Una granja muy caliente (Parte 14)

Un nuevo capítulo de en la historia de Carlitos en la granja de Donato

  • ¡Vamos baja del coche!

  • No por favor, haré lo que sea necesario, pero no me abandones. No me dejes aquí en mitad del campo.

  • ¡Ya está bien! ¡Así aprenderán también los demás lo que les espera si no cumplen con las deudas!

  • Por favor, se lo pagaré en seguida. Solo necesito unas semanas. No me dejéis aquí.

Mohamed trataba entre sollozos de que su patrón se arrepintiera. Llevaba apenas 7 meses en España desde que llegara de Senegal y no podía escapar de las redes de las mafias. Después de muchas amenazas lo habían secuestrado, en un coche y ahora estaba en mitad del campo. Su patrón lo iba a dejar abandonado a su suerte en mitad del campo. Lo sacaron a rastras del asiento de atrás junto con uno de sus subalternos, un hombre de unos 45 años con el cuerpo esculpido en el gimnasio. Unos brazos de acero, una espalda anchísima y unas manos que podían destrozar nueces.

  • ¡Quítate la ropa!

  • Nooo, no por favor...

  • ¡Estoy ya cansado de tus lloros! - Gritó el patrón muy enfadado. - ¡Vamos Fermín agárralo! Te quitaré la ropa yo mismo.

  • Sí jefe. - Fermín, el hombre fornido, agarró de los brazos dejando inmovilizado a Mohamed. Mientras tanto el jefe sacó un trapo que empaparía en un líquido transparente.

Mohamed no pudo gritar, el patrón lo amordazó con aquel trapo y pronto comenzó a notar el efecto de aquella droga como lo dejaba sin fuerzas, incapaz de pelear. Pudo ver a Fermín sonriendo mientras lo desnudaba su jefe. Le quitaba las zapatillas y los calcetines. Luego siguió con los pantalones vaqueros dejándolo con los calzoncillos de lycra blancos. Finalmente, cuando Mohamed no podía seguir luchando, Fermín le quitó la camiseta y los calzoncillos mientras su jefe guardaba el resto de la ropa en el maletero.

  • Es una pena que no quisieras acostarte conmigo, negro. Lo hubiéramos pasado muy bien.

Fermín se guardó en un bolsillo los calzoncillos de Mohamed, se dio media vuelta y regresó al coche. Inmóvil, el senegalés solo pudo ver como el coche arrancaba de nuevo y se alejaba de aquel camino. Durante 15 minutos más la droga le impidió siquiera incorporarse del suelo. Poco a poco comenzó a sentir sensibilidad en sus músculos. Necesitaba encontrar ayuda. Estaba solo, desnudo, sin alimento ni bebida. Aquellos dos desgraciados lo habían dejado tirado. No era tiempo para lamentarse. Siguió el sendero hasta la carretera ¿Hacia dónde girar? Ya estaba anocheciendo... Tenía que tomar decisiones rápidas. Hacia la derecha. Por el camino no había ni rastro de vida humana. Dehesas y prados, nada más. Pero debía seguir caminando. Igual pasaba algún coche por aquella estrecha carretera. La oscuridad se fue haciendo cada vez más patente y el ambiente desprendía una humedad constante. No debía parar, no se podía detener. Afortunadamente la carretera tenía buen firme y no se dañaba los pies. Sin embargo cada vez se hacía más de noche y el único ruido que escuchaba era el de los grillos. Mohamed rezaba para que detrás de aquella colina tuviera alguna esperanza. Siguió subiendo la cuesta que le llevaba al siguiente valle y el paisaje cambió. Desaparecieron los árboles para dejar paso a largos campos sembrados. Mohamed sintió que debía seguir. Iba por el buen camino. Sin darse cuenta comenzó a acelerar el paso, esperanzado por poder encontrar con algún hombre bueno que lo ayudara. Siguió rezando esperanzado con que Dios siguiera guiándolo. Al fondo, parecía que había unas casas. Siguió caminando, cada vez más deprisa. Casi corriendo. Pronto pudo ver que eran pocas casas, pero que había luz en una de ellas. Después de casi 2 horas caminando podía haber encontrado su salvación. Se desvió por un camino para dar a aquella casa y comenzó a aporrear la puerta.

  • ¡Ayuda! ¡Ayuda por favor! ¡Ayúdenme! - Gritó el senegalés.

De pronto se abrió la puerta y tras ella apareció Carlitos vestido solo con el suspensorio. No se podía creer lo que veían sus ojos. Delante de él tenía a un hombre negro desnudo y muy asustado.

  • Por favor amigo ayúdame, me han abandonado, no tengo donde ir. No tengo donde dormir...

Carlitos se quedó paralizado sin saber cómo reaccionar. Parecía como si hubiera visto a un fantasma. Detrás de él apareció Donato con el mono de trabajo aun puesto.

  • Vamos pasa, rápido. Acompáñame. Carlitos, trae unas mantas. Nelson prepara algo caliente. Estás congelado ¿Cómo te llamas?

  • Mohamed. señor...

El cuerpo de Mohamed comenzaba a quedarse muy frio. Donato comenzó a abrazarlo para que su cuerpo no siguiera perdiendo temperatura. Nada le importó al senegalés que aquel hombre estuviera sudado, en lo único que pensaba era en tratar de recuperar fuerzas. Donato lo fue guiando hasta llegar al salón, entonces lo sentó en un sillón junto a un radiador.

  • Muchas gracias señor. Que Allah lo bendiga.

  • No me llames señor, mejor llámame Donato. Y aquel que viene con la manta es Carlitos. Vamos Carlitos ponle la manta por encima para que entre en calor.

Carlitos obediente le puso la manta por encima tapándole el cuerpo. Mohamed con una sonrisa le dio las gracias. El suspensorio de Carlitos mostraba una pequeña erección. El cuerpo de aquel hombre había excitado al joven caliente que ya estaba esperando los juegos nocturnos. Donato vio como el joven se estaba excitando y le pidió una nueva tarea.

  • Carlitos hijo, trae un barreño con agua. Los pies de este hombre están con heridas de caminar descalzo. Además el agua tibia le aliviará el cansancio.

Aunque Mohamed al principio trató de hacer ver que no era necesario y que no quería causar molestias, Carlitos obediente a Donato fue a por el barreño sin rechistar.

  • Tranquilo, tu estás aquí para descansar ahora. - Le calmó Donato.

En seguida volvió Carlitos con un barreño azul en el que Mohamed metió los pies. Al poco tiempo apareció Nelson con una taza que llevaba una infusión con un calmante. Nelson pensó que sería buena idea hacer esa infusión al ver que Mohamed estaba temblando con muchos nervios.

  • Tome Mohamed, tenga cuidado que el agua está muy caliente no se vaya a abrasar. - Dijo el dominicano.

Al ver la infusión relajante, Donato pensó que sería buena idea seguir calmándolo. Con las dos manos sujetó la negra mano izquierda de aquel hombre. La energía que le transmitía Donato le daba calidez a Mohamed. Poco a poco comenzó a tomar la bebida y Donato con su voz grave comenzó a hablar a Mohamed.

  • Ahora por favor, Mohamed. ¿Por qué no nos cuentas cómo es que has llegado hasta aquí desnudo?

Mohamed comenzó a alterarse.

  • Fueron unos desgraciados, señor. Tengo unas deudas con ellos. Llevaban un tiempo amenazándome que me darían una paliza. Pero siempre escapaba y poco a poco iba pagando. Sin embargo me retrasé con un pago. Me metieron en un coche, me bajaron en un camino. Después me dieron algo y... me quitaron la ropa... Recuerdo que se reían...

Mohamed comenzó a llorar al recordarlo.

  • Tranquilo, estamos contigo amigo. Ahora estás a salvo. Toma otro trago.

Donato le acercó la taza y el senegalés incapaz de decir que no tomó un nuevo sorbo para seguir con el final de su relato.

  • Después se marcharon y me quedé solo y cuando pude recuperarme comencé a andar y andar para pedir ayuda, hasta que llegué aquí.

Nelson le acercó de nuevo a Mohamed la taza.

  • Bébase la infusión amigo. Esto le calmará el alma. No se preocupe que lo vamos a cuidar. Se quedará con nosotros y ya verá cómo todo va a mejorar

  • No, no quiero causar ninguna molestia...

  • Nelson tiene razón, - interrumpió Donato - te puedes quedar el tiempo que sea necesario. Ahora cálmese, quédese tranquilo. Deje que el efecto de la infusión relaje su cuerpo. Permita que Carlitos comience a masajearle los pies.

Carlitos se sentó en el suelo metiendo las manos en el barreño para agarrar los pies de Mohamed.

  • No, no. Por favor, no quieeer... no quiero ser molesss...

  • Tranquilo Mohamed y deje que Nelson trabaje sus hombros. Ahora tranquilo, cierra los ojos y comienza a ver un caballo. Cabalgando por el campo en libertad. Y el caballo comienza a subir una colina... y cuando llega la noche el caballo llega a lo alto de la colina, puede ver la belleza del paisaje con calma y se duerme. Y a la mañana siguiente, el caballo necesita bajar. Bajar para tomar pastos , bajar al rio para beber agua y por la tarde vuelve a ver la colina y sube de nuevo de modo que cuando llega la noche... se duerme más profundo. Y a la mañana siguiente de nuevo el caballo está sediento y baja al río, hambriento y come pastos. Y por la tarde sube de nuevo a la colina para dormir... más profundamente. Y la fuerza que tiene el caballo cada mañana, te la voy a transmitir. De modo que cuando tu mano izquierda toque tu corazón. Dormirás profundamente, como el caballo. En un trance profundo.

Donato comenzó a acercar la mano al corazón. Según tocó la mano el pecho, Mohamed quedó en un profundo trance. Nelson seguía trabajando sus hombros y Carlitos los pies. Todas las terminaciones nerviosas enviaban señales para desconectar la mente de Mohamed. La hipnótica infusión trasladó al cerebro más señales para dormir y la historia de Donato lo programó a un trance muy profundo.

  • Malditos bastardos. ¡Cómo se les ocurre abandonar a una persona así! - Se quejó Nelson.

  • Tranquilo Nelson, no recordarás cómo llegó Mohamed aquí. Tan solo lo tratarás como a uno más. A un compañero más.

Entonces Donato se giró hacia Nelson y comenzó a hacer con la boca el sonido del caballo. Nelson quedó atrapado sin saber qué hacer. Donato se acercó a él y cuando tocó su frente cayó en un profundo estado de hipnosis. Carlitos se quedó mirando a los dos.

  • Carlitos, estás muy caliente ¿Verdad?

Carlitos asintió con la cabeza sin parar

  • Nelson seguro que quiere que lo folles. Y ese suspensorio te pone más caliente ahora.

Carlitos sonreía viendo como su polla se hinchaba sin parar.

  • Y cada vez que penetres el culo de Nelson también se nublará de tu mente el recuerdo de la historia de Mohamed.

Carlitos sonreía más. Dejó de masajear los pies de Mohamed y comenzó a acariciarse la polla. Donato se giró a Nelson.

  • Abre los ojos Nelson permaneciendo en este profundo trance. Mira a Carlitos. Está bien cachondo. Por qué no dejas que te folle esta noche. Y con cada enculada el recuerdo de lo que le ocurrió a Mohamed se te borrará de la mente.

Nelson también sonrió y comenzó a besar a Carlitos apasionadamente poniendo cachondo a Donato también. La polla de Carlitos asomaba por fuera del suspensorio cuando se fueron a la cama del dominicano.

  • Nelson, creo que esta noche te quedaste con hambre después de la cena ¿Por qué no saboreas mi polla? Seguro que así te quedas más saciado.

Nelson estaba muy feliz de escuchar lo que decía Carlitos. La verdad es que tenía hambre y la propuesta de Carlitos parecía inmejorable. Carlitos se tumbó en la cama y Nelson se puso a cuatro patas sobre Carlitos y le retiró el suspensorio para empezar a practicarle la mamada. Ya tenía la verga prácticamente fuera, pero prefería quitarle la prenda para poder mamar hasta la base y lamer también los huevos. Sentía que debía aprovecharlo todo. Con Nelson en aquella posición, Carlitos pudo tener el culo de Nelson a escasos centímetros de su cara y comenzó a acariciar las nalgas por encima del mono jugueteando con la boca por el surco que las divide dando pequeños mordisquitos con los dientes. Aquello puso a Nelson increíblemente caliente. Cada pequeña mordida de Carlitos el ano del dominicano dilataba más. Unos minutos más tarde Nelson tuvo un pequeño orgasmo mientras mamaba el largo miembro de Carlitos. El joven había pasado a manosear también la morena verga del dominicano y con su saliva traspasando la tela del mono de trabajo Nelson empezó a sentir su culo más húmedo. Parecía que la boca de Carlitos nunca se secaba y cada vez había más y más saliva. De pronto Nelson sacó la cabeza de la verga de Carlitos y exclamo muy pervertido:

  • Quiero que me folles Carlitos. ¡Fóllame! ¡Fóllame toda la noche!

Nelson se abalanzó sobre la boca de Carlitos metiendo su lengua hasta el fondo sorprendiendo a Carlitos. Nelson se desabrochó el mono y liberó el aroma a macho del dominicano. Cuando Carlitos tomó aire aquel olor penetró en su cerebro. De inmediato su polla empezó a tomar el control de su cuerpo. Aquel olor fue como un trigger instantáneo y Carlitos comenzó a obedecer las órdenes de Donato.

  • Sí... yo quiero follarte Nelson. Quiero probar tu culo una y otra vez... follar contigo me pone más cachondo...

La polla de Carlitos comenzó a asomar por el ano de Nelson que en seguida comenzó a adaptarse a aquel cuerpo que penetraba en su cuerpo ya desnudo. La lubricación de Nelson haría que en seguida pudiera comenzar a mover su culo como si estuviera bailando sobre aquella dura polla. Carlitos agarró la polla de Nelson y empezó a agitarla. El dominicano comenzó a gemir. Se encontraba en una nube. Completamente perdido en trance. No solo por Donato, sino por la polla de Carlitos. Además estaba recitando unas palabras rarísimas... y su cuerpo le pedía follar más, follar más. Carlitos no aflojaba y Nelson se sentía en la gloria botando sobre aquella polla. De pronto Nelson miró directamente a los ojos de Carlitos... y estos estaban en blanco. Al momento Nelson comenzó a notar como de sus huevos brotaba semen que pasaba en unos segundos a la polla y empezaba a salir disparado sobre el pecho de Carlitos. Por las contracciones de la eyaculación la polla de Carlitos también tuvo un orgasmo a los pocos segundos. Nelson estaba más pervertido que nunca, comenzó a recoger con los dedos el semen que estaba sobre el pecho de Carlitos y le llevó los dedos a la boca. Carlitos empezó a lamer como si estuviera saboreando su comida favorita y volvió a mover las caderas penetrando de nuevo el empapado culo de Nelson. El proceso del borrado de memoria estaba resultando muy efectivo. Aquella noche Carlitos cumplió tantas veces que Nelson fue incapaz de recordar nada de lo que había ocurrido aquella tarde noche. Pero desde entonces su culo se derretiría cada vez que Carlitos asomase su polla por el negro ano dominicano.

En el salón se había quedado Donato con Mohamed. Aprovechando que se habían quedado solos el granjero decidió hacer una larga sesión para continuar explorando la mente de aquel inesperado huésped. Mohamed se dejó llevar por la voz y los juegos hipnóticos de Donato. Donato aprovechaba sus conocimientos para llevar cada vez más profundo al senegalés. Así, cada vez que lo sacaba del trance Mohamed se encontraba más cansado, con mucho más sueño y tan solo con que Donato dijera la palabra duerme, chasqueara los dedos delante de sus ojos o acercara la palma de su mano a su rostro Mohamed regresaba a un trance más profundo. Cada vez más rápido. Cada vez más abierto a las sugestiones de Donato. Mohamed llevaba 7 meses en España. Había llegado desde Marruecos después de una larga travesía y durante el trayecto había ido adquiriendo deudas. Deudas que generaban intereses muy elevados y él ya había pagado con creces la cantidad inicial. Sin embargo Santiago, su patrón que lo había abandonado en mitad del campo, seguía pidiendo cada vez más dinero. Se encontraba en una situación de semiesclavitud hasta que finalmente fue abandonado a su suerte. Por la mente de Donato solo pasaba un sentimiento de rabia por todo lo que había pasado Mohamed. Ahora quería que descansara. Al estar follando Carlitos y Nelson había una habitación libre. Al levantarlo del sillón, Mohamed se desprendió de la manta que aun. Donato entonces pudo contemplar más detalladamente cómo era aquel cuerpo que parecía estar tallado en ébano. Los brazos se veían fuertes, con el tronco trabajado y la espalda ancha. Las piernas también estaban fibrosas. Donato entonces comenzó a magrearse la polla. Donato condujo a Mohamed hacia la cama. Mohamed tenía los ojos abiertos pero aun se encontraba en un profundo trance así que muy obediente seguía a Donato hacia la habitación. Donato le pidió que se acostara y como había sido sugestionado tan profundamente, en cuanto tocó su cabeza la almohada, el negro regresó a un sueño plácido y profundo. En ese momento, el hipnótico ruido blanco comenzó a sonar. Esta vez no tenía como función ayudar a que el sueño venciera a Mohamed, sino que permaneciera en el profundo estado de trance mientras las sugestiones subliminales ingresaban lentamente en su cerebro. Donato salió de la habitación. Desde el rellano podía escuchar a Nelson gemir pidiendo más a Carlitos. En ese momento Donato no podía resistir más. Estaba muy cachondo y necesitaba correrse así que entró en la habitación y vio a Nelson cabalgando sobre Carlitos que estaba tumbado. Del culo de Nelson no paraba de chorrear leche, Carlitos ya se había corrido 3 veces, cada cual más abundante y rica. El sudor y el olor a sexo no ayudó precisamente a calmar la excitación de Donato que vio a Nelson con la boca abierta gimiendo por las enculadas de Carlitos y dijo:

  • Nelson estás hablando muy fuerte, vas a despertar a nuestro invitado.

Nelson se giró y Donato aprovechó para meterle le verga en la cara.

  • Así no gritarás más.

La polla de Donato enmudecía los gritos de Nelson que sentía como el placer se multiplicaba con Donato jugueteando con sus pezones. Carlitos por su parte seguía follando como había pedido Donato. El dueño de la granja podía ver como el joven Carlitos con los ojos en blanco penetraba sin descanso el culo caribeño. Una nueva corrida de Nelson sobre el pecho de Carlitos fue el detonante para que, esta vez Donato, llenara la boca del dominicano de lefa. Nelson miró con cara de felicidad a Donato que puso la mano en la cara haciendo un pase hipnótico y Nelson se desplomó profundamente dormido sobre el cuerpo de Carlitos que seguiría follando. Donato se fue a su cama. El día también había sido muy intenso para él y según se acostó se quedó dormido... aunque apenas habían pasado unos minutos de la medianoche.

A la mañana siguiente despertaba Mohamed desorientado. Al abrir los ojos no sabía dónde se encontraba, qué hacía en aquella cama. A los pocos segundos recordó que había llegado caminando hasta la casa de Donato. Recordó la hospitalidad con la que fue recibido. Fueron muy buenos dándole cobijo, dejándole pasar a aquella casa y dormir en aquella cama. Ya era hora de levantarse. De igual modo que llegó a la casa salió de la cama, totalmente desnudo. A los pies de la cama pudo ver un mono de trabajo que no dudó en ponérselo aunque le quedaba algo pequeño lo que hacía que estuviera algo incómodo. También se puso unos calcetines grises que parecían usados y unas playeras que por suerte no le quedaban pequeñas. Al bajar a la planta de abajo no se encontró con nadie.

  • Deben haber comenzado a trabajar ya... - Pensó el senegalés

Desayunó unas galletas y como un autómata salió de la casa y atravesó hacia la nave que estaba enfrente de la entrada a la casa. Entró por la puerta y notó un olor fuerte al que no estaba acostumbrado. Nelson y Carlitos estaban terminando la limpieza de la sala en la que se encontraban las vacas con unas máscaras. Mohamed trató de cubrirse la nariz con la manga del mono cuando por la espalda le dieron un toque en el hombro.

  • Seguro que esto es más efectivo. - Dijo Donato ofreciendo a Mohamed un pasamontañas idéntico al que llevaba puesto el granjero.

Sorprendido de que le pillara por la espalda, el africano agarró el pasamontañas y se cubrió el rostro con él dándole las gracias.

  • ¿Cómo es que has venido a la granja y no te has quedado en casa? Eres nuestro invitado.

  • Quiero ayudaros mientras que estoy aquí. - Respondió Mohamed mientras se colocaba el pasamontañas. - Es la forma que tengo de agradeceros que me dejarais pasar la noche ayer.

  • ¿Qué clase de personas seríamos si no te hubiéramos dejado entrar?

Mohamed agachó la cabeza.

  • Hay gente mala Donato. Hay gente que no hubiera abierto la puerta, o que me hubiera perseguido. Vosotros me abristeis la puerta, me disteis comida, me disteis una cama. Lo que menos puedo hacer es ayudar.

  • Está bien. Ponte esas botas negras que te vas a venir conmigo a sacar a las vacas.

Donato señaló unas botas de goma negras como las que llevaba él, algo diferentes a las que llevaban Carlitos y Nelson que eran de color verde. Mohamed asintió con la cabeza. Podía ver a través de los ojos la expresión de cercanía, amistad y el buen aura en general Donato. Ese sí que era un buen hombre.

  • Que la paz sea contigo. - Murmuró en su idioma Mohamed.

Donato fue abriendo las puertas y comenzaron a salir lentamente las vacas. Donato le pidió a Mohamed que se quedara atrás vigilando que ninguna se quedara dentro del establo. Cuando salieron todas comenzaron a partir hacia el prado. Al salir de la granja Donato y su nuevo ayudante se quitaron el pasamontañas. Mohamed pudo ver de nuevo la cara alegre de Donato que le hizo un gesto para comenzar la caminata. Según comenzaron a transitar por los caminos, la estrechez del mono del senegalés hizo que se la caminata fuera más incómoda. Tenía que estar llevándose la mano al culo y a la polla continuamente para evitar que se dañara con las costuras. Tanto magreo hizo que poco a poco su verga comenzara a despertar notándose cada vez más un abultamiento en la entrepierna. Donato se dio cuenta y trató de quitarle hierro.

  • Creo que si te vas a quedar por aquí vas a necesitar un mono de trabajo más grande. - Donato se echó la mano al bolsillo y sacó un tubo. - Ten, aplícate esta crema donde te esté rozando la ropa. Así no te harás heridas.

Mohamed le miró extrañado pero decidió hacerle caso. Al fin y al cabo Donato estaba más que acostumbrado a trabajar en el campo. Se desbrochó la cremallera del mono hasta la cintura y se sacó las mangas. Comenzó a aplicarse la crema en la entrepierna y en el culo. Al subirse la cremallera del mono en seguida notó la diferencia. La costura seguía rozando la entrepierna pero ya no le molestaba. La crema creaba una barrera que evitaba la fricción por el roce a la vez que tenía un extraño efecto relajante en la piel. Un efecto que poco a poco comenzaría a extenderse por todo su cuerpo sintiéndose como si estuviera flotando. Cuando le entregó la crema de nuevo a Donato, el granjero pudo ver como las pupilas se habían empezado a dilatar.

  • ¿Te encuentras mejor ahora Mohamed?

  • Si... uhhhh pero me encuentro algo raro.

  • ¿Cómo raro? ¿A qué te refieres?

Mohamed se quedó parado mirando a Donato que le sonreía. Mohamed no podía explicar lo que ocurría.

  • No sé. Es como si ahora mi culo no se rozara con el mono.

  • Bueno, eso es que la crema está surgiendo efecto. - Dijo Donato con la imborrable sonrisa de su rostro.

  • Sí, pero además... es como... si todo fuera mucho más lento. Como...

  • ¿Como si estuvieras relajado? - Donato le adivinó el pensamiento

  • Si. Muy relajado... y no preocupado... y...

  • ¿Y por qué no dejas a la mente descansar y te concentras en cómo caminan las vacas? - Cortó de pronto Donato mientras señalaba al ganado.

Mohamed giró la cabeza y con un suave empujón de Donato volvió a caminar quedándose fijamente mirando a las vacas.

  • Puedes ver como caminan lentamente. Cómo todas hacen exactamente el movimiento al mismo tiempo. Lentamente. Primero una pata y luego la otra.

Mohamed estaba tan enfocado en las patas de las vacas que no se había dado cuenta de que Donato había bajado el tono de su voz. Invitándolo a sentirse relajado. A dejar de pensar. Siguiendo el balanceo de los músculos de los traseros de las vacas.

  • Puedes concentrarte tanto Mohamed, que puedes fijarte en cómo se tensa cada músculo de las vacas... y se relaja. Del mismo modo que a cada paso, te relajas. Más profundamente.

Mohamed se sentía como un autómata esperando lo que sugería la voz de Donato y su mente potenciaba ese efecto más.

  • Es tan placentero. Que a cada respiración, te sumerjas lentamente... En mi voz suave... mi voz monótona... te gusta tanto escuchar mi voz. Ahora quiero que te concentres aún más. Sé que puedes hacer un esfuerzo. Por eso ahora vas a comenzar a contar hacia atrás desde el número 100 y por cada número que cuentes te sentirás más relajado. Mientras sigues mirando a las patas de las vacas y escuchas mi voz.

Mohamed comenzó a descontar en voz alta mientras su mirada quedaba fija en el lento movimiento pendular de las vacas.

  • Cien, noventa y nueve, noventa y ocho...

  • Eso es. Lentamente... No hay prisa por llegar.

  • Noventa y siete, noventa y seeeis... noventaaa y cinco

  • Muy bien, con cada número más relajado. El cansancio sigue haciéndote más pesado.

  • Noventa y cuatrooo..., noventa y tres, noventa y doss...

  • Cada vez los números son más confusos y es más difícil descontar.

  • Noventaaaa y uno, noventa, noventaaaa, ochenta y nueve.

Mohamed estaba cansado y seguía tan concentrado en el lento caminar de las vacas que no podía pensar. Solo tenía que seguir descontando, pero... ¿Qué número venía ahora?

  • Ochenta y seis, ochenta y... tres, ochenta y dossss, ochennn... ochenta y uno...

  • Cada vez es más difícil contar Mohamed. El sueño es más pesado

  • Ochenta... setenta y nueve, setenta y ocho... setenta y sieeete, setenta y... nueve

¿Cuál era el último número que había dicho? No podía recordarlo. Mientras tanto Donato se protegía con los guantes las manos mientras que se aplicaba la crema en los dedos y le masajeaba el cuello.

  • Muy bien Mohamed, profundamente hipnotizado con cada número. En un trance profundo.

  • Setenta y seis, sesenta y cincooo, sesenta y cuatro-tres, sesssenta y tresss, sesenta y tress, sesenta y tress

  • Eso es... Continua con el sesenta y tres... es un número hipnótico.

  • Sesenta y tresss, sesenta y tres.

Mohamed trataba de continuar descontando pero no recordaba qué número seguía al sesenta y tres. Las vacas llegaban a un prado donde se quedarían pastando. El momento perfecto para Donato que podía comenzar la programación del senegalés.

  • El Sesenta y tres te relaja. Te hace sentir bien.

  • Sesenta y tresss, Ssseennta y tress.

  • Por eso cada vez que me escuches decir sesenta y tres o te enseñe el número regresarás a este profundo estado hipnótico sin recordar que has entrado en trance.

  • Sesenta y tres, sesenta y tres, sesenta y tres

  • Muy bien Mohamed, quiero que a la cuenta de tres despiertes del trance. Te sentirás muy relajado. El día con las granjas está siendo muy bueno y estás recuperándote. Te sientes muy a gusto aquí, no necesitas marcharte. Uno, dos. Tres.

Donato se quedó mirando a Mohamed que necesitaba parpadear fuertemente unas cuantas veces para regresar del trance.

  • Parece que te gusta el campo.

Mohamed sintió una especie de energía recorriendo todo su cuerpo. Una corriente de bienestar que lo hacía sentirse muy bien.

  • Sí, aquí estoy muy bien. Estoy muy contento.

  • Entonces tendremos que empezar a hacerte hueco en casa. Tendrás que trabajar como albañil para ampliar la casa y poder hacer un dormitorio. - Bromeó Donato.

Mohamed se sintió abrumado por la hospitalidad de Donato.

  • No, no... Tampoco quiero molestar. Muchas gracias pero...

  • No te preocupes. Estás aquí muy bien, ¿Verdad? Te gusta la vida en el campo y te puedo enseñar el oficio para trabajar con animales.

  • Sí, la verdad me gusta mucho pero de verdad que no quiero abusar de tu confianza...

  • ¡Para nada es un abuso! Además, me viene bien gente joven como tú Mohamed. ¿Cuántos años tienes?

  • 25 años.

  • ¡Qué envidia me dais los jóvenes! yo que ahora tengo sesenta y tres.

En ese mismo instante los ojos de Mohamed se tornaron vidriosos. Donato agarró al senegalés para evitar que perdiera el equilibrio mientras sonreía. Sin duda este nuevo joven después de una primera noche de programación su cerebro había quedado muy receptivo a entrar en trance.

  • Sesenta y tres. Sesenta y tres. Sesenta y tres. Cada vez más profundo el trance. Sintiendo la calidez de volver a este estado hipnótico en el que te sientes tan agusto. Tan tranquilo. Tan relajado. Cada vez te resulta más facil regresar. Más irresistible mientras el calor comienza a subir por todo tu cuerpo sin posibilidad.

En apenas unos segundos, todo el cuerpo de Mohamed comenzó a sudar, desde su cabeza hasta los pies. Como si su cuerpo se convirtiera en una estufa, comenzó a desprender calor. Cada sugestión de Donato quedaba guardada en su mente y reforzada aun mas su programación hipnótica. Donato comenzaba a masajear la nuca de un Mohamed que estaba en la gloria. La relajante voz de Donato penetraba por sus oídos y lo trasladaba a un lugar paradisíaco. De pronto todos sus problemas se desvanecían y Donato trabajaba con cada uno de los sentidos para trasladarlo más profundo. Cada vez más rápido. El viejo ganadero era un experto manipulando las mentes utilizando estímulos sensoriales para sumergir en una hipnosis profunda a los sujetos. Su sonrisa, su voz. Sus gestos, su olor. Junto a Dionisio había sido entrenado para conocer y desarrollar múltiples técnicas hipnóticas y estaba preparado para emplearlas siempre que fueran en beneficio de los sujetos.

Mohamed estaba en un paraíso hipnótico. Donato lo estaba guiando de nuevo a la granja. Ese sería su hogar. No tendría que volver a preocuparse por buscar su sitio. Ya lo había encontrado. Continuó recitando las palabras que le pidió Donato: "Soy feliz. Me gusta vivir en la granja. Esta es mi casa" de camino a la granja con la mirada perdida. Cada vez que escuchaba la voz de Donato su cuerpo ejecutaba perfectamente la instrucción sin dejar de repetir el mantra como si fuera un sufí en trance, en un estado alterado de conciencia. Al llegar a la granja Donato sacó del trance a Mohamed dando unos suaves golpes en el hombro.

  • Ya hemos llegado Mohamed, ya estamos en la granja.

Mohamed sonrió de nuevo mientras veía a Donato volver a ponerse el pasamontañas. Estaba muy contento, de nuevo lleno de energía. No entendía por qué pero le gustaba ese lugar. Nunca pensó en estar cuidando animales y pensó que ese lugar era el suyo.

  • Voy a hacer otra granja Donato. - Dijo Mohamed señalando otra parcela junto a la granja de Donato.

  • Claro Mohamed, vamos a ampliar la granja, te ayudaré con lo que pueda. - Respondió Donato con una amplia sonrisa. Una vez más, tras una larga sesión hipnótica, sus comandos quedaban guardados como deseos de los ganaderos que vivían con él.

  • Muchas gracias Donato. Te ayudo con las vacas, hay que guardar las vacas.

Mohamed fue a echar mano al pasamontañas y cuando lo tenía en la mano para ponérselo en la cabeza vio a Donato delante de él agarrándolo de la mano.

  • No hace falta Mohamed, estás muy sudado, debes ir a ducharte. Tienes el mono empapado.

Mohamed miró sus axilas. Estaban sudadas, igual que su espalda o sus piernas. Hasta la entrepierna estaba muy sudada

  • Si jeje, tengo los sobacos sudaos. - Dijo el senegalés levantando el brazo riendo. - Luego me ducho, pero ahora prefiero...

  • Sesenta y tres... - Donato pronunció aquel número de nuevo y Mohamed regresó al trance profundo. - Muy bien Mohamed, eres un buen chico. Por eso vas a ir a casa y tomarás una ducha muy relajante. Según comience a caer el agua sobre tu cuerpo regresarás al trance. Ahora ve para la casa.

Donato golpeó de nuevo suavemente con la mano en el hombro del negro que parpadeó y como si estuviera muy confuso Donato señaló hacia la casa.

  • Luego nos vemos Mohamed - Dijo Donato guiñándole un ojo.

Mohamed se marchó hacia la casa. Donato aprovechó para frotarse la verga. Mohamed era muy guapo. El destino había hecho que Mohamed apareciera por la granja y Donato no iba a permitir que tuviera idea de abandonar la granja. Con Mohamed serían 3 los hombres que le ayudarían en la granja, iría más desahogado y podría tener más tiempo para dedicar a otros menesteres, si es que entre los tres no pedían follar cada noche. Ufff Donato se calentaba más solo de pensarlo, además había podido sentir el aroma a macho de aquel negro. La mirada perdida cuando le hipnotizaba ponía muy cachondo como Carlitos cuando entraba profundo aunque Nelson olía aún más a macho y además de ser un excelente sujeto aprendía rápido y también podía hipnotizar. Donato tenía la polla que le pedía salir del suspensorio y del mono y comenzar a masturbarse, pero lo que no se esperaba era la escena que iba a presenciar al entrar en una de las naves de la granja. Nelson estaba a cuatro patas y Carlitos lo estaba penetrando bien duro. El dominicano estaba desnudo mientras que Carlitos aun llevaba puestas las botas y el mono lo tenía subido hasta las rodillas. Carlitos estaba agarrando de la cadera a Nelson con fuerza y bombeaba bien duro.

  • Así, así Carlitos. Ahhhh.... Como follas. Sigue bien duro. Bien duro. Te gusta follar Carlitos.

  • Me gusta follar. Me gusta tu culo. Me gusta llenarte de leche. Me gusta que me folles. Ahhhh. Me gusta follarte.

  • Sigue, Carlitos, no pares. Vuelve a llenarme de semen el culo. Que rebose bien de leche... Ahhh...

Donato recordó entonces que la noche anterior había sugerido a Nelson que su culo se derretiría al ver la polla de Carlitos y que haría lo posible porque lo follara. Tanto era así que podía escuchar a la polla de Carlitos chapotear en el semen que seguía saliendo del ano del dominicano. Nelson por su parte también se había corrido durante aquella tarde. Su próstata fue estimulada de forma continua por el pollón de Carlitos y había derramado semen sobre el mono. Donato ya no podía aguantar más, se había sacado la polla y se estaba haciendo una paja viendo la escena. Se acercó de manera sigilosa por detrás. Tapó con la mano la boca de Carlitos y le susurró al oído

  • Hypnosemeister.

Al instante Carlitos entró en un trance profundo. Donato le pidió que siguiera follándose el culo de Nelson pero que no se iba a correr hasta que no lo hiciera Nelson. Entonces tendría un estallido de semen en el culo del dominicano.

  • Ay que bien follas Carlitos... sigue, sigue, sigue ehhh ehh Don... Donato. Yo, esteeee yooo estaaaaahhh ahhhh joder.

Donato hizo un gesto llevando un dedo a la boca de Nelson

  • Shhhh, me encanta que folléis, quiero que cuando yo no pueda follaros, folléis entre vosotros. Ahora abre la boca. Sé que esto te va a gustar.

Donato se sacó el pié derecho de la bota de goma y se lo llevó a la boca de Nelson. Al verlo Nelson comenzó a sacar la lengua. Estaba tan pervertido en aquel momento que casi se lanza a por el pie de Donato. Carlitos tuvo que emplearse con fuerza y al meterle de nuevo la polla soltó un gemido más grande lo que aprovechó Donato para meter el pie en la boca del negro dominicano. Según sintió el calcetín en la boca comenzó a chupar, a mordisquear a oler aquel calcetín sudado de Donato mientras hacía toda clase de ruidos con la boca. Donato se tumbó y ante aquel masaje bucal en su pie comenzó a masturbarse. El trance de Carlitos fue contagioso y la follada sobre el culo de Nelson junto con la lamida a aquellos calcetines se llevaron a Nelson a un estado de éxtasis. Con los ojos en blanco como si estuviera poseído siguió lamiendo con fruición el pie de Donato de forma que dejó desprevenido al propio Donato quien entraría en trance. No existía nada para ellos salvo sus compañeros. Donato le metía el pie más en la boca. Carlitos apretaba más duro. Más duro. El calcetín de Donato estaba ya empapado en sudor y saliva. El baño que le estaba sometiendo Nelson acabó por hacer que Donato derramara su lefa sobre el mono de trabajo. Donato ofreció al dominicano aquel manjar. Ahora era Nelson el que tras probar la lefa de Donato comenzaría a correrse y Carlitos al notar los espasmos de Nelson le acompañaría. A unos cuantos metros Mohamed volvía a recibir una nueva ración de programación hipnótica haciéndose una paja sobre un mono de trabajo que estaba en el baño. Aquel sería su mono, de su talla y que llenaría una y otra vez de semen, como sus compañeros.