Una herencia incestuosa Capítulo V

Las nuevas residentes de la casa empiezan a interactuar con la familia, integrándose poco a poco con ellos

Capitulo V

Mientras tanto Esther y Ana habían convencido a Carlota de que se pusiese ropa suya, y mientras Carlota y Esther entraban en la habitación de esta, Ana fue a la suya a por alguna prenda que prestarle a la joven y cuando volvió, Carlota lucia espectacular, llevaba una minifalda escandalosa que dejaba ver sus largas y perfectas piernas e incluso la parte baja de sus glúteos redondos y firmes, y una camiseta de manga larga, pero ceñidísima, en la que se marcaban sus pezones y se apreciaban sus nada despreciables pechos. Cuando Ana entro en el dormitorio no pudo nada más que exclamar:

-     Joder Esther, le has prestado tu ropa más provocativa, y encima no le has prestado ni un triste sujetador. Esta espectacular, fíjate hasta se le notan los pezones.

-     Es que dice que no le gusta usar sujetador, - se excusó Esther – parece que le gusta llevar las tetas sueltas, pero lo cierto es que ella puede, pues a pesar de que las tiene más grandes que las mías, se le mantienen firmes y duras. Quizás tu ropa le quede mejor que la mía ya que tú también las tienes más grandes y eres un poco más alta.

-     ¿Y no tenías otra falda un poco más larga? – argumento Ana – No te das cuenta de que a Mel le puede dar un infarto.

-     La ha elegido ella y la camiseta también. – respondió Esther – Creo que quería que la vean sin los ropajes que tanto habéis criticado, pero que a ella le parecen comodísimos.

-     Además de cómoda, - explico Carlota ya mucho más tranquila – ese tipo de ropa es un repelente de moscones. ¿Os imagináis si fuese así al Instituto? Tendría detrás de mí a más de la mitad de los compañeros babeando.

-     Y alguna que otra compañera. – dijo suspirando Ana – Madre mía que pastelito más apetitoso para Yoli.

-     Una curiosidad, - pregunto entonces Esther - ¿Cómo aceptaste posar para Mel si sabias que dibujaba desnudos?

-     Mi hermana me convenció. – dijo Carlota dando la impresión de que su nueva vestimenta y el estar a solas con ellas dos le había provocado una metamorfosis y su carácter tímido era ahora mucho más descarado – Me enseño unos bocetos suyos y de Andrea, me dijo que a mí también podría dibujarme y me animo diciéndome que creía que haríamos buena pareja, pues pretendía que empezase a relacionarme con muchachos y pensaba que Miguel era perfecto para mí, serio, bueno, inteligente, amable, simpático, gracioso y guapo, según mi hermana muy guapo.

-     ¿Y qué te parece? – pregunto con curiosidad Ana – Es cierto todo lo que te dijo tu hermana.

-     Parece que sí, - dijo tras un titubeo – pero creo que aún no es el momento de que yo empiece una relación. Atarme a alguien es algo que me asusta, yo prefiero ser libre y decidir por mí misma. Primero quiero centrarme en sacar la carrera de medicina.

-     No me dirás que nunca has salido con un hombre, - pregunto atónita Esther – Con lo bellísima que eres ¿nunca te han pedido de salir?

-     Constantemente, pero siempre los he rechazado. – dijo Carlota – Incluso también a varias compañeras que me tiraban los tejos.

-     ¿Y no crees que ya es hora de que te echen un polvo que te lleve al cielo? – pregunto graciosamente Esther – Porque yo te puedo garantizar que Mel te puede poner mirando a las estrellas, te puede poner en órbita, te puede hacer disfrutar como una loca.

-     ¿Lo dices por experiencia? – la pregunta de Carlota sorprendió a las dos – Porque a mí me da la impresión de que todas, incluida Yoli, mi hermana Inés e incluso Andrea, estáis loquitas por él.

-     Pues esta misma mañana nosotras dos y Yoli hemos estado follando desesperadamente con Mel. – soltó de sopetón Esther algo molesta y con ironía – A lo mejor tu hermana y su novia también se han liado en alguna ocasión, pero si quieres te puedes unir a nosotros cuando te apetezca. ¿Satisfecha?

-     Algo así me olía. - dijo Carlota que había vuelto a sonrojarse, pero esta vez no parecía por vergüenza, más bien producto de un calentón – Pero, aunque no es cosa mía y tu comentario quiere ser irónico, creo que lo que dices es la pura verdad, pues he de deciros que se os nota. Hay una tensión sexual que hasta se huele, sobre todo en las miradas, en las actitudes e incluso en los roces entre vosotros.

-     Coño, nos ha salido la niña psicóloga. – dijo Ana – Pero si tú no has salido nunca con nadie ni tienes experiencia, como has podido deducir semejante cosa.

-     Cierto, no tengo experiencia, ya que a mí no me han dado nunca ni siquiera un beso, a excepción de mi madre, mi hermana y Andrea, que es como una hermana. Pero soy muy observadora. – contesto Carlota – Se cuando Inés y Andrea necesitan sexo, cuando lo han hecho, si han quedado satisfechas o si necesitan más. Lo mismo pasa con mi madre, se cuándo ha echado un buen polvo, cuando no lo ha podido hacer, cuando necesita masturbarse, cuando lo ha hecho y si se ha quedado satisfecha. En cuanto a vosotros se nota que habéis disfrutado muchísimo pero que aún queréis más.

-     Y tú ¿Cada cuánto te masturbas? – pregunto Ana riendo – Porque si está pendiente de esas cosas seguro que en algún momento te tienes que poner bastante burra.

-     Normalmente tres o cuatro veces. – contesto poniéndose aún más sofocada Carlota – Mi madre me tiene dicho que nunca salga a la calle necesitada ya que así no caeré en la tentación de liarme con el primer idiota que me lo proponga. Hasta hoy no me ha ido mal el consejo.

-     ¿Tres o cuatro al día? – pregunto atónita Esther – Que bárbara.

-     ¿Y no quieres dejar de ser virgen? – pregunto Ana - ¿No te lo has planteado?

-     Es que no lo soy. – dijo Carlota ya más relajada, pero a su vez más excitada a medida que la conversación subía de tono – Tengo varios consoladores y con ellos y los consejos de mi madre me desvirgue yo solita.

-     ¿Y en quien piensas cuando lo haces? – pregunto Esther - ¿En Andrea e Inés?

-     Al principio si, sobre todo cuando las oía fornicar, pero casi siempre pensaba en mi madre masturbándose. Sin embargo, desde que pose para Miguel solo pienso en él. – mientras lo decía las miro como avergonzada – Incluso alguna vez he fantaseado que nos pillaba mi madre y montábamos un trio.

Dado el giro que había tomado la conversación, unido a la vestimenta de Carlota, Esther y Ana decidieron romper la tensión sexual que se había creado, cogieron a Carlota una de cada brazo y se la llevaron para buscarle ropa de Ana que le quedase menos escandalosa, y fueron al dormitorio de esta. Una vez allí Carlota no pudo evitar decir:

-     ¿En todos vuestros dormitorios tenéis una foto de tamaño natural semi desnudas de vosotras?

-     Si, es como mi padre decidido que fuese. – dijo Ana – Ven, veras el dormitorio de Yoli y el de mi madre y Julia.

La cogió de la mano y fueron primero al dormitorio de Yoli y después al de sus progenitoras y ahí Carlota se quedó absorta mirando la fotografía espectacular de Julia y Mary. Después de varios segundos, en los que no separo la vista de la foto, miro alternativamente a Esther y a Ana y señalando las pregunto:

-     ¿Son pareja? ¿Cómo Inés y Andrea?

-     Si, además están recién casadas. – le explico Ana – Y también es una de las cláusulas de obligado cumplimiento del testamento de mi padre.

-     No te alarmes, - intervino Esther – Yoli también es lesbiana, pero Ana y yo no lo somos. Bueno no del todo.

-     ¿Qué quieres decir con no del todo? – pregunto cada vez más extrañada Carlota – Se es o no se es.

-     Lo que quiere decir Esther es que, si estamos calientes no nos cortamos un pelo en besarnos entre nosotras. – explico Ana – Por ejemplo, siempre hemos tenido una fantasía erótica compartida, hacer un trio con Mel. Por eso desde hace años cuando fantaseábamos nos masturbábamos mutuamente mientras nos decíamos lo que haríamos con nuestro hermano.

-     Y anoche cumplimos esa fantasía. – interrumpió Esther ante la mirada atónita de Carlota – Además para Mel y para mí fue la primera vez. No veas que, gozada, fue la leche, y después dormimos los tres juntos.

-     Y esta mañana, - remato Ana – hemos vuelto a repetir, pero cuando estábamos en todo nuestro apogeo ha entrado Yoli y se ha unido a nosotros. Nos ha metido mano a las dos de una forma desesperada pero también se ha dejado masturbar por Mel, y según ha dicho después, ha sido la paja más sublime de su vida, y ciertamente se ha corrido gritando como una loca.

-     No sé si lo que me estáis contando es verdad, si me queréis poner cachonda o me estáis tomando el pelo – dijo Carlota mientras las miraba alternativamente con un extraño brillo en sus preciosos ojos – Pero si es todo verdad, además de incesto, es pura lascivia, obscenidad total, vamos una orgia en toda regla.

-     Llámalo como tú quieras, pero además de disfrutar como locas es muy divertido. – dijo riendo Ana – Pero creo que a ti no te importaría ser partícipe de semejante evento. Hasta creo que te has puesto bastante cachonda.

-     ¿Se te ha humedecido el chichi? – pregunto Esther a la vez que metía su mano bajo la corta falda acariciándoselo – Anda, si lo tiene chorreando. ¿Quieres que te preste unas bragas limpias?

-     Si por favor, uf – dijo Carlota sin hacer nada por apartar la mano de Esther, al contrario, se agacho un poquito para facilitar sus caricias – Uf, me he imaginado la escena y no he podido evitar esto. Me he calentado viendo la foto, también al oíros contar lo que hacéis y solo me faltaba que me acaricies el conejito.

Al agacharse Carlota acerco sus pechos a Ana, que ante el cariz que estaba tomando la situación, sin pensárselo dos veces se los cogió con ambas manos y con sus dedos pulgares empezó a acariciarle los pezones que se le habían puesto durísimos y sobresalían por encima de la ropa. La más joven empezó a jadear y resoplar con una calentura cada vez mayor, y tras un par de minutos, y alegando que le iban a prestar unas limpias, se quitó las bragas y así facilitar a Esther que sus caricias fueran directamente a su raja y clítoris, y a continuación se levantó la camiseta dejando a la vista sus preciosos melones. Viendo su actitud receptiva, Esther que se puso en cuclillas tras ella y Ana por delante, se lanzaron con sus bocas a terminar lo empezado con sus manos y mientras la primera le hacia una comida de coño salvaje la segunda le estaba lamiendo de forma aleatoria ambos pezones.

Carlota totalmente descontrolada se sacó por la cabeza tanto la camiseta como la falda, evitando así que Esther dejase de comerle el chumino y Ana alternase sus pezones sin pausa. Presa de una locura desconocida para ella, una lujuria desatada que las lenguas de sus dos nuevas compañeras le estaban produciendo, empezó a desnudar a Ana a la vez que le comía la boca con desesperación. Viendo cómo se estaba poniendo la cosa, Esther se desnudó rápidamente y tirando de la cintura de Carlota se tumbó sobre la cama y coloco a esta sentada sobre su cara para seguir comiéndoselo. Ana a su vez termino de quitarse toda su ropa y se colocó a horcajadas sobre Esther haciendo que sus sexos se rozasen a la vez que besaba de nuevo a Carlota, que estaba encarada a ella y ambas encima de Esther, y volvía a coger y acariciar las tetas de la más joven que seguía desbocada sexualmente emitiendo suaves gemidos apagados por la boca de Ana. De pronto Carlota sufrió una convulsión enorme producto de un potente orgasmo acompañado de un murmullo de placer, lo que animo a sus dos amantes a seguir lamiendo todo su cuerpo a la vez que entre ellas restregaban sus coños en una monumental y trepidante tijera. Minutos después las tres tenían un orgasmo simultaneo, Carlota con un nuevo susurro de placer, Ana con unos gemidos brutales y Esther rugiendo y resoplando mientras farfullaba lo bien que lo estaba pasando.

Se quedaron las tres exhaustas sobre la cama de Mary y Julia, sin tener noción alguna de donde se encontraban, y cuando quisieron darse cuenta ya era tarde porque Julia acababa de entrar en el dormitorio y las miraba con los ojos desmesuradamente abiertos y sin pestañear, como una lechuza a la que en plena noche la deslumbran con una linterna. Tras unos segundos que se hicieron eternos les dijo:

-     ¿Pero que carajo estasis haciendo en mi cama?

-     No es para que nos mires como si fuéramos alienígenas. – dijo su hija – Nos hemos pegado un revolcón, y no es para tanto.

-     ¡Joder!, no es para tanto si lo hicieseis en vuestras habitaciones, pero es que estáis en mi cama. - exclamo cabreada Julia – Además esto ha sido bastante más que un simple revolcón, habéis dejado las sábanas y la colcha para cambiarlas. Vestiros y arregláis la habitación ahora mismo. La quiero en cinco minutos como si no hubieseis estado aquí, no quiero que Mary se entere, ni tampoco Elena.

Salió de la habitación sin decir nada más, y Carlota muy asustada y mirando alternativamente a Esther y Ana, las dijo:

-     ¿Y ahora que va a pasar?

-     Nada tonta, no va a pasar nada. – dijo Ana – Si yo creo que al vernos a las tres en pelotas se ha puesto hasta cachonda. Sobre todo, al verte a ti que eres una diosa capaz de calentar hasta un tempano.

-     Vamos a obedecer a mi madre. – dijo Esther vistiéndose – Tiene razón al enfadarse pues hemos profanado su cámara sagrada y su tálamo nupcial.

-     ¿Te preocupa que tu madre pueda enterarse? – le pregunto Ana a Carlota mientras se vestían - ¿Qué te diría?

-     Supongo que me diría, en caso de enterarse, que podría haber esperado por lo menos unos días antes de liarme con vosotras, ya que hacerlo el primer día puede que le parezca mal. – contesto tranquilamente Carlota – Pero no creo que le dé más importancia. ¿Y tu madre a ti, te reprenderá si se entera?

-     Coño, enterarse seguro que se entera. Entre Julia y ella no creo que haya ningún secreto. - respondió Ana mientras cambiaban el cubrecama que estaba pringado de flujos – Supongo que no le hará ninguna gracia que hayamos retozado sobre su gran cama, pero si me dice algo le diré que estábamos más calientes que el pico de una plancha y justificando esa calentura por culpa de su foto sobre el cabecero, cosa que hasta cierto punto es verdad.

Salieron de la habitación de las más mayores y antes de llevar la colcha a la lavadora se pasaron por la habitación de Ana, y allí le dio a elegir a Carlota ropa menos escandalosa que la faldita corta y la camiseta ajustada de Esther. Eligio unos leggins negros y una camiseta también ajustada pero más amplia que la que le había prestado Esther por lo que se le seguían notando sus perfectos pechos, pero no de forma tan descarada los pezones. Se miro al gran espejo del armario comprobando que los leggins le quedaban ajustadísimos, tanto que se le notaban perfectamente los cachetes del culo e incluso, según que pose, los labios vaginales, pero dio la impresión de que se sentía a gusto de esa guisa y dándose una vuelta sobre si misma pregunto a las otras dos que tal estaba.

-     De puta madre, estas de puta madre. – le contesto Ana – Sigo diciendo que eres una diosa capaz de volver locos a los hombres, a las lesbianas, a bisexuales, a las mujeres hetero e incluso a los gais.

-     ¿De verdad que nunca has estado liada con nadie? – le pregunto Esther mirándola incrédula ante el desparpajo que mostraba su nueva amiga – Yo diría que ya tenías experiencia, por lo menos con mujeres.

-     Bueno si os he de ser sincera si había tenido bastantes momentos parecidos al que hemos tenido nosotras con otra mujer. – dijo Carlota volviendo a sonrojarse – Pero nunca había tenido un trio. Hoy he disfrutado muchísimo.

-     Y con quien te has liado ¿con Andrea? – pregunto curiosa Ana - ¿O con tu hermana?

-     No, no le haría nunca eso a Inés. – dijo Carlota y haciéndoles una graciosa mueca les dijo­: - Os voy a contar algo que no lo sabe nadie, pero me tenéis que prometer que no lo vais a decir tampoco vosotras.

-     Veréis, antes os he dicho que yo sola me desvirgue, pero no es cierto. – continúo confesando Carlota al recibir la promesa de las otras dos – La verdad es que fue mi madre la que lo hizo. A ella le gustan mucho los juguetes eróticos, eso es cierto y desde hace ya varios años me los ha venido prestando, consoladores, plugs anales, varios satisfycer, todo tipo de geles y cremas y también unos arneses con unos penes de diferentes tamaños y colores. Ella me ha enseñado a usarlos todos, y un día que nos descontrolamos un poco se puso un arnés con una polla mediana y me desvirgo.

Esther y Ana la miraban alucinando ante la confesión de la muchacha, ya que lo que menos se esperaban es que hubiese sido su madre la “otra” mujer. Pero pasados unos segundos de estupor, ambas presas de una curiosidad morbosa, empezaron a preguntarle detalles de su relación incestuosa. Primero fue Esther la que le dijo:

-     Pero supongo que antes de eso ya os habríais liado muchas veces.

-     Eso digo yo, - dijo Ana – ¿Os besáis con lengua como has hecho conmigo?

-     ¿Y te come el coño como lo he hecho yo? – intervino Esther - ¿Y tú a ella?

-     Vale, vale, - dijo Carlota sonriendo ante la avalancha de preguntas de sus dos nuevas amantes, y mirando su móvil dijo: – Esta noche os lo explico con mucho más detenimiento, pero ahora vamos a cenar que mi madre me ha puesto un mensaje de que bajemos a la cocina.

Simultáneamente sonaron sendos mensajes en los móviles de Esther y Ana de sus respectivas madres diciéndoles lo mismo que a Carlota, que bajasen a la cocina que tenían preparada la cena.

Durante la cena, en la que los diez habitantes de la casa se sentaron en la gran mesa que había en la cocina, Mary se dirigió a todos diciendo:

-     Bueno como ya sabéis Elena, sus hijas Inés y Carlota y Andrea, van a vivir con nosotros y quiero que se sientan como si estuviesen en su propia casa. Digo esto para que, a ninguno de vosotros, y me dirijo a mis tres hijos y a Esther, se os ocurra decirles lo que tienen que hacer ni como, y mucho menos ordenarles algo, que para eso estamos yo y Julia. De todas formas, ya ha quedado claro con ellas cuáles son sus cometidos y si los cumplen, como se han comprometido, no va a hacer falta ni tan siquiera que Julia o yo les tengamos que decir nada. De todas formas, semanalmente colocaremos un cuadro con los trabajos de cada uno, así como las comidas y cenas de cada día.

-     Por cierto, se me olvidaba. – volvió a tomar la palabra un par de minutos después, tiempo en el que todos estuvieron callados – En ese cuadro también estarán las obligaciones de Yoli, Ana, Miguel, Esther y Carlota. Una de las obligaciones fijas que tenéis cada uno de vosotros es mantener limpia vuestra habitación y vuestro baño, y las variables serán poner las lavadoras, ir a comprar la comida, arreglar el césped, regarlo y mantenerlo lo más curioso posible. Por su parte Andrea se ha comprometido a entrenarnos en el gimnasio todos los días, y lo único que hay que matizar es la hora, que una vez veamos cómo nos organizamos ya lo pondremos en el cuadro de tareas.

-     Coño, como en un cuartel. – dijo Ana – Vamos a tener hasta gimnasia en grupo. Y a ti mama como hay que llamarte ¿Mi teniente?

-     Eso digo yo, - intervino Yoli - ¿Quién va a tocar la trompeta para levantarnos? Porque supongo que habrá también unos horarios para levantarnos y acostarnos ¿O no?

-     Dejaros de chorradas niñas. – dijo Mary algo mosca – Solo pretendemos que mientras dure el confinamiento, que parece que puede ser largo, estemos lo mejor organizadas posible para que no surjan malos entendidos. Por lo tanto, cualquier idea que alguien quiera aportar será bienvenida, y el paso de los días nos ira también enseñando lo que es mejor para todos.

-     Por cierto, la cena esta buenísima. – dijo Mel – Siendo la cocinera tan buena vamos a necesitar utilizar el gimnasio, porque yo por lo menos esta noche voy a repetir.

-     Bueno por lo menos ya hay dos que se admiran mutuamente. – dijo Inés – A mi madre Mel la tiene subyugada con sus bocetos y parece que a él lo va a ganar ella por el estómago, porque este no es precisamente uno de sus mejores platos.

-     Pero no tenéis que preocuparos por engordar, - intervino Andrea – Elena también es una especialista en comidas bajas en calorías, pero con grandes aportes de proteínas necesarias para los que hacemos deporte ya que ha hecho varios cursos de nutricionista. Lógicamente nosotras debemos poner también de nuestra parte y por muy buena que este la comida no se puede abusar. Hay que comer lo justo para no pasar hambre.

-     Bueno, yo digo lo mismo, está todo muy bueno. – dijo Esther – pero ahora Ana, Carlota y yo nos vamos a hablar un rato antes de acostarnos.

-     De eso nada. – dijo Julia con autoridad – Primero recogéis vuestros platos, vasos y cubiertos y los metéis en el lavavajillas. Luego ya podéis hacer lo que os venga en gana, pero miedo me dais vosotras tres. No me fio un pelo de ninguna de vosotras ¿Dónde vais a estar?

-     En mi dormitorio, - dijo Ana intentando tranquilizar a Julia mientras recogía su parte – Estamos intentando que Carlota se vista como una mujer y se va a probar ropa que yo no uso. ¿no os habéis dado cuenta de lo guapísima que esta?

-     Eso digo yo, - soltó riendo Esther que tras dejar en el lavavajillas sus utensilios cogió a Carlota y la hizo girar para que todos la vieran con su nuevo look – nadie se ha dignado decirle lo bien que le sienta el cambio de estilo.

-     Con palabras nadie, pero con miradas … - dijo riendo Inés – Sobre todo Mel que no solo le gusta la comida de mi madre, también le gusta su descendiente más joven. El estofado se lo ha comido con la boca, pero a la niña con los ojos.

-     Como dice Julia, miedo me dais las tres. – hablo por primera vez Elena dirigiéndose a su hija e intentando desviar la conversación a otros derroteros – Veo que te has acoplado muy bien con Esther y Ana, que según sus madres son dos cabras locas como tú. Creo que tenéis demasiados pájaros en la cabeza. Cuando te vayas a acostar ven a darme las buenas noches.

-     Si mama, como todos los días que estas en casa cuando me acuesto. – le contesto Carlota que se sentía pletórica sabiéndose admirada por Mel y también por todas las mujeres – Solo vamos a hablar y a conocernos un poco más. Por cierto, son unas cabras locas muy simpáticas.

Se fueron las tres riendo, y entonces Mel aprovecho para decirles a las otras seis sus planes para el comic que tenía en mente, así como la idea de que ellas, junto a las tres niñas que acababan de irse, fuesen sus modelos para las heroínas de su comic. Al final las pregunto:

-     Me gustaría que lo pensaseis despacio, y una vez que lo tengáis decidido me lo digáis. Mientras sopesáis la posibilidad yo voy a ir escribiendo el guion del primer capítulo. No corre prisa alguna, pero me gustaría empezar pronto.

-     Lo que no os ha dicho Mel, - matizo Yoli – es que sus “heroínas” son unas mujeres que están buenísimas y que suelen ir en pelota picada, y por lo tanto si aceptamos, tendremos que posar en bolas e incluso en actitudes muy cariñosas entre nosotras. Comprendereis que por mí no hay ningún problema, al contrario, pero quiero que quede claro como son las cosas, no vaya a ser que digáis que sí y luego al enteraros se venga todo al traste y me quede con la miel en los labios.

-     Es que dicho así suena muy fuerte. – se escuso Mel – Pero como tú dices es mejor que quede claro desde el primer momento.

-     Hombre, viendo tus dibujos de mi hija Inés y de Andrea, era lo más lógico que quieras que posemos con poca ropa o ninguna. – dijo Elena – Y ahora que sale el tema, me gustaría que me digas si es cierto que Carlota poso para ti en bañador y tú la dibujaste desnuda.

-     Pues no era un bañador realmente, era un bikini bastante pequeño que le presto una compañera de Inés. – explico Mel – Y estaba tan preciosa que se me fue la mano y en el dibujo con el carboncillo le quite el bikini.

-     ¡Mama! – exclamo Inés - ¿es que dudabas de que Carlota te hubiese dicho la verdad?

-     Pues sí y no. – respondió Elena – Si, porque su ombligo en el dibujo es exacto a como lo tiene realmente. No, porque su coñito no tenía pelillos en el dibujo y ella en aquellas fechas sí. Y definitivamente sí, porque me mintió en algo, no era un bañador.

-     Y ya que estamos en ese tema, - pregunto con curiosidad Mary a Elena – ¿tú sabes porque le soltó una guantada tu hija a Mel cuando le dio el dibujo?

-     Al principio me dijo que, porque la había dibujado en cueros, pero después me explico el verdadero motivo. – Elena miro sonriendo a Mel – Al parecer cuando le entrego el dibujo ella se quedó bastante sorprendida, ya que le pareció hasta romántico y pensaba darle las gracias, pero entonces por lo visto se dio cuenta de que Miguel tenía una erección bestial que no disimulaba su bañador, y azorada le dijo eres un guarro pervertido y le soltó una bofetada. ¿No fue así Miguel?

-     Ahora que lo dices puede que sí. – dijo Mel – Pero no me di ni cuenta de que ella pudiese darse cuenta de cómo estaba yo, pues solo pensaba en lo preciosa que era la hermana de Inés. Realmente me dejo atontado.

-     Por su belleza o por la ostia que te calzo – soltó Andrea riendo alegremente demostrando que a pesar de su seriedad era también muy simpática y graciosa – Vaya numerito nos perdimos Inés.

-     De verdad, - dijo la aludida – me habría gustado ver la cara de mi hermana admirando el rabo de Mel, aunque fuese bajo el bañador. Ahora entiendo porque aquella noche se estuvo masturbando como una loca y gimiendo muy fuerte. Andrea y yo creíamos primero que estaba llorando, pero cuando yo iba a ir a ver que le pasaba, me di cuenta de lo que estaba haciendo, pues decía más fuerte, más fuerte Mel. Nosotras nos pusimos tan cachondas al oírla que nos olvidamos del mundo y nos dedicamos a lo nuestro.

-     Bueno lo dicho, pensároslo despacio. – Mel azorado por lo que contaba Inés se retiró precipitadamente y cuando salía de la cocina dijo – Buenas noches, que descanséis.

-     Este va directamente a cascársela pensando en tu hija. – dijo Julia dirigiéndose a Elena, y a continuación volviéndose a Inés y sin poder contener la risa le comento: - Como se te ocurre contar eso delante de Mel, y después de ver a Carlota vestida tan provocativa.

-     Es verdad, estaba realmente espectacular la niña. – dijo Mary – No sé qué puede ocurrir con ellos, pero creo que pueden saltar chispas. Dejémonos de conjeturas y vamos a recoger todo y a dormir que hoy ha sido un día muy largo y mañana tenemos que estar pronto en los pisos para la mudanza.

Mientras tanto Esther, Ana y Carlota habían subido a la habitación de Ana y allí las dos primeras volvieron a insistir para que les contase la historia que había interrumpido cuando bajaron a cenar. Entonces con un tono confidencial Carlota empezó a explicarles como había iniciado su relación íntima con su madre:

-     Veréis, en un principio, cuando Inés tenía diecisiete años y yo recién cumplidos los quince, empecé a darme cuenta de que mi hermana había cambiado mucho su relación con Andrea, incluso las oía por las noches hablar, reír, suspirar y gemir. Entonces dándome cuenta de lo que había entre ellas, y dado que por los horarios de trabajo de mi madre ella volvía siempre después de que nosotras estuviésemos dormidas, decidí preguntarle si ella estaba al corriente de lo que estaba pasando y le conté que me excitaba muchísimo oírlas retozar, motivo por el que últimamente yo me estaba masturbando mucho más que antes.

-     Me dijo que era consciente de todo, me tranquilizo, me dijo que no era nada malo ya que ellas estaban perdidamente enamoradas la una de la otra, y también que era normal que yo hubiese incrementado mi actividad sexual pues ya tenía una edad en que mis necesidades físicas me lo demandaban. – siguió explicando Carlota a sus dos confidentes – Entonces la pregunte si yo sería también lesbiana como Inés y ella me tranquilizo, me dijo que eso lo sabría yo misma cuando me sintiese atraída por alguna persona, según esta fuese hombre o mujer, e incluso me dijo que podría ser que me atrajesen ambos géneros. Aprovecho entonces para darme consejos de como tenía que comportarme y también de que debía evitar que me pasase como a ella que se quedó embarazada sin esperarlo.

-     Aquel día fue un día especial, pues conocí mucho más a mi madre y ella también a mí. Me confeso que ella tenía de vez en cuando algún rollete si encartaba, pero siempre con hombres que la inspiraban total confianza y desde luego sin ninguna intención de tener una relación seria, motivo por el que le daba igual que estuviesen solteros o casados. Entonces también me conto, que cuando no tenía a nadie que le mereciese esa total confianza, ella también se masturbaba regularmente y que tenía varios juguetes sexuales que me iba a enseñar a utilizar, y fue entonces cuando me dio el consejo de salir siempre a la calle completamente satisfecha sexualmente.

-     Durante unos meses, un par de veces a la semana cuando no estaban Inés y Andrea, me estuvo enseñando a utilizar sus juguetes e incluso me compro alguno para mi sola y también compro dos arneses para enseñarme como seria si estuviese con un hombre. – Carlota seguía explicando su historia en voz baja, como un susurro, y las otras dos escuchaban completamente fascinadas y en el más absoluto silencio – Poco a poco nuestras practicas se fueron volviendo mucho más atrevidas, empezamos dándonos algún que otro piquito, más adelante besos mucho más excitantes, primero en la boca, luego en la cara, en el cuello, en las orejas, y sin darnos cuenta terminamos besándonos por todo el cuerpo, desde la frente hasta los pies, y consecuencia de todo eso en la actualidad nos complacemos mutuamente y cubrimos nuestras necesidades sexuales.

-     ¿Vosotras creéis que mi madre y yo somos lesbianas? – pregunto cándidamente Carlota – Yo por lo menos disfruto como una loca, y con lo que ha pasado esta tarde, y a pesar de que Mel me pone muchísimo, creo que si lo soy.

-     Eso lo vamos a comprobar ahora mismo. – dijo Esther resuelta a la vez que mandaba un mensaje por el móvil – Le acabo de decir a Mel que venga a dormir con nosotras.

-     Pues yo voy a darle las buenas noches a mi madre y vuelvo enseguida. – dijo Carlota excitadísima – No empecéis sin mí.