Una experiencia inesperada e innolvidable
Como una tarde de ejercicio se convierte en una fantasia hecha realidad.
Una experiencia inesperada e innolvidable
Era un día acalorado, en el cual decidí a ir a un club deportivo que quedaba a pocos minutos de mi casa. Cuando llegue deje mis pertenencias en el locker de los vestidores y salí a trotar un rato por una pista que rodeaba al club, lleno de árboles, la pista pasaba junto a las canchas de basketball, rodeaba una cancha de football que a la vez tenía a su alrededor graderías y árboles, y pasaba por una gran extensión de jardines, en las instalaciones del club hay albercas, un restaurante, cabañas, juegos infantiles, canchas de tenis, volleyball, etc. El aire de marzo refrescaba un poco a pesar del calor que se comenzaba a sentir, eran casi las seis de la tarde, era la única hora que podía salir a hacer ejercicio después de salir del trabajo, trataba de mantenerme distraído, con la mente fuera de las responsabilidades del trabajo, pues consideraba que a mis 22 años aun tenia el derecho de salir y divertirme un poco, a pesar de eso, todo era rutinario hasta que una hora más tarde, cuando estaba dando mi ultima vuelta me sorprendió de pronto un balón de basketball que me dio en la cabeza
Al detenerme en seco y agarrarme la cabeza, se acerco una chica, avergonzada a pedir disculpas. Me dijo que no se fijo que iba pasando y no atinó siquiera al tablero, por lo que fue a parar directo a mi cabeza. Yo sin culparla le dije que no se preocupara. Se me hizo raro verla sola ahí jugando, cuando a esta hora el club se iba vaciando, ya había poca gente. Yo ya me había aburrido de trotar solo así que le pregunte si podía jugar un rato con ella a hacer unos tiros, a lo que ella acepto con gusto.
Mientras practicábamos nuestros tiros, ella me dijo su nombre: Carla. Era muy bonita, su cabello lacio castaño oscuro, delgada, blanca, una nariz hermosa y unos ojos grandes y bonitos. Su cuerpo estaba muy torneado, curvas bonitas, trasero bien formado pero no tan grande, pero lo que mas me llamo la atención después de que me recupere del pelotazo fueron sus pechos, no eran muy grandes, pero tenían una forma perfecta, al parecer no usaba brasiere porque se notaba el relieve de sus pezones ligeramente a través de la playera oscura. Sus shorts muy cortos permitían contemplar sus piernas, torneadas, lisas, hermosas. Nunca creí deleitarme tanto durante un juego de basketball, tal vez eso explicaba el porque fallaba tanto en mis tiros. Ella me sonreía cada que tiraba, tratando de aguantar la risa, me miraba mucho y parecía que notaba que yo también la miraba continuamente. No podía contener mas mi erección, afortunadamente en esos momentos usaba un short brief debajo de mi pants que podía disimular mi falo que quería salir al aire a estirarse aun más.
Mientras jugábamos hacíamos de vez en cuando unos comentarios tontos acerca de nuestros tiros y le pregunte el porque estaba ella sola, Carla me contestó que llego desde medio día al club con su novio, pero que pelearon y ella se quedó sola jugando mientras que su novio se fue muy molesto sin que ella supiera a donde. Yo le dije que no se preocupara, que si quería yo la llevaba a su casa en cuanto ella lo deseara. Sonriendo, ella me agradeció y me dijo que prefería seguir jugando un rato mas conmigo, puesto que se la pasaba muy a gusto, algo que yo no podía negar de mi parte, yo también me la estaba pasando muy bien, además de contemplar a una belleza que acababa de conocer y que posiblemente seguiríamos como amigos, no podía pasar algo mas puesto que se podía reconciliar con su novio.
Casi estaba oscureciendo, así que decidimos ir a tomar una ducha, quedamos de vernos junto a la entrada del campo de football, ya que quedaba a un lado del estacionamiento. Nos separamos y cada uno fue a sus respectivos vestidores.
Me duché con agua fría para bajar esas ansias que tenía, no podía evitar que otros me vieran con la verga bien dura, pues no me podía quitar a Carla de mi mente. Al final me puse unos jeans y una playera y salí con mi mochila de los vestidores para verme con Carla a la entrada del pequeño estadio de football.
Al salir, ella estaba esperándome frente a la entrada de la cancha, llevaba puestos unos jeans y una camiseta sin mangas que se veía muy bien, tampoco llevaba brasiere, puesto que se le veían todos los detalles de sus senos, los pezones le resaltaban, acababa de bañarse, tenia el pelo húmedo, y con el aire fresco, se le endurecían los pezones, se podían apreciar aun mejor. La invite a que me siguiera para mostrarle donde se encontraba el auto, pero ella me tomo la mano y me dijo que esperara.
Me dijo en voz suave que se la paso muy bien con migo, que a pesar de que su novio era un patán y la haya dejado sola ahí en el club, que quería seguir viéndome, yo acepte esa invitación, de cualquier forma esa mujer me había vuelto loco hoy, estaba preciosa, aun que no estaba tan arreglada, se veía como un ángel. Nos acercamos lentamente y nos abrazamos, todo fue espontáneo, nuestras caras se fueron acercando poco a poco y nos dimos un beso, ella me fue apretando y acerco su cadera a mi miembro que se estaba poniendo duro nuevamente. Yo sin dudar, comencé a acariciarle la espalda hasta llegar a sus nalgas, ella hizo lo mismo y el beso se fue moviendo hacia nuestros cuellos.
Le susurre en el oído que me gustaba mucho, desde que la vi me tenia fascinado, ella solo sonrió y tomo mi mano, nos separamos y ella me guió hacia la cancha de football, estaba oscuro, había una luz tenue que emitían las lámparas de afuera de la cancha, era lo único que nos iluminaba. Estaba consternado, no creía lo que ella quería hacer, sobre todo si apenas nos conocíamos.
A la mitad de la cancha, nos volvimos a besar, ahora nos acariciábamos más, me atreví a subir mis manos y comenzar a tocar sus pechos, algo que quería hacer desde hace buen rato, ella se dejó. Mientras tanto, ella comenzó a tocarme el paquete, ya tieso, al sentir lo que traía debajo, con una sonrisa pícara, me desabrochó el pantalón y sacó mi verga que ya estaba dura como piedra, sonriendo, sin dejar de mirarme a los ojos, comenzó a masturbarme, sentía su mano tibia a lo largo de mi pene, sentía las caricias que proporcionaban su otra mano en mi trasero. Después no dudo en hincarse y meterse mi pedazo de carne a la boca, su lengua recorría todo lo largo y terminaba en mi glande, que palpitaba de placer, me acariciaba los testículos y jugueteaba con ellos. Yo estaba atónito, mi respiración se agitaba y me invadía un gran placer sentir y observar atento esa mamada que me regalaba. La tome de la cabeza y le acaricié, un minuto después decidí separarme de ella antes de que acabara ahí mismo, en su boca, quería que esto durara aun más. De mi mochila, saque un condón que siempre guardo para casos inesperados como este (aunque la verdad nunca se había dado uno).
Me senté en el césped y abrazándola y besándola, comencé a desabrochar sus jeans, dejando ver una tanga, se acostó en el suelo y yo, recorriendo el hilo de su tanga, le comencé a masajearle con los dedos sus labios vaginales, mientras que le besaba los muslos, se estremecía al sentir mi respiración cada vez más cerca de su coñito. Llegando al final, comencé a besarle y lamerle los labios, jugueteaba con los dedos dentro de su vagina mientras mi lengua se acercaba cada vez más a su clítoris, sus jugos se escurrían cada vez más, yo penetraba mi nariz dentro de ella, estremeciéndose con cada movimiento que yo hacía, comenzó a gemir un poco.
Nuestro alrededor se oscurecía cada vez más, dejando solo la luz de las lámparas, cuyos tenues rayos de luz atravesaban las ramas de los árboles que rodeaban la cancha hasta iluminarnos, el canto de los grillos se oía a todo nuestro alrededor, mientras que el viendo movía las ramas de los árboles, era una sensación intensa, existía el riesgo de que alguien nos viera, ya eran las ocho de la noche.
Estaba muy excitado, me senté y baje mis pantalones y mis boxers hasta las rodillas, dejando mi pene erguido, apuntando al cielo, ella se acercó, y moviendo su hilo a un lado, se sentó sobre mí, volteando hacia mí, rodeándome con sus piernas, bajó lentamente sobre mi verga, sintiéndola como la penetraba poco a poco, estremeciéndose y gimiendo de placer, yo sentía una sensación caliente que envolvía mi pene, que se iba haciendo espacio en sus entrañas. Comenzamos a hacer un juego de movimientos de pelvis, mi verga entraba y salía, sus juegos se derramaban sobre mi vientre, escurrían a lo largo de mi verga, hasta mis huevos. Yo la acariciaba, la besaba, ella me sonreía, mis manos pasaban por debajo de su blusa, tocando sus duros pezones, sintiendo sus pechos bajo mis manos, se levantó la blusa dejando al descubierto unos pechos hermosos, que se movían al vaivén de nuestros movimientos, le bese sus oscuros y pequeños pezones, se los mordía, los jalaba con mis labios, ella solo gemía de placer, mientras cabalgaba sobre mi mástil, ella me levantó la playera e hizo lo mismo, jugó con mis pezones y me acariciaba y besaba el torso.
Nuestra piel se ponía de gallina al sentir el viento sobre nuestros cuerpos desnudos, era la sensación más intensa de mi vida, alguien podía estar observándonos, nuestros gemidos se hacían cada vez más fuertes, mi respiración se hacia más profunda, nuestras caderas chocaban, sus nalgas hacían ruido al chocar contra mis muslos con cada embestida. Ya no tardaba en correrme.
Comenzábamos a sudar, nuestra respiración era más densa, gemíamos de placer, yo no podía mantener la boca cerrada, ella me apretaba las piernas, que me agarraba cada vez más fuerte, yo la abrazaba, la apretaba, aun observando sus senos, los cuales quedaban en mi cara.
En cada embestida, sentía espasmos por mi pene, ella se aferraba cada vez mas a mi cuerpo, soltaba unos grititos conforme llegaba al orgasmo, sus jugos escurrían cada vez mas, sentía empapado todo mi vientre. Yo comenzaba a jadear, la energía se concentraba en nuestros sexos. De repente, sentí como si el viento se detuviera, los grillos enmudecieron y una explosión dentro de mí se hizo sentir, ella gimió más fuerte, había llegado al orgasmo, igual que yo. Mi verga no dejaba de disparar borbotones de leche, la cual se escurría por dentro del condón, provocando que se resbale un poco.
Acabe acostado en el césped, con ella sobre mí, aun penetrándola. Estuvimos así como 10 minutos, sintiendo el calor de su bello cuerpo.
Poco después de vestirnos, nos dirigimos a mi carro, sin decir una sola palabra. La lleve a su casa, ahí nos despedimos con un largo y profundo beso.
Desde entonces, he procurado ir seguido al club para verla y platicar con ella, aunque seguía con su novio, no pierdo la oportunidad de volver a repetir esa experiencia inolvidable.