Una familia unida 6

Mónica conquista su vecina y se nombra por vez primera al verdadero protagonista de la serie: Luis, el hijo de Angela.

Una familia unida

Capítulo 6

Las dos mujeres estaban paradas una a cada lado de la pequeña pared que separaba los patios traseros de ambas casas. Ambas estaban intercambiando secretos propios de mujeres que tienen muchas cosas que decirse y compartir. Y Angela había encontrado en Mónica una confidente que la escuchaba con paciencia e intentaba apoyarla y aconsejarla. En ese mismo momento, mientras jugaba con el botón superior de la blusa de Angela, como si estuviera distraída ordenando sus pensamientos y palabras, le aconsejaba en relación con la crisis matrimonial de ésta.

Mira, yo creo que tu te haces demasiados problemas.

¿Por qué dices eso?

Angela bajó la vista a los dedos de su vecina que seguían jugando con el botón superior de su blusa. Se había dado cuenta que siempre que conversaban Mónica se entretenía con ese botón, como si no tuviera nada más a mano para jugar mientras pensaba. Y como si fuera un acuerdo tácito, ella siempre se ponía una blusa para que su amiga jugara mientras conversaban. Y cada vez se sentía más atraída con ese juego y, aunque no quisiera reconocerlo, parecía que buscaba que Mónica se entretuviera con su blusa.

Porque debieras pagarle con la misma moneda

Noooooo. ¿Cómo se te ocurre?

¿Por qué no?

¿Crees que no lo he pensado? Es imposible algo así en este pueblo de morondonga, donde todo se sabe.

Tienes razón, pero siempre hay maneras de superar el problema de las habladurías.

Claro, como si tu lo hubieras conseguido

Angela miraba los labios de su vecina, los que le hacían sentirse incómoda desde que se dio cuenta que Mónica al despedirse lo hacía besándola en la mejilla pero cerca de la comisura de sus labios. Y le daba la impresión que cada vez lo hacía más cerca. Esta situación le pareció extraña en un principio pero se acostumbró con el tiempo y ahora esperaba ese momento para sentir los carnosos labios de su amiga cerca de los suyos. Es más, llegó un momento en que al despedirse dejó su rostro junto al de Mónica, como esperando una reacción de esta. Reacción que no produjo pero algo quedó en el aire, flotando.

Pero claro que lo he logrado

No me digas eso pues te conozco bien y no te he conocido ningún amante.

Ya te lo diré, pero el problema ahora no soy yo sino tu

Sí, claro. El problema es mío y no tiene solución, eso ya lo sé

Mónica seguía jugando con el botón y Angela no perdía de vista los movimientos de los dedos de su amiga. Hasta que sucedió lo que tenía que suceder y el ojal superior de la blusa se abrió, mostrando la parte superior de los senos de la mujer y el canal que se habría entre los dos globos. Mónica siguió jugando con el botón, como si nada hubiera pasado. Y Angela estaba expectante, como esperando algo que sucediera. Pero la vecina no hizo nada y se separaron con el beso de todos los días, el que ahora fue a dar en el inicio de los labios de Angela, la que lo recibió con un deseo que no pudo disimular.

Le  doy de cenar a Luis y vuelvo. ¿En una hora más?

Te esperaré

Y Angela se alejó a atender a su hijo, en un estado de excitación que debió reconocer le había producido el juego de Mónica en su blusa y ese beso tan cerca de sus labios. Sí, reconoció, Mónica la excitaba y le agradaba que lo hiciera.

Mónica, por su parte, volvió a casa feliz pues se había dado cuenta que, como el agua que orada la piedra gota a gota, su jueguito estaba dando resultado y estaba segura que muy pronto derribaría las últimas barreras de su vecina. Por experiencia en la seducción de mujeres se daba cuenta que Angela estaba a punto de caer. Y como se trataba de una mujer mayor, y más encima con carencia de sexo, estaba segura que la tendría muy pronto abriéndole las piernas. Y si lo conseguía, su siguiente paso sería Luis, el hijo de Angela, un muchacho de 16 años que suponía andaría con las hormonas revueltas y buscando cualquier cosa para follar. ¿Y qué mejor que su madre, una mujer hermosa, insatisfecha y al parecer ardiente? Ella se encargaría de que madre e hijo follaran y para eso tenía que conquistar primero a Angela, lo que esperaba lograr muy pronto.

Al cabo de una hora, cuando la oscuridad ya cubría los árboles del patio, las dos mujeres volvieron a encontrarse. Mónica vio de inmediato que Angela traía desabotonado el segundo botón de la blusa, aunque el superior lo había vuelta a abrochar. Eso no podía ser casualidad ni un descuido, de eso estaba segura. Su vecina esperaba que ella volviera a jugar con su blusa y si el botón se abría, quedaría con sus pechos al aire. Y es que saltaba a la vista que Angela se había quitado el sostén. No cabía duda: su vecina estaba lista para ella. Y ella siempre estaba dispuesta si se trataba de sexo.

¿Cómo quedó Luis?

Cenó y volvió a salir. Va a estudiar con un compañero.

Está grande el muchacho

Si. Es todo un hombre ya

¿Puedo hacerte una pregunta íntima?

Dime

Mónica empezó a jugar con el botón superior de la blusa de Angela, como si estuviera pensando las palabras a escoger.

No sé. Tal vez te molestes

No seas tonta, si tenemos confianza

¿Seguro no te enojarás?

Seguro. Anda dime.

Y mientras jugaba con el botón, se abrió la blusa y las tetas de Angela quedaron al aire, mostrando el hermoso espectáculo del par de globos que lucía orgullosa, de  los cuales solamente quedaron cubiertos por la blusa sus pezones. Mónica hizo como que no se había percatado de lo sucedido y en ese momento, un momento casi mágico entre las dos, le preguntó:

¿Le has visto la verga a Luis?

Si

¿Cómo es? ¿Es grande?

Si, es bien grande. Es la de un hombre grande

¿Cuándo se la viste?

Estaba orinando en el baño y yo entré

¿Cómo anda con la de tu marido?

Bueno, no es tan grande, pero considera que tiene solamente 16 años

Si es cierto

La mano de Mónica seguía jugando con la blusa de Angela, mirando sus globos, que esta nada hacía por tapar. El tema de la verga de Luis la dejó hasta ahí, ya habría tiempo para volver a ello.

Tienes hermosos senos

¿Tu crees?

Se nota. Imagino que tu marido los debe chupar mucho

No te creas. Ya sabes que me tiene a dieta de sexo

Dime, ¿Cuándo te excitas, se te ponen duros los pezones?

Sí, durísimos

A mí también.

Era el momento de poner una estocada y ver qué efecto hacía en Angela. Dejó de jugar con el botón y su mano quedó posada encima del nacimiento del seno.

¿Y ahora?

¿Ahora qué?

La voz de Angela le llegó ronca, producto de la excitación. Sabía que el momento era propicio. Su mano se abrió y empezó a bajar por el seno, lenta muy lentamente.

¿Están duros?

Angela calló un momento, mientras la mano de Mónica presionaba como no atreviéndose a seguir

¿Por qué?

¿Y lo preguntas?

¿Sigo?

Si, sigue

Y la mano de Mónica se apoderó del seno de Angelo, pasando su palma sobre el pezón de esta que se notaba durísimo al tacto.

Estás realmente caliente, Angela

No soy de palo, mujer

¿Te gusta que te chupen las tetas?

¿A quién no le gusta?

¿Quieres venir a mi casa a tomar unas copas?

Encantada. Voy a ordenar algunas cosas y voy a verte

Se separaron con el consabido beso, que ahora, casi por casualidad fue a dar a los labios de Angela, que nada hizo por rehuirlo.

Mónica volvió a la casa a preparar unos tragos con los que esperaba vencer las últimas barreras para llevarse a Angela a la cama. Era una hembra mayor que no tendría temores ni vergüenzas al momento de entregarse. Estaba segura que disfrutaría el sexo lésbico y que lo haría sin complejos. Sí, Angela  era el tipo de mujer que estaba en el mejor momento para entregarse a gozar sin límites. Estaba necesitada de follar y deseaba ponerse al día. Y con ella lo lograría, estaba segura. Y no solamente se pondría al día sino que la haría entrar en un mundo que sacaría de ella las más intimas fantasías sexuales, que pondría al servicio de la familia, incluido su padre.

Y Angela iba nerviosa y feliz pues sabía que ese encuentro con su vecina sería muy distinto a todos los anteriores. Sabía que algo sucedería y deseaba que sucediera lo que tuviera que suceder.

Con los nervios a punta de piel pasó al patio de la casa de Mónica y golpeó en el ventanal para que le abriera.

Mónica, sonriendo, le abrió y le besó en la boca, como si fuera lo más natural del mundo.

Pasaron al living, donde les esperaba un par de copas rebosantes de licor.