Una historia de dominación VII
Sigue la historía, un amo y dos sumisas, el amo disfruta, en todos los aspectos ...
Mirta repitio la operación en el otro pezón. Hecho esto se giro hacia mi. Yo no dejaba de mirar hacia Eva, esperaba un grito, un gesto de dolor más intenso del que había visto. En lugar de eso vi una mirada de sorpresa, casi de agradecimiento hacia Mirta. Me fije en las pinzas, les había puesto fundas de plástico en las mandíbulas. Me acorde de ellas, no eran de esas pinzas, pero servían. Intenté que mi cara no denotase la sorpresa que me había dado. Mirta se volvió hacia mi, se puso delante de Eva, abrió las piernas y los brazos en jarra.
-- Amo, le gusta lo que ve?.
-- Te refieres a lo que tengo delante o al espectáculo?.
-- A todo, al espectáculo y a lo que tiene delante.
-- Bueno, lo que tengo delante es ... muy sugerente y el espectáculo esta lleno de sorpresas.
-- As oido perra, a nuestro, perdón, a mi amo le gusta el espectáculo. Sigamos pues deleitándolo.
Lentamente se fue hacia el sofá, se inclino, doblando el cuerpo, con lo que su culo quedo elevado, enseñando todo lo que podía enseñar, sus pechos colgando, culo y coño a la vista. En esa postura giro la cabeza y me miro, su boca sonriente me lanzo un beso mientras me guiñaba un ojo. No entendía lo que iva a hacer, no lo sabía, no le quería preguntar, tenía libertad de decisión. Abrió el sofá cama, se sentó y se volvió a mirar a Eva, ella tampoco había perdido detalle de lo que había hecho.
-- Sabes perrita estoy caliente, muy caliente. No se si pedirte que me comas el coñito, lo harías perrita?.
Mientras hablaba Mirta abrio las piernas y se metía los dedos en el coño, los paseaba por los labios y los volvió a meter. Se levanto y, sin sacarlos, se acerco a Eva. Cuando llego junto a ella se saco los dedos del coño y se los metio a Eva en la boca.
-- Limpiamelos bien perrita, asi, no dejes nada.
Mientras hablaba movía los dedos dentro de la boca de Eva. Sin previo aviso metio la otra mano entre las piernas de Eva y metió los dedos en su coño, para sorpresa de ella y mía. Los movió de dentro a fuera y por los labios y se giro hacia mi.
-- Esta caliente amo, se ha excitado. Estas difrutando perrita?, que es lo que más te ha gustado?. No me lo quieres decir?, no importa. Vaya no recuerdo que tenía pensado hacer, descubrir que te has excitado me despistado. A si, ya recuerdo.
Diciendo esto se volvió hacia miy estiró su mano hacia mi. Cogiendo su mano me incorporé. Al ponerme de pie Mirta tiró de mi hacia el sofá. Cuando llegamos a él se volvió hacia mi, se acercó y comenzó a besarme en los labios. Mientras sus manos recorrían mi pecho. Sus besos eran suaves, poco más que un leve roce. Sus manos comenzaron a soltar los botones de mi camisa, para hacerla caer. Yo no me moví, no conteste a sus besos. Sus labios comenzaron a descender por mi cuerpo. Por el cuello. Por el pecho. Arrodillada delante mía comenzo a soltar el pantalón, el botón, la cremallera y el cinto. Miró a Eva. Después a mí, con una sonrisa y mordiendose los labios, me bajo pantalón y calzoncillos. Me ayudó a sacar los pies para despues empezar a jugar con mi polla. Empezaba a estar dura y entre sus manos y su boca se acabo de poner en condiciones. Me miró mientras sus manos se movían de arriba a abajo por mi ensalibada polla.
-- Le gusta amo?.
-- Si, me gusta.
-- Me alegra oirselo. Por favor, sientes en la cama amo.
Le hice caso. No sabía exactamente qué pensaba hacer, pero sabía por donde iba a ir y no me desagradaba. Me senté en la cama ante su atenta mirada, en nigún momento soltó la polla, parecía que fuese un preciado tesoro. Cuando me senté ella me empujó ligeramente, para acostarme en el sofá. En ese momento ella se subió encima mía, su mano sujetando mi polla y separándola de su sexo, se inclinó hacia delante, levantando su culo. Por el espacio que se abrió pude ver a Eva, tendría una perfecta visión de lo que iba a pasar. Mirta se inclinó hacia mí y puso sus labios a la altura de mis oídos.
-- Le ha gustado de verdad o lo dice para cumplir?.
-- Me está gustando, has aprendido bien. Me gustó lo de las pinzas, no lo esperabamos. Lo de la comida no me gustó, las órdenes deben ser lógicas, realizables, eres capaz de comer huesos?. Pues eso. Dime, qué tienes pensado hacer ahora?.
-- Primero follármelo bien follado y después, ya veremos. Amo, puedo hacerle una pregunta?.
Su cara había pasado de una sonrisa pícara a ponerse seria.
-- Dime.
-- Ha tomado ya una decisión?.
-- Todavía no. Temes que te aparte de mí?.
-- Sí, eso temo. Ella tiene experiencia y fue su primera sumisa, eso marca.
-- Sí, pero se fue, eso resta peso. Tú has aparecido después, pero eres obediente, siempre tendras un lugar a mi lado. Ahora, continuamos?.
-- Sí, me alegra saber que siempre tendre un lugar a su lado, sólo espero que no sea en el recuerdo.
Diciendo esto comenzó a bajar el culo, a clavarse la polla en el coño. Un coño húmedo, acogedor. Cuando se había metido la mitad se detuvo, se incorporó y miró a Eva, se volvió a mirarme.
-- Casi me olvido. No se mueva.
Se levantó y se fue hacia uno de los muebles, abrió un cajón que dejó ver su interior. Eran consoladores de distinto tamaño, incluyendo uno dotado de arnes. Sacó un conjunto formado por dos consoladores, uno más grueso que el otro, que estaban colocados en una especie de braga ajustable. Miró a Eva.
-- Te gusta. La braga es para que no se caiga. Mira es doble, una para el coño y otro para el culo, quieres probarlo?.
No hay problema. Diciendo esto se acerco a Eva y le colocó los dos consoladores, le ajustó la braga y se apartó de ella.
-- Te queda perfecto. Bueno, retomemos el asunto donde lo dejamos. Amo, se le ha caído.
Diciendo esto señaló a mi polla, que había perdido algo de vigor.
-- No se preocupe, tiene arreglo.
Se acercoó al sofá, abrió las piernas, puso sus manos en mi polla y se inclinó para metérsela en la boca. Mientras hacía esto me enseñó el mando a distancia de los consoladores, presionó uno de los botones, pude ver la sorpresa reflejada en la cara de Eva. Levantó la cabeza y miro a Eva.
-- Te gusta lo que ves perrita?, ves bien como me la meto en la boca?. Te ocurre algo perrita?, te veo nerviosa, como alterada. No dices nada?, bueno serán cosas mías, será que me preocupo demasiado.
Continuó con la mamada, sus labios subían y bajaban, se la sacaba por completo y pasaba la lengua por el capullo y se la volvía a meter. Después de unos minutos me miró, miró a Eva y se subió encima mia.
-- Estoy tan caliente que quemo. Y tú perrita, cómo estas?.
Eva tenía los ojos entrecerrados, el consolador y lo que veía la debían tener al borde del orgasmo. Mirta se sentó encima mía, más concretamente encima de mi polla, apoyó las manos en mi pecho y se la fue metiendo lentamente, centímetro a centímetro. Notaba como iba entrando en aquella lubricada cueva, me gustaba lo que estaba haciendo. Se la clavó bien a fondo, lo más a fondo posible y erguida me miró, me lanzó un beso y despues miró a Eva. Pulsó otro de los botones con lo que aumentó la velocidad del uno de los consoladores. La miré sorprendido. Ella se inclinó sobre mí y acercó su cabeza a la mía.
-- Quiero que se corra, pero sin pedir permiso, quiero poder castigarla justificadamente.
-- No me parece mal esa idea, otra cosa es que lo logres.
-- No lo dude amo, se correrá.
La miré excéptico, pero no dije nada. Ella comenzó a alzar el cuerpo lentamente, la polla comenzó a salir lentamente, centímetro a centímetro. Creí que la iba a sacar del todo, pero cuando estaba a punto de salir el capullo se detuvo. Estuvo parada unos segudos y comenzó un lento descenso, otra vez centímetro a centímetro. Cuando llegó al final se detuvo, me miró, apoyó sus manos en mi pecho y lentamente comenzó a subir el culo, dio inició a un lento mete y saca.
-- Amo, cómo me gusta sentirlo dentro. Uuuum, me encanta sentir como entra y sale de mi coñito.
Llevé mis manos a sus muslos, lentamente comencé a subirlas hacia su culo. Ella se agachó, sin abandonar el movimiento y puso sus labios en mi oído.
-- Amo, esas manos quietas, déjeme llevar la iniciativa.
La miré entre extrañado y devertido. Le hice caso a medias, dejé mis manos en sus muslos, a media distancia ente sus rodillas y su culo. Ella continuó igual, sus manos en mi pecho, un movimiento de sube y baja acompañado de comentarios muy ardientes. Me di cuenta de lo que buscaba, entre los consoladores, el espectáculo delante de sus ojos y los comentarios Eva tenía que estar al límite, al borde del orgasmo. La miré. No me equivocaba, su cara dejaba ver el esfuerzo por evitar el orgasmo, un orgasmo cada vez más cercano.
-- Amo me gusta su polla, amo cómame los pechos.
Se inclinó sobre mí, poniendo sus pechos al alcance de mi boca. No me lo hice repetir. Llevé mis labios a sus pechos y comencé a chuparlos, mordisquearlos y meter todo el pecho que podía en la boca, aspirando, apretando con los labios.
-- Sí amo, así, cómalos, muérdalos, así, hágalo como más le guste.
En eso oímos un apagado grito a nuestra espalda. Miramos hacia el origen y pudimos ver a una Eva que se retorcía, lo poco que podía, víctima de un orgasmo. Nos paramos y esperamos a que se recuperara. Cuando lo hizo levantó la vista y miró a Mirta. Su cara estaba roja, se había dado cuenta de la jugada, por otro lado inevitable.
-- Perrita, te has corrido sin pedirme permiso?. Eso no se puede permitir, tendré que azotarte.
Se quedo callada me miró y comenzó un frenético mete y saca.
-- No tengo que pedir permisoooooo...
Su cuerpo cayó encima del mio sacudido por un intenso orgasmo. Al calmarse acerco su boca a mi oido.
-- Soy dominante, no tengo que pedir permiso.
-- No, hoy no tienes que pedir permiso.
-- Ve como se corrió?. Ahora le toca a usted, necesito que se corra.
-- Y eso?.
-- Cosas mías.
Diciendo esto comenzo una intensa cabalgada, un intenso mete y saca, besos en mi cuello y pecho, caricias por las todas partes a las que llegaban sus manos. No tardé mucho en correrme, en vaciarme en su interior.
-- Así, amo démelo todo, lo quiero, lo necesito. Siii.
Cuando terminé ella se levantó, me sonrio y paró los consoladores. Con una mano en el sexo se fue hacia Eva. Cogió el mando de la estructura y lo hizo bajar. Bajo poco a poco, Eva se echó hacia atras para dejar que la barra pasara por delante de ella, los dos la mirábamos. Ella solo sonreía