Una habitación de hotel
Nos encontramos para una nueva aventura
Me la voy a comer toda, dijo. Se tumbó entre mis piernas. Recuerdo lo que me dijo aquella vez: Me corro de solo pensarlo, con la pollita en la boquita. Te voy a comer entero.
Y lo hizo; como hipnotizada, miraba mi pene enhiesto y vibrante, lo tomó entre sus manos y le dio un lametazo. Entró, de nuevo, en trance. Se metió el glande en la boca, como si no existiera nada más en el mundo, y comenzó a presionar la pelvis contra el colchón. Sus gemidos ahogados me ponían a mil, más que los grititos y gemidos de siempre.
Aquel día, habíamos quedado, una vez más, para amarnos sin control. Del café de siempre, dimos un paseo muy corto, hasta me paró en seco: A donde vamos?... Hay un sólo lugar al que quiero llevarte ahora mismo. Siguió un largo beso, como los que solo ella me ha dado, caliente, pasional, entregado. Nos comimos el alma. La mirada cómplice y la sonrisa traviesa. Nos dirigimos al coche sin decir nada. De parking a parking sin casi hablar, pero repasando las posibilidades el la cabeza, con una charla insulsa, que ambos sabíamos inútil. El tiempo no pasa y el tráfico no ayuda, pero llegamos.
Nada más cruzar el umbral, nos fundimos nuevamente en un largo beso, esta vez mas pasional, mas profundo, mas largo y mas ansioso. Sabiamos lo que venia. Se pega a mi, la acerco mas, la tomo de las nalgas y comenzamos a rozarnos. Me mira, y comienzan esos gemidos que me vuelven loco. Irreproducibles. Si mi amor, cogeme, así, mmm, así. Puede conmigo. La levanto de las nalgas, aun con los pies cerca del suelo, y seguimos ese primer roce, dulce y calmado. Nos calmamos unos segundos. Le beso el cuello, las orejas, el escote. Un azote. Dos. Sus pechos me llaman, mis manos los encuentran, sonrosados y calientes, deseosos de ser atendidos. La blusa y el sujetador se desvanecen como por arte de magia, y mi boca y mi lengua se entretienen largamente, sus pezones se erizan mientras respira profundamente, sabedora de lo que se viene.
La tumbo en la cama y hago volar sus pantalones, los zapatos han desaparecido también, mientras que se queda temblando en medias de encaje y con unas braguitas negras y sexys, que tienen los minutos contados. Mi fascinación empieza. Me acerco lentamente, por las piernas, hacia su ingle, sigue temblando. Un primer lametazo, un estremecimiento, un gemido. Las braguitas se apartan solas y tengo ante mi ese coñito hambriento, húmedo, sonrosado y palpitante, que me invita a comerlo. Y lo hago, con toda la pericia de que dispongo. Siiii, mi amor, que ricoooo, así, mmmm. Aprieta los labios, abre la boca, se retuerce de placer. Sus piernas quieren volar, me sujeta la cabeza. Un lametazo más y una succión en el clítoris. Me coorrooooo, aaaaah!, mmmmm, que putitaaaa. Seguimos con lo mismo y obtenemos un nuevo orgasmo, quizá más intenso, pero no puede más, y sigue otro, más largo. Me coorroooo maaaas. Aun vestido, me llama: Ven mi amor, ven!. Acudo presto, nos fundimos en otro beso profundo, acaso más lascivo que el primero, frotando pelvis contra pelvis, con un ritmo suave, que se va tornando desesperado. Así mi amor, dame!, dale a tu putita, me voy a derretir cuando me la metas!, me corrooo!.
No puedo mas. Me pongo de pie y la dejo tendida, retorciéndose en la cama. Mi ropa desaparece sin darme cuenta, y seguimos. Más besos libidinosos, respiracion entrecortada. Ahora nuestras partes húmedas están en contacto. Dame, así. Quiero que me la metas por todas partes, por la boquita, por el culito, por el coñito!. Me voy a volver loca!. Suspiros, jadeos, más guarrerias. Me corroooo!, que rico, mi amooor.
Ahora cambiamos, ella se sube encima, a horcajadas, frotando su coñito húmedo contra mi polla, saboreando cada momento, gimiendo sin control. Dame, asiii, que ricoooo. Mojaditos, mi amor. Soy tu putita, me puedes joder como tu quieras!. Seguimos frotandonos, al borde del orgasmo. Ahora!, si!, me coorroooo!. Comienza la extenuación. Sin saber cómo, mi pene encuentra el camino hacia su tunel, húmedo y hambriento. Gemidos, sudor. Azotes. Pegame más, que putaaa. Me encaantaaa. Me corrrooo, que ricoooo, como me folla mi novio!!.
Se la ha metido en la boca. Apenas puede hablar, gime, se frota contra el colchón y yo la ayudo: un pie en una nalga y presiono. Se desespera, chupa mas fuerte, gime mas alto. Me coorrooo, ahhhh!. Me lame los huevos, el periné. Un beso negro brutal, pausado, atento, mientras me sujeta la polla. Me mira con ojos felinos. Quiere más, y vuelve a chupar, con arte, se le mete toda en la boca y le sujeto la cabeza. Lo disfruto y hago el esfuerzo por no correrme. Aun no. Aun con la polla en la boca entra en éxtasis. Me cooorrooo, aaah, aaaaaaah!, mmmm, que putitaaaa mi amor!, que rica la pollita en la boca mi amor! Siii, ahora, me coorrooo maaas!!
Volvemos a besarnos con lujuria, ella encima, presionando su otro agujero contra mi polla, lentamente, gimiendo, sintiendo cómo la va atrapando con ese delicioso esfínter. Cada vez más adentro, cada vez más imposible parar. Ahhh, aaaahh, que suavecito mi amor, asiii, me coorroooo, en mi culitooo!, como me tensas, como me lo rompes!!, chorreando!. Aaaah, me corro otra veez! Mmmm.
Nos damos la vuelta, e inmediatamente se la meto en el coñito. Parece de fuego. Me invita, me atrapa. Cogemos el ritmo, cada vez más rápido, gimiendo, bufando, saltando. Me corro con la polla de mi novio!, que orgasmo! Que ricooo! Aahhh!. No sé cómo no me he corrido aún, sigo al borde del orgasmo, algo me obliga a seguir. Nos frotamos por fuera un rato y luego vuelvo a encontrar el camino. Métemela asi mi amor, hasta el fondooo, me cooorroooo maaas, que ricoooo, maaaas, jódeme! Que putaaaa.
No puedo más, nos damos la vuelta, ella me mira, cómplice, y se la mete de nuevo en ese culito hambriento, agarrándola con una mano, sin dejar de mirarme. Mmm, mi amor, que rico!. Siguen azotes, mas gemidos, se vuelve loca, y explotamos juntos en un orgasmo de proporciones cósmicas. Me coorroooo, mi amooor, qué orgasmo!, me sigo corriendo!!. Exploto en su culito, y ella se queda casi inerte, encima mio. Nos desencajamos. Temblamos. Nos besamos lentamente, la mirada fija en el otro, la respiración jadeante. Las manos por todas partes. Nos decimos cosas que no se pueden repetir.
Suena el telefonillo. Han pasado mas de dos horas, maldición. Nos tenemos que ir. La ropa vuelve rápidamente a su sitio, con la promesa de volver a volar.