Una granja muy caliente (Parte 10)

La vida no se detiene en la granja mientras Carlitos sigue en la ciudad.

Un día más despertaba Nelson en la cama de Donato. Desde la marcha de Carlitos de la granja Nelson había despertado más veces en la cama de Donato que en su propia cama. Eso sí, durmiera en su cama o en la de Donato nunca recordaba cómo había llegado a la cama. Unas veces su último recuerdo era la cena con una botella de vino, otras veces estar en el sofá viendo una película junto a Donato, alguna vez recordaba entrar en la ducha después de un duro día de trabajo y cuando abría los ojos ya era hora de levantarse. Eso sí siempre tenía la boca pastosa o el cuerpo pegajoso, cuando no las dos cosas al mismo tiempo. Aquella mañana estaba además desnudo. Ni siquiera el suspensorio tenía puesto. Donato abrió la puerta con su sonrisa habitual para que Nelson se levantara.

  • ¿Ya estás despierto Nelson? Vamos, que ya estoy casi listo para empezar a trabajar.

Nelson no entendía cómo podía tener tanta energía todos los días desde primera hora de la mañana. Donato llevaba puesto aquella mañana el mono de trabajo verde que siempre llevaba Nelson.

  • Pero Donato ese es mi mono, el suyo es aquel azul.

  • Vaya... ya decía yo que me parecía que el mono tenía tu aroma. - Donato comenzó a olisquear el axila del mono verde que llevaba puesto y los ojos se quedaron en blanco. - Creo que hoy tendrás que llevar tu este mono.

Ante la cara de sorpresa Nelson, Donato le ofreció el mono azul que había llevado todos los días desde que Carlitos se fue de la granja con el mono negro. Estaba bastante sucio, incluso con manchas de semen.

  • Vamos Nelson, este es tu mono para hoy. Póntelo.

A pesar de la sorpresa inicial del dominicano, su mente no puso ningún problema al ofrecimiento de Donato. Desde que se puso el mono Nelson comenzó a aspirar el olor a sudor que llevaba aquel mono impregnado. Sudor de Donato. Sudor hipnótico que lo impedía pensar con claridad.

  • Ahora a desayunar Nelson. Hay que reponer fuerzas después de haber follado toda la noche.

Donato chasqueó los dedos delante del rostro de Nelson que trató de recuperar la consciencia.

  • ¿Anoche estuvimos follando? - Preguntó de forma inocente Nelson.

  • Claro querido, anoche... antes de anoche... todos los días. Follas muy bien y tienes un culo y una boca que me tienen... - Donato se acercó al oído de Nelson para susurrarle - hipnotizado. Claro que para eso te he hipnotizado anteriormente.

Nelson tenía ahora una sensación extraña. Por un lado le excitaba la idea de que cada noche lo hicieran dormir para tener sexo, pero también estaba preocupado por no recordar nada de lo que ocurría cada vez que su mente era forzada a desconectarse.

Al entrar en la cocina para preparar el desayuno Nelson seguía mostrando el rostro de preocupación y Donato decidió preguntar.

  • ¿Qué es lo que te preocupa?

  • Es que por un lado ya sabe que me encanta la idea de ser hipnotizado, sobre todo si no soy consciente de que eso ocurre. Pero por otro lado me inquieta no recordar nada de lo que ocurre.

Donato se acercó a Nelson para responderlo.

  • Vaya, pensé que parte de tu fetiche consistía en no recordar lo que ocurre mientras estás en trance.

  • Así era... - Respondió confundido el dominicano - De hecho tengo que agradecerlo que además de follarme en trance también me permita tener sexo fuera del trance. Y ser tan comprensivo con mi otro fetiche, tenía miedo de ahuyentarlo.

  • ¿Cuál el de los calcetines?

Nelson asintió con la cabeza a lo que Donato comenzó a sonreir.

  • Todos tenemos fetiches que nos hacen perder la cabeza, y no por ello debemos de avergonzarnos. Tu fetiche es... tan natural. A muchos hombres les atraen los pies... las botas... los calcetines... el olor que desprenden otros hombres es tan... viril.

Nelson continuó asintiendo con la cabeza todo lo que Donato decía con su voz suave obviando que mientras hablaba estaba jugueteando con la cremallera del mono que llevaba puesto. Subiéndola y bajándola.

  • Por eso no debes preocuparte, al contrario. Debes relajarte y disfrutar de otras experiencias que te recuerden a esa virilidad. Aprovechar los sentidos para ir más allá, dejarte llevar.

Donato continuaba subiendo y bajando la cremallera del mono azul de Nelson mientras el olor impregnado en la prenda comenzaba a ser aspirado por Nelson, reforzando las sugestiones de Donato.

  • Y no debes preocuparte si el mono de trabajo que llevas puesto te pone cachondo, porque eso aumentará tu motivación. Para explorar el placer que sientes cada día en esta granja trabajando conmigo. Trabajando con Dionisio. Trabajando con Patricio.

Las pupilas de Nelson estaban dilatadas y su mirada perdida. Donato aprovechaba para masturbarlo usando las sugestiones para relajarlo y sacar las tensiones. Cada movimiento en la oscura polla de Nelson lo sumergía más en trance. Donato comenzó a besar a Nelson, a jugar con su lengua en la boca del dominicano y saborear aún los restos de semen de la corrida de la última noche.

  • Eso es... Sin preocupaciones. No hay motivo para preocuparte. Estás protegido en la granja. Protegido con la hipnosis. Protegido conmigo. Tan solo piensa en trabajar, comer y follar. Trabajar, comer y follar.

Nelson sentía estar follando y con el calor de la cocina rompió a sudar. El mismo sudor que estaba impregnado en el mono verde que llevaba puesto Donato aquella mañana. Pronto no podría aguantar más y tendría un orgasmo. Donato lo animaba. Donato también quería que se corriese.

  • Más cachondo Nelson, no puedes resistir a las ganas de correrte. No hay necesidad.

Aquellas palabras fueron como el punto de partida para que las ganas de eyacular crecieran dentro de Nelson. Los espasmos comenzaron a ser más intensos. Apenas unos segundos después de la verga de Nelson comenzó a brotar el preciado líquido blanco que pronto recubriría la mano de Donato.

  • Muy bien Nelson, es natural, es bueno correrse.

El dueño de la granja susurraba al dominicano mientras apuraba los últimos chorros en ser expulsados de su aun erecta verga.

  • Ahora hay que ir a trabajar Nelson, te gusta trabajar en la granja.

Nelson trató de recuperar la consciencia pero le fue imposible. Donato introdujo en su boca un par de dedos impregnados en su semen mientras seguía insistiendo.

  • Te gusta trabajar en la granja Nelson. Te gusta tanto como estar cachondo.

Nelson comenzó a sonreír mientras se abrochaba la cremallera. Donato también sonreía. Cada día le encantaba más jugar con Nelson y además así le ayudaba a sentirse más a gusto trabajando junto a él. Antes de salir a la granja Donato cogió un bollo para dárselo a Nelson quien se lo comió con una cara de felicidad inmensa.

Al cabo de unas horas trabajando con las vacas Nelson recuperó el 100% de su consciencia. Aunque al principio se encontraba algo confuso y aun con el cuerpo algo pesado, finalmente esta vez recordó lo que había sucedido en el desayuno. Instintivamente comenzó a frotarse el pene por encima del mono y aquello provocó una reacción en cadena. De nuevo el olor del sudor de Donato en el mono lo excitó. Aunque tenía el pasamontañas sobre su cabeza, prefirió no cubrirse el rostro. Aquel aroma le encantaba y quiso disfrutar de la sensación al máximo. Donato estaba con los marranos y Nelson quería visitarlo para complacerle con el calentón que le había regalado. Cruzó la granja y allí lo encontró, con la máscara puesta y unos tapones en los oídos. La situación perfecta pensó Nelson que se podría acercar hasta él sin ser escuchado. Cuando Nelson llegó hasta Donato el viejo se sorprendió de que su negro ayudante estuviera allí y se quitó los tapones.

  • ¿Qué haces aquí Nelson? ¿Y sin la máscara?

Nelson lo miró desafiante:

  • Hoy no te hace falta máscara.

De un movimiento, tiró de la máscara de Donato hacia arriba quitándosela de la cara. Donato estaba sorprendido, no se lo esperaba de ninguna de las maneras.

  • Estoy más caliente que ningún día y quiero follarte aquí mismo.

  • Espera..no mbbppggggfff.

Nelson se abalanzó sobre Donato y sujetó sus brazos para que no impidiera que comenzara a besarle. Trató sin éxito de separarse del dominicano pero en aquellos meses había aprendido a inmobilizarlo. Mientras tanto el olor de la sala iba penetrando hasta el cerebro de Donato haciendo que cada vez fuera más difícil luchar contra el calentón que estaba experimentando. Pronto los brazos dejaron de hacer fuerza para desprenderse de Nelson y se entregó por completo a Nelson. Cada lametón de su ayudante era como una dosis de testosterona para Donato que de pronto sintió que el mono iba a explotar por la presión de la verga. Nelson por su parte intentaba explorar el ano de Donato. La cavidad que pronto sería el túnel del placer para su polla. Nelson comenzó a bajar la cremallera del mono verde de Donato y a succionar sus pezones. Donato solo tenía fuerzas para jadear y ni siquiera le salía una sola palabra.

  • ¿Te gusta el olor del sobaco, verdad? Aquí lo tienes.

Nelson agarró  la cabeza de Donato y la incrustó en su axila que con mucho gusto el viejo militar comenzó a esnifar y a lamer. Donato estaba fuera de sí, como poseído por Nelson. El olor de los marranos actuaba como un trigger para él y los comandos de Nelson le hicieron sucumbir a él también en una hipnosis profunda. Sólo quería follar. Tener más y más sexo. El dominicano también estaba fuera de sí. A él también le afectaba aquel olor aunque menos que a Donato y por eso trabajaba en deshacerse del mono de Donato sacándole las mangas y dejando que cayera al suelo. Nelson agarró de la barbilla a Donato y le dijo:

  • Es hora de follar papi.

La mirada de Donato estaba vacía, pero aquellas palabras tuvieron un efecto inmediato en su ano que comenzó a dilatarse. Nelson lo puso a cuatro patas y siguió lubricando el ano. Pronto comenzó a penetrar a Donato que gritaba de placer.

  • ¡Qué rico culo que tienes Donato! Cómo se nota que lo trabajas bien duro.

  • Fóllame, fóllame Nelson.

  • Claro papi... aquí tienes más ración de verga.

Donato estaba con los ojos en blanco, recibiendo la polla de Nelson quien jugaba también con los pezones de Donato. De forma involuntaria, de la polla de Donato comenzó a brotar líquido preseminal lo que alegró a Nelson.

  • Hay que sabroso es ese manjar. Se nota que estás bien caliente.

Inconscientemente Donato lo recogió con la mano e introdujo en la boca de Nelson un par de dedos. Nelson entró en éxtasis al saborearlo. agarró de las caderas a Donato mientras chupaba sus dedos y aceleró el movimiento de sus caderas. Ahora él tampoco podía hablar, aquel líquido lo había sumergido en un profundo trance también. Nelson también jadeaba más rápido con cada embestida mientras el ruido de sus pelotas rebotando contra los glúteos de Donato era cada vez más fuerte. Nelson no pudo retener más el orgasmo y acabó corriéndose en aquel culo. Al notar el semen de Nelson, Donato también tuvo un orgasmo que lo hizo eyacular sobre el mono verde de Nelson que llevaba él aquel día. Nelson acabó sin fuerzas pero sonriente y al cabo de unos minutos Donato volvió a colocarse la máscara y miró a Nelson.

  • Muy bien hecho hijo. Ahora es el momento de regresar con las vacas. Sigue trabajando, sigue trabajando.

Donato le bajó el pasamontañas a Nelson que ahora le cubría por completo el rostro y él también se colocó el mono lleno de la lefa que había expulsado en el polvo con Nelson.

  • Nelson, Nelson. Gracias por hacerme sentir tan vivo cada día.

Donato en seguida siguió con sus tareas rutinarias eso sí, aun sintiendo la gran follada que había tenido con su compañero dominicano.

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  • ¡Vamos Carlitos! ¡Es hora de ir al instituto!

  • No papá, no voy a volver al instituto.

Carlitos respondía tembloroso, pero es que no quería volver al instituto de ninguna de las maneras. Sentía que no pintaba nada, que no tenía ilusión por aquella vida. Definitivamente no le iba a aportar lo suficiente. Además no tenía amigos en aquel instituto.

  • Carlitos, tienes que acabar los estudios. Lo necesitas, no puedes pasar por la vida sin acabar el bachillerato.

  • No papá, no quiero terminar el bachillerato.

  • ¿Ah sí? ¿Y qué piensas hacer si no vas a estudiar? - El padre de Carlitos comenzaba a estar visiblemente cabreado.

  • Voy a ponerme a trabajar. Creo que es el mejor modo para seguir con mi vida.

  • ¿Y de qué vas a trabajar sin haber terminado el bachillerato? ¿Sin haberte especializado? A veces pienso hijo que no sabes en qué mundo vives.

  • Hablaré con Donato.

  • ¿Con Do...? ¿Con Don...? ¿Con Donato? ¿El de la granja?

Por un momento toda la argumentación se le había venido abajo a Luis. Para trabajar en la granja como ayudante no necesitaba estudios específicos. Ya había pasado allí el verano.

  • Sí papá. Creo que este verano me he dado cuenta de que aquello me gusta y además seguro que Donato necesitará ayuda. Y si no necesita ayuda Donato, seguro que la necesita alguno de los ganaderos de la zona. Se está quedando despoblada aquella zona.

Luis estaba totalmente desarbolado. Después de llevar a Carlitos un verano a aquella granja no solo no le había animado a seguir con los estudios sino que le había empujado a dejarlos definitivamente.

  • Bueno, bueno ehh... hoy ve al instituto y luego por la tarde discutimos eso. No me parece que la granja sea un buen sitio para ti.

  • Está bien, pero hoy será el último día. Después hablaré con Donato de nuevo a ver si puedo regresar a la granja con él.

  • Vale, vale pero de momento a clase.

Luis estaba nervioso. Todo lo contrario que Carlitos que estaba completamente convencido de cuál iba a ser su próximo destino. Quería regresar a la granja. Quería regresar con Donato. Y con Nelson, con Dionisio y con Patricio. Y le iba a demostrar a su padre que era lo suficiente maduro como para poder ir a vivir allí.

Luis por su parte no quería hablar de esa idea. Había conseguido ganar tiempo pero ahora tenía que pensar en cómo convencer a Carlitos para que siguiera sus estudios y a poder ser continuara con la carrera universitaria. Sería capaz de perdonarle hasta las fiestas que se montaba con sus amigos. Necesitaba un plan y entonces se le iluminó la bombilla. Tenía que hablar con Armando, seguro que él le ayudaría a que Carlitos sacara esa idea de su cabeza. Nada más llegar a su despacho en la oficina, Luis llamó a Armando.

  • ¿Aló?

  • Si Armando, soy Luis. Disculpa que te moleste.

  • Ay Luis, mi amigo. No hay nada de que disculparse. ¿A qué debo el placer de esta llamada?

  • Verás es por Carlitos quiere volver de nuevo a la granja y quedarse definitivamente.

  • ¡Pero eso es un error! ¡No podés permitir que marche de nuevo a la granja!

  • Lo sé, Armando lo sé. Por eso necesito tu ayuda. Me gustaría que tú que eres psicólogo me ayudaras a convencerlo para que se quede aquí a seguir estudiando.

  • Convencerlo... sí ¿Cómo?

  • No sé. Había pensado que con hipnosis.

De pronto Armando se quedó mudo. Luis pensó que había metido la pata esta vez hasta el fondo hasta que desde el otro lado del teléfono volvió a escuchar la voz del argentino.

  • Vamos a ver... puedo intentar hacer una sesión con Carlitos pero voy a necesitar de su presencia Luis. Vos me vas a tener que ayudar en la sesión. Yo... yo solo creo que no podré...

  • Sí, sí, sí lo que haga falta, Armando.

Luis estaba desesperado haría lo que le pidiera Armando.

  • Entonces reservo a las 7 de la tarde para que vengan ustedes y hagamos la sesión. Es posible que con una sesión no sea suficiente Luis.

  • No te preocupes Armando, te pagaré lo que haga falta...

  • No, no, no... no es por la plata querido Luis. Es porque seguramente con una sesión no sea suficiente para sacar esa idea de la cabeza de su hijo. Por tanto, creo que vos tenés también que comprometerse a cumplir de manera regular.

Ahora era Luis el que permanecía en silencio. Sabía que cualquier compromiso que adquiriera era susceptible de no poder ser cumplido por cuestiones de trabajo. Aunque por su hijo... lo que hiciera falta.

  • Está bien. Me comprometo Armando. Todos los martes a las 7 de la tarde acompañaré a Carlitos para hacer la sesión.

  • No querido... Martes y jueves. Necesitamos al menos que el refuerzo sea de 2 veces por semana para controlar a Carlitos.

  • Controlar... bueno sí.

  • Vos me entendés Luis. Jajajajaja

  • Entonces esta tarde nos vemos a las 7 en tu despacho.

  • Aquí los espero ¡Chao Luis!

Luis quedó satisfecho con la llamada a su amigo. Todavía tenía esperanzas de que Carlitos no se dejara el curso nada más empezar y cambiar para convertirse en un chico serio y llevara una vida de exitosos negocios. Revisó su agenda y vio que tenía programadas 2 reuniones para después de las 7 de la tarde las cuales canceló posponiéndolas al día siguiente. Por un momento pensó que poder salir antes que otros días no sería tan malo después de todo ya había hecho muchos sacrificios por la empresa.

Carlitos por su parte cuando acabaron las clases regresó a casa a tomar algo. Tenía hambre así que se preparó un par de hamburguesas con abundantes patatas fritas. En tan solo un mes había recuperado 4 de los kilos que había perdido en la granja y su musculatura había perdido firmeza. Los brazos no eran tan fuertes, los abdominales estaban menos definidos y los glúteos habían perdido firmeza. Al terminar de comer fue en busca del mono de Donato, sin embargo al llegar a la habitación comenzó a sentir un cansancio muy pesado. La abundante comida y el haberse despertado tan temprano sin duda tuvieron un efecto narcótico en Carlitos pero cuando cogió la sudada prenda de Donato y se la acercó a la nariz, cayó dormido de manera instantánea.

Eran las 7 menos cuarto y Luis entró en la habitación para despertar a su hijo.

  • Vamos Carlitos, ¡Menuda siesta te has echado!

  • Ufff ¿Por qué me despiertas ahora?

  • Tenemos que ir al apartamento de Armando, nos está esperando allí.

  • ¿Por qué no vas tú solo?

  • ¡No seas grosero! ¡Te digo que tenemos que ir al apartamento de Armando y no se habla más! - Respondió elevando el tono de voz Luis

  • Vale, pero no grites... ya me levanto.

Luis estaba algo nervioso mientras esperaba a su hijo a que saliera de su dormitorio, sin parar de mirar el reloj. No quería llegar tarde. Por fin Carlitos salió de su cuarto y con una camiseta de tirantes y un pantalón corto. Luis ni siquiera se había quitado el traje

  • Venga vamos a ver qué quiere Armando. - Dijo Carlitos aún bastante adormecido.

Padre e hijo se dirigieron al apartamento de Armando que aún les estaba esperando.

  • Pensé que al final no venían y estaba a punto de recoger todo. - Dijo con una amplia sonrisa en el rostro Armando. Apenas pasaban 5 minutos desde las 7 de la tarde.

  • Disculpa que nos hayamos retrasado un poco, pero es que Carlitos se quedó dormido y a veces es algo perezoso al despertar. - Se excusó Luis

Carlitos dirigió una mirada de odio hacia su padre de manera muy poco disimulada, ese era el tipo de cosas que no le gustaban de su padre, cuando le dejaba en evidencia sin necesidad.

  • Querido Luis, es muy poco caballeroso por su parte acusar a su hijo de haber llegado tarde. - Dijo Armando guiñando un ojo a Carlitos. - Venga, pasen no se queden en la puerta.

Armando se echó a un lado para que Carlitos y Luis pasaran al apartamento-consultorio de Armando. El termostato marcaba una temperatura alta de 27°, la luz era tenue y de fondo se escuchaba un ruido blanco casi inaudible. Armando pidió que pasaran a la sala e invitó a Carlitos a que se tumbara en el diván. Al principio Carlitos parecía confundido pero al girarse se encontró con Armando mirándolo fijamente a los ojos.

  • Mírame Carlitos, necesitas subir al diván, ¿Verdad? - Su mirada era penetrante y Carlitos no tenía forma de escapar, su mente quedó en blanco y sin pensarlo obedeció al psicólogo. Luis quedó sentado en uno de los sillones del fondo y al ver la escena tuvo una erección que intentó calmar.

Carlitos se tumbó en el diván y delante de sus ojos había unos focos que giraban cambiando la luz de azul, luego verde, luego amarilla y por último roja para volver al amarillo. Armando comenzó a hablar tranquilamente a Carlitos.

  • Quiero que te fijes en los focos Carlitos, cómo la luz de los focos danza para ti. Va cambiando al mismo tiempo de color. Con el azul cuando tomas aire sientes como una sensación de relax invade tu cuerpo, con el verde notas como esa relajación te da paz y serenidad, con el amarillo comenzás a exhalar y a sentirse ligero y con el rojo notás como por todos los poros de tu cuerpo expulsás el estrés. Y de nuevo azul... verde... amarillo... rojo.

A cada palabra que pronunciaba Armando con su voz melódica y suave Carlitos sentía su cuerpo ser trasladado a otro mundo. El calor y seguir adormecido tampoco ayudaba a que tuviera fuerzas para tratar de resistir y prefirió dejarse llevar.

  • Más y más relajado a cada cambio de color, con una sensación de flotar maravillosa, irresistible. Y los ojitos pesan cada vez más pero no podés evitar seguir con la mirada el baile de las luces mientras seguís escuchando mi voz. Mi voz te relaja. Mi voz te da calor. Mi voz te guía hacia un estado delicioso. Azul. Más profundo. Deja que agarre su mano mientras vos relajás más profundamente. Verde. Más profundo. Caminando por el prado. Sentís una paz. Una armonía que te libera. Amarillo. Soltando todas las ataduras para seguir flotando en el prado. Rojo. Más profundo ahora. Más profundo.

Armando posó lentamente su mano en la frente de Carlitos. Los ojos de Carlitos seguían los dedos de Armando como se acercaban lentamente y al tocar su frente se quedaron en blanco. Vacíos, como se encontraba su mente. Luis se encontraba sentado en un sillón escuchando a Armando. También se encontraba muy cómodo y en un momento notó como su mirada también quedaba directamente dirigida a aquellas luces que tanto hablaba Armando. Que tanta paz daban a Carlitos. Y ahora estaba inmóvil escuchando al argentino como hipnotizaba a su hijo, lo que dejaba al padre de Carlitos mucho más aliviado. Ahora ya sólo quedaba comenzar a sacar esa idea de la mente de Carlitos. Sin embargo Armando comenzó a dirigirse a Luis. No cambió el tono de su voz, aunque Luis lo encontró aún más profundo ahora que se dirigía a él.

  • ¿No querés acompañar a Carlitos en este viaje Luis? Es muy sencillo. Tan solo con escucharme a mí es suficiente. O con mirar a los focos como estuviste haciendo la primera vez que nos conocimos. También en la otra semana. ¿No se acuerda de la bailarina de streptease? ¿Cómo danzaba cambiando de color?

Luis no tenía ni idea de a qué se refería Armando con la bailarina ¿Se refería a aquel día que fueron a tomar unas copas a un bar? Luis intentaba recordar lo que decía su amigo mientras se acercaba más a él. Sugiriendo que siguiera mirando a la bailarina en las luces. Luis trataba de luchar para no caer en trance cerrando los ojos.

  • ¿Qué ocurre Armando? ¿Qué bailarina? - Trató de balbucear.

Armando sonrió y le tapó la boca con la mano a modo de mordaza.

  • No gastes energía Luis bloqueando el recuerdo. Déjelo fluir. Deje que llegue a su mente y comience a juguetear con vos de nuevo.

Armando comenzó a golpear suavemente en la nuca a Luis.

  • Deje que la bailarina regrese delante de vos en el verde, que baile para vos en el amarillo, que se excite de nuevo en el rojo y que regrese al trance profundo en el azul. Luis.

La consciencia de Luis estaba a punto de apagarse por completo y las sugestiones de Armando impedían que se resistiera. La última fortaleza de su mente estaba a punto de ser doblegada. Armando pasó su mano derecha desde la frente hasta la nariz de Luis y este cerró los ojos incapaz de abrirlos de nuevo.

  • Ahora dormirás profundamente y no vas a escuchar nada de lo que diga a Carlitos. - Armando comenzó a desabrochar los botones de la parte superior de la camisa de Luis. -Mientras tanto deja que una nueva bailarina comience a hacerte un striptease delante de vos.

Luis comenzó a ver a una mujer morena semidesnuda poniéndose muy cachondo. Armando sabía cómo tocar el punto débil de su amigo. Mientras tanto el hipnoterapeuta se acercó a Carlitos para que también comenzara a dar rienda suelta a su imaginación.

  • Muy bien Carlitos, sigue caminando conmigo. Seguimos por el prado. Sigue haciendo mucho calor. Igual que en la granja, ¿Verdad?

  • Sí... no paro de sudar del calor. - Dijo resoplando Carlitos.

  • Por allí a lo lejos viene el granjero. Lo recordás, ¿No es cierto?

Carlitos comenzó a sonreír al tiempo que su verga comenzaba a animarse.

  • Carlitos ¿Cómo se llama?

  • Donatoooo. Y está buenísimo. Con la barba. Y el mono negro lleno de lefa. Y las botas de gomaaa. Mmmm quiero chupar esas botas. Quiero follar otra vez con él.

  • ¿Por qué no llamamos a Donato y que chupe también nuestras botas? Seguro que así estaremos mucho más excitados.

Carlitos de inmediato vio a su granjero favorito agacharse como si estuviera haciendo una reverencia y comenzar a lamer sus botas. El joven ante aquella escena comenzó a retorcerse de placer. Su polla quería salir de los calzoncillos.

  • Carlitos, ábrele el mono a Donato. Hace mucho calor y él también está muy sudado. Deja que te envuelva con su aroma. Ahora.

Armando chasqueó los dedos y Carlitos sintió como estaba besando el cuello, el pecho y los sobacos a Donato. Una oleada de perfume de macho llegó hasta el cerebro de Carlitos mientras Armando sobaba su polla y la de Carlitos las dos bien erectas. Se acercó una vez más al oído de Carlitos para susurrarle una nueva sugestión.

  • Carlitos, ¿Te has dado cuenta de lo cachondo que está Donato? Seguro que quiere follar contigo.

  • Sí, me sonríe... Vamos a follar Donato. Vaa-mmoss. Vennn. Chúpame la polla y méteme un dedooo por el culo. ¡Ahhh!

  • Eso es Carlitos. Cuanto más placer, más profundo será el trance. Más adentro. Muy bien...

Armando bajó los pantalones y los calzoncillos a Carlitos. Estaban muy sudados por el calor que hacía en la sala y por el calentón que llevaba encima. El hipnoterapeuta volvió al sillón en el que se encontraba Luis.

  • Escuchame Luis. Quiero que vuelvas a escuchar lo que ocurre en la sala, pero seguirás en la sala de striptease. Y los gritos, los jadeos y todo lo que escucharás será a la bailarina que te estarás follando.

Luis comenzó a sonreír de placer mientras movía sus caderas. Sentía que se estaba follando de verdad a aquella mujer y que cada vez botaba más y más.

  • Muy bien. Como follas putita... Toma mi polla, toma más... aaahhhh. Hasta dentro eh?

Carlitos seguía jadeando y pidiendo más polla como animado por su padre. Estaban teniendo dos polvos hipnóticos muy alejados en sus mentes pero apenas a 3 metros de distancia real.

  • ¿Quieres más polla? Joder con lo buena que estás. Te follaría hasta quedarme seco.

Era el turno de Armando para comenzar con el lavado de cerebro, pero al contrario de lo que había planeado Luis en un principio, no sería con Carlitos, sino con él mismo.

  • Muy bien Luisito. Ahora deja tu mente en blanco mientras esa dama te coge sin parar, quiero que con cada jadeo, comiences a ver bien que Carlitos se marche a la granja. Es su destino, no lo podés detener. Eso es lo que el chico quiere. Igual que vos querés seguir garchando. Cogela y dejá la verga bien adentro Luis. Igual de adentro queda en su cerebro que vas a permitir a Carlitos regresar a la granja. Anímelo. Y cuando lo vea con el mono, tan sucio, tan sudado, tan lleno de semen. A vos le parecerá normal que su hijo se pasee de ese modo por la casa.

Armando había atrapado a Luis en su propia trampa. Se había confiado y ahora estaba totalmente vendido. Su mente estaba ocupada follándose a aquella misteriosa mujer mientras las sugestiones de Armando quedarían guardadas en su mente. Carlitos tendría vía libre para volver de nuevo a la granja, su padre ya no se lo impediría. Sin embargo Carlitos estaba ocupado en otros asuntos. Se había levantado del diván y se había bajado los pantalones para apoyar después los brazos sobre el diván mostrando un suspensorio blanco y su culo bien abierto. Como abierta tenía la boca Armando cuando se quedó mirando aquel apetecible trasero.

  • La concha de tu madre... ¡qué ganas dan de coger! - Pensó sin darse cuenta en voz alta Armando.

  • Pues fóllatelo - Dijo totalmente perdido en otra galaxia Luis.

Armando se asustó al escuchar al padre de Carlitos pero cuando acabó la frase y vio que su trance seguía siendo profundo le sonrió. Armando creyó suficiente por el momento haber tenido a Luis teniendo sexo hipnótico en la consulta y volvió a acercarse para dormirlo.

  • Descansá Luis, regresa al mar de la tranquilidad. Al océano de la paz. Duerma profundamente. - Luis cerró de nuevo los ojos mientras su mente volvía a la oscuridad del sueño más profundo. - Es hora de regresar a casa Luis. Cuando salgás al rellano, saldrás del trance y te dirigirás a tu casa directamente. Si vos encontrás algún vecino lo saludarás y seguirás su camino a su apartamento. Cuando llegue allí regresará al trance y acostará en su cama donde le están esperando dos mujeres, así bien calientes con ganas de hacer el amor. Cuando eyacule dormirá y las sugestiones que le he dado quedarán grabadas en su mente.

Luis se puso la ropa y salió por la puerta. En el apartamento quedaron Carlitos profundamente hipnotizado y caliente como el fuego y Armando que no disimulaba la erección el pantalón con tanta excitación que llevaba encima.

  • Ya me dijo Donato que vos sos todo un ejemplar brillante. - Dijo Armando acercándose a Carlitos. -  Quiero que cuando cuente hasta tres saldrás del trance, y te sentirás muy excitado. Cuando me veas seré el hombre más hot sobre la tierra. Muy cachondo. Uno regresando de nuevo a la consulta, lentamente. Tu verga sigue poniéndose bien dura, bien gorda. Dos.  Estás muy cachondo. Soy irresistible. Mi calva, mi rostro, mi cuerpo. Mi boca. Mi verga. Tres. ¡Despertá Carlitos!

Armando comenzó a chasquear los dedos delante de la cara de Carlitos. Con cara de estar confundido Carlitos salió del trance y delante de él vio el rostro de Armando. De manera inmediata le entraron ganas de follar con él.

  • Hola Carlitos, ya terminamos la sesión es hora de marcharse.

Carlitos se incorporó del diván y comenzó a morderse el labio mientras se sobaba la polla por encima del pantalón. Podía oler aun la fragancia que usaba Armando después del afeitado. Y le daba ganas tener sexo con él. Miró de arriba a abajo a Armando como si estuviera buscando para seducirlo y pudo intuir unos brazos fuertes, una espalda ancha. Carlitos quiso tocar su pecho y abdomen para saber si también allí estaría duro. También le dio ganas de tener sexo con él. Entonces empezó a separar la bata blanca y a desabotonar la camisa.

  • ¿No tienes calor Armando? Creo que te estás abrasando. - Dijo Carlitos con una voz muy sugerente.

  • Sí... este... si lo prefieres abrimos la ventana para que entre aire fresco. - Armando trataba de mostrarse algo ruborizado pese a que la reacción de Carlitos era aun mayor que la esperada.

  • No... creo que es mejor que te quites ropa.

  • Sí... bueno como veas Carlitos. ¿Tú también tienes calor?

  • Sí. Tengo mucho calor. Estoy muy caliente Armando. - Carlitos seguía acercándose a Armando mientras la excitación seguía creciendo. - Estás muy bueno. Me pones muy caliente

Carlitos entonces agarró a Armando y comenzó a besarlo en la boca. El psiquiatra estaba sorprendido por la reacción de Carlitos, por lo rápido que había propuesto tener sexo y lanzarse a por él. Carlitos siguió besándolo. La bata de Armando ya había caído al suelo y el joven prosiguió con la siguiente pieza. La camisa desabotonada pronto mostró el pecho velludo de Armando. Carlitos solo quería pensaba en poner a más de 100 a Armando. Estaba verdaderamente poseído y sólo pensaba en follar. Después de quitar la camisa de Armando comenzó a juguetear con la polla de Armando y el viejo argentino pudo separarse de Carlitos para tomar aire.

  • Carlitos, sos todo un macho ibérico. Eres muy guapo y también me ponés recaliente. Quiero coger contigo. - Armando empezaba también a estar poseído.

Poseído por la fuerza magnética que ejercía Carlitos cuando quería follar con un hombre, pero poseído también por la excitación que había subido bastantes grados en la consulta. Carlitos ahora buscaba quitar el cinturón de Armando mientras que el viejo sacaba la camiseta a Carlitos. Carlitos sudaba sin parar, el calor y su excitación estaban dejando su cuerpo empapado. Por fin Carlitos pudo quitarle el cinturón a Armando y se quedó mirando al calzoncillo de Armando. Era un slip verde clarito corto que en el elástico ponía escrito en letras oscuras: Ejército del aire. Carlitos quedó asombrado por el descubrimiento y miró a Armando. Armando se echó a reír y comenzó a señalar con el dedo.

  • Mira Carlitos, sigue el dedito. - Carlitos quedó ahora embobado mirando siguiendo con la mirada al dedo de Armando cómo dibujaba figuras en el aire. Armando utilizaba esta treta para despistarlo y en unos segundos con la otra mano lo sorprendió agarrándolo de la cabeza. - A comer la pija Carlitos. Está muy rica ¿verdad?

Con el dedo comenzó a hacer círculos en la frente. Carlitos volvía a estar en otro planeta. En el planeta sexo. En el planeta mamadas. En el planeta trance profundo de la galaxia hipnosis. La polla de Armando le pareció muy sabrosa. Era algo más corta que la de Donato, pero más gruesa, así que tenía que abrir aun más la boca para que entrara. El placer que sentía el joven a engullir el miembro era como el que sentía cuando se la chupaba a Donato o a Nelson. Carlitos se sentía en la gloria y su única preocupación era que aquel hombre al que le estaba chupando la polla disfrutara aun más de la mamada que lo que él estaba disfrutando. Y ese era el caso. Armando le agarraba a Carlitos de la cabeza hasta que el placer era tan grande que lo único que intentaba, y no siempre conseguía, era no gritar mucho. El ambiente que había preparado Armando en el consultorio con las luces y la temperatura era el de un bar gay que había frecuentado en Argentina antes de venir a España.

  • ¡Cómo la chupás Carlitos! ¡Te gusta mamarme la pija! ¡Tomala!

Cada vez que miraba Armando a Carlitos mientras le chupaba la polla, el hipnotista sentía una corriente de placer por todo su cuerpo. No recordaba la última vez que había recibido una mamada tan buena como aquella. Carlitos dominaba todos los músculos de la boca, la lengua y el paladar. Armando sentía que iba a correrse y aunque se apresuró a retirar de la boca de Carlitos para no llenarlo de semen pero fue irremediable llenarlo de lefa. De lo único de lo que se arrepentía Armando era de no haber podido aguantar algo más, pero es que Carlitos era un tremendo mamador. Carlitos parecía estar en una nube. Le había regalado una gran mamada a aquel adonis que lo había dejado en éxtasis y él estaba cubierto de semen y sudor. Antes de que Armando pudiera recuperar la respiración Carlitos estaba comiéndole la boca de nuevo al hipnotista. Llenándolo de semen.

  • ¿Aun seguís tan recaliente Carlitos?

  • No quiero dejar de follarte. Me encanta tu polla y quiero follar tu culo.

  • Ay Carlitos, eres insaciable.

Carlitos trató de besarlo pero Armando esquivó sus labios y susurrándole al oido dijo:

  • ¡Hypnose meister!

De manera instantánea Carlitos entró en trance dejándose caer hacia el cuerpo de Armando. El hipnoterapeuta argentino comenzó a acariciarlo del pelo mientras lo sumergía también más profundo. Al igual que su padre lo llevó al océano de la paz.

  • Quiero que cuando entres en casa busques el mono negro de Donato y te lo pondrás para dormir. Mañana cuando despiertes te harás una paja y te correrás sobre el mono y luego a las 10 vendrás al consultorio. Ahora regresa a casa para dormir profundamente.

Carlitos obedeció a Armando y salió del apartamento directo a casa. Armando se puso a recoger toda su ropa y algunas gotas de semen y líquido preseminal que ambos habían derramado sobre el suelo de la consulta. Se preparó una cena ligera y se acostó aún muy caliente por lo que había vivido en primera persona. Tanto Luis como Carlitos habían hecho una actuación pornográfica muy real y en su mente regresaron aquellas imágenes al acostarse. apenas unos instantes después de tener un nuevo orgasmo Armando entraría en un profundo, reparador sueño para un muy merecido descanso.

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A punto estaba de terminar la jornada para Nelson. Ya eran las 10 de la noche y estaba cargando con los últimos sacos de pienso para alimentar a las vacas. Donato le había pedido que cargara los sacos mientras él con el tractor iba llenando de grano las tolvas. Para evitar respirar el polvo que levantaba el grano los dos llevaban máscaras y pasamontañas y el mono de Donato que aun llevaba puesto el dominicano cada vez se iba llenando más de ese fino polvo que se levantaba al caer el grano. Por suerte aquel día no llovió así que no se formó mucho barro que hiciera más pesado el transporte con las botas llenándose del lodo.

  • Donato, yo voy marchando para la casa. Así voy aprovechando para ir tomando una ducha.

Nelson tuvo que gritar para que Donato lo escuchara. Donato levantó el pulgar haciendo la señal de que lo había escuchado y le parecía correcto. Nelson salió de la granja, se sacudió el polvo del mono azul. Aun se podían aprovechar todas las manchas de semen de Donato. Al verlas de nuevo Nelson pensó en lo mucho que le gustaba follar con Donato. Quizá esa noche no tuviera fuerzas suficientes para tener sexo con Donato. Igual podía sentarse y que Donato le hiciera una mamada. Eso siempre es muy agradecido. Nelson fue a su habitación a por ropa y se entretuvo con una figura que se balanceaba sin parar. Como si fuera un péndulo Nelson se quedó mirando el movimiento que no se detenía. A un lado y a otro. Un balanceo muy suave... No, quería escapar de aquella trampa. Hoy tenía que ducharse y no volver a caer hipnotizado por el camino. Consiguió salir de la habitación con unos pantalones, una camisa y un suspensorio. Bajó al baño y al cerrar la puerta Donato entró en la casa para dirigirse al despacho. Al entrar tuvo una llamada:

  • Hola. Hola ¿Qué tal ha ido todo?... Lo sabía, sabía que era un muy buen sujeto. De todas formas, cuidado. Aun tiene una oportunidad de escapar de las redes... sí, no podemos descuidarnos aunque sabemos que no tiene nada que hacer ¿Ha tratado de escapar?... Así me gustan, dóciles. Mira que parecía este más rudo, pero esos son los que más fácil es para lavarles el cerebro... Ah sí, ¿También él?... Patricio es muy bueno, no me extraña que Resti y Juanan hayan entrado en trance. Pues mira, otro abuelito y su nieto muy hipnotizables, cada uno de ellos muy aprovechables... Anda que no hubiéramos podido acabar antes si Juanan hubiera ayudado a Nelson. El pobre se ha pegado una paliza hoy. Esta noche va a dormir como un bebé.... Sí jajajaja... Lo tengo pensado, Nelson va a comenzar ya la fase 3. Está muy preparado.... De acuerdo nos vemos en un rato. Chao.

Donato colgó el teléfono y salió del despacho. Para su sorpresa allí estaba Nelson aun con el mono, las botas y los calcetines puestos y el pasamontañas en la mano. Se había quedado escuchando la conversación desde el baño y de nuevo la mezcla de preocupación y excitación le generaba un morbo que lo impedía ir a la ducha.

  • ¿Marchas ahora Donato?

  • Sí, Nelson. Acabo de hablar con Dionisio y me ha pedido que le ayude con un parto que Patricio no está. Voy a ir que luego ellos también nos ayudan cuando lo necesitamos.

  • ¿Quiere que lo acompañe? - Se ofreció Nelson.

Donato le acarició la cara y le plantó un beso en la boca. Nelson sintió una corriente de placer recorriendo todo su cuerpo con aquel beso del dueño.

  • Muchas gracias Nelson. - Donato le guiñaba un ojo a Nelson. - Tú quédate aquí. El día ha sido muy duro. Ve cenando si tienes hambre y ponte alguna película. Mañana habrá otra jornada dura.

  • Vale, como prefieras. Iré preparando la cena.

Donato abrió la puerta de la calle y se volvió hacia el dominicano.

  • Espero que me dejes el postre. - Dijo Donato antes de cerrar de nuevo la puerta mirando hacia la entrepierna del negro ayudante.

Nelson sintió un placer al ver y escuchar a Donato antes de salir de casa, pero antes le podía la curiosidad por saber cual era esa fase 3 en la que tenía que entrar. Se fue hasta el despacho de Donato y allí se sentó en el ordenador. Intentó acceder pero le pedía una contraseña.

  • Voy a probar con Donato. - Pensó Nelson.

El sistema denegó el acceso a Nelson al ordenador de Donato.

  • Entonces será hipnosis. - Probó de nuevo Nelson.

Por segunda vez el sistema denegó el acceso a Nelson. Después de unos minutos reflexionando, a Nelson se le encendió la bombilla.

  • Ya tengo la contraseña del ordenador es Don_Hypno.

Esta vez el sistema no mostró un mensaje a Nelson sino que la pantalla pareció mostrar un escritorio con una imagen de Donato y Dionisio junto con otro señor calvo y un poco más bajito vestidos con el uniforme de camuflaje del ejército. De pronto comenzó a escucharse una música de unos altavoces. El sonido era como de una playa a la que llegaban las olas. Una voz suave comenzaba a hablar. A invitar a relajarse. A sentirse más cómodo en la playa. A respirar y sentir cómo lentamente su cuerpo respondía a esa sensación de paz. Como un suave y cálido hormigueo hace que los pies se relajan profundamente. Y esa sensación va extendiéndose por los tobillos, las pantorrillas... Para ese momento la imagen del escritorio había comenzado a deformarse formando una espiral, pero Nelson era incapaz de procesar la gran cantidad de señales hipnóticas que recibía. Incapaz de distraerse. Incapaz de resistirse. Para cuando la espiral comenzó a girar lentamente de forma fluida Nelson estaba profundamente hipnotizado. Su cuerpo entero estaba poseído por el hormigueo. Un hormigueo hipnótico que lo hacía estar dispuesto a recibir todos los comandos para aprender a inducir estados de trance y ponerlos en práctica. Para eso la fase 3, convertir a Nelson en un nuevo poderoso hipnotizador. La programación mental tenía vía libre, Nelson no tenía voluntad para objetar sobre cada una de las sugestiones que estaba recibiendo y que más tarde él mismo las utilizaría para hipnotizar a muchos hombres.

Donato volvió a casa a la 1 de la madrugada. Estaba muy cansado, tanto que le tuvo que acercar en el coche Patricio para que no se quedara dormido conduciendo.

  • Por fin en casa. Muchas gracias Patricio por acercarme, Nelson ya debe de estar  dormido.

  • Menuda paliza, le has dado. Ya verás cuando aprenda a hipnotizar te va a poner a cargar a ti también. - Dijo riéndose Patricio.

  • Ojalá para cuando llegue ese momento Carlitos esté de vuelta.

Patricio tuvo una erección instantánea y su mente recordó algunos momentos de sexo con el joven.

  • ¡Ufff qué cabrones! Seguro que me habéis puesto algún trigger con Carlitos. - Dijo Patricio señalándose el mono de trabajo.

Donato se encogió de hombros para preguntarle después:

  • ¿Seguro que no fue él quien te puso el trigger con Carlitos? Yo creo que sí, sus mamadas, su culo y su cuerpo eran hipnóticos. Mírame a mí.

También Donato estaba poniéndose cachondo.

  • Carlitos es nuestra pastilla para el sexo y sólo recordarlo nos hace tener ganas de follar. - Donato comenzó a hacer pases hipnóticos delante de los ojos de Patricio que estaban ya perdidos. - Por eso cuando vuelvas a la casa tendrás unas ganas enormes de follar con Dionisio, lo hipnotizarás y follaréis mientras Carlitos baila delante de vosotros animándoos a tener sexo toda la noche. Ahora regresarás a tu granja muy concentrado en la carretera. Saldrás del trance si es necesario, pero cuando entres de nuevo en casa, regresarás naturalmente a este trance y seguirás mis instrucciones.

Algo confundido Patricio se marchó en el coche. Aun estando muy cansado Donato era un excelente hipnotizador. Por fin entró en casa y para su sorpresa se encontró la luz de su despacho abierta y allí pudo encontrar a Nelson delante de la pantalla del ordenador. Inmóvil, como si estuviera petrificado.

  • Nelson, ¿Qué haces en el despacho?

Nelson no movió ni una pestaña. Donato comprobó que el programa hipnótico había estado funcionando, apagó la pantalla y se llevó al dominicano a la habitación. Mientras caminaban Donato no dejaba de oler el sudor de Nelson, lo que lo hacía más difícil mantenerse despierto. Nelson no había llegado a la ducha finalmente y aún llevaba la ropa que llevaba en la granja. Cuando llegaron a la habitación Donato sentó a Nelson y se puso a quitarle las botas y no pudo evitar aspirar el olor que emanaba de dentro. Donato volvió a mirar a Nelson y se asustó al ver que Nelson tenía los ojos abiertos y sonreía.

  • Usted tampoco puede evitar oler las botas, ¿verdad?

  • No yo... no... no sé qué ha pasado y...

  • No pasa nada... no tiene de qué preocuparse Donato. En verdad es muy rico seguir oliendo mis calcetines.

Nelson puso sus pies en la cara de Donato. Donato trató de resistirse pero las fuerzas le seguían abandonando mientras Nelson se reía.

  • No se resista. Como me dijo a mi no hay motivo para no disfrutar del placer de los fetiches. Y las botas y los calcetines van a ser suyos también. De eso me aseguro yo. Jejeje.

Los ojos de Donato poco a poco comenzaron a quedarse en blanco. El fuerte olor lo estaba llevando en volandas hacia un nuevo trance y la voz de Nelson lo empujaba aun más. Mientras tanto Nelson se quitó la parte de arriba del mono y agarró de la cabeza con las manos a Donato.

  • Mire papi, aquí tiene su biberón para ir a dormir.

Donato de pronto sintió unas ganas enormes de comer la negra polla de Nelson. Todo el cuerpo de Nelson le atraía y comenzó a succionar la polla del dominicano.

  • Así, así ¡qué bien mamas! Cómete los huevos. ¡Qué rico!

Donato estaba solo concentrado en chuparle la polla a Nelson. Estaba haciendo una mamada muy buena y Nelson llevaba tiempo muy caliente. El olor de los dos machos teniendo sexo después del trabajo potenciaba aún más el trance de los dos, porque Nelson aun se encontraba en trance por la hipnosis del ordenador.

  • ¡Así, así qué rico chupas la verga!

Donato no podía hablar, el único ruido que hacía era porque el de su boca succionando cada vez más rápido, más hasta el fondo. Nelson acariciaba la calva del granjero y poco a poco las ganas de correrse iban en aumento. Se estaba formando un tsunami que no lo podía detener.

  • Ahí llega ya la leche papi. Sigue chupando.

Un chorro de lefa salió disparado de la polla de Nelson para poco después que comenzara a salir más y más semen. Era como un volcán desbordando lava. Donato tragaba todo lo que podía aun que casi se le salía de la boca con todo el espacio ocupado por la verga del dominicano.

  • Beba la leche hipnótica y duerma profundamente. Duerma...

Donato cerró los ojos y su cuerpo se inclinó sobre el de Nelson echando sobre el novato hipnotizador toda la lefa que aún le quedaba en la boca. Nelson sonrió y se limpió la polla y el cuerpo con el mono que aun llevaba puesto manchándolo más aún. El mono azul que era de Donato que había llevado aquel día. Nelson acostó a Donato y le besó.

  • Muchas gracias querido. Me siento un hombre muy afortunado de haberlo encontrado.

Nelson de pronto comenzó a sentir sueño. El trabajo, la hipnosis y la mamada le habían agotado y en unos segundos su cuerpo se desplomó sobre la cama y comenzó a dormir profundamente. Al día siguiente habría más faena.