Una experiencia por propuesta
Mi esposo me ha propuesto que haga el amor con otro hombre para aprender cosas nuevas, eso lo calienta cuando hacemos el amor.
Mi esposo acaba de partir de regreso a nuestra nueva casa. Lleva carga completa en nuestra camioneta utilitaria.
El fin de semana además de completar algunas tareas urgentes y entregar algunos paquetes a familiares para que nos los guarden por unos meses en tanto nos ubicamos en nuestra nueva casa en el extranjero, gozamos de varias sesiones sexuales intensas, luego de un mes de ausencias.
Cuando llegó a casa aquél sábado me sentí mojada de inmediato, nos desnudamos uno al otro con especial calma para deleitarnos con la mirada de nuestros cuerpos desnudos y el roce de uno en el otro.
Me acaricia toda y me lleva a la cama, donde me recuesto boca abajo ligeramente inclinada hacia la izquierda. Me masajea los hombros y el cuello, a lo que respondo con un gemido de aceptación, para luego levantar un poco mis hombros y dejar mis pechos retozar un poco sobre la sabana del lecho.
Él desliza su mano y apretando mis pechos me hace sentir un cosquilleo de placer y me recargo sobre su pecho.
Entonces él desliza su mano vientre abajo hasta llegar a mi monte de Venus que pellizca con delicadeza y que hace respingar mis nalgas para sentir su pene que está grueso, como me gusta, y muy duro.
Pronto llega a mi clítoris y lo comienza a acariciar con cadencia, con dulzura con maestría. Mientras restriega su verga contra mis nalgas por lo que comienzo a menear mi cuerpo para acompañar ese masaje que me entrega por completo a él.
Entonces le susurro al oído que me meta la lengua en el culo; le encanta eso pues es el preámbulo para que me coja por el culo, y esa era una buena ocasión después de tanto tiempo sin coger.
Tras unos lengüetazos, siento como se hincha mi esfínter y recibo la primera embestida de su lengua que me eriza la espalda y me hace subir mi perna derecha casi hasta tocar mi pecho y empino la cadera hacia él.
Me pide me abra las nalgas con ambas manos, lo que hago de inmediato recibiendo con beneplácito su lengua dentro de mi ano que espera el momento en el que se incorpore y me la deje ir completa hasta adentro.
Y así sucede, él se incorpora y me deja sentir su verga justo en el culo y comienza a empujar. Siento como va dando pequeños tironcitos al entrar, pero el dolor se intensifica y le pido, casi le suplico que me la saque, hoy no puedo recibir esa verga que está gorda y muy dura. Ya será para otra ocasión.
Me complace deteniendo la embestida y me voltea boca arriba tomando mi pierna derecha y de un solo movimiento estoy ya clavada por la pucha que está escurriendo sus desde hace buen rato.
Apura sus embestidas y trato de detenerlo con un ademán justo en el momento en que me chorreo y exploto en un orgasmo. Entonces aprieto mi vagina y como si recibiera una descarga eléctrica se va en un a explosión de sonidos y de tensión total de su cuerpo. "Hmmmmmm!!!" termina diciendo y se desploma sobre mi.
El resto del fin de semana cogimos dos veces más, una de despedida, en donde al corrernos los dos él, aún ensartado en mi pucha, me dice que quiere que coja con otro hombre, que quiere que aprenda algo más, que experimente el tener otra verga. Se qué eso lo calienta y a mí en ocasiones me incomoda, pero no esta vez, la idea me revolotearía en la cabeza toda la semana.
Mientras me dice eso me comienza a empujar de nuevo la verga y me la topa hasta adentro teniendo de nuevo un orgasmo largo, delicioso e inadvertido, que me hace respingar las nalgas mostrándole el culo respingado de tanta excitación.
Pasaron los días y recibo una llamada de mi amiga Mafer. Nos vemos en su casa a tomar un café y platicar.
Recibe una llamada de un amigo que la está cortejando, ya que ella está recién divorciada después de una separación de año y medio. Escucho que la invitan a una reunión y tras decir que yo estoy en su casa de visita, ella me pregunta si estoy dispuesta a ir con ellos a lo que hago una señal que no quiero hacer mal tercio.
Tras unos minutos escuchando en la línea, se despide diciendo "déjame ver, la trato de convencer".
Me dice entonces que me invitan a una reunión en una casa en San Javier, en donde van personas a departir y divertirse sin limite. Uno llega a donde quiere llegar, me dice que ella será la segunda vez que va, que la primera sólo miró y que se la paso caliente toda la noche, pero sin ir más allá.
"Pero hoy será diferente", me dice, "creo que me atreveré a ir un poco más allá" y me platicó de lo que vio en aquella ocasión, desde simples arrumacos hasta orgías descaradas.
Me endulza la imaginación la idea de acompañarlos, pero sigo pensando que haré mal tercio y le digo que no, no quiero interrumpir ni obstaculizar nada.
"Porque no te llevas tu carro", "nosotros te acompañamos de regreso", si quieres claro está". Y termina diciendo "Anímate, se que te vas a divertir".
"Déjame pensarlo", atine a decir, "cuando es la reunión?".
"Hoy en la noche", sonríe maliciosamente.
"¿Sabes de alguien que va, verdad?" "no en lo absoluto, lo prometo" apuro a decir.
En fin terminamos el café y me despedí, aún tenía algunas cosas por hacer.
Me da vueltas la petición de Alejandro mi esposo y la idea de la reunión, no porque piense buscar quien me coja y experimentar, sino el morbo de ver y sentir de cerca ese tipo de reuniones de las que tanto hemos oído hablar todos.
Como a eso de las 7 de la noche, con un extraño impulso marco a casa de Mafer y le digo escuetamente "s voy" "por que no divertirse un poquito" y termino riendo con algo de nervio.
Quedamos de vernos a las 9:30 de la noche en su casa, yo iré en mi auto para regresar cuando quiera.
Tengo un matrimonio feliz de más de 25 años, mido 1:76 mts. De altura y medidas 91-63-95, después de cuatro hijos; con porte que llama la atención e invita a tentar a cualquiera, a juzgar por la expresión y el descaro de los hombres, incluso amigos de ambos, al repasar mi anatomía con sus miradas, lo que me halaga.
Para la reunión voy arreglada sin nada del otro mundo, pues no voy de cacería, además de que toda mi ropa sexi se encuentra ya en la otra ciudad. SI llevo un bra que me encanta como me queda ya que resalta mis pechos aún más.
Llego puntual a casa de Mafer y justo en ese momento llega Rodrigo, el amigo de Mafer, que me repasa con su mirada y tras una leve sonrisa de "aprobación" me saluda de beso diciéndome. "Tu debes de ser Ana Laura", "Mafer me ha platicado mucho de ti, y no se equivoca, en sus comentarios".
"A que comentarios te refieres", pregunto. "olvídalo" apura a contestar justo al instante en que Mafer abre la puerta y entramos los dos.
Me invitan un tequila, que acepto, dada la ocasión como para tomar valor, y tras terminarlo nos vamos a la casa de San Javier.
Llegamos, es una casa amplia, con jardines a ambos lados. En la parte posterior se dibuja un gran jardín entre las sombras de antorchas y luces tenues y rodeada de una amplia terraza una hermosa alberca color turquesa que enmarca una pequeña sala a desnivel justo atrás de la principal llena de luces y de invitados.|
Después de aceptar un trago y algo de botana nos acomodamos en unas sillas altas donde recargo mi cuerpo reposando mi pie izquierdo en el barra inferior de la misma.
Llevo una falda negra con vuelo amplio y una blusa lisa más bien ceñida al cuerpo. Calzo unos zapatos de tacón alto del número 8 que me hacen lucir mis piernas torneadas por el ejercicio.
Se acerca un señor atractivo, de buen vestir, y mejor ver. Alto él, de ojo claro de torso moldeado y que inmediato hace sentir a una atendida y cómoda. Tiene una platica amena y suave, que inspira confianza.
A nuestra derecha se encuentra un pequeño espacio antes de bajar a la sala a desnivel que mencioné antes, y es a donde con un ademán me invita a bailar el señor con quien platico. Mafer y Rodrigo se levantan y hacen lo mismo.
La música es agradable y de inmediato Mafer y su compañero se entregan a un beso con el cuerpo apretado contra el otro. Vemos como Rodrigo se restriega contra Mafer y no tardan en disculparse para irse a manosear a otro lado con mayor privacidad.
A la distancia mi amiga voltea con una sonrisa que le llena el rostro mientras Rodrigo le da un apretón en la nalga como apurándola, a lo que ella responde haciendo lo mismo.
Parten pues y nosotros seguimos bailando una salsa que me hace relajarme y bailar con alegría y soltura.
Veo como me ve con detenimiento, y como saborea mi cuerpo danzando junto a él. Nos enlazamos de las manos y damos unos pasos combinados que llevan a nuestros cuerpos pegados uno a otro, a lo que me entrego como parte del baile.
Me toma de la cintura justo al terminar la pieza y al dar comienzo una lenta y cadenciosa, lo tomo de las manos y procuro despegarme de él sin lograrlo. Comienzo a sentir como crece su verga y como empiezo a humedecerme recordando la petición de Alejandro.
Me doy la vuelta y quedo frente a él sin saber de momento que hacer con mis manos, dejándolas mejor sueltas y bailando coquetamente mirándolo fijamente a los ojos, los que no separa de mi escote.
"Gracias por aceptar bailar", "estás hermosa", "¿me llamo Sergio y tu?". "Ana Laura" y no dije más, le sonreí y continué con los brazos sueltos contoneándome como si quisiera huir de él.
La siguiente pieza, aún más calmada, me permito llevar mis brazos alrededor de su cuello, él no pierde instante sin observar como me muevo, apuro las caderas separándome un poco de él dejando que me observe en totalidad sin que él aparte la vista de mí lo que me halaga y me calienta aún más.
Me hace un ademán de que baile para él, llevo mis manos a la cadera y como si las acariciara bailo con suavidad sin dejarlo de mirar como me devora con su mirada, hasta que extendiendo sus brazos me pide vaya a él, lo que sin pensar hago de inmediato sin dejar de bailar.
Me toma de la cintura, baja su mano izquierda a mi cadera y soba mi pierna agarrándome la nalga con suavidad. Mi reacción es voltear a ver quien nos observa y le retiro la mano de inmediato.
Nadie está a nuestro rededor y antes de que regrese mi mirada a él, siento como su mano derecha llega hasta uno de mis pechos y lo toma con suavidad masajeándolo, en tanto me vuelve a tomar de las nalgas.
Acerco mi cadera a su pelvis hasta sentir su verga bien alineada con mi monte de Venus y gozo con la vista de su mano perdida en mi seno.
Él no pierde detalle y dejando mis brazos su cuello me dirijo a desabrochar mi blusa para que goce de unos pechos deliciosos y que los haga suyos por esta noche.
Entonces sube su mano ocupada en mis caderas a la cintura, deja mi pecho descansar y desfaja mi blusa por completo para meter sus manos por mi espalda y desabrochar mi bra; un suspiro se me escapa y clavo mi mirada en sus ojos en los que se refleja el gusto de sentir mi espalda desnuda entre sus manos.
"Vamos a otro lado por favor" es lo único que atino a decir en ese momento, me da la mano y me dirige con presteza a la pequeña sala, que a media luz nos espera. De un salto elimina los tres escalones y me ofrece sus brazos para seguir la distancia. Volteo instintivamente a ver quien nos observa y tras verificar que no hay nadie alrededor, casi sofocada de la tensión que esta situación me produce, me deshago de la blusa con un movimiento pausado que a él veo le encanta.
Me abrazo los pechos sonriéndole, más de nervios que de seducción, y abriendo los brazos me despojo del bra para ofrecerle mis pechos duros y desnudos, a la vez que acepto sus brazos para cubrir la distancia.
Me toma en lo alto, viendo como mis pechos flotan en el aire y se mueven de un lado al otro danzando frente a sus ojos, mientras yo ya río de nervios.
Me baja lentamente y besa al paso mis pechos, los goza al paso y me deposita en el suelo sin dejar de ver la delicia que se le presenta. Sin pensarlo le despojo de su playera y meto le agarro el fajo del pantalón, mientras él me toma de la cintura, baja ambas manos a apoderarse de mis nalgas y me jala hacia él. Me suelto y bajo el ziper de mi falda la que él me desliza hasta deshacerse de ella.
Entonces desabrocho su fajo y le bajo el pantalón, tomando su verga entre mis manos haciéndole una pequeña chaquetita como diciéndole "mira que me encontré".
Me deshago de mis zapatos cuando él hace lo mismo y al dejarlos de lado siento como me jala la pantaleta para abajo y me deja completamente desnuda frente a él, quien se hace un poco para atrás para verme con detenimiento, lo que me apena y busco cubrirme de alguna forma. Entonces me quedo viéndolo cuando él se deshace de su trusa y muestra su verga larga y no muy gruesa, y agarrándosela se la jala como para dejarla lista para la batalla.
Se me acerca y se baja para dedicarme una mamada que termina siendo espectacular cuando pude por fin dejarme caer sobre el sofá a mis espaldas.
Se incorpora, me da mi pantaleta como si supiera que quiero limpiar su saliva de mi pucha y se retira de la boca el condón que utilizó para mamarme, y el que no me dí cuenta cuando lo puso en su boca.
Va a su pantalón, de donde saca varios condones, y se enfunda uno para regresar a donde estoy con las piernas cerradas y mis manos entre ellas apretujando mis pechos uno contra el otro, como si tuviera frío, pero es pena. Se arrodilla frente a mi, me abre las piernas y deja caer sus manos sobre mis pechos, los que mordisqueará y chupará por un rato dedicándome placer continuo mientras con disimulo voy masajeando mi clítoris con prisa y sin pausa, cuando se da cuenta de ello, se levanta un poco y me clava la verga de un jaló, lo que hace que pegue un respingo y le ponga mi mano izquierda sobre su pecho. "Me lastimas" le digo, y él continúa con furor pero con más cuidado su mete saca.
Comienzo a enloquecer, esto es lo que quería Alejandro mi marido y me está gustando, estoy sintiendo delicioso como se desliza una verga extraña en mi pucha empapada.
Saca su verga y se sienta a mi lado pidiendo lo monte. Me acomodo y me dejo caer sobre su verga, moviendo con sinuoso ritmo mi pelvis hasta que inicio con euforia una montada que veo disfruta grandemente. Mis pechos comienzan a brincar y los tomo entre mis manos y evitar así el dolor lo que interrumpirá el desenfrenado ritmo que veo le lleva a tener de esos orgasmos sin eyaculación que le hago a mi marido con frecuencia. Mientras froto mis pechos sintiendo placer en ellos, además del cosquilleo continuo en las paredes de mi vagina, producto de la enorme excitación de esa verga aposentada en mi pucha saliendo y entrando hasta adentro.
Tensa sus piernas y de un jalón le saco la verga pegando un tremendo respingo. Rió un poco por la cara que pone y le pido que siga cogiéndome. Mientras se levanta del sofá me pongo en cuatro y me la deja ir hasta adentro; mi pucha está sumamente mojada, estoy muy cachonda y dejo que me monte y ayudo con un movimiento fuerte de adelante a atrás. Me toma de las caderas y comienza a jalarme hacia su verga mientras él por su parte la empuja con fuerza. Siento como me llega hasta el tope y sus huevos me golpean los labios externos. Le acaricio los huevos cada que llegan a mi alcance para luego continuar con mi clítoris para tener un orgasmo explosivo con un gemido sonoro que no recuerdo hacer con frecuencia, me da una nalgada y me perfora con avidez y fuerza hasta que me la deja adentro un rato, sintiendo como le palpita de vez en vez, a lo que yo con gusto respondo apretando de ves en ves mi vagina, lo que me lleva a un climax de calentura.
En eso saca su verga para cambiar el condón, para evitar el riesgo de que se rompa, al tardar yo me prendo y comienzo a ofrecer las nalgas moviéndolas de lado a lado. Con ambas manos separa las nalgas y le regalo la vista de mi culo, mojado ya por los flujos de mi vagina e hinchado por la excitación, por lo que se abre fácilmente al introducir él uno de sus dedos.
Muevo con cadencia mi cadera agradeciendo la caricia interna de su dedo y le pido que apure la verga y me coja por el culo al tiempo que sacudo mi cadera como suplica que apure el paso.
Con el condón fresco me empuja la verga y ésta entra hasta adentro, doy un pequeño pujido de dolor, el que se me quita al levantarme él del sofá dejando mis rodillas al aire y comienza a sacarme la verga y me la deja ir hasta adentro, sosteniéndome con sus manos las que hacen lleve el ritmo de sacar y meter, detener y levantar; estallo en un orgasmo y entre gemidos le pido que siga y que le de más fuerte.
Quiero escapar pero me encuentro atrapada y me sigue dando por el culo, quiero llegar a mi clítoris pero el lo alcanza y me da duro en él, explotando de nuevo en un orgasmo que aún no terminaba.
Luego siento como para, se tensa y siento el golpe de su corrida en las paredes de mi ano.
Me quedo enculada, con él descansando en mi espalda.
Al recobrar el aliento, saca su verga ya un tanto fláccida, y se recuesta junto a mí, que ya me he incorporado.
Le saco el condón, lo dejo a un lado y le hago una chaqueta mirando las expresiones de extrema sensibilidad, las que gozo infinitamente.
Me paro, le dedico una ultima mirada y tomando mi ropa me voy al baño vestirme para irme a casa.
Se que nos volveremos a ver, esta experiencia me satisfizo, no se si haya aprendido algo pero gocé todo momento, ya platicaré de esto con Alejandro mi esposo.
Hasta entonces