Una historia de Jaime 3 (UNA SORPRESA INESPERADA).

Historia de Jaime y Mar

UNA SORPRESA INESPERADA.

- Hola Jaime ¿Qué tal estás?

- Perdona pero ¿Quién eres?

- Soy Miguel ¿No te acuerdas?

- ¿Miguel? Perdona pero es que por teléfono no reconozco bien tu voz.

- Soy el marido de Mar.

- ¡Hombre ¡! Ahora sí! Que sorpresa. ¿Qué tal esta Mar?

- Pues mira muy bien. Veras te cuento…Tenemos una propuesta que hacerte y nos gustaría que aceptaras una invitación.

- Pues tú dirás…

Esa noche, mi amigo me puso al día.

- Una orgia, quieren hacer una orgia con tres chicos solo para ella.

- ¿Cómo? Joder sí que les ha dado fuerte, en estos meses se ve que no han perdido el tiempo.

- Miguel dice que es un regalo de aniversario para Mar.

- Y tu ¿Qué le has dicho?

- No sé, aun no lo veo claro. La voy a llamar, quiero hablar con ella. No me fio de Miguel.

Efectivamente a la mañana siguiente, llamó a la chica y cuando oyó su voz, viejas sensaciones volvieron a recorrer su piel.

En una larga y amistosa conversación, Mar le aclaro algunos aspectos. Habían continuado en el mundo liberal probando nuevas experiencias. Ella era ya no era la chica cortada e insegura que comenzaba en ese mundo. Pisaba segura y la relación con su pareja se había estabilizado y organizado en torno a esas nuevas prácticas. Ella realmente las disfrutaba ahora, podían y sabían seleccionar lo que les gustaba y cada uno ocupaba su lugar y conseguía su placer.

Estaba tan segura que no le importaba probar cosas más fuertes, que su marido le sugería. Lo siguiente sería un gang bang. Miguel quería verla con varios hombres a la vez.

Ella puso condiciones:

-          No serían más de tres.

-          Seria gente conocida y probada, no quería sorpresas ni malos rollos.

-          Ella decidiría quienes eran.

Aquí entraba el, como uno de los candidatos. Miguel ya se sentía también o suficientemente seguro de su mujer por la evolución que había visto en ella para no vetarlo, aunque al principio no le hizo mucha gracia. Pero ella lo convenció dado que no había muchos más candidatos que dieran para Mar el perfil adecuado. Le pidió que fuera el mismo quien los llamara.

Jaime manifestó sus dudas. No por el hecho de participar en un Gang Bang, eso no le suponía problema alguno, sino porque no sabía cómo reaccionaría al ver a Mar de nuevo y en esa situación. El tono de ella era calmado y seguro, por lo que supuso que tenía las cosas claras y posiblemente había evolucionado a una mujer más pragmática, en busca del placer y dejando de lado sentimientos. Solo cuando lo vio dudar se permitió una cierta cercanía:

- Jaime, te aseguro que es solo sexo. Con el consentimiento de Miguel y sin ninguna otra implicación. Me gustaría mucho que estés, sin ti no va a ser igual. Eres el primero en el que pensé. Si no te encuentras a gusto nadie te obliga a quedarte.

- Qué diablos. Pensó mi amigo. ¿Quién dijo miedo?  No tengo nada que perder.

Y además, la curiosidad lo mataba. ¿Cómo estaría ella? ¿Cómo se desenvolvería en esa situación? ¿Quedaría algún resto de pasión hacia él?

- Bueno vale. Me apunto.

- Gracias cariño. Miguel te llama y queda contigo.

- Ok.

Así pues, la cita resulto ser en casa de uno de sus nuevos amantes, un chalet en las afueras de Madrid.

ORGIA EN TRES ACTOS.

ACTO PRIMERO: SEXO SOBRE LA ALFOMBRA.

Los chicos llegaron antes que la pareja. Jaime quedo gratamente sorprendido por sus compañeros de experiencia. Mar había sabido elegir bien. Varios tipos para una sola chica podían suponer una fuente de conflictos y roces. Cualquier mal gesto y/o intención de dominar el encuentro sobre los demás podía acabar en catástrofe. El respeto y dejar que fuera la chica la que decidiera en cada instante era fundamental, así como el buen rollo.

El dueño de la casa (Goyo) era un tío maduro, casi en la cincuentena aunque de muy buen ver. Acomodado económicamente y bastante educado. Supo ejercer su condición de anfitrión muy bien, creando un buen ambiente y además no falto ni un detalle:

Calefacción, comida, abundante vino y cava, y sobre todo un ambiente acogedor y cálido.

Disfrutaba teniendo huéspedes y conociendo gente nueva.

El otro chaval (Mario) era más jovencito. No llegaría a los treinta. Se dejaba llevar y ya estaba contento solo con participar. Más bien calladito y a lo suyo pero incapaz de un mal gesto ni de crear problemas. Jaime pensó que eso facilitaría entenderse y coordinarse para complacer a Mar.

La espera gracias a las buenas artes de Goyo y a un par de copas de vino fue agradable y sirvió para romper el hielo entre ellos.

Tanto que cuando llegaron Miguel y Mar, lo primero que esta dijo fue

- ¡Qué bien estáis¡ Si parecéis colegas de toda la vida.

Ellos se sumaron a las copas y al almuerzo y el hielo quedo roto definitivamente, conforme el alcohol fue haciendo efecto. Se hicieron varias propuestas de juegos sexuales para romper el hielo, pero tras varias copas y no pocas risas, todo se desarrolló muy rápidamente.

En el suelo del salón, frente a una chimenea, Goyo tenía una gran alfombra rodeada de un tresillo y dos butacones. Era ancha y mullida. Miguel tomo asiento en uno de ellos y se dispuso a observar como su mujer era desnudada a seis manos sin más preámbulo. La ropa volaba en todas direcciones y en un momento, estaba ya rodeada de tres hombres que le metían mano por donde podían, estorbándose unos a otros.

Mar no había cambiado físicamente nada. Apenas un pequeño tatuaje encima del pubis. Pero otra cosa era su actitud.

En ella poco o nada encontró de la chica que insegura y un poco asustada había entrado en aquel pub una noche, hacía ya un año. Con gestos controlados y disfrutando desde el primer momento, Mar se dejaba hacer a la vez que dirigía la acción hacia lo que ella deseaba.

- Ahora quitaos la ropa vosotros. Tres es mucho trabajo para mí.

Goyo y Mario acabaron antes y se enredaron con Mar, en un entramado de caricias y tocamientos. Jaime se sentó en el otro butacón mientras se quitaba los pantalones y el slip, observando a esa chica grandona y jamona que tanto había deseado volver a ver. Cuando se quedó en pelotas, aun siguió observando sin acercarse a ellos.

Mar estaba a cuatro patas mientras que desde uno de sus costados, Mario le sobaba las tetazas que colgaban hacia la alfombra. Ella a su vez, le hacía una paja que hacia crecer cada vez más su polla. No llegaba al tamaño ni el grosor de la de Jaime, pero este tuvo que reconocer que estaba muy bien armado.

Por otro lado, Goyo se situó detrás de Mar, masajeando sus nalgas y recorriendo con sus dedos la raja de su gran culo, hasta perderse en su entrepierna. Por el gesto de ella, Jaime adivino que había llegado a su coño y sus dedos comenzaban a actuar.

Mar ya venía caliente, imaginando seguramente lo que la esperaba, así que empezó a poner carita de vicio mientras la magreaban. Cuando se fijó en la polla ya medio tiesa de Jaime, caída de lado sobre uno de sus potentes muslos, sus ojos se abrieron de par en par, reconociendo la verga que tantos buenos momentos le había dado.

Gateó hacia Jaime, obligando a los otros dos hombres a seguirla. Cuando llego frente a su miembro, sin ni tan siquiera mirar a mi amigo a la cara, sacando la lengua comenzó a lamer con la punta su glande, paseándola luego por toda la extensión de su falo.

Cuando considero que él ya estaba suficientemente cachondo, se la introdujo hasta la mitad y empezó a chupar. Jaime veía que movía las caderas restregándose la polla de Goyo  por el culo y seguramente por su coñito.

Pasado un rato y ya muy caliente, Mar volvió a tomar la iniciativa.

Goyo había pensado en todo, colocando a mano condones, toallas y geles lubricantes.

Estos últimos, comenzaron a fluir hacia la entrepierna de Mar, que a pesar de estar ya mojada de forma natural, no rechazo la ayuda consciente de que tres o cuatro pollas (si contaba a Miguel), necesitarían mucha lubricación para no dejarla toda rozada y escocida.

Se puso de pie e invito a los chicos a averiguar cómo estaba de húmeda. Pronto la emparedaron entre los tres, restregándoles sus pollas por su cuerpo, mientras seis manos se dedicaban a palpar todos los rincones de su anatomía. Jaime se encontraba la vulva ocupada ya por unos dedos y se dirigía a una de las tetas aun libres. Su otra mano acaricio el culo y encontró también que Goyo ya había introducido uno de sus dedos en él.

Pronto la cosa degenero en una masturbación en toda regla. Los dedos entraban  y salían a la vez del coño y ano de Mar, convenientemente lubricados, arrancándole gemidos de placer solo alterados por breves grititos que daba cuando las manazas de Jaime le pellizcaban los pezones.

La siguiente escena que recuerda mi amigo, es cuando ella decidió que quería su primer orgasmo. La distribución fue Jaime tendido en el suelo con Mar sentada sobre él, toda abierta e introduciéndose su polla enfundada en el condón hasta el fondo y Mario ofreciéndole su verga para que la chupara, mientras que Goyo iniciaba un intento de doble penetración enchufándosela por detrás.

Con su coño bien relleno de polla y el miembro de Mario en sus labios, la chica se concentró en tratar de que Goyo pudiera penetrarla. Se abrió los cachetes con las manos, mientras que cesaba todo otro movimiento, facilitando que la verga de Goyo entrara poco a poco en su ano.

Jaime noto como el pene de Goyo pugnaba por ocupar el recto de su amiga, resbalando gracias al lubricante. Cuando por fin lo consiguió, Mar comenzó una cabalgada salvaje sobre la polla de Jaime, aumentando frenéticamente el ritmo. El hombre que la enculaba solo podía agarrarse a sus caderas, evitando que su pene se saliese del agujero, ya que era muy difícil acompasar su ritmo al de ella. Mar también echaba el culo hacia atrás buscando sentir de esta forma las dos pollas dentro. Cuando le vino el placer tuvo que dejar de chupar y el falo de Mario resbalo de sus labios hacia fuera. Ella soltó su pene y se agarró a sus caderas solo para poder mantener el equilibrio mientras se corría larga y profundamente, sin necesidad de tocarse.

Más adelante intentare colgar un video (no de ellos claro, sino de la web) que para mí, ilustra bien la escena que Jaime me conto. Ahora seguiré diciéndoos, que el siguiente en vaciarse fue mi amigo, con Mar en esa misma postura, seguido de Goyo, que una vez se retiró Jaime, pudo encular a placer a Mar, hasta que también él, lleno su condón de leche caliente y fresca.

Con el coño hinchado aun de la follada que se había metido con Jaime, Mar no se olvidó de Mario.

Un poco más de lubricante y el chico la abrió de piernas sobre la alfombra, follándola en la postura del misionero. No dio tiempo a que nuestra amiga llegara a ponerse otra vez a punto de orgasmo, ya que el chico se corrió casi inmediatamente, quedando ella despatarrada y el encima.

Jaime observo a Miguel y vio como él también se había corrido haciéndose una paja. No sabía en qué momento había sido, si cuando la follada a tres, la cabalgada, el sexo anal o el remate del más joven de los chicos. Solo veía la picha de Miguel con restos de semen. Poco después, Mar se acercó a él, demostrándole su devoción chupándole la verga y haciéndole una limpieza completa con la boca.

Realmente Mar había evolucionado mucho en estos meses. Jaime se preguntó que habrían hecho para que ella alcanzara ese nivel de implicación y control y cuál sería su límite tras un Gang Bang.

El primer acto había terminado y de momento todos estaban satisfechos. Goyo que era un maestro anfitrión y no dejaba de sorprenderlos, propuso servirse una copa para apagar la sed y relajarse en el jacuzzi que tenía en el patio trasero, para dar tiempo a Mar a recuperarse.

Todos aceptaron encantados la propuesta y se dirigieron hacia el patio de atrás, donde estaba el spa particular de Goyo, forrado de madera y con capacidad para los cinco. Una mini piscinita con agua climatizada. Un capricho de chico bien situado, que Goyo había convenientemente rodeado de unos toldos para gozar de toda la intimidad posible, además de la tapia que rodeaba la casa.