Una fantasía hecha realidad (2)

Esta vez mi mujer tenía más para sorprenderme.

Como ya les conté en la primera entrega, mi mujer me sorprendió una noche con una ropita interior sexy que yo le había regalado sin pensar que iba a despertar sus más bajos instintos.

Se vistió como si fuera una puta y me dio una cogida increíble y después me hizo vestir con su ropita y me cogió ella a mí, haciéndome vivir una experiencia como mujer.

Nunca había tenido una eperiencia parecida y nunca imaginé que fuera mi esposa la que me llevara a esta situación

Pero si espera que eso fuera lo mas increíbles estaba equivocado… porque miren lo que me pasó al fin de semana siguiente.

En la semana no habíamos hablado casi del tema solo que ella se sonreía cada tanto cuando nos poníamos mimosos y insinuaba que cuando llegara el fin de semana íbamos a tener una noche caliente o cosas así.

Por mi parte estaba algo inquieto por lo que había pasado… me encantaba tener esa intimidad con ella, es más, era un deseo que siempre había querido que ella se libere y podamos hacer realidad las fantasías de ambos.

Creí que era menester hacerle otro regalo, ¿Pero qué? Lo pasado el sábado anterior no había dejado muchas fantasías por cumplir entre los dos… así que fue llegando el fin de semana y yo no había comprado ni pensado en nada.

A eso de las 21 horas del sábado, yo estaba mirando televisión y noto que mi mujer estaba encerrada en nuestro cuarto. Pensé que se estaba produciendo para otra noche fuerte como me había insinuado. Pero al rato apareció en el living así como estaba sin nada en particular

  • Mi amor, ¿por qué no vas a bañarte?

  • Bueno, si querés me baño… ¿Vamos a salir?

  • No vamos a jugar… ¿querés?

Me levanté y me fui al baño. Prendí la ducha y me desvestí… Me encanta bañarme y disfrutar del agua caliente… y tardo bastante en esté rito que me hace tan bien y me relaja.

  • Permiso – Corrió la cortina mi esposa y se coló dentro de la bañadera. Pero no era mi esposa la que había entrado sin Pamela La puta del sábado anterior. Pensé que ella debería estar re caliente y que no había podido aguantarse.

Me besó en la boca y me empezó a enjabonar todo mi cuerpo. Mi pene no se inmutó pese a sus manos que me acariciaban sensualmente. Pensé que era raro, muy extraño… y quizás que era el agua, o algo en su actitud que todavía no podía descubrir… Quizás que ella tome la iniciativa me inhibía, que sé yo. No le iba a dar mas importancia.

  • ¡Uy! ¡Que pelambre que tenés!. Hay que hacer algo con esto. ¿No te parece?

  • No sé. Me lo depilaste hace una semana.- sin escucharme, agregó- Voy a arreglar este asunto.

Tomó su rasuradora, jabonó la pequeña rayita de pelos que tenía y de un par de pasadas me dejó el pubis totalmente rasurado… pero siguió y me sacó todos los pelos de mis huevitos y no contenta con eso, depiló mis pocos pelitos del ano. Todo esto bajo la lluvia tibia de la ducha.

  • Quedaste muy bien, Ya nadie podrá decir que estás mal. Ahora estamos iguales.- y pasó su conchita por sobre mi pene dormido. Esto no parecía desmoralizarla ni mucho menos, hablaba de forma sexy y se reía todo el tiempo como si tuviera planeado algo muy groso.

  • Ahora nos cambiamos, nos arreglamos y vamos a cenar ¿Si?

Yo estaba más preocupado por mi falta de excitación que por lo que me decía. En realidad estaba excitado pero mi pene, no.

Nos secamos en el baño y juntos fuimos al nuestro cuarto a vestirnos Sobre la cama había dos juegos de ropa… Uno era para ella, era obvio era ropa muy linda pero que reconocía como suya, ya la había visto vestida así no era muy linda pero nada especial. El otro juego era ropa similar pero nueva.

  • Te lo compré para vos, siempre me regalas cositas lindas y me pareció que esta vez debía ser yo la que te comprara algo lindo.

  • Gracias- le dije pero es ropa para vos

  • No, no. Te la compré es un número mayor te va a encantar usarla.

  • Pero es ropa un poco… gay.

  • Nooooo no es gay es de mujer. El jeans y la blusita lo compré en Zara. No es gay.

  • Pero por qué me compraste ropa de mujer. Te gastaste un dineral y no me lo voy a poner y a vos te queda grande.

  • Si te lo vas a poner porque hoy saldremos a cenar las dos como chicas. Pamela y Sole.

  • ¿Estás loca? Una cosa es en la intimidad y otra es hacerlo público. Ni lo sueñes si querés me visto y todo bien jugamos cogemos y bien. Pero salir, no.

  • Bueno, bueno. Vestite y después vemos, podemos pedir que nos traigan comida a casa. No te preocupes… era solo una fantasía que tengo… no la arruines ¿si?

  • Ok

  • Aquí tenes, esta es tu ropa interior- Me entregó una bolsita de regalo con moño y todo de una casa de lencería de primera marca. La abrí intrigado y me encontré con un juego de tanga cola less y un corpiño con relleno de siliconas, negro.

  • Estás loca, Pamela, ¿Vos creías que me iba a poner esto y salir a cenar?- pero ella no me contestó se acercó a mi y me empezó a poner la tanga y el corpiño. Era extraña la situación. Me encanta la sensación de la laycra en mi cuerpo y el corpiño apretándome en la espalda. Me acomodó la verga para que no sobresaliera y me hizo dar una vuelta, para mirarme desde todos lados.

  • Mírate en el espejo, estás preciosa. Nadie te reconocería así. - La verdad que el espejo me reflejaba a una mujer bastante buena. – ahora termina de vestirte que sino vamos a terminar de prepararnos a las doce de la noche.

Me calcé el pantalón que era elastizado y muy finito me costó pero pude cerrarlo bien y luego la blusa que también era ajustada y me hacía linda forma. Me dio un par de sandalias con un pequeño taco de 5 centímetros y luego me maquilló en el baño. Me pintó bastante para la luz del baño pero luego me miré en el espejo del living con luz más común y no era exagerado. El broche de oro fue cuando ella me trajo una peluca morocha que me tapaban los hombros, con flequillo, de pelo natural. Me quedaba estupenda. La verdad que mirándome de cuerpo entero, nadie podría descubrir que no era una mujer.

  • ¿No te animas? Es mi fantasía… Vamos al restaurante, comemos y volvemos ¿si?

  • No, pamela, una cosa es jugar aquí entre los dos y otra muy distinta es salir a la calle.

  • El sábado pasado saliste y estabas la mistad de femenina que hoy y además es un deseo, después vamos a hacer el amor como nunca te lo imaginaste… haré todo lo que me pidas y gozaré con ello… ¿sí? Mi amor. Dale.

Me resistí un rato más pero ella sabe convencerme. Así que terminó de arreglarse y arreglarme y en diez minutos estábamos en el auto dirigiéndonos a cenar.

Fue recién al bajar del auto y caminar unos cincuenta metros que me di cuenta de que me sentía súper cómoda. El pantalón me ajustaba tanto que me sentía sin ropa y las sandalias me hacían caminar pausado pero no de forma torpe, como si me fuera corriente caminar con ellas. El corpiño me daba forma y era lo suficientemente grande para que el escote reviente en mi pecho. Mi mujer también estaba sencilla y muy sexy… Al entrar en el restaurante, noté que un par de hombres de otras mesas no miraron de arriba abajo.

Todos me trataban o me miraban como si fuera una mujer… El mozo, Pamela, y por primera vez veía como la miraba y me miraban a mi. Es que es hermosa y si nos miran así y estamos de lo más sencillas nada provocativas, me imagino lo que seríamos vestidas más sexy.

Estaba tan emocionada con esto de gustar que le dije a Pamela que me iba al baño solo para coquetear y ella se dio cuenta y se rió.

  • Andá, pero no muevas mucha esa colita que sino te van a violar. Me puse colorada y no dije nada.

Me levanté, caminé entre las mesas y ni lo dudé me fui directo al baño de mujeres. Me senté en el inodoro y todo y cuando salí del escusado me pinté los labios como toda una mujer en una cita.

Al terminar la cena todo estaba bien, Pamela que no dejaba de decirme que todos los hombre me habían mirado y que debía sacar la putita que tengo dentro… Que si me animaba a ir a un bar a tomar algo. Y la verdad es que estaba excitadísima y contenta así que acepté.

Fuimos a un café que queda en San Telmo un lugar muy lindo que solemos ir una vez cada tanto. La música estaba fuerte y estaba muy lleno de gente. No habrá pasado diez minutos que ya teníamos dos muchachos intentando levantarnos. Con mucha complicidad, mi mujer y yo estábamos jugando con dos hombres de nuestra edad.

Sabía que Pamela estaba disfrutando pero no sé si disfrutaba de sentirse deseada o que yo estuviera viendo y a la vez también esté siendo seducida por un hombre.

El que me tocó a mi, Juan, era bastante grandote y muy elegante, el de ella, Carlos, era mas pequeño, con cara de ángel.

Nos invitaron unos tragos y al beber un rato, ya no sabía si era hombre o mujer.

Juan se puso mimoso y me agarró la mano, me decía cosas lindas y me miraba a los ojos, tratando de pasar a otro nivel de amistad. La música, el alcohol, el encierro la gente, yo estaba como mareada de todo superada.

  • Pamela, ¿vamos?

  • Es temprano.

  • Es que estoy cansada

  • No se vayan ahora que esto se pone mucho mejor dentro de un rato. - Dijo Carlos. Juan al lado mío sentía que se le acababa la noche y no estaba dispuesto a perderse de estar conmigo. Me abrazó más fuerte y me dijo. – Vamos Sole, quedate que la vamos a pasar bien. – se inclinó y me pegó un beso en la boca, metiendo su lengua hasta la campanilla. Pamela me miraba, entre carcajadas y sorpresa. Y yo estaba asustada, excitada, intrigada, y pensaba que cuando se diera cuenta que era un hombre se iba a poner muy violento y así que no lo dudé y

  • ¡Juan pará! Te tengo que decir algo…- mientras el no dejaba de apretar mi cuerpo hacia él.

  • ¿Qué? ¿Sos casada?

  • Si. Pero no es eso lo que quiero decirte. Es que… No soy una mujer

  • De eso ya me di cuenta eres una mujer muy especial.

Carlos y mi esposa se besaban frente a mí.

  • No soy un hombre haciendo de mujer para cumplirle una fantasía a mi esposa, a ella.- y la señalé a Pamela. Pensé que esto cerraba la noche y que por fin podríamos volver a casa. Juan lo palmeo a Carlos y le dijo

  • Cambiemos esta te va a gustar mas a vos, en un cross.- Carlos lo miró sorprendido y me miró a mí.

  • ¿Están locos? – dije yo disgustada

  • ¿Por qué decís eso? A Carlos le gustan las chicas cross.

  • Vamos Sole no te hagas las difícil. Pasemos una noche distinta… - dijo mi esposa

  • Eso- dijo Carlos.- Hacele caso a Pamela.- Y ahora era él el que me abrazó y Juan se acercó a Pamela y la besó

  • ¿Nos vamos? - Dijo Pamela

Y nos levantamos. Nos subimos a su auto y dejamos el nuestro en el bar. Juan y mi esposa iban delante y ella le indicaba por donde ir

Mientras Carlos Me manoseaba y me besaba como si fuera un adolescente… yo estaba a mil… no podía creer que mi mujer me entregue y que un hombre sabiendo la verdad esté tan entusiasmado con tenerme entre sus brazos. Y recién allí me relajé y me deje.

En el auto entre mil besos, por primera vez apoyé mi mano sobre su verga. Él se dio cuenta que algo había cambiado y para bien así que se bajó el cierre y metió mi mano dentro

Su polla estaba semi erecta y ardiente. La tenía un poco más grande que la mía, lo digo por el tacto ya que en el auto no veía nada. Por suerte llegamos a casa ya que Carlos ya me estaba pidiendo que baje mi cabeza y se la chupe.

Entramos a casa y ya estaba todo dicho solo quedaba actuar. Así que Carlos se bajó los pantalones y ahora debía chupársela. En un sillón mi mujer estaba enroscada con Juan.

Me puse de rodillas y suspiré olí su pene, saqué mi lengua y le di una lamida, como si fuera un helado. De apoco me fu animando y del tronco hacia la cabeza le fui dando calor con mi aliento. La verdad es más grande que la mía, pensé.

No era feo tenerla y sentirla. Con una mano lo pajeaba y mi lengua jugaba con el hoyito de la cabeza de su pija y esto lo ponía mas excitado. Apoye los labios en esa cabeza y me la empecé a tragar de apoco. Era muy lindo sentirla dentro de mi boca, Lo miré a los ojos y él me miraba y gozaba… se movía y me entraba y salía de mi boca.

No se escuchaba más que su respiración. Mi esposa y Juan miraban desde el sillón muy sorprendidos sin hacer ni decir nada.

Juan sacó la polla de mi boca, y su leche cayó sobre mi cara y mi boca, como en las películas porno. Pamela y Juan Aplaudían y gritaban.

La noche recién empezaba pero yo se los contaré otro día

Un beso Sole