Una fatal distracción
-Lo siento Amo, me entretuve leyendo y no estuve atenta de la hora, no volverá a ocurrir, se lo prometo, perdóneme por favor, perdóneme.
Una fatal distracción
Noto como mis lagrimas acuden a mis ojos, había echo enfadar a mi Amo y me sentía mal, me abofeteaba porque me quedé ensimismada leyendo, no oí cuando llegó, con lo cual no estaba donde debo esperarlo, frente a la puerta, de rodillas, con mi collar de perrita, el cual había sido comprado en una tienda de animales, probándomelo delante de todo el mundo, con su cadena a juego, la cual debería de haber tenido en la boca, para que cuando él llegara lo primero que hiciera fuera cogerla de mi boca y engancharla al collar, mientras me besa y me saluda con una caricia, sin embargo no me enteré de que entró, llegó al cuarto enfadado, me miró y yo no supe hacer otra cosa que tirarme al suelo rápidamente, de rodillas y suplicarle perdón. Se acercó a mí, muy serio, sin dirigirme la palabra me abofeteó una, dos, tres veces, mis lágrimas caían por mis mejillas y me dijo:
-Has sido una perra mala y no creas que con tus lágrimas vas a conseguir mi compasión, levántate y colócate donde y como yo te he enseñado. Le obedecí sin rechistar y se acercó con el semblante muy serio, pero a pesar de su enfado, notaba su impresionante erección en el pantalón, le gustaba abusar de mí y aunque no le hacía falta ninguna excusa para hacerlo, puesto que yo era suya, ahora tenía una excusa para hacerlo, me colocó la correa y sin regalarme ese beso y esa caricia que tanto me gusta y me reconforta tiró de mí bruscamente, conduciéndome hasta el salón a 4 patas, una vez allí, me vendo los ojos y ató mis manos a mi espalda, se colocó delante de mí y volviéndome a abofetear, se sacó la poya y me la paseó por la cara, apretándola contra mí, la lujuria y la perversión se reflejaban en su mirada, no la veía, pero la notaba como si me estuviera atravesando, esa mirada que tan bien conocía y que tanto respeto me imponía, pero que a la vez me excitaba tanto. Su silencio me atormentaba y él lo sabía, por eso no decía nada, colocó su poya en mis labios, yo sin saber que hacer me quedé quieta esperando a ver si decía algo, pero no lo hizo, siguió callado, colocó una mano en mi cabeza y agarrándose la poya para mantenerla firme, tiró de mi cabeza, con lo que yo inmediatamente abrí mi boca para recibirla, apretó tan fuerte que me dieron arcadas, con lo que tuve que controlarlas sin rechistar para no hacerlo enfadar mas, tiró de mi cabeza hacia atrás y luego otra vez volvió a tirar de mi cabeza, él sabe perfectamente que me encanta comerle la poya, que tengo devoción por ella, pero no me gusta que me manejen la cabeza, que prefiero que me folle la boca o bien que me deje hacerlo como yo quiera, para así disfrutarla a mi manera, pero me estaba castigando y lo estaba disfrutando mientras yo no podía hacer otra cosa que tragármela. La sacó de mi boca, echó un paso hacia atrás y sin dejar de mirarme y sin decir nada mientras me apuntaba con la poya, empezó a mear, primero en mis rodillas, subiendo poco a poco por mis muslos hasta llegar a mi vientre y mis pechos, para terminar en mi cara, notaba caer ese liquido amarillento y caliente por todo mi cuerpo, el olor no era muy agradable, sin embargo me sorprendió que no me desagradara tanto como creía que lo haría, con lo que empecé a disfrutar de que mi Amo me entregara su orina, una vez hubo terminado, se acercó y agarrándome del pelo hizo que se la limpiara con la boca, luego me ordenó ir a ducharme. Regresé de la ducha a 4 patas, estaba sentado, y con su semblante aún serio dio un par de palmadas en el sofá indicándome que me acercara, cosa que hice obedientemente. En ese momento me dijo:
-Aun no ha terminado tu castigo, has echo enfadar a tu Amo y mereces una buena tunda de azotes, así que échate en mis rodillas, y pon tu culito de perra bien en pompa para que pueda castigarte.
Me coloqué y con su mano bien abierta empezó a azotarme, de vez en cuando me daba uno en el coño, el cual se humedecía, me pellizcaba los labios, tirando de ellos, lo cual hacía que yo me excitara mas aún, una vez que se quedó satisfecho, me cogió de la cara, dándose cuenta de que estaba llorando, aunque no eran lagrimas de dolor, sino mas bien unas lágrimas mortificadoras, por haber echo enfadar a mi Amo, me besó y me acarició la zona castigada diciéndome en un tono cariñoso, pero a la vez serio:
-Perrita, siento haberte castigado, pero tiene que ser así, yo se que tu eres una perrita buena, pero no puedo permitir que desatiendas tus obligaciones.
A lo que yo le contesté ya mas aliviada por sus caricias y porque ya me hablaba:
-Lo siento Amo, me entretuve leyendo y no estuve atenta de la hora, no volverá a ocurrir, se lo prometo, perdóneme por favor, perdóneme.
Me respondió con otra caricia y sacándose la poya me invitó a comérsela, cosa que hice al momento, colocándome entre sus piernas, agarrándola y llevándomela a la boca, tragándomela entera, como antes, pero esta vez era yo la que dirigía mis movimientos, así si me gustaba hacerlo, lo hacía despacio, deleitándome, pero mi Amo se empezó a impacientar y me aconsejó que aligerara o iba a tener que apoderarse de mis movimientos, a lo que yo hice caso, al momento me cogió de los pelos, tirando de mi y agarrándose la poya, se corrió en mi boca y mi cara. Una vez hubo terminado de correrse, me dijo que quería ver como me masturbaba, sabía que me daba mucha vergüenza, era una forma mas de castigarme, pero no tuve mas remedio que hacerlo, él era mi Amo, yo le pertenecía en cuerpo y alma, así que me senté en el suelo, me eché hacia atrás, apoyando un codo en el suelo y con la otra mano empecé a frotarme el clítoris, presa de la excitación no tarde mucho en correrme, cosa que agradecí, ya que estaba cortada ante la mirada atenta de mi Amo y me desplomé temblando en el suelo, con un orgasmo intenso como pocos.....