Una experiencia fuera de serie

Todo ocurrió de la manera más inesperada. Fui a tramitar una reclamación, me invitó a comer y luego nos fuimos a la cama en mi propio departamento...

UNA EXPERIENCIA FUERA DE SERIE

Vivo en Monterrey, México. Por estos días se está tratando de dar solución a un fuerte problema con la Compañía de Agua y Drenaje. Hubo un cobro indebido y muchos de los usuarios resultamos afectados con cantidades significativas para todos los bolsillos.

Yo decidí ir personalmente, hacer mi reclamación, solicitar el reembolso de mi dinero y me presenté hace cuatro días.

Me dirigí a recepción y hable con el encargado del área, quien me indicó que para arreglar un asunto como el mío debería entrevistarme con el Director General y que podría recibirme si yo tenía la bondad de esperarle unos minutos.

No tuve qué esperar mucho y entonces, el recepcionista me hizo pasar al privado y finalmente conocí al Director General, un hombre de aspecto muy fino, a quien conocía sólo por medio de la prensa gráfica o televisiva.

De inmediato noté cómo su mirada recorría toda mi humanidad. Me recibió y caminó tras de mí. Tomó asiento detrás de su escritorio y sobre éste, me estrechó la mano y me dijo que su función era servir al usuario, que entendía mi molestia y que si por él fuera, de inmediato daba curso a mi reclamación, pero que había que cumplir ciertos formalismos burocráticos, pero que tuviese yo la seguridad de que él iba a atenderme de la mejor manera posible.

Así pasaron los minutos y yo consideré que el trato que se me estaba dispensando, incluido un café y la invitación a fumar eran demasiadas atenciones que, seguramente no se ofrecían a todos los quejosos. Eso me puso alerta y esperé cualquier reacción que tuviera como propósito coaccionarme y pedirme de algún modo que yo disuadiera al resto de usuarios inconformes que esperaban en la antesala.

De pronto, el Señor Director, que no he mencionado tiene unos 48 años, es moreno, alto, barba cerrada, muy bien recortada, vestido impecablemente y con una mirada penetrante y directa, me dijo que desde ese momento, mi caso estaba resuelto, que se iba a condonar mi adeudo y que a partir de la fecha iniciaría mi cuenta desde cero.... Yo le aclaré que no era necesario condonar nada, que lo importante era ser justo en el cobro para evitar futuras situaciones de conflicto.

Entonces, percibí su mirada directa y sin titubeos, muy peculiar. Fue entonces cuando me di cuenta que en sus modales finos había algo de delicadeza no propia de un hombre encargado de dirigir una empresa paraestatal.

Me respondió sin dejar de mirarme directamente que no me estaba dando ningún trato especial, aunque le gustaría hacerlo porque yo le resultaba muy interesante, que me había venido observando y pensaba que yo era alguien con quien se puede platicar y en quien confiar y que desde luego, estaba de acuerdo en que se había cometido conmigo un error imperdonable.

Inmediatamente después, sin dejarme hablar me dijo que estaba justo a tiempo de salir a comer, que le daría mucho gusto invitarme por lo que sin dejar mi posición de alerta acepté tratando de averiguar hasta dónde iba aquel individuo. Ya me estaba llamando la atención, dada mi preferencia sexual y entonces pensé que si lo que quería era verga, yo se la daba. Salimos por una puerta privada que conducía al estacionamiento, abordamos su auto último modelo y emprendimos la marcha. Yo me dejé conducir.

Al llegar a un exclusivo restaurante, se sentó a mi izquierda y para cualquier comentario o sugerencia, se me pegaba bastante, casi su rostro rozaba el mío y ocasionalmente sus manos tocaban las mías, igualmente, su pierna me daba pequeños toques en la rodilla;

A partir de ese momento y durante toda la comida, se mostró pródigo en halagos hacia mi persona, pero no perdía la compostura. La verdad yo pensé que mis supuestos sobre él eran falsas apreciaciones mías , pero no, era evidente que estaba interesado en mi.

No le di importancia a la situación, incluso pensé que al no ver una respuesta mía reconsideraría su actitud. En ningún momento me dio a entender nada descaradamente, pero el momento oportuno para hacérmelo saber llegaría muy pronto.

Al salir del restaurante me dijo que estaba muy contento, que había disfrutado mucho mi compañía y que le gustaría que fuesemos amigos. Yo le agradecí sus atenciones, le acompañé a sus oficinas, recogí mi documentación con un saldo blanco. Me despedí, tomé mi carro y me retiré todavía especulando sobre tan extrañas actitudes, la suya al hacerme esa invitación cuando supuestamente estábamos ubicados en bandos contrarios, yo reclamando y él defendiendo su posición y la mía, al aceptar una invitación movido por el morbo.

Al día siguiente, alrededor de las 8 de la noche, se presentó en mi domicilio. No era extraño que lo conociera porque tenía todos mis datos por el expediente que obraba en poder de la paraestatal. Me sorprendió, pero no pude ser majadero luego de sus atenciones. Entonces sí pensé que la cosa iba por otro rumbo.

Le invité a pasar, me excusé de estar medio vestido, le aclaré que no esperaba a nadie, que iba a darme un baño y que por ello estaba sin camisa, en short y sandalias.

Él me dijo que no era problema, que además, me veía mejor que vestido. Así directamente.

Le ofrecí un trago, aceptó, fui a la cocina por hielo y cuando vuelvo me doy cuenta que no me quita la vista de encima por todos los ángulos posibles mientras voy y vengo con el servicio.

Él se sienta en un sillón de dos plazas, yo lo hago enfrente, pero como mi salón es pequeño, los muebles están muy cerca uno de otro.

De pronto, sentí como su mano trataba de acercarse a mi pierna, pero creo que se le hizo demasiado obvio y desistió.

Empezó a llevar la plática por las marcas de ropa deportiva, de playa y casual. Yo le hice notar que no tengo suficiente dinero como para comprar marcas exclusivas, y fue cuando me dijo que "siendo buena la percha, la marca salía sobrando", que me veía muy bien con mi short... que de haber sabido que me gusta usarlos me hubiese traído algunos como obsequio.

Yo le contesté que no era necesario, que tengo suficiente ropa, aunque no de marca y en eso, él hizo como que examinaba la costura del dobladillo de mi short y pasó sus calientes dedos sobre mi pierna desnuda y de inmediato, la piel se me eriizó y mi verga cobró una erección increíble.

Sentí una corriente eléctrica desconocida y me puse en guardia; él tranquilamente me dio unas palmaditas en la pierna y me preguntó si estaba nervioso o si me molestaba que quisiera revisar el trabajo de las maquiladoras mexicanas, por la etiqueta que estaba cosida al dobladillo del short.

Le contesté que no estaba nervioso y que no me molestaba, que si quería podía mostrarle otros shorts de la misma maquiladora y podría tomar datos si así lo requería, pero él me dijo que no era necesario; me palmeó de nuevo y ya no retiró su mano, la dejó descansando sobre mi muslo.

Con voz temblorosa, Omar que es su nombre, me dijo que ya no podía aguantar más y entonces expresó:

"Mira Julián, si te he buscado es porque... bueno tú debes imaginarlo, ya te has dado cuenta que no soy como los demás, a mi me gustan los machos como tu y tu cuerpo fornido, tu barba, tus ojos negros y profundos, el vello de tus brazos y tus piernas y tu trato gentil y caballeroso me han cautivado.... me excité conforme iniciamos la charla en mi oficina..... me traes loco".

Cuando Omar me dijo todo eso sentí cómo mi pulso se aceleraba, y su mano ya se dirigía descaradamente a mi entrepierna, hasta tratar de tocarme la verga que tenía yo dura en extremo. Un tanto desconcertado, puse mi mano sobre la suya, empezó entonces a acariciarme lascivamente mientras se escuchaba su respiración entrecortada.

Omar dijo: ¿Qué dices, deseas ser mi macho?", "Siento que tienes una verga deliciosa y quiero conocerla, anda, muéstramela, déjame saborear ese rico caramelote que tienes entre las piernas, me gustas cabrón, déjame darte una rica mamada de reata".

Sin permitirme contestar, metió su mano dentro de mi short y tocó la cabeza de mi verga que dio un respingo de lujuria; al sentir el contacto de su mano con mi arma, ésta dejó fluir abundante líquido preseminal que Omar tomó con sus dedos y llevó a su boca.

Volvió a mí que ya abandonado a ese placer bajé mi short hasta los tobillos, Omar bajó sobre su presa y engulló mis casi 20 cm. de falo, subió y bajó mi prepucio como me gusta que lo hagan, él parecía adivinarlo y lo hacía fabulosamente.

Fue una mamada magistral, después del contacto inicial, se adueñó de la situación: lamía mi tronco en todos sentidos, bajaba a mis abultados huevos, volvía a subir, lamía con la punta de su lengua el hoyuelo húmedo de mi glande, giraba con su lengua como colibrí alrededor de la cabezota de mi verga y eso me estaba llevando al paroxismo.

Para ese momento, yo lo tomé de los cabellos y traté de sincronizar sus movimientos con mi meneo de cadera.... me estaba haciendo feliz.... era una cabrón mamador profesional.

Sacándose mi verga de la boca me pidió por fvor que no terminara, que la fiesta apenas estaba empezando. Tan pronto como estaba moviendo mi verga con su mano y con su boca, así procedió para sacarse toda su ropa hasta quedar en pelotas.

Fue electrizante darme cuenta que Omar es dueño de una señora verga, una tranca que fácilmente supera los 22 cm. muy gruesa, cabeza puntiaguda y sin circuncidar, babeante, dejando escapar hilillos de líquido viscoso y transparente.

Ya no pude ocultar el impacto que me producía, lo jalé suavemente de la mano y lo llevé a mi dormitorio, le empujé de espaldas sobre mi amplia cama y me coloqué en posición de 69 y hemos iniciado una mamada mutua colosal.

Lo más emocionante fue cuando su hábil lengua descubrió el camino hacia mi agujero posterior. Tal vez su lengua era tanto o más larga que su verga, porque alcanzó su objetivo y el juego se tornó febril cuando horadó mi culito deseoso con su lengua experta... me hizo subir al cielo..... fue delicioso.

Ninguno de los dos hablábamos y no porque no pudiéramos, sino porque no era necesario.

El lengüeteo mutuo prosiguió, las respiraciones agitadas de ambos llenaban el ambiente y de pronto, explotamos los dos en emisiones abundantísimas de leche viril.

Omar dejó seca mi verga, fue con su lengua a mis piernas, a mis pies, subió a mi ombligo, a mis tetillas y luego a mi boca. Fue un beso salvaje.

Profirió un "Gracias". Se vistió rápidamente, me dejó su tarjeta sobre la mesa de noche y salió, sin que yo atinara a hablar. Estaba demasiado turbado como para reaccionar con lógica.

Ha sido una experiencia fuera de serie.

Julián

Espero sus comentarios como siempre en hermes_2003@hotmail.com