Una gran cena 1ª Parte

El viernes había pasado de ser un día normal a poder ser un día genial, tenía que preparar bien a mí mujer para que estuviera a la altura de la situación. Le dije que se vistiera, es decir, minifalda y blusa, sin ropa interior, que es como a mí me gusta. Le quería comprar un vestido de sirvienta par

Estaba en casa y sonó mi móvil, era Merche, la chica de la piscina.

Y- Si quien es.

M- Hola, soy Merche ¿Cómo estás?

Y- Genial ¿Y tú?

M- Muy bien, te quería pedir un favor.

Y- ¿Dime?

M- El viernes tengo una cena en casa con dos amigas y te quería preguntar si me dejarías a tú sumisa para que nos sirviera y hacer la cena más divertida.

Y- Sí, no habría problema, pero hay dos condiciones, nada de dolor extremo y yo estaré presente aunque no intervenga en lo que pase.

M- Me parece perfecto, además te lo compensaré de una manera que sé que te gustará.

Y- ¿Cómo piensas compensármelo? ¿serás mi sumisa? Jajajaja.

M- Sabes que no, pero sí que podrás escoger a una de mis dos amigas y jugar con ella mientras mi otra amiga y yo nos encargamos de tú sumisa. Ya les he dicho que tienen que estar dispuestas a ser azotadas y tratadas como sumisas. E incluso hay una de ellas que me ha comentado que está desenado que la escojas para probar. ¿Te parece suficiente compensación?

Y- Me parece perfecto.

M- Pues os espero el viernes a las nueve. Un beso.

Y- Hasta el viernes.

El viernes había pasado de ser un día normal a poder ser un día genial, tenía que preparar bien a mí mujer para que estuviera a la altura de la situación.

Le dije que se vistiera, es decir, minifalda y blusa, sin ropa interior, que es como a mí me gusta. Le quería comprar un vestido de sirvienta para que estuviera a la altura.

Subimos al coche y nos dirigimos a un pueblo cercano donde hay una tienda con lencería para estas ocasiones. Como es habitual ella iba en el coche mostrando su coñito depilado a cualquiera que se acercara a la ventanilla.

Ya en la tienda, y después de ver varios, me decanté por una especie de body, con falda solo por delante y anudado a la cintura, dejando todo su culo al aire, en la parte de arriba, tenía una cinta central que se abría hasta cubrir lo justo de sus tetas, con casi toda la parte abdominal descubierta, sabía que eso pondría muy cachonda a Merche, ya que mi sumisa tiene un cuerpo escultural con unos abdominales de gimnasio.

En la tienda, estábamos la dependienta, ella y yo. Le pedí que saliera del probador, estaba tremenda, para follarsela allí mismo. Le pregunté a la dependienta si a ella le gustaría que le sirviera la cena una mujer así. Era una muchacha joven y se sonrojó en seguida, diciéndome que si de una forma muy tímida.

Entonces le dije:

Y- ¿Quieres comprobar lo servicial que es?, le puedes pedir lo que quieras.

D- No, gracias, me da mucha vergüenza.

Y- Si es por eso, te dejo a solas con ella y yo me voy a dar una vuelta.

D- No, no es eso, es que…….siempre he querido……saber……que se siente cuando una mujer…

Te come el ……..(no se atrevía a decirlo).

Y- ¿El coño?

D- Si.

Y- No te avergüences eso lo solucionamos ahora mismo. Cierra la puerta de la tienda y entra en el probador.

Cerró la puerta y tímidamente entró en el probador.

Y- Bella (es el nombre de sumisa de mi mujer), quítale el pantalón y la ropa interior y hazle una comida de coño que no olvide jamás.

La muchacha era un poco reticente, se notaba que era la primera vez que hacía algo así, pero Bella, mujer experta donde las haya comenzó a acariciarla suavemente, la besaba en el cuello y la chica poco a poco se fue relajando. Cuando Bella vio que se estaba relajando poco a poco la fue dejando desnuda de cintura hacia abajo, la muchacha llevaba el coñito depilado, con una pequeña hilera de pelo en la zona central, supongo que por su juventud y el color de su piel, tenía un color rosado que invitaba a arrodillarse y no dejar de lamer.

Se sentó en el banco del probador y Bella de rodillas frente a ella, comenzó su faena. La chica cerró los ojos y al minuto ya  lanzaba sus primeros gemidos. Puso las manos sobre la cabeza de Bella y presionaba hacia su coño, como queriendo impedir que Bella escapara.

Yo, mientras le dije a Bella que se pusiera a cuatro patas y abriera las piernas, quería comprobar si se estaba poniendo cachonda. Pasé mis dedos por su sexo y los flujos ya resbalaban por las piernas.

Comencé a masturbarla y contra más rápido se movían mis manos, más rápido se movía su lengua en el sexo de esa muchacha. La respiración de la chica era ya muy acelerada, se notaba que su orgasmo estaba muy próximo. A mi mujer le temblaban las piernas, se estaba conteniendo el orgasmo, ya que sabe que no se puede correr si no se lo autorizo.

En pocos minutos la joven dependienta se había corrido, y yo deje a Bella con su calentón.

Rápidamente la dependienta se vistió y en agradecimiento al trabajo de Bella no quiso cobrarnos el conjunto.

Ya en el coche el sexo de mi mujer parecía una fuente no dejaba  de resbalar  el flujo por sus piernas. Quedaba claro que necesitaba correrse.

El resto de la semana intenté que estuviera lo más caliente posible, preparándola para su servicio del viernes.