Una follada por el arte
Como conseguí convencer a una amiga para follar, con intención de escribir un libro.
Este es un relato que publiqué hace un tiempo en otro foro. Espero que les guste.
A ver Claudia -le dije-será mejor que lo suelte sin tapujos. Tú, me atraes mucho físicamente. Eres morena de piel, pelo negro largo, ojos verdes claros, cara preciosa, unos pechos grandes, una 90 apostaría, unas caderas anchas para un culo maravilloso, con unas piernas largas y perfectas.
-¿Y con eso que quieres decir?-parecía nerviosa, con ganas de marcharse.
-Pues simplemente, que voy a escribir un libro erótico, y necesito una musa. Una chica que esté dispuesta a hacer aquello que yo le pida, para que luego yo pueda incluirlo en el libro, y como será una experiencia real, quedará verdadero, creíble.
-Claro. ¿Y eso a cambio de que?
-Bueno, pues es fácil. Un 20% de los beneficios del libro serán para ti. ¿No te parece un buen trato? Solo tendrás que ser una puta durante unos días. Cosa que, sin ofenderte, ya pareces a diario.
-¿Tu flipas o algo? ¿De verdad te crees que esto te va a salir así de fácil? ¿Que me voy a prostituir porque si? Dame un 30% y cerramos el trato.
-Eres una viciosa ¿lo sabías? No creía que fuera a funcionar. Te doy un 25% y no se hable más.
-Trato hecho. ¿Que tengo que hacer?
-Mañana, te vienes a mi casa, vestida de colegiala, con minifalda, una camisita blanca encima, una coleta larga, y por supuesto, ropa interior. Sujetador, y un bonito tanga, a tu elección, pero que no sea ni muy ancho ni muy estrecho.
-Bueno, sin problema. ¿A qué hora?
-Cuando quieras, pero por la mañana.
Me pasé el resto del día nervioso, dando tumbos de una banda para otra. Pensaba que no lo lograría, que me diría claramente que no. Ahora, ya sabía que era una lumi, una guarra. Estar dispuesta a eso a cambio de un porcentaje de ventas...
Al despertar la mañana siguiente, ya estaba empalmado. La tenía totalmente tiesa. Me estaba pidiendo a gritos que me la pelara. Pero prefería esperar. Tendría a Claudia durante bastante tiempo. Y aunque hubiera partes que no las agregara al libro, me la follaría igualmente. Sería mi puta durante unos días, quizás incluso un par de semanas. Sexo desenfrenado con una belleza morena.
Sonó el interfono. Era ella. Le abrí, y la esperé en la puerta. Al salir del ascensor, me dejó sin respiración. Era más guarra de lo que pensaba. Llevaba una minifalda, bueno, un cinturón ancho, que dejaba mucho a la vista, y poco a la imaginación. Era una falda negra, muy arrapada, que torneaba sus caderas y su culo maravillosamente. La camisa, era una camisa de manga corta blanca, y ella había dejado los tres botones de arriba sin abrochar, con lo que el escote era bien visible, y los botones de abajo estaban desatados, y la camisa atada en un nudo, dejando a la vista el ombligo, la cintura morena. Llevaba unos calcetines blancos largos, hasta la rodilla, y unos zapatos de tacón de aguja muy altos. El tanga, incluso sobresalía por encima de la falda. Era un tanga blanco. Brrrr, me estaba poniendo a cien.
-Joder Claudia me acabas de alegrar el día. Me dan ganas de follarte aquí mismo.
-Relájate campeón. Hay tiempo de sobras.
Sus caderas se movían con un contoneo hipnótico. Derecha, izquierda. Sin parar. Al pasar por delante mío, se medio giró, para que su culo pudiera repasar mi pene erecto dentro del pantalón, al tiempo que soltaba una pequeña risa.
-¿Cómo empezamos?
-Pues la verdad, no tengo ni idea. Podríamos empezar con que soy un compañero tuyo de clase, que te está ayudando con los ejercicios. ¿Qué te parece?
-Buena idea-me dijo.-Vamos a empezar, que quiero luego bajarme a la piscina.
-Mira. Este ejercicio debe realizarse de esta manera. Hay que aplicar una raíz cuadrada al número para lograr el resultado.
-Vaya, gracias. Nunca lo habría logrado. ¿En este otro que hay que hacer?
-A ver a ver. No es muy difícil. En primer lugar debes aplicar la fórmula...
-No me interesa tanto. Creo que podríamos hacer un descanso, y divertirnos un poco después de tanto estudiar, ¿no crees?
-No comprendo. El examen es mañana. ¿Y pretendes ver la tele o algo así?
-No hablo de ver la tele.
Claudia se levantó, y ante mi incrédula mirada, me cogió de la mano. Se pasó la lengua por los labios. Me estiró, me levantó, y me llevó hasta el sofá. De un empujón me depositó en él. Sus pechos amenazaban con salir de su prisión.
-Vamos, seguro que quieres que me desnude, ¿verdad?
-Lo deseo fervientemente. Me muero de ganas de ver tus pechos al descubierto, de notar tus labios sobre mi polla, de follar ese culo que tienes.
-Todo será tuyo. Solo relájate compañero.
Sus manos empezaron a moverse por su cuerpo. Se acariciaba, me apretaba los pechos, se masajeaba el pubis. De vez en cuando, su boca chupaba uno de sus dedos, que a continuación usaba para recorrer su desnuda cintura.
Luego, su otra mano acariciaba mi entrepierna, que estaba ya a punto de reventar. El pantalón casi no podía contener mi pene.
Ella, de desató la camisa, dejando a la vista el sujetador, y gran parte de sus pechos. Sus manos acariciaron el contorno del sujetador.
-Vamos cariño, tócame las tetas. Venga-cogió mis manos i las puso sobre sus pechos.-Venga, disfrútalos. Sé que te gusta.
-Que guarra que eres Claudia. Eres un putón. Pero como me gustan estas tetas. Que maravilla.
-Quieres que me quite el sujetador, ¿verdad? Las quieres ver enteras. Oh, como me pones. Soy tu puta.
-Quitatelo todo. Maldita zorra. Vas a ser mía hoy.
Sus manos cogieron el cierre del sujetador, y lo abrieron. Me obligó a separar las manos de sus tetas, para dejar que cayera el sujetador al suelo. Una increíble cantidad de carne, unos pechos inmensos asomaron. Unos pezones grandes, en el centro exacto de aquellas tetas redondas y grandes, muy excitados, me llamaban como las sirenas llamaron a Ulises.
-Vamos, cómetelas. Lámeme. Haz conmigo lo que quieras.
Me lancé directamente a por ellas. Me metí un pezón y todo el pecho que pude en la boca, al tiempo que con las manos acariciaba la otra teta. Era increíble sentir esos pechos a mi alcance. Estaba disfrutando de ellos, eran solo para mí.
No podía decir nada. Mi boca estaba sedienta de sus pechos. Mis manos recorrían sin cesar su cuerpo. Deseaba desnudarla, hacer el amor con ella. Quería notar mi polla en su interior. Disfrutar totalmente con su cuerpo. Hacerla mía, como tanto tiempo hacía que la deseaba.
-Vamos Claudia, fuera la falda. Deja el tanga.-le dije en cuanto logré separar mis labios de sus pechos.
-Tus deseos son órdenes para mí.
Sin separarse demasiado, bajó la cremallera de la minifalda. Y con tan solo pasar un poco de sus caderas, la falda bajó sola hasta sus talones. El tanga blanco que se reveló debajo, era aún más de puta de lo que pensaba. Era casi transparente. Tan solo había algo de tela en la parte del pubis. El resto era un hilo, que recorría la cintura, y penetraba la raja de su culo.
-Que furcia estás hecha Claudia. Y no veas como me pone.-mis manos, dejaron de repasar su cuerpo, para concentrarse solo sobre su culo. Lo apreté, lo pellizqué. Mi boca pasó a lamer su coño a través del tanguita. Mi lengua, ayudada por unos hábiles dedos, pudo introducirse en el interior de ese mundo de calor y placer que es el coño femenino. Lamí su rajita, besé los labios vaginales, al tiempo que sus gemidos de placer acallaban todos los ruidos que a nuestro alrededor pudieran existir. Mis manos abrían su culo, y mis dedos se introducían en su ano. Lo notaba caliente. Como toda su piel. Como mi piel.
Líquidos que emanaban de su coño entraban en mi garganta, ardientes. Casi no podía respirar. El sudor empapaba los poros de su piel. Mi camiseta estaba tan mojada, que debía pesar unos quilos. Saciaba mi sed de aquel cuerpo de la mejor manera posible. Pero ahora deseaba que alguien hiciera algo por mí. Que ella hiciera algo por mí.
-Ahora te toca a ti Claudia. Quiero que me la comas bien comida. De rodillas. Y quiero ver tu tanga mientras lo haces.-le dije, cuando, una vez más, logré separar mi boca de su cuerpo.
Sin decir nada, tan solo con una sonrisa en los labios, Claudia, me sentó sobre el sofá, se puso de rodillas entre mis piernas, y me bajó los pantalones y los calzoncillos. Mi pene estaba en su mejor momento. Alzado, esperando la acometida de la cálida boca de Claudia. Ésta no se hizo esperar.
-¿Te gustaría que te la comiera, verdad? ¿Lo deseas, necesitas que te la chupe, no es así?-me dijo, mientras su lengua ya lamía mi prepucio. Notaba su saliva allí donde su lengua había pasado. Se separaba, y me masturbaba con una mano, mientras con la otra se acariciaba los pechos o el pubis.-cógeme las tetas mientras chupo, vamos.
-Estas disfrutando como una puta. Eres tan zorra... oh dios, sigue chupando. Y acerca tus tetas so guarra.
Sus pechos estaban de nuevo en mis manos, o lo que en ellas cabía. Apretaba los pezones, grandes, mientras miraba su rostro. El de una puta. Se apartaba el pelo de la cara para que pudiera verla perfectamente. Quería que viera sus ojos pidiendo sexo, su boca lasciva, con una sonrisa pícara y la lengua fuera, dando lametones a mi pene.
-Vamos guarrita, quiero que te la comas. Deja ya de chupar, y métela entera en tu boca. Joder guarra, no me hagas esperar más. Aaa, así, así me gusta.
-Te la comeré tan bien que desearas que no pare nunca.
Y era cierto. Se la metió entera, no sin esfuerzo, en su boca de puta. Sus labios lubricaban toda la extensión del miembro, mientras este entraba y salía sin descanso de su boca. Su cabeza iba alante y atrás, chupando. Me estaba haciendo una mamada de campeonato. Era increíble.
Desde mi posición veía la tira blanca de su tanga destacando perfectamente entre la piel de su culo. Sus tetas, también podía verse, cuando ella se separaba, para pajearme, y levantar su cabeza hacia mi rostro, para sonreírme.
-No pares, no quiero que pares.-le decía, mientras agarraba su cabeza por atrás, y la obligaba a continuar. No se detenía. Su cabeza era un ir i venir hacia mi pene. Aproveche, para tirar mi estómago sobre su cabeza, de forma que mis manos alcanzaran su culo. Ella se levantó un poco, y giró la cabeza para seguir chupando. Así, yo llegaba incluso a su coño, y podía masturbarla. Estaba tan excitado, que introduje cuatro dedos en su coño, para que sintiera dolor y placer.
-¿Ves como mando yo? ¿Quieres también el puño entero putita?
-Si cariño. Todo. MMMM.
Y claro que le metí el puño. Notaba como a veces me mordía la polla por el dolor que sentía ante lo que yo le metía. Pero no me importaba. Quería que me la chupara con más ganas. En un arrebato de lujuria, le arranqué el tanga, se lo rompí.
Y empecé a meterle dos dedos en su culo. Ella, de vez en cuando, se la sacaba de la boca, para volver a lamerla. Su lengua recorría toda la longitud de mi miembro, deteniéndose en la punta, para hacer un placentero juego con la lengua, una rápida sucesión de lamida. Mientras ella seguía chupando y chupando, me decidí por introducir un tercer dedo en su ojete, la cual cosa hizo que incluso mordiera mi pene al sentirse perforada de esa manera.
-Oh, vamos, solo tres dedos no me matarán. oh siii...
Yo me sentía a punto de estallar, y ella, sabiéndolo, había sacado mi pene de su boca, y ahora le daba pequeños bocaditos, o lamía tan solo el capullo, sin parar, mientras seguía gimiendo.
- Claudia, no puedes ser tan guarra. Es malo para ti. Te podrían violar. Pero chupa, vamos joder, chupa. ¿Te gusta que te meta dedos en el culo, verdad? Mierda, voy a correrme. Ohhh a ver donde me corro...
No me contestó. Tan solo, llevó mi polla a sus tetas, con lo que tuve q dejar de meterle tres dedos en el ojete. Se levantó un poco más, y empezó a hacerme una paja turca. Mi polla entró en el interior de sus dos tetas, y ella las juntó, para que yo las penetrase. Empecé a moverme alante y atrás, hasta que no pude resistirlo más, y me corrí a borbotones en el canalillo que formaban sus tetas. Ella, al notar que el esperma llegaba, cogió mi polla, i me pajeó ante su cara, para que la llenara de semen, al tiempo que abría la boca para que parte de éste entrara en su interior. La corrida fue asombrosa. Cerca de treinta segundos sin parar. Estaba tan caliente que pensé que nunca iba a terminar. Su cara, normalmente morena, empezó a parecer una máscara blanca.
- Claudia, increíble. Menuda guarra estás hecha para meter estas mamadas. Se nota que tienes mucha práctica.
-Claro. Hago bastantes. Pero nunca una como esta. Me he puesto tan caliente... necesito follar, para que se me pase el calentón.
-Déjame descansar un poco, a ver si me recupero. Guarra-le dije, mientras ambos nos abrazábamos, y nos besábamos. No me importaba demasiado que ella tuviera semen en la cara, porque a fin de cuentas era mío, y además intenté evitar tocarlo mucho. Y tenía muchas ganas de besarla.
"Ahora que vuelves a estar más calmado, quiero que me penetres. Que me penetres el culo". Así, ella se puso bocabajo sobre el sofá, y alzó su culo, facilitándome la tarea. De rodillas sobre el sofá, agarré fuertemente ese culo que tantas veces había soñado con penetrar, y me puse a ello. Muy despacio, introduje el glande por su agujero. Ella se estremeció, y mordió un cojín que bajo ella había. Su cabeza girada hacia mí, me contemplaba con una mirada de gata deseosa de un plato de leche. Una vez penetré el capullo, lo demás fue más sencillo. El resto entró sin problemas. Además, puesto que le había introducido tres dedos, su ojete estaba algo más abierto, con lo que me fue más sencillo.
- Claudia, tu culo es maravilloso. Pero cuando acabe estará tan destrozado que no podrás sentarte. Te voy a reventar.
-Hazlo, por favor. Quiero que me penetres el ano hasta que tenga millones de orgasmos.
Mis dos manos cogieron fuertemente su culo, mientras lo acariciaba, y empecé a moverme adelante y atrás, para penetrarla. Ella, se movía acompasadamente a mí, mientras yo no dejaba de ir aumentando lentamente el ritmo. Mis manos cada vez se aferraban con más fuerza a su culo y a sus caderas, que estaban realmente resbaladizas. Sus gemidos, se mezclaban con mis auténticos gritos de placer.
-Zorra, muévete más. Vamos. Muévete.
-Quiero oír tus cojones chocando con mi culo. Entra en mí, al máximo. Oh Dios mío, fóllame a tope. No pares, no pares.
Levantó su cuerpo, apoyándose en los brazos, de forma que sus tetas se balanceaban ante mí. Pechos que iban i venían a cada acometida. No pude resistirlo, y solté sus caderas para agarrarme a sus pechos. Apreté, como anteriormente había hecho, sus pezones. Los pellizqué. Ella gemía de dolor y placer.
Llevaríamos ya diez minutos así, cuando noté que ella empezaba a correrse. Su coño emanaba fluidos a gran velocidad. Estaba teniendo múltiples orgasmos.
-Que guarra eres. Mira como te corres.
-Aaa, quiero que me folles. Deja mi culo, y coge mi coño.
Y dicho esto, se separó de mí, se dio la vuelta, y se dejó caer boca arriba en el sofá, con las piernas abiertas. Yo me abalancé. Volví a coger sus tetas con ambas manos, al tiempo que la penetraba. Mi polla, cansada por el esfuerzo de penetrar su ano, se acopló bastante bien a su coño. Éste, mojado como estaba, ardía de placer y calor. Con la primera acometida, sus piernas se cerraron tras mi culo, impidiéndome salir.
- Claudia, como puedes disfrutar tanto. Toma perra, toma, toma y toma.
-Oh, me siento a punto de estallar otra vez. No puedo más, dios, oh...
Sin dejar de follarla, dejé caer el cuerpo hacia delante, y llegué con la boca a sus tetas, donde empecé de nuevo a sorber los pezones y a comérmelas. Lamí los pezones. Me costaba, porque cada vez que la follaba y la penetraba, sus pechos se movían un poco. Poco me importaba, por eso. Notaba de nuevo el semen en la punta de mi polla, y sin preservativo, tendríamos que buscar algún lugar para soltar la nueva carga de semen.
- Claudia, ¿quieres beber más semen?
-Claro. Ya sabes que no lo rechazo. ¿Ya te corres?
-Si. Oh, vamos, suéltame que me corro.
Intenté sacar mi pene de su coño, pero ella no me dejó. Sus manos agarraron las mías y las pusieron sobre sus tetas, apretando todo lo que pudieron, para que no las separara. Sus piernas substituyeron mis movimientos. Seguía follándomela, pero sin quererlo.
- Claudia, estás loca joder. Suelta. Loca joder, suéltame.
-No cariño. Te correrás aquí dentro.
Y dicho y hecho. Por más que quise, no logré soltarme. Y acabé corriéndome dentro de ella. Todo mi semen entró en ella. Claudia parecía victoriosa. Yo enfadado, empecé a tirar con fuerza de sus pezones, con intención de hacerle daño. La golpee en la cara, en los labios, pero ella pareció no darse cuenta.
Una vez me liberó, la hice marcharse de mi casa desnuda, sin ropa, que me quedé yo. Y no le importó. Salió a la calle totalmente desnuda. La gente se fijaba en ella, y alucinaba. Una chica como ella, desnuda no se veía cada día. Pero llegó sin más a su casa.
Y ocho meses después... me casé con ella. De penalti. Me casé con una ninfómana que me obliga a follar cuatro veces al día. Y no quiero saber que hará mientras yo trabajo para mantener una esposa de 19 años y un crío recién nacido.
Un saludo a todos y espero sus comentarios sobre el relato.
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Puede resultar dificil pensar en sexo cuando hay amor, y en amor cuando hay sexo