Una experiencia sin igual -Hermano&Hermana-Parte 4
Los hermanos siguen haciendo de las suyas, ésta vez incluyendo dentro de su mundo de placer a una persona más.
Los días transcurrían con tranquilidad y se podría decir que con normalidad. Mi hermano y yo tomamos la costumbre de dormir juntos casi todas las noches, excepto aquellas en las que los trabajos de la universidad lo impedían. Hasta el momento papá no sospechaba nada, así que estábamos relajados y felices.
Una tarde mi hermano llegó con su novia. Ella rara vez se quedaba en casa, pero cuando lo hacía veíamos maratones de películas, preparábamos un tazón de palomitas de maíz, comprábamos soda y nos preparábamos para un coma diabético. Esa noche no fue la excepción, y aunque no me gustara que se dieran besos cerca de mí, debía aguantarlo pues nadie podría saber lo nuestro.
Ya muy tarde me despedí cansada y subí a mi habitación. Ya no le ponía seguro a la puerta, aunque sabía que nadie vendría a visitarme ni a abrazarme en medio de la noche. Suspirando me puse cómoda para dormir; sorpresa la mía cuando sentí unos cálidos brazos y un familiar pecho en mi espalda. Suspiré sin decir nada abriendo los ojos pues el nerviosismo hizo que ya no tuviera sueño.
-¿Estamos bien, ángel?- Su pregunta me tomó por sorpresa y un nudo se instaló en mi garganta. No podía hablar así que asentí como respuesta. –Ella se irá del país, es nuestra última noche como novios, como pareja.- Aquella declaración me tomó por sorpresa y en seguida quise verlo a los ojos. Volteé mi cuerpo y con una mirada de confusión me atreví a hablar.
-¿Cómo que se va? ¿Por qué no me habías dicho?
-No sé porque no te lo dije, ángel. Sus padres creen que tendrá más oportunidades en el exterior y hablando supimos que no podemos mantener una relación a distancia. Así que yo soy libre y ella también. Además… le conté sobre nosotros.- Una maldición salió de mis labios, cosa que era inusual y me separé de su abrazo sentándome en la cama y poniendo el mayor espacio entre nosotros.
-¿Hiciste qué?- Susurré por que no creía lo que me había dicho.
-Le conté sobre nosotros ángel. Tranquila, es una persona de confianza. No le contará a nadie esto, por eso se lo dije. Será el secreto que guardaremos los tres. Confía en mí.- Aquello me alivio un poco, pero aún me sentía confundida.
-Pero, si va a ser su última noche juntos, ¿por qué no pasas la noche con ella?
-Por una simple razón, la pasaremos los tres.- Esta vez mi boca se abrió por la sorpresa y balbuceé sin sentido por algunos segundos. En mi aturdimiento, la chica entro con sigilo a mi habitación y me sonrío de forma un tanto pícara. Fue ahí que entendí todo.
-¿Quieren hacer un trío?- Pregunté un tanto confusa pasando mis manos sobre mi rostro tratando de imaginar que todo era un sueño, aunque una parte de mi ser se estaba excitando ante la idea.
-En efecto ángel. Tú serás mi chica de ahora en adelante, no dejaría que nadie más te tocará, pero entre los tres hay cierta confianza que debemos aprovechar.- Aquella afirmación hizo que en mi estómago corrieran mariposas, iba a ser su chica. Si iba a ser su chica no debía preocuparme por nada más, y podría vivir, podríamos vivir esa experiencia juntos. Sin siquiera detenerme a pensarlo asentí y me puse en piloto automático.
Rápidamente me desnudé dejando toda mi ropa al lado de la cama, a lo que mi cuñada (o ex cuñada) hizo lo mismo. Teníamos un cuerpo parecido. Pechos y nalgas medianos, baja estatura, pero cuerpo esbelto. Sonreí al darme cuenta de aquello y cuando volteé a ver a mi hermano vi que estaba observándonos con mucha lujuria, midiendo nuestros cuerpos, su erección podía verse crecer detrás de su bóxer y sonreí. Pronto mi cuñada caminó hacia mí y sin dejar de sonreír la esperé. Mis ojos se encontraron con los suyos y casi como con telepatía nos besamos.
Sus labios eran suaves, al igual que su boca. No era exigente pero sus besos hacían que quedaras con ganas de más. Entendí porque mi hermano la tenía por novia. Dejando que mi cuerpo actuara llevé mis manos a sus pechos apretándolos con suavidad mientras medía sus reacciones, poco a poco fui alcanzando sus pezones y los apreté entre mis dedos pulgar e índice escuchando su gemido. Debíamos ser discretos pues nuestro padre estaba a pocos metros de la habitación. Bajé mis besos por su cuello lentamente hasta llegar a sus pezones. Succioné, chupé como mi hermano le hacía a los míos y sentí como me empapaba mucho más en la entrepierna. Mientras chupaba y los mordisqueaba con suavidad llevé una de mis manos hacia sus labios mayores, luego a sus labios menores sintiéndolos mojados por completos, imaginando que así estaban los míos, y pasé mis dedos sobre su clítoris haciéndola estremecer. Sonreí ante mi logro y despegándome de sus pechos reí un poco al ver a mi hermano masturbándose mientras nos veía.
Sin quitar la conexión de nuestras miradas introduje dos dedos dentro de mi cuñada y empecé a moverlos allí escuchando sus jadeos una y otra vez. Dejé que mi dedo pulgar encontrara su clítoris y combiné los movimientos hasta que sus piernas se doblaron de placer. Se acostó sobre su espalda mientras yo me acomodé sobre ella dejando mi culo en su cara. Jadeé al sentir su lengua casi tan hábil como la de mi hermano en mi vagina mientras por mi parte me dispuse a saborear la suya.
Sus jugos rezumaban poco a poco de su vagina y su clítoris se había hinchado de excitación. Tomé ese último entre mis labios y los succioné un poco antes de pasar una y otra vez mi lengua sintiendo los espasmos que le recorrían, al igual que a mí. Introduje unos dedos mientras seguía saboreando su clítoris mientras ella hacia lo mismo y la vorágine nos llevó a corrernos juntas casi sin poder acallar mucho nuestros gemidos.
Ya estábamos sudorosas y satisfechas y me sentía mucho más excitada ante mi nueva experiencia lésbica. Me bajé de encima de ella y guiñando un ojo hacia su dirección me dirigí hacia la erección que envolvía mi hermano con su mano. Quité aquella mano con gentileza cambiándola por la mía y por mi boca, mientras una segunda boca se unía a mí. Chupamos y lamimos el pene de mi hermano como si fuese un helado, llenándolo de saliva e intercambiando de vez en cuando comprobando hasta donde podía caber en nuestra boca. Ella al ser experimentada casi se lo podía tragar entero, mientras que yo solo podía llegar hasta la mitad sin ahogarme. Sabía que con el tiempo podría hacer lo que hacía ella, pero no era ocasión de practicar. Mientras ella seguía chupando el pene de mi hermano arrodillada en la cama, me fui detrás levantando su culo y chupando de nuevo su vagina y llegando a su ano. Metí de nuevo mis dedos en su interior explorando su vagina y encontrando su punto G pudiéndolo acariciar con una yema de mis dedos y casi haciéndola tener un nuevo orgasmo.
Cambiamos de posición, mi hermano seguía acostado en su espalda y yo me monté sobre él empezando a cabalgarlo mientras mi cuñada ponía su vagina muy húmeda en su boca dejando que él le hiciera oral, mientras yo saltaba de arriba abajo metiendo su pene por completo en mi vagina y sacándolo una vez más aumentando el ritmo, mi hermano chupaba la vagina de mi cuñada sin cesar, ella, acercó sus labios a los míos y no rechacé aquella invitación saboreando una vez más aquellos labios adictivos.
Aquella se estaba convirtiendo en la experiencia más excitante que hasta el momento había tenido y me emocionaba aún más la idea de que estaba siendo con mi hermano, con quien había empezado a tener casi todas mis experiencias, y que a decir verdad esperaba cumplir todas y cada una de mis fantasías presentes y futuras.
Cambiamos nuevamente dejando que mi cuñada se empalara con el pene de mi hermano mientras yo tomaba su posición sintiendo su hábil lengua hurgando en mi interior. Todo mi cuerpo estaba temblando de excitación ante el mar de caricias y placeres y pronto estuve mordiendo de nuevo mi brazo acallando mi orgasmo. Luego de unos segundos abrí mis ojos y bajé de la cara de mi hermano besándolo y así saboreando mis flujos en él, aquello me produjo más placer y absorbí todos sus gemidos concluyendo así que estaba en su límite. Mientras se corría no separé mis labios de su boca acallándolo un poco mientras mi cuñada siguió mi ejemplo y mordió su antebrazo ante el placer.
Minutos después los tres estábamos desnudos, saciados y desnudos sobre mi cama la cual ya no tenía mantas pues todas habían quedado en el suelo. Nuestros cuerpos estaban húmedos y poco a poco nuestras respiraciones fueron calmando. Suspiré mientras mi hermano nos cubría con una manta que había alcanzado y juntos quedamos dormidos.
Al día siguiente la despedida con mi ahora ex cuñada fue emotiva en el aeropuerto. Ambos, mi hermano y yo la besamos en la boca sin que el resto de familiares se dieran cuenta y con la promesa de que cuando volviese de vacaciones iríamos a algún lugar para relajarnos juntos.
Nunca había sopesado la idea de hacer un trío, y mucho menos con mi hermano y la que era su novia, pero sin duda aquella experiencia sería recordada por siempre. Una vez en el auto el camino de vuelta a casa era largo pues el aeropuerto estaba un poco alejado de la ciudad. Era un día caluroso y llevaba puesto un vestido sencillo con mangas cortas, mi hermano por su parte llevaba una bermuda y una camisa blanca que lo hacían ver mucho más caliente de lo que era.
Alejando un poco aquellos pensamientos dejé que el asiento del copiloto se hiciera hacia atrás y me acomodé cerrando los ojos pues no habíamos dormido mucho, sin embargo el descanso no duró mucho cuando unos familiares dedos empezaron a hurgar por entre mi panty encontrando mi clítoris y vagina que pronto se humedeció.
-¿Qué haces?- Pregunté abriendo mis ojos viendo la carretera fijándome que había aparcado en medio de unos árboles y que había tomado la vía poco transitada. Sonreí rodando mis ojos entendiendo y abrí mis piernas sin más dejando que su mano explorara lo que era suyo.
No demoré mucho en correrme pues mi hermano había encontrado precisamente los puntos en los que era más sensible y me hacía tener orgasmos casi sin parar uno tras de otro.
Cuando acabó me arrodillé en el asiento y saqué su pene erecto de entre sus bermudas chupándolo y probando si había aprendido algo de mi ex cuñada. Le hice un oral con mayor habilidad de los que le había hecho y antes de que se corriera me hizo quitar mis pantys y ponerme encima de él. Lo hice sin demora sentándome por un momento en el volante y luego bajando hacia su pene el cual encontró su hogar de inmediato. El sexo esta vez fue salvaje. Me movía sin parar una y otra vez sobre él, saltando sin parar sintiendo gotas de sudor bajar por mis cienes sin importarme mucho, mis pechos quedaron al descubierto gracias a sus manos y tuve su cara entre ellos muy pronto, chupando y mordisqueando mis pezones que ya estaban algo sensibles.
Los gemidos y jadeos los soltábamos libremente sabiendo que nadie podría escucharnos en aquel desolado lugar y cuando juntos nos corrimos, dejé que mi vagina exprimiera por completo su erección hasta dejarme caer hacia delante abrazándolo con fuerza.
-Ahora si eres por completo mía, ángel.- Sonreí ante aquella afirmación y asentí mientras su sentía su semen caliente en mi interior, y si, sintiéndome por completo marcada y suya.
Luego de algunos momentos me bajé, acomodé mis pantys y limpiamos un poco el desorden dentro del auto antes de volver a tomar la ruta adecuada. Al llegar a la casa, la empleada ya nos había dejado la cena lista y papá no había llegado, por un impulso empujé a mi hermano contra el sofá y antes de que se diera cuenta tenía su pene dentro de mi boca.
No podía dejar de pensar que si no aprendía a hacerle un buen oral podría conseguirse a otra. Era algo absurdo pero debía practicar y practicar.
Esta vez lamí y chupé desde su glande hasta sus testículos una y otra vez sin parar, después engullí su pene volteando levemente mi cabeza para así dejar pasar el aire y no asfixiarme al tenerlo dentro de mi boca. Succionaba sintiendo un ahogo pero al soltar su pene para tomar aire aquél quedaba húmedo y con hilos de saliva que se conectaban a mi boca. No duro mucho en correrse y esta vez no desprecié su semen, me lo tragué por completo limpiando su pene hasta que estuve satisfecha y por primera vez no desprecié su sabor. Sonreí subiendo coqueta por su cuerpo y lo besé con pasión antes de recostarme a su lado en el sofá.
Minutos después, cuando ya había guardado su pene dormido dentro de sus pantalones y yo había limpiado mi boca llegó papá.
-Bueno chicos, ¿qué tal su día?- Nos preguntó con el cariño que siempre nos había tenido. Yo miré a mi hermano sonriendo con complicidad para después dar una respuesta.
-Excelente papá.
(Quisiera darles un nombre a mis chicos, y a su papá. ¿Qué nombres me aconsejan? Estaré leyendo comentarios y los correos que me envíen y escogeré los que más me gusten. Ya saben, un nombre de mujer y dos de hombre. No hay necesidad de apellidos. Recuerden que es un placer seguir escribiendo mientras me sigan leyendo. Muchas gracias por sus mensajes y cada que puedo les respondo. Recuerden que mi email está público para recibir sus sugerencias.
Un beso y abrazo enormes.)