Una granja muy caliente
Las vacaciones del joven Carlitos van a dar un giro radical y va a descubrir que un granjero con la ayuda de la hipnosis puede hacerle disfrutar también
Por fin habían terminado las clases y Carlitos estaba preparando el verano. Unas vacaciones en compañía de sus amigos en una casa en la playa para poder refrescarse y tomar el sol durante el día, aunque a él lo que más le interesaba eran las fiestas por la noche con sus amigos. Había conseguido formar un grupo en el que todos los chicos eran gay o bi y los 20 años que recién cumplían durante aquel año hacía que las hormonas les mantuvieran sexualmente muy activos. Ya el año anterior había podido disfrutar de las fiestas nocturnas en las que el alcohol desinhibía a sus colegas y lo que empezaba como juegos y bailes acababa con juegos eróticos y alguna orgía. Durante el curso el recuerdo, a veces borroso por culpa del alcohol le había hecho pasar alguna noche caliente también durante el invierno y las fantasías que durante meses habían rondado por su cabeza pretendía ahora hacerlas realidad. Esas y las del resto del grupo también, claro.
Solamente había un inconveniente, le acababan de dar las notas y había suspendido 5 asignaturas, así que otro año más tendría que repetir el curso pre-universitario. Por tanto, tocaba comenzar la estrategia para seducir a su padre Luis para que a pesar de la bronca inicial todo quedara ahí y no se estropearan sus planes de verano. Luis, que tenía un fuerte carácter y trataba de inculcar a su hijo la idea de prosperar en la vida a través de los estudios, había quedado viudo hacía ya bastantes años. El trabajo era su primera prioridad y la adolescencia de su hijo no le dejaba mucho más tiempo libre para tener nuevas relaciones. Llevaba un tiempo rondándole la cabeza buscar que su hijo aprovechara el verano en un trabajo para seguir con su formación y no veía con buenos ojos que volviera a pasar el verano fuera de casa y de fiesta en fiesta.
El día que Carlitos llevó las calificaciones a su padre el cabreo fue mucho más grande que el de otras veces:
¿Esto es lo que ha sido tu trabajo de todo el año? ¿Suspender cinco asignaturas? ¿CINCO? Y yo lo único a lo que me dedico es a trabajar y trabajar todo el día.
Bueno, es que es muy difícil... Y los profesores...
¿Qué? ¿Los profesores qué? ¿Te tienen manía?
Sí, bueno... a ver es que no me lo ponen fácil.
¡Es que la vida no es fácil! ¿O qué te has pensado? Igual lo que necesitas es empezar a trabajar ya. Y duro. Muy duro
Carlitos comenzó a asustarse, él quería seguir estudiando el año que viene... Igual se sacaba el curso. Y durante el curso... Igual sacaba tiempo para ir a alguna fiesta.
A ver... el curso que viene creo que se me va a dar mejor. Seguro que todo es una mala racha. Yo creo que si me despejo este verano...
¡El próximo curso no! ¡Este verano! Voy a buscar un sitio en el que necesiten a alguien que... bueno que ni sea capaz de sacar segundo de bachillerato.
¡Eh! No te pases, que no soy tonto. Además este verano pensaba ir a la playa. Lo llevo preparando desde hace unos meses.
¿A la playa? - La cara roja de Luis parecía un volcán de lo furioso que estaba - Este año no vas a ver la playa ni por la televisión ¿Entendido?
Pero papa... - Carlitos intentó ablandar a su padre.
Este año no. Es la última palabra.
Dándose la vuelta y yéndose al estudio Luis dejó zanjada la conversación. Carlitos pensó que esta vez sí que la había liado. Iba a tener que trabajarse mucho a su padre y no de la forma que Luis esperaba.
Pasaron un par de semanas y Carlitos pensó que su padre había bajado la guardia. Aunque no había podido hablar mucho con su padre pensaba que al final podría salirse con la suya. Así que cuando llegó su padre a casa de trabajar buscó la forma de convencerle de que este verano pudiera ir de vacaciones. Cuando oyó la cerradura de la puerta saltó del sofá hacia la puerta para recibir a su padre:
- ¡Papi! ¿Qué tal el día?
Su padre, inicialmente sorprendido solo pudo balbucear un poco:
Bien... bien.
He estado pensando estas dos semanas y creo que lo mejor es que durante el verano empiece a buscar trabajo y luego en septiembre empezar a trabajar ¿Vale?
Carlitos esperaba que su sonrisa ayudara a convencer a su padre. Su padre le miró con una sonrisa irónica y le contestó:
Ya te dije que no. Este verano empiezas a trabajar.
¿Pero para qué voy a empezar este verano? Además todavía no he empezado a buscar.
Lo sé. Por eso ya me he puesto en contacto con un ganadero que necesita gente para su granja. Mañana nos vamos.
Carlitos no se esperaba este movimiento de su padre. Se había adelantado y empezaba a ponerse nervioso.
¿Mañana? ¿En una granja? ¿Pero eso no puede ser? ¿Y dónde está?
Sí, en una granja. En un pueblo muy pequeño en la montaña. Así aprenderás disciplina que te vendrá muy bien.
No quiero disciplina. Quiero ir a la playa.
Ya está todo hablado no hay marcha atrás. Así que prepara la ropa no hay nada más que hablar.
Carlitos fue a su habitación llorando. Tenía la ropa preparada para ir a la playa y se iba a ir a una granja. El plan se había ido completamente abajo. Al cabo de las 2 horas quedó en la cama dormido de la rabia.
A las 6 de la mañana Luis entraba en la habitación a despertar a su hijo. Carlitos aún medio dormido cogió la bolsa de ropa y la metió en el coche. Durante los más de 300 kilómetros, más de 3 horas de viaje en coche Carlitos se los pasó mirando por la ventanilla. No le dirigió la palabra a su padre aunque Luis lo había intentado. Seguía cabreado. Muy cabreado. No se creía aún que se quedara sin verano. Sin la playa y sin las fiestas. Cuando por fin llegaron al pueblo resultó ser una aldea con apenas unas casas y se detuvieron delante de una de ellas en la que había un hombre esperando. El hombre los esperaba sonriendo, tendría cerca de 60 años, con barba blanca, un poco bajo, no llegaría al 1,70 de altura y parecía algo regordete por el abultamiento del mono de trabajo azul que aparecía a la altura del estómago. Luis se bajó del coche y el señor le tendió la mano.
Hola soy Donato, encantado de conocerle. Usted debe ser Luis.
Hola... sí soy Luis encantado. Dentro del coche está Carlitos. Eh... Carlitos venga hijo sal del coche.
Si hijo sal, que te estoy esperando. - Dijo Donato sonriendo. Tenía la voz muy suave, como los curas del instituto de Carlitos.
Carlitos bajó del coche y fue a por su bolsa con la ropa, le dio la mano a Donato y le saludó con un hola casi inaudible.
- Bueno hijo, vamos a dejar tus cosas en la casa y a prepararnos para ir a trabajar que yo ya he empezado.
Carlitos dio un resoplido y se despidió de su padre que después volvería a montarse en el coche para volver a la ciudad. Ahí Carlitos terminó por darse cuenta de que no había marcha atrás, se acabó el verano soñado, se acabaron las fiestas... ¿Qué fiestas podría haber en un pueblo abandonado?
Donato abrió la puerta de la casa y le enseñó la casa. La cocina, el salón y un despacho y el baño con entrada desde el salón. Arriba estaría el dormitorio de Carlitos. Lo primero que hizo al entrar en su habitación fue abrir la bolsa con la ropa para colocarla. Ahí llegó una nueva sorpresa para Carlitos ¡Esa era la ropa que se iba a llevar a la playa! Bañadores, una toalla, alguna camiseta, crema solar y suspensorios, juguetes sexuales y preservativos para las noches. No podía ser, aquella era la bolsa que había preparado para ir a la playa. Con el enfado no preparó la ropa para venir a este pueblo. Un poco avergonzado y asustado bajó a decírselo a Donato.
Hola señor... eh verás es que acabo de ver que la ropa que he preparado para venir... bueno que igual no es mucha ropa y...
Pero y toda la bolsa que traías que había dentro entonces.
Bueno verá... es que eh... yo tenía pensado ir a la playa y la ropa que preparé pues...
Donato comenzó a reírse.
Bueno, bueno no te preocupes. Seguro que con la ropa que tienes estará bien y si no te dejaré yo algo de ropa. Además para ir a trabajar ya tengo tu ropa preparada. En el armario tienes unos monos de trabajo y teniendo en cuenta que en el pueblo no vive nadie más no creo que sea necesaria mucha más ropa.
Muchas gracias.
De nada muchacho. Otra cosa más. Por favor no me trates de usted. Y llámame Donato. Lo de señor me echa muchos años de más.
De acuerdo. Tú me puedes llamar Carlitos.
Sin apenas darse cuenta a Carlitos le había cambiado el humor. Ya no se sentía ni cabreado ni asustado, sino que estaba más relajado, más abierto ¡Hasta le había pedido que le llamara Carlitos! La permanente sonrisa de Donato, su suave tono de voz y su reacción quitaron la coraza a Carlitos que ahora también sonreía.
Vamos, ahora sube a por un mono de trabajo que vamos a empezar a trabajar.
Sí, claro.
En el armario había varios monos de trabajo. 2 de color azul, otro rojo y otro verde. Escogió el rojo que fue el que más le gustó. Se quitó la ropa que llevaba salvo los calzoncillos y los calcetines y se enfundó el mono y bajó de nuevo al salón.
- ¿Ya estás preparado? Venga vamos a la granja entonces que allí nos esperan los animales. - Dijo con esa sonrisa permanente Donato.
La granja estaba detrás de la casa. Nada más entrar había una especie de recibidor con un montón de botas de goma. Al verlas Carlitos dio un respingo, le encantaban esas botas y en su ordenador en casa tenía toda una colección de este tipo de botas. Se quedó parado delante de ellas mientras Donato se calzaba unas. El granjero se dio cuenta que el joven se había quedado paralizado.
Vamos, ¿Qué haces como un pasmarote?
No... es que no me esperaba que hubiera estas botas.
Claro, para la granja este calzado es mucho mejor. Vamos pruébate estas.
Donato le acercó unas botas. Solamente con tocarlas Carlitos notó que su pene comenzaba a ponerse juguetón. Para el momento en el que se las había calzado su verga ya estaba completamente erecta, había comenzado a sudar y no sabía cómo colocarse. Donato se había dado cuenta de la incomodidad de su nuevo compañero pero prefirió mantener silencio. Carlitos demasiado hacía con tratar de disimular el bulto que comenzaba a asomar de su entrepierna. Después pasaron a un establo en el que había vacas. Donato le enseñó a Carlitos cómo debía hacer para limpiar el establo. Carlitos no parecía del todo muy convencido, pero no le quedaba más remedio que coger la escoba y comenzar a barrer y limpiar todas y cada una de las tablas del establo. El bulto en la entrepierna de Carlitos no bajaba y de vez en cuando trataba de acomodarse tratando de colocar la verga con el calzoncillo. Donato seguía desde la distancia los movimientos del aprendiz.
- Este va a ser bueno. Muy bueno - Pensaba Donato en voz baja mientras se acomodaba la verga también.
Ver a Carlitos excitado solo con ponerse las botas le había calentado mucho. Había notado el cambio en el comportamiento desde que llegó al pueblo hasta que se puso las botas. Sin duda había conseguido mantener al chaval algo más calmado y ahora incluso trataba de aplicarse primero limpiando el establo y después dando de comer a los animales.
Al acabar la jornada Carlitos estaba agotado. Había sido una jornada muy larga y él no estaba acostumbrado a trabajar. Además como hacía bastante calor estaba totalmente sudoroso así que al llegar a casa se tomaría una ducha. Donato se quedaría un rato más preparando unos documentos antes de llegar a casa. Así que Carlitos llegó a casa y fue a la ducha. Nada más encender la ducha comenzó a notar que había un ruido en el baño como de un ventilador. No le dio mayor importancia y comenzó a ducharse. Fue una ducha totalmente relajante, como si las gotas que caían lo estuvieran masajeando. No recordaba una ducha así en mucho tiempo. Sin duda todo el esfuerzo del día había contribuido a que ahora la ducha fuera tan agradecida.
Al salir de la ducha se puso uno de los suspensorios que trajo y el pantalón y la camiseta que llevaba por la mañana. En el salón se encontró con Donato, aún con el mono y las botas de goma. De nuevo Carlitos, dio un respingo a lo que Donato con una sonrisa pícara le dijo:
Qué pasa, parece que te asusté.
No, no me asusté es simplemente que no esperaba verte así
Jajaja, pero si así me has visto todo el día. - Donato hizo una pausa para mostrar las botas. - Y con las botas también.
La polla de Carlitos volvía a estar erecta. Esas botas eran su debilidad y Donato lo sabía. Después de la cena Donato fue al despacho y le dijo a Carlitos que podía que podía quedarse viendo la tele pero Carlitos prefirió ir directo a la cama. En la habitación de nuevo comenzó a escuchar ese sonido de ventilador y pensó que no sería capaz de dormir. Pero en cuanto su cabeza tocó la almohada comenzó a ser imposible tener los ojos abiertos. El continuo sonido rítmico parecía que le invitaba a dormir, a estar más cansado, a dormir profundamente, a dormir más profundamente ahora. Carlitos casi de forma instantánea estaba profundamente dormido. El cansancio del día junto con las sugestiones subliminales ocultas en ese ruido lo habían derrumbado por completo. Las mismas sugestiones subliminales que había en la ducha y que eran absolutamente imperceptibles para la mente consciente de Carlitos. Donato lo veía todo desde el despacho. Los años en la investigación de la programación subliminal le habían permitido ir perfeccionando el método. Esa simpatía natural había desbordado al joven y comenzar a creer que está en un sitio que no tiene riesgos para él le había hecho bajar la guardia. Ahora Donato observaba como Carlitos comenzaba a recibir un bombardeo de sugestiones en la cama mientras dormía plácidamente. Estaba comenzando a sembrar los frutos que esperaba recoger no mucho más tarde.
A la mañana siguiente Carlitos amaneció casi desnudo sin el pantalón puesto y el suspensorio casi en las rodillas. Sin duda había estado soñando con las fiestas en la casa de la playa. No era la primera vez. Sin embargo todos esos pensamientos desaparecieron cuando vio en la silla el mono rojo colgado. Debía prepararse para trabajar así que cogió uno de los monos azules que quedaban colgados en el armario, se lo puso y bajó las escaleras. Donato lo esperaba abajo, saliendo del despacho. Él también estaba preparado con el mono azul.
¿Qué? ¿Cómo has descansado? -preguntó Donato con una sonrisa, conociendo la respuesta de antemano.
Pues muy bien, hacía tiempo que no dormía tan bien. Debe ser la tranquilidad del pueblo.
Esta vez Donato no llevaba puestas aun las botas, pero eso a Carlitos parecía no importarle. El mono de trabajo de Donato comenzaba a excitarlo cada vez más. El señor con las manos en los bolsillos jugueteaba con su verga y Carlitos no perdía ojo. Cada vez que Donato hacía un gesto como echando la cintura hacia delante Carlitos daba un respingo. Y su verga también.
- Venga, vamos a trabajar.
Carlitos lo acompañó sabiendo que cuando se pusiera las botas el suspensorio no iba a poder aguantar la presión de la polla cada vez más dura. Cuando empezaron a trabajar Donato se dio cuenta de algo. Ese culo se le marcaba hoy más a Carlitos cada vez que se agachaba ¿Que llevaría puesto? ¿Un tanga? ¿Iría sin ropa interior?
- Uff este chico es todo un diamante en bruto.
Donato estaba cada vez más y más cachondo y cada vez era más inevitable. A pesar de la poca actividad física que durante el año hizo Carlitos y que hizo que aquel curso cogiera peso, eso no evitó que Donato pensara que con todo el trabajo que tendría que hacer durante el verano su cuerpo se moldeara como si fuera un atleta. Solo de pensarlo Donato comenzó a sobarse la polla. Carlitos se lo quedó mirando e instintivamente comenzó a sobarse la verga también. Entonces Donato le pidió a Carlitos que siguiera con el trabajo que hicieron ayer mientras él iba a revisar a los marranos.
¿También tienes marranos? Pues sí que tienes faena.
Claro, por eso necesitaba un chiquillo como tú para que me ayudara a sacar esto adelante. - Dijo Donato guiñándole el ojo
Donato salió del establo y entonces Carlitos volvió a escuchar el ruido del ventilador. Era como si lo tuviera en la cabeza y no pudiera hacer nada más. No pudiera pensar más. Tan solo la mente en blanco para limpiar y dar de comer a las vacas. Limpiar y dar de comer. No se entretenía con nada más aunque el calor hoy fuera más intenso. Solo paraba para dar un trago de agua de vez en cuando. Donato fue a visitar a los marranos. Con una máscara por el fuerte olor, limpió y los dio de comer y después volvió donde seguía Carlitos. Con la mente en blanco y la mirada perdida. El trance profundo en el que se encontraba le hacía imposible darse cuenta que Donato había vuelto y que él ahora llevaba también unos guantes de goma. Llevaba otro par en la mano para Carlitos. Se acercó a él y con una mirada penetrante y una voz autoritaria le dijo.
- Toma, póntelos. Son para ti.
Carlitos asintió y se puso los guantes orgulloso mientras seguía perdido en el trance. Al cabo de un rato Donato apagó la máquina que puso en trance a Carlitos. Carlitos aun medio en trance se vio con los guantes y su excitación fue máxima. Se quitó la parte de arriba del mono y empezó a masturbarse. Si llevar las botas era ya motivo para estar excitado llevar unos guantes de goma hizo que fuera inevitable que comenzara a masturbarse. Donato al asomarse pudo ver la escena. Por fin descubrió que la ropa que llevaba Carlitos era una especie de calzoncillo que enseñaba el culo entero. Ahora era Donato el que miraba hipnotizado al joven. La sangre se le había bajado al pene y sentía la necesidad de frotarlo. Por un momento recobró la conciencia y volvió al pasillo. No quería que Carlitos se diera cuenta de que lo había pillado. Así que cuando Carlitos no podía verle dijo en voz alta.
- Carlitos ¿Ya has terminado el trabajo?
Carlitos salió por completo del trance, guardo la verga en el suspensorio y se subió rápido el mono azul. Cuando entró Donato ya estaba totalmente vestido aunque con la cremallera del mono bajada mostrando el suspensorio por la parte delantera.
Veo que has encontrado los guantes. - Comentó Donato. Carlitos no sabía que era el granjero el que se los había dado.
Sí, los he encontrado y bueno creo que para las tareas estaban muy bien.
Carlitos, que no se había dado cuenta de que llevaba la cremallera bajada y se le veía el suspensorio, vio que Donato también llevaba los guantes de goma, además de las botas y dio un resoplido.
- Muy buena idea, yo he hecho lo mismo con los marranos. Bueno pues puedes ir a casa a tomar una ducha. Nos vemos en casa.
Carlitos volvió a casa para tomar de nuevo una ducha relajante. Cuando salió de la ducha volvió a ponerse el suspensorio. De nuevo aquel día fue agotador para Carlitos por lo que al terminar de cenar quería ir a dormir. Sin embargo Donato le pidió que esperara que quería enseñarle una cosa. Entró en la oficina y salió oscilando un péndulo. Inmediatamente la mirada de Carlitos fue directa al péndulo.
- Quiero que mires antes de dormir fijamente al péndulo. Observa como brilla. Cómo se balancea de lado a lado. De izquierda a derecha. Eso es... Respira profundamente acompañando el movimiento del péndulo.
La voz de Donato ahora se había vuelto profunda, tranquila, relajante. Carlitos no puso ningún impedimento en seguir las instrucciones de Donato. Donato lo guió al sofá y Carlitos se sentó.
- Centra toda tu atención en el movimiento del péndulo y en mi voz. Mi voz es relajante y quiero que vayas más profundo. Eso es. Déjate llevar, más relajado y más profundo. Contaré lentamente de 10 a 1 y por cada número caerás el doble de profundo. El doble de sugestionable.
En este momento la mente de Carlitos se encontraba totalmente abierta, totalmente en blanco. Receptivo para todas las sugestiones que le dijera Donato.
- 10 siguiendo al péndulo. 9 más y más profundo. 8 relajado, pesado. 7 cada vez más cansado. 6 de izquierda a derecha, relajante. 5 cuanto más miras al péndulo más quieres seguir en el trance. 4 totalmente hipnotizado. 3 Estás profundo. 2 diez veces más profundo. 1 Duerme profundamente, con los ojos abiertos.
Carlitos tenía las pupilas totalmente dilatadas. La mirada solo concentrada en el péndulo totalmente vacía y la mente en blanco. Donato hizo que Carlitos sujetara el péndulo.
- Ahora Carlitos quiero que le cuentes al péndulo cuáles son todos tus gustos y tus preferencias sexuales. Adelante.
Como un autómata Carlitos comenzó a detallar sus gustos sexuales. Que era homosexual y que le encantaban los hombres un poco más mayores que él. También le gustaba el látex y las botas y los guantes de goma -Esto ya lo había descubierto Donato-. También le contó la experiencia en la casa de la playa del año anterior con sus amigos y que este verano quiso repetir de nuevo pero los planes cambiaron totalmente. Quería repetir las fiestas sexuales y las orgías. En este punto la mente de Donato hizo click. Recordó que Carlitos le había dicho que la ropa que había traído era la de las vacaciones de la playa. Una gran sonrisa se le dibujó en la cara a Donato.
- Tranquilo Carlitos, aquí tendrás tu playa todo el año. Quiero que guardes esto en tu mente. Esta es tu playa. Tu playa de verano. Llena de sexo. Llena de placer. Para que puedas desarrollar todas tus fantasías.
En el trance Carlitos sonrió. Donato había hecho que su mente se trasladara a la playa aun estando a cientos de kilómetros de la playa.
- Contaré hasta 3 y saldrás del trance aunque estarás muy cansado y querrás ir a dormir. 1, 2, 3.
Carlitos movió la cabeza, confundido.
Vamos Carlitos, te habías quedado dormido en el sofá. Parece que te he aburrido.
Nada de eso. - Dijo tratando de hacer quedar bien a Donato. - Simplemente el día ha sido muy largo y estoy cansado.
Tienes razón. Será mejor que vayas a dormir. Yo iré en un rato que tengo que terminar unas cosas en el despacho.
Carlitos fue directo a la cama. Esta vez ni se dio cuenta del ruido. Cayó instantáneamente dormido. El ruido blanco solo hizo que fuera más profundo el trance y que su mente volviera a estar abierta a las sugestiones que desde el despacho Donato comenzaría a mandar. Durante toda la noche la mente de Carlitos fue una esponja absorbiendo todas las sugestiones totalmente inaudibles que por los altavoces estaba recibiendo. Todas las barreras habían sido tumbadas durante las noches anteriores y en las duchas que había tomado. Todo había sido una preparación para que Carlitos se sumergiera cada vez más rápidamente en el trance profundo. El agotamiento físico del duro trabajo de día sumado al agotamiento mental había dejado a Carlitos totalmente indefenso y eso lo sabía perfectamente Donato, que con la comprobación por medio de la sesión hipnótica lo único que confirmaba era la total entrega al trance que tenía el adolescente.
A la mañana siguiente Carlitos fue directo a por el mono rojo que había llevado el primer día esta vez con el suspensorio que aun llevaba puesto. Al bajar las escaleras no podía creer lo que estaba viendo. Ese parecía un hombre con un mono de látex negro que estaba dirigiéndose a Donato... que también llevaba un mono negro ¿Sería también de látex? A Carlitos el corazón parecía que se le iba a salir del pecho ¡Esta granja también es muy buena! El misterioso hombre salía por la puerta mientras que Donato quedaba mirando a Carlitos.
Mira, ya estás preparado ¿Vamos a desayunar?
Sí, ¿quién era ese hombre? -Dijo Carlitos con voz temblorosa, casi asustada.
Ese, ah no te preocupes, es un viejo amigo. Sobretodo viejo jajaja.
Al acercarse Carlitos comprobó que el mono de Donato era de tela y no de látex pero tampoco le importó mucho. Su corazón siguió latiendo rápidamente.
- Igual vuelve otro día, no te preocupes -Dijo Donato guiñándole el ojo.
En ese momento le comenzaron a temblar las piernas a Carlitos. Donato lo agarró y le susurró:
- No te preocupes yo te protejo. Vamos a desayunar.
Carlitos lo miró con una sonrisa mientras preparaban el desayuno. Aquel día en la granja fue más duro que los anteriores. Además de las tareas habituales Carlitos tuvo que salir al campo para una tarea más añadida, ayudar a Donato a apilar los bloques de paja en un almacén dentro de la granja. Mientras que Donato estaba cómodamente sentado en el tractor, Carlitos tenía que encargarse de asegurarse que la pala cogía los bloques correctamente. Este día acabaron a las 10 de la noche y Carlitos para lo único que le quedaron fuerzas fue para cenar y acostarse directamente. No podía casi ni hablar de lo cansado que se encontraba. Cayó encima de la cama sin desvestirse y quedó inmediatamente dormido. Toda la actividad de limpiar el establo, mover las vacas, darlas de comer, hacer el ordeño ya era mucho, pero mover los bloques de paja lo dejaron rendido.
A mitad de noche despertó Carlitos y bajó al salón. Allí se encontraba Donato viendo la televisión en el sofá del salón. Para él también había sido un día muy duro. Llevaba puestos unos auriculares para no molestar a Carlitos, pero aún así Carlitos se despertó. Al verlo en el sofá el joven aprendiz pensó en despertarlo pero al ver que aún llevaba puestas las botas y el mono de trabajo negro cambió de idea. Decidió ser más juguetón. Ya que no podía haber tenido esas fiestas sexuales en la playa decidió que igual podría hacer algo con Donato y aprovechando que no había hecho falta alcohol para dejarlo KO pensó que no debería dejar pasar esa oportunidad. Sigilosamente se acercó a él para comprobar que efectivamente estaba dormido como un tronco. La respiración era profunda y lenta, podía atacar. Comenzó a bajar suavemente la cremallera del mono y de pronto un aroma a sudor invadió la habitación. Eso no hizo otra cosa que aumentar el calentón que con la otra mano no hacía otra cosa que masturbarse. Al llegar a la entrepierna vio que llevaba unos slips. Suavemente los apartó y entonces metió la cabeza dentro del mono y comenzó a engullir la verga. El aroma que desprendía no hizo otra cosa que aumentar la excitación de Carlitos que ya tenía su polla erecta y comenzaba a trabajar la de Donato. Rítmicamente, hacia arriba y hacia abajo. Saboreando con la lengua toda la superficie. Mientras su masturbación también se acompasaba. Lentamente. Al mismo ritmo que la boca y por cada lamida entraba más profundo en un éxtasis total. En un placer absoluto. Una felicidad completa que le hacía estar sumergido dentro de ese mono. Sumergido en el placer y en el momento en el que Donato comenzó a acompasar con su mano el movimiento de la cabeza de Carlitos sumergido en un trance hipnótico. Totalmente en blanco. Donato lo estaba esperando. Sabía que vendría. Él se lo había "sugerido". Y ahora Carlitos estaba en otro planeta. Nada de lo que decía Donato era capaz de escucharlo su mente consciente. Solo se preocupaba de dar placer. Más placer. Y lo estaba haciendo. Después de 10 minutos Donato no fue capaz de aguantar más y comenzó a eyacular y en el momento en el que Donato eyaculó también comenzó a eyacular Carlitos. Ambos acabaron llenos de semen, el cuerpo y la cara de Carlitos, el pecho de Donato y ambos monos de trabajo. Carlitos levantó la cabeza y solo vio la sonrisa aprobatoria de Donato.
Duerme profundamente.
Sí señor.
Vuelve a la habitación y según te tumbes caerás de nuevo en un sueño profundo y reparador.
Sí
Como un autómata, Carlitos se incorporó y subió las escaleras al entrar en su habitación se tumbó sobre la cama y de forma instantánea cayó dormido. Donato estaba realmente sorprendido. Nunca le habían hecho una mamada así y tampoco había hecho falta sugerírselo. Estaba claro que Carlitos estaba preparado para eso y mucho más y que la preparación que había tenido el año anterior había hecho que fuera un experto mamador. Fue al despacho y preparó la segunda parte de la programación de Carlitos. Después fue a la cama. Después de todo para Donato también había sido un día agotador y lleno de emociones.