Una historia de amor ii
Os dejo el segundo capítulo de mi historia, espero que os guste!
CAPÍTULO II
Tras ese cruce de palabras intuí en Paula cierto cariño hacia mi, me hizo sentir pletórico.
Pasaron los días y me arrepentí de aquel beso porque la notaba tremendamente distante, apenas me daba los buenos días.
Comenzó el curso y todo seguía igual. Durante aquel año pude contar con más de una docena de novias pero entre ellas seguía sin estar Paula, y para colmo ese año ni siquiera ibamos a la misma clase, en cierto modo perdimos el contacto.
Pasaron así los 14 y los 15, sin pena ni gloria, fueron los años que menos relación tenía con Paula, y para colmo esos veranos no viaje con ella. La daba por perdida completamente, además ya la veía tontear con un chico que resultó más tarde ser su novio. Ese hecho me desmoralizó por completo, la chica con la que había crecido y había sido amiga mia se volvió una extraña con la que apenas me saludaba.
Llego 4º de la E.S.O y todo dió un vuelco, el novio de Paula ya no lo era, y ella iba conmigo de nuevo a clase. Poco a poco fuimos retomando la amistad, y con ello se reanimó con más fuerza que nunca la llama de mi amor. Pero pasaron los meses y mi objetivo era totalmente improbable. Junto a eso se sumó la presencia de Laura, era amiga mia desde siempre, pero a partir de ese curso la deje de mirar con ojos de amigo para mirarle con ojos de amante. Era espectacular, el paradigma de la belleza española, morena, alta, unos precisosos ojos verdes, una figura de vértigo y sobre todo, una atracción correspondida. Yo cada vez que se me presentaba alguna oprtunidad le “tiraba la caña” y ella respondía dando más juego.
Fin de curos y tradicional viaje fuera de España con toda la clase, el destino, Miami. Fiesta y descontrol a gran escala.
Una noche, y tras un largo día de continuo tonteo con Laura, me invitó a su habitación y con ella a una noche de lujuria y pasión. Tras aquello, propuse a Laura la opción de ser mi chica. Ella aceptó sin dudarlo, yo sabía que la volvía loca. Fueron unos meses muy muy dulces que terminarían con la llegada de Septiembre. Ese nuevo curso mis padres decidieron mandarme a EEUU para perfeccionar mi inglés y así realizar el 1º de bachiller en la americas.
Fue un curso más que memorable, me acosté con toda la que se puso en gana y para colmó aprobe todo.
Regresé a España y volví con Laura. Aunque he de sincerarme, jamás ningún día pasó sin que Paula formara gran parte de mis pensamientos.
La segunda parte sí fue buena, incluso puedo decir que comenzé a sentir algo muy fuerte por Laura.
Nos compenetrabamos muy bien, compartiamos el mismo sentido del humor, era mi compañera de fiestas, y ese buen rollo era la base de nuestra relación.
A pesar de ello, los celos que Laura sentía eran deseperantes. Lo cual, por otro lado, era bastante lógico porque mi relación con Paula cada día era más estrecha y el agrado que yo sentía al estar a su lado era más que evidente. Saliamos juntos, ibamos al cine, de fiesta, de excursión...y yo iba notando que en Paula se iba despertando un pequeño sentimiento de atracción. Se lo notaba en los ojos, en las palabras, en la forma de darme dos besos, y yo, evidenetemente, me dejaba querer.
La primavera y verano de ese año el noviazgo con Laura cada vez se tambaleaba más, un día estaamos junto y otro no, ella se iba con unos y con otros, y yo hacía lo propio.
Llegó Septiembre y con él la universidad, yo me quede en Madrid estudiando derecho con ADE, Laura se marchó a Italia a hacer ciencias políticas y Paula se quedo conmigo haciendo derecho, es coincidencia hizo que nuestra relación aún se estrechara más.
Aquel mes de Octubre decidí visitar a Laura en Italia, lo hice sin avisar, para sorprenderla y mejorar nuestra relación, para demostrarle que tenía interés en ella.
Cojí el avión y puse rumbo a Roma. Tan pronto como llegué, y después de dejar mi maleta en el hotel, fuí a su universidad. Baje del taxi y mi primera imagen de ella fue la razón por la cual nuestra relación acabó para no volver a retomarse. Ella se estaba besando apasionadamente con un atractivo italiano. Me acerqué y sólo pude articular palabra para decirle “ya veo que estas bien” y me di la media vuelta para dirigirme al hotel y después regresar a Madrid.
Los días siguientes me levantaba con la sensación de que todo había sido un sueño y que Laura y yo seguiamos estando juntos, pero no era así. Lo estaba pasando mal, estaba decaido, deprimido, sin ganas de nada.
En aquellos días la única que estuvo a mi lado apoyándome no era otra que Paula. Me venía a buscar para ir clase, saliamos de compras, al cine, a tomar algo, y poco a poco pensaba menos en lo de Laura.
La noche de mi cumpleaños estaba con toda mi familia, amigos, los padres de Paula y también ella.
Cuando todo el mundo se marchó me fui a la cama y para mi sorpresa Paula estaba en ella. Al principio me sorprendí, pero luego me hizo mucha ilusión, para que vamos a mentir.
Me dijo que sentía algo muy fuerte por mi y quequería estar a mi lado. Yo le respondí que llevaba enamorado de ella desde que mi corazón latió por primera vez. Esa respuesta le gustó tanto que se emocionó y me dio un beso increíble. Al principio sólo era un roce con los labios pero pronto comenzé a antreabrir la boca y con mi lengua acariciaba sus dulces labios, ella comenzó a hacer lo mismo conmigo y pronto nuestras lenguas empezaron a jugetear, le acerque lo máximo que pude contra mi cuerpo y a ella le encantó. Empezó a quitarme la camisa y a besarme el cuello, mientras yo le iba desnudando suavemente hasta que nos quedamos en ropa interior. Entonces pude acariciar sus pequeños pechos tan deseados por mi, estabamos embriagados de pasión, amor y lujuria. De pronto Paula se despegó de mi y me dijo “Hugo no puedo hacerlo, no puedo acostarme contigo, tengo unas creencias y quiero respetarlas”. Le dije que la comprendía y que durmiera conmigo. Pasamos la noche entre besos y caricias, entre miradas y palabras, entre te quieros y te amo.
Transcurrieron los días y nuestra relación marchaba viento en popa. La veía feliz y aquello me hacía sentir bien, inmenso, pletórico. Al cabo de un mes, unos días antes de reyes Paula me dijo que iba siendo hora de contárselo a nuestros padres, que por otro lado estarían encantados con la noticia porque siempre nos tiraban pequeñas indirectas batizinadoras con la idea de que terminariamos juntos.
Ese día me encontraba muy nervioso porque iba a pasar de ser el hijo de sus mejores amigos a ser el novio de su princesita. Casi no me salían las palabras, y finalmente fue Paula quien se lanzó a decirselo. La verdad es que tan pronto como lo dijo mis nervios se me fueron, sobre todo, gracias a la reacción que tuvieron. Mi suegro me dio dos besos y me dijo que estaba muy contento porque sabía que su niña no iba a estar co nadie mejor que conmigo. A mi madre sele saltaban las lágrimas porque Paula desde siempre había sido la niña de sus ojos y me advirtió con un claro “ya puedes cuidarla”.
La noche de reyes estaba en casa metido en la cama cuando sonó mi móvil, era Paula. Me dijo que fuera a su casa a dormir con ella porque sus padres estaban fuera y ella sólo estaba con sus hermanas y las chicas del servicio. Como pude intente salir de casa evitando hacer el mínimo ruido y a la vez darme la máxima prisa para acudir a ver a mi diosa. Salí de casa de puntillas y en pijama, así cruzé por mitad de la calle serrano, adornada con unos precioso decorados luminosos. Llegué a casa de Paula y me dijo “Hugo quiero darte tu regalo de reyes”, yo me quede sorprendido no sabía a que se refería. Me llevó a su habitación, más propia de las princesas disney que de una chica de 18 años, comenzamos a besarnos, tocarnos y cuando la dije Paula vamos a para aquí porque si seguimos más no voy a poder parar, me sorprendio con un “es que no tienes que parar porque tu regalo soy yo”. En un primer momento me negé porque quería respetar su decisión de mantener la virginidad hasta el matrimonio, pero luego me deje llevar.
La besaba por todo el cuerpo, quería que estuviera relajada, que disfrutara el momento, baje por su cuello, sus pechos, su perfecto abdomen y me paré en su coño. Empezé a besarlo a acariciarlo con mi lengua mientras ella se estremecía del placer. Cuando estuve completamente seguro de que estaba excitada me quité los calzoncillos y fuí a coger el preservativo. Ella se sorprendió, nunca había visto un pene en su vida. Además no es por fardar pero el mio es de los grandes por eso tenía miedo de que le doliera. Fui muy poco a poco lentamente le fui introduciendo mi pene, jamás dio muestras de sentir dolor y así llegamos los dos juntos al orgasmo, el mejor de todos los que había vivido hasta la fecha.