Una historia de Jaime
Historia de Jaime y Mar
UNA INFIDELIDAD DENTRO DE UN TRIO
Jaime me comento que espero nervioso unos días hasta que finalmente recibió la llamada esperada. Querían volver a verlo. Ellos querían intimidad y un sitio tranquilo y discreto donde verse. Finalmente quedaron en su apartamento. No era habitual que quedara con parejas allí, pero Jaime quiso facilitar al máximo el encuentro.
Él no me dio muchos detalles de los dos encuentros que siguieron, pero tampoco son imprescindibles para continuar nuestra historia. Baste decir que desde un punto de vista exclusivamente de placer sexual, todos disfrutaron. No obstante parece ser que se hizo evidente la buena conexión entre Jaime y Mar y Miguel debió sentirse algo desplazado. Una cosa es dar rienda suelta a tus fantasías y otra comprobar que una vez que las liberas, pueden seguir caminos distintos a lo que te esperas, especialmente si también hay involucradas otras personas. El ver que él no controlaba al 100 x 100 el encuentro y que su mujer había momentos en que se entregaba a ese chaval, de tal forma que llegaba a olvidarse de su presencia, debió mosquear a Miguel. Era un cornudo pero no un cornudo sumiso. Al menos en ese inicio de su rol.
Así que no hubo una tercera vez. Cuando Jaime llamo a Miguel, tras un par de semanas sin noticias, este muy diplomáticamente le dijo que buscaban experiencias diferentes y que preferían no repetir. Era solo sexo y no querían crear ninguna relación estable. Se quedaban con su teléfono y ya le llamarían quizá en otra ocasión más adelante.
Pero mi amigo no se rindió. Tras varios días de comerse el coco y darme a mí la paliza, decidió llamar directamente a Mar, ya que también tenía su número.
Al final consiguió que le contestara sus llamadas y aunque al principio le dio la misma versión que Miguel, finalmente consiguió que admitiera que era su marido el que no quería volver a quedar. Jaime no insistió.
- Si eso es lo que queréis…
Malhumorado se despidió de Mar. Luego vinieron unos días de cabreo.
- Que si paso de ellos, que si vaya par de idiotas, que si menos mal que ya hemos cortado…
Yo le comentaba:
- Si te has quedado tan a gusto ¿Por qué no paras de hablar del tema?
Finalmente unos días después me llamo y me dijo que tenía que contarme una cosa. Lo note un poco excitado. Algo había pasado.
- Cuando nos vimos me comento que se había vuelto a ver con Mar.
- ¿Cómo?
- Me llamo ayer y pregunto si estaba en casa. Le dije que si y ella me dijo que estaba al lado.
- ¿Y?
- Pues que vino a mi apartamento y … Bueno.
Cuando Jaime abrió la puerta y la vio sola, de pie y sin hablar, solo mirándolo y con la respiración un poco agitada, no dijo nada. Solo la cogió de la mano y la llevo hacia dentro.
Mar llevaba unos leggins ajustados de color negro y un jersey amplio. Mi amigo no tardo ni un instante en abrazarse a ella y meter las manos por debajo de sus mallas, buscando su culo. La chica busco su boca y sus lenguas empezaron a trabajar. No pasaron de la escalerita que subía al dormitorio de su loft. Allí llego Mar sin los leggins y sin bragas, con su sexo depilado totalmente y solo su jersey tapando los pechos que ya habían quedado libres del sujetador.
No llegaron a subir, el primer polvo fue sobre los mismos escalones. Jaime no pudo resistirse a ese culo subiendo a la altura de su cara, adivinando el coño entre los cachetes y percibiendo el aroma a flujo de una Mar ya totalmente mojada. Inclinándola hacia delante la atrajo hacia sí, sacándose el pollón y restregándolo contra su vulva. Ella se arrodilló y separo las piernas todo o que pudo, para facilitar que toda aquella barra de carne la invadiera hasta el fondo de su vagina.
Jaime se la ensalivo un poco, lo que unido a la humedad de ella posibilitó que fuera entrando poco a poco, entre gemidos de placer de Mar, que no puso ningún reparo a que se la metiera a pelo (ella usaba el DIU). Cuando el camino estuvo ya completamente abierto y lubricado, Jaime aumento la rapidez y el ritmo de follada, agarrando por la cintura a la chica y enterrando toda su verga hasta el final, una y otra vez.
La violencia de la follada excitaba aún más a Mar, de forma que unido a las ganas acumuladas no tardo en correrse, con un grito que erizo el vello a Jaime. El, no dejo de culearla hasta que ella sin recuperar aun el aliento, le hizo un gesto con la mano para que parara. La polla quedo fuera excepto su punta, que aún se mantenía dentro de la raja de Mar. Ella muy despacio se movió hacia atrás, metiéndosela y acomodándola en su coño. Con ella dentro de nuevo, termino de recuperarse percibiendo los últimos restos de placer.
Luego se invirtieron las tornas. Mar obligo a tirarse a Jaime al suelo del dormitorio, aun antes de llegar a la cama y se sentó sobre él, metiéndose de nuevo la verga. Se ve que aún le molestaba un poco el roce por la follada que le había metido mi amigo, pero eso no le impidió clavársela hasta los huevos y comenzar a moverse para que Jaime se corriera dentro de ella.
El me conto, que eyaculó como una manguera a presión, llenándole hasta el último recoveco de la vagina de semen mientras por debajo del jersey le apretaba las tetas a Mar. Ella se quedó con la polla dentro un buen rato, moviéndola para sentirla.
Luego se la saco muy despacio, dejando su coñito justo encima de la verga de Jaime y permitiendo que toda su leche fuera cayendo sobre ella. Cuando la última gota escurrió de su coño, se tumbó sobre él, empapándose ambos sexos y sus vientres con todos los jugos de ambos. Antes de llegar por fin a la cama tuvieron que ducharse para poder limpiarse la corrida.
En las tres horas que pudo estar allí Mar, antes de volver corriendo a su barrio a recoger a los críos del colegio, no pararon de follar. Ya en la cama y aun un poco mojada de la ducha, Jaime no se pudo resistir y tumbándola boca arriba, se recreó con la vista en sus muslos, su tremendo coño, sus caderas abundantes y sus pedazo de tetas. Toda abierta para él.
Sus manos y lengua empezaron a trabajarse ese cuerpo, desde sus pechos con sus grandes aureolas y pezones negros, bajando por su vientre, pasando por el abultado pubis, y llegando finalmente a su raja. La comida de coño que le hizo fue intensa y además la complementó introduciendo un par de dedos en su vagina, a modo de consolador, mientras succionaba su clítoris. Justo antes de llegar al orgasmo, Mar le pidió:
- Métemela otra vez. Por favor ¡¡¡¡
Jaime no se hizo de rogar y le abrió sus muslos para tenerla completamente a su merced. Ella sintió que los labios de su sexo añadían a la saliva del chico sus propios fluidos, debido a la excitación que le suponía sentir como esas manazas la cogían por las piernas y las separaban dejando su coño totalmente abierto y expuesto a la polla que ya apuntaba hacia él. Dentro de un instante la ensartaría y la follaría de nuevo. Podría sentir las arremetidas y ese pene llenando y dilatando todo su agujero.
Eso era lo que más le gustaba a mi amigo y lo hacía que le gustaran las chicas grandes como Mar. Muy a menudo las chicas con las que estaba se quejaban del tamaño de su polla y de su corpulencia. Se sentían agobiadas por su peso. Especialmente si eran pequeñas y/o delgadas, solía dejar que ellas tomaran la iniciativa buscando posturas cómodas, que les permitieran enfundarse su verga sin dolor. A veces a pesar incluso de la lubricación, iban muy despacio pensando que se harían daño. Muy pocas le permitían follar fuerte y volcarse sobre ellas como lo hacía Mar. Su coño se la tragaba hasta el final y cuanta más rienda suelta daba a sus instintos y ganas, más cachonda se ponía ella.
Como ahora que sobre su cuerpo, se la follaba en la postura del misionero golpeando sus huevos contra su culo, mientras su vástago se introducía a golpe de pelvis hasta lo más profundo. Ella no solo se abría para el sin importar que tuviese el coño ya completamente rojo del roce, sino que se abrazaba a Jaime y cerraba sus muslos en torno suyo para atraerlo y sentirlo aún más. Sin importarle que descargara su peso sobre ella, aplastándole las tetas con su pecho.
Cuando sintió que se iba a correr, cerró un poco las piernas para sentir mejor el roce de esa polla, llegando incluso a ponerlas casi rectas debajo de Jaime. Así aprisionaba y sentía al máximo su miembro dentro de ella. El nuevo orgasmo fue salvaje, arañando la espalda de él mientras Jaime seguía follándosela, con babas cayéndole de los labios y gritando sin poder contenerse.
El chico no tardo en seguirla. Ella mantuvo su pene aprisionado por los muslos y los músculos vaginales y el no tardo en lanzar de nuevo un chorro ardiente de semen en su interior.
Giraron extendidos uno junto al otro y sin sacarla, ella se situó sobre Jaime. Mientras su pene aun goteaba semen dentro de su coño, él la abrazo y le comió la boca mientras acariciaba sus caderas y su culo, a la vez que sentía de nuevo sus tetas aplastarse contra su pecho.
En esta posición dejaron pasar el tiempo hasta que Mar fue consciente de la hora que era. Una nueva ducha mientras Jaime le preparaba un refresco y rápidamente a ponerse la ropa.
Trago con avidez la limonada para saciar su sed mientras se dirigía a la puerta. Aun el, todavía volvió a magrearla metiendo las manos por entre sus mayas y las bragas, tratando de prolongar un rato el contacto con su piel antes de que lo abandonara.
La legua en la boca y después besos en el cuello la retuvieron aun un poco más. Cuando sus dedos llegaron de nuevo a su vulva, ella suspiró y se rindió una vez más. Por debajo de los leggins, apartando la braguita, Jaime inicio una masturbación que Mar acepto como regalo de despedida. El dedo del chico era poco menos grueso y largo que la polla de su marido, y cuando recorrió su rajita entrando y saliendo, deteniéndose de vez en cuando en su clítoris y masajeándolo, Mar volvió a sentir que le llegaba de nuevo el placer. En el momento culminante apretó con su mano la de Jaime para que mantuviera el contacto con su clítoris mientras se corría otra vez.
Sus muslos apretaban también la mano para no dejarla escapar. Cuando el hombre la retiro, estaba empapada y pegajosa.
Al retomar el aliento, Mar le dijo
- Tengo que irme ya, no puedo quedarme ni un minuto más.
- Lo entiendo , respondió el.
- Pero llámame, tengo que verte otra vez.
- Claro que sí, respondió Mar.
Y ajustándose los legguins sobre sus braguitas, en las que ya se veía una más que considerable mancha de humedad, Mar termino de recomponerse y salir disparada.
Bueno, después de lo último que os conté, la situación se mantuvo durante unos dos o tres meses. Mar se escapaba al menos una vez a la semana y se veía con Jaime en su apartamento. Los encuentros eran una repetición del que ya os he contado. Sexo apresurado, desbocado y fuerte. Mi amigo esperaba con impaciencia que llegara el día y caso extraño en él, se reservaba, evitando estar con otras chicas. Luego siempre me contaba algún detalle de cada encuentro, lo que más le había gustado ese día.
Como el día que llego y solo traspasar la puerta le empujo contra la pared y arrodillándose le bajo los pantalones. Él no sabía porque de repente hizo eso sin ni siquiera saludar, pero supuso que por algún motivo ya venía con la idea pensada y deseaba cumplir esa fantasía. Dejo su polla al descubierto y agarrándola con las manos se introdujo la punta en la boca. Combino una chupada del glande, succionando como si le fuera la vida en ello con una masturbación en toda regla a dos manos. Pronto mi amigo tuvo todo el miembro ensalivado y sujeto por su boca, mientras las manos resbalaban desde sus testículos hasta su glande. Cuando ya no pudo más, aviso a Mar que se iba, pero ella entonces le agarro de los huevos y empujando hacia dentro, trato de introducirse la verga todo lo que pudo.
Los lechazos no se hicieron esperar y a Mar le fue imposible mantener todo el semen dentro. Con cada intento de continuar chupando el esperma le rebosaba por los labios y barbilla, cayéndole goterones sobre su pecho y tetas.
Después de ese inicio Jaime se quedó con las piernas temblonas y aunque volvió a empalmarse, solo consiguió volver a correrse al final, ya casi cuando ella se marchaba.
Otro día me comento que habían probado el sexo anal. Como suele suceder en muchos casos, Mar no era muy partidaria de hacerlo, aunque su marido ya le había estrenado su culito y en contadas ocasiones le permitía follarla por ahí, pero en esta nueva relación, le consentía a su amante cosas que habitualmente negaba a su pareja.
Jaime solo consiguió meterle la punta y poco más, pero suficiente para correrse dentro y llenarle el ano de su espesa leche. A partir de entonces, se convirtió en algo habitual que el buscara su culito en algunas ocasiones para terminar ahí.
Bueno, como he dicho, la cosa funcionó bien durante varias semanas hasta que se complicó. No me extenderé en detalles pero Jaime estaba empezando a encapricharse demasiado. El mismo se asustó viendo peligrar su estilo de vida y con una posible divorciada con hijos entrando por su puerta. Por otro lado Mar también se inquietó, viendo cómo se iba poniendo en evidencia cada vez más ante su marido. El sospechaba que algo pasaba pero no acertaba a adivinar por donde iban los tiros. Pero ella a pesar de estar encoñada completamente con mi colega, ni se le pasaba por la cabeza poner en riesgo la estabilidad familiar y personal que Miguel le proporcionaba.
Finalmente, y tras un par de discusiones, acabaron los encuentros.
Jaime recupero su vida habitual y aunque no se olvidó de Mar (las chicas que realmente te han gustado nunca desaparecen de tu mente), no volvió a tener contacto con ella.
Hasta pasado un año aproximadamente…