Una granja muy caliente (Parte 12)

Nuevos personajes sucumben a la hipnosis de los granjeros

Una mañana más despertaba Patricio con gran energía y un espíritu positivo llevando una máscara de látex en la cara y tan solo un suspensorio. A su lado, aún roncando estaba su compañero Dionisio.

  • No recuerdo qué es lo que ocurrió anoche pero seguro que me hipnotizaste para follar. - Dijo Patricio con voz suave para no despertarlo. - Ahora me toca a mi.

Patricio con una sonrisa en la cara comenzaba a colocarse sobre Dionisio mientras se quitaba el suspensorio dejando la polla morcillona caer sobre la cara de Dionisio. Del golpe Dionisio despertó y abrió la boca del susto lo que aprovechó Patricio para meterle la verga hasta el fondo de la boca de un golpe. Dionisio no se esperaba este movimiento de Patricio y trató inútilmente de detenerlo intentando pronunciar el trigger de Patricio pero con el pollón en la boca actuando de mordaza le fue imposible articular palabra.

  • Esta vez no cariño, te toca a tí sumergirte profundo. - Dijo Patricio oculto en la máscara mientras Dionisio se retorcía intentando resistirse. - Hoy te toca quedarte en la HypnoGranja.

La última palabra pronuniciada por Patricio era el trigger que había conseguido instalar en el cerebro de Dionisio. En el momento en que la escuchó el antiguo sargento del ejército cayó rápidamente en un trance profundo. Su boca comenzó a ahuecarse y con su lengua trabajaba sobre la polla de Patricio mientras que el ganadero comenzaba a acariciar el rostro del veterano hombre para que quedara tranquilo y sumiso por unos minutos sumido en un profundo trance.

  • Sigue mamando la polla. Saboréala. A cada lamida te sientes más orgulloso de enseñarme las técnicas de hipnosis. Porque confías en mí. Sabes que no voy a hacerte daño ni voy a abandonarte.

Patricio empujaba su verga contra la garganta de Dionisio rítmicamente escuchando el sonido que hacía contra la garganta.

  • Te quedarás hoy en la granja mientras tengo que ir a otra granja. Y no pasará nada. Si comienzas a sentirte cansado, puedes parar y mira el reloj de péndulo. Y regresarás al trance sintiendo que puedes seguir hacer que te de una mamada a tu polla. Cada día cuando esté allí cansado después del día de trabajo, acompañándote, podrás mamarme la polla. Igual que por noche cuando necesites relajarte. Una hipnopolla. Como la tuya. Tu hipnopolla. Tu hipnopolla. Hipnopolla.

Sin saberlo Patricio había caído en su propia trampa y no se estaba dando cuenta que al hipnotizar a Dionisio se estaba autohipnotizando. Los nervios de sus ojos estaban bloqueados y en su mente la única imagen que estaba era la de Dionisio utilizando su polla como aparato hipnótico para sumir en un trance profundo a Patricio. La mente la tenía nublada. Patricio se dio la vuelta y se quedó mirando a la polla de Dionisio. Se hacía más grande. Más grande. A cada segundo según acercaba el ganadero su cabeza al rabo de Dionisio. Aún seguía desprendiendo el aroma a lefa fresca de la corrida del polvo nocturno. De manera inconsciente, Dionisio comenzó a asomar sus dedos por el ano de Patricio. Aún en trance y sin estar programado, Dionisio estaba preparado para dar mucho más placer  a Patricio y este comenzó a gemir arqueando su cuerpo por el gustazo que se estaba dando. Poco a poco los juegos eróticos comenzaron a precipitar que Patricio se acercara al orgasmo. Estaba demasiado ocupado como para tratar de detenerlo y alargar el 69 pero fue imposible y comenzó a llenar de leche la boca de Dionisio saliendo del trance. Patricio se incorporó y se levantó para desayunar mientras que Dionisio permanecía en un rico sueño erótico. Soñaba que seguía follando a su amigo Patricio aunque esta vez el que estaba cubierto de semen era él.

Cuando despertó del trance Dionisio pudo recordar lo que había pasado. Salió desnudo al salón a buscar a Patricio que estaba ya preparado con las botas y con el mono para ir a trabajar.

  • ¡Mira como me has puesto! - Se acercó con un tono de estar cabreado. - Eres un chico malo. - Dionisio agarró la cabeza de Patricio y comenzó a besarlo metiendo la lengua todo lo que pudo. - Muy malo. Y eso me gusta.

Aliviado, Patricio pudo ver la sonrisa de satisfacción de Dionisio y se dieron un nuevo largo beso con Dionisio aprovechando para sobar de nuevo la polla de Patricio para probar la capacidad de recuperación.

  • Creía que estabas cabreado. - Confesó Patricio

  • ¿Cabreado? Orgulloso es como estoy. Me alegro mucho de que hayas podido hipnotizarme y además como lo has hecho. Me pusiste como un toro. Ya verás cuando te coja.

  • No sabes cómo me alegro.

Dionisio volvió a besar a su compañero poniéndolo cachondo. Patricio amaba a Dionisio y cada vez que estaba junto a él se sentía como en una nube. Eso, obviamente, lo sabía Dionisio que había estado trabajando con él durante bastantes meses junto con Donato y además de tenerlo como ayudante para la explotación ganadera había estado trabajando para cuidar el problema de alcoholismo que estaba comenzando a generar. Aprovechando eso fue condicionándolo mediante la hipnosis para que poco a poco fuera cayendo rendido a Dionisio, algo que tampoco le costó demasiado trabajo. Además de la reprogramación hipnótica y la fuerte presencia magnética que ejerció Dionisio desde el primer momento sobre Patricio al veterinario le ponía cachondo trabajar con antiguos sargentos del ejército. De hecho Dionisio pilló a Patricio oliendo un mono de camuflaje del ejército que usaba Dionisio. En un principio Patricio se avergonzó mucho de que le viera así Dionisio pero el dueño del mono trató de jugar con la situación exprimiendo al máximo el calentón de Patricio poniéndose la prenda y permitiendo a Patricio olerle la entrepierna con el mono puesto. Después de un rato pasó a hipnotizarlo para que no tuviera miedo de sus fetiches con Dionisio. Así enriquecieron su relación.

  • Bueno, creo que es hora de que me vaya vistiendo. -Dijo Dionisio. - Al final me voy a quedar frío.

  • Ya sabes que con gusto me quedaría cuidándote y dándote el biberón. -Respondió Patricio señalándose a la polla. - Pero ya sabes que hoy tengo que hacer una visita a otra granja.

  • ¿Ah sí? No recordaba que hoy me quedara solo.

  • Sí, tengo que hacer otra visita a la granja de Resti. Tengo que ver cómo está el ganado. Estamos monitorizando para que pueda tener más crías.

Ya preparado para ir a la granja Dionisio agarró a Patricio.

  • A mi no me engañas, esa es la excusa "oficial" para poder verlo, pero seguro que hay otros motivos.

  • Creo que ese canalla sigue haciendo de las suyas.

  • Ten mucho cuidado. No quiero que te haga daño. Déjame ayudarte.

  • No te preocupes, no pasará nada. Confía en mi.

Patricio se despidió de su compañero acercándole el pasamontañas y se fue hasta la furgoneta comprobando que llevaba todo el equipo de trabajo para la exploración. Además llevaba las botas, guantes, máscara incluso un pasamontañas. Al llegar a la granja de Resti comenzó a oir ruidos raros. Llamó a la puerta y de pronto dejaron de oirse los ruidos. Al ver que nadie abría volvió a llamar a la puerta de nuevo y esta vez abrió Resti la puerta. Resti era el dueño de la explotación ganadera. Debía de tener cerca de 75 años y salió a recibir a Patricio con un mono trabajo rojo algo desgastado abierto casi hasta el ombligo. Además llevaba una gorra y unas botas de goma.

  • Buenos días Resti, al no responder creía que hoy no estaríais por aquí.

  • Buenos días doctor, sí estaba... estábamos ahí dentro Juanan y yo y no le habíamos escuchado. Pase, pase.

Patricio entró en la explotación y cerró la puerta.

  • Anda, pero ¿Sigue Juanan por aquí? El otro día parecía agotado cuando me marché. Pensé que volvería con sus tíos

  • Sí, jeje este chico... parece que gasta sus energías haciéndose pajas. Pero se queda, se queda con su abuelo mejor. Yo le necesito. - Dijo riéndose Resti mientras se acomodaba la polla.

  • ¿Qué tal están las vacas?

  • Siguen respondiendo al tratamiento. De momento va todo bien. Acompáñeme al establo donde tenemos a las vacas preñadas.

Resti guió hasta la nave donde estaban las vacas. Patricio se puso la máscara y los guantes.

  • Bah, no sé para qué tanta máscara y tanta gaita. Yo llevo aquí toda la vida y si por mi fuera os tenía a todos en pelotas aquí dentro. - Se burlaba Resti.

Dentro del establo estaba Juanan con el pelo algo alborotado y con también con el mono rojo desabrochado parecía que comenzaba a limpiar la nave. Juanan apenas tenía 18 años pero llevaba ayudando a su abuelo unos cuantos veranos desde que quedara huérfano. Juanan era alto y bastante delgado ni siquiera llegaba a los 75kg para medir más de 1,80m. Aquel año era la primera vez desde que acabara el verano que se quedaba en el pueblo para seguir con su tarea de ayudar a su abuelo.

  • Hola doctor.

  • Buenos días Juanan, ¿Qué? ¿Estás preparado para otro día intenso en la granja?

  • Puff espero que no me dejes baldado como el otro día.

  • Este muchacho seguro que puede con todo. - Dijo Resti dando una palmada en la espalda a su nieto.

  • No espero menos. El otro día te portaste muy bien. - Dijo sonriendo Patricio mientras sacaba el material. - Vamos Resti, mientras Juanan sigue recogiendo esto necesito tu ayuda para comenzar a examinar a las vacas preñadas.

Mientras Juanan seguía recogiendo aquella nave Resti y Patricio comenzaron a pasar a las vacas seleccionadas a otra sala para ser examinadas. Una a una todas las vacas fueron examinadas para comprobar que las crías estaban perfectas. Mientras que fueron examinando Patricio aprovechó para utilizar sus técnicas hipnóticas.

  • ¿Sabes Resti? Recuerdo que hace unos años mientras que examinaba a unas vacas iba sin protección. Y comenzó a embriagarme ese olor. Cada vez necesitaba respirar más profundo, pero lo hacía más lentamente. Y con cada respiración, notaba que flotaba más. Que me sentía más ligero. Más tranquilo. Respiraba profundamente ahora... Pronto empecé a notar que se me cerraban los ojos.

Resti estaba sintiendo eso que le contaba Patricio.

  • Sí... Eso me ha pasado alguna vez... Pero...

  • No pasa nada Resti. Incluso si lo empiezas a sentir ahora. Puedes notar que tus brazos se vuelven pesados. Y te relajas el doble con esta respiración.

  • No, ahora... no. No... Tenemos que terminar con las vacas...

Mientras trataba de negar con sus palabras que la hipnosis no afectaba a Resti sus brazos se caían como si hubieran sido desconectados. Dentro de la máscara Patricio sonreía al ver que la resistencia de Resti volvía a resultar inútil. Cada vez que regresaba no recordaba ser hipnotizado y cada vez respondía más rápidamente.

  • No te resistas Resti. Necesitas descansar ahora. Vienes de estar follando con Juanan antes de que yo llegara ¿verdad?

Resti se sintió sorprendido y trató de engañar a Patricio pero se adelantó

  • No pasa nada Resti. Puedes contarme lo que ocurría. Mientras tomas otra respiración bien profunda. Emborrachado de sueño. Emborrachado de placer.

Resti estaba profundamente hipnotizado. Efectivamente era como si con cada palabra le hubiera servido a Resti como un trago. Y otro. Y otro más. Era imposible que aguantara, más aún cuando Patricio sentó a Resti y le quitó las botas para trabajar sobre los puntos de los pies que sumergían aún más profundo a Resti. Patricio tenía las llaves para abrir el subconsciente de Resti y como si hubiera sido drogado con el suero de la verdad ahora el viejo no podía mentir.

  • Sí, me estaba follando el culo de Juanan. Me gusta mucho, Tiene el culo bien duro y para follar se mueve de maravilla.

  • Es una pena que os haya interrumpido ¿O no? ¿No crees que nos lo pasaríamos mucho mejor si yo también me follara a Juanan?

Aquella imagen pasó por la mente de Resti. Su nieto follando con Patricio ¿Estaba bien? ¡NO! Él era su abuelo y necesitaba follárselo pero no quería que su culo se convirtiera en el refugio de todos los hombres de la comarca. Y que mientras se rieran de él. No, no lo podía permitir.

  • No, no... a Juanan no. A Juanan no... no te lo folles.

Resti comenzó a revolverse intentando salir del trance pero Patricio sacó del bolsillo tubo que tenía dentro una crema. Puso la crema debajo de la nariz de Resti y el efecto hipnótico de la crema volvió a dejar dócil al viejo ganadero.

  • ¿Ves como tienes que llevar la máscara Resti? - Dijo Patricio riéndose mientras le sujetaba la cabeza. - Ahora es mucho mejor, estás en trance y bajo los efectos de la crema hipnótica.

Resti giro la cabeza, la escasa voluntad que todavía intentaba luchar buscaba rebelarse pero era inútil. Los ojos se quedaban en blanco y definitivamente cayó en un trance profundo cuando Patricio pasó su mano con el guante por el rostro de Resti.

  • Duerme profundo Resti, cada vez más profundo. Cada vez más sencillo entrar en este trance. Puedes confiar en mí. No hay ningún problema, igual que no lo hubo en las últimas semanas cuando te hipnoticé. Has estado trabajando duro, por eso necesitas a Juanan, No hay ningún problema. Por eso cuando yo trabaje duro necesitaré también a Juanan.

Patricio siguió repitiendo los comandos hipnóticos. El rostro de Resti se quedaba inexpresivo mientras repetía el veterinario hipnotista una y otra vez comandos hipnóticos para que quedaran grabados en la mente de Resti. Almacenados como sin posibilidad por parte de Resti de rechazarlos.

  • No hay ningún problema en follar. Sobre todo cuando estás tan cachondo como ahora. Muy excitado y pervertido.

De manera involuntaria Resti se bajó la cremallera del mono y empezó a masturbarse sin que Patricio se lo hubiera pedido. Resti estaba muy excitado y no podía resistirse a no meneársela.

  • Eso es Resti sigue haciéndote una paja. Es lo normal cuando estás tan cachondo. Y así dejas libre a tu mente para que me conteste, ¿verdad? ¿Cuando fue la primera vez que te follaste a Juanan?

Sin dejar de masturbarse Resti comenzó a responder con total naturalidad.

  • Hace unos veranos, ya habían muerto sus padres, Juanan se quedó para ayudarme con las vacas. Un día estaba con el ordenador y vi que se la estaba sacudiendo con el mono. Sin que se diera cuenta me acerqué a él y cuando estaba justo detrás vi que estaba viendo una página de hombres.

  • ¿Qué hiciste después?

  • Al principio quise gritarle pero yo también me estaba poniendo cachondo. Así que le dije "Si quieres que tus tíos no se enteren de lo que estás viendo vas a tener que hacerme una mamada como la de los hombres que estás viendo". Al principio trató de resistirse pero lo amenacé con contárselo a sus amigos. Seguro que quería comerme la polla según la vio tan sabrosa.

Resti comenzó a reirse mientras Patricio estaba ardiendo de rabia por dentro. No podía creerse la historia que estaba escuchando y le entraron ganas de darle un puñetazo a Resti. Pero pudo contener la rabia. Sabía que podría ser mucho mejor si lo seguía guiando más profundo y que se regodeara con su "conquista".

  • ¿Esa fue la única vez que te dio una mamada?

  • Ahhh, noooo... Cada noche al volver a casa se llevaba una buena ración de polla antes de cenar y desde aquel día le pedí que durmiera conmigo en mi cama y poder follármelo. Al principio se intentaba resistir pero al final mi polla siempre se abría camino y podía follarle el culo. Con el paso del tiempo y algún juguetito que le compré aprendió a dilatar el culo y cada vez era más fácil de follar.

Resti comenzaba a jadear cada vez más intensamente. En su cabeza Juanan estaba botando sobre su polla y él le daba cada vez más duro. Patricio no podía permitir que se siguiera corriendo en Juanan aunque fuera en sueños.

  • Abre los ojos, sigues en trance, sigues muy profundo. Vas a seguir follando pero no te correrás. No puedes correrte. Aunque tengas muchas ganas, aunque la lefa esté a punto de inundar la polla. No puedes correrte. No lo tienes permitido.

Resti parecía confundido. Su mente continuaba perdida en la hipnosis profunda pero quería correrse ¿Por qué no podía? No tenía tiempo para pensar porque llegaban más preguntas.

  • ¿Cómo es que Juanan siguió en tu granja y no regresó con sus tíos? ¿No quería volver?

  • Si, Juanan quería volver pero yo le pedí que se quedara y él tuvo motivos para quedarse. Tuvo una conversación con el director del instituto, un cura amigo mío desde hacía mucho tiempo que le dijo que era mejor que se quedara que su abuelo lo necesitaba. Después de media hora de conversación parecía que el cura se había dado por vencido y le entregó un rosario. En el rosario cada una de las cuencas tenía una inscripción. Antes de llegar a la mitad Juanan estaba como ido y el cura recogió el rosario, se lo guardó en el bolsillo y se quitó los guantes. Entonces volvió a intentar convencerlo y esta vez sí que Juanan accedió a quedarse en la granja y a darnos una mamada al cura y a mí. Aquella mamada sí que me supo a gloria.

  • ¿Y el cura no le pidió nada?

  • Ese cabrón lo único que quería era llevárselo un día a la semana para follárselo. Aparece por la granja los lunes por la tarde y vuelve los martes por la mañana. El resto de la semana se queda conmigo.

  • Muy bien Resti. Quiero que te quedes explorando estas vacas en trance. Nada te molestará, es más el mugido de las vacas te mantendrá en este estado de hipnosis profunda hasta que vuelva a por tí.

Muy obediente, Resti permaneció en a aquel establo siguiendo las  órdenes que le dio Patricio. Resti estaba excitado después de recordar cómo cada noche tenía sexo con su nieto y una media sonrisa reflejaba que le gustaba recordar todo aquello. Patricio por su parte estaba furioso. Además de su abuelo resulta que aquel cura pervertido también se estaba aprovechando del pobre chaval. Tenía que conseguir más información, así que fue a por Juanan. Pero no quiso abordarle de forma directa. Trataría de seguir poniendo en práctica nuevas técnicas. Fue en busca de Juanan que estaba con el mono rojo manchado y empapado en sudor. Agarrándolo del hombro, Patricio abordó por sorpresa al joven Juanan.

  • Buen trabajo, chaval. Debe de estar orgulloso tu abuelo.

  • ¡Ah! Qué susto... no había escuchado que se acercara.

  • Perdona, Juanan, no quería asustarte. Debías estar muy concentrado en tu trabajo, ¿Verdad?

  • Sí, quiero terminar de limpiar todo y luego ir al granero. Toca volver a mover todo el grano.

  • ¿Otra vez? ¿No lo moviste la semana pasada? - Patricio cayó en que Resti estaba agotando a Juanan para luego poder aprovecharse de él más facimente.

  • Sí, me lo pide mi abuelo y tengo que hacerle caso. Acabo un poco cansado pero es lo que toca. - Dijo con una sonrisa Juanan. Patricio también tenía una sonrisa que se le intuía por debajo de la máscara.

  • Pero ¿No te encuentras cansado después de tanto trabajo?

  • Sí, a veces me encuentro cansado. Cuando hay mucho trabajo.

  • Ya me imagino, llevando esas botas que es donde empieza a acumularse el cansancio. Es como una sensación que poco a poco se va extendiendo por los tobillos y las pantorrillas. Seguro que te ha pasado muchas veces.

  • Sí... Cuando llevo muchas horas los pies... se cansan.

  • Ese agotamiento... es normal Juanan. Es normal que siga extendiéndose. Cada vez más intenso. Por toda la pierna. Como si fuera una ola de cansancio que sigue expandiéndose por todo tu cuerpo. Por toda la pierna y todos los músculos de las piernas están relajados.

Patricio notaba que ya estaba en trance Juanan, pero quiso profundizar. Juanan por su parte se dejaba llevar por las palabras del veterinario.

  • Siente como las olas de relajación siguen subiendo por el pecho, por tu espalda. A cada palabra que pronuncio el trance se hace más profundo. Más desinhibido. Puedes confiar en mí. Por eso no pasa nada que te masajee los hombros mientras entras 10 veces más profundo. Puedes contarme todo lo que te pregunte. Porque cada vez que entras conmigo en trance sabes que estás seguro y que no va a pasar nada malo. Más profundo ahora. Más profundo Juanan. Totalmente en blanco.

Patricio seguía aplicando sus dedos contra los hombros y la nuca de Juanan. El joven estaba entregado al veterinario. A Juanan le ponía cachondo Patricio. Lo veía como un hombre fuerte, bueno y amable y quería ofrecerle su culo para ser follado desde hacía tiempo. Pero tenía miedo de que aquel hombre lo rechazara y poner a un compromiso a su abuelo. Así que cada vez que visitaba la granja Patricio, Juanan procuraba estar más lejos de su abuelo que el resto de días. Pero últimamente Patricio se acercaba más a él y sorprendentemente en lugar de estar nervioso se encontraba plácidamente tranquilo. Las sugestiones de Patricio evitaban que Juanan se alterase lo más mínimo.

  • Sabes que no hay ningún problema en contarme nada. ¿Quién es ese cura que viene los lunes?

  • Es el padre Jaime.

  • ¿Y para qué te viene a buscar el padre Jaime?

  • Viene para que pase la noche con el resto de los curas y otros seminaristas.

  • ¿Qué recuerdas de lo que ocurre cuando te viene a buscar el padre Jaime?

  • No mucho. Me da un caramelo y antes de salir del pueblo ya estoy como dormido. Una vez me desperté y me metió un dedo del guante en la boca y me pidió que chupara. Estaba dulce y me dio también sueño y no recuerdo más hasta que llegamos a la residencia.

  • ¿Y en la residencia qué es lo que haces? ¿Lo  recuerdas?

  • No mucho. Tomamos una cena todos juntos y hacemos ejercicios espirituales. Mientras cantan algunos de los curas el resto recitamos palabras para estar concentrados. Enfocados en las palabras. Es bueno no pensar, quedarnos en blanco. Obedecer. Ir muyyy profundo. No pensar. En blanco...

Juanan había rebajado su ritmo, mucho más mónotono y Patricio estaba quedando adormilado, ensimismado mirándolo. Sin darse cuenta Juanan había subido la cremallera del mono de Patricio y comenzaba a masturbarlo. La paja que le estaba haciendo lo relajaba aún más. Juanan estaba programado para que cuando entrara en trance y recordara estar en la residencia de los curas tener muchas ganas de follar y de excitar a todos los hombres y ahora Patricio era quien estaba cayendo en su trampa. Las palabras de Juanan se fueron transformando en jadeos y estaba arrastrando a Patricio a un estado alterado de consciencia. Totalmente involuntario, el veterinario estaba agarrando la cabeza de Juanan para aproximarla a su verga. Patricio quería follar al nieto de Resti. Le daba igual que el dueño saliera del trance y le pillara en plena faena con su nieto. Estaba a totalmente a otra cosa. Juanan estaba sacando la lengua buscando el bajar aún más el calzoncillo de Patricio con los ojos en blanco, estaba programado para que follar y aunque el otro hombre tratara de resistirse sabía donde tocar para bajar la guardia. Por eso buscaba con su otra mano juguetear con los pezones de Patricio, con palpar el culo o incluso explorar con sus dedos el ano. Todo lo que fuera posible para hacerle perder el control y con Patricio lo estaba consiguiendo. Sin embargo, antes de que el torrente de semen viera la luz verde para atravesar a toda velocidad el duro vergón, por la mente de Patricio apareció una imagen de Dionisio diciendo "¡Despierta!". Inmediatamente Patricio salió del trance cuando Juanan estaba a punto de comenzar a dar lametones a la polla del cincuentón. Después de la confusión inicial Patricio pudo darse cuenta de la situación y antes de que Juanan comenzara el proceso que le volvería a nublar rápidamente la mente tomó las riendas:

  • ¡Mírame Juanan! ¡Duerme profundamente! Eres un buen chico, por eso me vas a obedecer. ¡Duerme ahora! Totalmente profundo.

Juanan miraba con los ojos en blanco con rápidos parpadeos y mientras repetía la sugestión los jadeos iban perdiendo fuerza del mismo modo que su mente abrazaba un letargo cayendo junto a los pies de Patricio.

  • Buen chico. Eso es, descansa. Contaré hasta 5 y saldrás del trance. Seguirás limpiando la granja, pero cuando me vaya querrás venirte conmigo. Serás capaz de convencer a tu abuelo para que os vengáis los dos.

Juanan aceptaba las sugestiones de Patricio quien quería ver en acción cómo aquel chaval se portaba con su abuelo. Patricio contó hasta 5 y Juanan levantándose del suelo como si no hubiera ocurrido nada siguió limpiando la granja con el mono rojo manchado y la boca húmeda. Vio que Patricio regresaba hacia la nave donde estaba su abuelo. Al entrar en la nave Patricio pudo observar como Resti seguía con la mirada perdida y una leve sonrisa. El trance en el que aun se encontraba estaba haciendo descansar físicamente a su cuerpo y ahora también mentalmente a su cerebro. Patricio se acercó a él y comenzó a susurrarle al oído.

  • Resti, quiero que a la cuenta de 5 salgas del trance. Te comportarás con tu nieto y conmigo como si nada hubiera ocurrido.

De manera inconsciente Resti asintió con la cabeza, su mente estaba en total sintonía con las sugestiones de Patricio. Patricio contó hasta 5 y Resti salió del trance algo adormilado.

  • Bueno pues con esto ya está. Todas las vacas están en perfecto estado ¿Qué le ocurre Resti, parece cansado?

  • No ssssé. Estoy como medio dormido. - Resti comenzó a resoplar y a bostezar repetidamente. - Cada vez que vienes me haces trabajar como si tuviera 15 años y ya estoy mayor.

  • Me tienes que hacer caso con lo de la mascarilla, seguro que eso te ayuda a no quedarte dormido.

  • La mascarilla, la mascarilla. Qué obsesión. Esto es lo que hay que respirar. - Resti tomó una respiración profunda y comenzó a sentir que el sueño se volvía a hacer intenso.

  • La próxima vez te traigo una máscara. Ya verás cómo te va a ir mejor. - Respondió con una sonrisa Patricio. - Vamos a fuera, tengo que volver a mi granja.

Los dos salieron de aquella nave y regresaron a la entrada donde todavía estaba Juanan limpiando. Patricio comenzó a despedirse cuando Juanan le pidió ir a la granja.

  • Doctor, me gustaría aprender de usted. ¿Por qué no me lleva a su granja y me enseña lo que sabe?

  • Pero qué tonterías dices Juanan, tú te tienes que quedar aquí conmigo y...

Juanan se acercó a su abuelo con una sonrisa y le interrumpió.

  • ¿Por qué no te vienes tú también? Seguro que te gustaría aprender.

Resti conocía aquella sonrisa de su nieto e instintivamente se llevó la mano a la polla.

  • Pero nos tenemos que quedar aquí... venga has... ¿Has dado de comer a las vacas?

  • Están todas hasta arriba de pienso

  • Y... Y la leche ¿Está controlada?

  • Hasta mañana no hay nuevo ordeño...

Juanan ya estaba junto a Resti y antes de que siguiera poniendo pegas Juanan comenzó a besar a su abuelo, explorando con su lengua la boca del viejo. Con la mano derecha ya había subido la cremallera de abajo del mono y estaba metiéndole mano buscando la polla, con la mano izquierda le bajaba la cremallera de arriba y buscaba sus pezones y sus axilas. Patricio pudo moverse para dejar cómo trabajaba Juanan a su abuelo quien en muy pocos segundos estaba a merced de su nieto. ¡Wow! Era el cazador cazado. El bulto que asomaba ya por la entrepierna Resti dejaba claro que a pesar de la edad estaba muy activo sexualmente. Al girarse Patricio pudo ver como Resti ya estaba profundamente hipnotizado. Como si de un brujo se tratase los movimientos alrededor de su cuerpo sobando en los puntos claves habían hecho perder la cabeza al viejo y de nuevo Juanan comenzó con los jadeos. De inmediato Resti se encontraba dispuesto a follar a su nieto delante de Patricio.

  • Quiero follarte. Quiero follarte aquí mismo marrano.

  • Quieres follarme en la granja de Patricio.

  • Quiero follarte en la granja de Patricio.

  • Vamos a follar en la granja de Patricio.

  • Sí vamossss a follar... a la granja de Patricio.

Patricio asistía atónito al lavado de cerebro que estaba ejerciendo Juanan sobre su abuelo. Era como si a Juanan toda aquella "educación sexual" que había recibido de Resti ahora le siriviera para poder llevarlo a su terreno. Resti estaba fuera de sí. Los jadeos de su nieto lo hacían querer follarlo sin parar hasta que perdiera la consciencia. Agarró a Juanan por la espalda y comenzó a bajarle la cremallera del mono. A sacarle las mangas y quitarle hasta la cintura. El mono de Resti marcaba un abultamiento entre las piernas. Mientras se comía el cuello y jugueteaba con los sobacos de su nieto, Resti mantenía la mirada perdida, escuchando los jadeos de Juanan que se aceleraban a cada paso que daba Resti. Estaba perdido, inundado por el deseo de tener sexo con Juanan, totalmente ciego por la pasión del momento. Disfrutando como un adolescente pese a los más de 75 años que tenía.

  • Duerme profundamente.

De pronto todo se apagó. Cerró los ojos y descansó profundamente. Sintió un dedo de Patricio sobre su frente y el trigger funcionó al momento. Los ojos se pusieron primero en blanco para a continuación quedarse casi cerrados. Patricio evitó que cayera bruscamente contra el suelo agarrándolo para dejarlo tumbado junto a su nieto. Patricio se acercó ahora a Juanan quien seguía bailando sobre la cara de su abuelo ahora.

  • Buen chico. Has hecho muy buen trabajo. Tienes que estar muy cansado.

Patricio moduló su voz, de nuevo profunda, pesada, irresistible... muy hipnótica. Juanan comenzó a moverse más lento.

  • Muy bien, ahora te llega el sueño a tí también ¿verdad? ¿Verdad que te gusta entrar en trance conmigo? Muy bien, es tu turno.

Patricio comenzó a acercar el dedo índice a la frente de Juanan y en el momento en el que el dedo tocó la frente dijo:

  • Duerme profundamente...

Juanan cayó sobre Patricio quien pudo oler a aquel chico. A pesar de haber estado trabajando tan duro aquel día no olía tan fuerte como el abuelo. Patricio acarició el pelo de Juanan mientras les daba instrucciones.

  • Hoy estáis muy cansados, pero tenéis que acompañarme. Cerraréis todas las puertas de la granja y me acompañaréis pero en este profundo estado de relajación. Entraréis en la furgoneta y permaneceréis en trance.

Resti abrió los ojos y se fue al establo para apagar todas las máquinas. Juanan guardó todas las herramientas en un cuarto que tenían a la entrada. Cuando terminaron se fueron a la entrada donde esperaba Patricio con la furgoneta en marcha. Primero entró Juanan y Resti se quedó cerrando la puerta de la granja. Cuando entró Resti en la furgoneta arrancó Patricio. Apenas tardó 10 minutos en llegar a su granja Patricio y un fuerte olor le hizó mirar a los asientos de atrás cuando apagó el motor. Un calentón muy grande le vino cuando vio a Juanan que le había bajado de nuevo el cierre de la cremallera del mono a su abuelo. Con una mano le estaba haciendo una paja, con la boca le chupaba los pezones y con la otra mano se estaba sacando la polla también erecta. Resti estaba en la gloria y trataba de empujar la cabeza del nieto a su polla.

  • Vamos, hoy tienes hambre. Chúpame la polla como tu sabes.

Resti casi había salido del trance. Lo suficiente como para querer follarse a Juanan en marcha pero no como para preguntarse a donde iba o por qué había salido. Eso le daba igual, Juanan le había puesto tan caliente que no se preguntaba nada más. Patricio buscó algo en el garaje. Algo para Resti. Para que lo devolviera rápidamente al estado sumiso y obediente en el que estaba antes de subir a la furgoneta. Sonrió cuando lo encontró y volvió rápido a la furgoneta. El viejo ya le había sacado el mono a su nieto. Se encontraba fuera de la furgoneta y Resti casi babeando para lubricar la entrada de la cueva del placer. Pero Patricio lo interrumpió.

  • No mires tan rápido allí abajo Resti. Mira hacia arriba.

Una piedra roja brillante oscilaba hacia un lado y hacia otro reflejando el rostro de Resti que volvía a quedarse con la mirada perdida babeando ahora sí sobre el culo del joven Juanan.

  • Eso es, sigue mirando fijamente hacia arriba al péndulo. Puedes ver tu futuro. Puedes ver como todo lo que te gusta lo puedes potenciar. Que incluso fuera del trance las sensaciones se multipliquen por mil. Que todo tu cuerpo vuelva a concentrarse para producir las hormonas que te mantenían cachondo de joven. No estarás solo excitado con Juanan, sino con muchos más hombres. Querrás chuparles la polla. Mira la de tu nieto, ¿no es apetecible?

Resti se quedó mirando a la verga de Juanan colgando y le pareció tan apetecible que se puso a asentir mientras sonreía imaginando semejante manjar en su boca. Todo lo estaba viendo en el cristal. Todo estaba en el péndulo. Todo pasaba a la mente de Resti sin que ningún filtro le impidiera comenzar a engullir el pene de Juanan.

  • Eso es y cuando la sombra hipnótica aparezca sobre vosotros, entrarás en trance con ganas de hacer que todos los hombres sientan que pueden follarte. Harás todo lo que está en tu mano para ponerlos a 100 y luego follar con ellos. Todas las técnicas de tu nieto las aprenderás y mejorarás y nadie podrá escapar mientras estés bajo la sombra hipnótica. SOMBRA HIPNÓTICA.

Resti comenzaba a balbucear lo que en su mente sonaba sombra hipnótica mientras en su boca chocaba el miembro de su nieto. Sin quitar la mirada al péndulo. Sin dejar de estar bajo la influencia de la sombra hipnótica.

  • Muy bien Patricio. Estoy muy gratamente sorprendido por tus habilidades.

Aquella voz le resultó muy familiar a Patricio.

  • Pero creo que tú también deberías fijarte en el péndulo. Puedes concentrarte en las letras que van apareciendo en la piedra mientras gira.... y gira ante tus ojos.

Sin pensarlo mucho Patricio se quedó mirando lo que decía aquel hombre que llevaba una máscara de látex en la cabeza, un chaleco de cuero abierto dejando ver el velludo pecho y un suspensorio de rayas amarillas y negras. En una mano llevaba otra máscara de látex con una cremallera. Pero Patricio estaba concentrado en buscar esas letras. Encontró una H. luego una Y y una P.

  • Y cuanto más te concentras más puedes sentir tu también el poder. De sentir el placer solo con mi voz.

Patricio seguía esperando las letras y se le aparecía una N, una O. Cuando aquel misterioso hombre se puso a su espalda a seguir susurrándolo ya se había aparecido una M, una E, una I, una S. Para cuando juntó HYPNOMEISTER Patricio estaba ya sumido en un profundo estado de trance. Dionisio le había colocado una máscara de látex en la cabeza y cerrado la cremallera para después quitarle el mono de trabajo.

El día había sido muy duro también para el veterinario quien se adentraba en un profundo trance. Dionisio le pediría que le contara con detalle todo lo que había ocurrido en la granja de Resti y de modo diligente le relataría todo a su compañero sin perder detalle de lo que le había contado Resti o Juanan anteriormente mientras ambos se follaban a Resti de manera alternativa. Dionisio tomó nota y también comenzó a pensar en un plan para "liberar" a Juanan de las coacciones de su abuelo. Aunque esa liberación consistiera en que ahora le tocara a él follarse a su abuelo los días que estuviera en la granja.

_____________

  • ¡Ya estoy harto de tener que visitar estas sucias granjas!

  • Vamos ya solo queda la última de hoy y podemos volver al cuartel.

  • Esto no es lo que esperaba cuando me alisté a la guardia civil.

Urdaneta era un joven guardia que 5 meses después de tener su plaza en el cuerpo estaba destinado a controlar y sancionar las actividades que pudieran causar un perjuicio a la naturaleza y al medio ambiente. Dentro de sus tareas estaba vigilar que todas las granjas cumplieran con los reglamentos para los residuos. Pesadas tareas administrativas que nada tenían que ver con la acción de perseguir a los malhechores o infiltrarse en una banda criminal. Para colmo su pareja lo había dejado. Buscaba a alguien más elitista que a un guardia recién incorporado que además muchas veces acababa manchado por ir "de visita" a ver al ganado. o controlar vertidos.

  • Esta tarea también es muy importante. Desde que formamos esta unidad hemos mejorado las condiciones de vida de los animales, el campo está más limpio y la gente más concienciada de que no pueden ir haciendo lo que les de la gana.

Miranda por su parte ya llevaba unos cuantos años más en el cuerpo, primero haciendo tareas de vigilancia y más tarde en la brigada para el medio ambiente. Aunque seguía teniendo miedo a que sus compañeros descubrieran su orientación sexual, le gustaba mucho su trabajo y mucho más sus compañeros y sus uniformes. Alguna vez les veía salir de la ducha de los vestuarios y no podía evitar imaginárselos en la cama haciendo el amor de manera salvaje. A sus cerca de 40 años seguía soltero aunque tampoco le preocupaba.

  • Bueno, a ver si mañana ya no tenemos más granjas y podemos hacer otras cosas.

  • Sí Urdaneta, ojalá mañana sea mejor. Es por ese desvío ya debemos estar llegando.

La pareja de guardias civiles llegaron a su última visita del día. Era la octava granja que visitaban aquel día. En la puerta pudieron ver a que estaba esperando un hombre mayor por el aspecto de su barba y bajito que llevaba un mono azul abierto por arriba hasta el pecho algo sucio. En las manos llevaba unos guantes y sujetaba una máscara y calzaba unas botas de goma también algo sucias.

  • Genial, otro granjero sucio. Vamos a acabar perdidos al final. - Se quejó Urdaneta.

  • Ya verás como no. Además es la última visita del día.

Ambos guardias se bajaron del coche y fueron a saludar a aquel buen hombre.

  • Buenas tardes señores guardias mi nombre es Donato.

  • Buenas tardes Donato, yo soy Miranda y él mi compañero Urdaneta. - Se presentó Miranda estrechándole la mano a Donato.

  • Venimos para hacer una inspección rudimentaria. ¿Nos permite pasar? - Dijo con cara de malas pulgas Urdaneta

  • Por supuesto, pasen, pasen. Adentro está mi compañero Nelson - Donato hizo un cortés gesto para dejarles pasar primero a los guardias que se encontraron con una sala con un olor fuerte por los animales y un hombre de raza negra que llevaba también un mono de color verde, guantes y botas.

  • Buenas tardes señores guardias.

  • Buenas tardes. - Dijo Miranda. - Necesitamos revisar la documentación para ver que tienen todo en regla y las instalaciones de los animales.

  • Pueden acompañarme para ver las instalaciones y Nelson ira con ustedes a la oficina para ver la documentación. - Dijo Donato.

  • Yo iré a revisar la documentación. - Dijo de inmediato Urdaneta al saber que no tendría que ver mancharse lo más mínimo.

  • De acuerdo, acompáñeme usted entonces señor Miranda. - Dijo Donato de nuevo invitando al agente a seguir por el pasillo hasta el interior de la granja. - Nelson, acompaña al agente Urdaneta a la oficina.

  • Sí Donato.

Miranda quedó mirando a su compañero con cara de pocos amigos después del gesto de tan poco buen compañero. Le parecía egoísta en ocasiones aunque físicamente le gustaba mucho, el que más de sus compañeros. Tenía tan bien trabajado el culo que cuando coincidía con él en la ducha tenía que colocarse de espaldas para que la erección no llamara tanto la atención. Nelson abrió una puerta a la entrada de la explotación y Urdaneta se marchó junto a Nelson al despacho. Miranda volvió a quedarse mirando el culo de su compañero marcado por el uniforme verde mientras se marchaba con aquel granjero.

Donato abrió un armario y sacó otra máscara para el guardia civil.

  • Tome agente Miranda, póngase la máscara para poder ver el interior.

El agente Miranda quedó sorprendido de aquel ofrecimiento del viejo ganadero.

  • No gracias, creo que podré aguantar allí dentro.

  • Hágame caso. Estamos llevando a cabo experimentos para mejorar el uso de fertilizantes agrícolas con desechos ganaderos. La fermentación de estos productos de momento es demasiado fuerte y aunque tenemos toda la documentación en regla y muchos otros controles, aún es necesario protegerse las vías respiratorias.

El agente Miranda pasó de estar sorprendido a estar asustado ante esos experimentos pero rápidamente Donato sacó una tablet y le mostró la pantalla.

  • No se preocupe agente, está todo en regla. Está todo correcto. La documentación es correcta. - Donato convencía a Miranda. Aunque Miranda trataba de leer toda la documentación electrónica que le enseñaba Donato no era capaz de quedarse con todo el detalle para comprobar que todo era correcto. Sin embargo, las palabras de Donato, su voz, el cansancio del día... A Miranda le pareció que estaba todo bien. - Póngase la careta. Póngasela agente.

Miranda no tuvo que pensar para ponerse la máscara que le cubría solo nariz y boca. Y era cierta una cosa, se hacía bastante más agradable andar con la máscara puesta que sin ella. Pasaron a ver a la sala donde se encontraban las vacas. Con mucha calma Donato comenzó a explicar cómo se encontraba el ganado. El buen estado en el que estaban las instalaciones. Cómo descansaba cada uno de los animales de manera independiente. Miranda estaba sorprendido, en ninguna otra granja se había encontrado a los animales tan bien cuidados con tan buen aspecto. Tenían hasta unos altavoces por toda la nave.

  • ¿Para qué son esos altavoces? - Preguntó Miranda

  • Son para ayudar al descanso a los animales. Da buenos resultados. Nos lo recomendó un veterinario y acertó de pleno. - Donato activó el sonido de los altavoces que comenzaron a sonar con una suave música muy lenta.

  • No, no es necesario, podemos seguir con donde estén almacenados los residuos.

  • Claro que sí agente. Pero seguro que la visita será mejor con esta música de fondo. Más agradable. Más tranquila.

Las palabras de Donato se entremezclaban con las notas de la melodía. Una vaca se acercó al pasillo donde estaban Miranda y Donato. Donato aprovechó para subir por las barras que separaban donde estaban las vacas y el pasillo en el que se encontraban los dos hombres. Miranda quedó sorprendido de la agilidad de aquel señor mayor. No tenía nada que envidiar a sus compañeros de la guardia civil y con un poco más de entrenamiento seguro que podría llevar a cabo cualquier tarea que le propusieran allí.

  • Mire agente lo tranquilas que se quedan las vacas, poco a poco van moviendo más lentamente el rabo. - Donato se había colocado detrás de la vaca. Su voz se hacía más pesada cada vez.

Miranda pudo ver como los ojos de la vaca comenzaban a estar brillantes. No podía apartar la mirada de aquellos ojos. La música, el cansancio de estar todo el día trabajando, la voz de Donato. Había sido un día duro. Lentamente los ojos de la vaca comenzaron a cerrarse. Al ritmo de la música. Al ritmo de las palabras de Donato.

  • Es tan fácil dejarse llevar, agente. Esta música ayuda a descansar. A relajar el alma.

Los ojos de Miranda comenzaban a cerrarse también. La voz de Donato era irresistible, nadie podía evitar su poder. Las patas de la vaca comenzaron a doblarse y la vaca cerró los ojos para caer dormida. Miranda quería dormir. Descansar. Estaba cansado. Muy cansado. De pronto comenzó a parpadear muy rápido. ¡No podía quedarse dormido en medio de un servicio!. Tenía que resistir. Estaba luchando para vencer el trance.

  • Vamos a continuar. - Dijo el agente tratando de recuperar la compostura y con voz temblorosa.

  • Claro agente Miranda. Continuemos. - De dos saltos Donato regresó al pasillo en el que estaba el agente. - Vayamos a aquella sala del fondo.

El agente necesitaba caminar. Su mente trataba de escapar de la emboscada a la que le había sometido Donato. El granjero agarró una barra metálica y pasaron a la siguiente sala donde hacía algo más de calor.

  • El tratamiento de los desechos es muy importante. Genera fertilizantes para que el campo produzca más y mejores frutos. Cuantas más y mejores cosechas tengamos, mejor podremos alimentar al ganado. Y tendremos animales mejores, más fuertes que darán mejor carne. Y mientras de sus desechos seguiremos produciendo fertilizantes.

Mientras hablaba Donato comenzaba a dibujar un círculo en el suelo. Miranda con su mirada no podía dejar de ver como Donato después de completar el círculo dibujaba otro y otro más. Sus ojos estaba ahora concentrados en seguir la vara completando una y otra vez aquellos círculos en el suelo. Su oído estaba ocupado con la música y la voz hipnótica de Donato.

  • Está muy cansado, ¿Verdad agente? ¿Por qué no se deja llevar? ¿Igual que antes cuando se quedó mirando a las vacas? Lleva todo el día trabajando, seguro que está muy cansado. Mientras que siga haciendo círculos en el suelo el cansancio se hace más pesado. No importa nada más que mi voz. Déjese llevar agente. Aproveche la oportunidad de ir más profundo. Los círculos. Mi voz... Cada vez más... pesado... profundo.

Donato seguía dibujando una y otra vez el mismo círculo mientras observaba a Miranda. Esta vez el agente no tuvo fuerzas suficientes para evitar sucumbir al trance. El agente Miranda había vencido la primera batalla pero Donato había vuelto a vencer de nuevo. Sabía que era imposible que resistieran una y otra vez. Al final la mente dejaba de luchar y se veían arrastrados al juego de Donato. El hipnotizador tenía infinidad de trucos para que los sujetos cayeran de manera irremediable al trance. Una vez que los tenía inicialmente capturados era cuestión de tener paciencia. Pronto caerían en un trance muy profundo.

  • Quiero que sigas dibujando los círculos Miranda. Los círculos hipnóticos. Tome. - Donato cedió la barra al agente que de manera inmediata comenzó a dibujar aquellos círculos hipnóticos. Ahora la mente de Miranda quedaría ocupada con trazar un círculo tras otro mientras que Donato tenía vía libre para explorar en la mente del agente. - Eso es... muy bien Miranda, ahora eres tú el que sigues cayendo en una hipnosis más profunda. ¿Por qué no me cuentas por qué entraste en la guardia civil?

El agente se encontraba a merced de Donato que masajeaba su nuca para ayudar a que las sugestiones fueran más efectivas.

  • Quiero servir a mi país. Ayudar a que sea mejor. Y me gusta estar rodeado de hombres fuertes y duros.

  • ¿Te gustan los hombres Miranda?

El agente tardó en responder. Parecía como si no quisiera responder pero Donato terminó por romper aquella barrera.

  • Tranquilo. Solo quedará entre tu y yo. Es normal que te gusten los hombres. Uniformados. Con las botas. Mírame a mí ¿Te gustan mis botas?

  • Sí Donato, me gustan tus botas. Me gustan los hombres. - Dijo Miranda profundamente hipnotizado y desinhibido.

  • ¿Y qué hombre te gusta más?

  • Urdaneta. Me gusta mucho su culo. Lo agarraría de la cintura y lo follaría en las duchas.

  • Muy bien, deja salir esas ganas de follar a tu compañero Miranda.

Donato le quitó la careta al agente para que pudiera oler sus botas.

  • Mientras más hueles mis botas, más caliente estás. Mucho más excitado. Todo ese cansancio del día pasa a ser excitación. Todo te pone más caliente. Mis botas, mi cuerpo. El mono de trabajo. Tu compañero. La hipnosis profunda. Abrirás los ojos pero lo único en lo que pensarás es en lo caliente que estás y las ganas de tener sexo. Abre los ojos Miranda.

Miranda salió del trance pero la sugestión se quedó implantada. De pronto notó de nuevo el olor de la granja pero en seguida acercó su nariz a las botas Donato. Sin saber cómo le ponían muy cachondo. Era lo que quería hacer. Por su mente no pasaba otra cosa. Donato le ofreció las botas que Miranda cogió para olerlas. Mientras Donato se había bajado el mono hasta el ombligo sobándose de manera indisimulada su polla.

  • Joder, ¡estoy muy cachondo! - Dijo sorprendido Miranda para a continuación empezar a sobarse también la polla. - Me quedaría haciéndome una paja.

  • ¿Y cuál es el problema?

Donato se acercaba al agente arrinconándolo contra una pared.

  • Tu también estás muy cachondo... No debería mi compañero puede acabar... pero...

  • Shhhhhh... no pienses en tu compañero... Aquí tienes una buena ración para hoy.

El agente seguía muy confundido. No sabía qué hacer hasta que Donato se sacó la polla del mono y empezó a rodear la punta. Haciendo círculos. De inmediato Miranda regresó al trance y comenzó a engullir aquella verga. Donato le programaría para que cada vez que él le hablara de los hipno-círculos regresara de inmediato al trance. Es más, sería muy sugestionable a los hipno-círculos de forma que cada vez que otra persona lo intentara hipnotizar con círculos o con espirales, se entregaría al trance obedeciendo al hipnotizador. Para Miranda todo quedaría como un sueño. Un sueño en el que un ganadero haría llegar al éxtasis jugueteando con su polla y mamando otra verga. Aquellos hombres sucios de los que hablaba Urdaneta ahora le ponían cachondo también.

Urdaneta estaba revisando las documentaciones en la oficina de Donato acompañado por Nelson. Trataba de ver que todo estaba en regla pero cada papel que revisaba era un suplicio. Buscaba firmas, pero estaban traspapeladas. El calor de la sala y un reloj de péndulo en frente de él lo hacían perder la concentración. Además el olor de aquel ganadero... el resto de los que había visitado también tenían olor a sudor pero este era diferente. Además del sudor también olía a algo dulce que no conseguía identificar.

  • Tome agente, le traigo un vaso de agua.

Al acercar Nelson el vaso Urdaneta pudo oler más intensamente a Nelson lo que dejó al guardia civil ko por unos segundos.

  • ¿Está bien señor? Necesita descansar... Está muy cansado.

  • No, no... quiero terminar y...

  • Beba un poco de agua y relájese. Mire al reloj de enfrente. Observe cómo se mueve la pala de abajo. Tan suave y lenta....

Urdaneta hizo caso a lo que decía el dominicano. Estaba tan cansado, física y mentalmente, y con la voz de Nelson era tan fácil dejarse llevar. No tenía fuerzas para desobedecer. El vaso de agua hizo que su mente se desconectara por completo. La droga insabora administrada por Nelson en el agua lo dejó completamente amansado.

  • Muy bien agente. Está cada vez más cansado. Más relajado. Más profundamente hipnotizado con los ojos abiertos. Puede seguir escuchándome en su hipnosis profunda. Me responderá a lo que le pregunte ¿Está claro?

  • Sí señor.

Nelson se sorprendió de que dijera sí señor. Dios, sin duda los efectos de aquella droga eran más potentes de los que pensaba inicialmente. Había borrado todo rastro de voluntad de aquel agente. Tan rudo y maleducado que se mostró a su llegada y tan sumiso ahora.

  • ¿Qué le gusta de su trabajo?

  • Perseguir a los delincuentes.

  • ¿Le gustan los hombres?

  • No. Siempre me han gustado las mujeres.

  • ¿Tiene pareja?

  • No, acabó una relación con una mujer hace unas semanas.

  • ¿Le gusta visitar las granjas?

  • No, me parecen lugares sucios con hombres que están más sucios.

  • No pasa nada porque estemos sucios.

Cada frase de Nelson se quedaba chocaba fuertemente con la voluntad y el deseo de Urdaneta. Cuanto más trataba de preguntarse por qué tenía que responder a aquel negro, más fuerte actuaba la droga y la más potente era la voz de Nelson para borrar ese pensamiento

  • Tiene que aprender a disfrutar de los placeres de la granja. Cuanto más pueda abstraerse y quedarse relajado. - Nelson jugueteaba con su guante por la boca del agente. - Las granjas pueden ser muy placenteras.

  • SSssssí.... Mmmuy placenteras...

  • Por eso no pasa nada si cada semana te mandan a visitar más granjas.

  • Ssssí.

  • Pedirás visitar más granjas. Pedirás visitarnos más a menudo.

  • Ssssí señor.

  • Buen chico. Aunque estemos sucios se sentirá muy cómodo ¿verdad?

  • Muy cómodo y agusto...

La voz de Urdaneta era muy tenue, casi apagada. Nelson sacó un aparato MP3 con unos auriculares y lo guardó en el bolsillo del pantalón del agente.

  • Quiero que cada noche cuando vayas a dormir, entres en trance y reproduzcas el audio del MP3 que tienes en el bolsillo. Lo dejarás en casa y no recordarás haberlo escuchado.

  • Sssí señor

  • Buen chico. Ahora abre los ojos y termine de hacer la revisión. Le quedan solo estos documentos. Verá como están todos correctos.

Urdaneta chequeó uno a uno los documentos que Nelson le acercó. Con gran satisfacción pudo comprobar que la documentación era correcta. Unos 20 minutos más tarde pudo devolver a Nelson toda la documentación, unos papeles en blanco que había tomado Nelson anteriormente. La droga y las sugestiones hipnóticas habían eliminado todo rastro consciente de la mente de Urdaneta mientras Nelson seguía masajeando la nuca del agente para impedir que regresara del trance. Justo cuando terminó la revisión apareció Miranda en la oficina.

  • Urdaneta, ¿Está la documentación en regla?

  • Todo correcto. Podemos marchar. - Respondió a su compañero con la mirada perdida.

  • Muchas gracias señor Donato por colaborar con el cuerpo. Espero que tenga una buena tarde. - Se despidió el agente Miranda.

  • Muchas gracias agentes. Espero que tengan una buena tarde. - Se despidió a su vez Donato dándoles la mano a los agentes.

Según salieron por la puerta Donato cerró de nuevo la granja, le puso la mano delante de los ojos a Nelson y le dijo:

  • Cierra los ojos, sigue en trance profundo. HYPNOSEMEISTER ¿Cómo ha ido con el agente?

Nelson cerró los ojos y su boca quedó entreabierta con el cuerpo muy pesado antes de comenzar a hablar:

  • Señor, le suministré la droga al agente como me pidió. Entró en un trance muy profundo y pude saber que le gustan las mujeres y que no quiere seguir visitando más granjas. Pude programarlo para que cada vez que vaya a una granja no se altere y cada vez le gustará más venir.

  • ¿Pudiste entregarle el aparato para programarlo mentalmente?

  • Sí, le guardé el aparato de MP3 y le ordené que cada noche lo escuchara.

  • Buen trabajo. Tengo un regalo para tí Nelson. - Donato se quitó las botas de goma y los calcetines que estaban muy sudados. - Toma, esto es para tí querido.

Donato le dio uno de los calcetines a Nelson que comenzó a olerlos poniéndose más cachondo incluso hipnotizado. El otro calcetín se lo puso Donato en la polla. Después de tres inspiraciones y con los ojos en blanco Donato pudo sentir un abultamiento en el mono de su compañero dominicano.

  • ¿Por qué no pruebas la polla? También tiene un calcetín. - Dijo de forma muy pervertida Donato. Quería premiar a su compañero y Nelson estaba fuera de sí. Como si fuera un animal en celo cuando empezó a devorar el miembro de Donato.

Donato aprovechó mientras Nelson daba unas chupadas a su polla para hacer una llamada.

  • Hola Sargento. Sí, la operación ha salido perfecta. Los dos han sido hipnotizados. Sí Urdaneta necesita un lavado de cerebro, pero no se preocupe. Entrará en trance cada noche y va a descubrir como le gustan más los hombres. ¿Cuánto tiempo? Eso es difícil, creo que debería venir cada semana para conocer de primera mano su evolución. Sí, eso sí. pronto podrás follarle ese culo que tiene. Tiene un culazo.... Te dejaré que lo estrenes... aunque yo también quiero probarlo. Claro, claro no se preocupe sargento, quedará dócil. Saludos sargento.

Justo al colgar la llamada alguien llamó a la puerta de nuevo. Donato quedó sobresaltado pensando que serían los agentes que escucharon la conversación. Donato pensó que estaba en problemas. Sacó del trance a Nelson y se subió de nuevo el mono. Abrió la puerta de la granja:

  • ¡Qué ganas tenía de verte de nuevo papi!

  • ¡¿Carlitos?! ¿Qué haces aquí de nuevo? ¿Y ya preparado con el mono?

Carlitos estaba vestido con el mono negro que le había dado Donato. La mezcla de olores de sudor le daba al joven un aroma especialmente erótico.

  • Me ha acercado mi padre. - Carlitos señaló el coche de su padre que estaba dando la vuelta para regresar a casa. - Pude convencerle de que quería volver a verte. Estas semanas se me han hecho interminables.

Donato pudo ver cómo Luis tenía la mirada perdida. Andaba como hipnotizado. Aún andaba extrañado de volver a ver a Carlitos.

  • Pero si no has traído ropa... ni nada.

  • No necesito ropa Donato... Con este mono me basta. - Respondió Carlitos que rápidamente comenzó a besar a Donato agarrando la mano de Donato para que amasara su polla mientras él también lo manoseaba. - Veo que estás contento de verme...

Donato ya estaba excitado por la mamada de Nelson pero el magreo de Carlitos lo estaba volviendo loco.

  • Vamos, vamos a la granja Carlitos, que también está Nelson.

A Carlitos se le iluminó la cara al escuchar aquel nombre. Cruzó la puerta y pudo ver al dominicano con la verga fuera del mono masturbándose mientras olía los calcetines de Donato.

  • ¡Nelson! ¡Qué alegría más grande volver a verte! - Carlitos salió corriendo hacia Nelson y Donato pudo ver que una vez más Carlitos no llevaba ropa interior lo que al ver balancearse aquel culo se quedó con más ganas de preñarlo.

  • ¿Carlitos? Debería estar estudiando - Dijo sorprendido el negro mientras soltaba la verga.

  • Prefiero estudiaros a vosotros. - Respondió Carlitos para también meter su lengua en la boca del caribeño.

Nelson se quedó saboreando al joven, relamiéndose después de que terminara el beso para decirle.

  • Sí, yo también prefiero que no estés estudiando.

Donato se había sacado la polla del mono y estaba sacudiéndosela. Ver a sus dos ayudantes poniéndose cachondos tenía un efecto inmediato sobre él. Aún no se podía creer que hubiera vuelto Carlitos pero ya que estaba allí de nuevo no iba a desaprovechar la oportunidad. Se acercó a la pareja mientras se masturbaba y les separó para que le miraran los dos. Cuando consiguió captar su atención una palabra salió de su boca.

  • HYPNOSEMEISTER.

De inmediato Nelson, muy sumiso, quedó esperando las órdenes de Donato mientras el cuerpo bombeaba más y más sangre hacia la verga que no solo se mantenía sino que además con cada latido se endurecía más. Carlitos quedó confundido. No había conseguido entrar en trance aunque la mitad de su cerebro vagaba por el espacio. Donato se lo quedó mirando fijamente a Carlitos quien era incapaz de apartar su mirada.

  • Nelson, ayuda a Carlitos a caer hipnotizado.

  • ¿Hipno-ti-za-do? - Dijo Carlitos mientras Donato le ponía la mano en la boca a modo de mordaza.

  • Shhhhhhhh no pasa nada. Vas a disfrutarlo. Gozarlo. No te preocupes. - Respondió Donato mientras hacía gestos con la mano.

  • Estás muy cansado Carlitos... Respira conmigo... Lenta... Y profundamente... Con cada respiración... Sientes que caes más profundo... Muy profundo... Dejándote llevar...

La voz de Nelson la sentía cada vez más lejana. Aunque no tenía la fuerza de Armando o de Donato, durante estas semanas Nelson había aprendido a usar su voz como una potente herramienta de inducción. Carlitos estaba profundamente hipnotizado antes de que Nelson contara hasta 3. La capacidad de hipnotizar de aquellos 2 hombres, sumada a su cansancio, el calentón y el trigger que ya lo había dejado a punto de entrar en trance hicieron que Carlitos entrara en un trance profundo. Fueron los 3 granjeros a la casa, subieron a la habitación de Donato  que allí aprovechó para darles instrucciones. Nelson y Carlitos se pasarían la noche haciendo saboreando sus vergas. Donato aprovecharía un tubo de lubricante para que solo sintieran placer de las embestidas que tendrían toda la noche. Aunque Donato quedó rendido el primero, satisfecho después de echar a cada uno 2 polvos. Su cuerpo estaba cubierto de sudor cuando le invadió el sueño mientras que el semen resbalaba por el culo de aquellos dos hombres. De las vergas de Carlitos y Nelson brotaba el blanco maná que los hacía más felices, los dejaba más unidos en su sueño hipnótico.