sudar. La calentura partía de su bajo vientre y se extendía hasta su pecho. Cuando el bajo sus manos y agarro sus nalgas, apretándola contra sí y haciendo que Mar notara perfectamente su verga dura, ella le pidió:
- Aquí no. No me gusta que todos nos miren.
En efecto, todas las parejas estaban pendientes de ellos.
Mar observo como Jaime le indicaba a Miguel el cuarto oscuro y el asentía.
La llevo una vez más casi en volandas, a esa sala cerrada con una cortina negra, donde la luz no entra y se presta a todo tipo de juegos en estos locales.
Una vez dentro del cuarto, Jaime recupero la posición anterior. Como si estuviesen bailando agarrados, la atrajo de nuevo hacia él. Mar ya no se resistió y trato de abarcar su cuello con su brazo sin conseguirlo. Toco sus hombros y brazos duros como la piedra. Jaime esta vez fue directo a lo que de verdad le interesaba. Mar se sorprendió cuando casi sin ningún preámbulo aquellas manos grandes abarcaron sus tetas y pellizcaron sus pezones, primero sobre la ropa pero después, metiendo la mano bajo la blusa y tocando carne por debajo del sujetador. Un tirón de este hacia arriba dejo libres los pechos de Mar, que se mecieron frente a los ojos de ese chico. Mar se estremeció de nuevo cuando vio como acercaba sus labios a los pezones y mientras apretaba con sus manazas, empezó a succionárselos, jugando con la lengua alrededor y mordisqueando con los dientes, lo justo para provocar placer y no daño. Ella pudo percibir el deseo de Jaime. Sabía el efecto que sus tetazas causaban en los hombres. Con ese tamaño y con su edad no podían estar erguidas, pero tenía unas grandes aureolas y dos pitones muy bien puestos que volvían locos a todos los que habían tenido hasta ese día la posibilidad de admirarlas fuera del sostén.
Cuando las manos llegaron a su culo y le levantaron la minifalda hasta la cintura, ella ya supo a donde se dirigían. Primero se entretuvieron agarrando y sobando su trasero, rotundo, poderoso. Recorriéndolo y tratando de abarcarlo, provocando nuevas descargas eléctricas en su columna vertebral. Luego se encaminaron a su entrepierna y Mar pudo intuir la sorpresa de Jaime, cuando apartando la braga con los dedos, su mano se topó con un coñito ya chorreante. Las bragas estaban totalmente mojadas pero cuando rozo su coño depilado y tras acariciar su clítoris trato de recorrer su rajita, se encontró con que los flujos de Mar, le empapaban los dedos.
Jaime paseó la mano por sus labios vaginales, mientras ella deseó que penetrara en su coño. Dos de esos dedos equivalían a la polla de su marido prácticamente. El chico sabía lo que hacía. Primero los restregó un poco hasta que ya estaban del todo pringosos. Luego paseo la yema de su índice y anular por la entrada de su vagina, ubicándola, buscando los bordes del agujero del placer. Luego introdujo uno y otro alternativamente, provocando contracciones de placer que llegaban hasta el útero de Mar. Cuando por fin le metió los dos dedos juntos, ella ahogo un grito mientras escondía la cara en su pecho. Tras un rato de mete y saca Jaime llevo sus dedos totalmente chorreantes a su vulva y busco el clítoris, que empezó a frotar. Mar se deshacía en gusto. Le estaba haciendo una paja en toda regla.
Mientras le llegaba el placer pensó en como seria la polla de aquel chico. ¿Estaría acorde con su tamaño? El calor le subía poco a poco por su vientre y pronto se iba a correr, pero pensó que tenía que ver aquella verga y si se corría, hacerlo aferrada a ella.
La palpo por encima del pantalón y eso basto para que mi amigo adivinara sus intenciones.
En un momento se había bajado todo hasta las rodillas y su polla erecta apuntaba al monte de venus de Mar.
Primero la cogió intentando abarcarla con la mano. El pene de Miguel casi le cabía en la palma, dejando fuera el glande. Pero esta polla le sobresalía más, era mucho más gruesa y su punta era como un ariete que le costaba mantener dentro de la palma.
Sintió el deseo de chuparla y se la acerco a la boca. Jugueteó restregándosela por los labios, hasta que saco la lengua y tímidamente le recorrió el glande con ella. Cuando decidió que ya estaba bien, no pudo contener el deseo de metérselo en la boca y cerrar los labios alrededor de su prepucio. Lo mantuvo dentro de su boca húmeda mientras seguía dándole lengüetazos, saboreándolo como si fuera un caramelo y valorando su tamaño. Tras un rato Jaime poso la mano en su nuca, empujándola suavemente hacia él. Mar comenzó a recorrer esa verga con la boca hasta que llegó un momento en que sintió que le golpeaba la campanilla y que se ahogaba.
Con toda su boca llena de polla, sintió una arcada y tuvo que desistir de metérsela entera. Con su marido conseguía llegar hasta los huevos, pero con aquel chico era imposible, por lo menos sin práctica y la primera vez.
Jaime malinterpreto el gesto pensando que sentía asco o algo parecido. La cogió por los hombros y levantándola la apretó contra él. Ella sintió sus tetas apelmazándose contra su duro pecho así como su verga y huevos apretando contra su vientre y monte de venus. El hombre acerco la punta contra su coñito y comenzó a restregarla. Mar cogió el falo y dirigió el glande contra su clítoris, comenzando a frotarlo. El gusto llego casi instantáneamente cuando sintió ese pedazo de capullo rozándose con su botón del placer. Sabía que si follaban tendría que usar condón, así que quiso jugar aun un poco más, sintiendo a pelo el pene de Jaime contra su vulva.
Mar se había quitado las bragas y no tuvo problema en abrirse de piernas. El empujo hacia ella y su polla recorrió toda la rajita de Mar, mezclando líquido preseminal con su flujo y poniéndose chorreando. La cogió por las caderas y a pesar de que en esa posición era difícil penetrarla inicio un simulacro de follada, restregando la verga por la raja mientras Mar aun la apretaba y dirigía con su mano. Pensó como debía ser tener ese miembro dentro de su coño y se puso aún más caliente.
En ese momento, se abrió la cortina y un fogonazo de luz invadió el cuartito oscuro. Recortado a contraluz adivino la figura de Miguel que los buscaba con la mirada. Trataba de enfocar y verlos, cosa que consiguió abriendo un poco más la cortina.
Mar se sintió descubierta, como si hubiese ido allí sola y su marido no supiese nada. Se dio cuenta que esta vez era diferente y estaba disfrutando tanto que se había olvidado de su esposo.
FOLLANDO A CONTRALUZ.
Jaime entrecerró los parpados cuando la luz le golpeó en la cara. A pesar de la interrupción su excitación no bajo en absoluto.
Como era de esperar, se trataba del marido de la chica. Trato de ponerse en su lugar, descorriendo la cortina y viendo entre sombras a su mujer revuelta con otro hombre. Una vez acostumbrada la vista vería como ella estaba semidesnuda, con sus grandes tetas bamboleándose, colgada del cuello de ese extraño que con sus grandes manos aprieta sus nalgas atrayéndola hacia él. Con una cadencia rítmica, como si se la estuviera follando. Al fijar aún más la vista, ve su miembro saliendo y entrando de entre sus piernas y piensa que se la está follando a pelo. De ahí su gesto de disgusto.
Pero cuando observa mejor, ve que solo están jugando y se tranquiliza. Jaime trata de recuperar la concentración. La chica realmente es especial para él. Toda la experiencia ha sido un carrusel de sensaciones, con su punto culminante cuando puso la mano entre sus piernas y sintió sus bragas húmedas. Más aun, cuando deslizo sus dedos entre los labios vaginales y vio que estaba completamente mojada. Hasta entonces había dudado si ella realmente estaba por montárselo con él, o simplemente era un juego.
Mar se soltó y se acercó a Miguel. Hablaron apenas unos segundo y luego ella se arrodillo frente a él y le bajo la cremallera del pantalón. Cuando su polla asomó, comenzó a chupársela hasta que Miguel le indico que ya estaba bien tiesa y mojada. Se quedó allí, guardando la puerta pendiente de que nadie viniera a molestar y con una mano en la cortina, abriendo lo justo para poder ver bien lo que pasaba, y la otra en su verga, listo para masturbarse.
Mar volvió junto a Jaime y se tumbó en el suelo, la falda subida hasta la cintura y sus pechos con los pezones tiesos. El acepto la invitación y se situó entre sus muslos, besando su vientre y bajando poco a poco con la intención de lamer su gran monte de venus y bajar con la lengua a su sexo. Pero cuando llego a su clítoris, ella ya no pudo más. Tiro de él y le puso rápidamente un condón.
Mar creyó desmayarse cuando sintió esa punta gorda en la entrada de su vagina, abriéndose paso hacia el interior y llenando todo el hueco, dilatando las paredes y rozándole los bordes de sus labios. Jaime iba poco a poco hasta que deslizándola sobre mojado, llego a metérsela entera. Mar movió sus caderas tratando de acomodar aquel trozo de carne dentro de su coño, mientras se retorcía de gusto. Le había entrado entera porque notaba sus huevos rozándole el culo. Jaime empezó entonces con una follada lenta, metiendo y sacando su verga del coño de Mar. No sabía si darle fuerte o ir despacio no sea que le causara alguna molestia. Pero ella se llevó la mano al coño y solo tocar con la punta de los dedos su clítoris, empezó a correrse mientras apretaba sus piernas contra el culo de Jaime. El espero casi dos minutos largos a que sus espasmos se detuvieran, reconociendo cada contracción que su vagina hacia contra su pene. Estaba realmente sensual, con los labios hinchados de mordérselos mientras se corría, la boca entreabierta y la melena desparramada por el suelo. Él no se atrevió a tomar la iniciativa, no quiso que ese momento se acabara. Así que fue Mar la que le empujo con la mano en el estómago, forzándolo a salir de ella.
- ¡Túmbate!
Le pidió. Luego ella se montó a horcajadas sobre él, dirigiendo su verga de nuevo al interior de su coñito. Jaime sintió un enorme calor cuando la penetro de nuevo, y sus muslos abundantes y fuertes sobre su cintura. Su coño de nuevo fue capaz de tragarse entera su verga y el sintió la humedad sobre su pubis.
Solo hizo falta un par de sentones para que su pene empezara a escupir semen dentro del condón. Mar sintió perfectamente la corrida y lamento que no pudiese todo aquel semen caliente llegar hasta el final de su agujero y empaparlo todo, sirviendo de lubricante para que esa polla siguiera follándola. Apretó hacia abajo hasta que Jaime echo el cabeza atrás, exhausto. Miguel observaba desde la puerta, con rápidas miradas al exterior, vigilante que nadie se acercara a interrumpir.
Luego, al comprobar que Jaime se había vaciado, se acercó a Mar y cogiéndola de la mano tiro hacia él. Observo como la polla del chico salía del coño de su mujer quedando morcillona.
Jaime no entendió lo que susurro al oído de su mujer, pero instantes después ella estaba a cuatro patas y Miguel follándosela por detrás. El agarraba sus caderas y le daba fuerte, provocándole ondas en los glúteos al golpear. No tardo en correrse dentro de Mar, que mantenía los ojos cerrados y se mordía otra vez los labios con expresión morbosa. Jaime quiso creer que soñando que era su polla la que de nuevo la embestía.
Sabiendo que su papel de momento había acabado, se vistió y se dirigió a la puerta para ocupar el sitio que Miguel había dejado vacante. Desde allí observo con la luz que dejo filtrar, a Mar limpiándose el semen con una toallita. Su monte de venus era abultado y de nuevo se excito viéndolo. Sus muslos que el sabia húmedos ahora y sus tetas mientras volvían al interior de la blusa fueron un recreo para la vista.
Ella apenas le miro cuando paso por su lado camino de la mesa. Jaime creyó sin embargo que esa era buena señal. Estaba turbada y eso es que algo había despertado en ella la experiencia.
Alrededor de unas copas, Jaime les dejo su teléfono, no sin antes intentar que la noche continuara en un hotel o en su apartamento. Ellos tenían prisa, habían dejado los críos con una canguro, pero quedaron en llamarlo. Los tres estaban algo inquietos. Mar se corrió como hacía años que no lo hacía, y se había quedado con ganas de más. Pero no lo iba a reconocer delante de Miguel. Ella siempre había ido a remolque de él en esto y le asustaba lo que había experimentado esa noche.
Miguel estaba preocupado y complacido a partes iguales. Por fin había conseguido culminar su sueño. Mar estaba entregada a otro completamente y además había disfrutado, lo que le habría para siempre las puertas de los tríos. Pero viendo como follaba a ese chico ya no se sentía tan seguro de sí mismo y de lo que había desatado en ella. Percibió una conexión que quizá iba más allá del sexo casual y no le gustó mucho.
Jaime también había percibido esa sensación. Ella le gustaba como hacía mucho que no le gustaba una chica. Y creía haber notado correspondencia de ella. La cosa se podía complicar y el que habitualmente huía de esos embrollos, se descubrió deseando que lo volvieran a llamar lo antes posible.
Pero ellos no habían querido facilitar ningún número ni tampoco fijar una cita.
Aceptaron su teléfono y dijeron que ya lo llamarían.
Ahora ya no dependía de él.
Continuara…