Una familia unida - 1
Mónica empieza a tejer la red donde atrapará a su víctimas. Ahora es el turno de su hija Vanessa y se prepara para seducir a su vecina Angela
Una familia unida
Capítulo 2
Las primeras luces empezaban a poblar las calles cuando Vanesa llegó a su casa, aún bajo los efectos que el examen de su abuelo le habían producido. Venía excitada como pocas veces y sólo pensaba en buscar satisfacción a su deseo, y la única perspectiva que tenía por delante era ir directamente a su pieza y masturbarse en la cama hasta encontrar algo de satisfacción a tanto ardor.
Cuando entró a su dormitorio no se percató de que su madre estaba en casa, al fondo del patio conversando con la vecina. De un tiempo a esta parte la vecina buscaba la compañía de Mónica para volcar en ella sus preocupaciones y temores acerca de su marido, el que al parecer la estaba engañando y se sentía indecisa respecto del camino a tomar. Mónica le escuchaba con atención e intentaba aconsejarla sin comprometerse mucho pues dentro de ella se fraguaba la idea de cómo aprovechar la situación de la vecina para provecho propio. Y es que la vecina, Angela, una abogada de 38 años, con un cuerpo escultural, morena, de tez blanca y pelo negro, lucía atributos que a Mónica le habían atraído. Y Mónica se había definido a si misma como una mujer bi y para ella no había diferencia entre una verga y un chocho. Con los dos lograba satisfacerse por igual.
Mientras Angela le compartía a su vecina sus inquietudes, Mónica empezaba a tejer una sutil red donde esperaba atrapar a ese bombón. Se sabía con suficientes artes como para lograr atraerla a su cama. Era cosa de paciencia, suponía ella, puesto que si se daba la ocasión y el momento, estaba segura de que lograría su propósito, aunque Angela no hubiera tenido experiencia lésbica anterior.
Vanesa olvidó cerrar con llave su pieza y se fue directo a su cama, donde puso una toalla y se acostó encima. Abrió casi con desesperación sus piernas, emulando de alguna manera su pose en la consulta de su abuelo, y metió su mano bajo su calzoncito, empezando a pasear dos de sus dedos sobre la rajita húmeda.
Cerró los ojos y mientras aumentaba las caricias sobre sus labios vaginales, al rojo vivo producto de la excitación, murmuraba “Siiiiii, siiiiiiiii” y movía su cuerpo arriba y abajo como si un cuerpo imaginario la estuviera follando. De pronto sus movimientos se hicieron convulsos y empezó a saltar en la cama mientras salían grititos de su boca abierta, en tanto los dedos seguían acariciando, ahora aceleradamente, la entrada de su cueva de amor. Un fuerte espasmo fue la reacción final de su cuerpo y de su interior empezó a fluir el líquido, que formó un pequeño charco sobre la toalla.
Sin sacar su mano de debajo del calzoncito, Vanesa empezó a tocarse nuevamente en busca se su segundo orgasmo, mientras murmuraba “siiiiiii, abuelooooooooo”. Su cuerpo volvió a moverse con rapidez, en busca de su nuevo éxtasis sexual.
Fue en ese momento en que Mónica decidió intervenir.
La conversación con Angela la había dejado excitada pues vislumbraba que sus posibilidades con su vecina eran favorables, tanto por el hecho de que ella le tenía mucha confianza y por ello podían abordar cualquier tema, como porque pasaba mucho tiempo sola en casa y su única compañía era Mónica. Hoy había hecho sus primeras confidencias sexuales a Angela y en ellas había insinuado veladamente el tema del lesbianismo. Fue sutil, pero vio en su vecina una cierta mirada de interés, que ahora no se atrevía a calificar. Le confidenció de sus primeras experiencias sexuales y muy a la pasada nombró a sus hermanas, pero cambió el tema de inmediato. Sólo quería picar su curiosidad y que fuera ella la que introdujera el tema posteriormente. Se despidieron con el beso habitual pero Mónica tuvo cuidado de que esta vez fuera más cerca de los labios de Angela.
Cuando entró en casa se percató de inmediato que Vanesa hacía ruido en el dormitorio y supuso acertadamente lo que estaría haciendo pues había conversado con su padre y éste le contó en qué había consistido el examen y en el estado en la muchacha había abandonado la consulta. Sonrió contenta por lo logrado por su padre, con el que anteriormente habían planificado que la visita de Vanesa fuera la antesala de una orgía familiar, como esas que habían tenido ellos dos con Paula y Sofía, cuando la primera de las dos hermanitas andaba mal en su matrimonio.
Ahora le tocaba a ella dar la puntada final.
Entreabrió la puerta y vio a su hija acostada con las piernas abiertas, al aire, una mano metida en su calzoncito y la otra apretando su pecho, mientras se movía con desesperación bajo los efectos de una acabada impresionante.
Mientras Vanesa terminaba su primer orgasmo, Mónica se apoyó en la puerta para no perder detalle. Su cuerpo, de la misma altura que Vanesa, 1,72, se recortaba contra la luz que se filtraba desde el pasillo. Su pechos generosos, de piel blanca y bastante más opulentos que los de Vanesa, hacían un hermoso conjunto con sus ojos verdes y pelo castaño. La madre no tenía nada que envidiarle a su hija modelo y esta tampoco a su madre en cuanto a su aspecto físico.
La gran diferencia entre ambas era que Mónica tenía toda una vida de sexo lésbico, que disfrutaba completamente, tanto como el sexo con los hombres, dada su condición de ninfómana. Y en el caso de Vanesa, su vida sexual, aunque intensa, se ha limitado solamente a los hombres.
Mónica quiere darle a conocer una nueva experiencia a su hija. Y el momento adecuado parece ser ahora.
Se acercó a la cama sigilosamente, mientras Vanesa iniciaba su segunda masturbación. Puso una mano en uno de los muslos de su hija y esta dejó de mover sus dedos en la rajita y se quedó quieta, sorprendida de haber sido pillada en falta. Mónica la miró sonriendo y empezó a subir su mano por el muslo de la muchacha.
Tranquila, niña, tranquila.
Se acercó a Vanesa y depositó un beso en su boca, mientras su mano se acercaba peligrosamente al monte de venus de su hija. El cuerpo de Vanesa estaba demasiado sensible debido a su reciente masturbación y le era imposible resistir las caricias maternas, quedando quieto, sin atinar a moverse.
Tranquila, tranquila
Y su mano finalmente se apoderó de la mano que Vanesa mantenía bajo el calzoncito, apretándola suavemente, transmitiéndole su calor. No en vano la muchacha era hija de Mónica y había heredado su misma inclinación al sexo, por lo que muy pronto empezó a sentir un río de placer recorrer su cuerpo al compás de la mano de su madre que se apretaba a la suya sobre su sexo ardiente.
¿Te gusta, mi niña?
Y haciendo a un lado la mano de Vanesa, puso la suya sobre la mata de pelo ensortijado de la muchacha. Apretó con suavidad y volvió a besarla, esta vez poniendo su lengua entre los labios de su hija, que se abrieron poco a poco, con timidez, para recibirla.
¿Te gusta, amor?
Uno de sus dedos estaba metiéndose en el canalito de Vanesa. Esta abrió más sus piernas, como si eso fuera posible, y empezó a moverse inconscientemente.
¿Te gusta?
Y finalmente Vanesa soltó las amarras y se abandonó a esta nueva experiencia en manos de su madre.
Mmmmm. Siiiiiiiiiiii
¿Sigo?
Y el dedo violador de Mónica empezó a hurgar en el interior de la muchacha, buscando el placer de esta, que sabía bien lo lograría muy pronto.
Siiiiiiii. Sigueeeeeeeee
Bésame, mi niña. Besa a tu madre
Y Vanesa, completamente abandonada al placer en los dedos de Mónica, acercó su cara a esta y abriendo su boca la besó intensamente, en tanto su cuerpo se revolvía al compás de las caricias de su madre en su túnel de amor.
Rico, mami, ricooooooooooo
Mmmmm, mijitaaaaaaaaaa
Aghhhhhhhhhhh, mamiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
Vanesa soltó todas sus energías en el dedo de su madre, que no dejaba de entrar y salir de su vulva, de la que empezó a manar nuevamente su tributo al sexo.
Al cabo de un rato, cuando se hubieron repuesto, Mónica miró a su hija a los ojos, se acercó con una sonrisa y la besó apasionadamente, a lo que la muchacha respondió con las mismas energías.
Cariño, desnúdate.
Tu también, mami
Ambas quedaron desnudas, frente a frente. Los senos de Mónica, más grandes que los de Vanesa, mostraban unos pezones desafiantes, a los que los de la muchacha no le iban en zaga. Se abrazaron y besaron con pasión. Mónica la acostó nuevamente y metió su cabeza entre las piernas juveniles, que se abrieron ansiosas por recibir la boca materna. Esta no la defraudó y metiendo su lengua en la vulva de Vanesa, con la maestría que le daba los años de experiencia en materia de sexo lésbico, la hizo acabar muy pronto
Mami, fue increíble. Uffffffffffff
¿No crees que mami se merece lo mismo, cariño?
El turno fue de Vanesa, que abrió las piernas de Mónica y se hundió entre sus muslos, metiendo su boca y labios entre los labios vaginales materno. Lo que le faltaba en experiencia lo suplió en energía y pronto su madre empezó a entregarle su tributo, que Vanesa sintió fluir del interior de Mónica y llenar su boca.
Mmmmmmm, lo hiciste muy bien, cielito
Estuvo rico, mami.
Madre e hija continuaron haciendo el amor el resto de la noche. Cuando estaban por dormirse Mónica abordó el tema de Paul y Vanesa se mostró encantada después que le contara de su propia experiencia cuando era muchacha y su padre la desfloró.
¿Qué edad tenías, mami?
Catorce años
¿Y cómo fue?
Quedamos los dos solos en casa. Mami había salido y no volvería en toda la tarde. El llegó a almorzar y en los ojos se notaba que tenía algo planeado conmigo. Y yo presentía que esa tarde todo cambiaría entre los dos.
Después de almorzar el fue al dormitorio a dormir la siesta y me invitó a que lo hiciéramos juntos. Yo, fascinada, dije bueno.