Una historia de hipnotismo pero a mi estilo 2

Siguen las andanzas maquiavelicas de nuestro aprendiz

Tras  el episodio vivido con Lola,  Los siguientes días fueron una sucesión de polvos, cada vez más intensos.

Su mujer se sentía culpable, pero a la vez cada vez más lanzada y sexual. Antonio se sentía en la gloria.

Al dia siguiente lola ya se había desecho de todo el pelo que, a juicio de Antonio, obstaculizaba la perfecta visión de ese coñito. Aunque de eso no se enteró hasta esa noche, cuando en un arrebato de lujuria, Lola lo asaltó en la cama,  y mientras se quitaba el picardías que se había comprado para la ocasión, le llevaba las manos a su coñito húmedo y ahora suavecito.

Antonio se hizo el sorprendido, pero aprovechó para comerle el coño ya suave como nunca antes había podido hacer.

Fue el inicio de un periodo de sexo matrimonial salvaje, días de jadeos y ejercicios intensos.

Se complació en la visión de su mujer cabalgando sobre él a la menor ocasión, siempre desnuda, sus tetas balanceándose orgullosas.  U ofreciéndose a cuatro patas en cualquier sitio.  Todo era mucho más placentero cuando la iniciativa salía de ella  que cuando la obligaba a entrar en trance y obedecer todos sus impulsos, pues en esas ocasiones todo era muy mecánico.

Al cabo de unas semanas, ya se había pasado la fiebre inicial, aunque todavía era muy placentero.  Antonio estaba silbando distraídamente una cancioncilla mientras subía las escaleras, y casi sin querer tropezó con su vecinita y su novio, acaramelados en el descansillo, los pobres estaban achuchándose y rápidamente se compusieron al paso de Antonio, ella tan arrebolada como una remolacha, y el pollo pera de su novio, con cara estúpida pero algo orgullosa.  Antonio había visto de refilón como el pezón derecho de ella botaba tras la sorpresa, desamparado de golpe al retirar su novio la mano que lo acariciaba. Apresuradamente protegido por el amplio escote de su camisa, que ella rápidamente cerró.

A Antonio esa imagen empezó a obsesionarle. La verdad es que su vecinita no era especialmente guapa, pero esa lozanía y esas curvas tenían un aliciente especial para él. Saberla tan próxima le ponía un montón. Su polla había crecido como hacía tiempo.

En cuanto llegó a casa,  se aproximó a la cocina.  Su mujer estaba lavando los platos de espaldas a él.  Por la ventana se podía ver de refilón la habitación de la vecina que acababa de llegar y empezaba a cambiarse la ropa, el reflejo del armario en una increíble carambola le mostraba sin tapujos el cuerpo de la chica.  Su mujer se acercó a saludarle, y el rápidamente se dio cuenta que en unos segundos ella también podría ver el espectáculo..  Sin darla tiempo a reaccionar, dijo las palabras gatillo que la ponían en trance. Ella se quedó quieta, rígida.

El se volvió para seguir viendo a la vecina, sus tetas acababan de ser expuestas a sus ojos. Y, lo mejor… empezaba a bajarse los pantalones. Antonio se dio cuenta que debía estar bastante cachonda tras el magreo.  Tras el pantalón bajaron  las bragas, y ella empezó a jugar primero con su mano y después con un objeto alargado que había en la mesa. Coño, era un bote de desodorante.  Antonio miraba fascinado como ella lo subía arriba y abajo sobre su coñito.   Era un coñito de labios prominentes, que enseguida se humedeció..

Antonio, sin tiempo casi para tonterías, de un movimiento le levantó la falda a su mujer, bajó sus bragas y quiso penetrarla directamente.  Ella estaba muy seca, evidentemente, a diferencia de su vecinita, y la cosa no era fácil, por lo que dejando a su mujer en la posición en la que estaba, como una estatua, se acercó a la encimera, buscando, hasta que,  improvisando con un poco de aceite, se frotó vigorosamente su henchida polla. Ahora sí, entro de golpe mientras seguía espiando a la vecina.

Sus movimientos bruscos y el balanceo apresurado del bote de desodorante, observados en el espejo, contrastaban con la rigidez de Lola,  pero hoy no parecía tener importancia. Quería sentirla sumisa, de alguna manera no soportaba la idea de que ella le hubiera engañado aunque hubiera sido un falso engaño. Quería sentir que ahora era simplemente un coño anónimo, que le ayudaría a correrse mientras imaginaba que era el de su vecina.

La vecina mientras tanto se frotaba arriba y abajo , pero solo se metía la puntita. Y nada más que esta… si estuviera Antonio allí, ya le abría endilgado todo el tubo en su interior…   no parecía una actitud muy natural, Antonio de repente tuvo una corazonada.. SU VECINA ERA VIRGEN,  eso era. Sin duda. De ahí esos movimientos de quiero y no puedo. igual estaba equivocado, pero esa posibilidad era la que le atraia especialmente

Ese coñito virginal debía ser suyo.  Su polla bramaba endurecida entre las esponjosas paredes de Lola, pero Antonio quería más de este polvo, para compensar la visión de la vecina. Quería sentirse apretado, desvirgador,  conquistador.  Y el coño que se estaba follando,, aunque mullido y cálido, no aguantaba la fantasía de una buena desfloración.

Ordenó a Lola que se agachara más y  tras unos ligeros y lentos  pollazos , sacó la aceitada y ahora algo encharcada polla de su coño y la coloco en la entrada de su culito.

Ella, aun en trance, retrocedió un poco, pero el tras algunas palabras para profundizar su estado.   Imposible penetrarla de esa manera, aunque se tuvo que retener, ya que realmente no quería hacer un  daño irreparable a su mujer. Por lo que rápidamente volvió a su cálido coño y continuó con el mullido vaivén.

Dando una vista a su alrededor vio a su derecha el cajón de las hortalizas  Como un relámpago una maléfica sonrisa cruzo su cara. Escogiendo una zanahoria de diámetro algo menor a su herramienta. Aceitándola, en un momento ya la tenía a la entrada de su culo, y aprovechando que su polla estaba casi fuera, le metió sin compasión la hortaliza, todo esto mientras que cada vez que volvía la vista a la ventana,  veía a su vecina con el bote, frotándolo rápidamente sobre su rajita.

El bramido de pasión de lola se escucho por toda la sala. Pronto entraba y salía de ella por los dos agujeros. Su polla, frenética, estaba dura como el mármol. En poco tiempo tiró hacia afuera de la zanahoria y la lanzó al fregadero en un elegante movimiento.  Al segundo siguiente, mientras seguía espiando el coño de su vecina,  e imaginando  que iba a desvirgar a la vecina, su glande embocaba el culito de lola, que sin darse cuenta empezó a aceptar al nuevo inquilino.

Para Antonio era como estar en la gloria.  Iba notando como su polla iba entrando, apretada fuertemente por las paredes musculosas de lola,  era una sensación muy cálida e intensa.  En un momento ya estaba toda ella metida, cerraba los ojos y se imaginaba que estaba desvirgando a la vecina.

Los gemidos de la chica, en la ventana de al lado, inevitables ante la corrida que se estaba proporcionando hicieron que todo se precipitara.

Se aceleró el orgasmo de Antonio. Potente, profundo, pulsátil,  abundante.

Los últimos espasmos coincidieron con el cierre de la ventana de la vecina,  Antonio había visto en un segundo la cara arrebolada de esta cuando lo hacía,  ¡Tenía que ser suya.!

Salió de Lola mientras un hilillo de semen, se obstinaba en mantener el contacto entre su polla y el culito. Se vistió despacio, subió las braguitas a Lola , la despertó del trance y la preguntó tranquilamente que había para comer  hoy…