Una fantasía que cambió a mi mujer (2)

Comienzan las vejaciones y los cambios en su cuerpo.

Tuve vergüenza al salir del coche, de cómo iba vestida al salir de casa a como iba ahora, el corazón me latía a 100 de la emoción. Caminamos por la cera hasta una tienda de Tatuajes, me quede mirando a Alex.

  • No tengas miedo cuando salgas estarás más provocativa y tu marido no te conocerá cuando te vea.

No sabía lo que quería decir, pero poco me faltaba para enterarme. El efecto de los porros ya me estaba pasando y comenzaba a darme cuenta de que estaba haciendo. Alex se dio cuenta de esto y lo primero que hizo cuando entramos a la tienda fue sacar una pequeña bolsa con polvo blanco, no sabía lo que era nunca había tomado drogas en mi vida. Saludo al dueño que era amigo suyo y me llevo a un rincón, esparció un poco de polvo encima de una mesa y me dijo que ya era hora de probar cosas nuevas que con 31 años a que espera. Muy nerviosa sonreí y le dije que me enseñara. Enrolló un billete de 50 Euros y me dijo que respirara con fuerza hacía dentro cuando estuviese encima del montoncito de polvo. Nunca había sentido nada igual parecía que volaba.

Germán el dueño de la tienda se acerco y beso a Alex en los labios, esto aun me puso más cachonda, tenía miedo al entrar pero ahora me sentía dispuesta a todo.

  • Enséñale las tetas a Germán, me dijo.

Solo tuve que hacer un movimiento con los dedos y calló el trapo que llevaba enrollado al suelo. Me tocó los pechos y los sopesó con la palma de la mano. Esto me excito muchísimo, me sentía como mercancía.

  • 300 gr. en cada teta, le dijo a Alex

  • No, me gustan grandes ponle 400 gr.

No sabía que estaban hablando, sentía que estaba volando por las nubes y no sentía nada de mi cuerpo. Pensé que se referían a algún tatuaje.

  • Vas a ponerme un tatuaje en las tetas, le pregunte.

  • No algo mejor, te las voy a hacer más grandes como a mí me gustan, Germán es un experto un meter silicona líquida, muchas chicas vienen a su tienda a que se lo haga.

  • Pero que dirá mi marido cuando me vea, le respondí.

  • Seguro que le gustas más así, ya verás como te lo agradece.

No sabía que responder me encontraba totalmente entregada. Me llevaron a la parte de atrás de la tienda y Germán me dijo que me acostara en una cama y me relajara que así duele menos. Estaba muy nerviosa, no pensaba en lo que me estaban haciendo, creía en sus palabras estaba segura de que me vería más atractiva.

Germán saco una gran jeringuilla con aguja hipodérmica de una vitrina y metió la aguja en una botella de cristal llena de líquido blanco, movió la palanca y llenó el depósito de la jeringuilla.

  • Tranquila Elsa, me dijo Alex, no te va a doler y verás que bien nos lo pasamos esta noche, tengo pensado llevarte a muchos sitios para que enseñes esas nuevas tetas que vas a tener.

No sentía nada, parecía todo un sueño. Vi como metía la gran aguja en un costado de mi pecho y como empezaba poca a poco a hincharse, y ponerse duro y después el otro. Alex me miraba y se reía, que buena estás ahora, me decía. Germán paro de inyectar en la segunda teta y le dijo a Alex que no podía ponerme más de 350 gr. por peligro a que se rompiera la piel. Alex le dijo que continuara que él se hacía responsable si me pasaba algo. Aguanté los 400 gr. de silicona líquida en cada pecho, pero ahora en vez de tetas parece que lleve melones.

  • Ya he terminado, dijo, puedes levantarte.

Me levante, ahora los tetas me pesaban un montón, las tenía levantadas y muy duras, necesitaré una talla 110 por lo menos, pensé. Pero en ese momento todo me daba igual.

  • Quítate el trapo que llevas, quiero verte entera como has quedado, me dijo.

Me miré en un espejo y no me conocía con el efecto de la droga y mis tetas nuevas parecía otra mujer. Ellos me miraban, Alex felicitó a Germán por el trabajo que había hecho con otro beso en los labios. Esto me volvió a excitar.

  • Como le vas a pagar la operación a Germán, me dijo Alex.

  • No lo sé no tengo dinero, le contesté.

Las tetas empezaron a dolerme un poco y Alex al darse cuenta de esto me puso más polvo blanco encima de la mesa y me dijo que yo ya sabía como tomarlo. Me metí un poco más y me sentí mejor, tenía que pagarle a Germán por lo que me había hecho. A esa hora de la noche ya no sabía lo que hacía.

  • Vamos arriba al ático, quiero presentarte a alguien y me pagas lo que me debes, me dijo Germán.

Subimos por una escalera hacia una habitación, iba completamente desnuda y las tetas me pesaban mucho. Alex si reía cuando me palpaba los pechos y me decía - ahora si que estás buena, y me pellizcaba los pezones que nunca los había visto tan grandes. Entramos a la habitación y vi a un viejo de unos 70 años comiendo. Germán le dijo:

  • Alvaro te traigo un regalo.

Imagine en seguida que se refería a mí.

  • A esta si que le has puesto unas tetas grandes, dijo.

  • A que esta buena te la traigo para ti, dijo Germán.

Después de las tetas que me habían puesto y la droga que llevaba en el cuerpo todo me parecía un sueño. El viejo estaba gordo, le faltaban varios dientes y llevaba una ropa muy usada, me acerqué a él y me acarició el coño con una mano, lo tenía muy suave después de habérmelo depilado con crema, poco a poco me fue metiendo los dedos dentro, no pude dejar de dar un pequeño grito. Alex y Germán no dejaban de mirar el espectáculo. Con la otra mano me apretó una de mis tetas, me dolió bastante.

  • Qué dura la tienes. ¿Eres una puta o estás casada?.

Esa pregunta me volvió a la realidad y me acordé de mi marido. Esto en eso momento hizo que me corriera

  • Estoy casada.

  • Me gustan las mujeres casadas con vosotras me lo paso bien no estáis tan usadas, no con las viejas y los putones que me traen esos aveces. Ellos se rieron. ¿Te gustan las tetas que te has puesto?

  • Me parecen un poco grandes y me pesan mucho. Dije resignada.

  • Aun no conoces a Alex, me dijo.

Me quito las manos de encima y se desabrochó el botón del pantalón.

  • Como te llamas.

  • Elsa.

  • Bien Elsa bájame los pantalones y el calzoncillo, ponte de rodillas.

Me daba un poco de asco, pero cada vez que miraba a Alex y a Germán la forma en que me miraban me corría. El viejo estado sentado en la silla y abrió las piernas para enseñarme bien su paquete, tenía un pene y unos huevos muy grande.

  • Comienza a chupar con tu lengua mi polla, me dijo.

Tenía el pene caído, con el efecto de la droga no sentía ni olor ni sabor, soltaba un líquido espeso que me tragaba, y por mucho que lo intentaba lamiendo y chupando no se ponía duro.

  • No pares ya falta poco, me decía, no te lo quites de la boca.

Intentaba meterme la mayor parte del pene en la boca y con la otra mano le tocaba los huevos para darle más placer. Alex y Germán se acercaron para ver mejor lo que iba a pasar, parecía que estaban esperando que el viejo se corriera.

  • Vamos Elsa lo hacer muy bien. Decía jadeando.

Mis tetas chocaban contra la silla y me hacían daño, mientras el viejo me ponía las manos sobre la cabeza para estar más cómodo, su pene no se ponía duro, me sentía sucia y sin embargo no paraba de correrme. Sentí de pronto que mi boca se llenaba de líquido, intente tragármelo pero no podía salía demasiado se escapaba por mis labios, estaba meando en mi boca, no sentía su sabor pero el líquido era fluido y de color amarillo.

  • Bebe Elsa bebe, me decía.

No sabía que hacer, me sentía dominada hice lo que me pedía beber el líquido que entraba en mi boca. Alex y Germán me miraban satisfechos con el espectáculo, - no todo iba a ser leche, verdad Elsa, dijo Mario. Me bebí toda la meada que pude, por la cantidad que descargó parecía que el viejo llevaba mucho tiempo sin orinar, pero buena parte del líquido me calló por la barbilla a mis enormes tetas y me manchó todo mi cuerpo que estaba desnudo.

  • Muy bien Elsa, lo has hecho muy bien, acaba de limpiármela, dijo el viejo.

Le cogí la enorme polla flácida y le pase la lengua por toda ella hasta que el viejo me dijo basta. Me levante, tenía todo el cuerpo mojado y comencé a olerme daba asco, Alex y Germán me miraban y les hacía gracia verme así.

  • Vamos a limpiarte, me dijo Alex, sal a la terraza.

Salí a la terraza del ático, hacía frío, serían sobre las 12 de la noche, el efecto de la droga me estaba pasando y más cuando Alex cogió una manguera con agua fría a presión y empezó a mojarme con ella. Los pechos me dolían bastante del cambio de temperatura, Alex lo sabía y apuntaba a ellos con la manguera. Alex disfrutaba oyendo mis gritos de dolor y de placer. Me corría de imaginar la situación, la droga aun surtía algún efecto.

  • Ahora nos toca a nosotros zorra, me decía.

Germán se fumaba un cigarro y disfrutaba con el espectáculo de verme tiritando con las manos en los pechos y oyendo a Alex llamarme puta, zorra, mamona, tetona... Cuando se cansó de echarme agua fría me dio una toalla y me dijo que me secara y que entrara de nuevo a la habitación.

  • Me lo has hecho muy bien Elsa, tienes que volver por aquí, me dijo el viejo.