Una granja muy caliente (Parte 11)

Aun en la ciudad Carlitos tendrá encuentros con nuevos hombres

Carlitos despertó en su cama con el mono de trabajo puesto en lugar del pijama. No le dio mayor importancia, lo consideraba del todo natural. Al levantarse fue a la cocina donde su padre ya estaba desayunando antes de irse a trabajar. Luis no pudo ocultar su sorpresa al ver a su hijo con aquel mono de trabajo negro.

  • Hijo... ¿Por qué llevas el mono puesto?

  • Hola papá. La verdad es que me gusta y estoy súper cómodo con él - Dijo Carlitos mientras se daba la vuelta y se agachaba para probar la movilidad de que le permitía tener el mono de trabajo.

Mientras su hijo se daba la vuelta, Luis comenzaba a sentir como su polla comenzaba a despertarse al ver a su hijo mostrarle el culo.

  • Sí, sí que parece que estés cómodo... - Respondía Luis mientras trataba de disimular su erección cruzando las piernas y apuraba el café que del desayuno. - Hijo me voy que tengo algo de prisa hoy. Me escribió antes Armando me dijo que quería verte.

  • Vale papá voy a desayunar y ahora me acerco para ver qué necesita.

Carlitos se acercó a su padre y le besó en la mejilla. El olor a macho que desprendía su hijo hizo que la excitación que sentía Luis subiera exponencialmente y se apartó antes de que su hijo notara como su polla seguía creciendo.

  • Muy bien hijo, nos vemos luego entonces. ¡Chao!

Luis se despidió de manera apresurada mientras Carlitos sonreía sosteniendo un croissant. Para la tranquilidad de Luis, durante el trayecto en coche se le fue bajando la excitación. Tenía vergüenza de llegar a su oficina empalmado por ver a su hijo. Carlitos terminó de desayunar y salió al apartamento donde tenía el consultorio Armando. Llamó a la puerta y abrió Armando ya con la bata blanca de médico puesta.

  • ¡Mi amigo Carlitos! Pase, pase... - Armando cerró la puerta después de que pasara Carlitos. - Le pedí a tu papá que vinieras estos días a echarme una mano y le pareció buena idea. ¿Sabés? Creo que tu papá está mucho más calmado después de la sesión que hicimos ayer. Le comenté la idea de que quizá no sería mala idea que volvieras a la granja por un tiempo.

  • ¿De verdad? No sabes la alegría que me das Armando. - Carlitos se fue corriendo a dar una abrazo a Armando. - Por supuesto que te echaré una mano, a lo que necesites. Después de convencer a mi padre... por supuesto que te ayudaré a todo. ¿Qué es lo que necesitas?

Con el abrazo Armando empezó a sufrir el calentón que le proporcionaba un chaval tan joven  como Carlitos. Estaba poniéndose muy cachondo y las ideas se iban quedando borrosas a medida de que su verga comenzaba a tomar forma dentro del bóxer.

  • Vamos al despacho primero, necesito calibrar unos focos. - Armando le dejó pasar al despacho para acomodarse la polla cuando el joven pasara delante de él.

Estás rebueno Carlitos, no me extraña que Donato se apenara tanto con tu marcha. Te voy a devolver con él, pero no si antes disfrutar contigo unos días. Pensó el hipnotista muy excitado mientras encendía la luz.

  • Por favor Carlitos, siéntate en aquella butaca en frente y quiero que mires a los focos para ver si tengo que mandar a arreglar alguno.

Carlitos obediente se sentó en la butaca que prácticamente era algo estrecha, tanto que lo obligaba a mirar hacia delante donde se encontraban los focos de varios colores. Armando comenzó a manejar los interruptores de forma que comenzaron a encenderse los focos.

  • Ahora Carlitos quiero que me digas si el color del foco que comience a perder potencia. Como si se fuera apagando y yo lo prenderé de nuevo. ¿OK?

  • De acuerdo Armando.

Al principio todos los focos brillaban con la misma intensidad, pero en unos segundos el foco rojo comenzaba a perder intensidad.

  • El rojo Armando. - Levantó la voz Carlitos.

  • Muy bien Carlitos, déjeme ajustarlo. - Dijo con una voz muy suave Armando.

De nuevo el foco rojo comenzó a brillar con la misma intensidad que el resto de los focos hasta que unos segundos después el foco amarillo sería el que comenzara a perder fuerza.

  • El amarillo.

  • Perfecto. - Respondía escueto Armando mientras ajustaba de nuevo la intensidad.

Esta vez fue el foco azul el que comenzó a apagarse antes.

  • El azul... el rojo.

  • Muy bien Carlitos siga los colores, bien enfocado.

El caso es que Carlitos comenzaba a decir nombres de colores porque parecía que cada vez se iban desajustando más y más.

  • Verde... azul... amarillrojo... verd... rojo

  • Siga así Carlitos siguiendo los colores, tranquilo, respirando. lo hacés muy bien. - Armando sonreía desde el principio de la habitación mientras manipulaba los mandos para programar el parpadeo intermitente de las luces de los focos.

Carlitos comenzaba a notar como le picaban los ojos pero se resistía a parpadear. El interés con el que trataba de ayudar inocentemente a Armando hacía que intentara vencer al cansancio. Resistir. Aunque aquella resistencia pronto comenzaría a pasarle factura. Los focos seguían parpadeando de forma intermitente con un patrón determinado de forma que las luces que más parpadeaban estaban situadas a los extremos. En apenas un par de minutos Armando pudo ver como la mirada de Carlitos parecía pesada. Los ojos vidriosos y la voz cada vez más monótona y apagada. La resistencia que ofrecía Carlitos a pesar del cansancio que ya mostraba hacía que en ocasiones los ojos no enfocaran al mismo punto. En ese momento Armando se dio cuenta de que Carlitos estaba indefenso y que aprovecharía cualquier comando que diera el argentino para descansar.

  • Azul Carlitos. Azul. El Azul te lleva más profundo por eso todos los focos son de color azul. Azul. Azul

  • Azul. Azul. Azul. Azul...

A Carlitos le daba igual ya que color se apagara. Solo repetía la palabra azul. Se encontraba profundamente hipnotizado. El masaje sobre su nuca que hacía el psicólogo argentino reforzaba aún más su trance y la voz melódica ahora parecía una nana que sumergía a Carlitos en un trance más profundo con  su mirada perdida en unos focos en los que Armando había pedido que tallaran los cristales para que unos mensajes subliminales aparecieran al iluminarse. "Duerme", "Pesadez", "Sueño", "Obedecer", los mensajes seguían calando en el cerebro de Carlitos, un cerebro que ya estaba preparado para ser hipnotizado rápido y profundo pero que las técnicas utilizadas por el hipnotista argentino también lograban rápidamente dejar listo para proseguir la programación. Ahora Armando quería dar una nueva ración de polla a Carlitos. El joven le había puesto cachondo con su aroma y Armando quería tomarse ahora su tiempo y aprovechar que Carlitos aun seguía por allí también para que ofreciera su boca para una mamada.

  • Estás profundamente hipnotizado. Ahora contaré hasta tres y seguirás hipnotizado muy cachondo. Quieres chupar mi pija. En cuanto me veas harás todo lo posible para mamar mi pija, quieres probar mi leche de nuevo.

  • Síii - Dijo Carlitos en trance mostrándose ya muy excitado.

  • 1, 2... 3.

Carlitos parpadeó un par de veces con la mirada perdida hasta que se giró y pudo ver a Armando sonriendo. Carlitos no se lo pensó.

  • mmm te quiero dar una mamada que no vas a olvidar.

  • Carlitos, estás rebueno.

No le dió tiempo a decir nada más porque Carlitos se lanzó de rodillas y comenzó a bajar los pantalones y el bóxer a Armando.

  • Tienes mucho calor... Es hora de subir más la temperatura.

Carlitos comenzó a mordisquear por el bóxer la polla y los huevos de Armando mientras Armando empezaba a suspirar por el placer.

  • Joder qué bueno eres. Me pones muy cachondo Carlitos.

. Mmmmmmmphhpffpmm

Carlitos tragaba y tragaba. Su boca no parecía tener límites. Armando tenía que sentarse. Le temblaban las piernas del placer. Quería aguantar un poco más pero la mamada de Carlitos le iba a hacer explotar por segunda vez en poco más de 12 horas. Intentó separar la cabeza de Carlitos de su polla pero la reacción de Carlitos fue lanzando una mirada magnética casi hipnótica a Armando:

  • Deja que me trague toda tu leche Armando. Hoy deja que te siga ordeñando. - Para de nuevo seguir con su tarea mientras con su mano zarandeaba su polla.

Armando estaba ya totalmente entregado. Este muchacho es un brujo del sexo. Hombre que pille hombre que lo va a poner en trance profundo con su culo, su verga, su boca y su olor. Se los va a coger a todos.

  • Sigue mamando la pija, sigue ahhh - Armando no podía aguantar más y comenzaba a dejar el néctar que salía de su polla en la boca de Carlitos. Primero de manera suave y poco a poco apretando para que saliera un buen chorro de semen hasta desbordar la boca de Carlitos. - Ahhhh eso eso... trágatelo todo como un buen chico. Buen chico.

Carlitos levantó la cabeza para besar a Armando que estaba recuperándose de la corrida. Carlitos estaba muy cachondo y se frotaba sin parar la polla. Llevando la mano de Armando a que acariciara el miembro. Armando estaba encantado con Carlitos. Los comandos hipnóticos funcionaban de maravilla, Carlitos estaba siguiendo sus órdenes aceptándolas sin necesidad de hacer una reinducción. ¡Y qué boca! Ya le había avisado Donato que este chico era un auténtico  experto mamador. Dos veces que le había introducido la verga en la boca con aquella lengua, los labios bien carnosos y como jugaba con los dientes para apretar lo justo para excitarlo más hasta llevarlo al límite. Y además besaba muy bien. Una lástima que se hubiera comprometido a devolverlo con Donato.

  • ¿Te ha gustado? - Dijo Carlitos guiñándole un ojo al hipnotizador argentino.

  • Mucho, me dejaste seco. Sos muy bueno. - Respondió Armando con una amplia sonrisa. - Es una lástima que tenga que ir a trabajar. Estaríamos follando hasta que volviera tu papá.

  • Ahora es tu turno. Venga, deja que me suba la cremallera del mono para que pueda sacar la polla.

  • Más adelante Carlitos, más adelante... - respondió con su voz suave Armando mientras masturbaba a Carlitos.

Carlitos miro extrañado a Armando.

  • ¿Cómo que más adelante? ¿A qué te refieres?

  • Hypnose Meister.

El trigger funcionó perfectamente y Carlitos volvió a quedar con la mirada perdida, los ojos vidriosos y la boca semiabierta en un profundo trance. Armando comenzó a guiar a Carlitos a una habitación donde había una butaca en frente de una pantalla.

  • Siéntese aquí Carlitos y comience a mirar la pantalla.

Armando encendió la pantalla y puso en marcha un archivo de vídeo de un reproductor que tenía conectado. En seguida comenzaron a formarse figuras geométricas que se movían formando diferentes patrones, con suaves cambios de color con destellos y apagones periódicos medidos de forma que la vista transmitiera al cerebro un patrón de señal hipnótica manteniéndolo ocupado para que impidiera a Carlitos salir del trance. Al mismo tiempo la suave voz de Armando comenzaba a escucharse aconsejando al oyente a que se relajara más profundamente induciendo una y otra vez al trance con una suave música de fondo. Carlitos no necesitaba ayuda para quedar profundamente hipnotizado, pero aquella música ya estaba en su subconsciente desde hacía semanas. Donato la había utilizado para programar a Carlitos y a Nelson en la granja. El vídeo estaba repleto de comandos subliminales auditivos con otras voces de fondo y visuales en los distintos destellos harían de Carlitos un sujeto altamente programable durante las siguientes horas.

Un último cliente entraría en la consulta a las 6 horas de la tarde. Se trataba de de Pedro, el dueño de un taller mecánico que se encontraba cerca de la consulta de Armando y que estaba sufriendo fuertes dolores de cabeza. Giovanni su ayudante, un joven argentino que llevaba trabajando unos meses para él en el taller, le recomendó ir al despacho de Armando para ayudarle con hipnosis para curar esas molestias. Inicialmente Pedro lo despreció. No creía en la hipnosis y prefería tomar medicamentos que le ayudaran a calmar el dolor. Al principio funcionó, pero al cabo de las semanas volvieron los molestos dolores, siendo cada vez más intensos y estando cada vez más irritable y además las pastillas ya no le funcionaban. Después de una terrible bronca a Giovanni fruto del horrible dolor, Pedro fue a pedirle disculpas.

  • Lo siento Giovanni, no sé lo que me ocurre. Cada día estoy más cabreado y no sé el motivo. Tu no tienes la culpa de lo que me está pasando pero te pido por favor que me perdones.

  • Lo sé jefe, pareció que los farmacos hicieron su trabajo pero esa mierda de dolor volvió de nuevo. ¿Por qué no intentas visitar a ese doctor del que le hablé? ¡No tenés nada que perder!

Un nuevo pinchazo más fuerte que los anteriores hizo que Pedro se sentara en una silla para descansar. Giovanni comenzó a masajearle la cabeza mientras seguía insistiendo.

  • Pedro por favor, hágame caso. Yo no sé si la hipnosis funciona o no funciona, pero inténtelo. No perdés nada.

El dueño estaba convencido en visitar aquel consultorio y pidió una cita. Armando lo atendió directamente. Pedro pensó que se trataba de un charlatán argentino que iba a hablar y hablar hasta aburrirlo, sin embargo en la misma conversación telefónica notó como escuchando la cálida voz de Armando se relajaba y su mente combatía el dolor. Al colgar el teléfono Pedro tenía una cara distinta. El dolor había desaparecido momentáneamente.

  • Bueno, ¿Entonces ya tiene cita?

  • Sí, para esta tarde. -Respondió Pedro con una cara más alegre.

  • ¡Pero si hasta le cambió la cara! Ya verá como le hace mucho bien.

  • Bueno Giovanni, no te entretengas. Al tajo que hoy tenemos mucho curro y tenemos que terminarlo todo. - Sentenció Pedro para que ambos volvieran al trabajo.

Después de la jornada Pedro fue a visitar al doctor para cumplir con el compromiso que se había autoimpuesto. Pedro entró en la consulta de Armando que lo estaba esperando.  Armando lo saludó y le invitó a entrar. Pedro se quitó la mochila donde tenía la ropa de trabajo. Hacía bastante calor en aquella sala, Armando había subido la temperatura y hacía bastante calor y algo de humedad.

  • Disculpe el calor que hace aquí, he tenido un problema con el aire acondicionado y hace algo de calor aquí. Vos que sos mecánico seguro que podés revisarlo - Trató de romper el hielo Armando.

  • Sí doctor jeje aunque yo no soy un experto en estos aparatos seguro que estaré encantado en ayudarlo. - Respondió a la broma Pedro. - Me han hablado muy bien de usted y que puede ayudarme con un problema que tengo de fuertes dolores de cabeza. No sé si son migrañas o jaquecas pero son muy molestas.

  • Ay! por favor Pedro, ¿qué formalidades son esas? Vos podés tratarme de tú. - Dijo Armando  demostrando su faceta más de relaciones públicas. - Por lo que me ha comentado ya trató de usar farmacos para revertir sus dolores pero no funcionaron. ¿Vos querés que ensayemos un tratamiento con hipnosis?

Pedro empezó a sonreir.

  • No se ofenda doctor, pero creo que la hipnosis no me afecta. Asistí a un espectáculo de hipnosis y ni tan siquiera noté un poco de cansancio.

Armando pensó: Bien un paciente que no cree en la hipnosis, siempre me gustan este tipo de retos.

  • Entiendo Pedro, pero la hipnosis que practicaremos no tiene nada que ver con la hipnosis de espectáculo. Yo le ayudaré a tratar con el dolor a través de distintas sesiones y poco a poco el dolor irá remitiendo y usted comenzará a sentirse mejor. Lo nuestro nada tiene que ver con esas espirales que giran y giran o con esos péndulos que se ponen en frente de los ojos, simplemente le ayudamos a conectar su subconsciente para poder tratar el dolor.

El plan de Armando era sin embargo completamente diferente a las palabras que salían de su boca. Sabía que como Pedro había asistido a un espectáculo de hipnosis había utilizado esos métodos de inducción al trance que en la mente del mecánico ya estaban presentes. Además Armando se había situado de manera que detrás de su cabeza se encontraba un reloj de pared de manera que oscilaba ante la vista de Pedro una pieza como si fuera un péndulo. Armando era consciente de que junto a su voz convenientemente ajustada en el ritmo al movimiento pendular del reloj Pedro comenzaba a dar síntomas de entrar en trance. Armando pensó: Este señor que tan capaz de resistir a la hipnosis se cree va a entrar en trance profundo antes de sentarse en el diván.

  • Por eso le pido, Pedro, que no me ayude a que le ponga en trance. No debe esforzarse en facilitarme la tarea. Simplemente no se resista a dejar de escuchar mi voz, porque aquello le ayudará a viajar a su subconsciente y poco a poco sentirá como podremos explorar abriéndonos camino lentamente. Lentamente Pedro. Igual de lento que lo que se mueve el péndulo del reloj. Muy bien Pedro. Ahora contaré hasta tres, saldrá del trance convencido de que no pude hipnotizarlo y me acompañará al diván. Uno, dos y tres. Entonces déjeme intentarlo hipnotizar. Quizá aunque aquel espectáculo no dio resultado hoy puede tener más éxito.

Armando le guiñó un ojo a Pedro que parecía confundido al salir del trance. Armando le pidió que se sentara en el diván a lo que Pedro, que parecía muy confundido, le costó acatar en primera instancia.

  • ¿Para qué quiere que me siente ahí doctor? - Preguntó Pedro aún con la mirada perdida.

  • Vamos a intentar hacer una sesión de hipnosis y por eso le pido que se tumbe en el diván. Estará muy cómodo. - Respondió con el melódico tono Armando.

  • Pero ya le dijeeee... Le dije que no puedo ser hipnotizado, que no dio resultado. - Mientras Pedro trataba de negarse Armando lo conducía por el brazo hasta el diván.

  • Usted trate de relajarse y dejarse llevar. No piense en la hipnosis y veremos si vos se relaja de modo que disminuya poco a poco ese molesto dolor de cabeza.

A regañadientes Pedro aceptó recostarse en el diván. En su cabeza todavía seguía la idea de que resistiría ser hipnotizado. Nadie podría conseguir ponerlo en un trance. Al tumbarse en el diván lo primero que pudo ver fue un metrónomo que comenzó a ponerlo en marcha el hipnotizador. Armando se giró hacia Pedro para calmarlo.

  • Voy a poner en marcha el metrónomo. No se preocupe, tan solo lo ayudará a relajarse.

  • No se moleste doctor, no funcionará. Ya le dije que lo intentaron en el pasado y la experiencia conseguí resistir a la hipnosis. - Pedro parecía algo nervioso, como queriendo demostrar a sí mismo que podía evitar caer en trance para no quedar a merced del hipnotizador.

  • No se trata de resistir. No hay necesidad. Vos tenés que relajarte y cerrar los ojos. O si querés no los cierre, pero escuche mi voz. Quiero que tome una inspiración profunda. Manténgala. Y suelte el aire lentamente. Tome segunda segunda inspiración profunda. Manténgala... 1, 2 y suelte el aire lentamente. Tome una tercera inspiración aun más profunda... eso es. Manténgala ahora 1...2...3 y suelte el aire leeentamente.

Las palabras de Armando transmitían paz a Pedro y eso es justo lo que necesitaba el mecánico. Después de varios días con la cabeza como un bombo el tono de voz de Armando comenzaba a amansar la fiera que Pedro llevaba dentro incordiándole.

  • Sienta que a cada parpadeo los ojos irremediablemente cada vez se abren un poco menos. Como atornillara sus párpados mientras mira el péndulo oscilar. Lentamente. Poco a poco se cierran más... y más rápidamente. Eso es. Mientras escuchás mi voz. La voz que te guía a una relajación más profunda.

Pedro de manera inconsciente seguía las instrucciones de Armando mientras la voz del hipnotista penetraba por los nervios auditivos amplificando el poder hipnótico. Armando era un auténtico experto en la capacidad de modular su voz y bajar su ritmo al del metrónomo. Lento, relajante, el ritmo perfecto para hipnotizar. Pedro trató desesperadamente de luchar con toda su voluntad contra el poder hipnótico de Armando.

  • ¡No! ¡No puedo entrar en trance! - Pedro abrió los ojos y seguía luchaba contra el metrónomo, contra Armando y contra su propio cansancio.

Pero Armando tenía la situación muy controlada. Sabía perfectamente lo que tenía que hacer cuando el sujeto se resistía. Es más, le gustaba que se intentara rebelar contra la fuerza hipnótica porque Armando sabía que así los sujetos entrarían en un trance mucho más profundo una vez que la resistencia fuera doblegada. Para retener a Pedro, Armando solo tendría que amordazarlo con su mano derecha ligeramente humedecida.

  • Shhhh, eso es inspire, inspire de nuevo Pedro y espire mientras el metrónomo no para. Él no va a parar hasta que acabe la sesión. Es inútil seguir resistiendo. Inspira... y comience a sentir que el sueño le invade... shhhhhh.

Armando llevaba la mano con un fino gel sedante que acabaría con la poca voluntad que le quedaba a Pedro, debilitado ahora también por la droga hipnótica.

  • Déjese llevar amigo. No le voy a hacer daño al contrario. Va a disfrutar de una sesión muy placentera. Se lo aseguro.

Pedro trataba de mirar a Armando pero al buscarle con su mirada la pupila quedo atrapada por el párpado y los ojos quedaron en blanco. Como su mente. En blanco, profundamente hipnotizado. Mientras Armando seguía hablando y hablando sin parar.

  • Duerma profundamente Pedro. Deje arrastrarse a un trance cada vez más profundo. Deslizando en un sueño muy bonito. Muy placentero. Quiero que comience a sentir como si estuviéramos en un taller. comienzo a aflojarle unos tornillos que tiene en la cabeza. Y con cada vuelta del destornillador vos sentís como su cuerpo se sigue aflojando. Más flojo a cada vuelta. Eso es. Sentí que a cada giro cada vez es más pesado seguir lo que yo le digo cuando quito el primer tornillo. No pasa nada. Puede seguir sintiendo mi voz pero como si hablara otro idioma. Y mientras aflojo el segundo tornillo comenzás a sentir calor. quito el segundo y notas que la temperatura sube más. Sentís calor mientras voooy quitando el tercer tornillo.

La voz de Armando era plenamente sensual en este momento. Pedro sentía como si el hipnotista le estuviera quitando una coraza y que podía confiar y abrirse a las sugerencias. Y en cierto modo sí que sentía que debía liberarse del calor que comenzaba a sufrir el hipnotizado mecánico. Ya se había quitado la chaqueta que llevaba y comenzaba a separarse la camiseta del cuerpo para que entrara algo de aire fresco.

  • Muy bien Pedro, necesita refrescarse. Por eso no hay problema en que mientras le aflojo el último tornillo se quita la camiseta y duerme más profundamente. Sienta como el tornillo se afloja, se afloja, se aflojaaaa y sale mientras se quita la camiseta. Duerme 10 veces más profundo. Muy bien Pedro. Totalmente liberado. Su mente consciente no tiene que estar al control de la situación. Sabés que no voy a hacer nada que lo lastime. Podés confiar. No hay problema Pedro. - Armando susurraba al paciente mientras con la mano derecha la posaba en la frente de Pedro.

Armando pudo ver como el torso de Pedro con abundante vello y con una pequeña barriga tenía en el pectoral tatuado una pezuña de un oso. Inmediatamente Armando comenzó a excitarse al ver a aquel osito visitándolo. Giovanni ya le había dicho a Armando en un trance hipnótico que su jefe casi seguro era gay, pero no le había dicho nada de aquel tatuaje. Armando sintió la necesidad de preguntarlo mientras se frotaba la verga.

  • Pedro, sabés que podés confiar en mí. Podés decir la verdad. Lo que sentís. - Armando balanceaba la cabeza de Pedro para dejar fuera de combate al consciente y no se pudiera rebelar. - ¿Pedro, tenés pareja?

Pedro andaba como si le hubieran metido en el cuerpo suero de la verdad. Por su cabeza solo pasaba la idea de responder de manera sincera a Armando.

  • Tengo novio desde hace 3 años. Se llama Victor, es 3 años mayor que yo.

  • Muy bien Pedro, ahora me podés contar los detalles de la relación. Sus fetiches y fantasías mientras lo vive más intenso.

Desde ese momento Pedro comenzó a contar cómo Victor y él se conocieron en un grupo gay de fetichistas de las cuero. Allí es donde se tatuó la pezuña del oso. Dentro de la relación aunque ninguno de los dos hombres de la pareja fuera dominante, Víctor solía ser el hombre activo y Pedro el hombre que habitualmente hacía felaciones y ofrecía su culo para después cabalgar sobre la verga de Víctor. Así fue como le conquistó por primera vez y así seguía haciendo cuando su compañero no tenía ganas de sexo pero la insistencia del mecánico acababa cediendo y ofreciendo su polla para que le diera lametones hasta que finalmente no le quedara más remedio que follar con su pareja por el calentón. También en los momentos de pausa Pedro aprovechaba para dar de mamar a su compañero que era menos fuerte y más o menos de la altura de Pedro. Pedro tenía muy desarrollados los brazos, los pectorales y también los abdominales, algo perfectamente lógico por el trabajo que realizaba y una dieta que llevaba siguiendo desde hacía 2 años.

  • Eso es Pedro ahora quiero que comience a sentir de nuevo sueño. Mucho cansancio. Y como sin embargo, ese cansancio va despertando su apetito sexual. Sin ningún reparo podrá frotarse la verga como si fuera un arpa. Un arpa en el que por cada cuerda que toca su deseo sexual. Y verás como un joven saldrá de ese despacho y sus ganas de tener sexo serán incontrolables.

Carlitos seguía delante de la pantalla. Hacía ya bastantes minutos que se había quedado en negro pero él permanecía en trance. Armando le avisó y abrió los ojos.

  • Hola Carlitos, ¿por qué no venís? Te voy a presentar a un amigo.

Carlitos pasó a la consulta aún vestido con aquel mono de trabajo negro sudado después de todos los días que lo llevaba puesto. Al verlo Pedro sacó la polla del bóxer que llevaba puesto y comenzó a masturbarse.

  • ¡Qué guapo eres! ¡Qué pena que tenga pareja! Si no te llevaba a visitar mi casa y mi dormitorio a que lo exploraras.

  • Mejor puedo explorarte a tí aquí. - Carlitos comenzó a besarlo mientras el sudor seguía calentando a Pedro hasta empujarlo de nuevo contra el diván para que se sentara.

  • Me pones muy cachondo. Joder hueles a macho, como mi empleado del taller... ahhh. Os follaba a los dos. - Pedro se disponía a meter su cabeza dentro del mono de trabajo de Carlitos pero el plan de Armando era otro.

  • Carlitos... Mirá la pija de Pedro. Es hipnótica ¿viste? Tenés que mamarla para regresar a la granja. Si le das una buena chupada seguro que Donato te querrá de vuelta.

Aquellas palabras le cambiaron el rostro. De pronto una luz iluminó la cara de Carlitos quien con una sonrisa se arrodilló para comenzar a engullir la polla de Pedro como un buen chico.

  • ¿Vos también tenés hambre? Aquí tenés tu ración.

Pedro se acercó a la entrepierna de Armando y comenzó a chuparle la polla mientras Carlitos hacía su trabajo también al mecánico. Armando estaba disfrutando mientras trataba de dar nuevas sugerencias post hipnóticas.

  • Le gusta el sexo Pedro. Por eso en la medida de lo posible a partir de hoy vos estarás más juguetón con su pareja. Querrás tener sexo todas las noches. Pondrá en práctica nuevas técnicas de seducción cada día para que su pareja caiga en su poder amatorio. Y no tendrá problema en recomendarle que venga a la consulta. Es muy placentera. Y le gusta. Placer. Placer más intenso.

Carlitos seguía mamando moviendo su cabeza a un ritmo frenético. Succionando de modo que unos pocos minutos más Pedro no aguantaría más y comenzaría a expulsar líquido blanco de su polla mientras seguía mamando a Armando. Cuando terminó el orgasmo Armando mandó dormir a Carlitos y a Pedro. Le pidió a Pedro que se limpiara y se vistiera mientras devolvía a Carlitos a la sala donde, esta vez sin ninguna pantalla para seguir programándolo, le devolvió a un trance profundo haciendo chasquear los dedos delante de sus ojos.

  • Duerme Carlitos... Buen chico.

Ahora era el turno de Pedro quien ya estaba vestido sin rastro de semen en su cuerpo ni en su ropa.

  • Muy bien Pedro, saldrá del trance sintiendo que ha sido una experiencia muy satisfactoria pero sin recordar nada de lo que aquí ocurrió. Tendrá interés por regresar al consultorio y seguir mis consejos. Notará como el dolor irá remitiendo poco a poco. Uno, regresando de nuevo. Dos, cada vez más consciente. Tres notando como puede comenzar a abrir los ojos. Cuatro ya casi consciente. Cinco. ¿Cómo se encuentra?

Pedro pareció confundido. No recordaba qué había pasado. Por un momento no recordaba casi ni donde estaba.

  • No ha podido entrar muy profundo a la hipnosis pero creo que podemos intentarlo otro día, ¿no le parece Pedro?

  • Sí... sí nadie puede hipnotizarme. - Respondió Pedro como un acto reflejo.

Armando sonrió pensando que las sugestiones post hipnóticas habían quedado perfectamente grabadas. Para Pedro no había sido posible hacerlo entrar en trance, cuanto menos que hubiera salido un hombre a darle una mamada.

  • Tome este DVD, es una película por si querés probar a verla. Me la dieron... pero yo no tuve ocasión de verla es muy, muy lenta, es como si estuviéramos aflojando unos tornillos lentamente. Despacito así...

Pedro volvió a tener la mirada vidriosa. Las referencias a la inducción le devolvieron al trance.

  • La pondrá esta noche Pedro mientras está con su pareja y aprovechará para seducirlo.

Armando chasqueó los dedos delante del rostro de Pedro mientras le abría la puerta.

  • Hablamos otro día caballero y concertamos una nueva cita.

  • Adios y muchas gracias doctor.

  • ¡Ay! Llámeme Armando, no pasa nada.

Pedro se marchó contento a su casa mientras que según cerró la puerta Armando aprovechó para hacer una llamada telefónica.

  • ¿Diga?

  • Gio, aquí Armando. ¿Cómo estás chico?

  • Muy bien doctor, por fin en el departamento.

  • Ay qué bueno, sabés que podés sentaros en el sofá mientras que tomo el destornillador y ya podés ver a los tornillos aflojándose como si fueran una espiral y duerme profundamente.

  • Sí doctor.

  • Estoy muy orgulloso de vos. Hiciste un gran trabajo enviando a Pedro aquí. Ahora debés dejar de usar el emisor magnético en el taller para que No vuelva a tener dolores de cabeza Pedro, hasta nueva orden.

  • Sí doctor.

  • Como recompensa por su buen trabajo, hoy tendrá una eyaculación más potente del orgasmo más intenso que haya tenido en estos dos meses. Ahora cuando cuelgue el teléfono saldrá del trance con todas las instrucciones perfectamente grabadas en su mente.

Armando colgó el teléfono e inmediatamente después Giovanni también hizo lo mismo sin recordar haber entrado en trance.

Armando seguía cachondo, él no había podido correrse aún y con Carlitos en una de las habitaciones profundamente hipnotizado y abierto a todas las sugestiones no podría resistirse.

  • Carlitos, cuando despiertes seguirás muy caliente. Me pedirás que te coja. Quieres ser follado mientras te masturbas super cachondo. Uno, dos, tres despierta. ¿Cómo estás Carlitos?

Carlitos abrió los ojos y miró de arriba a abajo al hipnotizador argentino y comenzó a sonreir para después comenzar a desabotonarle la camisa.

  • Estoy... preparado.

  • ¿Preparado para qué Carlitos?

  • Para follar.

Carlitos se lanzó hacia Armando y comenzó a besarlo apasionadamente mientras sobaba el paquete erecto de Armando. A la vez que jugaba con la verga del argentino buscaba la forma de pasar el botón por el agujero, por otro agujero querría que le metiera la polla Carlitos; para poder masturbarlo mientras con su lengua exploraba todos los rincones de la boca de Armando.

  • Te quiero coger muy fuerte. - Dijo jadeando Armando al que el olor y el magreo al que le estaba sometiendo Carlitos le hizo definitivamente entregarse a su joven vecino.

  • Quiero que me folles mejor. Quiero probar esa polla.

  • Eso es lo que voy a hacer.

Armando comenzó a chupar el cuello y a darle mordisquitos hasta que Carlitos comenzó a hacer lo mismo pero en sus pezones. La oleada de placer que se le vino encima hizo que arqueara el cuerpo para atrás lo que aprovechó Carlitos para de un impulso bajarse la cremallera del mono y quitarse las mangas para dejarlo caer hasta por debajo de la cintura.

  • Debés regresar a la granja. Tenés que ser un torete.

  • ¿Quieres que embista o que me embistan? - preguntó Carlitos dejando muy claro la intención erótica de su pregunta.

  • Vos serás un gran semental. Esos huevos están llenos de leche que tenés que repartir a muchos hombres. Seguro que estarán dispuesto a probar tu leche.

Carlitos comenzó a sonreír mientras por su cabeza pasaban hombres haciéndole una mamada. Armando terminó de quitarse la camisa y bajarse el pantalón y Carlitos se bajó de la cintura el mono cayendo hasta los tobillos mostrándole a Armando el culo desnudo rodeado del elástico del suspensorio.

  • Veniste preparado ¿verdad? - Dijo Armando al ver el suspensorio de Carlitos.

Carlitos sonrió de manera pícara.

  • Vas a tener tu ración de verga Carlitos.

Armando comenzó a pasear su polla por la cara de Carlitos hasta que el joven acertó a abrir la boca para comenzar a mamársela. De igual modo que con la lengua había explorado cada rincón de la boca de Armando ahora estaba recorriendo el miembro argentino con gran placer. Armando por su parte se vio sorprendido puesto que Carlitos consiguió colocar su cuerpo de forma que el culo de Carlitos quedara delante de su boca y al hipnotizador argentino no le quedó más remedio que comenzar dar lametazos al agujero.

  • ¡Qué rico el orto! Te quiero coger Carlitos. - Repetía una y otra vez Armando

Carlitos sonreía y gemía de placer mientras que empotraba su culo contra la boca de Armando. El olor de Carlitos, el calor del apartamento, el calentón que tenía ya Armando y aquel culo que bailaba delante de él y que estaba llenando de saliva estaba volviendo loco a Armando. El hipnotizador ahora era ya Carlitos que pronto manejaba a Armando. Se había apoderado de la verga de Armando, lo amordazó con su culo y consiguió nublar la mente del argentino. Armando solo pensaba en follarse ese trasero, con su polla preparada para penetrar y el culo de Carlitos lubricado. Consiguió incorporarse, poner a cuatro patas al joven e introducir su aparato en el agujero del joven. No tenía una polla muy larga aunque sí era gorda y su habilidad moviéndose comenzó a sacar a Carlitos unos aullidos cada vez que metía más adentro su polla.

  • Tómala Carlitos. Es tuya. Disfruta de la cogida.

  • Ahhh. ¡Qué gorda es! ¡Fffollamé! Ahhh ¡Bien duro!

  • Duro, duro. Bien duro.

Pronto se acoplaron perfectamente y los movimientos rítmicos eran más fuertes, casi violentos. Carlitos se hacía una paja mientras su vecino se lo follaba. El masaje prostático que recibía Carlitos le hacía estar aún más cachondo con cada embestida. Armando seguía a lo suyo en un trance totalmente fuera de sí

  • Duro, duro.

  • Sí, soy un cerdete... Ahhh!

  • Duro, más duro. Duro.

El culo de Carlitos seguía cediendo y succionando la verga de Armando que se preparaba para correrse. La tarde estaba siendo muy caliente y no pudo aguantar mucho más.

  • Duro, duro... me corro. Ahhh, me corrooo

  • Lléname de leche. Ahhhh qué rica.

  • Siii, tomala, tomá la leche.

La corrida de Armando fue intensa como lo fue su orgasmo. Carlitos también empezó a correrse al sentir el líquido blanco bañando las paredes de su recto llenando de lefa de nuevo su mono negro. La cara de felicidad de Carlitos contrastaba con un Armando que parecía agotado. ¡Ese chico lo había dejado agotado! Carlitos con una cara de felicidad y de satisfacción por el trabajo bien hecho se volvió a poner el mono y volvió al piso de su padre antes de que regresara a casa. Armando en cambio se quedó dormido en el diván con el pecho desnudo y los pantalones por los tobillos. Necesitaba recuperar fuerzas. Hacía mucho tiempo que no follaba tan duro y nunca lo habían puesto en trance mientras follaba. A pesar de todo querría repetir la experiencia pronto.

Pedro llegó a su apartamento y allí lo estaba esperando Víctor.

  • Hola amor, ¿Cómo te encuentras hoy? - Preguntó Víctor a su pareja.

  • Bien, sorprendentemente bien. Fui al consultorio de un hipnoterapeuta para probar a ver si podía aliviarme de los dolores de cabeza.

Víctor incrédulo comenzó a reir. Él tampoco creía en la hipnosis.

  • Así que te hipnotizó ese hombre y milagrosamente desapareció el dolor de cabeza.

Algo molesto Pedro respondió a su pareja.

  • ¡No, no me hipnotizó! Solo me relajó y me ayudó a calmarme para estar más aliviado. Y funcionó. Si te digo la verdad aún no me ha vuelto a doler la cabeza desde que salí de la consulta.

  • Bueno, entonces tendré que mandarte a que no te hipnotice el hipnoterapeuta para que dejes de tener esos dolores de cabeza. - Dijo de forma burlona Víctor.

Pedro se acercó a su pareja y comenzó a acariciarlo y a besarlo.

  • Y más tarde podremos follar tranquilos.

  • Eso espero. Además hoy vuelves a estar más cariñoso. Me gustas mucho más así. Jeje...

Pedro y Víctor siguieron retozando hasta que prepararon la cena. Una cena ligera con ensalada de espárragos y ostras. Víctor esperaba que el poder afrodisiaco hiciera efecto en su compañero aunque lo que no es esperaba es que Pedro ya viniera condicionado de antes. Después de la cena Pedro puso el DVD que le dio Armando y comenzó una película que siempre tenía una música relajante de fondo. Parecía una road movie en la que los personajes viajaban en coche mientras lo que se veía era el paisaje a través del parabrisas mientras llovía intensamente y los limpiaparabrisas iban y venían. La suave voz del narrador le recordaba a alguien a Pedro pero que comenzaba a acariciar primero la pierna de Víctor y más tarde su entrepierna. Víctor en cambio estaba con la mirada fija a la pantalla. No podía distraerse ni un momento de lo que estaba viendo y cómo aquella voz le guiaba en el viaje. Después de unos 5 minutos de película, el movimiento monótono del limpiaparabrisas y la voz de Armando y de Donato hipnotizaron a Víctor que estaba abierto a las sugestiones que lo invitaban a estar relajado, a excitarse, a tener más ganas de follar. Pedro ya estaba engullendo la polla de Víctor en un profundo trance. Todo el condicionamiento previo le llevó a bajar la guardia y a contribuir con sus manos y sus labios a hacer que Víctor también fuera atrapado en aquella tela de araña que había tejido en forma de hipnosis Armando con aquel DVD. Aquella noche se pasarían follando sin parar hasta caer rendidos al final de la grabación, como dejaba como sugestión post hipnótica grabada en la mente de Víctor y de Pedro. No sería la única, la programación subliminal que estaba incluida en el disco hizo sus efectos y ni Víctor ni Pedro volverían a desconfiar de la hipnosis. Al contrario, Víctor comenzaría a tener mucho interés por la hipnosis.