Una experiencia única e irrechazable

Disfrutando de seis machos, todos dándome carne en barra y saciándose conmigo, seis cincuentones me cogieron como si yo fuera una chica, cuyas dobles penetraciones eran tan normales, como ordeñar dos vergas al mismo tiempo, otra por el culo y tragar la sexta.

Una experiencia única e irrechazable

A un año de finalizar mi carrera, encontré trabajo en una empresa (ideal para mis aspiraciones), trabajo que mirando hacia mis estudios me daría experiencia y acreditación, aunque esta empresa fuera nueva (nueva creación). Laboralmente no era mi primer trabajo, pero desde el punto de vista de mi carrera universitaria, debo decir que, si lo era, este trabajo me daría una experiencia única e irrechazable. Pero como se suele decir, no todo el camino serio de rosas, ya que, a las pocas semanas de estar trabajando, me ofrecieron ser ayudante del ingeniero que lleva la obra.

Oferta que conllevaría estar de tres a seis meses fuera, refiriéndome lo de fuera por otra ciudad, pues la obra no era en Madrid sino cerca de Plasencia (Cáceres). Y obviamente me encontré en un dilema, ya que aún estaba estudiando, bueno sin más preámbulos, la cosa fue que acabe por hacérselo saber a mi tutor, y esté me recomendó que fuera. Asistiendo al menos unas clases a la semana, no dejando de estudiar y que mis compañeros me fueran poniendo al día.

Pues eso tras aceptar, cierto día nos pusimos en marcha, llegando y estacionándonos, cuyo alojamiento era de seis por adosados, alojándome a mí con los más veteranos, ya que decían que ellos me pondrían al día. Compañeros laborales que eran unos conocidos para el tiempo que llevaba, pues entre en la empresa como becario y ahora ejercía el puesto de auxiliar de obra, acreditación que me hacía superior a muchos de los que llevaban en la empresa cerca de 20 años. Pues, aunque la empresa era nueva, me pude enterar que los trabajadores eran de la anterior empresa, o sea una pequeña familia.

Trabajábamos por día cerca de diez horas, ya que estábamos en planta a las ocho hasta las dos del mediodía (6h), y tras almorzar volvíamos a las cuatro y estábamos hasta las ocho de la tarde (4h). O sea que echábamos semanalmente 50 horas, donde estábamos prácticamente todo el día juntos, desayunábamos, almorzábamos y cenábamos juntos. Nos desplazábamos juntos, e íbamos y volvíamos en varios coches, pero manteniendo prácticamente todo el grupo, eso hacía que se respiraba un ambiente a veces muy distendido (tenso).

Desde que nos instalamos era un no parar, pues mientras un grupo se encargaba del todo lo que conlleva la torre, otro estábamos con la parte técnica. Había días que era un desastre, pues como es natural las prisas llevan a errores, detectándose fallos que nos retrasaban, y evitamos otros que eran más de legales.

Pero tres meses dan para muchos roces, como que yo era en mi grupo tomado a burlas y cachondeo por como soy, metiéndose conmigo desde mi pelo largo, a por mi forma de moverme, e incluso por mi pudor a la hora de ducharme con ellos. Pues evitaba a toda costa que me pudieran ver, ya que pensé que podría ser peor, ya tenía bastante con ese retintín diario.

Y a veces este roce acababan en discusiones y casi llegamos a las manos, donde otros intentaban apaciguar el ambiente con otros temas, ambiente que poco a poco me desanimaban. Y recuerdo que dicha situación que llego a oídos del otro grupo, donde tenía conocidos, y que estos me advertían precisamente de mis compañeros de alojamientos. Pues me hicieron saber que, por oídas, algunos me la tenían jurada, no sabiendo bien los motivos, ignorando si fuese por algo personal o simplemente por como soy.

Y como he mencionado con anterioridad, me refiero en relación a no ducharme con ellos, ojo… no me refiero a meternos todos en la ducha, sino a formar como una fila. O sea, uno se ducha y los demás vamos esperando la cola, saliendo el que está dentro y otro entra, mientras que el que ha salido se seca y se viste, a eso me refiero, pues ese coro yo no lo seguía.

Pero cierto día, cuando estaba duchándome, escucho la puerta abrirse y unos pasos, persona que había entrado y al momento escuchar… ‘menudo cuerpo que tienes chico, por no mentar ese culazo’. Decir y al momento llamar a dos compañeros más, momento en que, con prisa, cierro los grifos con la intensión de salir corriendo, pero este no solo me quita la toalla, sino que evita que salga del baño. Y para esos momentos, acaban por aparecer esos dos, vociferando…

  • “Que hemos traído a la obra… un chico o una chica, dime… ¿Qué coño eres?”.

Y casi llorando, acabé por salir del cuarto de baño como pude y con mis prendas, mientras estos tres se cachondeaban de mí, humillándome y jactándose de mis ‘imperfecciones’. Cuya noche se me hizo eterna, por no mentar el resto de la semana, pues llegue a sugerir a mi jefe que me cambiara de alojamiento ante el comportamiento de estos, cosa que no logre. Pues uno de ellos, me soltó…

  • “Joder tío… perdona, pero es que estas muy bueno, y estamos aquí sin poder ver a una mujer, y estamos deseando follarnos a una”.

Comentarios de ese tipo, burlas y humillaciones que me decían al margen del otro grupo, no deseando al menos que saliera de ahí, consideración que al menos mostraban. Y una tarde, nuestro jefe dio un parón ante la tensión que había, dándonos la tarde libre y con la idea de ir algunos al pueblo, donde poder beber y estar con compañía femenina. Pero la verdad es que estando como estaba, yo evite ir con ello, no deseando la verdad hacer las paces, pero creo que esto profeso otro ‘malentendido’. Pues llegaron a pensar mi ‘grupo’ que a mí no me gustaban las chicas, cosa que no es así.

Pero bueno, yo aproveche para darme un buen baño, aproveche como he dicho al quedarme solo, y confiado me dio por salir con una toalla en mi cabeza y otra en la cintura. Recorrí el pasillo y cuando llegué a mi dormitorio, me encontré allí con cuatro de mis compañeros de alojamiento, esos cuatro veteranos que me debían de enseñar.

Pues estos prácticamente se me echaron encima, no atendieron a ruegos ni a explicaciones, cogieron y me quitaron las toallas, me agarraron de los brazos mientras unos me magreaban pecho y culo, otros le daban por intentar besar o lamer mi cuello. Llegando a escuchar como otro, llego a sugerir que me ataran las manos y los pies, idea que desestimaron, cuando otro le contesto…

  • “Y cuando queramos follárnoslo, ¿Cómo lo hacemos?”.

Estaba acojonado, pero al mismo tiempo excitado, cosa que vieron al ver mi erección, dedicándose uno de ellos a mamármela y comenzar a juguetear con mi orificio anal. Y ver mientras sentía cómo esos gruesos dedos me perforaban, me veía como el resto de ese grupo de cincuentones, literalmente me obligaron a inclinarme e introducir sus pollas en mi boca. Viéndome como intentaba evitar que sus glandes me entraran, pero no una ni dos bofetadas me hicieron entrar en razón, sino que fueron tres las que me vi por aceptar.

Se fueron turnando, aceptando esas pollas en mi boca, chupando una al tiempo que masturbaba las otras dos, ¡mientras el cuarto se dedicaba a mamármela y follar con sus dedos mi orificio… ooohhh!!. Llegando a escuchar a uno pedir a otro…

  • “Matías, ve a mi cuarto y tráete del cajón de la mesita de noche, la caja de condones y el lubricante”.

Y escuchar a otro contestarle…

  • “Lubricante para que, a esta maricona le entra de todo solo”.

Y a un tercero decir…

  • “Y condones para que, seguro que no la vamos a dejarla encinta por mucho que la preñemos, pero que cada cual haga lo que quiera”.

Y doy por hecho que ese me va a follar a pelo, viendo venir que mis seis compañeros de trabajo, me van a follar por turnos y me van a dejar para el arrastre. Unos me penetraron con preservativos y otros no, turnándose y no permitiendo correrse, ¡pues querían disfrutar lo máximo posible… ooohhh!!. Mi orificio llego un momento en que no puso oposición, cuando fueron dos pollas las que me entraron, mientras chupaba y pajeaba a otros… uuuffff!!.

No recuerdo ni la hora en la que acabaron, pero sí que ya había amanecido, justificando mi ausencia con estar enfermo e indispuesto, algo que al verme la cara ni preguntaron, pero las ojeras lo decían todo. Siendo poco a poco más llevadero, acabando por imponer yo las normas, y sobre todo los turnos, no dejando que fueran los seis al mismo tiempo, sino en turnos de tres o cuatro. Esas como que debían de usar condones, pues sino no follarían, aunque algunos impusieron algunas suyas, como que debía de ponerme unas braguitas o tanga, medias de ligas con ligueros y zapatos de tacones.

Y todo esto duro durante los tres meses, finalizo el proyecto y puse fin a mi trabajo, alegando que debía de centrarme en la carrera, dejando aparcado el puesto de trabajo. Y con esto, aprendes que tuve al menos tres errores que me costaron el trabajo, uno de ellos de que no debes de fiarte ni de tu sombra, el segundo y más importante, que tus compañeros de trabajo no son tu familia, y el tercero que el trabajo no es lo único en la vida.

Pero lo que realmente aprendí es a disfrutar de hasta seis cincuentones, todos dándome carne en barra y saciándose conmigo, como si yo fuera una chica, cuyas doble penetraciones eran tan normales como ordeñar dos vergas al mismo tiempo. Y bueno, antes de dejaros, debo decir hacia aquellos lectores que comparte conmigo sus criticas que, acepto todas ya que me enseñan a ver mis defectos, y sabiendo de sobra que peco sobre todo del gerundio. Pero no es mi intención entrar en un intercambio dialéctico al respecto, tampoco pido que nadie se crea mis vivencias, solo las comparto, porque son tan reales como la vida misma.

No me tengo que excusar porque amo el sexo como el que más, considerándome un adicto, disfrutando en toda su plenitud y disfruto mi vida con pasión. No importándome a veces la apariencia de libertinaje que doy, pero disfrutando aún más al poder compartirlo con todos vosotros como manera de desahogo.

Así que, aquellos que me leáis esto y no me crees, pienso que es tu problema, pero pienso que la vida hay que disfrutarla y vivirla, como uno sepa mejor porque pasa muy rápido. Y lo dicho, agradecer a todos aquellos que me seguís y me leéis, deseando que os haya gustado. Si queréis saber más de mí, me lo hacéis saber a mi email es: jhosua 1974 @ Gmail . com (obviamente todo junto).