Una extraña experiencia
Hace muchos años tuve una experiencia que no se como calificar.
Hola de nuevo. Como ya os dije voy a ir contando mis experiencias sin orden cronológico alguno.
Hace muchos años trabajaba al lado de la calle Ezequiel Solana de Madrid. Yo era joven y tímido y mis relaciones sexuales se reducían a lo típico, morreos, tocamientos pero casi siempre por encima de la ropa de las chicas. Con hombres no había experimentado, ni se me había pasado por la cabeza. Cerca del local donde trabajaba había una taberna vieja y no muy limpia regentada por un hombre gordo y mayor que se llamaba Ramón. Solía ir de vez en cuando a tomarme una cerveza o a encargar bocadillos. Ramón siempre me hacía comentarios obscenos, si follaba mucho, si la tenía grande, si me la habían chupado, etc. Me incomodaba un poco pero no le daba mucha importancia. Un día que estaba la taberna vacía Ramón me dijo que pasara un momento a la trastienda que me iba a enseñar unas revistas. Pasé y de un cajón sacó varias revistas porno, estaban sucias y llenas de manchas, sin duda de las corridas de Ramón. Me las estuvo enseñando con todo tipo de comentarios. Lógicamente me empalmé. El se dió cuenta, es más, pienso que es lo que quería y me dijo que si quería que me hiciera una paja, que a él no le importaba. Le dije que no, además el sitio estaba sucio, incluso se veían cucarachas por los rincones. De vez en cuando me invitaba a pasar con el mismo pretexto y siempre insistiendo en que me masturbara. Iba cogiendo confianza y cuando hojeabamos las revistas me rozaba el culo o el abultado paquete. De tanto insitir un día que yo estaba muy excitado accedí a menearmela viendo las revistas. Ramón me puso un taburete para que me sentar y yo me senté y me saque la polla. Buena polla tienes me dijo, mejor bájate los pantalones y calzoncillos, estarás más comodo.
Casi sin darme tiempo me los quitó el. Me pareció un poco brusco, como si fuera otra persona, pero entre mi timidez y mi calentura le seguí el juego. Al sentarme con el culo desnudo noté que el taburete estaba pegajoso de suciedad. Yo me la tocaba y Ramón no me quitaba ojo. Se acercó a mi y sin darme tiempo a reaccionar, argumentando que hacía calor me quito la camiseta, dejándome desnudo. Me fijé y tenía una considerable erección. pensé que aquello no iba aterminar bien y le dije que ya me iba. En un movimiento rápido me cogió las muñecas y me las ató por detrás de la espalda. Me dijo que no me preocupara, que lo íbamos a pasar muy bien. Salió un momento y cerró la bodega. Arrimó el taburete a una columna y me ató las manos al rededor. Luego aprovechó y me sobó todo el cuerpo, para mi sorpresa me estaba gustando y la prueba era mi pene erecto. Yo no lo sabía pero Ramón era un pervertido. Me chupó la cara, pezones, polla, huevos, metió sus dedos en mi boca, me escupió y lo que menos me esperaba, me meó de pies a cabeza. Me hizo chupársela hasta que se corrió en mi boca. Pensé que aquello había acabado pero quedaba algo que nunca olvidaré y aún no se si me gustaría repetir. Vamos a por el final, me dijo. Cogió un embudo grande con la parte estrecha cortada. Metió mi polla por la parte más pequeña apretándolo fuerte. Me dolía. Fue a un rincon y apareció con una botella llena de cucarachas. Tenía mucho miedo. Sin mediar palabra las echó en el embudo al rededor de mi polla. Sentia mucho asco, pero se me puso muy dura al notar lo que los insectos me hacián. Ramón miraba atento. Al poco experimenté una corrida como nunca antes. Me soltó y me dijo que me vistiera y me fuera, no sin antes decirme que quedaba pendiente un buen trabajo con mi culo.
No volví más, aunque siempre sentí el morbo de saber que hubiera pasado.