Una historia compartida

Una mujer casada, interesada por la sumisión, acaba haciendo el viaje de su vida.

Una historia compartida:

Al principio escribía relatos eróticos basados en mis experiencias, porque me gustaba.

Resultado, vamos a enuméralos por categorías:

-       Hombres: muy interesados en saber si todo era cierto. Probablemente para saber si tenían alguna posibilidad de futuro.

-       Mujeres: muchos mails en un intento vano de ponerse cachondas. Ojo!!! Si eres sumisa, vívelo. Porque puede ser una experiencia maravillosa, pero no te empeñes en ser lo que no eres.

-       Dudosos de todo tiempo, forma y manera: nada que comentar. Mis compañeros relatores habrán tenido miles de experiencias como estas.

Así las cosas, perdí el gusto por describir mis experiencias.

Pero hace poco, tuve una revelación.

La cosa empieza, como un enigma. Alguien me lee. Desde el otro lado del planeta!!!!

Y comenzamos a hablar.

Se trata de una mujer de una sola pieza. Guapa, interesante, inteligente y…dispuesta.

Quiere ser mía. Y cuando digo mía es que desea ser poseída.

Todo parece que va a quedar en cuatro mails, y de repente, 14.000 kilómetros se traducen en unas cuantas horas de avión y la tengo aquí. Entre mis manos.

Quedamos cerca de mi oficina, para mas señas en un Starbucks. La busco , no la encuentro y al final estaba en la mesa más recóndita y apartada. Cuando la veo, todo mi semblante de dominador se aparta. Sólo quiero abrazarla.

Sí, es verdad, dos segundos después estoy pensando en follármela, metérsela por el culo e incluso cederla para humillarla hasta un límite que no conozca.

Pero, ¿qué queréis que os diga? En ese momento sólo quería abrazarla.

Así que, cuando la logré distinguir, a pesar de sus esfuerzos por esconderse, la levanté del asiento y la abracé. Sentía sus pechos contra mi. Sentía su cuerpo temblando (y no es de extrañar, ¡!14.000 kilómetros para conocer a alguien que sólo quiere usarte!!), incluso podía sentir el calor que emanaba de su entrepierna. Había venido para entregarse, aunque ella no quisiera reconocerlo en ese momento.

Poco después me confesó: “todas las dudas se me pasaron cuando me pusiste de rodillas y me metiste la polla en la boca”

Quizá esto acabe en amor. No es que yo vaya a dejar de ser el cabrón que soy, no es que me deje llevar por una experiencia, es que, simplemente a veces se encuentran mujeres que se quieren entregarse sin necesidad de ponerse etiquetas.

Que Nadia es sumisa? Seguramente, antes de conocerme, no. Que lo es ahora? Sin duda.

Ahora mismo, haría lo que yo le pidiera sin dudar, y con amor en sus ojos.

Disfrutaría de mis azotes, su cuerpo y su voluntad son míos, se comería todas las pollas que yo le ordenase y se dejaría follar sólo por darme gusto y, por supuesto, conmigo no tiene límites.

En sus palabras: “Nunca he sido tanto de nadie como de ti. Soy tuya. Haré lo que te de placer”

Pues bien, por imposible que parezca, vivir al otro lado del mundo es superable si una MUJER quiere. Ella lo quiso.

(Continuará, pero sólo para los que tengan paciencia e interés. A partir de aquí voy a pedirle a ella que me ayude a contar nuestra historia. Esto se pone interesante.)