Una guarra en la oficina (Primera parte)
Una compañera de trabajo, "felizmente" casada, se convierte en mi amante y termino compartiéndola con otro compañero. No podíamos imaginar que tras su formal aspecto se escondía toda una ninfómana ansiosa de probar nuevas experiencias.
Soy Miguel, trabajo para el Estado y voy a contar la historia ocurrida hace unos años con una compañera de trabajo.
Por entonces yo tenía 48 años y Lola, que así se llama ella, tenía 43. Yo estaba soltero y Lola estaba casada. Ya llevabamos trabajando juntos unos 15 años aproximadamente. En estos años nunca se me ocurrió que podía tener algo con ella, quizás por estar casada, porque la verdad es que era muy agraciada físicamente, 1,75 de altura, guapa, muy buen tipo, buen culo y un muy buen par de tetas.
Pero un ascenso de ambos en el trabajo y la asistencia a una serie de cursos y reuniones hizo que nuestra relación personal cambiara. Al relacionarnos con mas asiduidad fuimos compartiendo mas y mas tiempo juntos y empezamos a sentir algo especial el uno por el otro hasta que el acercamiento fué máximo deseando los dos que ocurriera lo que suponéis.
Conforme pasaba el tiempo nuestro deseo crecía, y yo soñaba con tener ese par de tetas entre mis manos.
Aprovechando que un fin de semana se quedó sola en casa, ya que su marido viajaba a menudo, estuvimos tomando unas copas y después de dejarla en su casa hablamos por teléfono durante toda la noche y ahí se desató todo nuestro deseo sexual puesto que estuvimos contandonos todas nuestras experiencias, una por una, poniendonos como una moto. Ella me contaba todo lo que le gustaba follar, con cuantos tíos lo había hecho, cuales eran sus posturas y prácticas preferidas. Así descubrimos que a los dos nos iba mucho el morbo.
Me contó que, durante el último verano, cuando se encontraba sola, se ponía en su salón desnuda para combatir el calor, dejando las cortinas entreabiertas para que corriera el aire y se masturbaba hasta correrse. Un día descubrió que un vecino de unos 18 añitos, desde una ventana próxima se pajeaba mientras la observaba; desde entonces, cada tarde, se desnudaba y volvía a masturbarse viendo como su joven vecino se la meneaba viendo el espectáculo que le brindaba su vecinita madurita, incluso en ocasiones su marido volvía del trabajo antes de tiempo y alli mismo se la follaba, con lo que el muchachito disfrutaba como un cerdo de aquella pelicula porno en vivo y en directo.
En los primeros encuentros estábamos un poco cortados, a pesar de la edad que ambos teníamos, supongo que influía el hecho de ser compañeros de trabajo y de que ella estuviera casada. Empezamos con masturbaciones mutuas y de ahí pasamos a follar sin parar, y sin nececesidad de utilizar condón ya que, debido a un problema de salud, fué operada y no podía quedarse embarazada. No veíamos el momento de estar juntos y dar rienda suelta a nuestras fantasías. Me dí cuenta de que los dos queríamos cada vez mas, no teniamos límite, conforme pasaban las semanas hacíamos cada vez mas guarradas perdiendo ya todo el pudor que en un principio teníamos.
Haciamos de todo pero con una excepción, cuando me la chupaba insistía en que no se me ocurriera correrme en su boca bajo amenaza de no volver a chuparmela, ya que nunca lo había hecho.
Para mi sorpresa, un día mientras me la chupaba le dije "como sigas me corro" y, tras sacarsela unos segundos de su boca, y en un ejercicio de generosidad, me dijo "córrete". No podía creermelo, por fin iba a poder descargar toda mi leche en su boca, asì que tras unos minutos de chupeteo y salivación por su parte (le encantaba llenarme la polla de saliva) me corrí en su boquita a lo que ella respondió tragándoselo todo, no sin poner cierta cara de asquillo.
Poco a poco le fué cogiendo el gustillo, nunca mejor dicho, a aquella acción de chupar y tragar, hasta el punto de convertirse en toda una profesional. Incluso, a veces, llegaba a pedirmelo: "ya me toca en la boquita" me decía, y mira que le gustaba sentir el semen chorrear por su vagina y sentirse mojada por ese caldito blanquito y calentito, no queriendo desperdiciar ni una gota del mismo, ya que cuando se le salía del coño me pedía que se lo restregara por los labios del chochito.
A todo esto, ella seguía casada y aunque le daba largas a su marido para no tener mucho sexo, no podía evitar hacerlo con él al menos un par de veces por semana, llegando a decirmelo incluso "hoy ya no puedo negarme, tendré que dejar que me folle", y a mí aunque por un lado no me hacía ninguna gracia por otro me daba cierto morbo el hecho de saber que me estaba follando a una tía hoy cuando tan solo unas horas antes se la había follado su maridito. Definitivamente me iba el morbo.
Para darle alegría al tema introduciamos todo tipo de juguetes, compramos un vibrador de buen tamaño y utilizabamos alguna que otra verdura, no faltando zanahorias, pepinos y plátanos, de tal manera que en cada sesión que duraban al menos tres horas nos corríamos cuatro o cinco veces cada uno. Nos gustaba hacerlo con la ventana abierta para facilitar la vista de algún vecino curioso y lo haciamos tambien en la terraza donde estabamos aún mas a la vista. Así mismo fantaseabamos con la idea de invitar a algún amigo o vecino y hacer un trío para que Lola disfrutara de tener dos rabos para ella solita cosa que nos ponía calientes como perros. Tambien nos haciamos multitud de fotos para disfrutar de ellas cuando estabamos cada uno en nuestra casa.
Su adicción por el semen calentito era cada vez mas fuerte, y en su afán por no desperdiciarlo, si me corría en su coñito, que era casi siempre, me pedía que le metiera los dedos para sacar la leche que pudiera y darsela en la boca, llegando en alguna ocasión a meterle en su vagina una cuchara de esas de jarabe que tienen bastante capacidad y sacarla llenita de semen y flujo para volcarla en su boca y que la muy guarra se lo tragara todo, eso sí, rechupeteandose de lo que le gustaba.
A mí tambien me gustaba, cuando estaba recién follada, con el coño humeando y lleno de esperma, meterle la lengua en su vagina y masturbarla con la lengua no parando hasta que Lola se corría en mi boca. Me gustaba aquella mezcla de sabores que producían el semen y el caldito que segregaba ella al correrse.
En la oficina mientras tanto seguíamos teniendo el mismo comportamiento de siempre, formalitos y serios sin que nadie sospechara que nos habiamos convertido en dos auténticos folladores capaces de hacer todas las guarradas que se nos ocurrían sin tener ningún tipo de límite.
Lola se había transformado en una auténtica ninfómana, una viciosa del folleteo, el guarreo y el chupeteo, entre las folladas que le daba yo y las que le daba su marido, estaba bien servida.
Pero algo estaba a punto de ocurrir que iba a hacer realidad una de nuestras fantasías mas recurrentes.
Un fin de semana que se quedó sola se vino a mi casa a comer para aprovechar toda la tarde y follar hasta reventar como haciamos cuando teniamos la ocasión. Durante la comida tomamos unas cervezas y algún vino, y entre lo calientes que estabamos sabiendo la tarde que nos esperaba y las copas que bebimos, empezamos a bromear acerca de invitar a un compañero de trabajo que era amigo mio, tenía 41 años, soltero y estaba bien fuerte.
El morbo y la calentura que teníamos, aparte de las copas, hicieron el resto. Llamé al compañero/amigo, que se llamaba Ernesto, y le invité a que viniera después de comer a tomar unas copas y le dije que se preparara para recibir una sorpresa que le iba a agradar mas de lo que podía imaginar.
Al poco rato llegó y cuando vió a Lola se quedó un poco descolocado, le dije que la había invitado a comer porque se había quedado sola y además queríamos hablar de temas comunes de trabajo, le serví una copa y comenzamos a charlar distendidamente. Antes de que llegara Ernesto a mi casa le comenté a Lola que mas de una vez habiamos hablado él y yo de las tetazas que tenía ella y de lo bien que estaría echarle un polvo lo que la puso como una perra caliente.
La tarde prometía y el escenario estaba listo, comenzamos a charlar de lo difícil que es tener sexo estando soltero, a lo que Lola añadió "y estando casada mas aún". "Anda ya" le dijo Ernesto, "no será para tanto". "Ya te digo", dijo Lola, "las casadas estamos mas faltas de sexo que la solteras". El tono de la conversación iba subiendo y yo, aprovechando el punto en el que estabamos, dije de jugar a los dados eróticos, que lo pasariamos bien y sería muy divertido. Los dos se prestaron a ello, a la vez que echaron unas carcajadas.
"¿Nos echamos otra copa?" les pregunté, a lo que ellos asintieron. Saqué los dados y comenzamos el juego, no sin antes aclarar que lo que nos tocara hacer a los hombres se lo haríamos a Lola, y lo que le tocara hacer a ella se lo haría una vez a cada uno. Le tocó empezar a Ernesto. La primera jugada le salió lamer el cuello, Lola se ruborizó cuando Ernesto se fué hacia ella y comenzó a chuparle el cuello y a mí aquello me puso como una moto, morbazo total. Lola estaba totalmente receptiva, preparada para disfrutar lo que fuera preciso, y Ernesto y yo dispuestos a todo.
La siguiente jugada me tocaba a mí y esta vez los dados fueron mas sugerentes: chupar los pezones. Si Lola accedía a ello la suerte estaba echada y la tarde iba a ser memorable. Me levanté y me dirijí hacia Lola le desabroche la blusa y le introduje la mano en su sujetador con intención de sacarle un pecho. Ernesto no le quitaba ojo, por fin le había llegado el momento despues de tantos años de ver aquellos enormes melones. Levantandole un poco el sujetador le saqué la teta, mejor dicho el melón. Ernesto tenía los ojos como platos deleitándose de aquél panorama, una enorme teta, con una enorme areola y un pezón de punta dada la excitación que ya tenía la compañera. Repetí la operación con la otra teta, y ahora sí, le agarré los dos melones, se los apreté, mientras Ernesto se tocaba el miembro totalmente erecto, y procedí a chuparle los pezones lo que nos puso a los tres encendidos.
La siguiente jugada le tocaba a Lola, lanzó los dados y le salió: acariciar los muslos; se levantó y fué hacia Ernesto sin quitarle la vista a la enorme polla que se le intuía bajo el pantalón, le acarició los muslos pero su líbido pudo mas que ella y subió un poco las manos para acariciar su enorme miembro asiéndolo con ambas manos y apretando los dientes como si quisiera moderlo. Ernesto ya no pudo mas y le echó mano a los dos melones que aún los tenía fuera del sostén aunque por debajo de la blusa. Lola le dejó que manoseara sus tetas unos segundos y volvió a su sitio.
De nuevo le tocaba jugar a Ernesto que ya estaba a 1000 después de que Lola le agarrara el nabo y él sobara sus tetazas. Lanzó los dados y esta vez tuvo mas suerte que la anterior, le salió masaje en los muslos. Se le puso una sonrisa picarona cuando vió la suerte que había tenido, y se levantó para cumplir con su cometido. Lola se abrió ligeramente de piernas para permitir que Ernesto le pudiera masajear los muslos y él metió la mano bajo su falda tocandole sus muslos aunque viendo la cara de Lola y cómo se mordía el labio comprendí que lo que le masajeaba no eran precisamente las piernas sino algo más intimo. Ella se dejó caer un poco de la silla a la vez que iba abriendo sus piernas para facilitar la tarea a Ernesto, que mirandome me dijo: "está mas mojada que una puta". Yo me acerqué y levantándole la falda quise ver qué le estaba haciendo, y pude comprobar que el muy cabrón le había movido el tanga y le estaba masturbando con dos dedos. Lola se retorcía de gusto, totalmente abierta de patas mientras que Ernesto la penetraba una y otra vez con los dedos. Yo no pude aguantar mas viendo a Lola suplicar que nos la folláramos, "quiero los dos rabos para mí", decía.
El juego de dados había cumplido su función, así que nos dirijimos los tres hacia la cama, en fila india, con los ojos inyectados en deseo y dispuestos a dar rienda suelta a nuestros instintos.
Nos fuimos desnudando y Ernesto quedó gratamente sorprendido al ver desnudo el cuerpo de su jefa. Lola se lanzó a por el miembro de Ernesto, se ve que se había quedado con ganas y comenzó a darle chupetones. Yo me puse al otro lado de su cara para que tambien me la chupara, y la muy guarrona rodeandonos el culo con sus brazos comenzó a introducir su dedo índice de cada mano en nuestro ano, buscando, sin duda, ponernosla bien dura, ya que lo había experimentado conmigo y sabía que trabajando la zona perianal se consigue una estupenda erección.
Ernesto ya no pudo aguantar mas, sus deseos de penetrar aquel chochito de su jefa eran irrefrenables. Se disponía a coger un condón para evitar embarazos no deseados cuando Lola le dijo: "sin condón, Ernesto, no hay poblema" y yo añadí: "no sabes lo que le gusta que se le corran dentro, le encanta sentir los churretazos de leche inundando su vagina, llenale el agujero y disfruta". Colocando su capullo sobre la raja de Lola pudo comprobar como de fácil iba a ser penetrarla, su coño se abría solito, sin ayuda, así que levantando las piernas de su jefa y de un embite la penetró hasta los huevos empezando a darle una buena follada. Mientras tanto a mí me la chupaba haciendo realidad una de sus fantasías, tener dos rabos para ella sola. Decía "nunca imaginé que iba a disfrutar de dos buenas pollas para mí solita, os vais a enterar de lo guarra y zorra que puedo llegar a ser, quiero que me folléis sin compasión toda la tarde".
Tambien yo estaba esperando para hacer realidad otra de mis fantasias, follarme a Lola con su coño recién follado, bien dilatado y lleno de semen bien caliente de otra persona, en este caso semen de un compañero de trabajo y subordinado de ambos, al que podíamos ordenar que hiciera lo que nos apeteciera a ambos.
Ver a Lola con los ojos en blanco de gusto mientras se la follaba Ernesto era un espectáculo a la vez que lamía mi pene una y otra vez. Ernesto no podía aguantar mas así que aceleró sus embestidas con intención de correrse y empujándosela hasta el fondo se corrió llenadole la vagina de semen. Yo ya me preparaba para hacer lo mismo y no permitir que se le saliera ni una sola gota de la leche espesita que acababan de echarle. Mientras me disponía a meter mi rabo en ese coño llenito de semen le dije a Ernesto que se la metiera en la boca ya que a Lola le encanta chupar y limpiar la polla recién salida del coño. A lo que Ernesto dijo "pues sí que es guarrona la jefa, con lo modosita y formalita que es en la oficina", diciéndole yo que nunca había estado con una tía tan guarra como Lola y que habiamos tenido ambos mucha suerte de dar con ella.
"Soy vuestra esclava, ahí tenéis mi coñito, haced con él lo que queráis", decía la putita.
Una vez le metí la verga pude comprobar cómo le había dejado el cabrón de Ernesto el chochito a Lola, lleno de leche espesa y pegajosa y si le sacaba la polla de su vagina, el agujero era espectacular. Le dije a Ernesto que cojiera mi móvil para hacer unas cuantas fotos de aquel chocho que iba a ser penetrado y follado por ambos una y otra vez.
Viendo a Ernesto como se la follaba por la boca, tampoco yo pude resistir mucho mas y acelerando mis embestidas le inundé su cuevecita de mas leche.
Repetimos la operación dos veces mas cada uno, en distintas posturas, con los pies en los hombros y a cuatro patas con sus tetazas colgando. Disfruté mucho cuando Lola se tumbó boca arriba, le puse las piernas en cruz sujetandolas por los tobillos para que Ernesto, tambien de rodillas se la follara, a la vez que ella me comía los huevos y me la meneaba, pues yo estaba sentado a horcajadas sobre su cara, viendo como Ernesto bombeaba una y otra vez su rabo contra su coñito hasta correrse ambos. Y mientras, Lola no paraba de gritar de gusto: "Me estáis follando como una puta, dadme fuerte, quiero mas, no paréis, seguid cabrones".
Así seguimos follando y llenándole su agujero mas íntimo de semen una y otra vez.
Le dije a Ernesto que me acercara la cuchara que tantas veces había usado yo y que estaba en la mesita de noche a lo que Ernesto me preguntó "¿qué vas a hacer?" y yo le dije "coje el movil y disponte a hacer fotos, vas a ver lo guarrísima que puede ser tu jefa".
Con una facilidad pasmosa, le introduje la cuchara en la vagina, puesto que tenía el coño abierto de par en par, y llenando la cuchara con el semen que le habíamos echado se lo llevé a la boca y Lola lo rechupeteó y se lo tragó como si de un elixir se tratara. Ernesto me dijo "déjame que yo tambien se lo haga" y cojiendo la cuchara se la introdujo en la vagina y volvió a llenarla llevandola hasta la boca de Lola para que ésta la engullera.
Como aún tenía una buena ración de semen en su coñito, me baje para hacerle mi especialidad, una comidita de coño pero esta vez lleno de leche de dos tíos. Le separé con ambas manos los labios y procedí a introducirle la lengua, haciendo movimientos de entrada y salida, mientras Ernesto le tocaba y le apretaba el clítoris. No tardó la guarra de Lola mucho rato en correrse y yo disfruté como nunca había imaginado de su chochito lleno de leche.
Tambien Ernesto quiso disfrutar del caldito que Lola aún tenía en su vagina y, tumbándose bocarriba le pidió que se abriera de piernas y le colocara el coño sobre su boca, para comerselo y recibir, por acción de la gravedad, todo aquél gazpachito que rezumaba del mismo.
Yo no podía imaginar que Lola, nuestra compañera, una respetada mujer casada y madre de familia, se iba a prestar a semejante sesión de sexo y desenfreno, una orgía en toda regla, y que yo, su amante, iba a disfrutar tanto viéndola a ella dar rienda suelta a sus instintos y cumpliendo algunas de sus fantasías.
Todavía quedaba otra buena guarrada por hacer, y es que había un tipo de hortaliza que todavía no había probado a meterle a Lola, habia probado zanahorias, pepinos y plátanos, faltaba la mejor: el calabacín. Intullendo que ibamos a tener una tarde llena de sexo había comprado un calabacín bien gordito, así que fuí a por él.
Cuando volví al dormitorio con el bicho en la mano me dijo Ernesto "estás en todo, cabrón", y Lola dijo "por fin voy a catar un buen calabacín". Asi que le dije a Ernesto que preparara el móvil y que grabara en esta ocasión un video. Me coloqué entre los muslos de Lola mientras Ernesto continuaba metiéndole la polla en la boca, y apuntando el calabacín hacia la entrada del coñito de Lola, se lo empezé a introducir, no sin esfuerzo, puesto que, aunque le habiamos dilatado y lubricado bien toda la vagina, el tamaño de la hortaliza era considerable. Ernesto no quitaba ojo de lo que le estaba metiendo en el chocho a su jefa, que estaba disfrutando como una perra y tenía el coño como el de una puta cuando finaliza su jornada de trabajo. Conseguí meterle casi una cuarta de calabacín con un grosor como el de un vaso de tubo, al poco rato, Lola no pudo resistir y se corrió una vez mas. Ernesto tampoco pudo con aquel espectáculo y se corrió en su boca. La cara de Lola era un poema, semen saliendo de su boca y la mirada perdida al estar siendo follada sin piedad por dos compañeros de trabajo.
Yo le fuí sacando el calabacín poco a poco y le dije a Ernesto que tomara un primer plano del coño con el móvil para ver como se lo habíamos dejado despues de toda una tarde de guarreo y folleteo. En esas, Ernesto quiso probar otra buena guarrada, y es que al ver el agujeraco cómo se le había quedado de abierto después de penetrarla con el calabacín dijo: "a ésta se le puede meter ahora mismo todo el puño por el coño" y pasándome el móvil me pidió que grabara un video y se colocó entre sus piernas para meterle primero cuatro dedos y despues el pulgar, así la penetró con todo el puño hasta la muñeca comenzando a moverlo de fuera a adentro y acabando por hacer que se corriera por enésima vez.
Los tres caimos desfallecidos en la cama, Lola en medio de los dos, no cesaba de lamer el calabacín que chorreaba semen por los cuatro costados.
Quedamos en repetir aquella inolvidable sesión y como podéis imaginar, el coño de Lola nunca estuvo falto de un rabo y de su ración de leche, puesto que nos tenía a Ernesto, a su maridito y, por supuesto, a mí.
No sé si aquella noche, que volvía su marido, le quedaron ganas de follar con él pero conociendola no me extrañaría que lo hubiese hecho, aunque en tal caso, hubiera apreciado que su coño estaba inusualmente dilatado.
Sin lugar a dudas, era el coño mejor y mas follado de toda la oficina y, tanto Ernesto como yo, eramos conscientes de que habíamos tenido una inmensa suerte en dar con la tía mas guarra y viciosa de toda la oficina y posiblemente la mas guarra y viciosa que nunca nos encontraríamos.