Una historia de amor vi
Espero que sigaís disfrutando
CAPITULO VI
Poco a poco los malos momentos que había vivido Paula se tornaban en alegrías, y eso le reconfortaba. A su vez, todo lo sucedido le hizo madurar de manera inesperada, era mucho más mujer, más centrada, estaba terminando la carrera y ya había ido a algún juicio de practicas. Se fue centrado en los estudios y en nuestro hijo, y progresivamente iba dejando de ser esa niña caprichosa a convertirse en una mujer interesante, inteligente, de buenas formas, con un gran saber estar, se podían mantener conversaciones muy interesantes con ella.
Yo, por mi parte, seguía con centrado en la carrera y en mi relación con Sara, que más que novia era amiga y cuya paciencia jamás comprenderé.
Cada uno continuabamos con nuestra vida, Paula y yo mantiamos una amistad cada vez más fuerte y notaba, aunque creía que eran imaginaciones, un sentimiento que iba a más por parte de Paula hacia mi. Quizás era agradecimiento no lo sé pero sus ojos brillaban cuando me miraba, le gustaba acariciarme y estar a mi lado.
Una noche de verano, después de cenar, salí a pasear por el jardín con una copa de whisky y hielo en la mano, cuando al levantar la mirada vi sentada en el borde de la piscina a Paula con los pies sumergidos en el agua.
Sin pensarlo más de dos veces me acerqué a ella y la imité en el gesto de remojarse los pies.
Estuvimos hablando largo y tendido sobre todos los temas, pero al final nos centramos en los sentimientos, en lo que ella sintió, en lo que sentía, por lo que yo había pasado. Y cuando me quise dar cuenta empezamos a besarnos, al principio era solo un juego de los labios pero pronto empezamos a mezclar nuestras lenguas. Me tumbé sobre el cesped y Paula se puso sobre mi seguiamos besandonos, Paula se quitó la camiseta-vestido, típicas del verano, yo noté como mi pene se iba despertando, cada vez estaba más duro y notaba como si me fuera a explotar el pantalón. Tumbé a Paula boca arriba y me quite el polo y los vaqueros, mientras seguaimos deborandonos a besos. Paula me ordenó que me pusiera de pie ella se puso de rodillas frente a mi, me bajó los calzoncillos y empezo a besar y a acariciar mi polla con su lengua, luego la iba metiendo poco a poco en su boca. De pronto paró me cogio de la mano y nos metimos en la piscina. Me sente en los escalones y ella se puso sobre mi, cogio con su mano mi polla y se la metió dentro. Nos fundimos haciendo el amor sin pensar en nada más que en nostros, me corrí dentro suya y ella llegó al orgasmo al mismo tiempo que yo.
Después de aquello nos quedamos mirandonos, yo no sabía que decir, me sentía mal porque la había cagado con Sara, y Paula lo notó al verme así y mientras no cesaba en dedicarme sus mimos me dijo “Hugo, deja a Sara”.
Esas palabras me desmoronaron, por una parte quería volver con Paula pero por otro lado Sara no se merecía que yo la hiciera eso para nada.
Después de darle mil vueltas al tema, quedé con Sara, nos sentamos cara a cara y le dije verás Sara yo el otro día no sé que me paso...Me cortó y me dijo “vale no sigas, te liaste con Paula, sabría que pasaría, no te preocupes, se feliz”. Y se levantó y se marchó.
No sabía como reaccionar, no sabía si pedirle perdón o darle las gracias por como me había tratado, pero no hice nada y me quede sentado en la silla mirando la mesa.
He de reconocer que me hacia mucha ilusión el hecho de que Paula quisiera volver conmigo, pero a la vez me daba miedo pasarlo igual de mal que la primera vez.
Quedaban tres semanas para el cumpleaños de Paula, hacia 22 años, yq uería sorprenderle y más después de aquel momento de pasión desenfrenada que me regaló.
Aquellos días después de haber dejado a Sara, Paula estaba más pendiente de mi y alguna noche que otra dormimos juntos he hicimos el amor. En el fondo me encantaba poder volver a gozar de Paula, de volver a tenerla para mi, de ver como se estremecia de placer gracias a mi.
Y ella parecía otra persona, era atenta conmigo, delicada, dulce, amable, graciosa, todo con lo que yo soñaba ella lo tenía.
Pense en pedirle que volvieramos el día de su cumpleaños, darle una sopresa agradable y romantica, algo que le gustara, que le hiciera sentirse especial, diferente y, sobre todo, algo que le hiciera feliz.
Y estuve pensando en aquella sorpresa todos los segundos hasta que llegara el día 7 de Julio para que volviera a ser de nueva mi chica.
Llegó aquel día tan esperado por mi, ya lo tenía todo preparado, desde la puerta de su habitación fui dejándole puesto pétalos de rosa hasta una mesa que preparé en el jardín, mientras tres violinistas tocaban preciosas canciones de amor. Yo la estaba esperando con una botella de champan en la mano y un ramo de flores en la otra. Todo esa parafernalia a Paula le encantó, y tras pasar una velada increíble me preguntó el motivo de aquel despliegue. Primero aludí a su cumpleaños pero continué y le dije que mi verdadera intención era pedirle volver conmigo.
Al decirle aquello, Paula sonrió y me besó, se apartó de mi y me dijo “me encanta que me propongas esto pero dame un tiempo, y te contesto”.
Esas palabras se pondían ver de muchas formas, como alentadoras o como decepcionantes y así las veía yo según el humor que tuviera.
Los días fueron pasando y Paula no me decía nada a cerca de mi propuesta. Yo tampoco le comenté nada sobre ello y lo fuimos dejando pasar.
Pero un día me desperté y todo cambió, mi dedicación por Paula cambió a un carpe diem de sexo y fiesta incontrolable.
Todas las noches salía de fiesta con los amigos, y casi siempre terminaba borracho y con un chica diferente en mi cama.
Sólo me importaba el ir sumando mujeres a mi listín telefónico y si podían ir de dos en dos o de tres en tres mejor aún.
Rara era la noche que no conocía a una chica diferente, y mantenía relaciones sexuales con ella, me convertí en un don Juan, alentado por mis amigos que me usaban como reclamo para que vinieran más chicas.
A su vez, mi relación con Paula se congeló, la verdad es que le sentó bastante mal mi nueva actitud hacia la vida. Estaba celosa y se le notaba, le molestaba que saliera de fiesta, pero no por el hecho de que disfrutara con mis amigos sino porque de todas las chicas que pasaban por mi cama ninguna era ella.
Una tarde quedamos para ir al cine, ya sentados en nuestras butacas y viendo la película, mis manos se fueron hacia las piernas de Paula, ella no hizo por quitarmelas, y cada vez iba tocandola por más sitios, empecé a besarla hasta que llegamos a un punto de calentón incontrolable, fuimos al baño a bajarnos el subidón sexual.
Mi vida se combinaba en noches de puro sexo y vicio con una chica tras otra y de noches más bonitas aunque también lujuriosas con mi bella Paula.
A Paula no le gustaba aquella situación y me pidio que dejara de ir de flor en flor, pero yo le quitaba el cabreo con zalamería y de nuevo volvía a caer en mis redes.
Por otro lado, Laura también se convirtió en lo que se llama vulgarmente como follamiga, y al menos una vez a la semana quedabamos para enrrollarnos.
Estaba en plena borrachera sexual y lo único que me preocupaba era acostarme con el máximo de tias posibles.
Los hombres me admiraban por convertirme en un referente a la hora de ligar y las mujeres iban detras mia y recorrían las sábanas de mi cama, Laura se devivía por mis besos y Paula caía rendida con cualquier palabra bonita que le dedicaba.