Una historia de amor iv

Espero que os siga gustando la historia :)

CAPITULO IV

Como decía ese segundo año de relación todo se tornó mas gris si cabe, ya no encontraba la fórmula para contentar a Paula. Ya no me valía estar más fuerte, más guapo; ni solucionarle los problemas, ni las sorpresas románticas. Todo se iba apagando lentamente.

Yo le pregunte que qué le sucedía  y que deberiamos cambiar algo para mejorar nuestra relación. Aquello a ella parece que le reactivó, parecía que no queria dejarme. Ahora con el tiempo pienso que sería, simplemente, por comodidad. Supongo que le hacia más fácil la vida teniéndome al lado.

El amor en esa relación sólo lo sentía yo, y verdaderamente lo estaba pasando mal, me frustraba verla así y por muchos métodos que usaba no conseguía devolverle la ilusión.

Ese verano, decidimos irnos al Las Vegas.

Llegamos allí el grupo de amigos de toda la vida, entre ellos Paula y Laura. Mi relación con Laura se había tornado del odio por la infidelidad a una bonita amistad, además era, también, la mejor amiga de Paula.

Una noche, tras salir de fiesta, ir a los casinos, gastarnos todo el dinero cash... Paula y Laura desaparecieron, no las encontrabamos por ningún lugar, ni respondían a las llamadas. A la mañana siguiente me llamaron de un hospital diciéndome que estaban ingresadas porque habían sufrido una accidente de tráfico. Al parecer alquilaron un coche cada una para hacer una especie de duelo motorizado a ver quién corria más.

Llegue al hospital tan pronto como pude, estaba muy asustado porque fuera algo grave, pero gracias a Dios, no lo fue. Paula tenía leves contusiones y una resaca histórica y Laura tan sólo unos rasguños y compartía con Paula la resaca.

A parte de fiestas, accidentes y demás apuestas, esa semana lo mio con Paula parece que iba llenándose de luz y color, nos vino bien airearnos.

Regresamos de nuevo a Madrid, y la vida seguía igual. Aunque para mi sorpresa, después de una tarde en el cine, Paula me dijo que la gustaría casarse conmigo el próximo año y tener hijos. Esa proposición me dejó patidifuso, pero al mismo tiempo me colmó de felicidad porque notaba que me quería y que tenía un plan de futuro junto a mi. Ella notó rápidamente que aquella propuesta me hizo una gran ilusión, cosa que acrecentaba más su ego. Me tenía en el bote y lo sabía.

Los siguientes meses todo iba mejorando, incluso, me atrevería a decir que la veía feliz.

Una noche fuimos a una discoteca muy famosa de Madrid, nos sentamos en el reservado, sólo ella y yo, cuando derrepente me dijo “¿Ves a ese chico que acaba de pasar?, pues llevo un mes con él”.

Me quedé helado, de piedra, no sabía ni reaccionar. Cuando pude me levante me fui donde estaban mis amigos y sin decir nada me bebí de un sólo trago cada cubata que había sobre la mesa. Pedí a un amigo que me pasara cocaina y me fui al baño para esnifarla. El efecto de los siete cubatas más tres rayas de coca fue explosivo. Cuando más crecido me sentí me dirigí donde estaba Paula con el chico con el que me era infiel y sin pensarlo dos veces le solté un puñetazo a él. Tanta sería mi fuerza más la rabia acumulada que le rompí la nariz de un sólo golpe. Y después, mientras él estaba tendido en el suelo, mire a los ojos a Paula y sólo pude decirle “eres la peor persona que jamás he conocido”.

Esa noche la termine ingresado en el hospital por coma étilico. Pero pronto me recuperé.

Los días siguientes mi existencia en el mundo era sólo física porque mi cabeza no sé ni donde la tenía, es que me resultaba tan difícil de creer. Y para colmo a Paula la veía todos los días en la facultad.

Estaba verdaderamente roto, destrozado, no cesaba de llorar. Pero al mes de estar así un día me desperte y me dije “Hugo tienes que vivir la vida al límite y sin sentimientos”. Esa frase sólo se quedo en un ideal, aunque poco a poco iba dejando de llorar.

Todo eso fue gracias a Sara, que al igual que Paula y Laura era una amiga de toda la vida, ella era la novia de mi mejor amigo pero también era una de las chicas que más tiempo llevaba detrás mia.

Sara lo dejó con mi amigo y a él la verdad es que le importó poco.

Un día, mientras me estaba ayudando a hacer un trabajo, me besó, yo la correspondi, y terminamos en la cama.

Así terminaron todas las tardes durante ese mes. Luego me propuso que empezaramos una relación. Yo me mostré bastante reacio, sobre todo, porque no quería hacerla daño, yo seguía enamorado de Paula. Se lo expliqué y ella me dijo que asumía los riesgos y que sabía que no iba a ser fácil pero que me iba a ayudar a olvidarla.

Yo pensé que quizas era bueno centrarme en otra chica, que me ayudaría a quitarme, aunque fuera durante algunos segundos, a Paula de la cabeza.

Con Sara estaba muy agusto, era muy comprensiva, entendía mis llantos, mis lamentos, no estaba celosa y me trataba estupendamente. Me replicaba a mi mismo el por qué no haberme enamorado de Sara antes. Además consiguió quitarme la obsesión por el deporte y me hizo entender que el deporte hay que hacerlo para la salud no para crear una imagen bonita de ti.

Poco a poco me fui estabilizando emocionalmente, auqnue sin dejar de amar a Paula.

Una tarde sonó mi movil, no conocía el número pero decidí contestar. Era Raúl, el chico por el que me dejó Paula, me dijo que estaba embarazada, que él no se pensaba hacer responsable, que los padres de Paula la habían echado de su casa y que él la dejaba. Me quedé igual de helado que cuando Paula me dijo esas famosas palabras en la discoteca pero esta vez si reaccioné le pregunte dónde estaba Paula y sin pensarlo dos veces fui a buscarla.

Entre en la habitación del hotel donde estaba, al verme se le puso la cara como si estuviera viendo a un fantasma. La vi fatal, no parecía ni ella, estaba demacrada, con los ojos hinchados de llorar, apenas tenía voz y ni mucho menos fuerzas.

Me senté junto a ella, le tendí mi mano y le dije “Paula tu hijo va a tener un padre y tu no te vas a quedar sola así que coje tus cosas y vente conmigo”, aquellas palabras le sorprendieron hasta llevarala a terminos oníricos.

Le ayudé a recogerlo todo y la lleve conmigo a casa de mis padres. Se lo expliqué todo a mis padres y no dudaron ni un momento en prestarle su ayuda y en ofrecerle quedarse en casa como una más.

Mi madre se desvivió por ella, la quería casi como a una hija y a pesar del daño que me había hecho con la ruptura la dió todo el cariño que una mujer necesita en aquella situación.

Yo fui a hablar con los padres de Paula, al parecer su madre si quería ayudarla pero su padre veía como una ofensa para el orgullo de su familia que su hija estuviera embarazada sin estar casada y la repudió.

Sara al enterarse de la situación me pidió que fuera lo más dulce posible con Paula y que la decisión de hacerme cargo de ese niño como si fuera mio era lo mejor que jamás había hecho.

Hablé con Paula y con mis padres y llegamos al acuerdo que para que la gente no criticara aún más eso a ojos de ellos el padre biológico era yo.

La verdad sólo la sabiamos Paula, Sara, mis padres, los padres de Paula y yo. Para el resto del mundo, incluso para mis abuelos, ese niño era mi hijo.

He de reconocer que me hacía ilusión eso de ser padre, y así me comportaba con Paula. Ella estaba fatal, se sentía avergonzada y también muy arrepentida conmigo. Me pidió perdón por haberme dejado de esa manera de todas las formas posibles, y en todas ellas le perdoné, también me deseó la mejor de las suerte con Sara y me agredeció infinitamente el comprometerme a ser el padre de su hijo.

Todo aquello me descolocó, a veces me paraba a pensar y lo veía todo como un sueño de lo irreal que me parecía, pero a la vez, me sentía muy orgulloso de mi por la madurez con la que estaba tratando a Paula después de todo.