Una fantasía que cambió a mi mujer (1)

Cumplir mi fantasía de dejar pasar la noche a mi mujer con un desconocido cambió para siempre su cuerpo y su vida.

Eran las 5 de la tarde y ya habíamos dado varias vueltas a la calle pero no nos decidíamos a entrar, era mi fantasía llevarla a un local de intercambio y ver como se lo hacía con otro. Estaba muy excitado y casi con esto me daba por satisfecho.

  • Vamos a tomar algo, le dije a Elsa, creo que no vamos a entrar.

Entramos a un bar y nos pedimos unas cervezas. Mi mujer iba provocativa, yo mismo me había encargado de prepararla, botas negras, minifalda, suéter ajustado y muy maquillada, quería que todos la mirases cuando entráramos en el local. La verdad es que cuando íbamos por la calle raro era el tío que no se fijaba en ella.

Nos sentamos en una mesa y nos pusimos a hablar de lo frustrante de la situación, de cómo lo habíamos preparado y que no acababa de salir, que con poco más de 30 años aun no quedan muchos días para decidirnos. Un hombre no nos quitaba el ojo de encima y al terminarnos las cervezas, vino y nos preguntó si podía sentarse con nosotros, nos miramos un poco desconcertados y le dijimos que sí.

  • Os he visto pasar varias veces por delante de la puerta del club y parece que tenías la intención de entrar.

La pregunta me pilló un poco de improviso y no pude pensar la respuesta.

  • La verdad es que teníamos esa idea. Respondí entre la vergüenza y la excitación.

  • Me llamo Alex y suelo frecuentar bastante ese club. ¿Qué andabais buscando? Parecéis nuevos en esto.

Mi mujer estaba callada mirándolo, ella ya me había confesado en varias ocasiones que lo que más le podía cachonda era imaginar que se lo hacía con un desconocido que encontraba por la calle. Escuchar a ese hombre de unos 45 años, hablándonos con toda seguridad y mirando a mi mujer de arriba abajo hacía que aumentase mi excitación. Escuchando sus preguntas no sabía si continuar en el bar o decirle que nos íbamos a casa. Le conteste:

  • Leí en una revista que ha había un local de intercambio de parejas en esta calle y queríamos entrar a verlo, para que así nadie nos lo contara.

Le respondí para intentar bajar el grado de confianza que estaba tomando con nosotros.

  • Hace tiempo que os conocéis. Nos pregunto.

Mi mujer le respondió:

  • Llevamos 12 juntos entre novios y casados.

Él se quedó mirándola y le dijo:

  • Te has preparado muy bien para ir al club, lo has hecho tu sola o te ha ayudado tu marido. Por la cara que has puesto, apuesto a que te has corrido cuando me he puesto a hablar con vosotros.

Al oír estas palabras volví a tener dudas sobre si decirle que por favor nos dejase tranquilos o dejarle continuar, cada momento que pasaba me sentía más incómodo y más excitado, era una sensación que nunca había tenido. Elsa le contesto:

  • Quería ponerme guapa porque nunca sabes lo que puede pasar, nuestra idea era entrar al local de intercambio, quería que los hombres me mirasen y aprovechar la oportunidad si se presentaba. Y si te digo la verdad me gusta hablar contigo ¿imaginas por qué?

Al oír a mi mujer contestarle de esa manera no la conocía, tenía los ojos brillantes, tal vez la cerveza que se había tomado la estaba animando, ella nunca prueba el alcohol, y le hacía decir cosas que nunca habría dicho. Se quedo mirándonos y nos pregunto:

  • ¿Os gusta el morbo?

No entendimos su pregunta y le dije que fuese mas claro.

  • Me refiero si os da placer hacer cosas prohibidas y arriesgadas, no controlar la situación, dejarse llevar y obedecer, entregarse totalmente en el sexo - Dijo en tono seguro, como experto en el tema- Si os gusta habéis encontrado la persona que andabais buscando.

No sabía que responderle, la propuesta me excitaba y es lo que esa noche buscábamos. Veía a Elsa tan entregada y dispuesta ha hacer cualquier cosa, que era una oportunidad que no podía desaprovechar.

  • En que consiste tu propuesta. Le pregunte para saber lo que quería y en que condiciones.

Él me contestó sin rodeos:

  • Llevarme a tu mujer durante toda noche para cumplir todos mis deseos sexuales.

Nunca me habían propuesto algo así, se mezclaban las ganas coger a Elsa y salir de allí lo más deprisa posible con las ganas de correrme dentro de los pantalones. Me quede mirando a mi mujer para saber cual sería su reacción al oír tal propuesta. Tenía una cara como nunca se la había visto, estaba seguro de que llevaba varios minutos teniendo orgasmos consecutivos y que si le tocase el coño lo tendría abierto y todo mojado.

  • ¿Qué me decís? Os gusta el plan. Cuando mañana tengas de nuevo a tu mujer ella te contará todo lo que hemos hecho y te aseguro que no te arrepentirás, tendréis material para un montón de fantasías. No es la primera vez que hago esto con una pareja.

Me quede pensado lo que iba a pasar, la verdad es que esto que me estaba pasando ya se me había ocurrido en alguna fantasía pero ahora era real, mi excitación estaba llegando a unos límites hasta los que nunca había llegado.

  • ¿Qué piensas Elsa?, Te gustaría pasar la noche con él. No sabía lo que iba a contestar, cuando veníamos en coche me decía que no se echaría a atrás que solo había hecho el amor conmigo y otro novio y que no le importaría hacerlo con un desconocido si a mi no me importaba. Había llegado la hora de la verdad.

  • Si a mi marido no le importa estoy a tu completa disposición, quiero que hagas conmigo lo que haces con las demás, tu seguridad y tu forma de hablar me hace tener unos orgasmos que nunca he tenido.

Al oír estas palabras de la boca de mi mujer me quede atónito, no solo quería pasar la noche con él, sino que además le daba permiso para hacer con ella lo que quiera así por la cara, con lo que me costó follármela por primera vez. Estaba realmente excitada se le veía en la cara, como lo estaba yo. Los ojos de Alex no paraban de mirarla el escote, el ombligo y el culo, Elsa está delgada y tiene unas tetas que sin ser muy grandes destacan de su cuerpo y tiene un culo que con la faldita que llevaba le queda perfecto. Esta noche iba a ser para otro hombre y esto me enloquecía y me excitaba, mientras yo solo podría imaginar.

  • Dile a tu marido que se puede marchar.

Mi marido se fue después de darnos un beso en los labios, él os ha contado el encuentro, ahora me toca a mí contar lo que pasó en el resto de la noche.

  • Ve al lavabo y quítate las bragas y el sujetador. Me ordenó.

Me pareció algo sencillo y muy excitante, fue al lavabo y me quite el tanga que estaba todo empapado y el suéter para quitarme el sujetador. Tenía los pezones muy duros y cuando me puse nuevamente el suéter, que era de una fibra muy suave, se notaban una barbaridad. Me mire en el espejo y me volví a correr. Salí y me volví a sentar en la mesa.

  • Dame tu ropa interior.

La puso encima de la mesa y la toco con los dedos. Esto me dio un poco de vergüenza, y me puse un poco roja.

  • Está muy mojada. ¿Tomas la píldora?

  • Sí. Respondí.

  • Bien, nunca follo con preservativo.

Dejo mi lencería encima de la mesa y nos levantamos y fuimos hacía el coche. No paraba de correrme al caminar, sentirme sin ropa interior y no saber lo que me iba a pasar me ponía a 100. Subimos al coche.

  • ¿Cuántos años tienes?

    1. Respondí.
  • ¿Con cuantos hombres te has acostado?

  • Con dos.

  • Tomas drogas.

  • No

Salimos a las afueras de la ciudad y paró el coche en un descampado solitario. Quítate el suéter quiero verte las tetas. Empezó a tocármelas suave al principio, pellizcando luego los pezones que se quedaron duros como piedras.

  • Enséñame el coño, me dijo. Me quité la minifalda. Aun eran las 6 de la tarde y había bastante luz, me daba un poco de vergüenza por si pasaba alguien por allí y me veía desnuda. Pero me lo estaba pasando como nunca.

  • Me miró el coño y me dio un bofetón, te vas a depilar ahora mismo esos pelos, como se te ocurre presentarte así, esta noche tienes que estar fina y suave.

Desde niña nunca me habían pegado y sentí un dolor y un placer como nunca había tenido, en ese momento tuve un orgasmo increíble. Me dio unas tijeras y una crema depiladora. - No quiero verte ni un solo pelo, me dijo. Y salió del coche.

Mientras me cortaba los pelos del pubis y me ponía la crema. Veía por la ventana a Alex preparando un par de porros, solo había probado el porro un par de veces y tenía el recuerdo de que perdí el control.

Estaba totalmente desnuda y ahora con el coño rasurado, Alex subió con los 2 cigarros preparados y me dijo que tirase el suéter y la minifalda del coche que ya no me hacían ninguna falta. Yo protesté pues no tenía nada que ponerme. Me dio otro bofetón está vez más fuerte.

  • No vuelvas a contradecirme o recibirás un castigo, me grito.

Nunca me había sentido tan dominada y humillada, tenía un placer desmedido me corría del miedo y del dolor. Creo que ha esto se refería Alex cuando hablaba del morbo.

  • Enciende el cigarro y comienza a fumártelo, me ordeno.

Sentada en el asiento del coche, a las 5 ó 6 caladas me sentía más tranquila, casi no me importaba estar desnuda, además se estaba haciendo de noche. Alex me miraba, era un hombre bastante mayor que yo pero tal vez fuera esa una de las razones por las que acepté pasar la noche con él, necesitaba un tío seguro de si mismo y con experiencia para que me hiciese sentir lo que mi marido por mucho que se esforzarse no podía hacer, por cierto pensaba que el pobre estaría ahora en casa masturbándose y eso aun me excitaba más si cabe.

Alex me volvió a pellizcar los pezones, esta vez con más fuerza, pero con el efecto del porro casi no me dolían, después bajo la mano y me la puso sobre la raja del coño y comenzó a untar sus dedos con mi flujo vaginal que era abundante. Primero metió un dedo, después dos y así hasta que tuvo todos los dedos de la mano impregnados con mi líquido. Ya casi me había terminado el cigarro y ya no sabía muy bien lo que hacía. Me metido los dedos en mi boca y me dijo que se los limpiara con mi saliva poco a poco, cada momento estaba más caliente chupar sus dedos con mi lengua, sentir como me los metía en la boca, desnuda dentro del coche era una situación que no podía imaginar.

  • Enciende el otro cigarro, me dijo.

  • Por favor Alex ya no sé lo que hago.

  • Zorra, te has ganado el castigo, haz lo que te diga.

Esto me hizo sentir totalmente entregada, encendí el segundo porro y me puse darle caladas. Sacó de la guantera un destornillador, me asusté pero ya no era dueña de mis actos, solo quería seguir corriéndome.

  • Chupa el mango, me dijo. Era un destornillador con un mango grande anatómico para aflojar los tornillos de las ruedas, lo chupé hasta llenarlo de saliva. Lo saco de mi boca y poco a poco lo fue deslizando por en medio de mis tetas por encima de mi barriga hasta llegar al coño y me lo metió. Tenía el coño muy lubricado y muy abierto, así que entró sin dolerme, comenzó a meterlo y sacarlo, me corría del gusto, no podía tener más abiertas las piernas, así estuvo hasta que me terminé el segundo porro.

  • Te tragas la leche de tu marido, me pregunto.

  • No, a veces la primera que sale, pero la escupo de la boca, le conteste sin saber muy bien lo que decía.

  • Pues no quiero que se te escape ni una gota de la mía. Quiero que me hagas una buena faena. Echo hacia atrás el asiento del conductor. Le desabroché el botón del pantalón y le baje los pantalones. El pene de unos 18 cm. sobre salía del slip, se lo baje y cogí el pene con mis manos, estaba muy mojado, me dijo que le limpiara el líquido que había quedado en los pelos del pubis y encima de la barriga, con la lengua se lo limpié. Y me dijo que podía empezar.

  • Quiero que me mires cuando me la estés mamando y sentir tus senos encima de mis piernas, me ordeno.

Empecé lamiéndole los testículos un rato manteniendo el pene sujeto con una mano. Después le pasé lentamente la lengua desde los testículos hasta la punta de la polla, y luego empecé a mamársela rápido moviendo la cabeza arriba y abajo. Alex me pellizcaba los pezones cuando hacía un movimiento que no le gustaba, y no dejaba de mirarme las tetas, me dijo que las tenía pequeñas para su gusto. Cuando notó que bajaba la intensidad de la mamada me agarró la cabeza y comenzó a moverla él, se follaba mi boca. A los 15 minutos me llenó la boca de leche que me tragué casi sin notarlo, cuando note que Alex había terminado de correrse y estaba ya tranquilo, terminé limpiándole del todo la polla, hasta dejársela brillante con mi saliva. No me costó hacerlo el efecto de los cigarros me lo hizo todo muy fácil. Hasta ese momento de la tarde había disfrutado tanto como no recordaba, me había tratado como a una fulana y me había gustaba.

  • Te lo has pasado bien, me pregunto.

  • Nunca me habían tratado así, me siento muy excitada.

  • Vas entendiendo lo que es el morbo.

Saco unos trapos sucios del maletero y me dijo que me arreglase como pudiese, que íbamos a volver a entrar a la ciudad. Me puse el más grande a modo de falda y otro sobre mis pechos enrollándolos como una toalla al salir de la ducha. Puso el coche en marcha, ya eran las 8 de la tarde, ahora me sentía un poco asustada no sabía donde me iba a llevar. Iba realmente echa un asco los trapos que me había dado para vestirme olían a grasa pero era mejor que ir desnuda dentro del coche como imagine que querría.

Entramos en una calle estrecha donde nunca había estado, y paró el coche.

  • Baja, te voy a hacer un regalo.