Una fría noche veraniega
No siempre una fantasía erótica con tu pareja en la playa termina bien.
Me gustaría que oliese a mar. Sentarme encima de una toalla. Que en esa toalla estuvieras tú. Tumbarme desnuda encima. Acercar mi mano a tu pelo húmedo del agua del mar. Lo tienes corto pero lo suficientemente largo como para que se quede el agua por un tiempo. Tus ojos están cerrados, no duermes, no sueles poder dormir en sitios públicos, incluso hace tiempo que no duermes. Hacía tiempo que no nos veíamos. Quiero tocarte el pelo pero te molesta, como tantas cosas mias, que no hago porque se que no te gustan. Estás cubierto por una fina tela de lino azul clarito, casi transparente. Estás moreno y muy atractivo. Siento tu calor desde la distancia, esto siempre me gustó. Empiezo a seguir con mi mano tu cuerpo, sin tocarlo, sigues con los ojos cerrados. Se que no estamos solos, que hay más gente cerca de nosotros por lo que simplemente empiezo a fantasea, mientras duermes. Empiezo colocando mi mano sobre tu muslo derecho, bajo hasta los pies, te masajeo los pies, luego subo hasta tu pecho, evitando tu pelvis, me paro muy cerca de tus pezones, mis dedos empiezan a acariciarlos suavemente y endurecen.Un suspiro profundo me para, no sé si te has despertado. Una leve sorisa en tus labios hace que continue. Quiero besarte pero aún no es el momento, lo presiento. Bajo la tela casi hasta donde está tu polla, pero no la destapo aún. Me siento a tu lado y lentamente voy sacando la arena que está enredad en los pelos de tu pecho. Te ries porque te hace cosquillas. Aprovecho para sacar una crema que tengo en mi bolsa que huele a lavanda. Me la hunto en mis manos para calentarla. Empiezo a masajear desde tus pezones hasta tu barriga. En círculos, más fuerte, más lento, con las llemas de los dedos, con las palmas, incluso con mi lengua, pero me paro ante esta idea y continuo haciéndolo lo que hacía. Me quito el bañador, me inclino sobre ti y dejo que mis pezones te rocen, entonces veo como te empalmas y no te beso, no me apetece, no es el momento. Ahora soy yo la que se empieza a mojar, tus ojos están cerrados. Quito toda la tela y la meto en mi bolsa. Tu polla es pequeña pero cuando crece es pura belleza. Ver como crece cuando estoy contigo es ilógico para mi. La tienes dura, rugosa, llena de venas y con una corona rosada. Escupo lentamente sobre tu punta, empiezo a bajar y subir mi mano por tu polla, en plena playa, se me va la mano a tu perineo en un despiste. Te tensas, se que te ha gustado. Entonces me agacho y me meto entre tus piernas. Mientras acaricio tu polla, mis labios y mi lengua lamen tu costura, todo es saliva, subo rápidamente con mi lengua hasta la punta y me detengo antes de metermela en la boca. Empiezo a chupartela con locura, sin lógica alguna, gimes. Coges mi cabeza y me haces un gesto para que pare, acabas de abrir los ojos, me piedes que suba, me metes los dedos en el coño, estoy muy mojada. Saco de mi bolsa de playa un condón. Te lo pones. Me la metes al principio lentamente pero rápidamente aceleras. Rozamos, me das placer, juegas conmigo y con mi puel, nos divertimos, hay calor y olor a mar, es casi perfecto. Finalmente me corro. Te abrazo y empiezo a llorar. Me das un respiro hasta que te levantas violentamente, me pones a cuatro patas y empiezas a darme por culo sin previo aviso. Me duele, pero no tengo voz para decirte que pares. Mis manos se hunden en la arena, me duele, tus huevos me golpean, tu me arañas y me coges del pelo con violencia, me corro otra vez sin querer. Te miro, me miras y sonries. Voy a decirte que pares pero justo en ese momento me la metes más fuerte y te corres. Suspiras, me das un beso en la espalda como si nada y te tumbas. Hace una noche fria y ya no duermes, te has despertado. Me preguntas si estoy bien. Me levanto y te digo que me voy al hotel, no hace falta que vengas. Me das un beso lento y suave en los labios, Ya no siento nada.