Una familia unida 8
Hace su aparición Luis, el macho.
Una familia unida
Capítulo 8
Puedes empezar ahora, Angela.
Vanesa abrió sus piernas y se puso de manera que su chocho quedara a la altura de la boca de Angela, que se encontraba haciendo un 69 con Mónica. Esta se repuso inmediatamente de la sorpresa que le causara la irrupción de la hija de su amante y acercó su cara a la entre pierna de la muchacha, en busca del chochito de ésta.
Vanesa tomó la cabeza de Angela y la apretó contra su vagina, en tanto le decía con una voz alterada por el deseo:
Angela, tienes que probar esa tremenda verga que tiene Luis. ¿Qué te parece?
Angela no dijo nada. No podía decir nada pues estaba con su lengua explorando las cavidades de Vanesa, pero su cabeza se movió con energía, indicando que estaba de acuerdo. Estaba sumida en una tempestad de morbo que había soltado todos sus deseos sexuales y lo único que deseaba era vivir ese momento al límite, aunque al lesbianismo tuviera que añadir el incesto. Y lo extraño era que la idea de follar con su hijo la excitaba de manera increíble.
Mónica había despertado en ella el deseo por su hijo, un deseo que estaba dormido desde que le viera por vez primera la verga cuando lo sorprendió orinando. Hasta ahora se había resistido a pensar siquiera en ese instrumento que se gastaba Luis, pero las preguntas de Mónica abatieron todas las barreras morales y ahora sentía en todo su cuerpo el deseo de ser penetrada por ese tremendo pedazo de carne. Y el hecho de que fuera el de su hijo la hacía sentirse más caliente aún. Al deseo le agregaba el morbo de lo prohibido. Pero después de haber probado el sexo lésbico le parecía menos condenable el incesto.
A fin de cuentas, su marido era el culpable de que ella hubiera caído en el sexo no natural, por su indiferencia hacia ella. Y ella tenía que satisfacer sus deseos, pero lo único que tenía a la mano era su amiga Mónica y su hija. Y su hijo. Y sería Vanesa la que haría posible el que su hijo se decidiera a follar con ella.
De solo pensar en tener esos 33 cm. de pico en su zorra la hizo calentarse al límite, aumentando sus lamidas en el sexo de Vanesa, en tanto Mónica seguía chupando su chocho, que soltaba líquidos a destajo. Mientras metía su lengua en la zorra de Vanesa, lo hizo de manera que su pera se refregara con los labios vaginales de Mónica, de manera que estaba brindándole gozo a la madre y a la hija al mismo tiempo.
Vanesa tuvo que afirmarse a la cabeza de Angela para no caer en tanto empezaba a soltar sus jugos en la boca de ésta. Mónica se les unió y las tres acabaron en medio de grititos de gusto que se mezclaron con las caricias que se prodigaban.
Las tres, satisfechas, se acostaron y mientras se acariciaban, se prodigaron halagos por lo bien que lo habían pasado.
Fue exquisito como me chupaste, Mónica
Y tú, Angela, lo hiciste increíble conmigo
Al parecer solamente faltas tu para gozar, Vanesa
Tranquilas, que yo vengo con mi cuota completa.
¿Estuviste follando?
Si. Con Luis
¿Luis, mi hijo?
Si, ¿por qué te asombras?
No me lo imaginaba teniendo sexo aún.
Para que sepas, hace un mes que estamos culiando.
¿Y cómo fue eso?
Bueno, una tiene sus técnicas, Angela. Apliqué mis artes de seducción y listo.
Cuenta, por favor
Un día le pedí que me ayudara a subir unos paquetes al altillo. . .
Hacía un tiempo que Vanesa se había fijado en Luis como en un ejemplar de hombre digno de tener entre las piernas. Le había visto el bulto que mostraba en el pantalón y dedujo que debía estar muy bien dotado, por lo que decidió ver la manera de que le regalara con su verga.
Cuando ambos coincidieron a la bajada del bus, y sabiendo que esa tarde ella estaría sola en casa pues su madre y la vecina irían al cine, le pidió a su joven vecino que le ayudara con unos bultos que debía guardar en el altillo de la casa. El accedió inmediatamente y quedó de ir a verla en un rato más, que la muchacha aprovechó para vestirse con una minifalda y una blusa bien escotada.
Cuando llegó Luis, ella le dijo que debía subir unos paquetes y él se ofreció a hacerlo subiéndose a la escala que habían puesto. Vanesa le pasaba los paquetes y aprovechaba de echar ojeadas al “paquete” que le interesaba y se convenció de que las dimensiones que parecía tener la herramienta de Luis eran suficientes para hacer feliz a cualquier mujer. Solamente faltaba convencerlo para que follaran.
¿Sabes? Me gustaría ahora subir para acomodar el último paquete, de manera que no me sea difícil después encontrar lo que busque.
Uniendo la acción a la palabra, subió los escalones de la escalera y recibió el paquete que le pasara el muchacho, que al volverse vio frente a sus ojos el par de muslos blanco de Vanesa, rematados en un calzoncito blanco que intentaba tapar el par de globos que tenía como nalgas. La reacción del miembro de Luis fue inmediata y Vanesa se dio cuenta de ello, sonriendo del resultado de su estratagema.
Después de un rato de estar fingiendo que acomodaba el paquete en el altillo, permitiendo con ello que Luis se diera el gusto de ver sus muslos, nalgas y calzoncito, miró hacia abajo y le dijo:
¿Te gusta el espectáculo?
Luis la miró sonriendo y sin amilanarse le respondió
Es exquisito
Vanesa descendió de la escala y se paró frente a él.
¿Quieres tocar?
Luis llevó su mano a donde empezaba la minifalda y empezó a subirla hasta alcanzar el calzoncito de la muchacha, que cubría el bulto que formaba su sexo debajo de la tela. Ella, para no ser menos, llevó directamente su mano al pantalón del muchacho y lo abrió para sacar la verga de éste, que estaba completamente parada por la calentura. La tomó en su mano, asombrada por las dimensiones que lucía.
¿Crees que podrás aguantar una verga como la mía?
Es cosa de probar, ¿no crees?
Fueron al dormitorio de Vanesa, donde esta se acostó de espaldas, subió su falda y bajó su calzoncito, abriendo sus piernas para la penetración.
Estoy lista
Después de probar la verga de su abuelo, Vanesa estaba segura que podría aguantar cualquier pico. Luis se acercó con su polla y la puso a la entrada de la vulva de la muchacha y empezó a empujar. En ese momento ella se dio cuenta que el instrumento de Luis era extraordinario pues su vulva se resistía a admitirlo.
Con cuidado, que parece que es demasiado grande
Ya me parecía. Me cuesta encontrar mujeres que me aguanten.
Con paciencia haremos que entre. Ten confianza
Eso espero, pues estoy con muchas ganas de culiar
Ella levantó las piernas y las abrió todo lo que pudo, apretándose al cuerpo del muchacho con sus brazos y empujando su pelvis hacia delante, hasta que finalmente entró la cabeza primero y el resto después. Con alguna dificultad, Luis logró que el tronco se alojara completamente en la cueva de Vanesa, pero ya dentro empezaron a moverse con mayor libertad.
Y ahí vino la gran sorpresa de Vanesa.
Había acabado tres veces y Luis seguía moviéndose, sin mostrar señales de querer acabar.
¿ Por qué no has acabado?
Tengo un aguante fuera de lo normal. Tu tranquila, que cuando quiera puedo acabar.
Me parece fabuloso
Y Vanesa siguió acabando, hasta que a la sexta vez el le dijo que ahora lo harían juntos y ambos acabaron al unísono, aunque ella sintió que su vulva era repleta de semen, en cantidades como nunca antes había recibido. Esto es un verdadero hallazgo, se dijo para sí, mientras imaginaba lo mucho que gozarían ella y su madre.
Luis, meame
¿Qué?
Quiero que me mees
Bueno, si así lo deseas
Y el muchacho se arrodilló al lado de Vanesa y dirigió su verga al rostro de esta y empezó a lanzarle chorros de orina, los que ella recibía en su boca, feliz de la vida.
Meame, cabrón, puto
Toma, perra, mira como te meo, cabrona
Y Vanesa tuvo otro orgasmo mientras Luis seguía echándole orina en la cara y en el pecho.
La muchacha quedó tan encantada con su vecino que buscó la manera de poder seguir follando todos los días con el, buscando momentos que pudieran estar a solas. Y en una de esas oportunidades Vanesa le propuso hacer un trío con su madre, a lo que Luis se mostró encantado.
Lo que ninguno de los dos sabía en ese momento era que el trío sería un cuarteto, con la madre de Luis.