Una ginecologa tremendamente viciosa

Mi amiga Tere a la que hacía años que no veía, me saluda y la acompaño a su nuevo trabajo como recepcionista de una ginecóloga…, pero todo era una encerrona

Hola de nuevos mis queridos lectores.

Ayer martes 21.07.2020, llegué tarde a casa y fue por una razón sanitaria…, o algo así…, pues tuve que pasar por la consulta de una médico especialista…

Todos hemos soñado en alguna ocasión con ser ginecólogos y así poder hartarnos de ver y tocar coños.

Yo, ayer haría prácticas de ginecólogo amateur.

Había ido a retirar un pedido del herbolario y la dependienta embarazada me había vuelto a mirar con cara de vicio.

No era guapa, pero si interesante, aun cuando lo más interesante que tenía para mí en estos  momentos era su embarazo…

Mientras mi pensamiento se retrotraía a los polvos a embarazadas en el pasado…, volviendo a recoger el coche...,  alguien me llamaba…

-          José Miguel…, José Miguel…

Volví mi cara en la dirección de la llamada.

Era Tere, a la que no había visto desde hace años.

Al menos diez años habían pasado desde que habíamos pasado un fin de semana juntos en aquella casita rural encantadora en la zona de Fuensanta de Martos, una casa rural encantadora con piscina y barbacoa…

Había sido lo nuestro un auténtico flechazo sexual.

Ambos habíamos puesto anuncios de contactos y ambos habíamos contestado al otro con una diferencia de uno dos días.

Tere es una larguiducha pecosa a la que estoy dedicando un relato en exclusiva, como al final les recordaré.

Comía como una lima, le encantaba el chocolate y que le comiese el coño.

Un coño maravilloso lleno de pecas y lunares.

También era una gran comedora de polla y de leche...

Jamás había visto un coño así, haciendo juego con el resto de su cuerpo.

Verla desnuda era contemplar un cuadro de una autentica Venus llena de lunares y pecas en todo su cuerpo.

Estuvimos liados unos dos meses y no me acuerdo como lo dejamos.

-          Hola Tere.

-          ¡Qué casualidad…! ¿Dónde te metes?

-          Viajo ahora mucho, pero no dejo de estar por aquí.

-          También con lo del Covid, hemos estado todos prácticamente confinados.

-          ¿Sabes? Acabo de empezar en un nuevo trabajo.

-          Estupendo.

-          Nos pilla aquí al lado. Acompáñame y te presento a mi jefa, es de Chile y tiene buenas manos según dicen las pacientes, por si la necesitas algún día.

Habló un momento por teléfono. No me extraño en ese momento...

No tenía planes y me pareció bien, aunque me intrigo aquello mucho más por el tono en el que me lo había dicho.

Seguimos hablando del pasado, mientras andábamos hacia la clínica.

Se había casado y ya tenía dos niños.

Fue así como conoció a Isabella la doctora, especialista en ginecología y obstetricia..., que después de fraguar cierta amistad le ofreció el puesto de recepcionista cuando la anterior colaboradora inesperadamente desapareció un día sin avisar, ni dar explicaciones.

-          Joder…, me acuerdo mucho de tu enorme polla, José Miguel. (Buen comienzo… Pensé)

-          Yo me acuerdo de los lunares de tu coño Tere…, realmente era una visión única. (Mi polla estaba empezando a removerse)

-          Me alegro.

-          Estoy muy enamorada de mi marido, pero no me importaría volver a probar tu boca en mi coño y esa polla que me encantaba.

-          Cuando quieras. ¿Por cierto, os va a tu marido y a ti, el mundo liberal?

-          Lo hemos hablado, pero aún no está decidido. Yo ya sabes que no me importaría. (Sabía que Tere era muy liberal…)

-          Mi mujer Marga es liberal y cuando os decidáis, podemos conocernos los cuatro y ver si hay feeling entre ellos.

-          Estupendo.

Estábamos subiendo a la clínica.

Abrió con sus llaves.

Al fondo, una sutil figura empezó a mirarme escudriñadamente.

Era preciosa.

Morena, alta, pelo rizado media melena, con pómulos prominentes, cejas pobladas pero arregladas, ojos negros, nariz preciosa proporcionada, labios sonrosados con un lápiz de labios mínimamente  pintados o en un tono muy sutil abrillantado.

Sus pechos eran grandes sin ser exagerados y estaba enseñando un generoso escote.

Al presentarnos Tere, no pudimos besarnos por lo del Covid, pero intuí que ambos lo hubiésemos deseado..., pero pude apreciar un aroma intenso de colonia cara y perversamente sensual.

Tere se dedicó a lo suyo y me dejó con Isabella mostrándome toda la consulta.

Me hablaba en un cierto tono argentino que muchos chilenos tienen.

Llevaba en España desde que había terminado sus estudios hacía ya casi veinticinco años.

Después de hacer todos los trámites de convalidaciones, trabajo durante años en una clínica en Madrid.

Se había casado y no tenía hijos. Después de divorciarse pensó en vivir más cerca de la naturaleza y recaló en mi ciudad.

Poco a poco fue cogiendo prestigio y reconocimiento, llegando a ser una de las ginecólogas obstetricistas...,  con más clientela de la zona.

Llegamos al consultorio propiamente dicho.

Inevitablemente mis ojos se fijaron en el clásico potro ginecológico.

-          Como ha cambiado el potro desde hace años.

-          Es verdad.

-          Ahora son mucho más cómodos.

Ya no se insertan las piernas de la paciente en ninguna hendidura incomoda.

Los actuales potros tienen unos soportes similares a los reposabrazos de los sillones, pero mucho más pequeños y en la parte adecuada.

Me fijé que tenía una hendidura totalmente ergonómica donde las pacientes apoyan las piernas.

Cuando quise darme cuenta..., Isabella estaba sentada en el sillón.

-          Ayúdame a colocar las piernas en los reposa piernas. Jamás me había sentado en ninguno…

Me extraño…, pero le seguí el juego.

Llevaba la bata típica blanca y sus piernas morenas de nacimiento destacaban con el blanco limpísimo de su bata nueva o casi nueva…, bata que si no corta, no era demasiado grande.

Pensé que le podría ver sus bragas sin problemas…

-          Claro Isabella…

Me guio con pedagógicos consejos…

-          Coge mi pierna con las dos manos, una en el muslo por debajo y otra en el gemelo… y colócala en la hendidura con cuidado…

Conforme seguía sus instrucciones contemplaba sin género de dudas, no sus bragas, sino su coño sin un solo pelo y con unos labios prominentes que ya me ocasionaba una tremenda erección.

-          Ahora la otra pierna…

Una vez colocada en posición sin dejar de mirarme a la bragueta..., decía…

-          José Miguel…, me han dicho que tienes una enorme polla. Quiero probarla en esta posición… Es una fantasía incumplida que quiero hacer realidad ahora contigo.

No podía ser cierto…, me habían tendido una trampa.

Bendita trampa...

No tenía que subir la bata…, se había subido sola.

Se desabrocho la bata y solo apareció un sujetador negro precioso que albergaba dos sensuales pechos que me mostraría de inmediato en todo su esplendor…, sacándose los pechos de una forma incluso lujuriosa…

Se tocaba las tetas y se pellizcaba los pezones.

Allí ante mí…,  un coño abierto sin  necesidad de esfuerzo físico alguno

-          Fíjate José Miguel…, centenares de mujeres he atendido aquí y jamás me había sentado hasta hoy…, gracias a que Tere me habló de ti y de tu polla…., llevo sin follar cerca de cuatros años y necesito a alguien que me llené con una enorme polla mi coño hambriento…

En un momento tenía ante mí además del coño, una historia de hambre sexual histórica.

-          Tengo que comérmelo antes, lo siento…

-          Lo que tú quieras, José Miguel.

Me agaché y empecé a devorar aquel coño caliente, que estaba húmedo con anticipación.

Si era verdad lo de los cuatro años…, aquel coño tenía memoria y aceleró el proceso de lubrificación precipitadamente.

Cuando llevaba comiéndolo dos minutos Isabella se retorcía como una serpiente, mientras gemía de placer…

Después de correrse tres o cuatro veces me suplicó…

-          Méteme la polla por favor…, no puedo esperar más...

Mi polla al salir de mi bragueta..., dejó ver su esplendor a todas luces.

Los ojos de Isabella no dejaban de parpadear al verla.

-          Joder que grande es… Llevaba razón Tere…

Me aproximé y en el ángulo correcto deslicé mi polla…

Los ojos de Isabella, se cerraban para disfrutar del momento.

Mi polla entraba suavemente…

Un cierto signo de encogimiento en su rostro me decía que su vagina iba adaptándose a mi enorme polla centímetro a centímetro.

Cuando todo mi enorme trozo de carne dura entró en aquella gloriosa cueva, su cuerpo gestualmente me acuciaba a menearme.

Abría los ojos…, y su mirada indicaba que habría que hacer movimiento…

Empecé poco a poco…, quería disfrutar de todas las sensaciones de placer en todos los milímetros cuadrados de mi polla…

Pero no era del agrado de la doctora Isabella…

Tenía prisa y ganas por correrse con mi polla dentro…, más bien necesidad de cerrar lo antes posible una etapa negra de cuatro años sin disfrutar de una polla dentro de un hambriento y necesitado coño…

-          Más…, más rápido…

-          Claro.

-          Soy muy clitoriana, pero vaginalmente necesito mucho roce de tu pubis en mi clítoris y además mucha velocidad.

Le di velocidad…, mucha velocidad.

Toma velocidad…

La cara de Isabella era todo un espectáculo de placer

-          Si…, si…, así…

Le daba sin parar. Me agarraba en sus caderas y solo con ver aquellas tetazas oscilando me estaba poniendo cada vez más cachondo…

Mi polla quería escupir leche, pero debía caballerosamente esperar a que la dama iniciase el rito del orgasmo vaginal en primer lugar o me ordenase correrme…

-          Me corro…, me corro… por favor échame toda la leche…

Dicho y hecho.

En el segundo golpetazo de cadera…, mi leche salía estrepitosamente llenando su coño a placer…

Tuve que sacar un poco la polla para que la presión de tanta leche no la hiciese salir por los lados…

Follaba ya despacio, mientras mis sacudidas de leche iban disminuyendo.

Durante su tremendo orgasmo Isabella se había puesto tensa e incluso su espalda se había incorporado un poco.

En aquel instante mágico se sobaba las tetas con frenesí, retorciéndose los pezones con fuerza…, mientras terminaba su largo espasmo orgásmatico que duraba ya un minuto largo…

-          Joder, que gusto me has dado..., José Miguel.

Cuando miré hacia un lado, Tere estaba de pie masturbándose con su mano derecha metida dentro de unas braguitas rojas de alucine…

Tere se acercó tímidamente poco a poco a nosotros y besó desde atrás la boca de la doctora.

Estas guarras estaban liadas… (Pensé)

-          Cómemelo… (Dijo Isabella)

No era para mí aquella petición… (Lástima)

Dócilmente Tere vino hacia mí….

Cogió mi polla con una mano y mientras la sacaba muy despacio, taponó el coño de Isabella para que la leche no saliese…

No era en previsión de que manchase el sillón...

Tere me apartó educadamente y arrodillándose lamió aquel maravilloso coño que yo hubiese deseado lamer, pero como invitado que era a aquella fiesta, no podía tomarme ni más ni menos que las confianzas mínimas…

Saboreaba en mi interior..., pero solo imaginándomelo...

Cuando Isabella volvía a correrse con la boca de Tere en su coño, solo pude para entretenerme tocar por detrás a Tere…

Sus bragas estaban chorreando…

Me imaginaba aquellos lunares preciosos en su coño dentro de aquellas sublimes braguitas rojas totalmente húmedas…

Lo que hubiese dado porque en lugar de estar agachada comiendo el coño de la doctora, hubiese estado en posición de perrita encima de una cama...

Mi polla que seguía al aire..., volvía a endurecerse…

Me vino bien…

Isabella reclamo mi atención…

-          ¿Me podrías follar otra vez?

-          Sera un placer…

La follé otro buen rato hasta que volvió a correrse, y yo al mismo tiempo cuando ella me volvió a indicar..., volviendo a repetirse la misma historia de lamida de coño de Tere…

Recordaba como Tere era una buena lamedora de leche y como le gustaban los besos blancos…, aunque en el pasado solo de forma heterosexual...

Todos evolucionamos...

Tere había encontrado el trabajo perfecto, donde la actividad laboral y la sexual se solapaban, aunque en esta ocasión les era necesario una buena herramienta…, y Tere se había acordado de mí.

Después de correrse otra vez la bella doctora…, todos nos recompusimos un poco.

Mi polla seguía a la vista de aquellas libidinosas mujeres que disfrutaban tanto la una de la otra…

Con el beneplácito de Isabella..., Tere me hizo una mamada de agradecimiento…, y finalmente me preguntó…

-          ¿Te ha gustado?

Sabía que me preguntaba por ambas cosas… Por la mamada…, pero mucho más por haberme presentado a Isabella…

-          Si, claro…, todo me ha gustado…

Isabella tomo el aire marcial de doctora…, mientras Tere le ayudaba a descargar las piernas del potro…

-          Tere..., dale a José Miguel cita para otro día…

Había encontrado una ginecología tremendamente viciosa en mi misma ciudad…, y solo esperaba follarme nuevamente a Tere y redescubrir sus lunares en su coño…

Nos intercambiamos los teléfonos…

Las caras de aquellas mujeres al despedirme me daban gracias no verbales…

No había llegado aún a casa, cuando Tere me estaba llamando…

-          Tenía ganas de tu polla… ¿Cuándo podrás?

-          Cuando tú quieras…

-          El jueves sobre las once

-          Perfecto.

-          Te mando ubicación por Whatsapp.

-          Tengo que preguntarte algo...

-          ¿Dime?

-          Esta mañana, me estabas esperando a propósito... ¿Verdad?

-          Si...., Isabella, me había dado un ultimátum. Lo siento...

-          Tranquila..., ha sido genial volver a encontrarte... Llevaba años deseándote sin saberlo. Hoy me he dado cuenta.

-          A mí, me pasaba igual.

-          Isabella y yo estamos enamoradas, pero necesitaba una super polla y no podía ser nadie, nada más que tu... Te necesito a mi lado... Te necesitamos... Seremos el trio perfecto.

-          Contad conmigo..., pero quiero verte a solas también..., y por favor cuando le comas el coño recién follado con mi leche..., necesito que me des un beso blanco...

-          Ok..., pollastre... (Así me llamaba en la intimidad)

-          Hasta mañana.

-          Hasta mañana..., pollón...

Espero que mañana me llamé Tere y espero contárselo a todos ustedes…, aunque en primer lugar como les adelantaba al principio, primero un relato de nombre “La larguiducha de los lunares en el coño” para irla conociendo con nuestra primera cita y los siguientes sucesivos polvos…

Obviamente quiero que Tere también me dé cita para volver a follarme el coño maravilloso de Isabella..., aunque tenga que dejarle comer la leche...

Ya les contaré...

Hasta pronto.

PEPOTECR.