Una gordita sexi

Diréis que los tíos somos así, que no miramos dentro de las personas, que somos superficiales, y un sin fin de cosas más, pero lo cierto es que nunca me fijé en las rellenitas o las gorditas. Sin embargo, no pude evitar fijarme en esta. Se llama Paula, y es nueva en el equipo. Bueno, nueva, ya lleva

Diréis que los tíos somos así, que no miramos dentro de las personas, que somos superficiales, y un sin fin de cosas más, pero lo cierto es que nunca me fijé en las rellenitas o las gorditas. Sin embargo, no pude evitar fijarme en esta. Se llama Paula, y es nueva en el equipo. Bueno, nueva, ya lleva quince días trabajando con nosotros, y una semana trabajándoseme a mi. Ahora os cuento la historia.

Cuando me la presentaron la vi de pie, no me hubiera fijado en ella si no hubiera sido por su sonrisa, y su cara dulce como la miel. Tenía unos labios carnosos, pero lo que más llamaba su atención eran sus tetas, enormes, formando un canalillo apretado casi debajo de su cuello. Cuando se dio la vuelta miré su culo, y también enorme. Me sonreí pensando que a lo mejor se podía apoyar algo en él.

En la oficina nos comunicamos por programa de mensajería, parecido al messenger, pero otro. En seguida le di la bienvenida también por ahí, pero ahí quedó la cosa. Al día siguiente me puse los auriculares, me gusta trabajar con música. Entonces en seguida me preguntó por mensajería:

-¿Qué escuchas?

-Es una selección propia, pero está compartida, si quieres te digo cómo acceder.

Se lo dije, empezamos a escuchar música juntos, y entre trabajar y charlar fue pasando el tiempo.

Aquí a veces se da el caso de que hay momentos en los que tienes que esperar a que te asignen trabajos. Son ratos muy aburridos, la verdad, y ella tenía uno de esos.

-¿Qué haces cuando no tienes nada que hacer?

-Bueno... -contesté yo no sabiendo muy bien qué decir-. Leer el correo, disfrutar de la música... Yo a veces escribo relatos.

-¿Ah sí?¿Puedo leer alguno? -me preguntó.

-Bueno..., es que no son relatos normales..

-¿Qué quieres decir?

-Son eróticos.

-Ah...

-Me da un poco de palo enseñártelos... -le dije.

-Bueno, si no me gustan dejo de leerlos y ya está, ¿te parece?

-Vale, pero que algunos son un poco fuertes.

-No te preocupes, que estoy curada de espanto.

Le envié uno por mensajería, uno suave. La vi leyéndolo, interesada. Y cuando acabó:

-Tampoco es tan fuerte, pero está muy bien, me ha gustado.

-Bueno, te he dado el más flojo.

-Pues dame lo más fuerte que tengas, a ver.

Se lo envié. Entonces sí vi que mientras lo leía se ponía algo colorada. Creo que le subían un poco los calores, y de vez en cuando el pecho le subía y bajaba como respirando fuerte.

-¿Qué tal? -le pregunté.

-Ufff. Sí que era fuerte.

-¿Qué quieres decir?

-Bueno, no sé qué decirte.

-Te ha excitado -me atreví a decir.

-¿Que si me ha excitado? Estoy empapada.

-Jajaja, bueno, tengo más.

-Pásamelos porfa.

-Con una condición.

-¿Cuál? -preguntó.

-Que te tomes algo conmigo luego -aún no sé ni por qué le dije eso, pero estaba excitado, supongo que por eso.

-Vale, hecho.

Le pasé los que tenía a mano, y mientras los leía le iba diciendo cosas.

-Oye, ¿sabes que me ha excitado saber que estabas mojada?

-¿Sabes que me has hecho mojarme aún más diciendo eso?

Y ataqué.

-Pues imagínate cómo voy yo ahora. No sé ni lo que te haría.

Ella se rió.

-Pues me lo demuestras luego, esta es mi dirección, vente luego.

No me podía creer la suerte que estaba teniendo.

Al acabar el trabajo ella no estaba, su horario la permite salir una hora antes. Y yo me dirigí hacia la dirección que me había dado, era su casa.

Me abrió la puerta vestida con una bata que dejaba ver mucha cosa, pero no lo suficiente. Estaba recién duchada y me ofreció algo de beber.

-Una cerveza si tienes.

-Claro -contestó abriendo la nevera y sacando dos-, no sabes cómo me has puesto en la oficina.

-Pues imagínate cómo estaba yo, a punto he estado de irme a masturbarme al baño.

-Yo me he masturbado en la ducha -dijo sentándose en mis rodillas, con las piernas abiertas, en la silla, y dándome un beso que empezó siendo muy suave, pero que nuestras lenguas hicieron que se convirtiera en algo más.

Ella se arrimó más a mi, clavándome las tetas en el cuello, y situándose encima de mi polla, que estaba a mil.

-Mmmm..., qué durita se nota -me dijo-. ¿Nos duchamos juntos?

-Venga.

Mientras íbamos al baño, ella dejó caer su albornoz, poniendo a mi vista sus nalgas, enormes, y que me parecieron lo más apetitosas. Al llegar al baño, ella comenzó a desnudarme, mientras nos besábamos, yo ya tocaba esas nalgas con ganas, y entonces vi sus tetas, enormes, perfectas, con unos pezones oscuros, duros, que cubrían gran parte de los pechos. Bajé la cabeza para chuparlos, y en cuanto empecé ella me quitó la cabeza, me besó y terminó de desvestirme.

Se quedó mirando mi polla, y la cogió con la mano, y con la otra masajeó mis huevos, que casi explotan ahí mismo.

Nos metimos en la ducha y nos duchamos. Cuando ya estaba limpio, ella se puso de rodillas y empezó a hacerme una de las mejores mamadas que me han hecho nunca.

-Por favor, para -tuve que decirle-. Si sigues así voy a correrme.

Ella se tocaba con los dedos, y pareció no importarle.

-Así aguantarás luego bien -contestó sonriendo, y empezó a chupar con más fuerza, a lamer polla, culo y huevos, sin parar, hasta que no pude aguantar más.

-Ya...., me, me corro ya...

Ella entonces paró de chuparme, con la polla metida en la boca, empezó a pajearme con la mano, y no pude ver ni una gota de mi leche. Estaba toda en su boca cerrada alrededor de mi verga, y mi verga, con cada lengüetazo que sentía, daba un espasmo de puro gusto. No dejó de chuparla hasta que consideró que estaba bien limpia y que no había ni rastro de leche. La exprimió hasta la última gota tragándoselo todo.

Subió, me besó, y al oído me dijo:

-Y ahora fóllame.